Predicadores voluntarios, Sermones para Evangelismo para ser empleados en la Semana de Oración de Ancianos de Iglesia. La Esperanza es Jesús...
Predicadores voluntarios, Sermones para Evangelismo para ser empleados en la Semana de Oración de Ancianos de Iglesia.
La Esperanza es Jesús
Recopilación y selección
Preparado por el Departamento de Ministerio Personal
Iglesia Adventista del Séptimo Día
División Sudamericana
Índice de los sermones en PPT y Doc
1 LA ESPERANZA ES JESUS2 UNA LUZ EN EL CAMINO
3 QUE DEBO HACER PARA SER SALVO
4 EL VENDRA
5 LA MILAGROSA TRANSFORMACION DE UNA PECADORA
6 EL DIA DEL SEÑOR
7 CUAL ES LA VERDADERA IGLESIA DE DIOS
8 UNA NUEVA VIDA
TEXTO SERMONES SEMANA DE ANCIANOS EN .DOC
Sermón 1
LA ESPERANZA ES JESÚS
No hay otro que pueda solucionar las crisis de este mundo - ¡Sólo Jesús! Cierto padre estaba en la sala leyendo el periódico, cuando su hijito de 5 años entró y le dijo: Papi, quiero que me des un juguete. El papá se levantó fue hasta el estante, tomó un mapamundi rasgado y le dijo al niño: - trata de montar este mapa, poniendo cada parte en su lugar correcto. Dentro de pocos minutos el niño regresó al papá y le dijo: ¡Listo! El mapa está armado. El papá admirado, tomó el mapa y vio que cada parte estaba en su debido lugar y preguntó al niño: ¿Cómo conseguiste armar ese mapa tan rápidamente? El niño respondió – fue fácil, porque atrás del mapa había la figura de un hombre, al reconstituir al hombre, arreglé el mundo.
El único hombre que puede reconstruir este mundo es Jesús. Si el hombre tuviera como modelo a Jesús, todos los problemas humanos serían resueltos.
Se preguntará: ¿Por qué Jesús es la única solución? Para responder esta pregunta necesitamos primero conocer quién es Jesús. ¿Él es Dios u hombre?
¿QUIÉN ES JESÚS?
1. Él es el centro de la historia humana, que dividió en dos partes: antes de Cristo y después de Cristo.
2. Jesús es la figura central de la Sagradas Escrituras.
a. Las profecías del Antiguo Testamento lo señalaban como el Mesías, el Ungido, Emmanuel, Salvador, Redentor.
b. En el Nuevo Testamento, los evangelios significan buenas nuevas, hablan de su reino, de su vida, su gracia y de su amor.
c. Finalmente el último libro de la Biblia, que es el Apocalipsis, revela a un Cristo victorioso, triunfante sobre el pecado y la muerte. Él mismo afirmó: “Y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:18).
d. Él es descrito como vencedor y a quien son atribuidas todas las honras. “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria, y el poder, por los siglos de los siglos”. (Apocalipsis 5:13).
3. Cristo es igual a Dios el Padre, afirma el apóstol Pablo: “Él es la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15).
4. Él es el Creador de todas las cosas. “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra” (Colosenses 1:16).
5. Él es eterno. “Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten” (Colosenses 1:17).
6. Él es el Alfa y la Omega. Él dice: “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin” (Apocalipsis 1:8). Alfa es la primera letra del alfabeto griego y la Omega es la última letra, por lo tanto Él es todo.
7. Sobre todo Él es Dios que se volvió hombre para redimir al hombre. Vea como el apóstol Pablo describe la grandeza de su humildad: “Él cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres”(Filipenses 2:6-8).
8. Cristo es nuestro maravilloso Salvador. Así cantaron los ángeles en las colinas de Belén, en aquella gloriosa noche: “Pero el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor” (S. Lucas 2:10, 11). Ese fue el mayor evento de la historia humana. Dios se hizo hombre para salvar al hombre.
9. Él es el Cordero que en el Antiguo Testamento era sacrificado sobre un altar representando el sacrificio de Cristo en la cruz. Durante cuatro milenios los hijos de Dios, por la fe en el Redentor que vendría para salvarlos, sacrificaban un cordero. Veamos como esto era hecho.
10. Por la mañana, un hombre llamado Eliú, toma un corderito y lo carga en sus brazos. Es blanco, puro y sin ninguna mancha. Sus hijos juegan con él desde que nació. Pero Eliú está yendo al tabernáculo para cortar el pescuezo de este inocente animal. Con dolor en su mente lo conduce hasta el santuario. Un grave pecado está corroyendo su conciencia. Él tiene que librarse de la culpa de este pecado, por eso está yendo al santuario. En la entrada al patio del tabernáculo está el altar de sacrificio. Eliú se arrodilla al lado del cordero, coloca su mano sobre su cabeza y confiesa su pecado. Rápidamente levanta la cabeza de la oveja y en un lance pasa el afilado cuchillo sobre su pescuezo. Corre sangre oscura por el suelo. El cordero se estremece y cae muerto. Asistentes del tabernáculo toman el cuerpo del cordero y lo colocan sobre el altar para quemarse totalmente. Eliú, entonces está libre de la condenación del pecado.
11. Esto era exactamente la prefiguración simbólica del sacrificio de Cristo. Él era ese cordero u oveja.
Él era inocente y fue sacrificado en el altar de la cruz. Allí vertió su preciosa sangre para perdonar nuestros pecados.
Todo aquel que cree en Él y confiesa sus pecados, será perdonado, así como aconteció con Eliú.
Ese es el único medio de librarnos de la condenación del pecado. Veamos ahora:
LO QUE ÉL YA HIZO POR NOSOTROS
1. Solamente podemos entender lo que Jesús hizo por nosotros, cuando contemplamos la cruz.
a. Al mirar a la cruz, vemos suspendido entre el cielo y la tierra un Hombre que nunca pecó. Un Inocente, un Justo, un Santo.
b. Gota a gota su sangre se derrama... su vida estaba pereciendo.
2. Moría como santo, por el pecador, para perdón de nuestros pecados. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).
3. Él nos amó tanto, que nos compró con su preciosa sangre. “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación” (1 S. Pedro 1:18-19).
Dio su vida, su sangre, porque nos amó. Jesús nos rescató de la condenación y nos compró con el elevado precio de su sangre.
¿QUÉ PUEDE HACER POR TI?
1. Él quiere darte el perdón y lo hace de gracia.
2. Él quiere darte vida inmortal, eterna.
3. Sin embargo, necesitas aceptar su don. Su dádiva. Esto involucra cinco pasos:
a. Aceptar su inmenso y eterno amor, sabiendo que Él te ama. En este momento te está diciendo a tu oído: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3).
b. Debo reconocer que no puedo salvarme por mí mismo. “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (Romanos 3:23, 24).
c. Debo creer que Jesús me ama y puede salvarme. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”(S. Juan 3:16).
d. Debo confesar mis pecados y creer que Él me perdona. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 S. Juan 1:9).
e. Entonces, podemos creer que Él nos da la vida eterna. “Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida”. (1 S. Juan 5:11, 12).
Aceptar a Jesús como nuestro Salvador, significa alcanzar la vida eterna. Y, él puede salvar a cualquier pecador.
En 1992, el evangelista Mark Finley, fue invitado para dirigir una serie de conferencias de evangelismo dentro del palacio del Kremlim, en la ciudad de Moscú, en Rusia. El auditorio tenía capacidad para 6.500 personas y cada noche se llenaba, que fue necesario hacer dos sesiones. El pueblo ruso después de libertarse del comunismo, estaba deseoso de oír la Palabra de Dios. Millares abrieron sus corazones para aceptar a Jesús como su Salvador. El evangelista mostró a Jesús como el Cordero de Dios, que murió para librarnos del pecado, para librarnos de la culpa, para traer paz al corazón y vida eterna a los que lo aceptasen. Él describió a Jesús muriendo en la cruz, de cómo su sangre corría de sus manos y pies. Describió de cómo la corona de espinas fue puesta en su cabeza y la sangre corriendo por su rostro. También describió la agonía que Jesús experimentó cuando la oscuridad cubrió la cruz y la separación de su Padre. Todo eso sufrió por mí y por ti, ¿quieres aceptarlo como tu Salvador?
Después de la conferencia, el pastor quedó algunos minutos en una sala contigua. Cuando vio un ruso de gran estatura, aún joven, de barba larga, que iba gritando directo hacia la sala donde estaba el Pr. Finley. Al principio pensó que quería agredirlo. Su traductor se colocó al frente y quiso saber quién era. Era un criminal que había estado preso más de 20 veces. Ahora con lágrimas en los ojos quería saber si había salvación para él. Ansiaba perdón, deseaba aceptar a Jesús. Después de una prolongada conversación, el pastor Mark Finley, le mostró que el amor de Jesús era mayor que sus pecados. Con lágrimas en los ojos, el joven aceptó a Jesús. Una nueva paz se irradió en su rostro. Una alegría invadió su ser, ahora sus ojos brillaban con el perdón de Jesús.
Esto es lo que Jesús puede hacer por ti.
Él te ama mucho y tiene poder para librarte de todo pecado.
Él no solamente perdona, sino transforma todo tu ser.
Para solucionar nuestras angustias, problemas sin solución, hay un pedido: “Experimente a Jesús”
¡Él es la solución!
Él nos hace una invitación: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”(S. Mateo 11:28).
¿Por qué continuar sufriendo? ¿Por qué continuar con un fardo de pecados en las espaldas?
Él ya hizo todo. Basta creer en su sacrificio. El premio de la vida eterna está a su disposición, ¡de gracia!
Ciertamente querrás saber más sobre Jesús y de cómo entrar el camino al cielo.
En la próxima reunión hablaremos sobre: “Una luz en el camino”, será un tema maravilloso. Conoceremos el libro más antiguo del mundo.
¡Venga con su familia, amigos y vecinos!.
Sermón 2
UNA LUZ EN EL CAMINO
Sin luz no puede haber vida. Sin luz, todos somos ciegos. Sin luz nadie encuentra el camino al cielo.
¿Dónde encontrar la verdadera luz? La respuesta está en el libro de Salmos 119:105: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Encontramos, entonces, la lámpara que buscábamos. Ella es tan poderosa y brillante, que espanta, ahuyenta, aparta y disipa las tinieblas espirituales que envuelven el mundo.
