Lección 2: Enséñanos a orar | El Libro de Salmos | Escuela Sabática 1T 2024
Lección 2: Para el 13 de enero de 2024
ENSÉÑANOS A ORAR
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 105:5; Colosenses 3:16; Santiago 5:13; Salmos 44; 22; 13; 60:1-5.
PARA MEMORIZAR:
“Un día estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos’ ” (Luc. 11:1).
La creencia de que únicamente la oración espontánea es real (no la oración de
memoria) parece prevalecer entre algunos cristianos. Sin embargo, los
discípulos de Jesús se sintieron inmensamente recompensados cuando le pidieron
que les enseñara a orar. Dios colocó un devocionario, Salmos, en el corazón de
la Biblia, no solamente para mostrarnos cómo oraba el pueblo de Dios en la
antigüedad, sino también para enseñarnos cómo podemos orar hoy.
Desde la antigüedad, Salmos ha dado forma a las oraciones del pueblo de Dios, incluyendo las de Jesús (1 Crón. 16:7, 9; Neh. 12:8; Mat. 27:46; Efe. 5:19). Esta semana, analizaremos el papel que desempeñaron los salmos para ayudar al pueblo de Dios a transitar su vida de peregrinaje y a crecer en su relación con Dios. Debemos recordar que los salmos son oraciones y, como tales, tienen un valor incalculable, no solo por su información teológica, sino también por el modo en que pueden enriquecer y transformar nuestras oraciones individuales y colectivas.
Orar los salmos ha ayudado a muchos creyentes a establecer y afianzar una vida de oración habitual y satisfactoria.
Esta semana, seguiremos examinando Salmos, especialmente en el contexto de las ocasiones en que las cosas no nos van muy bien.
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- Notas de EGW - Sábado
- La oración diaria es algo esencial para el crecimiento en la gracia, aun para la vida espiritual misma, como lo es el alimento temporal para el bienestar físico. Debemos acostumbrarnos a elevar los pensamientos a menudo a Dios en oración. Si la mente vagabundea, debemos volverla de nuevo; por un esfuerzo perseverante, el hábito por fin se impone como algo fácil. No podemos, por un solo momento, separarnos de Cristo con seguridad. Podemos tener su presencia para asistirnos en cada uno de nuestros pasos, pero únicamente al observar las condiciones que él mismo ha establecido.
La religión debe convertirse en la gran ocupación de la vida. Cualquier otra cosa debe ser considerada como subordinada. Todas nuestras facultades, nuestra alma, cuerpo y espíritu, deben empeñarse en la guerra cristiana. Debemos mirar a Cristo para obtener fortaleza y gracia, y ganaremos la victoria tan seguramente como lo hizo Jesús por nosotros (La edificación del carácter, p. 92).
Cristo vino al mundo para salvarlo, para vincular al hombre caído con el Dios infinito. Los seguidores de Cristo han de ser canales de luz. Manteniendo su comunión con Dios, han de transmitir las preciosas bendiciones que reciben del cielo a los que yacen en las tinieblas y el error. Enoc no se dejó contaminar con las iniquidades que prevalecían en sus días; ¿y acaso necesitamos nosotros dejarnos contaminar en los nuestros? Siguiendo el ejemplo de nuestro Maestro, hemos de tener compasión por la humanidad que sufre, piedad por los desafortunados, y mostrarnos generosos y considerados con los sentimientos y necesidades de los menesterosos, y los que están turbados y desesperados.
Los que son cristianos de veras buscarán hacer el bien a los demás y al mismo tiempo pondrán de tal manera en orden su conversación y comportamiento que mantendrán una serena y bendecida actitud de paz mental. La Palabra de Dios requiere que seamos como nuestro Salvador, que reflejemos su imagen, imitemos su ejemplo, y vivamos su vida. El egoísmo y la mundanalidad no son frutos del árbol cristiano. Ningún hombre puede vivir para sí y a la vez disfrutar de la aprobación de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 106).
Las tentaciones a las que estamos expuestos diariamente hacen de la oración una necesidad. Para que el poder de Dios pueda guardarnos por la fe, los deseos de la mente deberían ascender continuamente en oración silenciosa pidiendo ayuda, luz, fuerza y sabiduría…
Debemos vivir una vida de doble aspecto. Debe ser una vida de meditación y acción, de oración silenciosa y de trabajo honesto… El alma que se vuelve a Dios en busca de fuerza, apoyo y poder mediante la oración diaria y sincera tendrá nobles aspiraciones, claras percepciones de la verdad y el deber, elevados propósitos de acción y un hambre y una sed de justicia continuas. Al mantener la unión con Dios seremos capaces de difundir a otros, mediante nuestras relaciones con ellos, la luz, la paz, y la serenidad que gobiernan nuestro corazón y seremos para ellos un ejemplo de fidelidad inquebrantable a los intereses de la obra en la que participamos (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 450, 451).
FOMENTAR EL USO DE LOS SALMOS EN LA ORACIÓN
Lee Salmo 105:5, Colosenses 3:16 y Santiago 5:13. ¿Cuál es el lugar de los salmos en la experiencia de adoración del creyente?
Una manera sencilla de introducir los salmos en la vida diaria es dedicar un tiempo cada día a la lectura de un salmo, comenzando por Salmo 1, y siguiendo el orden dado en el salterio. Otra manera es leer los salmos que corresponden a la situación actual, sea cual fuere: hay salmos de lamentación, salmos de lamento comunitario, salmos de acción de gracias, himnos, salmos penitenciales, salmos sapienciales (que buscan la sabiduría y la guía de Dios), salmos históricos, salmos que contienen enojo y furia, y salmos de peregrinación. Durante este trimestre, nos ocuparemos de muchos de ellos y estudiaremos estos salmos en el contexto en el que aparecen.
