Lección 13:
PARTE DEL PLAN DE DIOS
Textos clave y referencias:
Lucas 1: 67-69;
El Deseado de todas las gentes, cap.10;
Creencias fundamentales 9, 22, 18.
Versículo para Memorizar:
“Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz”
(Lucas 1: 78, 79).
Mensaje:
Dios está personalmente interesado en mi salvación.
Lucas 1: 67-69;
El Deseado de todas las gentes, cap.10;
Creencias fundamentales 9, 22, 18.
Versículo para Memorizar:
“Porque nuestro Dios, en su gran misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para dar luz a los que viven en la más profunda oscuridad, y dirigir nuestros pasos por el camino de la paz”
(Lucas 1: 78, 79).
Mensaje:
Dios está personalmente interesado en mi salvación.
¿Has buscado algo alguna vez con tanta ansiedad que pensabas estar a punto de estallar? ¿Cómo te sentiste cuando por fin encontraste lo que buscabas? ¿Era tan grande el alivio que sentiste deseos de cantar? Imagina a Zacarías y Elisabet?
Se acerca el momento -pensaba Elisabet-. Sé que no falta mucho para que nazca este niño. La próxima semana se cumplirán los nueve meses desde que Zacarías sirvió en el templo y el ángel le dijo que yo tendría un hijo. Nueve meses desde que Zacarías dudó de lo que el ángel dijo y cuestionó al mensajero de Dios. Nueve meses desde que Zacarías no habla ni una palabra».
Elisabet suspiró. Ya estaban cansados de su lenguaje de mímica e intentos piadosos para leer los labios. La mayoría del tiempo no podía entender lo que Zacarías trataba de decir. Él también se sentía frustrado. La forma más fácil de comunicarse era escribiendo mensajes, pero era muy lento. «Pronto terminará todo esto -pensaba Elisabet-. El ángel dijo que no hablaría hasta que el niño naciera. Estoy segura de que será en cualquier momento, uno de estos días».
Así sucedió. Justamente como el ángel dijo, Elisabet dio a luz un hijo varón. Su alumbramiento fue fácil; el niño era fuerte y saludable; los vecinos se enteraron y vinieron a felicitarlos y a compartir su alegría. Zacarías estaba mudo todavía.
Pasaron uno, dos, tres días y Zacarías todavía no podía hablar. Seis, siete y ocho, el día de la circuncisión del niño, según las leyes judías. Ese día debían ponerle nombre.
Nuevamente se reunieron los amigos y vecinos. Aquella era una feliz y alegre ocasión. Los vecinos se reunieron y conversaron, mayormente sobre el niño y su padre.
Alguien preguntó:
-¿Cómo lo van a llamar?
-Yo creo que se llamará Zacarías como su padre -contestó otro.
-Quizá le pondrán el nombre de su abuelo -comentó alguien-. Siempre se le pone al niño el nombre de alguien de la familia.
-Elisabet, ¿qué nombre le pondrás al niño? ¿Se llamará Zacarías?
-No -dijo Elisabet con firmeza. No había señales de duda en su respuesta. Ella y Zacarías habían aprendido su lección por dudar acerca de lo que dicen los ángeles, y el ángel les había dicho cuál sería el nombre del niño.
-El niño se llamará Juan -dijo con seguridad.
Después de esta declaración hubo silencio. Todos los rostros reflejaban la misma pregunta.
Finalmente alguien habló:
-¿Juan? ¿Por qué Juan? No hay nadie en la familia que se llame Juan.
-¿Estás segura, Elisabet? ¿Estás segura de que no le vas a poner Zacarías como su padre?
-Zacarías es un nombre muy bonito. Elisabet no sabe lo que dice, que alguien le pregunte a Zacarías cómo quiere que se llame el niño.
Zacarías estaba sentado en silencio, sin advertir la conmoción que había a su alrededor. Alguien lo tocó en el hombro para llamar su atención. Comenzaron a usar la mímica y los ojos de Zacarías brillaron en señal de entendimiento. ¿Dónde está su tabla de escribir?
Los vecinos se reunieron alrededor y observaron mientras colocaban la tabla en sus manos. Zacarías tomó el instrumento de escritura y comenzó a formar las palabras. Su ... nombre ... es ... Juan.
iY de repente Zacarías pudo hablar! Después de nueve meses de silencio las palabras brotaban de su boca en un torrente de emoción.
-Bendito sea el Señor, Dios de Israel -exclamó Zacarías-. Porque ha venido a redimir a su pueblo. Nos envió un poderoso Salvador [ ... ] para mostrar misericordia a nuestros padres al acordarse de su santo pacto [ .. .]. Nos concedió que fuéramos libres del temor, al rescatarnos del poder de nuestros enemigos.
Los ojos de Zacarías brillaban. Su rostro estaba iluminado por la presencia del Espíritu Santo. Entonces tomó a Juan en sus brazos y lo miró con ternura. Obviamente tenía algo más que decir.
-Y tú, hijito mío, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para prepararle el camino. Darás a conocer a su pueblo la salvación mediante el perdón de sus pecados.
-Así nos visitará desde el cielo el sol naciente, para dar luz a los que viven en tinieblas, en la más terrible oscuridad, para guiar nuestros pasos por la senda de la paz.
Zacarías besó la frente del niño. Ya habían llegado a su fin los largos meses de silencio, las largas horas de meditación y reflexión. Pero ahora Zacarías estaba seguro de algo: Dios siempre se ha interesado en la salvación de su pueblo. Había preparado con amor un gran plan para que esto fuera posible. El nacimiento de este niño era parte de ese plan y su cumplimiento se acercaba. No había duda de eso.
Dios lo bendiga!!!
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