Ella es una luz poderosa, porque es la luz que emana de Dios. Es luz eterna. Es la plenitud de la verdad. Es la revelación del propio autor de la luz, de la gloriosa luz.
De Aquel que afirmó: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. (S. Juan 8:12).
¿CÓMO LA LUZ DE DIOS LLEGÓ HASTA NOSOTROS?
1. Ciertamente que quisieran saber aquello que los científicos ávidamente buscan desvendar y no consiguen – el orden de la vida, el origen del planeta. ¿De dónde vino y cómo todo comenzó?
2. Veamos como la luz de Dios revela todo, de forma clara, simple, comprensible y precisa. Abramos nuestra Biblia en el primer libro, en el primer capítulo del libro de Génesis 1:1, allí leemos: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Con su inmenso poder e infinita sabiduría, Dios creó todas las cosas. Él dio origen a todo lo que existe en el cielo, en la tierra, en el mar y en el universo.
3. La primera cosa creada fue la luz, en el versículo 3 dice: “Y dijo Dios: Sea la luz, y fue la luz”. Él es la fuente de la luz. Sin luz no podría haber vida. Él es la plenitud de la luz. Sólo por Él apareció la luz física. Pero Él también es la fuente de la luz espiritual. Y sólo Él pudo decir: “Yo soy la luz del mundo”. (S. Juan 8:12).
4. Si continuamos leyendo todo el primer capítulo de Génesis, encontraremos el relato organizado, en orden lógico de cómo Dios hizo todas las cosas. Él empleó seis días creando todo lo que hay en el mundo, de forma perfecta.
5. El sexto día, coronado su obra creadora, moldó con sus propias manos el simétrico ser humano. El relato bíblico dice: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”(Génesis 1:27).
6. Nuestra imagen es divina, fuimos creador por Dios y no como algunos dicen, que descendemos del mono. Nuestro origen no está basado en la hipotética y casual teoría de la evolución.
7. Veamos ahora, como Dios transmitió el conocimiento de su voluntad al hombre. ¿Cómo la verdad de Dios llegó hasta nosotros? El apóstol San Pedro aclara: “Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 S. Pedro 1:20, 21).
8. Por esta declaración del apóstol San Pedro, concluimos que: 1) La Biblia no fue escrita por cualquier hombre. 2) Que fue escrita por santos hombres. 3) Que esos hombres santos, fueron inspirados por Dios a través del Espíritu Santo.
9. Te preguntarás: ¿Qué es ser inspirado? Inspiración es la forma como Dios revela y transmite su voluntad al hombre, iluminando, impresionando la mente del escritor sagrado, para que él transmita, en sus propias palabras, la revelación de Dios.
¿CÓMO FUE ESCRITA LA BIBLIA?
1. El primer escritor de la Biblia fue Moisés, que vivió cerca de 1.500 años antes de Cristo, o aproximadamente hace 3.500 años atrás. Él escribió los primeros 5 libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. También se atribuye a Moisés el libro de Job.
2. Después de él surgieron muchos profetas escritores, tales como: Josué, Samuel, David, Isaías, Ezequiel, Daniel y otros.
3. Alrededor del año 425 antes de Cristo, el escriba Esdras, reunió todos los escritos sagrados, completando el total de 39 libros, que constituyen las escrituras del Antiguo Testamento. Cristo aceptó y confirmó esas escrituras. El evangelista San Lucas hace referencia a Cristo citando esos escritos proféticos, cuando dice Jesús: “Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían” (S. Lucas 24:27).
4. La vida y los milagros de Cristo fueron escritos en los Evangelios. Si no hubiese Evangelio, no habría cristianismo. Cuatro son los Evangelios: San Mateo, San Marcos, San Lucas y San Juan. Ellos revelan el encantador mensaje de las enseñanzas y obras de nuestro Señor Jesús, que anduvo curando, enseñando, predicando y bendiciendo al pueblo. Narra también sus sufrimientos, sus luchas, sus dolores, su condenación, sus azotes, su agonía y su muerte. Pero, no termina allí, de forma maravillosa relatan su resurrección, su triunfo sobre la muerte. Su aparición a los discípulos diciéndoles; “Yo soy, no temáis”. Sorprendidos los discípulos dicen: “He aquí vivo otra vez”.
5. Después de 40 días, reúne a los discípulos y sube hasta la cumbre del monte de las Olivas. Allí los bendice, dice sus últimas palabras de ánimo, extiende sus manos, y es levantado por una fuerza más poderosa que la fuerza de gravedad, y asciende al cielo. Allá está vivo para siempre, como nuestro misericordioso Salvador e intercesor.
6. El Nuevo Testamento contiene 27 libros. Toda la Biblia contiene 66 libros, siendo 39 del Antiguo Testamento y 27 del Nuevo Testamento.
¿QUÉ ES LA BIBLIA?
1. Veremos primero lo que significa la palabra Biblia. Se dio el nombre de Biblia o Sagradas Escrituras al conjunto de sagrados libros del cristianismo.
2. La palabra Biblia, viene del término griego “biblon”, que significa libros. Pues, la Biblia es un conjunto de 66 libros, escritos por cerca de 40 escritores, a lo largo de un período de 1.600 años.
3. Todavía es maravilloso notar que hay perfecta armonía entre sus escritores, porque todos fueron inspirados por la misma fuente de luz, el Espíritu Santo.
4. La Biblia es un poderoso farol que iluminó en el pasado, lo hace en el presente y con certeza lo hará en el futuro. Sus predicciones han sido cumplidas de forma irrefutable.
5. Aunque la Biblia tenga miles de años, aún es el libro más vendido y más divulgado en el mundo. Sus verdades son eternas.
6. En el mundo no existe ningún libro que se le compare en poder moral para transformar el corazón humano. La Biblia vuelve al hogar más armonioso, enseña a los seres humanos a ser perfectos. El apóstol San Pablo dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” ( 2 Timoteo 3:16, 17).
7. Las Sagradas Escrituras contienen: El camino de la salvación, la condenación de los pecadores y la felicidad de los salvados. Su doctrina es santa, sus preceptos son sabios, sus historias son verdaderas y sus principios son inmutables.
8. Ella contiene luz para guiar nuestros pasos en el buen camino. Alimento para saciar nuestras almas y consuelo para alegrarnos en la esperanza. Cristo es el centro de sus mensajes y la gloria de Dios es su fin.
9. En ella vemos abrirse los cielos y revelarse la gloria del paraíso. Es una mina de riquezas y un tesoro de verdades. Sólo ella nos revela de forma completa el plan de salvación. Su núcleo central es la cruz de Cristo, de donde brota el amor en gran profusión. Leer los Evangelios es conocer el amor de Jesús y el amor infinito del Padre.
10. Alguien que no conozca profundamente la Biblia, la encuentra un libro común, sin embargo, a medida que fuera leyéndola irá descubriendo perlas de gran valor.
Cierta princesa, en el día de sus cumpleaños, recibió como regalo una bola de hierro. Parecía ser sin ningún valor. Quedó frustrada, sin embargo, a medida que la fue examinando y tocándola, de repente se abrió y dentro de ella había una bola de plata. La curiosidad brotó y siguió tocándola y nuevamente se abrió y apareció una bolita brillante de oro. La princesa ya estaba contenta, cuando al tocar nuevamente aquella esfera de oro, ella se abrió y allí estaba una rara y bellísima joya. ¡Encantadora joya!
11. Así es la Biblia, aparentemente parece un libro común, sin embargo, al leerla y estudiarla, irá descubriendo verdades maravillosa y enseñanzas preciosas. Y a medida que fuera investigándola, descubrirá una mina con un tesoro de incalculable valor – la salvación en Cristo Jesús y la vida eterna en el Paraíso de Dios.
EL PODER DE LA BIBLIA
1. La Biblia es el más poderoso libro para transformar el corazón humano. Pecadores son transformados en santos, embriagados y viciados se convierten en hombres sobrios y buenos. María Magdalena, la mujer pecadora, fue transformada en una de las mujeres santas del Evangelio.
2. Cierto ateo tratando de ridiculizar la Biblia, invitó a un predicador cristiano a un debate. El predicador aceptó el debate bajo una condición: en el día del debate, el predicador del evangelio llevaría al palco 100 personas que fueron transformadas de pecadoras, viciadas y corruptas en personas buenas, honestas y libres de vicio, por el poder de las enseñanzas del Evangelio. De igual forma el ateo debería llevar 100 personas que fueran transformadas para algo mejor, venciendo sus vicios y malos hábitos a través de las enseñanzas del ateísmo. El ateo desistió del debate, porque era imposible haber transformación por las enseñanzas ateístas.
3. Hay millones de personas que todavía no han sido transformadas de corruptas y malas, en buenas y honestas por las enseñanzas de la Biblia.
4. En la ciudad de Río de Janeiro, hace pocos años vivió un gran criminal que siempre huía de la policía. Era tan ágil para escapar que la policía lo llamaba “Halcón alegre”. Un día, sin embargo, fue preso y condenado a la pena máxima. En la prisión nuevamente él cometió una falta grave, y como consecuencia los policías lo castigaron tanto que al día siguiente su cuerpo estaba tan quebrado, que pensó que moriría. Sintió que para él no había más esperanza. Mientras reflexionaba, se acordó que uno de sus compañeros todos los días escuchaba un programa radial, que hablaba del poder y amor de Jesús. Pensó, si esto es verdad, yo quiero experimentar. Mirando hacia arriba, suplicó: “Señor, si tu existes, dame la oportunidad de conocerte, pido que te reveles a mí”. Mientras miraba hacia arriba una luz muy brillante penetraba por aquella ventana de la prisión y un hombre con vestiduras blancas y brillantes vino hacia él y lo tocó. En ese momento perdió la conciencia.
Al día siguiente, amaneció curado de todas sus heridas. Una gran alegría llenó su corazón y comenzó a saltar para sentir que estaba realmente sano. Inmediatamente comenzó a leer la Biblia con toda devoción y clamó a Jesús que lo perdonase y salvase. Cierto día, aquel mismo hombre de blanco vino y le dijo: “Puedes pagar tu pena en libertad”. Él no podía entender como podría suceder esto. En virtud de su vida, ahora transformada y ejemplar, fue libertado de la prisión. Ahora la Biblia es su querido libro de estudios y Jesús es su amado Salvador. Se volvió un hombre de bien. Fue bautizado en la Iglesia Adventista y ahora trabaja en la recuperación de niños y jóvenes viciados en drogas, conduciéndolos a una nueva vida en Jesús.