¿Cómo debemos leer los salmos?
En primer lugar, leemos el salmo haciendo una sencilla reflexión, y luego oramos. Meditar en el salmo implica reflexionar sobre sus diversos aspectos: el modo en que el salmista se dirige a Dios y los motivos de la oración. Piensa en cuánto se asemeja tu situación a la experiencia del salmista y cómo podría ayudarte el salmo a articular tu experiencia. Te sorprenderá la frecuencia con la que te sentirás identificado con lo que lees.
Si algo en el salmo te desafía, reflexiona; por ejemplo, si el salmo corrige tus falsas esperanzas actuales con respecto a algo a lo que te enfrentas. Contempla el mensaje del salmo a la luz de la persona de Cristo y su obra salvífica, y de la esperanza a largo plazo que la obra de Cristo nos ofrece. Como sabemos, o deberíamos saber, siempre ayuda mirar todo lo que hay en la Biblia bajo la perspectiva de Cristo y de la Cruz.
Además, detecta nuevos motivos de oración que te ofrece el salmo, y piensa en su importancia para ti, para tu iglesia y para el mundo. Pide a Dios que ponga su Palabra en tu corazón y en tu mente. Si el salmo corresponde a la situación de alguien que conoces, intercede en oración por esa persona. La cuestión es que los salmos abarcan muchos aspectos de la vida, y podemos enriquecernos al leer y asimilar en nuestro corazón lo que nos dicen.
■ ¿Qué significa “La palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes” (Col. 3:16)? ¿Por qué la lectura de la Biblia es el primer paso para esa experiencia, y el más crucial?
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- Notas de EGW - Domingo
- En la Palabra de Dios contemplamos el poder que estableció los fundamentos de la tierra y que extendió los cielos. Únicamente en ella podemos hallar una historia de nuestra raza que no esté contaminada por el prejuicio o el orgullo humanos. En ella se registran las luchas, las derrotas y las victorias de los mayores hombres que el mundo haya conocido jamás. En ella se desarrollan los grandes problemas del deber y del destino. Se levanta la cortina que separa el mundo visible del mundo invisible, y presenciamos el conflicto de las fuerzas encontradas del bien y del mal, desde la primera entrada del pecado hasta el triunfo final de la rectitud y de la verdad; y todo ello no es sino una revelación del carácter de Dios.
En la contemplación reverente de las verdades presentadas en su Palabra, la mente… entra en comunión con la Mente infinita. Un estudio tal no solo purifica y ennoblece el carácter, sino que inevitablemente amplía y fortalece las facultades mentales (Reflejemos a Jesús, p. 107).
Desde el tiempo en que los padres de Jesús le encontraron en el templo, su conducta fue un misterio para ellos. No quería entrar en controversia; y, sin embargo, su ejemplo era una lección constante. Parecía puesto aparte. Hallaba sus horas de felicidad cuando estaba a solas con la naturaleza y con Dios. Siempre que podía, se apartaba del escenario de su trabajo, para ir a los campos a meditar en los verdes valles, para estar en comunión con Dios en la ladera de la montaña, o entre los árboles del bosque. La madrugada le encontraba con frecuencia en algún lugar aislado, meditando, escudriñando las Escrituras, u orando. De estas horas de quietud, volvía a su casa para reanudar sus deberes y para dar un ejemplo de trabajo paciente (El Deseado de todas las gentes, p. 69).
Corremos constantemente el peligro de creer que nos bastamos a nosotros mismos, de confiar en nuestra propia sabiduría y no hacer de Dios nuestra fortaleza. Nada perturba tanto a Satanás como nuestro conocimiento de sus designios. Si sentimos nuestro peligro, sentiremos nuestra necesidad de orar, como la sintió Nehemías, y como él obtendremos esa sólida defensa que nos dará seguridad en el peligro. Si somos negligentes e indiferentes, seremos ciertamente vencidos por los designios de Satanás. Debemos ser vigilantes. Aunque, como Nehemías, recurramos a la oración, llevando todas nuestras perplejidades y cargas a Dios, no debemos creer que no tenemos nada que hacer. Debemos velar y orar (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 627).
CONFIANZA EN TIEMPOS DIFÍCILES
Todos los cristianos entienden de momentos de desesperación y sufrimiento, y los han vivido; momentos en los que se han preguntado qué hace el Señor, o por qué el Señor permite que les sucedan estas cosas. Los mismos salmistas pasaron por experiencias parecidas. Y, por inspiración divina, registraron lo que les había acontecido.
Lee Salmo 44. ¿Qué nos dice y por qué es relevante para los creyentes de todas las épocas?
A menudo, solo elegimos salmos para los cultos de adoración en las iglesias que reflejen ciertos estados de ánimo ideales. Esta restricción puede ser una señal de nuestra incapacidad o recelo para enfrentarnos a las oscuras realidades de la vida. Aunque a veces sintamos que Dios nos trata injustamente cuando el sufrimiento nos golpea, no nos parece apropiado expresar nuestros pensamientos en el culto público o incluso en la oración privada.
Esta reticencia puede hacernos perder el sentido de la adoración. El hecho de no expresar honesta y abiertamente nuestros sentimientos y opiniones ante Dios, en la oración, a menudo nos deja esclavizados a nuestras propias emociones. Esto también nos impide sentir seguridad y confianza al acercarnos a Dios. Orar los salmos nos da la seguridad de que, cuando oramos y adoramos, no se espera que censuremos o neguemos nuestra experiencia.
