Lección de Escuela Sabática de Adultos 4to Trimestre 2019, Escuela Sabática Adultos 4to Trimestre 2019, Lección 4to Trimestre 2019,
Lección 8: Para el 23 de noviembre de 2019
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Nehemías 10:1–29; Génesis 4:8–19; Hebreos 13:20; Josué 24; Nehemías 10:30–39; Hebreos 8:1–7.
PARA MEMORIZAR:
“A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la escribimos, firmada por nuestros príncipes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes [...] y no abandonaremos la casa de nuestro Dios” (Neh. 9:38; 10:39).
¿Qué quiere decir la Biblia cuando habla del “Pacto”? La explicación más fácil de este tipo de pacto bíblico es que es el establecimiento legal de una relación entre Dios y su pueblo. Es Dios quien dice:
“Tú eres mi pueblo y yo soy tu Dios”. Más allá de esto, podemos ver que se usaban pactos escritos entre otros pueblos en el mundo antiguo, a menudo entre los dirigentes y sus vasallos.
Estos pactos se establecían porque eran beneficiosos para ambas partes. El dirigente cuidaba al pueblo y el pueblo le pagaba tributo. Pero con Dios, el Pacto era diferente. Dios en realidad no obtenía nada de él, y no obstante prometía serle fiel, incluso cuando el pueblo no le era fiel. De hecho, las bendiciones y las maldiciones sujetas al Pacto posibilitaban que los israelitas supieran que habían estado infringiendo el Pacto cuando empezaban a suceder cosas malas.
Esta semana, veremos el pacto que los israelitas renovaron con Dios, en Nehemías 10, y también analizaremos información general sobre la historia y la importancia de hacer pactos en la Biblia.
LA IDEA DEL PACTO
Lee Nehemías 10:1 al 29 (y refresca tu memoria leyendo Neh. 9:36–38). ¿Quiénes hacen este pacto, y por qué lo hacen?
Aunque solo los líderes firmaron el documento, el texto señala claramente que “el resto del pueblo” se comprometió “bajo imprecación y juramento: A andar en la Ley de Dios” (Neh. 10:28, 29, RVA-2015). ¿Por qué el Pacto era tan trascendente que todos deseaban celebrar un acuerdo con Dios? Para responder esta pregunta, debemos volver al comienzo y entender la idea bíblica del Pacto.
El Pacto era importante porque formaba parte de la historia de Dios en su trato con la humanidad pecadora, y demostraba el anhelo de Dios de relacionarse con la gente. También permitía que el pueblo demostrara su deseo de ser dedicado a Dios.
La historia bíblica de la Creación, en Génesis 1 y 2, revela no solo la creación de los primeros seres humanos, sino también su relación con Dios, y entre ellos también. Sin embargo, luego entró el pecado y les puso fin a todas esas relaciones. El pecado es la antítesis de la creación, ya que, al contrario, produce descreación, o muerte.
La genealogía de Adán finalmente se divide, ya que Caín elige el mal (Gén. 4:8–19) y Set acepta a Dios (Gén. 5:3–24). La genealogía de Caín culmina en Lamec (Gén. 4:17–19), el séptimo (inclusive) desde Adán, quien introdujo la poligamia. La violencia y la venganza del lado de Caín se yuxtaponen con el linaje fiel de Set. La genealogía de Set también se enumera, pero el séptimo en esta línea es Enoc, quien “caminó [...] con Dios” (Gén. 5:24) y fue llevado al cielo.
Desgraciadamente, el mundo se dedicó a la maldad más que a Dios, y llegó un momento en que el linaje de los fieles era muy pequeño, y pronto no quedaría ninguna familia a través de la cual Dios pudiera cumplir su palabra al enviar a la Simiente prometida para salvar a la humanidad. Llegado ese momento, Dios intervino con el Diluvio. Sin embargo, este evento fue una descreación posterior, una revocación y una destrucción de la vida, y no obstante, Dios destruyó solamente lo que la humanidad ya había arruinado (Gén. 6:11–13).
■ ¿Cómo has experimentado personalmente la realidad de la fuerza destructiva del pecado? ¿Cuál es el único poder contra el pecado, y cómo nos valemos de él?
LOS PACTOS EN LA HISTORIA
Después del Diluvio, Dios comenzó de nuevo, ahora con Noé y la gente que vino después. Con ella también procuró tener una relación, y la idea del Pacto era fundamental para esa relación. La Biblia identifica siete pactos principales que Dios hizo con la humanidad:
1º pacto - Adán (Gén. 1–3)
2º pacto - Noé (Gén. 6–9)
3º pacto - Abraham (Gén. 12:1–3)
4º pacto - Moisés y la nación israelita (conocido como Pacto Sinaítico o Mosaico; Éxo. 19–24)
5º pacto - Finees (Núm. 25:10–13)
6º pacto - David (2 Sam. 7:5–16)
7º pacto - Nuevo Pacto (Jer. 31:31–34)
Lee los siguientes pasajes. ¿Qué quiere decir “pacto perpetuo”, o “pacto eterno”? (Gén. 9:16; 17:7; Isa. 55:3; Heb. 13:20).
La Biblia incorpora el término “pacto perpetuo”, o “pacto eterno”, 16 veces. De ellos, 13 se aplican específicamente a los pactos con Abraham, Israel en el Sinaí y David. Cada uno de los pactos mencionados anteriormente, aunque únicos, llevaban la impronta del“pacto eterno”. Así como el evangelio eterno se anuncia por primera vez en Génesis 3:15, pero luego se revela progresivamente en toda la Biblia, lo mismo se aplica al Pacto eterno. Cada pacto consecutivo sirve para exponer y profundizar nuestra comprensión del Pacto de amor eterno, que se revela más plenamente en el plan de salvación. El Nuevo Pacto y el Antiguo Pacto, como a menudo se los distingue, contienen los mismos componentes.
ESTRUCTURA DEL PACTO
Los eruditos reconocen que existe una estructura típica en los pactos bíblicos; esto incluso se evidencia en los pactos hechos por los antiguos hititas. Es decir, Dios se comunicó con el pueblo de una manera que, en su cultura, pudieran entender concretamente.
Los pactos que eran comunes en la época del antiguo Israel tenían las siguientes partes: preámbulo (quién es Dios); prólogo histórico (se define la relación anterior); cláusulas o leyes; bendiciones y maldiciones; testigos, cláusula especial o señal del pacto. Por lo tanto, no es de extrañar que Dios haya utilizado algo similar para comunicarse con su pueblo en ese entonces. Usó algo con lo que estaban familiarizados.
Por ejemplo, todo el libro de Deuteronomio está escrito en forma de pacto, porque Moisés invita al pueblo de Dios a entrar en una nueva relación pactual con su Dios. Expresa el Pacto de la siguiente manera: (1) preámbulo (Deut. 1:1–5); (2) prólogo histórico (Deut. 1:6–4:43); (3) cláusulas, o leyes (Deut. 4:44–26:19); (4) bendiciones y maldiciones (Deut. 27-30); (5) testigos (Deut. 30:19); y finalmente, (6) cláusula especial (Deut. 31:9–13).
Lee Josué 24. ¿Cómo se revela esta estructura del pacto en ese capítulo también?
Lo mismo ocurre con la renovación del pacto hecho por Josué.
En primer lugar, se menciona un preámbulo donde Dios se presenta como “Jehová, Dios de Israel” (Jos. 24:2). Luego sigue un largo prólogo histórico donde Josué le recuerda al pueblo lo que Dios ha hecho por él en el pasado (Jos. 24:2-13). Después de esta historia, se enumeran las cláusulas, o leyes (Jos. 24:14, 15, 23); se mencionan las bendiciones y las maldiciones (Jos. 24:19, 20), los testigos identificados (Jos. 24:22, 27); y se establece la cláusula especial (Jos. 24:25, 26). Aquí, también se utilizó la forma básica de un pacto para comunicarse con Israel y mostrarle no solo la conducción de Dios en el pasado, sino también lo que se requería de ellos para respetar su parte del Pacto.
Lee Josué 24:15. ¿Qué principio encontramos aquí que podemos aplicar a nosotros hoy?
PROMESAS
Lee Nehemías 10:30 al 39. ¿Cuáles son las cuatro cosas que los israelitas se comprometieron a hacer como parte del Pacto renovado?
El pueblo prometió lo siguiente:
El objetivo de la comunidad era demostrar que estaban comprometidos con el Pacto y, por lo tanto, implementarían formas prácticas de establecer su relación con Dios y con los demás. Aunque no siempre observaran el Pacto a la perfección, entendían que los hábitos y las prácticas correctos influirían en el futuro. Si la nación israelita habría de emprender el camino correcto, debían establecer prácticas y hábitos que los condujeran adonde querían llegar. Si querían andar cerca de Dios, entonces darle importancia al sábado y ocuparse del Templo eran pasos importantes en esa dirección.
Desdichadamente, no cumplieron muy bien sus promesas, como lo demuestran los últimos capítulos de Nehemías. Sin embargo, incluso si no todos las cumplían, algunos sí. Con la ayuda de Dios, si centramos nuestra atención en él, podremos adquirir hábitos correctos y seguir el buen camino.
■ “Por medio del correcto ejercicio de la voluntad puede obrarse un cambio completo en tu vida. Al entregar tu voluntad a Cristo, te unes al poder que está por encima de todos los principados y las potestades. Tendrás fuerza de lo Alto para sostenerte firme, y rindiéndote así constantemente a Dios serás capacitado para vivir una vida nueva; más precisamente, la vida de fe” (CC 48). ¿Qué te impide experimentar lo que está escrito aquí?