5. Este es uno de los milagros del poder del Evangelio en nuestros días, demostrando que las enseñanzas de Biblia y el poder de Jesús, operan hoy, en la transformación de cualquier pecador que se entregue a Él.
6. Hay personas que por ignorancia no creen en la Biblia, pues nunca la leyeron, ni experimentaron su poder. Un anciano, en un viaje, estaba leyendo su Biblia. A su lado estaba sentado un joven universitario. Con el fin de burlarse, el joven universitario preguntó al señor: “¿Cree en este libro? – Sí, creo. Y tú, ¿por qué no crees? - No creo en ese libro. Pero, ¿ya leíste la Biblia? – No. Entonces dijo el señor al joven: “Veo que no eres un incrédulo, sino un ignorante. Pues estás hablando de aquello que no conoces”.
7. Existen algunos que dudan de la autenticidad de la Biblia y dicen: ¿Cómo podemos saber que nuestra Biblia contiene la verdad original?
En 1947, en las proximidades del Mar Muerto, en las tierras de Israel, un joven pastor apacentaba su rebaño de cabras. Cerca de medio día, cuando el sol estaba muy fuerte, entró en una caverna. Estando allí, por si acaso lanzó una piedra en el interior de la caverna, y escuchó el ruido de una vasija quebrándose. Se aproximó para ver lo que era y encontró dentro de ella algunos manuscritos antiguos. Sin que supiese, allí estaba una de los mayores descubrimientos de los tiempos modernos sobre la Biblia. Los manuscritos fueron llevados a Jerusalén, donde fueron examinados por peritos, que constataron el hallazgo del libro completo de Isaías y algunos otros trechos sagrados.
Al conferir con la Biblia de hoy, comprobaron que estaba en plena armonía. Aunque esos rollos posiblemente fuesen de dos o tres siglos antes que Cristo venga a la tierra. Ese descubrimiento ayudó a probar la autenticidad de nuestra Biblia.
Muchas personas conocen la Biblia apenas por nombre. Algunos han leído trechos, pero sólo tiene valor cuando hagamos de ella nuestro alimento espiritual diario.
8. Hay personas que leen sólo de vez en cuando. Un misionero cierta vez visitó a una señora muy anciana y le preguntó: ¿Lee todos los días su Biblia? Sí. Voy a buscarla. Después de buscarla en el estante, la trajo. Cuando la abrió exclamó: ¡Qué bueno! ¡Encontré mis lentes que los había perdido hace seis meses!. Cuidado para no perder nuestros lentes en la Biblia.
9. Leámosla para volvernos justos, por la gracia de Cristo y para comprender que Dios nos ama.
Dos jóvenes comenzaron a enamorar. Un día él le regaló a ella un libro. Pasado algún tiempo, le preguntó si ya había leído el libro. Ella respondió que no. Entonces, él le dijo que ese libro lo había escrito él. Asustada, ella le pregunta: ¿Tú lo escribiste? – Sí. Entonces voy a leerlo. Fue a su casa y comenzó a leer el libro con gran interés y amor, porque amaba a su autor.
10. Si amamos a Dios, leeremos su Libro – La Biblia. Ella es la carta de amor que Dios nos escribió, diciendo que nos amaba con tan inmenso amor, que dio a su Hijo para rescatarnos y desea que desea habitar con nosotros en la eternidad.
En la próxima reunión hablaremos de un asunto que interesa a todos: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. Venga juntamente con su familia.
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Sermón 3
¿QUÉ DEBO HACER PARA SER SALVO?
El ser humano ingirió un veneno mortal llamado pecado y todos los hombres fueron contaminados, dice San Pablo: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).
Cierto cazador, en las altas montañas de los Andes, vio un águila posar sobre una enorme roca. Después de algún tiempo ella levantó vuelo, pero pronto comenzó a perder el equilibrio, fuerza y caer al suelo. El cazador fue tras ella para ver lo que había acontecido. Encontró al águila caída, al examinarla, constató haber sido picada por una serpiente venenosa. Concluyó que al posar sobre la roca, una serpiente había penetrado en su plumaje y la mordió. El terrible veneno le robó las fuerzas llevándola a la muerte.
Así hace el pecado con el ser humano, le roba las energías espirituales y lo lleva a la muerte eterna. No hay excepción, todos nosotros somos víctimas del mismo mal.
Pero, dirás: ¿Qué es el pecado? El apóstol San Juan responde: “Todo aquel que comete pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley”(1 S. Juan 3:4). Esa trasgresión nos separa de Dios. Podemos decir que pecado es: andar en contra mano. Pecado es atravesar la señal roja. Pecado es falta de armonía, desafinación. Él causa desastre, muerte espiritual y lleva al hombre a la perdición eterna.
El renombrado evangelista Billy Graham, describió así el pecado: “El hecho más terrible y más devastador del Universo es el pecado. La causa de todos los problemas, la raíz de todos los disgustos, el miedo de todos los hombres se resume en esa palabra – pecado... todos los desórdenes mentales, todas las enfermedades, toda destrucción, todas las guerras tienen su raíz en el pecado, que causa locura en el cerebro y derrama veneno en el corazón... Es un ciclón suelto. Es un furioso y descontrolado volcán. Es un loco peligroso que ha huido del manicomio. Es un bandido en busca de víctima. Es un león rugiendo en busca de su presa. Es un relámpago que se dirige a la tierra. Es una guillotina cortando cabezas. Es un cáncer mortal que corre el alma de los hombres” (Paz com Deus, 101 – Billy Graham).
SEPARADOS POR UN ABISMO
Una profunda y no transponible ruptura, cual abismo, fue abierto entre el hombre pecador y Dios, por el malvado pecado. En consecuencia de esa separación, el hombre pecador, no puede ver el rostro santo de Dios, ni escuchar de forma audible su melodiosa voz. El profeta Isaías confirma este pensamiento: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír”Isaías 59:2).
A fin de entender mejor el abismo del pecado, observe el siguiente cuadro:
HOMBRE | PECADO ABISMO MUERTE | DIOS |
El hombre cayó en el profundo abismo del pecado, de allí no puede salir por sus propias fuerzas y cada vez es peor, porque se atolla más en los vicios, en la corrupción y en la maldad. Se volvió prisionero, en una cadena de paredes que no se puede cruzar, y allí se consume en el sufrimiento, en la angustia, en la desesperación, aguardando apenas la muerte. “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).
Algunos tratan de salvarse por sus propias obras. Piensan que la práctica del bien u obras de caridad podrán salvarlos. Pero nuestras obras no pagan pecados. San Pablo dice; “No por obras, para que nadie se gloríe”(Efesios 2:9).
Otros intentan salvarse por medio de penitencias, de promesas por lo que hacen grandes sacrificios. En Portugal existe el santuario de Fátima, allí centenas y miles de personas andan de rodillas grandes distancias. A veces sus rodillas comienzan a sangrar, la sangre mancha el suelo, el dolor se vuelve horrible, pero continúan hasta el fin, para cumplir sus promesas. Esperan con esto alcanzar mérito y recibir el perdón. Con todo, esto no es lo que Dios pide en su Palabra. La salvación no viene por nuestros méritos u obras, aclara el apóstol San Pablo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8, 9).
Ninguna obra humana es capaz de perdonar pecados. Si los hombres pudiesen salvarse por sus propias obras, Jesús no necesitaría haber muerto en la cruz. Otros hay que dan grandes donativos, pero todo el dinero del mundo no compra el perdón de un solo pecado. Si el dinero comprase perdón de pecados, sólo los ricos podrían ser salvos.
Algunos piensan que el auto perfeccionamiento, el poder del pensamiento positivo, pueda perfeccionarlos, purificarlos y volverlos dignos de entrar en el cielo. Sin embargo, ninguna práctica o filosofía humana, puede purificar o remover el pecado del corazón. Vea lo que dice el profeta Jeremías: “¿Mudará el etíope su piel, y el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados a hacer mal?” (Jeremías 13:23). El profeta también afirma: “Aunque te laves con lejía, y amontones jabón sobre ti, la mancha de tu pecado permanecerá aún delante de mí, dijo Jehová el Señor”(Jeremías 2:22).
El pecado yace en las raíces de nuestra alma, en los deseos de nuestro corazón, está tan impregnado en nuestro ser, así como un veneno ingerido que circula en toda la sangre del organismo.
Viene entonces la pregunta: ¿Cómo puedo libertarme del pecado y salir de su esclavitud?
Analizaremos algunos pasos que nos darán no sólo la libertad, sino nos conducirán por el camino de retorno al Paraíso de Dios.
PASOS PARA LA SALVACIÓN
El apóstol Pablo y Silas, su compañero, fueron a parar en la prisión por predicar el evangelio de Jesucristo. Aunque estuviesen en la prisión, el Espíritu Santo estaba con ellos y les daba ánimo para ser felices en sufrir por Jesús. Eran altas horas de la noche, cuando estaban alabando a Dios, con cantos y oraciones. De pronto, hubo un terremoto y los cimientos de la cárcel temblaron abriéndose las puertas. El carcelero que era responsable por los presos sabía que si alguno de ellos huyese, tendría que dar cuenta con su propia vida. Viendo las puertas abiertas, quedó tan lleno de pavor, que sacó su espada para matarse. Inmediatamente Pablo, gritó: “No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí” (Hechos 16:28). El carcelero nunca vio tal cosa; la prisión abierta y los presos sin huir. Viendo que aquellos hombres eran de Dios, cayó de rodillas delante de ellos diciéndoles; “¿Qué debo hacer para ser salvo?” (Hechos 16:30).
Esta es una pregunta que todo ser humano debe hacerse: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”. La respuesta de Pablo fue directa, clara y simple: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo”(Hechos 16:31).
PRIMER PASO
La fórmula es muy simple. No depende de complicadas fórmulas científicas. No necesita de reglas y dogmas religiosos. No depende de penitencias. No es basada en teorías filosóficas. Simplemente basta creer en Jesús. Él es el medio, es el camino y el único Salvador. Él es el puente de unión con Dios. En resumen: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
Observe el cuadro de lado: Un puente fue colocado sobre el abismo del pecado. Usted ahora puede alcanzar a Dios y retornar al Paraíso. No necesita continuar prisionero en el abismo del pecado. Un camino de retorno fue abierto a través de la cruz. Usted y yo podemos acercarnos a Él y decirle: “Padre nuestro”. El cielo se halla a nuestro alcance:
“El nombre de Jesús me da acceso al Padre. Su oído, su corazón, están abiertos a mi súplica más débil, y Él suple mis necesidades más profundas” (Fe y obras, 110).