Salmo 44, por ejemplo, puede ayudar a los fieles a articular libre y adecuadamente su experiencia de sufrimiento inocente. Orar los salmos ayuda a la gente a experimentar la libertad de expresión en la oración. Los salmos nos dan palabras que no encontramos ni nos atrevemos a pronunciar. “Nuestro corazón no se ha vuelto atrás, ni se apartaron nuestros pasos de tu camino. Pero tú nos quebrantaste, nos diste por presa a los chacales, nos cubriste con densa sombra” (Sal. 44:18, 19).
Sin embargo, fíjate en la manera en que comienza Salmo 44. El escritor habla de cómo, en el pasado, Dios había hecho grandes cosas por su pueblo. De ahí que el autor exprese su confianza en Dios y no “en mi arco” (Sal. 44:6).
A pesar de ello, el pueblo de Dios sigue sufriendo. La lista de ayes y lamentos es larga y dolorosa. No obstante, incluso en medio de todo esto, el salmista clama a Dios para que los libre: “Redímenos a causa de tu constante amor” (Sal. 44:26). Es decir, incluso en medio de los problemas, conoce la realidad de Dios y su amor.
■ Recordar tiempos pasados en los que la presencia de Dios se sentía muy real ¿cómo puede ayudarte a afrontar los momentos en los que los problemas te hacen pensar que Dios está lejos?
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- Notas de EGW - Lunes
- El cielo se acerca a la tierra por esa escalera mística, cuya base está firmamente plantada en la tierra, mientras que su parte superior llega al trono del Infinito. Los ángeles están constantemente ascendiendo y descendiendo por esta escalera de deslumbrante resplandor, llevando las oraciones de los menesterosos y angustiados al Padre celestial, y trayendo bendición y esperanza, valor y ayuda, a los hijos de los hombres. Esos ángeles de luz crean una atmósfera celestial en derredor del alma, elevándonos hacia lo invisible y eterno. No podemos contemplar sus formas con nuestra vista natural; solamente mediante una visión espiritual podemos discernir las cosas celestiales. Solamente el oído espiritual puede oír la armonía de las voces celestiales.
“El ángel de Jehová acampa en derredor de los que le temen, y los defiende”. Salmo 34:7. Dios envía a sus ángeles a salvar a sus escogidos de la calamidad, a protegerlos de “pestilencia que ande en obscuridad”, y de “mortandad que en medio del día destruya”. Salmo 91:6. Repetidas veces los ángeles han hablado con los hombres como un hombre habla con su amigo, y los han guiado a lugares seguros. Vez tras vez las palabras alentadoras de los ángeles han renovado los espíritus abatidos de los fieles, elevando sus mentes por encima de las cosas de la tierra, y los han inducido a contemplar por la fe las ropas blancas, las coronas y las palmas de victoria, que los vencedores recibirán cuando circunden el gran trono blanco.
La obra de los ángeles consiste en acercarse a los probados, dolientes o tentados. Trabajan incansablemente en favor de aquellos por quienes Cristo murió (_Los hechos de los apóstoles,_pp. 123, 124).
La fe que fortaleció a Habacuc y a todos los santos y justos de aquellos tiempos de prueba intensa, era la misma fe que sostiene al pueblo de Dios hoy. En las horas más sombrías, en las circunstancias más amedrentadoras, el creyente puede afirmar su alma en la fuente de toda luz y poder. Día tras día, por la fe en Dios, puede renovar su esperanza y valor. “El justo en su fe vivirá”. Al servir a Dios, no hay por qué experimentar abatimiento, vacilación o temor. El Señor hará más que cumplir las más altas expectativas de aquellos que ponen su confianza en él. Les dará la sabiduría que exigen sus variadas necesidades.
Acerca de la abundante provisión hecha para toda alma tentada, el apóstol Pablo da un testimonio elocuente. Le fue asegurado divinamente: “Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona”. Con gratitud y confianza, el probado siervo de Dios contestó: “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis flaquezas, porque habite en mí la potencia de Cristo. Por lo cual me gozo en las flaquezas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy flaco, entonces soy poderoso”. 2 Corintios 12:9, 10 (_Profetas y reyes,_pp. 285, 286).
Tremendas pruebas aguardan al pueblo de Dios. El espíritu de la guerra está conmoviendo a las naciones de un cabo al otro del mundo. Pero el pueblo de Dios permanecerá incólume en medio del tiempo de angustia que está por venir, un tiempo de angustia sin parangón en el mundo. Satanás y sus ángeles no pueden destruirlo, porque está protegido por ángeles de poder superior (_Mensajes selectos,_t. 2, p. 63).
UN SALMO DE DESESPERACIÓN
Orar los salmos no solo permite que los fieles articulen sus oraciones libremente. Los salmos supervisan su experiencia según las normas de Dios, y la hacen llevadera al introducir la esperanza y la seguridad de la presencia de Dios.
Lee Salmo 22. ¿Qué podemos aprender de este salmo con respecto a la confianza en Dios en medio de un gran sufrimiento?
Las palabras de lamentación de Salmo 22:1 pueden ayudar a los que sufren a expresar su dolor y su sensación de soledad: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás lejos de mi salvación y de mi clamor?”
Estas palabras, por supuesto, se han hecho famosas entre los cristianos porque fueron las mismas que pronunció Jesús mientras estaba en la cruz, lo que nos muestra la importancia que tuvo Salmos en la experiencia de Cristo (ver Mat. 27:46).
Con todo, incluso en medio del sufrimiento y las pruebas, también se expresan
estas palabras: “Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la
congregación te alabaré” (Sal. 22:22).
En otras palabras, aunque estos sentimientos exactos no coincidan con el
dilema actual del autor, el salmista sigue expresando su fe en Dios y declarando
que, sin importar lo que pase, seguirá alabando a Dios.