EL TEMPLO
Repasa Nehemías 10:32 al 39. ¿Por qué los servicios del Templo eran esenciales para los israelitas, como vemos en esta frase: “No abandonaremos la casa de nuestro Dios” (Neh. 10:39)? ¿Por qué el Templo era tan importante para la fe en su conjunto? (Ver, además, Heb. 8:1–7.)
Los israelitas se comprometieron a ocuparse del Templo. A pesar de que eran un pequeño grupo económicamente oprimido por los reyes, decidieron que necesitaban dar de lo poco que tenían para que el Templo no solo sobreviviera sino también prosperara. Por lo tanto, decidieron dar un tercio de siclo para el servicio del Templo cada año, en vez de solo cuando se hacía el censo, como lo ordenaba la Ley. La nación vio la necesidad de ir más allá de lo requerido. Además, asignaron a familias específicas la responsabilidad de ofrendar leña para quemar en el altar, ya que reconocieron que sin organización la práctica disminuiría.
Las primicias, los primogénitos y los diezmos y las ofrendas eran aspectos del servicio del Templo que posibilitaban el ministerio de los sacerdotes y los levitas. Una décima parte de todo debía ir para los levitas. Además, los primogénitos eran redimidos por dinero, lo que aumentaba la suma que recibían los levitas. A su vez, una décima parte del diezmo de los levitas iba para los sacerdotes.
El Templo constituía el pulso de la nación israelita. Era tan importante para su fe que la mayor tragedia ocurrió cuando Nabucodonosor derribó el Templo y se llevó los objetos sagrados.
Cuando el Templo estaba bien administrado, le daba a la nación una vida espiritual vibrante porque le indicaba al pueblo la solución definitiva al problema del pecado, que era a través de la muerte de un cordero. Cuando Jesús murió en la Cruz, esa solución fue suplida (Rom. 5:5–10). Además, a través del servicio anual del Día de la Expiación, el pueblo aprendía que, en última instancia, Dios tiene un plan para acabar con mal y el pecado para siempre. En otras palabras, el Templo servía como escenario para revelarle al pueblo todo el plan de salvación. Las lecciones que podemos obtener al observar los servicios del Templo son inmensas y necesarias para darnos una idea más amplia del carácter de Dios y esclarecer el plan de salvación.
■ “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Tim. 1:15). ¿Cuál era la esperanza de Pablo y cómo podemos hacerla propia también?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “La consagración”, pp. 43-48.
“El servicio del Santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el Lugar Santo, y una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el Lugar Santísimo para purificar el Santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del Tabernáculo y, poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. ‘Sin derramamiento de sangre’, dice el apóstol, no hay remisión de pecados. ‘La vida de la carne está en la sangre’ (Lev. 17:11). La Ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida perdida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al Lugar Santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la Ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, a través de la sangre, al Santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al Lugar Santo; pero entonces el sacerdote debía comer la carne, como Moisés lo había indicado a los hijos de Aarón al decir: ‘La dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación’ (Lev. 10:17). Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al Santuario” (CS 413).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Piensa en las promesas que hiciste y que no cumpliste, no importa cuán sincera y seria haya sido tu intención de cumplirlas. ¿Qué aprendiste de esa experiencia que quizá podría ayudarte a evitar que vuelvas a cometer un error similar?
2. El Pacto es un establecimiento legal de una relación. Nosotros cortamos esa relación con Dios, pero él siempre es fiel con su parte del Pacto, aun cuando nosotros no. Entender la bondad y la fidelidad de Dios, ¿cómo puede acercar a la humanidad a una relación estrecha con él y, de este modo, ayudarnos a vivir como deberíamos?
3. Piensa en cuántas veces le has sido infiel a Dios y a las promesas que tenemos bajo el “nuevo pacto” (ver Luc. 22:20; Heb. 8:13; 9:15). ¿Por qué es tan importante entender el plan de salvación y la promesa de perdón que tenemos a causa del sacrificio de Jesús, cuya sangre selló el “nuevo pacto” por nosotros?
Dios lo bendiga!!!
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Nehemías 9:38; 10:3.
Enfoque del estudio: Nehemías 10.
El pacto era un acto de coronación para establecer una relación entre Dios y su pueblo. En primer lugar, los israelitas estudiaron las Escrituras, lo que los llevó a convencerse de su pecado y confesarlo (Neh. 8; 9). Después de la confesión, las alabanzas y las súplicas de su pueblo, se llevó a cabo la renovación del Pacto. Nehemías lo firmó primero, seguido por 83 líderes de la nación. Los líderes pusieron un sello en el documento, y el resto de la congregación se comprometió, “bajo juramento, a vivir de acuerdo con la ley que Dios” (Neh. 10:29, NVI). Luego prometieron lealtad a Dios haciendo cuatro votos.
Prometieron:
(1) no casarse con gente de otras naciones,
(2) guardar fielmente el sábado,
(3) cancelar todas las deudas y
(4) cuidar el Templo (incluyendo la devolución de diezmos y ofrendas).
En otras palabras, la firma del pacto no era suficiente. Ellos sabían que tenía que ir seguida de acciones. Su compromiso con Dios tenía que ser observable y, por lo tanto, reintroducían aspectos importantes para andar con Dios como una nación santa. Mediante una relación con Dios y un comportamiento intencional, debían crecer como pueblo de Dios. Un aspecto fundamental de ser fiel a Dios y desarrollar los hábitos correctos es pedirle a Dios que nos transforme y nos ayude de manera constante y persistente. Con su ayuda y manteniendo nuestra vista fija en él, podemos desarrollar los hábitos correctos y seguir el camino correcto. Los judíos no dejaron su crecimiento al azar, sino que diligentemente trazaron planes de acción que los mantendrían cimentados en Dios.
Parte II: COMENTARIO
Estructura temática del capítulo 10
1. Los líderes sellan el pacto (Neh. 10:1-27).
2. El pueblo promete andar en la Ley de Dios (Neh. 10:28, 29).
3. Las promesas del pacto (Neh. 10:30-39).
a. No a los matrimonios mixtos (Neh. 10:30).
b. La observancia del sábado (Neh. 10:31a).
c. Cancelación de deudas (Neh. 10:31b).
d. El servicio del Templo (Neh. 10:32-39).
i. El impuesto del Templo (Neh. 10:32, 33).
ii. Madera (Neh. 10:34).
iii. Las primicias (Neh. 10:35-37a).
iv. El diezmo (Neh. 10:37b-38).
v. Las ofrendas (Neh. 10:39a, b).
vi. Resumen: “No abandonaremos la casa de nuestro Dios” (Neh. 10:39c).
De la Creación a la Re-Creación
La historia bíblica de la Creación comienza en Génesis 1, y ocurre en una serie de siete días. La culminación de la historia de la Creación, conocida como el relato de la Primera Creación, es el séptimo día, el sábado. Este relato nos dice a los seres humanos que fuimos creados dependientes de Dios y que debíamos vivir en relación con él. Génesis 2 describe la Creación desde una perspectiva ligeramente diferente pero aún en una serie de siete, que culminó en el establecimiento de una relación horizontal (es decir, entre seres humanos) a través del matrimonio de la primera pareja. Desgraciadamente, a causa del pecado, la Creación de Dios fue des-creada por la humanidad cuando esta cortó relaciones con Dios como resultado de intentar vivir una vida autónoma. Decirle no a la presencia de Dios en su vida hizo que el mundo se degenerara rápidamente por la maldad hasta que Dios tuvo que intervenir con el Diluvio para detener la avalancha del mal; de lo contrario, pronto no habría quedado nadie para salvar. Afortunadamente, con Dios, que es fiel a su palabra, siempre hay un nuevo comienzo. Él vuelve a crear después del Diluvio en la época de Noé. Dios conserva un remanente, y a través de él trae salvación. Esta historia de Re-Creación, escrita en una secuencia de siete, culmina con el Pacto (Gén. 8:1-9:17). Aunque Dios tuvo que volver a empezar muchas veces (torre de Babel, Abraham, Moisés, etc.), el Pacto sigue siendo un aspecto central de la relación entre Dios y la humanidad. Por lo tanto, el Pacto entre Dios y la humanidad es un elemento importante de la misión de Re-Creación que Dios asumió desde la caída de la humanidad. El Pacto es un establecimiento legal de una relación entre Dios y la humanidad. Es un intento de restaurar la relación rota entre Dios y la humanidad. Es necesario porque la humanidad no confía en Dios. Cuando hay confianza entre la gente, no se necesitan documentos ni convenios legales para garantizar que cada una de las partes del acuerdo cumpla sus promesas. Sin embargo, Dios sabe que a los seres humanos les cuesta mucho confiar en él. Entonces ideó una manera de demostrarnos que siempre es fiel. El Pacto es una manera en que Dios nos muestra que él se toma en serio su compromiso con nosotros. Dios siempre da el primer paso. Es el iniciador del Pacto. Él establece el Pacto con nosotros.
Cómo se hace un pacto
El pacto es un documento legal, escrito según los tratados hititas entre dos partes (generalmente entre un soberano y sus vasallos), lo que hace que la relación sea vinculante. El mejor ejemplo de cómo se hacía un pacto en la cultura mesopotámica se encuentra en Génesis 15, en el que Dios hace un pacto con Abram.
Abram sigue la costumbre establecida de hacer un pacto entre dos partes. La traducción literal para hacer un pacto es “cortar” un pacto, porque implicaba el “corte” de animales. Dependiendo de cuán rico fuera el vasallo (el sirviente), este traería una variedad de animales para dividirlos por la mitad. El vasallo hacía el trabajo de dividir los animales por la mitad y luego prestaba juramento ante el señor supremo. Como Abram es rico, trae una becerra, una cabra, un carnero, una tórtola y un palomino (Gén. 15:9). Cortó a cada uno de los animales por la mitad y los colocó uno frente al otro en el suelo, creando un camino entre ellos.