El primer y gran paso para la salvación es aceptar a Cristo como nuestro Salvador. Después de aceptarlo, daremos el segundo paso.
SEGUNDO PASO – ARREPENTIRSE
Cuando creo en Jesús como mi Salvador, me siento pecador delante de Él. ¿Qué hacer con mis pecados? Debo arrepentirme. Pero, ¿qué es arrepentimiento? Arrepentimiento, primeramente es reconocer mis pecados, mis errores, mis faltas y transgresiones de la ley de Dios. Eso me lleva a entristecerme por haber pecado. Siento deseos de cambiar mi vida. Eso me conduce a confesar mis faltas, transgresiones y errores. Entonces doy el tercer paso que se llama confesión.
TERCER PASO – CONFESIÓN
La confesión nos alivia. Nos saca un fardo de nuestra conciencia. Hay personas que sanan de determinadas enfermedades cuando confiesan. Encontramos un notable ejemplo de arrepentimiento y confesión en la vida del rey David. Él cometió un terrible pecado. Después de caer en sí y ver la malignidad de su pecado, hizo una abierta confesión suplicando la misericordia de Dios. Esto está relatado en el Salmo 51. David implora: “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos...” Todo el capítulo 51, es una súplica de perdón, confiando solamente en la misericordia de Dios.
Y Dios escuchó, atendió la oración de confesión de David y le perdón su pecado. “Mas el que confiesa y se aparta (abandona el pecado) alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13).
A través de la confesión, alcanzamos el perdón de Dios, que “sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados”(Miqueas 7:19). Ahora daremos el cuarto paso en dirección al cielo.
CUARTO PASO – CONVERSIÓN
Conversión es el mayor milagro operado en la vida del pecador. Es el resultado de la obra del Espíritu Santo. Esa transformación milagrosa cambia la dirección de nuestra vida y por consiguiente de nuestro destino. Altera nuestro padrón de comportamiento y cambia nuestra forma de pensar y actuar.
Jesús explicó a Nicodemo lo que es la conversión. Nicodemo quedó al principio sin entender. Le dijo Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”(San Juan 3:3-6). Cristo mostró que hay un nacimiento espiritual que transforma a la persona. Para comprender mejor, Jesús ilustró esa transformación espiritual, con la acción del viento, que no lo vemos, pero sentimos sus efectos.
La actuación del Espíritu Santo en el corazón es invisible como el viento, no obstante, sensible y poderosa. Aquel que abre la mente para que el Espíritu Santo penetre, sentirá un cambio interior, una fuerza que lo atrae a Jesús, un deseo de buscar el reino de Dios, placer en estudiar la Biblia y un anhelo de hablar con Dios.
Usted está aquí, ciertamente fue influenciado por el Espíritu Santo para venir a esta reunión. Él nos habla con voz suave, íntima, casi imperceptible, pero sensible.
Conversión es cambio de rumbo. Estábamos yendo en un camino que conduce a la perdición, cuando el Espíritu Santo, nos orientó y mostró el camino cierto, regresamos en dirección opuesta. Eso se llama conversión.
Nuestro rumbo ahora es el cielo. Guiados por el Espíritu Santo e iluminados por la Palabra de Dios la Biblia Sagrada, estamos siguiendo a Jesús en el camino que conduce a la gloria eterna.
QUINTO PASO – JUSTIFICACIÓN
El orden de los pasos, ni siempre obedece al orden numérico, a veces los pasos son simultáneos. Como es el caso de la justificación, que debe haber ocurrido en el momento en que el pecador aceptó a Cristo como su Salvador y confesó a Él todos sus pecados. En aquel momento fue perdonado y justificado.
Cuando alguien con los ojos de la fe contempla la cruz y ve allí a Jesús, el Inocente, muriendo por sus pecados; cree en el sacrificio de Cristo, se siente atraído por ese amor, se entrega a Él y cae postrado a sus pies, rogando su misericordia, su perdón; en aquel momento es perdonado y justificado. La justificación es alcanzada por la fe, en el sacrificio de Cristo, quien pagó nuestra culpa con su propia sangre. Él hizo todo por mí, yo apenas necesito creer y aceptar su perdón, su justicia. Él me perdona de gracia, porque me ama y yo debo corresponder a ese gran amor.
Aquel que es perdonado y justificado, siente que su ser es inundado por una onda de paz. El apóstol San Pablo dijo: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo” (Romanos 5:1).
Una alegría celestial, un gozo interior toma posesión del cristiano justificado. Está libre de la condenación del pecado, fue aliviado de la culpa que lo oprimía. Se siente ahora libre y feliz, gozando la paz del cielo. Esa paz que tanta gente anhela, que sin Cristo nadie lo alcanza.
El cristiano es la criatura más feliz de este mundo, porque está libre de la condenación del pecado, libre de los vicios, siente paz en el corazón y una gran alegría porque alcanzó en Cristo la vida eterna.
Mirando hacia arriba con los ojos fijos en Jesús prosigue hacia el blanco que es la salvación, siguiendo el camino de la vida.
SEXTO PASO – ANDAR CON JESÚS
Hay gran alegría en andar en el camino del cielo. Alcanzamos el gozo del alma y la felicidad de quien es salvo en Jesús. Con alegría seguimos al Maestro. Su presencia es luz, paz y felicidad.
Seguir a Jesús significa andar por el camino que Él anduvo, siguiendo sus pisadas, haciendo su voluntad, guardando sus mandamientos. Él nos guiará por un alto y sublime camino que nos llevará a un descanso de gloria.
Con Jesús a nuestro lado, cuando tropezamos, Él nos ampara; cuando caemos, él nos levanta. El camino es ascendente, hay tropiezos y peligros, pero su fuerte brazo nos protege.
SÉPTIMO PASO – GLORIFICACIÓN
Este es la etapa final. Es la llegada al puerto celestial. Es el momento de la victoria. Esta etapa sólo la alcanzaremos en ocasión del regreso glorioso de Cristo a la tierra, que vendrá para buscar a sus redimidos. Estudiaremos más detalles de este asunto en una próxima disertación.
Todos queremos ir al cielo. Si en el mundo hubiese algún lugar con una escalera que alcanzase el cielo, todos querríamos subir por ella. Esa escalera existe, pero no es física, sino espiritual y usted puede subir por ella. Ella contiene muchas gradas, pero nosotros seleccionamos apenas siete, por ser las más destacadas.
Observe y vea en que grada se encuentra. Ciertamente desea estar un día en el cielo con Jesús. Para esto, el primer paso es aceptar a Cristo como su Salvador. Él te invita hoy a dar ese primer paso. Si así lo desea, entregue su corazón a Jesús y Él lo aceptará tal como está. Al aceptar a Cristo, usted está aceptando el cielo.
Oremos: Querido Dios, queremos entregar nuestro imperfecto corazón a ti. Pedimos que lo transformes en un corazón de amor. Queremos amarte y vivir cada día más cerca de ti. Danos fuerza para subir las gradas de la escalera que conduce a tu reino. Que tu Santo Espíritu ilumine nuestro camino. Lo pedimos en el nombre del Señor Jesús. ¡Amén!.
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Sermón 4
ÉL VOLVERÁ
ÉL VOLVERÁ
Los psicólogos dicen que en todos los momentos de nuestra vida, debemos tener por lo menos una persona que se preocupe con nosotros, que nos ame. Tenemos necesidad de compartir nuestros sentimientos con alguien. Esto evitaría mucha depresión, tristeza, abatimiento y hasta suicidio.
Si nadie se preocupa con nosotros y nadie nos ama, caemos en el vacío de la soledad y en el poso del desánimo.
Al final, ¿qué valor tiene la vida, cuando el pasado no tiene significado, el presente no tiene alegría y el futuro no tiene esperanza? La vida es más que una pausa entre dos eternidades. No estamos aquí por mero acaso. Existe un plan grandioso para cada uno de nosotros. No fuimos olvidados por el gran Creador.
Alguien mayor, se preocupa con nosotros y nos ama profundamente. Usted puede no conocerlo personalmente, puede no amarlo intensamente, pero Él lo ama con amor eterno. Desde que nació, Él lo ama y conoce toda su vida, sabe de todos sus problemas. Él es nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Por amor a nosotros, Él dejó el cielo, toda la gloria para volverse como usted y yo y pagar el débito de nuestros pecados. Por amor Él murió en una cruz, fue enterrado, pero resucitó. Su triunfo sobre la muerte es la garantía de nuestra victoria.
Antes de subir al cielo, dejó la promesa de estar con nosotros todos los días. “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”(San Mateo 28:20). Por lo tanto no estamos solos. Por medio del Espíritu Santo, Él está con nosotros, presente aquí mismo, en esta reunión.
Él conoce nuestras angustias, dificultades, sufrimientos, tristezas y decepciones. A fin de animarnos, nos dio una de las más bellas promesas de la Biblia. Cariñosamente nos dice: “No se angustien ustedes. Confíen en Dios y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar” (San Juan 14:1-3 DHH).
¡Qué promesa! ¡Qué esperanza! ¡Qué consuelo! ¡Él vendrá! ¡Habitaremos con Jesús! ¡El cielo será nuestro! Aunque existan luchas, sufrimientos y dificultades, nosotros tenemos una esperanza – “Él vendrá”.
¿CÓMO VENDRÁ JESÚS?
1. Una vez Cristo vino para salvar al hombre. Nació como un humilde niño, vivió, sufrió y se compadeció entre los hombres. Dio su vida para rescatar a aquellos que lo aceptan y volverá a buscar a los que creyeron, creen y creerán en Él y que lo recibieron como su Salvador.
2. ¿Cómo será su venida?
Algunos dicen que Él vendrá secretamente. Que hará un arrebatamiento secreto de sus fieles. Otros dicen que él vendrá sólo para quien muere.
3. ¿Qué dice la Biblia sobre el retorno de Jesús?
La Biblia dice que su venida será tan real y visible, así como fue su ascensión presenciada por los apóstoles. El libro de Hechos, nos relata que en el momento de su ascensión en el Monte de los Olivos, después de dar la bendición a los apóstoles, Jesús fue elevado al cielo por un poder superior a la fuerza de la gravedad. Mientras los discípulos estaban todavía atónitos, boquiabiertos, con los ojos fijos en el cielo; dos ángeles se colocaron delante de ellos diciéndoles: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1:11).