En resumen, al darnos palabras para orar, Salmos nos enseña a mirar más
allá de nuestra situación actual y, por fe, a ver el momento en que nuestra vida
será restaurada por la gracia de Dios.
De este modo, la oración de los salmos lleva a los fieles a nuevos horizontes
espirituales. Los salmos permiten que los fieles expresen sus sentimientos y
concepciones, pero no los deja donde están en ese momento. Los adoradores
son guiados a dejar en manos de Dios sus cargas de dolor, decepción, ira, y a
confiar en él, sean cuales fueren sus circunstancias.
El cambio del lamento a la alabanza que se observa en muchos salmos sugiere la transformación espiritual que experimentan los creyentes cuando reciben la gracia y el consuelo divinos en la oración.
■ ¿Cómo podemos aprender a ver más allá de nuestras pruebas inmediatas y, así, confiar en la bondad de Dios, sea cual fuere la situación que enfrentemos ahora?
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- Notas de EGW - Martes
- Se me reveló que el poder de Satanás se ejerce especialmente sobre los hijos de Dios. Muchos me fueron presentados en condición de duda y desesperación. Las enfermedades del cuerpo afectan la mente. Un enemigo astuto y poderoso acompaña nuestros pasos, y dedica su fuerza y habilidad a tratar de apartarnos del camino recto. Y demasiado a menudo sucede que los hijos de Dios no están en guardia y por lo tanto ignoran sus designios. Satanás obra por los medios que mejor le permiten ocultarse, y a menudo alcanza su objeto_(Testimonios para la iglesia_, t. 1, p. 274).
Debemos apreciar y cultivar la fe acerca de la cual testificaron los profetas y los apóstoles, la fe que echa mano de las promesas de Dios y aguarda la liberación que ha de venir en el tiempo y de la manera que él señaló. La segura palabra profética tendrá su cumplimiento final en el glorioso advenimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, como Rey de reyes y Señor de señores. El tiempo de espera puede parecer largo; el alma puede estar oprimida por circunstancias desalentadoras; pueden caer al lado del camino muchos de aquellos en quienes se puso confianza; pero con el profeta que procuró alentar a Judá en un tiempo de apostasía sin parangón, declaremos con confianza: “Jehová está en su santo templo: calle delante de él toda la tierra”. Habacuc 2:20. Recordemos siempre el mensaje animador: “Aunque la visión tardará aún por tiempo, mas al fin hablará, y no mentirá: aunque se tardare, espéralo, que sin duda vendrá; no tardará… Mas el justo en su fe vivirá”. Vers. 3, 4 (_Profetas y reyes,_p. 286).
La genuina conversión … nos enseñará a afirmar nuestra confianza en Aquel que es nuestra única esperanza. Por la conversión uniremos nuestra debilidad con la fortaleza de Dios, nuestra ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con sus méritos, nuestra pobreza con sus ilimitadas riquezas, nuestro desamparo con su constante poder.
Debemos investigar la Palabra de Dios, haciéndola una parte de nosotros mismos. Un espíritu de humildad, el espíritu de Cristo, nos ayudará a conocer a Aquel que nos ha llamado a la gloria y la virtud.
Si entretejemos la verdad dentro del diario vivir, como debiéramos, avanzaríamos cada vez más alto, obteniendo una comprensión cada vez más clara de la revelación de Dios. Debiéramos ensalzarlo en cantos de alabanza. Por medio del salmista, Cristo declaró: “En medio de la congregación te alabaré”. Salmo 22:22. Su voz fue la nota tónica del universo. Su poder ilimitado, su inescrutable entendimiento, su admirable sacrificio por la raza humana nos ayuda a comprender el amor de Dios. Necesitamos individualmente tener a Cristo morando en el alma. Necesitamos abrir nuestras mentes y corazones a la morada del Espíritu de verdad. Necesitamos apreciar nuestros privilegios como poseedores de la verdad sagrada y elevadora. ¡Piensa en lo que esto significa para nosotros, herederos de Dios y coherederos con Cristo! (In Heavenly Places, p. 248; parcialmente en _En los lugares celestiales,_p. 250).
DE LA DESESPERACIÓN A LA ESPERANZA
Probablemente todos nos hemos enfrentado a momentos en los que la presencia de Dios parecía estar muy lejos de nosotros. ¿Quién no ha pensado alguna vez: ¿Cómo ha podido suceder esto?
Los salmistas, seres humanos como el resto de nosotros, seguramente se han enfrentado a cosas similares. Aunque, sí, a veces nuestros pecados nos traen pruebas, otras veces nos parecen sumamente injustas, y nos sentimos como si no mereciéramos lo que ahora se nos presenta. De nuevo, ¿quién no ha pasado por eso?
Lee Salmo 13. ¿Qué dos estados de ánimo principales puedes distinguir en este salmo? ¿Qué decisión crees que provocó el cambio radical en la perspectiva general del salmista?
“¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás tu rostro de mí?” (Sal. 13:1). Una vez más, ¿quién no puede identificarse con estos sentimientos, por más que sean equivocados? (¿Puede olvidarse Dios de nosotros alguna vez?)
Por tanto, Salmo 13 señala el camino para evitar otro error común, que es centrarnos en nosotros mismos y en nuestros problemas al orar. Este salmo puede transformar nuestra oración al llevarnos a reafirmar la naturaleza fiel e inmutable del trato de Dios hacia su pueblo.
Aunque el salmo comienza con lamentos y quejas, no termina ahí. Y ese es el punto crucial.