Las aves quedaron enteras debido a su tamaño pequeño y se colocaron una frente a otra. El trabajo del vasallo ahora era caminar entre las piezas cortadas y proclamar algo así como: “Que se haga conmigo como se hizo con estos animales si rompo este pacto”. El soberano no caminaba entre el piezas porque esto solo lo hacía quien tenía el estatus más bajo en la relación. Entonces, como era habitual, Abram habría caminado entre las piezas como vasallo a pesar de que eso no se menciona específicamente en el texto.
Sin embargo, aunque es de esperar que ese acto sea el final de la historia y la culminación del Pacto, Dios no termina la ratificación del Pacto allí. Cuando el sol se pone, Abram ve de repente “un horno humeando, y una antorcha de fuego” que pasan entre las piezas. El humo y el fuego representan a Dios en el Antiguo Testamento (el humo en la montaña, cuando la presencia de Dios desciende; y una columna de fuego, en el desierto; más adelante, en el Nuevo Testamento, tenemos las lenguas de fuego [Hech. 2], etc.). ¿Qué significan estas cosas? Dios mismo caminó a través de las piezas. Él no le exigió a Abram que cruzara y prestara juramento; fue el mismo Dios quien prometió: “Si rompo este pacto, que yo sea cortado al medio como estos animales”. Increíblemente, los seres humanos fueron los que rompieron el Pacto una y otra vez. Al final, Dios fue el que estuvo dispuesto a ser “cortado” en la Cruz y morir por la humanidad pecaminosa para demostrar su fidelidad y su increíble amor. Dios nunca rompió el Pacto. Pero, como nosotros sí lo hicimos, él tomó nuestro lugar en ser partido al medio; Dios murió por nosotros en nuestro lugar.
Dios hace un pacto con nosotros para demostrarnos su compromiso y su bondad. Aunque nosotros rompemos la relación con él, él sigue obrando para repararla. Él quiere restaurarnos para sí (Éxo. 19:4; Juan 12:32).
Promesas del pacto
Los judíos de la época de Nehemías reconocen que Dios es fiel. Ahora quieren comprometerse a ser una nación santa para Dios. Los líderes firman un documento que testifica que quieren ser fieles a Dios. Luego, el resto de los israelitas está de acuerdo con esto y jura seguir la Ley de Dios. Son conscientes de que la responsabilidad de andar con Dios descansa sobre ellos. Pero, no alcanza con hablar para andar con Dios; debe haber hechos concretos. El pueblo debe ser obediente a las enseñanzas de Dios.
Por ende, en una demostración de la intención del pueblo de ser obediente, el resto del capítulo se dedica a describir los detalles de su promesa a Dios.
(1) No tendrán matrimonios mixtos con los pueblos circundantes y no darán a sus hijos en matrimonio a aquellos que no vivan para Dios.
(2) No comprarán ni venderán en sábado y lo respetarán como un día santo, un día diferente, sabiendo que la compraventa se realiza durante el resto de los días de la semana.
(3) También perdonarán cualquier deuda cada séptimo año y dejarán que el terreno descanse como se indica en Levítico 25 durante el año del jubileo.
Finalmente, (4) se centrarán en restaurar los servicios del Templo proveyendo para los levitas y los sacerdotes mediante el pago de diezmos y ofrendas, y la regulación de todas las normativas del Templo. Los sacerdotes debían recibir una décima parte de los diezmos. Al comienzo, cuando los levitas eran mucho más numerosos que los sacerdotes, esta parte era una gran provisión. Pero, para la época de Nehemías, era tan pequeño el grupo de personas que quedaban que recibir un décimo de la décima parte era una asignación escasa. El hecho de que los sacerdotes estuvieran de acuerdo con esta asignación demuestra su actitud desinteresada y humilde. Las medidas adoptadas por la asamblea y los que servían en el Templo muestran su sincero compromiso con Dios.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
1. Imagina la escena del pacto entre Dios y Abram, que involucraba los cinco sentidos. Ahora responde las siguientes preguntas:
a. ¿Olor a qué habría en el lugar?
b. ¿Qué se oiría?
c. ¿Qué saborearías si estuvieras allí?
d. ¿Qué verías?
e. ¿Qué palparías?
2. ¿Qué piensas del accionar de Dios de caminar a través de los trozos de animales en Génesis 15? ¿Qué crees que pensó Abram cuando Dios “cortó” el pacto con él? ¿Qué significa para ti el hecho de que Dios haga el pacto con Abram?
El pacto de Nehemías
Dios lo bendiga!!!
DIOS Y EL PACTO
Sábado 16 de noviembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Nehemías 10:1–29; Génesis 4:8–19; Hebreos 13:20; Josué 24; Nehemías 10:30–39; Hebreos 8:1–7.
PARA MEMORIZAR:
“A causa, pues, de todo esto, nosotros hacemos fiel promesa, y la escribimos, firmada por nuestros príncipes, por nuestros levitas y por nuestros sacerdotes [...] y no abandonaremos la casa de nuestro Dios” (Neh. 9:38; 10:39).
¿Qué quiere decir la Biblia cuando habla del “Pacto”? La explicación más fácil de este tipo de pacto bíblico es que es el establecimiento legal de una relación entre Dios y su pueblo. Es Dios quien dice:
“Tú eres mi pueblo y yo soy tu Dios”. Más allá de esto, podemos ver que se usaban pactos escritos entre otros pueblos en el mundo antiguo, a menudo entre los dirigentes y sus vasallos.
Estos pactos se establecían porque eran beneficiosos para ambas partes. El dirigente cuidaba al pueblo y el pueblo le pagaba tributo. Pero con Dios, el Pacto era diferente. Dios en realidad no obtenía nada de él, y no obstante prometía serle fiel, incluso cuando el pueblo no le era fiel. De hecho, las bendiciones y las maldiciones sujetas al Pacto posibilitaban que los israelitas supieran que habían estado infringiendo el Pacto cuando empezaban a suceder cosas malas.
Esta semana, veremos el pacto que los israelitas renovaron con Dios, en Nehemías 10, y también analizaremos información general sobre la historia y la importancia de hacer pactos en la Biblia.
Notas EGW
Sábado 16 de noviembre
Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, preservada por Noé y observada por Abraham, no habría habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abraham hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios, y no babría sido necesario proclamarla desde el Si naí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los diez mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés (Patriarcas y profetas, p. 379).
Cuando Moisés estaba recibiendo la ley de Dios en el monte, el Señor le informó en cuanto al pecado del rebelde Israel y le pidió que los dejara ir, para que pudiera destrnirlos. Pero Moisés intercedió ante Dios en favor del pueblo. Aunque Moisés fue el hombre más manso que haya vivido, sin embargo cuando estuvieron en juego los intereses del pueblo sobre el cual Dios lo había nombrado como dirigente, perdió su timidez natural y con singular persistencia y audacia maravillosa intercedió ante Dios en favor de Israel. No consentiría en que Dios destruyera a su pueblo, aunque Dios prometió que al destruirlos exaltaría a Moisés y levantaría a un pueblo mejor que fsrael.
Moisés prevaleció. Dios le concedió su ferviente petición de no destruir a su pueblo. Moisés tomó las tablas del pacto, la Ley de los Diez Mandamientos, y descendió del monte. La jarana tumultuosa y de borrachos de los hijos de lsrael llegó a sus oídos mu.cho antes de arribar al campamento. Cuando vio su idolatría y que habían quebrantado en la manera más manifiesta las palabras del pacto, se sintió abrumado de tristeza e indignacióo ante su ruin idolatría. Se sintió dominado por la confusión y vergüenza por lo que habían hecho, y allí arojó las tablas y las rompió. Como ellos habían quebrantado su pacto con Dios, Moisés, al quebrar las tablas, les indicó que así también Dios había roto su pacto con ellos. Las tablas sobre las cuales füe escrita la Ley de Dios fueron rotas (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 328).
Los que se han levantado con Cristo para andar en novedad de vida, son los elegidos de Dios. Son santos frente al Señor, y él los reconoce como sus amados. Como tales, están bajo el solemne pacto de distinguirse manifestando humildad de mente. Deben revestirse del manto de justicia. Están separados del mundo, de su espíritu, de sus prácticas, y deben revelar que están aprendiendo de él... Si comprenden que han muerto con Cristo, si mantienen su voto bautismal, el mundo no tendrá poder para apartarlos con el fin de que nieguen a Cristo. Si viven la vida de Cristo en este mundo, son participantes de la naturaleza divina (Sons and Daughters o/ God, p. 133; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 135).
Sábado 16 de noviembre
Si el hombre hubiera guardado la ley de Dios, tal como le fue dada a Adán después de su caída, preservada por Noé y observada por Abraham, no habría habido necesidad del rito de la circuncisión. Y si los descendientes de Abraham hubieran guardado el pacto del cual la circuncisión era una señal, jamás habrían sido inducidos a la idolatría, ni habría sido necesario que sufieran una vida de esclavitud en Egipto; habrían conservado el conocimiento de la ley de Dios, y no babría sido necesario proclamarla desde el Si naí, o grabarla sobre tablas de piedra. Y si el pueblo hubiera practicado los principios de los diez mandamientos, no habría habido necesidad de las instrucciones adicionales que se le dieron a Moisés (Patriarcas y profetas, p. 379).
Cuando Moisés estaba recibiendo la ley de Dios en el monte, el Señor le informó en cuanto al pecado del rebelde Israel y le pidió que los dejara ir, para que pudiera destrnirlos. Pero Moisés intercedió ante Dios en favor del pueblo. Aunque Moisés fue el hombre más manso que haya vivido, sin embargo cuando estuvieron en juego los intereses del pueblo sobre el cual Dios lo había nombrado como dirigente, perdió su timidez natural y con singular persistencia y audacia maravillosa intercedió ante Dios en favor de Israel. No consentiría en que Dios destruyera a su pueblo, aunque Dios prometió que al destruirlos exaltaría a Moisés y levantaría a un pueblo mejor que fsrael.
