Lección 7:
El banquete de Ester
Textos clave y referencias:
Ester 5-7;Versículo para Memorizar:
Profetas y reyes, cap. 49.
“Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas”. (Proverbios 3:6).Mensaje:
Con la ayuda de Dios tengo el valor de hacer lo que es correcto.
¡Has estado en alguna cena en donde todos estaban vestidos con su mejor ropa? Ester planificó una cena muy especial para el Rey y Amán.
Después de tres días y tres noches de no comer ni beber, Ester se puso sus vestiduras más hermosas. Entonces fue a ver al rey. Se acercó hasta la puerta de la sala del trono y se paró allí silenciosamente. Cuando el rey Asuero la vio, le sonrió y extendió hacia ella su cetro. Ester avanzó hacia el rey y tocó el cetro que le extendía.
—¿Qué puedo hacer por ti, reina mía? —le dijo sonriendo—. Pide y te daré hasta la mitad de mi reino.
—He preparado un banquete para ti y para Amán. ¿Quieres venir, por favor? —le contestó Ester.
—¡Por supuesto! —dijo el rey—. Iremos los dos.
Más tarde, cuando el rey y Amán estaban en el banquete, el rey le preguntó a Ester:
—¿Qué puedo hacer por ti, reina Ester?Recuerda, te daré hasta la mitad de mi reino.
—Ven mañana con Amán a otro banquete —contestó Ester—. Entonces voy a contestar tu pregunta.
Amán se fue a su casa sumamente feliz. ¡A nadie más que a él habían invitado a comer con el rey y la reina! Entonces vio a Mardoqueo sentado a la puerta del palacio. Mardoqueo no se inclinó ante él. Ni siquiera se puso de pie al ver a Amán. Amán estaba muy enojado, pero no dijo nada.
Cuando Amán llegó a su casa, comenzó a jactarse frente a su familia y amigos, diciendo:
—Tengo diez hijos. Tengo dinero y poder. El rey me aprecia mucho y me ha dado un puesto muy bueno. Soy la persona más importante después del rey. Soy la única persona a la que la reina Ester invitó a su banquete con el rey. Y me invitó otra vez para mañana.
Entonces se quejó acerca de Mardoqueo.
—Todo sería perfecto, excepto por Mardoqueo —dijo Amán—. Siempre está sentado a la puerta del palacio del rey y se niega a darme honra.
—¿Por qué no lo mandas a colgar de la horca? —le sugirió alguien.
A Amán le gustó esa idea, así que le pidió a sus siervos que construyeran una plataforma para ahorcar a Mardoqueo.
Esa noche, el rey no podía quedarse dormido. Le pidió entonces a uno de sus siervos que le trajera la crónica o libro de registro de lo que pasaba cada día en el palacio. Leyó entonces acerca de dos guardias del palacio que habían planeado matarlo. Leyó también acerca de lo que hizo Mardoqueo para informar acerca de esos planes.
—¡Mardoqueo me salvó la vida! —exclamó el Rey. Entonces le preguntó a su siervo—: ¿Ya recompensamos a Mardoqueo por ello?
—No —contestó el siervo—. Nunca le dimos una recompensa.
A la mañana siguiente, Amán se presentó delante del rey. Venía a pedirle permiso para ahorcar a Mardoqueo. Pero antes de que pudiera decir nada, el rey le preguntó:
—¿Qué se debe hacer para honrar a un hombre que ha hecho algo muy bueno?
Amán pensó que el rey se estaba refiriendo a él, así que respondió:
—Dele el rey a ese hombre un manto real y ponga una corona en su cabeza. Deje el rey que este hombre vaya por las calles montado en un caballo real y que los siervos del rey vayan anunciando delante de él: “Esto es lo que hace el rey con el hombre a quien quiere honrar”.
—Me gusta esa idea, Amán —dijo sonriente el rey—. Haz inmediatamente todo eso que has dicho con Mardoqueo a quien quiero honrar. No dejes de hacer ninguna de las cosas que has dicho.
Amán tuvo que hacer lo que le pidió el Rey, pero estaba tan avergonzado que se cubrió la cara durante todo el camino de regreso a su casa. Cuando llegó a su casa le contó a sus amigos y familiares lo que le había pasado.
—Estás perdiendo tu poder delante de Mardoqueo —le dijeron ellos—. No puedes ganar. Te vas a ir a la ruina.
Pero antes de que Amán tuviera tiempo para contestar, llegaron los siervos del rey y le pidieron que se apresurara a ir al segundo banquete que había preparado la reina Ester. ¿Qué iba a pasar? ¿Qué iba a decir la reina Ester? Dios iba a estar con ella. Y Dios estará también contigo. Dios desea ser tu mejor amigo.
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