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Lección 6: Lo que la Biblia enseña acerca del Perdón de los Pecados | La Fe de Jesús | Curso Bíblico Online


La palabra “perdonar” significa hacer borrón y cuenta nueva, perdonar, cancelar una deuda. Cuando somos injustos con alguien, buscamos su perdón a fin de restituir la relación. El perdón no es otorgado debido a que la persona merezca ser perdonada. Nadie merece ser perdonado. El perdón es un acto de amor, misericordia y gracia. El perdón es una decisión de no guardar rencor a otra persona, pese a lo que le haya hecho. Afortunadamente, Dios es tierno y compasivo. ¡Está ansioso de perdonar nuestros pecados!

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INTRODUCCIÓN

Pasos para obtener el perdón:
1) Reconocimiento de la condición de pecador. (1 Jn 1:8) El reconocimiento debe ser pleno y humilde. (Psalm 51:2,3; Luk. 18:10-14)
2) Arrepentimiento sincero. (Acts 3:19; Luk. 3:8; 13:3-5)
3) Aceptación de Jesús como único Salvador. (Acts 4:12; 5:31; 10:43)
4) Confesión: La confesión es indispensable. (Psalm 32:1-5; Prov. 28:13) Debe ser específica. (Lev. 5:5) Restituirá los  daños causados. (Lev. 6:4) La confesión debe ser hecha a Dios. (Heb. 8:12; 1 Jn 1:9; Isa. 1:18; Psalm 103:3)
5) Conversión. (2 Chron. 7:14; Acts 3:19)
El Maravilloso Perdón de Dios: Dios perdona completamente. (1 Jn 1:7,9) El perdón es gratuito. (Rom. 3:24) Somos perdonados en el acto. (Luk. 23:39-43) El perdón que Dios ofrece es completo y total. (Isa. 43:25; Rom. 3:25; Heb. 8:12; 10:17; Mic. 7:19; Psalm 103:12; Isa. 44:22; 43:25)
Obtener el perdón es como arreglar una cuenta pendiente. El pecador no tiene con qué pagar la deuda. Pero Jesús la pagól por él en la cruz del calvario y ofrece los méritos de su sacrificio a todo aquel que quiera aceptarlos. Ahora el pecador puede resolver su problema de pecado.


ARREPENTIMIENTO

El arrepentimiento verdadero comprende dolor sincero y profundo por haber pecado. (2 Cor. 7:10) También el vehemente deseo de no volver a pecar. (Acts 3:19) El arrepentimiento es indispensable para obtener el perdón. (Acts 2:37,38) «El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo». Elena G. de White, «Camino a Cristo», pág. 23.

Confesión: Los pecados deben ser declarados a Aquel que puede perdonarlos. No puede haber perdón a menos que haya sincera y completa confesión. (Prov. 28:13) «La confesión de nuestros pecados, ya sea pública o privada, debe ser de corazón y voluntaria. No debe ser arrancada al pecador. No debe hacerse de un modo ligero y descuidado. La verdadera confesión es siempre de un carácter específico y reconoce pecados particulares... Pero toda confesión debe hacerse definida y directa, para reconocer en forma definida los pecados de los que uno sea culpable. La confesión no es aceptable para Dios si no va acompañada de un arrepentimiento sincero y una reforma. Debe hacer cambios decididos en la vida; todo lo que ofenda a Dios debe dejarse. Tal será el resultado de una verdadera tristeza por el pecado». E. G. White, «El Camino a Cristo», pág. 38,39.

Conversión: Como resultado directo del arrepentimiento y la confesión se produce un cambio radical en el carácter del pecador. «Si alguno está en Cristo es una nueva criatura; las cosas viejas pasaron ya, he aquí que todo se ha hecho de nuevo». (2 Cor. 5:17) «Se notará un cambio en el carácter, en las costumbres y ocupaciones. El contraste entre lo que era antes y lo que son ahora, será muy claro e inequívoco... Los que llegan a ser nuevas criaturas en Cristo Jesús producen los frutos de su espíritu: «amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza». Ya no se conforman con las concupiscencias anteriores, sino por la fe siguen las pisadas del Hijo de Dios, reflejan su carácter y se purifican a sí mismos como Él es puro. Aman ahora las cosas que en un tiempo aborrecían y aborrecen las cosas que en otro tiempo amaban. El que era orgulloso y dominador es ahora manso y humilde de corazón. El que era vano y altanero, es ahora serio y discreto. El que era borracho, es ahora sobrio; y el que era libertino, ahora es puro», E. G. White, «Camino a Cristo», pág. 58,59.


JUSTIFICACIÓN

«Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo... Porque Cristo, cuando aún éramos flacos, a su tiempo murió por los impíos... Mas Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún I pecadores, Cristo murió por nosotros. Luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira». (Rom. 5:1,6,8,9)
«El perdón de Dios va mucho más allá del perdón del pecado. Dios no sólo perdona sino que justifica. Esto significa que el hombre está realmente sin culpa delante de Dios». Billy Graham. «El Mundo en Llamas», pág. 167. «La justificación es I un acto de Dios por el que los hombres son declarados justos o rectos». (Wiley y Culberston, «Introducción a la Teología Cristiana», pág. 311.


SANTIFICACIÓN

Después de la justificación, con la ayuda de Dios, hay que mantenerse sin caída. (Jud. 24) No debe haber pecados I volunta-rios. (Heb. 10:26) El secreto de la santificación es crecer en el conocimiento de Dios. (Col. 1:10) La única I forma de obtener esa experiencia de progreso continuo, es estar íntimamente ligado con Jesús y confiar en su poder I (Gal. 2:20; Rom. 8:37; 2 Cor. 2.14)
«Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Sólo estando en comunión con él diariamente y permaneciendo en él cada hora, es como hemos de crecer en la gracia... Conságrate a Dios todas las mañanas; haz de esto tu primer trabajo. Sea tu oración: «Tómame, ¡Oh Señor! como enteramente tuyo. Pongo todos mis planes a tus pies. Usame hoy en tu servicio... Cada mañana, conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a Él, para ponerlos en práctica o abandonarlos según te lo indicare la providencia». E. G. White, «Camino a Cristo», págs. 69,70.


ILUSTRACIONES

* Un niño indio oró: «Querido Jesús, hazme como tú eras cuando tenías seis años como tengo yo». Éste es el secreto de Id santificación.


Dios lo bendiga!!!
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Continúa la Lección 7: Lo que la Biblia enseña acerca de la Segunda Venida de Nuestro Señor Jesucristo

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