Moisés prevaleció. Dios le concedió su ferviente petición de no destruir a su pueblo. Moisés tomó las tablas del pacto, la Ley de los Diez Mandamientos, y descendió del monte. La jarana tumultuosa y de borrachos de los hijos de lsrael llegó a sus oídos mu.cho antes de arribar al campamento. Cuando vio su idolatría y que habían quebrantado en la manera más manifiesta las palabras del pacto, se sintió abrumado de tristeza e indignacióo ante su ruin idolatría. Se sintió dominado por la confusión y vergüenza por lo que habían hecho, y allí arojó las tablas y las rompió. Como ellos habían quebrantado su pacto con Dios, Moisés, al quebrar las tablas, les indicó que así también Dios había roto su pacto con ellos. Las tablas sobre las cuales füe escrita la Ley de Dios fueron rotas (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 328).
Los que se han levantado con Cristo para andar en novedad de vida, son los elegidos de Dios. Son santos frente al Señor, y él los reconoce como sus amados. Como tales, están bajo el solemne pacto de distinguirse manifestando humildad de mente. Deben revestirse del manto de justicia. Están separados del mundo, de su espíritu, de sus prácticas, y deben revelar que están aprendiendo de él... Si comprenden que han muerto con Cristo, si mantienen su voto bautismal, el mundo no tendrá poder para apartarlos con el fin de que nieguen a Cristo. Si viven la vida de Cristo en este mundo, son participantes de la naturaleza divina (Sons and Daughters o/ God, p. 133; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 135).
Domingo 17 de noviembre
LA IDEA DEL PACTO
Lee Nehemías 10:1 al 29 (y refresca tu memoria leyendo Neh. 9:36–38). ¿Quiénes hacen este pacto, y por qué lo hacen?
Aunque solo los líderes firmaron el documento, el texto señala claramente que “el resto del pueblo” se comprometió “bajo imprecación y juramento: A andar en la Ley de Dios” (Neh. 10:28, 29, RVA-2015). ¿Por qué el Pacto era tan trascendente que todos deseaban celebrar un acuerdo con Dios? Para responder esta pregunta, debemos volver al comienzo y entender la idea bíblica del Pacto.
El Pacto era importante porque formaba parte de la historia de Dios en su trato con la humanidad pecadora, y demostraba el anhelo de Dios de relacionarse con la gente. También permitía que el pueblo demostrara su deseo de ser dedicado a Dios.
La historia bíblica de la Creación, en Génesis 1 y 2, revela no solo la creación de los primeros seres humanos, sino también su relación con Dios, y entre ellos también. Sin embargo, luego entró el pecado y les puso fin a todas esas relaciones. El pecado es la antítesis de la creación, ya que, al contrario, produce descreación, o muerte.
La genealogía de Adán finalmente se divide, ya que Caín elige el mal (Gén. 4:8–19) y Set acepta a Dios (Gén. 5:3–24). La genealogía de Caín culmina en Lamec (Gén. 4:17–19), el séptimo (inclusive) desde Adán, quien introdujo la poligamia. La violencia y la venganza del lado de Caín se yuxtaponen con el linaje fiel de Set. La genealogía de Set también se enumera, pero el séptimo en esta línea es Enoc, quien “caminó [...] con Dios” (Gén. 5:24) y fue llevado al cielo.
Desgraciadamente, el mundo se dedicó a la maldad más que a Dios, y llegó un momento en que el linaje de los fieles era muy pequeño, y pronto no quedaría ninguna familia a través de la cual Dios pudiera cumplir su palabra al enviar a la Simiente prometida para salvar a la humanidad. Llegado ese momento, Dios intervino con el Diluvio. Sin embargo, este evento fue una descreación posterior, una revocación y una destrucción de la vida, y no obstante, Dios destruyó solamente lo que la humanidad ya había arruinado (Gén. 6:11–13).
■ ¿Cómo has experimentado personalmente la realidad de la fuerza destructiva del pecado? ¿Cuál es el único poder contra el pecado, y cómo nos valemos de él?
Notas EGW
Domingo 17 de novíembre: La idea del pacto
Si Cristo está en el corazón, se echará de ver en el hogar, en el taller, en el mercado, en la iglesia. El poder de la verdad se manifestará elevando y ennobleciendo la mente, enterneciendo y subyugando el corazón, poniendo al hombre entero en annonía con Dios. El que es transformado por la verdad esparcirá una luz en el mundo. El que tiene la espernnza de Cristo se purificará a sí mismo, así como él es puro. La esperanza de la aparición de Cristo es una gran esperanza, una esperanza de largo alcat1ce. Es la esperanza de ver al Rey en su hermosura y de ser hechos semejantes a él.
Cuando venga Cristo, la tierra temblará delante de él, y los cielos se enrollarán como un pergamino, y todo monte y toda isla se removerá de su lugar. "Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Ju.ntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez". Salmos 50:3-6 (Fe y obras, p. 120).
Muchos de nosotros no nos damos cuenta de la relación de convenio en que estamos ante Dios como pueblo suyo. Estamos bajo las obligaciones más solemnes de representar a Dios y a Cristo. Debemos cuidarnos de deshonrar a Dios al profosar ser su pueblo, y luego actuar directamente en forma contraria a su voluntad. Nos estamos preparando para trasladarnos. Entonces actuemos como si nos hubiéramos trnsladado. Preparémonos para las mansiones que Cristo ha ido a disponer para aquellos que le aman (Nuestra elevada vocación, p. 370).
Todos los que se apartan voluntariamente de los mandamientos de Dios se colocan bajo la dirección de Satanás. Muchos juegan con el mal, pensando que podrán romper con él cuando quieran; pero quedan cada vez más engafíados hasta que se encuentran dominados por una voluntad más fuerte que la suya. No pueden substraerse a su misterioso poder. El pecado secreto o la pasión dominante puede hacer de ellos cautivos tan ine,tes como el endemoniado de Capemaúm.
Sin embargo, su condición no es desesperada. Dios no domina nuestra mente sin nuestro consentimiento, sino que cada hombre está. libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo.
El endemoniado, en vez de oraciones, solo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza (El ministerio de curación, pp. 61, 62).
Domingo 17 de novíembre: La idea del pacto
Si Cristo está en el corazón, se echará de ver en el hogar, en el taller, en el mercado, en la iglesia. El poder de la verdad se manifestará elevando y ennobleciendo la mente, enterneciendo y subyugando el corazón, poniendo al hombre entero en annonía con Dios. El que es transformado por la verdad esparcirá una luz en el mundo. El que tiene la espernnza de Cristo se purificará a sí mismo, así como él es puro. La esperanza de la aparición de Cristo es una gran esperanza, una esperanza de largo alcat1ce. Es la esperanza de ver al Rey en su hermosura y de ser hechos semejantes a él.
Cuando venga Cristo, la tierra temblará delante de él, y los cielos se enrollarán como un pergamino, y todo monte y toda isla se removerá de su lugar. "Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Ju.ntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio. Y los cielos declararán su justicia, porque Dios es el juez". Salmos 50:3-6 (Fe y obras, p. 120).
Muchos de nosotros no nos damos cuenta de la relación de convenio en que estamos ante Dios como pueblo suyo. Estamos bajo las obligaciones más solemnes de representar a Dios y a Cristo. Debemos cuidarnos de deshonrar a Dios al profosar ser su pueblo, y luego actuar directamente en forma contraria a su voluntad. Nos estamos preparando para trasladarnos. Entonces actuemos como si nos hubiéramos trnsladado. Preparémonos para las mansiones que Cristo ha ido a disponer para aquellos que le aman (Nuestra elevada vocación, p. 370).
Todos los que se apartan voluntariamente de los mandamientos de Dios se colocan bajo la dirección de Satanás. Muchos juegan con el mal, pensando que podrán romper con él cuando quieran; pero quedan cada vez más engafíados hasta que se encuentran dominados por una voluntad más fuerte que la suya. No pueden substraerse a su misterioso poder. El pecado secreto o la pasión dominante puede hacer de ellos cautivos tan ine,tes como el endemoniado de Capemaúm.
Sin embargo, su condición no es desesperada. Dios no domina nuestra mente sin nuestro consentimiento, sino que cada hombre está. libre para elegir el poder que quiera ver dominar sobre él. Nadie ha caído tan bajo, nadie es tan vil que no pueda hallar liberación en Cristo.
El endemoniado, en vez de oraciones, solo podía pronunciar las palabras de Satanás; sin embargo, la muda súplica de su corazón fue oída. Ningún clamor de un alma en necesidad, aunque no llegue a expresarse en palabras, quedará sin ser oído. Los que consienten en hacer pacto con el Dios del cielo no serán abandonados al poder de Satanás ni a las flaquezas de su propia naturaleza (El ministerio de curación, pp. 61, 62).
Lunes 18 de noviembre
LOS PACTOS EN LA HISTORIA
Después del Diluvio, Dios comenzó de nuevo, ahora con Noé y la gente que vino después. Con ella también procuró tener una relación, y la idea del Pacto era fundamental para esa relación. La Biblia identifica siete pactos principales que Dios hizo con la humanidad:
1º pacto - Adán (Gén. 1–3)
2º pacto - Noé (Gén. 6–9)
3º pacto - Abraham (Gén. 12:1–3)
4º pacto - Moisés y la nación israelita (conocido como Pacto Sinaítico o Mosaico; Éxo. 19–24)
5º pacto - Finees (Núm. 25:10–13)
6º pacto - David (2 Sam. 7:5–16)
7º pacto - Nuevo Pacto (Jer. 31:31–34)
Lee los siguientes pasajes. ¿Qué quiere decir “pacto perpetuo”, o “pacto eterno”? (Gén. 9:16; 17:7; Isa. 55:3; Heb. 13:20).