4. Los ángeles confirmaron la certeza de su regreso, diciendo que Él volverá en presencia tan real y visible, así como fue su ascensión, física y visible. Su venida también será física y visible, fue Jesús quien nos dijo esto por medio de sus santos ángeles.
5. Su venida será de forma tan evidente y pública, que todos lo verán, confirma el libro de Apocalipsis: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá...” (Apocalipsis 1:7). Nadie podrá huir de su poderosa presencia.
6. El propio Señor Jesús afirmó que su regreso será tan real, así como el relámpago que corta el cielo con fulgurante luz: “Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre” (San Mateo 24:27).
7. Ese fantástico acontecimiento inundará el cielo de gran gloria y fulgurante resplandor. En el centro de la majestuosa nube aparecerá Cristo como rey de reyes, y Señor de señores en triunfo y majestad. Su gloria excederá toda nuestra imaginación. Los hombres quedarán extasiados delante de su majestuosa presencia.
8. Él vendrá acompañado por todos los ángeles del cielo. Vea la magnífica descripción: “Y enviará a sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”(San Mateo 24:31).
9. Los cielos y la tierra temblarán delante de su santa presencia. Toda la naturaleza será estremecida: “Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra” (Apocalipsis 16:18).
10. En medio a esas agitaciones de la naturaleza, los hijos de Dios estarán llenos de esperanza y alegres. Estarán seguros porque saben que llegó el día de su liberación y de su victoria. Sabrán que ese es el día cuando terminará todo sufrimiento, toda angustia, toda lágrima y toda maldad. Serán para siempre libertados del pecado y de sus terribles consecuencias.
¿PARA QUÉ VOLVERÁ JESÚS?
1. Algunas Personas piensan que no es necesario que Jesús regrese a este mundo. No entienden que Él tiene una relación íntima con este mundo. No consiguen entender el inmenso amor de Dios por este mundo, descrito en el evangelio: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (San Juan 3:16).
2. Su relación de amor con el ser humano es tan grande que dio la dádiva más preciosa – Su Hijo, para salvar al hombre. Estamos unidos al Padre y al Hijo, por los fuertes lazos de amor derramados de la cruz. Estamos grabados indeleblemente en las palmas de sus manos.
3. Jamás nos abandonará. Somos muy queridos a su corazón. Él quiere habitar con nosotros para siempre. Él prometió: “Volveré otra vez”. Vendrá para buscarnos, a fin de vivir eternamente con Él. Ese es el objetivo de su retorno – buscarnos, para llevarnos a la casa del Padre. Jesús dijo que allá “Hay muchas moradas”. ¡Bellísimas moradas! Él tiene reservado una para usted, siempre y cuando acepte su oferta.
4. El apóstol San Pablo describe lo que acontecerá en su venida: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).
¡Glorioso momento! ¡Increíble victoria! ¡Los muertos resucitarán! ¡Escucharán su voz! ¡Acordarán para vivir eternamente!
5. Imaginemos como será ese glorioso y feliz encuentro con nuestros queridos que duermen y en aquel día acordarán. Con mucha emoción el hijo abraza al padre... El hermano abraza al hermano... tíos... sobrinos... nietos y abuelitos... ¡Qué delicia de abrazo! ¡Esposo y esposa se abrazan para nunca más separarse! ¡La escena es indescriptible!
¡Oh! ¡Gozo sin fin!
¡Desbordante alegría!
¡Eterna felicidad!
¡Nunca más separación!
¡Es el inicio de la eternidad!
¡Es el clímax del amor!
6. Parece un sueño, pero será realidad. Será el día de la recompensa. ¡Oh! ¡Quiero estar allí! ¿Y tú?...
7. El milagro de los milagros continúa: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:51, 52).
8. Gloriosa transformación ocurrirá entre los vivos que aguardan el regreso de Jesús. No pasarán por la muerte, sino serán transformados en un parpadear de ojos. En un momento todos los defectos físicos desaparecerán. El enfermo quedará sano, el cojo quedará perfecto y hasta el feo quedará bonito. Será un momento de gloria. Nuestro cuerpo será transformado en cuerpo glorificado, recibiendo entonces vida inmortal.
9. El apóstol continúa narrando ese milagro: “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmoralidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto moral se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria” (1 Corintios 15:53, 54).
10. La transformación será total, tendremos cuerpos perfectos e inmortales. No estaremos más sujetos a deformaciones del pecado. Sólo entonces estaremos aptos para ser arrebatados.
11. Todos los justos, los resucitados y los vivos transformados, serán trasladados al cielo. San Pablo dice: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatos juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”(1 Tesalonicenses 4:17).
¡Qué gloriosa reunión!
¡Qué feliz encuentro!
¡Abrazaremos a Jesús!
¡Viviremos con Él para siempre!
¡Será demasiado glorioso! ¡No podemos imaginar tanta gloria! ¡Tanta honra! ¡Tanta belleza! ¡Tanta cosa buena! ¡Pensar en este día, despierta en nosotros un deseo que Jesús vuelva pronto! Queremos encontrarnos con él para vivir para siempre a su lado.
Las últimas palabras de la Biblia en Apocalipsis, son una confirmación de la promesa de su retorno, él dijo: “Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús” (Apocalipsis 22:20).
En conclusión, haremos un vuelo de imaginación y trataremos de describir cómo será aquel día.
En medio del cataclismo de la tierra, a los lejos aparece una pequeña nube blanca, que al aproximarse posee un brillo diferente, “En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador...
Con cantos celestiales los santos ángeles, e inmensa e innumerable muchedumbre, le acompañan en el descenso. El firmamento parece lleno de formas radiantes, - “millones de millones, y millares de millares”. Ninguna pluma humana puede describir la escena, ni mente mortal alguna es capaz de concebir su esplendor” (El conflicto de los siglos, 698, 699).
¡El Rey está llegando!
¡Suenan las trompetas!
¡El Rey está llegando!
¡Prorrumpen los clarines!
¡He aquí en gloria y majestad!
La tierra tiembla y vacila...
La naturaleza se estremece...
El cielo se desnuda...
Todo en la tierra se paraliza.
Cesa el comercio...
Se cortan las líneas telefónicas.
Enmudece la televisión...
Todos tratan de mirar hacia arriba...
Los justos se alegran...
Y, exclaman: “¡Bienvenido Señor!”
Glorias y alabanzas son entonadas.
Los sepulcros de los justos se abren...
Los justos resucitan incorruptibles.
Juntos ascienden al cielo.
¡Qué feliz encuentro!
¡Qué suprema gloria!
Se une la familia de la tierra con la familia del cielo, para juntos seguir en dirección a la Ciudad Santa. En la próxima disertación abordaremos el maravilloso asunto, de las vacaciones de mil años que pasaremos en el cielo.
Para los justos el retorno de Jesús es la bendita y feliz esperanza. Será el día de la victoria, cuando cambiaremos nuestra pesada cruz por la corona. Cuando cambiaremos nuestros trajes empolvados de nuestras luchas por las vestiduras blancas del triunfo en Jesús. Será el día en que Jesús nos dirá: “Hijo(a) vamos al hogar”.
Sin embargo para los descuidados, para los que no hacen caso de Dios. Para los que no lo esperan y ni desean andar a su lado, aquel día será de terror. Los impíos se asustarán... intentarán huir... buscarán esconderse. Vea la descripción dada en Apocalipsis: “Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; quién podrá sostenerse en pie?” (Apocalipsis 6:15-17).
Esto acontecerá apenas con los impíos, con aquellos que insistieron en vivir en el pecado, despreciando la inmensa misericordia de Dios que siempre los buscó para salvarlos, pero que siempre fue despreciada por él.
Hoy Cristo nos invita y llama; “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7 up).
Espontáneamente debe decirle: “Señor, yo quiero estar en tu reino. Quiero prepararme para el regreso del Señor Jesús”.
Entre los valles de Suiza, existen algunos lugares muy bonitos y con exuberante vegetación. Cierto viajero al atravesar aquellos valles, lejos de las agitadas carreteras, a la ribera de un lago, se deparó con un encantador jardín. Pidió permiso al jardinero para conocer su interior. Deslumbrado, con tanto orden y belleza, le preguntó al jardinero: ¿Su patrón viene siempre aquí para esta maravilla? – No, respondió el jardinero. – ¿Hace cuánto tiempo que no viene aquí? – Cerca de 20 años. ¿De quién recibe su salario? – Del representante de mi patrón. Y, ¿él viene aquí siempre? – Nunca estuvo aquí. – Sin embargo usted cuida de este jardín como si su patrón viniese mañana. – ¡Lo cuido como si él viniese hoy!
Cristo volverá, no sabemos el día, apenas Él recomendó: “¡Vigilad! ¡Estad prontos!”
En nuestra próxima conferencia hablaremos sobre: “Mil años en el cielo”. Vale la pena conocer. No pierda la oportunidad.
Sermón 5
LA MILAGROSA TRANSFORMACIÓN DE LA PECADORA
Alguien preguntó al gran científico Lord Kelvin, ¿cuál ha sido el más notable descubrimiento? Él pensó un poco y respondió: “Que yo soy un gran pecador, pero Jesús es un gran Salvador”.
San Pablo dice que la real verdad es: “Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). No hay un ser humano que no sea pecador. Todos dependemos de la gracia de Cristo.
Cristo es la salida para la crisis existencial. Él es el único que descendió del cielo para traer salvación al angustiado hombre caído en el fondo del pozo. Sólo Él descendió al fondo del abismo, donde el hombre se encontraba en completa esclavitud y allí encendió la luz de la esperanza, iluminando el camino de retorno para una vida feliz.
Hoy veremos el poder milagroso del amor de Jesús, para libertar, convertir y transformar la vida de una perdida pecadora.
En el evangelio de San Juan, encontramos la historia verídica e impresionante de una mujer que salió de las tinieblas a la luz, del pecado para la santidad. Leamos la descripción:
“Y Jesús se fue al monte de los Olivos. Y por la mañana volvió al templo, y todo el pueblo vino a él’y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?. Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinando hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”(San Juan 8:1-11).
AMOR QUE REDIME
Era bien temprano y Jesús ya estaba en el templo, enseñando al pueblo que lo rodeaba. En ese momento surge un tumulto.
Un grupo de fariseos y escribas traen arrastrada a una mujer y la tiran delante de Jesús. En voz alta la acusan diciendo: Esta mujer fue encontrada quebrantando el séptimo mandamiento. Demandan para ella la condenación de la ley, diciendo: “En la ley, Moisés nos manda que tales sean apedreadas. Tú, pues, ¿qué dices?”.