El salmo nos lleva a elegir deliberadamente confiar en el poder redentor de Dios (Sal. 13:5), de modo que nuestro temor y ansiedad (Sal. 13:1-4) puedan dar paso gradualmente a la salvación de Dios, y comencemos a experimentar el paso del lamento a la alabanza, de la desesperación a la esperanza (Sal. 13:5, 6).
Sin embargo, la mera repetición de las palabras de los salmos con solo una escasa comprensión de su significado no producirá la auténtica transformación que se pretende con su uso. Al orar los salmos, debemos buscar al Espíritu Santo para que nos capacite para actuar del modo que exige el salmo. Los salmos no solo transmiten información: son la Palabra de Dios que transforma el carácter y las acciones de los creyentes. Por la gracia de Dios, las promesas de los salmos se manifiestan en la vida de los creyentes. Esto significa que permitimos que la Palabra de Dios nos moldee según la voluntad de Dios y nos una a Cristo, quien demostró perfectamente la voluntad de Dios y, como Hijo de Dios encarnado, también oró los salmos.
■ ¿Cómo pueden tus pruebas acercarte más a Dios? ¿Por qué, si te descuidas, pueden alejarte de él?
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- Notas de EGW - Miércoles
- Las pruebas que ponen a prueba nuestra fe de manera tan severa y hacen que pensemos que Dios se ha olvidado de nosotros están diseñadas para acercarnos cada vez más a Cristos, para que podamos depositar todas nuestras cargas a sus pies y sintamos la paz que él nos da a cambio… Cuando se rinda completamente a Dios; cuando, quebrantado, se abandone a Jesús; recibirá como recompensa la victoria y el gozo que nunca antes habrá experimentado. Mientras eche una clara mirada hacia el pasado, verá que en el momento en que para usted la vida era una paradoja y una carga, Jesús mismo estaba a su lado, queriendo llevarle a la luz. El Padre estaba junto a usted, forjándolo con un amor indecible, afligiéndolo por su bien, como el orfebre refina el oro. Cuando creyó que estaba abandonado, él estuvo junto a usted para consolarlo y sostenerlo. Pocas veces vemos a Jesús tal como es; y nunca estamos tan dispuestos a aceptar su ayuda como él a dárnosla (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 217, 218).
Todo el capítulo 54 de Isaías es aplicable al pueblo de Dios, y se cumplirá cada especificación de la profecía. El Señor no abandonará a su pueblo en el tiempo de su prueba. Él dice: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes misericordias. Con un poco de ira escondí mi rostro de ti por un momento; pero con misericordia eterna tendré compasión de ti, dijo Jehová tu Redentor”… [Esta] promesa es para los que, en medio de la apostasía general, guardan los mandamientos de Dios y ensalzan la norma moral ante los ojos del mundo que ha abandonado la ley y ha quebrantado el pacto eterno (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 4, pp. 1169, 1170).
A veces, una profunda sensación de nuestra indignidad hará estremecer de terror al ser, pero esto no es evidencia de que Dios haya cambiado para con nosotros o nosotros para con Dios. No se debería hacer ningún esfuerzo para ajustar la mente a cierta intensidad de emoción. No podemos sentir hoy la paz y el gozo que sentíamos ayer; pero deberíamos asirnos por la fe de la mano de Cristo y confiar en él tan plenamente en la oscuridad como en la luz.
Quizá Satanás susurre: “Eres demasiado pecador para que Cristo te salve”. Al par de reconocer que son ciertamente pecadores e indignos, pueden hacer frente al tentador exclamando: “Por la virtud de la expiación reclamo a Cristo mi Salvador. No confío en mis propios méritos, sino en la preciosa sangre de Jesús, que me limpia. En este momento hago depender mi ser impotente de Cristo”. La vida cristiana debe ser una vida de fe constante y viva. Una confianza inflexible, una firme dependencia de Cristo, proporcionarán paz y seguridad al espíritu (Mensajes para los jóvenes, p. 77).
OH, RESTÁURANOS OTRA VEZ
Lee Salmo 60:1 al 5. ¿Para qué ocasiones crees que este salmo sería una oración adecuada? ¿Cómo podemos beneficiarnos de los salmos de lamento incluso en momentos alegres de la vida?
Los salmos de lamento suelen entenderse como oraciones de personas que viven tiempos difíciles, ya sean físicos, psicológicos o espirituales. O las tres cosas.
Sin embargo, esto no significa que debamos evitar estos salmos, incluso en los buenos tiempos. A veces, puede haber una divergencia total entre las palabras del salmo y la experiencia presente del adorador. Sin embargo, los salmos de lamento pueden ser beneficiosos para los adoradores que no están en dificultades.
En primer lugar, pueden hacernos más conscientes de que el sufrimiento forma parte de la experiencia humana general, y que le llega tanto a justos como a injustos. Los salmos nos aseguran que Dios tiene el control y que nos da fuerza y soluciones en tiempos difíciles. Incluso en este salmo, en medio de la angustia (“Hiciste temblar la tierra”, Sal. 60:2), el salmista muestra su esperanza final en la liberación de Dios.
En segundo lugar, los salmos de lamento nos enseñan a ser compasivos con los que sufren. Al expresar nuestra felicidad y gratitud a Dios, especialmente en público, debemos tener en cuenta a los más necesitados. Claro, puede ser que ahora la estemos pasando bien, pero ¿quién no conoce gente, a nuestro alrededor, que sufre terriblemente? Orar estos salmos puede ayudarnos a no olvidar a quienes pasan por momentos difíciles. Los salmos deberían evocar en nosotros la compasión y el deseo de atender a los que sufren, como lo hizo Jesús.