La Biblia incorpora el término “pacto perpetuo”, o “pacto eterno”, 16 veces. De ellos, 13 se aplican específicamente a los pactos con Abraham, Israel en el Sinaí y David. Cada uno de los pactos mencionados anteriormente, aunque únicos, llevaban la impronta del“pacto eterno”. Así como el evangelio eterno se anuncia por primera vez en Génesis 3:15, pero luego se revela progresivamente en toda la Biblia, lo mismo se aplica al Pacto eterno. Cada pacto consecutivo sirve para exponer y profundizar nuestra comprensión del Pacto de amor eterno, que se revela más plenamente en el plan de salvación. El Nuevo Pacto y el Antiguo Pacto, como a menudo se los distingue, contienen los mismos componentes.
- Santificación: “Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón” (Jer. 31:33; comparar con Heb. 8:10).
- Reconciliación: “Yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo” (Jer. 31:33; Heb. 8:10).
- Misión: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande” (Jer. 31:34; Heb. 8:11).
- Justificación: “Perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado” (Jer. 31:34; Heb. 8:12).
Notas EGW
Lunes 18 de noviembre: Los pactos en la historia
Hace algún tiempo fuimos favorecidos con la contemplación del arco iris más hermoso que hayamos visto. A menudo habíamos visitado galerías de arte, y habíamos admirado la habilidad desplegada por el artista en cuadros que representaban el gran arco de la promesa de Dios. Pero aquí contemplamos variados matices: cannesí, púrpura, azul, verde, plateado y dorado, todos perfectamente unidos por el gran Maestro Artista...
Dios mismo contempla el arco en las nubes, y recuerda su pacto eterno entre él y el hombre... El arco iris representa el amor de Cristo que rodea la tierra, y llega hasta las profundidades de los cielos relacionando a los hombres con Dios, y uniendo la tierra con el cielo.
Cuando contemplamos esta hermosa escena, podemos regocijarnos en Dios, al tener la seguridad de que él rnismo contempla esa señal de su pacto, y de que cua11do él la ve recuerda a los hijos de la tierra a quienes les fue dada. Sus aflicciones, peligros y pruebas no pasan inadvertidos para él. Podemos regocijamos en esperanza, porque el arco del pacto de Dios está entre nosotros. El nunca olvidará a sus hijos del cuidado divino. Cuán difícil es para la mente del hombre finito apoderarse del amor peculiar y la ternura de Dios, y su incomparable condescendencia cuando dijo: "Y estará el arco e11 las nubes, y verlo he para acordanne del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente" (Nuestra elevada vocación, p. 3l6).
El pacto con A'braham también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Sefior se le apareció y le dijo: "Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto". Génesis 17:1. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: "Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis esta.tutos y mis leyes". Génesis 26:5.
Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abraharo, oo pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios (La maravillosa gracia de Dios, p. 133).
Cristo mismo fue el originador del sistema judío de culto, en el cual se anticipaban las cosas espirituales y celestiales por medio de simbolos y sombras. Muchos olvidaron el verdadero significado de esas ofrendas, y se perdió para ellos la grao verdad de que solo mediante Cristo hay perdón de pecados. La multiplicación de las ofrendas ceremoniales, la sangre de becerros y machos cabríos no podía quitar el pecado...
La expiación de Cristo selló para siempre el pacto eterno de la gracia. Fue el cumplimiento de todas las condiciones por las cuales Dios había suspendido la libre comunicación de la gracia con la familia humana. Entonces fue derribada toda barrera que interceptaba la más generosa acción de la gracia, la misericordia, la paz y el amor para el más culpable de la raza de Adán (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, pp. 944, 945).
Lunes 18 de noviembre: Los pactos en la historia
Hace algún tiempo fuimos favorecidos con la contemplación del arco iris más hermoso que hayamos visto. A menudo habíamos visitado galerías de arte, y habíamos admirado la habilidad desplegada por el artista en cuadros que representaban el gran arco de la promesa de Dios. Pero aquí contemplamos variados matices: cannesí, púrpura, azul, verde, plateado y dorado, todos perfectamente unidos por el gran Maestro Artista...
Dios mismo contempla el arco en las nubes, y recuerda su pacto eterno entre él y el hombre... El arco iris representa el amor de Cristo que rodea la tierra, y llega hasta las profundidades de los cielos relacionando a los hombres con Dios, y uniendo la tierra con el cielo.
Cuando contemplamos esta hermosa escena, podemos regocijarnos en Dios, al tener la seguridad de que él rnismo contempla esa señal de su pacto, y de que cua11do él la ve recuerda a los hijos de la tierra a quienes les fue dada. Sus aflicciones, peligros y pruebas no pasan inadvertidos para él. Podemos regocijamos en esperanza, porque el arco del pacto de Dios está entre nosotros. El nunca olvidará a sus hijos del cuidado divino. Cuán difícil es para la mente del hombre finito apoderarse del amor peculiar y la ternura de Dios, y su incomparable condescendencia cuando dijo: "Y estará el arco e11 las nubes, y verlo he para acordanne del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente" (Nuestra elevada vocación, p. 3l6).
El pacto con A'braham también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Sefior se le apareció y le dijo: "Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto". Génesis 17:1. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: "Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis esta.tutos y mis leyes". Génesis 26:5.
Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abraharo, oo pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios (La maravillosa gracia de Dios, p. 133).
Cristo mismo fue el originador del sistema judío de culto, en el cual se anticipaban las cosas espirituales y celestiales por medio de simbolos y sombras. Muchos olvidaron el verdadero significado de esas ofrendas, y se perdió para ellos la grao verdad de que solo mediante Cristo hay perdón de pecados. La multiplicación de las ofrendas ceremoniales, la sangre de becerros y machos cabríos no podía quitar el pecado...
La expiación de Cristo selló para siempre el pacto eterno de la gracia. Fue el cumplimiento de todas las condiciones por las cuales Dios había suspendido la libre comunicación de la gracia con la familia humana. Entonces fue derribada toda barrera que interceptaba la más generosa acción de la gracia, la misericordia, la paz y el amor para el más culpable de la raza de Adán (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, pp. 944, 945).
Martes 19 de noviembre
ESTRUCTURA DEL PACTO
Los eruditos reconocen que existe una estructura típica en los pactos bíblicos; esto incluso se evidencia en los pactos hechos por los antiguos hititas. Es decir, Dios se comunicó con el pueblo de una manera que, en su cultura, pudieran entender concretamente.
Los pactos que eran comunes en la época del antiguo Israel tenían las siguientes partes: preámbulo (quién es Dios); prólogo histórico (se define la relación anterior); cláusulas o leyes; bendiciones y maldiciones; testigos, cláusula especial o señal del pacto. Por lo tanto, no es de extrañar que Dios haya utilizado algo similar para comunicarse con su pueblo en ese entonces. Usó algo con lo que estaban familiarizados.
Por ejemplo, todo el libro de Deuteronomio está escrito en forma de pacto, porque Moisés invita al pueblo de Dios a entrar en una nueva relación pactual con su Dios. Expresa el Pacto de la siguiente manera: (1) preámbulo (Deut. 1:1–5); (2) prólogo histórico (Deut. 1:6–4:43); (3) cláusulas, o leyes (Deut. 4:44–26:19); (4) bendiciones y maldiciones (Deut. 27-30); (5) testigos (Deut. 30:19); y finalmente, (6) cláusula especial (Deut. 31:9–13).
Lee Josué 24. ¿Cómo se revela esta estructura del pacto en ese capítulo también?
Lo mismo ocurre con la renovación del pacto hecho por Josué.
En primer lugar, se menciona un preámbulo donde Dios se presenta como “Jehová, Dios de Israel” (Jos. 24:2). Luego sigue un largo prólogo histórico donde Josué le recuerda al pueblo lo que Dios ha hecho por él en el pasado (Jos. 24:2-13). Después de esta historia, se enumeran las cláusulas, o leyes (Jos. 24:14, 15, 23); se mencionan las bendiciones y las maldiciones (Jos. 24:19, 20), los testigos identificados (Jos. 24:22, 27); y se establece la cláusula especial (Jos. 24:25, 26). Aquí, también se utilizó la forma básica de un pacto para comunicarse con Israel y mostrarle no solo la conducción de Dios en el pasado, sino también lo que se requería de ellos para respetar su parte del Pacto.
Lee Josué 24:15. ¿Qué principio encontramos aquí que podemos aplicar a nosotros hoy?
Notas EGW
Martes 19 de noviembre: Estructura del pacto
El Israel de Dios debe levantarse, y renovar su fortaleza en Dios, reafirmando y cumpliendo su pacto con él. La codicia, el egoísmo, el amor al dinero y el amor al mundo compenetran todas las filas de los observadores del sábado. Estos males están destruyendo el espíritu de sacrificio entre el pueblo de Dios. Los que albergan esta codicia en su corazón no se dan cuenta de ello. Ese mal se ha apoderado de ellos imperceptiblemente, y a menos que lo desarraiguen, su destrucción será tau segura como la de Acán. Muchos han quitado su sacrificio del altar de Dios. Aman al mundo, desean sus ganancias, y a menos que se produzca en ellos un cambio completo, perecerán con el mundo. Dios les ha prestado recursos; estos no son propios, pues Dios ba hecho a los hombres mayordomos suyos. Pero debido a esto, los llaman propios y los atesoran. Pero ¡oh, cuán prestamente les es arrebatado todo en un momento cuando la mano prosperadora de Dios se aparta de ellos! Se deben hacer sacrificios para Dios; hay que negarse al yo por amor a la verdad (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 132).