Ningún escape había para aquella mujer. La condición de ella parecía irrecuperable, era una prostituta decaída. Allí estaban sus acusadores tomando piedras.
La mujer estaba con la cabeza enterrada entre las manos. En desesperación y angustia aguardaba el veredicto de su condenación y la muerte por apedreamiento, sin cualquier piedad.
Cristo, contempla aquella gente excitada, que bajo su mirada penetrante, enmudece... cesa la gritería... reina el silencio. Calmamente Jesús se inclina y comienza a escribir en la arena. Se despierta curiosidad... ¿Qué estará escribiendo? ... Alguien piensa que haya hecho una lista de pecados. En profundo silencio Él apela para el tribunal de la conciencia de cada uno de los acusadores.
Su aguda y penetrante mirada descansan en cada uno de los presentes. Mientras sus ojos se mueven, el temor toma cuenta de cada uno de los presentes. ¿Qué escribirá ahora? ¿Será que denunciará mis pecados secretos? Todos están expectantes y temerosos. Sus pecados ocultos afloran. Su conciencia los acusa. Sienten ahora su propia condenación. El grupo va disminuyendo.
Cristo continúa escribiendo: orgulloso, egoísta, falso, hipócrita, mentiroso, cruel, asesino, borracho, sin amor...
Entonces, Cristo se levanta y dice: “Aquel que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. El silencio es quebrado por el ruido sordo de las piedras que caen al suelo. Frente a esta propuesta, uno a uno, se van retirando, mudos y cabizbajos. Avergonzados tratan de esconderse rápidamente entre la multitud.
La mujer se encuentra a los pies de Jesús. El silencio es quebrado apenas por el susurro de sus entrecortados sollozos. Gruesas lágrimas corren por su rostro. Su arrepentimiento es sincero y profundo. Desea con toda su alma tener una nueva oportunidad.
Jesús mira a la contrita pecadora y le pregunta: “¿Ninguno te condenó?” La mujer ni se atreve a levantar la cabeza, apenas responde: “Ninguno, Señor”. Cristo ve en el fondo de su alma angustiada un deseo de transformación de vida, un profundo y sincero arrepentimiento. Entonces, le dice: “Vete y no peques más”.
¡Oh! ¡Maravilloso amor!
¡Amor que perdona!
¡Amor que redime!
¡Amor que transforma!
Amor que se compadece de una miserable, vil, indigna, sórdida y torpe pecadora. Cristo no aprueba el pecado, pero perdona y da nueva oportunidad: “Vete y no peques más”.
Después de largo silencio, sus ojos tristes se elevan y contemplan a su Redentor. Ella ve en Jesús al rostro de Dios. Ella siente en Él aquel amor que es más alto que el cielo y más fulgurante que el lucir de las estrellas.
Esas palabras sonaron cual música celestial a los oídos de aquella amargada alma. Ella se sintió en aquella hora el rayar de una brillante aurora. Sintió en aquel momento el caer suave de una lluvia en tierra sedienta. Brotó en su corazón la esperanza de una nueva vida.
“Esto fue para ella el principio de una nueva vida, una vida de pureza y paz, consagrada al servicio de Dios. Al levantar a esta alma caída, Jesús hizo un milagro mayor que al sanar la más grave enfermedad física. Curó la enfermedad espiritual que es para muerte eterna. Esa mujer penitente llegó a ser uno de sus discípulos más fervientes” (El Deseado de todas las gentes, 426).
Ese es el insondable amor que Jesús tiene por tiene por ti y por mí pecador. Él desea perdonarnos, redimirnos y transformarnos. No importa nuestra condición. Si nos entregamos a Él, nuestra vida será otra.
En el cielo podremos encontrarnos con esa pecadora y ella nos contará toda su historia.
No es declarado el nombre de esta pecadora arrepentida. Algunos encuentran que sea la misma María Magdalena. Lo importante es saber que el poder de Jesús es tan maravilloso que transformó a María Magdalena, que era una gran pecadora y la libertó de siete demonios, volviéndola en una de sus más fieles seguidoras. (San Lucas 8:1, 2).
Su gratitud por Jesús fue tan inmensa, que aprovechó la oportunidad de un banquete que Simón ofreció a Jesús en la ciudad de Betania. Él era un hombre rico, pero leproso. Jesús tuvo compasión de él y lo curó. En demostración de gratitud, le ofreció un banquete a Jesús.
“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del Fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás d Él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume” (San Lucas 7:36-38).
Esa mujer dio a Jesús todo lo que tenía de más precioso. Ungió sus pies y su cabeza con el perfume más caro de aquella época, perfume que sólo los ricos y nobles conseguían usar. Con seguridad ella necesitó hacer economía durante mucho tiempo para conseguir comprar aquel carísimo ungüento.
La gratitud de esta mujer hacia Jesús por haberla perdonado, libertado del maligno y restaurado su vida a la dignidad, era tan inmensa que ella se postró a sus pies, derramando lágrimas de gratitud tan abundantes que lavó sus pies, después los enjugó con sus largos cabellos.
Las lágrimas fueron el extravasar de su alma agradecida y reconocida por todo lo que Jesús hizo por ella.
En una escuela rural, había un profesor muy querido por sus alumnos. Él era bondadoso, paciente y cautivaba el amor de todos los niños. En el día de sus cumpleaños, los alumnos combinaron en hacerle una fiesta y darle un regalo. Cada uno contribuyó con dinero para comprar un lindo regalo.
En el día de la fiesta, todos estaban bien arreglados y alegres. Sin embargo, el profesor notó que en el fondo de la clase una niña lloraba. El profesor trató de consolarla y le preguntó, ¿por qué lloraba?
Entre sollozos ella respondió: “Es que no tuve ningún centavo para ayudar en la compra de su regalo”. Mientras el profesor la consolaba, le cayó en su mano una gota de lágrima. Conmovido el profesor le dijo: “Esta lágrima es el mayor regalo que me podrías dar, porque ella partió del sentimiento de gratitud escondido en el fondo de tu corazón”.
La mayor dádiva que podemos dar a Cristo es nuestro corazón, nuestro afecto, nuestro amor.
Cierto joven, deseoso de ser salvo, soñó con la Santa Ciudad. Vio una multitud de salvos que entraban por los portones de la ciudad. Al frente venía un grupo de profetas, que entró triunfante. Pensó, no puedo entrar, pues no soy profeta.
Atrás, venía un grupo de apóstoles, sin embargo, pensó que tampoco no podía entrar, pues no era apóstol. Vio entonces una caravana de mártires entrando; una vez más pensó: no puedo entrar pues nunca fui mártir. Desfilaba, entonces, un grupo de predicadores y nuevamente pensó, no puedo entrar, pues nunca prediqué un sermón.
Ya estaba desanimado, cuando vio una multitud incontable, que venía de todos los cantos de la tierra. Preguntó al ángel: “¿Quiénes son estos? El ángel respondió: “Estos son pecadores arrepentidos, comprados con la sangre de Jesús”.
Al frente, abriendo espacio, estaba María Magdalena, la pecadora arrepentida y salva por el amor de Jesús. Con gran alegría, el joven se alistó a este grupo diciendo: “Yo también soy pecador arrepentido, entonces puedo entrar”.
Amigo, venga hacer parte del grupo de los pecadores arrepentidos, que quieren morar en la Santa Ciudad. Aproveche esta oportunidad, por el poder que Dios le concede. Déjese guiar por el Espíritu Santo, coopere con Él. ¡No resista a su poder!.
En la próxima disertación hablaremos sobre el “Privilegio de hablar con Dios, vía DDD”, será un tema maravilloso.
Venga con sus familiares.
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Sermón 6
EL DIA DEL SEÑOR
En la creación de este mundo, nos deparamos con la Trinidad divina, creando este magnífico planeta. En esta ocasión se destaca la figura de Jesús como Creador.
“En el principio era el Verbo, y el verbo era con Dios, y el Verbo era Dios... Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (San Juan 1:1-3).
Cristo era el Verbo divino, la poderosa Palabra operante y creadora. Ese mismo Verbo creador, dice San Juan: “... fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (San Juan 1:14).
Concluimos entonces, que Jesús fue el Creador de este mundo, tornándose también su Redentor y Salvador.
Jesús, al crear este mundo, usó de su poderosa palabra, ordenando que cada cosa aconteciese, de acuerdo con su sabio plan. En un orden lógico y secuencial, cada día creó determinado sector, estableciendo base para la creación del próximo día.
Al final del sexto día toda su obra creativa estaba completa. La tierra era tan encantadora y bella, que Jesús declaró: “Y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31).
Como marco memorial de su majestuosa obra, debería Jesús establecer un monumento, para que el ser humano, en las sucesivas generaciones, recordase de Él como el Creador de todas las cosas.
ORIGEN DEL SÁBADO
1. Con certeza que quisiera saber de dónde vino nuestra semana. El relato de Génesis, capítulo uno, dice que Dios creó todas las cosas de este mundo, en el período de seis días. Y, en el séptimo día descansó, completando así la semana. Desde el comienzo del mundo, la semana fue compuesta de seis días de actividades o trabajos y un día de descanso. Aunque la semana de nuestros días esté bien diferente. Pensemos en la semana original, creada por Dios; después de seis días de trabajo, Dios separó el séptimo, como el Sábado del Señor y colocó en él una distinción especial.
2. Le colocó una triple distinción para que fuese un memorial: “Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación” (Génesis 2:3).
Génesis 2:3 revela que el propio Jesús colocó en el Sábado, el séptimo día, tres grandes distinciones: 1- Él descansó; 2- Él santificó; 3- Él lo bendijo.
Descansó para conmemorar la creación y dar ejemplo al hombre que todo séptimo día debería ser de descanso y adoración al Creador.
Santificó, lo volvió santo, separado entre los demás días de la semana, para ser dedicado exclusivamente a Dios.
Lo bendijo, tornándolo bendito y feliz. Así el sábado debe ser para nosotros un día alegre, feliz, agradable y lleno de amor.
Imaginemos la felicidad de Adán y Eva en aquel primer sábado. Toda la naturaleza a su alrededor era encantadora. Dondequiera que reposasen sus ojos, veían sólo belleza. Sus oídos estaban encantados con el trinar de los pájaros: Peces de diferentes colores se divertían en las aguas cristalinas. ¡Ellos estaban deslumbrados! En aquel Sábado:
¡Todo era encanto! ¡Todo era belleza! ¡Todo era armonía!