“Este mundo es un vasto lazareto, pero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que quienes le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo, no se negaba a sanarlos. Y, cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados?” (Elena de White, El ministerio de la bondad, pp. 27, 28).
■ ¿A quién conoces, en este momento, que necesite no solamente tus oraciones, sino también que lo ayudes de manera práctica?
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- Notas de EGW - Jueves
- Jesús es nuestra única esperanza. Podemos contemplarlo: Es nuestro Salvador. Podemos confiar en su palabra y depender de él. Sabe exactamente qué clase de ayuda necesitamos, y podemos confiar seguramente en él. Si dependemos únicamente de la sabiduría humana para conducirnos, nos hallaremos en el bando de los perdedores. Pero podemos acudir directamente al Señor Jesús, pues él ha dicho: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Tenemos el privilegio de aprender de [él] (_Testimonios para los ministros,_p. 486).
Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo como siervo para suplir incansablemente la necesidad del hombre. “El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17), para atender a todo menester humano. Vino para quitar la carga de enfermedad, miseria y pecado. Era su misión ofrecer a los hombres completa restauración; vino para darles salud, paz y perfección de carácter.
Variadas eran las circunstancias y necesidades de los que suplicaban su ayuda, y ninguno de los que a él acudían quedaba sin socorro. De él fluía un caudal de poder curativo que sanaba de cuerpo, espíritu y alma a los hombres (El ministerio de curación, p. 11).
Los ángeles del cielo… están al lado de todos aquellos que prestan servicio a Dios ministrando a sus semejantes. Y tenéis la cooperación de Cristo mismo. Él es el restaurador, y mientras trabajéis bajo su dirección, veréis grandes resultados…
Cristo está tratando de elevar a todos aquellos que quieran ser elevados a un compañerismo consigo, para que podamos ser uno con él, como él es uno con el Padre. Nos permite llegar a relacionarnos con el sufrimiento y la calamidad a fin de sacarnos de nuestro egoísmo; trata de desarrollar en nosotros los atributos de su carácter: la compasión, la ternura y el amor. Aceptando esta obra de ministración, nos colocamos en su escuela, a fin de ser hechos idóneos para las cortes de Dios…
“Si guardares mi ordenanza —declara el Señor—, entre estos que aquí están te daré plaza”, Zacarías 3:7. aun entre los ángeles que rodean su trono. Cooperando con los seres celestiales en su obra en la tierra, nos estamos preparando para su compañía en el cielo. Los “espíritus administradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de salud” (Hebreos 1:14), los ángeles del cielo, darán la bienvenida a aquel que en la tierra vivió no “para ser servido, sino para servir” (Matthew 20:28) (_Palabras de vida del gran Maestro,_pp. 320, 321).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Salmo 42:8 y Elena de White, La educación, “Poesía y canto”, pp. 143-152. ¿Cómo se relacionan la oración y el canto según estos textos inspirados?
Elena de White describe los salmos penitentes de David (por ejemplo, Sal. 51) como el lenguaje de su alma y las oraciones que ilustran la naturaleza del verdadero dolor por el pecado (ver El camino a Cristo, pp. 37, 38). Anima a los creyentes a memorizar textos de Salmos como medio de fomentar el sentido de la presencia de Dios en la vida de ellos, y destaca la práctica de Jesús de elevar su voz con salmos cuando se enfrentaba a la tentación y el miedo opresivo. También señala: “¡Cuán a menudo, por medio de las palabras de una canción sagrada, brotan en el alma manantiales de penitencia y fe, de esperanza, de amor y gozo! [...] En realidad, más de un canto es una oración” (La educación, pp. 152).
Cuando oramos y cantamos los salmos, asumimos la persistencia, la audacia, el valor y la esperanza de los salmistas. Estos animan a continuar nuestro peregrinaje espiritual y nos reconfortan diciéndonos que no estamos solos. Otras personas, como nosotros, han pasado por momentos oscuros y, sin embargo, han salido triunfantes por la gracia de Dios. Al mismo tiempo, los salmos nos revelan los destellos de la ferviente intercesión de Cristo en nuestro favor, pues él siempre vive para orar por nosotros (Heb. 7:25).
Incluir los salmos en la oración y la adoración hace que la comunidad creyente sea consciente de toda la gama de la experiencia humana y enseña a los fieles a participar en las diversas facetas de esa experiencia en el culto. Los salmos son oraciones y cantos divino-humanos. Por esa razón, incluir los salmos sistemáticamente en la adoración lleva a la comunidad creyente al centro de la voluntad de Dios y de su poderosa gracia sanadora.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Por qué la oración espontánea, no guiada, no es la única manera de orar? ¿Cómo puede beneficiarse nuestra vida de oración con los salmos, las oraciones bíblicas?
2. ¿Cómo pueden enriquecer los salmos nuestra experiencia de oración comunitaria? Analiza algunas formas prácticas en que tu iglesia local puede fomentar el uso de Salmos en sus cultos de adoración.
3. ¿Qué revela Salmos acerca de la complejidad de la peregrinación humana de la fe y del poder de la gracia sanadora de Dios?
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- Notas de EGW - Viernes
- La edificación del carácter, “El tiempo de prueba”, pp. 9-11;
Cada día con Dios, 3 de noviembre, “Cristianos resplandecientes”, p. 314.
Dios lo bendiga!!!
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MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO
Lección 2 -
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Luc. 11:1.
Esta semana, reflexionaremos sobre la desesperación expresada por el salmista en tiempos difíciles. En nuestro estudio, consideraremos cuatro cantos del salterio que son instructivos para enseñarnos cómo orar en medio de nuestras luchas diarias: Salmos 44, 22, 13 y 60.Parte II: COMENTARIO
Salmo 44
La honestidad y la franqueza de los salmistas en sus peticiones a Jehová pueden sorprendernos, o incluso escandalizarnos. En general, tendemos a rehuir ese nivel de audacia cuando nos dirigimos a nuestro Creador.