(Josué] era un sabio dirigente. Su vida estaba totalmente dedica.da a Dios. Antes de morir reunió a las huestes hebreas y siguiendo el ejemplo de Moisés recapituló sus peregrinaciones por el desierto y también la obra misericordiosa llevada a cabo por el Señor en favor de ellos. Acto seguido les habló con elocuencia... "Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová".
"Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en lodos los pueblos por entre los cuales pasamos".
El pueblo renovó su pacto con Josué. Le dijeron: "A Jehová nuestro Dios serviremos, y su voz obedeceremos". Josué escribió las palabras de este pacto en el Libro que contenía las Leyes y los estatutos dados a Moisés. Recibió el amor y el respeto de todo Israel, y su muerte fue sumamente lamentada (La historia de la redención, pp. 185, 186).
Dios nos ha dado la facultad de elección; a nosotros nos toca ejercitarla. No podemos cambiar nuestros corazones ni dirigir nuestros pensamientos, impulsos y afectos. No podemos bacernos puros, propios para el servicio de Dios. Pero sí podemos escoger el servir a Dios; podemos entregarle nuestra voluntad, y entonces él obrará en nosotros el querer y el hacer según su buena voluntad. Así toda nuestra naturaleza se someterá a la dirección de Cristo (El ministerio de curación, p. 131).
Martes 19 de noviembre: Estructura del pacto
El Israel de Dios debe levantarse, y renovar su fortaleza en Dios, reafirmando y cumpliendo su pacto con él. La codicia, el egoísmo, el amor al dinero y el amor al mundo compenetran todas las filas de los observadores del sábado. Estos males están destruyendo el espíritu de sacrificio entre el pueblo de Dios. Los que albergan esta codicia en su corazón no se dan cuenta de ello. Ese mal se ha apoderado de ellos imperceptiblemente, y a menos que lo desarraiguen, su destrucción será tau segura como la de Acán. Muchos han quitado su sacrificio del altar de Dios. Aman al mundo, desean sus ganancias, y a menos que se produzca en ellos un cambio completo, perecerán con el mundo. Dios les ha prestado recursos; estos no son propios, pues Dios ba hecho a los hombres mayordomos suyos. Pero debido a esto, los llaman propios y los atesoran. Pero ¡oh, cuán prestamente les es arrebatado todo en un momento cuando la mano prosperadora de Dios se aparta de ellos! Se deben hacer sacrificios para Dios; hay que negarse al yo por amor a la verdad (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 132).
(Josué] era un sabio dirigente. Su vida estaba totalmente dedica.da a Dios. Antes de morir reunió a las huestes hebreas y siguiendo el ejemplo de Moisés recapituló sus peregrinaciones por el desierto y también la obra misericordiosa llevada a cabo por el Señor en favor de ellos. Acto seguido les habló con elocuencia... "Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová".
"Entonces el pueblo respondió y dijo: Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses; porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en lodos los pueblos por entre los cuales pasamos".
El pueblo renovó su pacto con Josué. Le dijeron: "A Jehová nuestro Dios serviremos, y su voz obedeceremos". Josué escribió las palabras de este pacto en el Libro que contenía las Leyes y los estatutos dados a Moisés. Recibió el amor y el respeto de todo Israel, y su muerte fue sumamente lamentada (La historia de la redención, pp. 185, 186).
Dios nos ha dado la facultad de elección; a nosotros nos toca ejercitarla. No podemos cambiar nuestros corazones ni dirigir nuestros pensamientos, impulsos y afectos. No podemos bacernos puros, propios para el servicio de Dios. Pero sí podemos escoger el servir a Dios; podemos entregarle nuestra voluntad, y entonces él obrará en nosotros el querer y el hacer según su buena voluntad. Así toda nuestra naturaleza se someterá a la dirección de Cristo (El ministerio de curación, p. 131).
Miércoles 20 de noviembre
PROMESAS
Lee Nehemías 10:30 al 39. ¿Cuáles son las cuatro cosas que los israelitas se comprometieron a hacer como parte del Pacto renovado?
El pueblo prometió lo siguiente:
- Nada de matrimonios mixtos (ningún matrimonio con una persona que pudiera llevarlos a la idolatría);
- Verdadera observancia del sábado (sin distracciones con transacciones comerciales);
- Cancelación de la deuda y observancia del año sabático para cuidar de los pobres y darles libertad;
- Apoyo económico para el Templo, sus servicios y el personal al llevar las primicias, los primogénitos y el diezmo, asegurando así la continuidad de la verdadera adoración.
El objetivo de la comunidad era demostrar que estaban comprometidos con el Pacto y, por lo tanto, implementarían formas prácticas de establecer su relación con Dios y con los demás. Aunque no siempre observaran el Pacto a la perfección, entendían que los hábitos y las prácticas correctos influirían en el futuro. Si la nación israelita habría de emprender el camino correcto, debían establecer prácticas y hábitos que los condujeran adonde querían llegar. Si querían andar cerca de Dios, entonces darle importancia al sábado y ocuparse del Templo eran pasos importantes en esa dirección.
Desdichadamente, no cumplieron muy bien sus promesas, como lo demuestran los últimos capítulos de Nehemías. Sin embargo, incluso si no todos las cumplían, algunos sí. Con la ayuda de Dios, si centramos nuestra atención en él, podremos adquirir hábitos correctos y seguir el buen camino.
■ “Por medio del correcto ejercicio de la voluntad puede obrarse un cambio completo en tu vida. Al entregar tu voluntad a Cristo, te unes al poder que está por encima de todos los principados y las potestades. Tendrás fuerza de lo Alto para sostenerte firme, y rindiéndote así constantemente a Dios serás capacitado para vivir una vida nueva; más precisamente, la vida de fe” (CC 48). ¿Qué te impide experimentar lo que está escrito aquí?
Notas EGW
Miércoles 20 de noviembre: Promesas
Antes que terminase el día de ayuno, el pueblo recalcó aun más su resolución de volver al Señor, al comprometerse a dejar de profanar el sábado. Nehemías no ejerció entonces, como lo hizo en fecha ulterior, su autoridad para impedir a los traficantes paganos que entrasen en Jerusalén; sino que en un esfuerzo para evitar que el pueblo cediese a la tentación, lo comprometió en un pacto solemne a no transgredir la ley del sábado comprando de dichos vendedores, con la esperanza de que esto desanimaría a los tales y acabaría con el tráfico.
Se proveyó también para el sostenimiento del culto público de Dios. En adición al diezmo, la congregación se comprometió a dar anualmente una suma fija para el servicio del Santuario. Escribe Nehemías: "Echamos también las suertes,... que cada año traeríamos las primicias de nuestra tierra, y las primicias de todo fruto de todo árbol, a la casa de Jehová: asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestras bestias, como está escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas" (Profetas y reyes, p. 492).
Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distin!,rue al pueblo de Dios cuando sale del mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de la relación que existe entre Dios y su pueblo, una señal de que éste honra la ley de su Creador. Hace distincióu entre los súbditos leales y los transgresores...
A nosotros, como a Israel, nos es dado el sábado "por pacto perpetuo". Para los que reverencian el santo día, el sábado es una señal de que Dios los reconoce como su pueblo escogido. Es una garantía de que cumplirá su pacto en su favor. Cada alma que acepta la sefial del gobierno de Dios, se coloca bajo el pacto divino y eterno. Se vincula con la cadena áurea de la obediencia, de la cual cada eslabón es una promesa (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 3S 1, 352).
ls:rael se había tornado a Dios con profunda tristeza por su apostasía. Había hecho su confesión con lamentos. Había reconocido la justicia con que Dios le había tratado, y en un pacto se había comprometido a obedecer su ley. Ahora debía manifestar fe en sus promesas. Dios había aceptado su arrepentimiento; ahora les tocaba a ellos regocijarse en la seguridad de que sus pecados estaban perdonados y de que habían recuperado el favor divino.
Los esfuerzos de Nehemías por restablecer el culto del verdadero Dios habían sido coronados de éxito. Mientras el pueblo fuese fiel al juramento que había prestado, mientras obedeciese a la palabra de Dios, el Señor cumpliría su promesa derramando sobre él copiosas bendiciones (Profetas y reyes, p. 492).
Miércoles 20 de noviembre: Promesas
Antes que terminase el día de ayuno, el pueblo recalcó aun más su resolución de volver al Señor, al comprometerse a dejar de profanar el sábado. Nehemías no ejerció entonces, como lo hizo en fecha ulterior, su autoridad para impedir a los traficantes paganos que entrasen en Jerusalén; sino que en un esfuerzo para evitar que el pueblo cediese a la tentación, lo comprometió en un pacto solemne a no transgredir la ley del sábado comprando de dichos vendedores, con la esperanza de que esto desanimaría a los tales y acabaría con el tráfico.
Se proveyó también para el sostenimiento del culto público de Dios. En adición al diezmo, la congregación se comprometió a dar anualmente una suma fija para el servicio del Santuario. Escribe Nehemías: "Echamos también las suertes,... que cada año traeríamos las primicias de nuestra tierra, y las primicias de todo fruto de todo árbol, a la casa de Jehová: asimismo los primogénitos de nuestros hijos y de nuestras bestias, como está escrito en la ley; y que traeríamos los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas" (Profetas y reyes, p. 492).
Así como el sábado fue la señal que distinguía a Israel cuando salió de Egipto para entrar en la Canaán terrenal, así también es la señal que ahora distin!,rue al pueblo de Dios cuando sale del mundo para entrar en el reposo celestial. El sábado es una señal de la relación que existe entre Dios y su pueblo, una señal de que éste honra la ley de su Creador. Hace distincióu entre los súbditos leales y los transgresores...