¡Pero, el encanto mayor, fue contemplar a Jesús!
Oír su dulce y melodiosa voz.
Sentir su presencia de amor.
El plan de Dios era tornar al sábado en día de feliz comunión, de encuentro con Él. Lamentablemente el pecado deshizo esa feliz comunión y llevó al hombre a olvidarse del sábado.
EL SÁBADO EN EL CORAZÓN DE LA LEY DE DIOS
Como el hombre se olvidó del día de Sábado como el día santificado, en el monte Sinaí, Dios promulgó los Diez Mandamientos, colocó la observancia del Sábado en el cuarto mandamiento con la palabra: “ACUÉRDATE DEL DÍA SÁBADO, para santificarlo...”(Éxodo 20:8).
La palabra “Sábado”en el original hebraico, significa “descanso”o “reposo”cesación de trabajos. ¡La propia obra de Jesús en favor de la humanidad!
El profeta Ezequiel dice que la observancia del Sábado es una señal distintiva entre Dios y sus hijos: “Y les di también mis días de reposo (sábado), para que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico” (Ezequiel 20:12). Por medio de la santificación del Sábado, Dios nos santifica y nos señala como su pueblo santo, separado para Él.
Además de ser una señal santificadora, la observancia del Sábado contiene una bendición muy especial Dice el profeta Isaías: “Respeta el día de reposo (Sábado); no te dediques a tus negocios en mi día santo. Considera este día como día de alegría, como día santo del Señor y digno de honor; hónralo no dedicándote a tus asuntos, ni buscando tus intereses y haciendo negocios. Si haces esto, encontrarás tu alegría en mí, y yo te llevaré en triunfo sobre las alturas del país y te haré gozar de la herencia de tu padre Jacob. El Señor mismo lo ha dicho”(Isaías 58:13, 14 DHH).
Estoy seguro que usted quiere participar de esta bendición.
EL SÁBADO EN EL NUEVO TESTAMENTO
¿Fue la observancia del Sábado exigida apenas en el Antiguo Testamento y con la venida de Jesús fue todo cambiado? ¿Fue eso real? Tratemos de examinar esa verdad, despojados de preconceptos. La Biblia es una sola, la misma palabra de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento y sus verdades son permanentes y eternas.
Jesús fue el Creador de este mundo, por lo tanto fue Él mismo quien instituyó la observancia del Sábado para toda la humanidad y dio ejemplo de cómo debería ser guardado, desde la creación.
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir” (San Mateo 5:17). Afirma Cristo que la ley de los Diez Mandamientos permanecerá en vigor mientras hubiera el cielo y la tierra. (San Mateo 5:18).
Si la ley pudiese ser abolida, Jesús no hubiera necesitado morir en la cruz, pues sin ley no hay pecado. (Romanos 4:15).
El Sábado era el día en que Cristo iba a la iglesia, que en aquel tiempo se llamaba sinagoga. “Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer” (San Lucas 4:16). Vea que era “según su costumbre”. Esto muestra que su hábito desde la infancia era ir todos los sábados a la iglesia.
¿Jesús transgredía el Sábado por causa de las curaciones que realizaba? ¿Por qué los fariseos acusaban a Jesús de quebrantar la observancia del Sábado?
Poco a poco, a lo largo de varios años, los fariseos tergiversaron el verdadero significado del Sábado que fue creado y dado por Jesús al hombre en la creación. Ellos perdieron el amor al prójimo y ellos mismos crearon un yugo, un fardo de absurdos preceptos con relación al Sábado, desvirtuando la finalidad para el cual fuera creado.
Jesús, al crear el mundo dio, su ejemplo de cómo guardar el Sábado, con amor y alegría. Al venir al mundo, como el “Hijo del hombre”, nuevamente dio el mismo ejemplo de cómo guardar el sábado – Él no solamente enseñó, sino que lo santificó, con su ejemplo de obediencia a la sabia Ley de Dios.
Cristo mostró la verdadera forma de guardar el Sábado, dentro de la ley citada por los propios fariseos, practicando el bien, curando y aliviando el sufrimiento. Cristo resume: “Es lícito hacer el bien en los días de reposo” (San Mateo 12:12).
Los fieles seguidores guardaron el Sábado en ocasión de la muerte de Jesús. “Era día de preparación, y estaba para comenzar el día de reposo. Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento” (San Lucas 23:54-56).
Entonces concluimos que, el Sábado fue fielmente guardado por Jesús y sus fieles seguidores.
¿Después de la resurrección el Sábado fue sustituido por el domingo? Se puede leer la Biblia de Génesis al Apocalipsis y no se encontrará ni siquiera una línea que diga que el Sábado fue sustituido por el domingo. Jesús no citó una sola vez tal cambio, nunca la autorizó y jamás dejó ningún ejemplo, para que alguien haga esto. Ninguno de los apóstoles citó tal cambio. Este cambio no es bíblico.
La costumbre de Pablo era semejante a la de Jesús; ir los sábados a la iglesia. Pablo llegó a la ciudad de Filipos, y como allí no había sinagoga, en el día Sábado, buscó un lugar calmo a orillas de un río para comulgar con Dios (Hechos 16:13).
En la ciudad de Corinto, Pablo permaneció un año y seis meses. Durante la semana él hacía tiendas, y los sábados predicaba. Por lo tanto, fueron 78 sábados predicando la Palabra de Dios. “Y discutía en la sinagoga todos los días de reposo, y persuadía a judíos y a griegos” (Hechos 18:4).
La observancia vino del Edén, y permanecerá hasta el Edén restaurado. El profeta Isaías hablando sobre la Nueva Tierra, dice que el Sábado también será mantenido santo por toda la eternidad. “Y de mes en mes, y de día de reposo (Sábado) en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová”(Isaías 66:23).
El Sábado se originó como un monumento establecido por Cristo al completar la magnífica creación de este mundo. Allí Él concedió una triple distinción al Sábado: Lo bendigo, lo santificó y nos dio ejemplo, reposando.
En el monte Sinaí el Sábado fue confirmado una vez más a través del cuarto mandamiento: “Acuérdate del día Sábado para santificarlo...” (Éxodo 20:8).
Jesús afirmó: “No he venido para abrogar la ley, sino para cumplir” (San Mateo 5:17), y nos dejó ejemplo de cómo honrar a Dios por medio de la obediencia a su santa y sabia voluntad.
Cuando Dios restaure este mundo, los hijos de Dios continuarán observando el Sábado por toda la eternidad.
A nuestros oídos permanece el recuerdo divino: “Acuérdate del día Sábado para santificarlo”
En la próxima disertación hablaremos sobre: “El día equivocado”. ¿Por qué el mundo cristiano de hoy guarda el domingo? ¿Desde cuándo surgió esta práctica? Es importante conocer.
Contamos con su presencia y la de sus familiares.
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Sermón 7
¿CUÁL ES LA VERDADERA IGLESIA DE DIOS?
Vivimos en un mundo en el que hay una verdadera babel religiosa. Dicen las estadísticas que hay cerca de 12.000 religiones y sectas diferentes en la faz de la tierra. Sólo en los Estados Unidos hay más de 1.800 denominaciones y credos diferentes. En Brasil no sabemos exactamente cuántas, pero dicen los periodistas, que aquí se crea una secta por día.
Hay religiones para todos los gustos, para todos los sabores. Hay religiones para fanáticos, así como para tradicionales. Hay religiones para los emotivos, para los sentimentalistas. Hay religiones para los modernos, para los mundanos, para los liberales.
Algunas iglesias hacen del milagro, del exorcismo, del don de lenguas, su punto fuerte. Otras son pacatas y reverentes. Algunas, predican la teología de la prosperidad, como si el reino de Dios fuese terrenal.
Frente a tanta confusión religiosa, se preguntará: Al final, ¿cuál es la verdadera iglesia de Dios en la tierra?
El Señor Jesús nos ayuda a responder esta pregunta y él mismo dice:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (San Mateo 7:21-23).
Analicemos esta advertencia de Cristo:
1. No basta predicar en nombre e Jesús, decir que es cristiano, que es de Dios, que es verdadero.
2. No basta exigir milagros, curaciones, dones sobrenaturales, lenguas extrañas y otras maravillas.
3. No es evidencia de verdad expulsar demonios.
Satanás puede transformarse en ángel de luz y puede camuflar la verdad con la mentira. Entonces, mi querido amigo, no crea sólo por esos factores exteriores de la religión. ¡Milagros, curaciones y otras maravillas no son evidencia de verdad!
La certeza de la verdad, Cristo dice que está: “En aquel que hace la voluntad de mi Padre, que está en los cielos”
Para Dios no hay media verdad, su verdad es integral, no acepta la observancia parcial de sus enseñanzas.
Jesús nos advirtió contra los falsos profesores, Él nos dijo: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” (San Mateo 7:15).
Falso es aquel que imita lo verdadero, parece verdadero, pero no es. En el sentido religioso, esto es muy grave, pues trae consecuencias eternas. Usted puede estar siguiendo un camino que en lugar de llevarlo al cielo, lo conduce a la perdición. Ahora es el tiempo de verificar, analizar, si estamos en el verdadero camino.
Se preguntará: ¿Cómo puedo tener certeza de cuál es la verdadera iglesia, y cuál es la falsa?
A veces la diferencia entre lo verdadero y lo falso es difícil de distinguir por apariencias externas. La única forma de eliminar dudas, es examinar el producto en un laboratorio.
Si fuera colocado delante de usted, dos vasos de leche, uno puro y otro falsificado, sería difícil por la apariencia exterior decir cual es el verdadero. Los dos son blancos, los dos tienen el olor de leche y gusto de leche. Para tener certeza de cuál es el verdadero, mandamos analizar en un laboratorio especializado.
Entonces vendrá el resultado: lote A, pureza 100%, leche pura; lote B, pureza 95% con 5% de agua – leche falsificada.
¿Qué tal si hiciéramos esto con las religiones? ¡Pocas pasarían la prueba!
Tenemos que experimentar las doctrinas de las iglesias por el único laboratorio confiable, seguro y verdadero, que es la Sagrada Biblia.
Si la doctrina de una iglesia coincide 100% con la enseñanza de la Biblia, ella es verdadera. Sin embargo, si la doctrina de cualquier iglesia fuera apenas 90% ó 95% coincidente con la Biblia, tal iglesia es falsa. Vea que no hay media verdad, ni media pureza.