No así los hijos de Coré. Veamos algunas de las lecciones que podemos aprender de su audaz oración, en Salmo 44:
1. Los hijos de Coré confían en Dios (Sal. 44:4-8) sin importar las humillaciones que enfrenten, pues recuerdan las obras que Jehová hizo por ellos (Sal. 44:1-3). En su queja, no dominan los resentimientos ni la recriminación hacia Dios; más bien, su oración se basa en la verdadera fe en la fuerza y la misericordia de Dios.
2. Reclaman que el Señor los ha abandonado a merced de sus enemigos (Sal. 44:9-16). ¿Podemos expresar el mismo sentimiento a nuestro Creador sin perder nuestra fe?
3. Los hijos de Coré confirman que no se han olvidado de su Dios (Sal. 44:17). Han sido fieles y reconocen que no pueden engañar al Señor (Sal. 44:17-22).
4. El cántico termina con fuertes clamores para que Dios actúe en su favor: “despierta”, “levántate”, “redímenos” (Sal. 44:23-26, NBLA). Así, suplican poderosamente la liberación.
El salmo termina sin una respuesta clara del Señor. Su silencio es un recordatorio de que, muchas veces, de este lado de la Eternidad, no siempre obtendremos del Cielo la respuesta que deseamos. Pero no debemos permitir que el desaliento nos abrume o nos haga naufragar en nuestra fe.Salmo 22
Este salmo está compuesto con el mismo espíritu que Salmo 44, aunque hay que señalar que Salmo 22 es una petición personal. El rey David es el autor de este salmo. Según las discusiones en torno a su marco histórico, creemos que es probable que se escribiera cuando David estaba bajo la persecución de Saúl o durante su aflicción por la rebelión de su hijo Absalón. Sea cual fuere el origen histórico de este canto, no cabe duda de que este salmo es mesiánico. El Nuevo Testamento lo cita varias veces en el contexto del sufrimiento que experimentó Jesús durante su juicio, tortura y crucifixión:
- “¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?” (Mar. 15:34; Mat. 27:46) es una cita directa de Salmo 22:1.
- Salmo 22:7 se aplica a Jesús en la cruz y a sus burladores (Mar. 15:29; Mat. 27:39, 40).
- Salmo 22:16 (“Horadaron mis manos y mis pies”) es una alusión directa al hecho de que Jesús fuera clavado en la cruz, aunque los evangelios no citan este versículo en particular. Marcos 15:24 y Mateo 27:35 aluden a Salmo 22:18.
- Salmo 22:12 al 15 también puede aplicarse, sin ninguna duda, a la experiencia de Jesús. Salmo 22:17 describe la condición de nuestro Salvador en la cruz: “Puedo contar todos mis huesos, mientras que me miran y observan”.
En el contexto del estudio de nuestra lección de esta semana, es un pensamiento reconfortante saber que este mismo Creador, cuando estuvo en nuestra condición humana, se enfrentó a un grado de sufrimiento que supera con creces cualquier angustia o prueba que podamos afrontar en nuestra vida. Con toda seguridad, nuestro Señor recordó este Salmo durante aquel fatídico viernes de su muerte y lo oró con lágrimas en los ojos. También nosotros podemos hacer nuestras estas palabras en medio de nuestras penas.
Qué inspirador es saber que Jesús mismo se lamentó en medio de su sufrimiento y expresó su angustia al Padre celestial. No hay pecado en esa expresión de cruda honestidad. Jesús incluso pidió en el huerto de Getsemaní: “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa”, lo que nos recuerda que, en la oración, la expresión genuina de nuestros sentimientos y debilidades nunca es una ofensa a los oídos de Dios. Después de que Jesús derramara los sentimientos del corazón ante su Padre, terminó su oración con perfecta sumisión a la voluntad de él: “Sin embargo, no sea como yo quiero sino como quieras tú” (Mat. 26:39).
Asimismo, Salmo 22 expresa esta misma perfecta confianza y sumisión a la voluntad del Padre. El salmo termina, como muchos otros salmos, con palabras de liberación (Sal. 22:20-22) y alabanza (Sal. 22:23-26). Cierra con una celebración de las misericordias del Señor (Sal 22:27-36), que abarca, en amplitud emocional, desde el pozo del dolor y el sufrimiento hasta el pináculo de la alegría y la bendición. Del mismo modo, nuestras oraciones deberían aspirar a esas alturas gloriosas.Salmo 13
Los autores del salterio hacen dos preguntas para expresar la desesperación en medio del sufrimiento y las pruebas. Una pregunta es “¿Por qué?” [heb. lamah]. “¿Por qué?” se usa cuando el interlocutor quiere entender el accionar de Dios en circunstancias difíciles: (1) cuando parece que el Señor no hace nada parah4 salvar a su seguidor (Sal. 10:1; 44:23); (2) cuando pareciera que Dios ha abandonado al que sufre (Sal. 22:1; 42:9; 44:24); o (3) o cuando parece que el Señor lo ha desechado (Sal. 42:3; 74:1; 88:14). En esencia, esta pregunta se emplea en un intento de comprender la razón de la acción (o inacción) de Dios.