A nosotros, como a Israel, nos es dado el sábado "por pacto perpetuo". Para los que reverencian el santo día, el sábado es una señal de que Dios los reconoce como su pueblo escogido. Es una garantía de que cumplirá su pacto en su favor. Cada alma que acepta la sefial del gobierno de Dios, se coloca bajo el pacto divino y eterno. Se vincula con la cadena áurea de la obediencia, de la cual cada eslabón es una promesa (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 3S 1, 352).
ls:rael se había tornado a Dios con profunda tristeza por su apostasía. Había hecho su confesión con lamentos. Había reconocido la justicia con que Dios le había tratado, y en un pacto se había comprometido a obedecer su ley. Ahora debía manifestar fe en sus promesas. Dios había aceptado su arrepentimiento; ahora les tocaba a ellos regocijarse en la seguridad de que sus pecados estaban perdonados y de que habían recuperado el favor divino.
Los esfuerzos de Nehemías por restablecer el culto del verdadero Dios habían sido coronados de éxito. Mientras el pueblo fuese fiel al juramento que había prestado, mientras obedeciese a la palabra de Dios, el Señor cumpliría su promesa derramando sobre él copiosas bendiciones (Profetas y reyes, p. 492).
Jueves 21 de noviembre
EL TEMPLO
Repasa Nehemías 10:32 al 39. ¿Por qué los servicios del Templo eran esenciales para los israelitas, como vemos en esta frase: “No abandonaremos la casa de nuestro Dios” (Neh. 10:39)? ¿Por qué el Templo era tan importante para la fe en su conjunto? (Ver, además, Heb. 8:1–7.)
Los israelitas se comprometieron a ocuparse del Templo. A pesar de que eran un pequeño grupo económicamente oprimido por los reyes, decidieron que necesitaban dar de lo poco que tenían para que el Templo no solo sobreviviera sino también prosperara. Por lo tanto, decidieron dar un tercio de siclo para el servicio del Templo cada año, en vez de solo cuando se hacía el censo, como lo ordenaba la Ley. La nación vio la necesidad de ir más allá de lo requerido. Además, asignaron a familias específicas la responsabilidad de ofrendar leña para quemar en el altar, ya que reconocieron que sin organización la práctica disminuiría.
Las primicias, los primogénitos y los diezmos y las ofrendas eran aspectos del servicio del Templo que posibilitaban el ministerio de los sacerdotes y los levitas. Una décima parte de todo debía ir para los levitas. Además, los primogénitos eran redimidos por dinero, lo que aumentaba la suma que recibían los levitas. A su vez, una décima parte del diezmo de los levitas iba para los sacerdotes.
El Templo constituía el pulso de la nación israelita. Era tan importante para su fe que la mayor tragedia ocurrió cuando Nabucodonosor derribó el Templo y se llevó los objetos sagrados.
Cuando el Templo estaba bien administrado, le daba a la nación una vida espiritual vibrante porque le indicaba al pueblo la solución definitiva al problema del pecado, que era a través de la muerte de un cordero. Cuando Jesús murió en la Cruz, esa solución fue suplida (Rom. 5:5–10). Además, a través del servicio anual del Día de la Expiación, el pueblo aprendía que, en última instancia, Dios tiene un plan para acabar con mal y el pecado para siempre. En otras palabras, el Templo servía como escenario para revelarle al pueblo todo el plan de salvación. Las lecciones que podemos obtener al observar los servicios del Templo son inmensas y necesarias para darnos una idea más amplia del carácter de Dios y esclarecer el plan de salvación.
■ “Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Tim. 1:15). ¿Cuál era la esperanza de Pablo y cómo podemos hacerla propia también?
Notas EGW
Jueves 21 de noviembre: El Templo
El tabernáculo, como después el templo, se erigió totalmente con ofrendas voluntarias; y para sufragar los gastos de las reparaciones necesarias y otros desembolsos, Moisés mandó que en ocasión de cada censo del pueblo, cada uno diera medio siclo para el servicio del Santuario. Véase Éxodo 30: 12-16; 2 Reyes 12:4, 5; 2 Crónicas 24:4, 13. En el tiempo de Nehemías se hacía w1a contribución anual para estos fines. Nehcmías 10:32, 33. De vez en cuando se ofecían sacrificios expiatorios y de agradecimiento a Dios. Estos eran traídos en grandes cantidades durante las fiestas anuales. Y se proveía generosamente para el cuidado de los pobres (Patriarcas y profetas, p. 565).
En la purificación del templo, Jesús anunció su misión como Mesías y comenzó su obra... Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa del pecado, la humanidad había dejado de ser templo de Dios. Ensombrecido y contaminado por el pecado, el corazón del hombre no revelaba la gloria del Ser divino. Pero por la encarnación del Hijo de Dios, se cumple el propósito del Cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón del hombre vuelve a ser su templo. Dios quería que el templo de Jerusalén fuese un testimonio continuo del alto destino ofrecido a cada alma. Pero los judíos no habían comprendido el significado del edificio que consideraban con tanto orgullo. No se entregaban a sí mismos como santuarios del Espíritu divino. Los atrios del templo de Jerusalén, llenos del tumulto de un tráfico profano, representaban con demasiada exactitud el templo del corazón, contaminado por la presencia de las pasiones sensuales y de los pensamientos profanos. Al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar el corazón de la contaminación del pecado (El Deseado de todas las gentes, p. 132).
Pablo tenía una muy humilde opinión de su progreso en la vida cristiana. Habla de sí mismo como del mayor de los pecadores. También dice: "No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto". (Filipenses 3:12). Siu embargo, Pablo había sido altamente honrado por el Señor... Hoy se necesitan obreros que tengan ese espíritu. Los que se sientan suficientes, y estén satisfechos de sí mismos, pueden muy bien quedar separados de la obra de Dios. Nuestro Sefior pide obreros que, sintiendo su propia necesidad de la sangre expiatoria de Cristo, entren en su obra, no con jactancia ni con suficiencia propia, sino con la plena seguridad de la fe, percatándose de que siempre necesitarán la ayuda de Cristo para saber cómo tratar con las mentes (Obreros evangélicos, p. 150).
Jueves 21 de noviembre: El Templo
El tabernáculo, como después el templo, se erigió totalmente con ofrendas voluntarias; y para sufragar los gastos de las reparaciones necesarias y otros desembolsos, Moisés mandó que en ocasión de cada censo del pueblo, cada uno diera medio siclo para el servicio del Santuario. Véase Éxodo 30: 12-16; 2 Reyes 12:4, 5; 2 Crónicas 24:4, 13. En el tiempo de Nehemías se hacía w1a contribución anual para estos fines. Nehcmías 10:32, 33. De vez en cuando se ofecían sacrificios expiatorios y de agradecimiento a Dios. Estos eran traídos en grandes cantidades durante las fiestas anuales. Y se proveía generosamente para el cuidado de los pobres (Patriarcas y profetas, p. 565).
En la purificación del templo, Jesús anunció su misión como Mesías y comenzó su obra... Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador. A causa del pecado, la humanidad había dejado de ser templo de Dios. Ensombrecido y contaminado por el pecado, el corazón del hombre no revelaba la gloria del Ser divino. Pero por la encarnación del Hijo de Dios, se cumple el propósito del Cielo. Dios mora en la humanidad, y mediante la gracia salvadora, el corazón del hombre vuelve a ser su templo. Dios quería que el templo de Jerusalén fuese un testimonio continuo del alto destino ofrecido a cada alma. Pero los judíos no habían comprendido el significado del edificio que consideraban con tanto orgullo. No se entregaban a sí mismos como santuarios del Espíritu divino. Los atrios del templo de Jerusalén, llenos del tumulto de un tráfico profano, representaban con demasiada exactitud el templo del corazón, contaminado por la presencia de las pasiones sensuales y de los pensamientos profanos. Al limpiar el templo de los compradores y vendedores mundanales, Jesús anunció su misión de limpiar el corazón de la contaminación del pecado (El Deseado de todas las gentes, p. 132).
Pablo tenía una muy humilde opinión de su progreso en la vida cristiana. Habla de sí mismo como del mayor de los pecadores. También dice: "No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto". (Filipenses 3:12). Siu embargo, Pablo había sido altamente honrado por el Señor... Hoy se necesitan obreros que tengan ese espíritu. Los que se sientan suficientes, y estén satisfechos de sí mismos, pueden muy bien quedar separados de la obra de Dios. Nuestro Sefior pide obreros que, sintiendo su propia necesidad de la sangre expiatoria de Cristo, entren en su obra, no con jactancia ni con suficiencia propia, sino con la plena seguridad de la fe, percatándose de que siempre necesitarán la ayuda de Cristo para saber cómo tratar con las mentes (Obreros evangélicos, p. 150).
Viernes 22 de noviembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “La consagración”, pp. 43-48.
“El servicio del Santuario terrenal consistía en dos partes; los sacerdotes ministraban diariamente en el Lugar Santo, y una vez al año el sumo sacerdote efectuaba un servicio especial de expiación en el Lugar Santísimo para purificar el Santuario. Día tras día el pecador arrepentido llevaba su ofrenda a la puerta del Tabernáculo y, poniendo la mano sobre la cabeza de la víctima, confesaba sus pecados, transfiriéndolos así figurativamente de sí mismo a la víctima inocente. Luego se mataba el animal. ‘Sin derramamiento de sangre’, dice el apóstol, no hay remisión de pecados. ‘La vida de la carne está en la sangre’ (Lev. 17:11). La Ley de Dios quebrantada exigía la vida del transgresor. La sangre, que representaba la vida perdida del pecador, cuya culpa cargaba la víctima, la llevaba el sacerdote al Lugar Santo y la salpicaba ante el velo, detrás del cual estaba el arca que contenía la Ley que el pecador había transgredido. Mediante esta ceremonia, el pecado era transferido figurativamente, a través de la sangre, al Santuario. En ciertos casos, la sangre no era llevada al Lugar Santo; pero entonces el sacerdote debía comer la carne, como Moisés lo había indicado a los hijos de Aarón al decir: ‘La dio él a vosotros para llevar la iniquidad de la congregación’ (Lev. 10:17). Ambas ceremonias simbolizaban por igual la transferencia del pecado del penitente al Santuario” (CS 413).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Piensa en las promesas que hiciste y que no cumpliste, no importa cuán sincera y seria haya sido tu intención de cumplirlas. ¿Qué aprendiste de esa experiencia que quizá podría ayudarte a evitar que vuelvas a cometer un error similar?