Pasemos a hacer una prueba doctrinaria de la verdadera iglesia de Dios. Seleccionamos diez enseñanzas bíblicas que la iglesia verdadera debe poseer:
1. Creer que la salvación es un don de Dios alcanzando únicamente por la fe, en la gracia redentora de Cristo, y que nuestras obras por más meritorias que sean, no tienen ningún poder de salvación. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8,9).
2. La iglesia verdadera acepta y guarda los Mandamientos de Dios. “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”(Isaías 8:20). “Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, él tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 San Juan 2:3, 4). “Cercano estás tú, oh Jehová, y todos tus mandamientos son verdad” (Salmos 119:151).
3. La mayoría de las iglesias creen y enseñan que el hombre es inmortal, que los justos van al cielo cuando mueren y que los impíos van al infierno. De la misma forma, las iglesias equivocadas no enseñan a mantener comunión con Dios en especial los sábados. Tales iglesias están engañadas.
4. El verdadero bautismo es solamente por inmersión, representando el símbolo de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo.
Pablo dice: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultaos juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6:3, 4).
5. La iglesia verdadera tiene como misión predicar el Evangelio al mundo, de forma especial, anunciar los tres mensajes angélicos de Apocalipsis 14:6-12: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”(Apocalipsis 14:6,7).
6. Este mensaje llama la atención a la adoración del Creador, que hizo el mundo en seis días y descansó en el séptimo, por tanto será predicado por la iglesia que santifica el día Sábado y mantiene todas las doctrinas verdaderas en su pureza bíblica.
7. La iglesia verdadera es representada en Apocalipsis capítulo 12, como una mujer pura, vestida de la luz del sol, en contraste con Babilonia, la mujer prostituta, que representa la apostasía y la corrupción de la verdad. Vea la descripción de la verdadera iglesia: “Apareció en el cielo una gran señal, una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas” (Apocalipsis 12:1). Esta iglesia representa la pureza de la doctrina cristiana, sin ninguna contaminación de enseñanzas humanas. Ella está revestida del sol de la justicia que es Cristo.
8. Posee el Espíritu de Profecía o el don profético y es conocida por este aspecto. “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer (la iglesia verdadera); y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”(Apocalipsis 12:17). “... porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía” (Apocalipsis 19:10 up.).
En la próxima disertación explicaremos detalladamente lo que es el Espíritu de Profecía. En este pasaje encontramos dos características de la iglesia verdadera. Estas son las dos características: guarda los mandamientos de Dios y tiene el espíritu de profecía, son las principales marcas, las principales señales de distinción, que hacen la diferencia y con las cuales Dios la identificó entre todas las demás iglesias – apenas una iglesia es conocida por estas dos características juntas.
9. La última iglesia remanente de Dios, surgió en el tiempo profético determinado por Dios, para la purificación del santuario celestial, que es la obra del juicio investigador antes del advenimiento, de acuerdo con Daniel 8:14. Este asunto con sus detalles podremos estudiar en una futura disertación. Es profundo y merece una investigación detallada.
10. La iglesia verdadera practica el rito del lavamiento de pies, ejemplificada y ordenada por Cristo en la ceremonia de la Santa Cena. “Se levantó de la cena, y se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido... Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (San Juan 13:4, 5 y 14).
En esta noche fue expuesta la verdad bíblica, revelando las características de la verdadera iglesia de Dios en el mundo de hoy. Tome la decisión de escoger el camino verdadero para alcanzar el reino del cielo. ¡Si toma un camino errado al cielo, usted nunca llegará y perderá su propia salvación!
Necesitamos tener la plena certeza que estamos en el camino cierto.
Alguien contó una alegoría, que para engañar el diablo formó un cuarteto que canta muy bonito a los oídos de los seres humanos. Con voces bien afinadas, ellos cantan cuatro grandes mentiras:
a. 1° tenor – canta: “No hay peligro”
b. 2° tenor – canta: “Todas las religiones son buenas”
c. Barítono – canta: “La ley fue abolida”
d. Bajo – canta: “Basta tener una religión cualquiera”
La mayoría de las personas gusta de oír este cuarteto de las mentiras diabólicas. El camino al cielo, dice Jesús que es estrecho y apretado, es de subida, pero es el único camino que conduce a la gloria. Usted es nuestro especial invitado para andar juntos en este camino hasta que Jesús venga a buscarnos.
En la próxima disertación hablaremos sobre: “El don de profecía de hoy”.
Contamos con su presencia.
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Sermón 8
UNA VIDA NUEVA
En el museo Británico hay un vaso de rarísima belleza.
Cierto día un hombre, por descuido dejó caer el vaso al suelo, quebrándolo. El lindo vaso, ahora quebrado, sólo despertaba tristeza.
Sin embargo, un día, apareció un artista, que se interesó por el vaso y con gran pericia, paciencia y perseverancia consiguió unir las partes del vaso, reconstituyéndolo.
Con habilidad, experiencia y mucha paciencia, terminó la obra con tanta perfección, que sólo un examen muy cuidadoso, podía verificar que el vaso una vez fue quebrado. Una vez más el vaso se volvió objeto de arte, belleza y admiración – especialmente porque fue quebrado y restaurado con tanta perfección.
Nosotros somos el vaso quebrado. Jesús es el artista que con paciencia, amor y sacrificio de su preciosa sangre, nos reconstituyó, redimió y salvó.
Esa salvación es tan completa, que fuimos hechos nuevos seres, nuevas criaturas. Él nos recreó y nos dio una nueva vida. Usted dirá: Eso es un milagro. ¡Sí, maravilloso milagro, el mayor de entre todos los milagros!
En los días de Jesús, cierta noche, fue procurado por un hombre de gran influencia en su nación, era un tipo de senador. Este hombre también era un maestro en religión, con todo no estaba satisfecho con la religión formal e hipócrita de su nación. Vino a buscar a Jesús para saber lo que debería hacer para alcanzar la salvación.
Jesús mirando en sus ojos, vio en él sinceridad y entonces le dijo; “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (San Juan 3:3).
Nicodemo quedó sorprendido, ¿cómo puede un hombre viejo nacer otra vez? ¿Cómo puedo yo, que soy practicante de una buena religión? ¿Cómo puedo yo que hago todo bien, soy sincero, necesito cambiar mi conducta?
Jesús prosigue su instrucción: “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. En otras palabras, usted nació de la carne, pero necesita nacer espiritualmente para el reino del cielo. Usted necesita nacer para servir a Dios. Tener una nueva vida con Dios.
NACIENDO EN EL REINO DE DIOS
Pedro predicó un memorable sermón en el día de Pentecostés. Cerca de 3.000 personas se entregaron a Jesús, con el fin de vivir una nueva vida.
Antes, sin embargo, preguntaron a los apóstoles: ¿Qué haremos? La respuesta vino pronta:
“Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2:38).
Vea que hay dos condiciones imprescindibles para la salvación: Arrepentimiento y ser bautizado. Arrepentirse es abandonar la vida antigua de pecados y errores, pidiendo perdón a Dios y deseando cambiar de vida.
Y, ser bautizado, ¿qué significa? El apóstol San Pablo nos dice claramente lo que significa: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:3-5).
TRES SIGNIFICADOS DEL BAUTISMO
El bautismo simboliza la muerte de Cristo, esto es, la muerte para el pecado. Después de haber muerto, es necesario ser sepultado. Ese entierro es simbolizado por la inmersión en el agua.
La propia palabra bautismo, en el original griego, significa: inmersión, sumergir. Cualquier bautismo que no sea por inmersión no representa el bautismo bíblico.
En la ciudad de Pisa, en Italia, existe una famosa catedral, que tiene una torre inclinada. En esta iglesia, hay un gran bautisterio que fue construido en la edad media. En aquel tiempo todavía se practicaba el bautismo por inmersión en la Iglesia Católica. Ese tanque bautismal, tiene cerca de 1,5 a 2 metros de profundidad, por 10 metros de largo.
Juan Calvino, un sacerdote católico, que se tornó reformador protestante, afirma: “La propia palabra bautismo, que significa inmersión, es la forma correcta de bautismo como era practicado en la antigua iglesia”.
El bautismo simboliza la resurrección a una nueva vida, tornándonos hijos de Dios. “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”(2 Corintios 5:17).
El bautismo es la oportunidad que Dios da al hombre para ser transformado, renovado y nacer como ciudadano en su reino.
El vaso quebrado necesita ser reconstituido. Jesús toma los pedazos, los fragmentos despedazados de nuestra vida de pecado, vicios, malas costumbres, y que por su gracia y a través del Espíritu Santo, renueva todo el ser, restaura nuestra alma destrozada, poniendo dentro de nosotros la alegría y el gozo de la salvación.
Él valoriza nuestra vida, restaura nuestra dignidad, y dice: “Ahora eres hijo de Dios, dueño de una herencia eterna, candidato a sentarte en el trono celestial al lado de Cristo”.
Jesús pide que usted en este momento entregue su vida, su corazón a Él, diciendo: “Señor estoy cansado de vivir en el pecado, de las decepciones del mundo, del sufrimiento de esta vida, yo quiero entregarte mi corazón, para que tú lo transformes, para que sienta el gozo y la alegría de ser tuyo eternamente.
... Señor, quiero ser transformado por tu gracia, deseo ser bautizado, para lavar mis pecados y para resucitar a una nueva vida en tu reino, acéptame por tu amor, te ruego en el nombre del Señor Jesús. ¡Amén!
Yo te seguiré, ¡oh Cristo!, dondequiera que estés;
Donde tú me guíes sigo, sí, Señor, te seguiré.
Yo te seguiré, ¡oh Cristo!
Tú moriste para mí.
Aunque todos te negaren, yo,
Señor, te seguiré.
¡Feliz el día en que escogí servirte, mi Señor y Dios!
Precioso es que mi gozo en ti lo muestre hoy con obra y voz.
¡Soy feliz! ¡Soy feliz!
Y en su favor me gozaré.
En libertad y luz me vi cuando triunfó en mí la fe,
y el raudal carmesí, salud de mi alma enferma fue.
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FUENTE:
* APCSur
Dios los bendiga!!!
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FUENTE:
* APCSur
Dios los bendiga!!!
Gracias por los sermones, son de mucha ayuda.
ResponderBorrarGracias por los sermones, son de mucha ayuda.
ResponderBorrargracias son buenos
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