La segunda pregunta que emplean los salmistas es “¿Hasta cuándo?” (Sal. 13:1, 2; 35:17; 74:10; 79:5; 80:4; 89:46; 90:13; 94:3). “¿Hasta cuándo?” es totalmente diferente de “¿Por qué?” en su intención. El “¿Hasta cuándo?” no cuestiona la actuación de Dios en medio del sufrimiento; más bien, “¿Hasta cuándo?” reconoce que el Señor siempre tiene el control. Además, esta pregunta no pide a Dios venganza contra la fuente del dolor. Esta expresión interrogativa simplemente expresa el deseo de saber cuánto tiempo más exigirá Dios que espere el creyente. Además, “¿Hasta cuándo?” pide al Señor que actúe. Esta pregunta encarna también el sentimiento de fatiga espiritual que padecemos ante nuestro sufrimiento continuo y el anhelo de que llegue a su fin. También nosotros, con el salmista, podemos preguntar al Señor en nuestras oraciones: “¿Hasta cuándo?” Del mismo modo, podemos presentarle una súplica pidiendo su intervención y su misericordia. Esa súplica puede denominarse “queja de fe”.
Después de su dolorosa queja, David pasa a su petición. Esta transición nos sirve de modelo para un principio importante en nuestras oraciones: no debemos estancarnos ni revolcarnos en nuestros lamentos. Al contrario, debemos avanzar con fe: “Mira, respóndeme, Señor Dios mío. Alumbra mis ojos” (Sal. 13:3). Muchas veces, lo que realmente necesitamos es la seguridad de que el Creador está con nosotros.
Al igual que Salmo 22, este cántico también termina con palabras de confianza (Sal. 13:5, 6). Pero estas palabras son más que una simple declaración de fe. Durante las tribulaciones, el salmista expresa alegría y seguridad (Sal. 13:5, 6). Sus problemas persisten, pero confía en que se resolverán, y confía en que la providencia de Dios lo sostendrá. Esa confianza y esa fe son ejemplares: nosotros también debemos confiar en Dios, creer en su poder y reclamar sus promesas. El salmista utiliza tres verbos en su última estrofa: “confiar”, “alegrarse” y “cantar”. ¿Cómo podemos alegrarnos cuando tenemos problemas? ¿Cómo podemos cantar? Podemos hacerlo cuando hemos confiado en el “amor” de Dios, “porque me ha hecho bien” (Sal. 13:5, 6).Salmo 60
El sobrescrito de Salmo 60 nos brinda el contexto histórico en el que se escribió el cántico. Normalmente, los escritores del salterio no ofrecen esa información de fondo. Sin embargo, su inclusión nos brinda material útil para entender los orígenes de esta canción.
Salmo 60 está relacionado con los acontecimientos de 2 Samuel 8:1 al 14. En aquella época, David fue nombrado rey de Israel (2 Sam. 5:1-5) y había establecido Jerusalén como capital de su reino (2 Sam. 5:6-10). El profeta Natán trajo el pacto de Dios al nuevo rey (2 Sam. 7). David estaba dispuesto a recibir el cumplimiento de las promesas que el Señor había hecho a Abraham: que sus descendientes heredarían la tierra “desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Éufrates” (Gén. 15:18). Tras las primeras victorias de David como rey de Israel contra los filisteos (2 Sam. 5:17-25; 8:1, 2) y Moab (2 Sam. 8:2), se enfrentó a otra amenaza militar de los arameos. David luchó contra Hadad Ezer, rey de Soba, un conflicto del que regresó victorioso, tras matar a 18.000 arameos en el Valle de la Sal. Además, “puso gobernadores en todo Edom, y todos los edomitas fueron siervos de David. El Señor daba la victoria a David dondequiera que iba” (2 Sam. 8:14).
Los salmos no son reflexiones filosóficas de hombres sobre una deidad lejana. Los cantos están moldeados por problemas reales a los que se enfrentaban en la vida cotidiana (comparar 2 Sam. 8 con la mención de Moab, Edom y Filistea en Salmo 60:82). David escribió Salmo 60 en aquellos terribles momentos en que Israel luchaba contra poderosos enemigos. A pesar de la terrible oposición (Sal. 60: 1-3), David expresó con fe: “Has dado una bandera a los que te veneran, para que la puedan desplegar por la verdad” (Sal. 60:4). El poema de Salmo 60 nos promete que Dios está con su pueblo (Sal. 60:6-8). Por eso, David pide la presencia de Dios en sus horas más difíciles (Sal. 60:9-11). De este modo, el salmo termina, no con un espíritu pesimista, rumiando el oscuro camino que le espera, sino con una fuerte confianza en Dios para salir airoso: “En Dios haremos proezas, y él aplastará a nuestros enemigos” (Sal. 60:12). Cuando enfrentamos desafíos abrumadores y oposición, la mejor manera de afrontarlos es levantarnos de nuestras rodillas llenos de confianza en Dios, para que nos capacite a fin de hacer grandes obras para él.Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
El estudio de estos cuatro cánticos (Sal. 44; 22; 13; 60) nos enseña cómo orar en tiempos de tribulación. Hemos aprendido la necesidad de expresar honestamente nuestros problemas, fracasos y desalientos al Señor en oración. Con seguridad podemos llevar nuestras quejas y penas a nuestro Creador, actuando con fe y confiando en que nuestras oraciones son escuchadas. Invita a los miembros de tu clase a expresar sus penas a Dios. Pídeles que compartan con el resto del grupo las nuevas ideas que esta lección les ha enseñado acerca de la oración. Si es posible, elige a un voluntario para que comparta, en el espíritu de los salmistas, una experiencia de su vida de oración que lo haya fortalecido en la fe y le haya dado fuerzas. Recuerda que, más que una colección de bellos poemas, el salterio es una invitación a hacer la voluntad de Dios
LECCIONES DE ESCUELA SABÁTICA DE ADULTOS - EL LIBRO DE SALMOS
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