2. El Pacto es un establecimiento legal de una relación. Nosotros cortamos esa relación con Dios, pero él siempre es fiel con su parte del Pacto, aun cuando nosotros no. Entender la bondad y la fidelidad de Dios, ¿cómo puede acercar a la humanidad a una relación estrecha con él y, de este modo, ayudarnos a vivir como deberíamos?
3. Piensa en cuántas veces le has sido infiel a Dios y a las promesas que tenemos bajo el “nuevo pacto” (ver Luc. 22:20; Heb. 8:13; 9:15). ¿Por qué es tan importante entender el plan de salvación y la promesa de perdón que tenemos a causa del sacrificio de Jesús, cuya sangre selló el “nuevo pacto” por nosotros?
Notas EGW
Viernes 22 de noviembre: Para estudiar y meditar
El camino a Cristo, "La consagración", pp. 43-48.
La fe por la cual vivo, "El plan de Dios de rescatar al hombre", p. 79.
Viernes 22 de noviembre: Para estudiar y meditar
El camino a Cristo, "La consagración", pp. 43-48.
La fe por la cual vivo, "El plan de Dios de rescatar al hombre", p. 79.
Dios lo bendiga!!!
- MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 8
Lección 8
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Nehemías 9:38; 10:3.
Enfoque del estudio: Nehemías 10.
El pacto era un acto de coronación para establecer una relación entre Dios y su pueblo. En primer lugar, los israelitas estudiaron las Escrituras, lo que los llevó a convencerse de su pecado y confesarlo (Neh. 8; 9). Después de la confesión, las alabanzas y las súplicas de su pueblo, se llevó a cabo la renovación del Pacto. Nehemías lo firmó primero, seguido por 83 líderes de la nación. Los líderes pusieron un sello en el documento, y el resto de la congregación se comprometió, “bajo juramento, a vivir de acuerdo con la ley que Dios” (Neh. 10:29, NVI). Luego prometieron lealtad a Dios haciendo cuatro votos.
Prometieron:
(1) no casarse con gente de otras naciones,
(2) guardar fielmente el sábado,
(3) cancelar todas las deudas y
(4) cuidar el Templo (incluyendo la devolución de diezmos y ofrendas).
En otras palabras, la firma del pacto no era suficiente. Ellos sabían que tenía que ir seguida de acciones. Su compromiso con Dios tenía que ser observable y, por lo tanto, reintroducían aspectos importantes para andar con Dios como una nación santa. Mediante una relación con Dios y un comportamiento intencional, debían crecer como pueblo de Dios. Un aspecto fundamental de ser fiel a Dios y desarrollar los hábitos correctos es pedirle a Dios que nos transforme y nos ayude de manera constante y persistente. Con su ayuda y manteniendo nuestra vista fija en él, podemos desarrollar los hábitos correctos y seguir el camino correcto. Los judíos no dejaron su crecimiento al azar, sino que diligentemente trazaron planes de acción que los mantendrían cimentados en Dios.
Parte II: COMENTARIO
Estructura temática del capítulo 10
1. Los líderes sellan el pacto (Neh. 10:1-27).
2. El pueblo promete andar en la Ley de Dios (Neh. 10:28, 29).
3. Las promesas del pacto (Neh. 10:30-39).
a. No a los matrimonios mixtos (Neh. 10:30).
b. La observancia del sábado (Neh. 10:31a).
c. Cancelación de deudas (Neh. 10:31b).
d. El servicio del Templo (Neh. 10:32-39).
i. El impuesto del Templo (Neh. 10:32, 33).
ii. Madera (Neh. 10:34).
iii. Las primicias (Neh. 10:35-37a).
iv. El diezmo (Neh. 10:37b-38).
v. Las ofrendas (Neh. 10:39a, b).
vi. Resumen: “No abandonaremos la casa de nuestro Dios” (Neh. 10:39c).
De la Creación a la Re-Creación
La historia bíblica de la Creación comienza en Génesis 1, y ocurre en una serie de siete días. La culminación de la historia de la Creación, conocida como el relato de la Primera Creación, es el séptimo día, el sábado. Este relato nos dice a los seres humanos que fuimos creados dependientes de Dios y que debíamos vivir en relación con él. Génesis 2 describe la Creación desde una perspectiva ligeramente diferente pero aún en una serie de siete, que culminó en el establecimiento de una relación horizontal (es decir, entre seres humanos) a través del matrimonio de la primera pareja. Desgraciadamente, a causa del pecado, la Creación de Dios fue des-creada por la humanidad cuando esta cortó relaciones con Dios como resultado de intentar vivir una vida autónoma. Decirle no a la presencia de Dios en su vida hizo que el mundo se degenerara rápidamente por la maldad hasta que Dios tuvo que intervenir con el Diluvio para detener la avalancha del mal; de lo contrario, pronto no habría quedado nadie para salvar. Afortunadamente, con Dios, que es fiel a su palabra, siempre hay un nuevo comienzo. Él vuelve a crear después del Diluvio en la época de Noé. Dios conserva un remanente, y a través de él trae salvación. Esta historia de Re-Creación, escrita en una secuencia de siete, culmina con el Pacto (Gén. 8:1-9:17). Aunque Dios tuvo que volver a empezar muchas veces (torre de Babel, Abraham, Moisés, etc.), el Pacto sigue siendo un aspecto central de la relación entre Dios y la humanidad. Por lo tanto, el Pacto entre Dios y la humanidad es un elemento importante de la misión de Re-Creación que Dios asumió desde la caída de la humanidad. El Pacto es un establecimiento legal de una relación entre Dios y la humanidad. Es un intento de restaurar la relación rota entre Dios y la humanidad. Es necesario porque la humanidad no confía en Dios. Cuando hay confianza entre la gente, no se necesitan documentos ni convenios legales para garantizar que cada una de las partes del acuerdo cumpla sus promesas. Sin embargo, Dios sabe que a los seres humanos les cuesta mucho confiar en él. Entonces ideó una manera de demostrarnos que siempre es fiel. El Pacto es una manera en que Dios nos muestra que él se toma en serio su compromiso con nosotros. Dios siempre da el primer paso. Es el iniciador del Pacto. Él establece el Pacto con nosotros.
Cómo se hace un pacto
El pacto es un documento legal, escrito según los tratados hititas entre dos partes (generalmente entre un soberano y sus vasallos), lo que hace que la relación sea vinculante. El mejor ejemplo de cómo se hacía un pacto en la cultura mesopotámica se encuentra en Génesis 15, en el que Dios hace un pacto con Abram.
Abram sigue la costumbre establecida de hacer un pacto entre dos partes. La traducción literal para hacer un pacto es “cortar” un pacto, porque implicaba el “corte” de animales. Dependiendo de cuán rico fuera el vasallo (el sirviente), este traería una variedad de animales para dividirlos por la mitad. El vasallo hacía el trabajo de dividir los animales por la mitad y luego prestaba juramento ante el señor supremo. Como Abram es rico, trae una becerra, una cabra, un carnero, una tórtola y un palomino (Gén. 15:9). Cortó a cada uno de los animales por la mitad y los colocó uno frente al otro en el suelo, creando un camino entre ellos.
Las aves quedaron enteras debido a su tamaño pequeño y se colocaron una frente a otra. El trabajo del vasallo ahora era caminar entre las piezas cortadas y proclamar algo así como: “Que se haga conmigo como se hizo con estos animales si rompo este pacto”. El soberano no caminaba entre el piezas porque esto solo lo hacía quien tenía el estatus más bajo en la relación. Entonces, como era habitual, Abram habría caminado entre las piezas como vasallo a pesar de que eso no se menciona específicamente en el texto.
Sin embargo, aunque es de esperar que ese acto sea el final de la historia y la culminación del Pacto, Dios no termina la ratificación del Pacto allí. Cuando el sol se pone, Abram ve de repente “un horno humeando, y una antorcha de fuego” que pasan entre las piezas. El humo y el fuego representan a Dios en el Antiguo Testamento (el humo en la montaña, cuando la presencia de Dios desciende; y una columna de fuego, en el desierto; más adelante, en el Nuevo Testamento, tenemos las lenguas de fuego [Hech. 2], etc.). ¿Qué significan estas cosas? Dios mismo caminó a través de las piezas. Él no le exigió a Abram que cruzara y prestara juramento; fue el mismo Dios quien prometió: “Si rompo este pacto, que yo sea cortado al medio como estos animales”. Increíblemente, los seres humanos fueron los que rompieron el Pacto una y otra vez. Al final, Dios fue el que estuvo dispuesto a ser “cortado” en la Cruz y morir por la humanidad pecaminosa para demostrar su fidelidad y su increíble amor. Dios nunca rompió el Pacto. Pero, como nosotros sí lo hicimos, él tomó nuestro lugar en ser partido al medio; Dios murió por nosotros en nuestro lugar.
Dios hace un pacto con nosotros para demostrarnos su compromiso y su bondad. Aunque nosotros rompemos la relación con él, él sigue obrando para repararla. Él quiere restaurarnos para sí (Éxo. 19:4; Juan 12:32).
Promesas del pacto
Los judíos de la época de Nehemías reconocen que Dios es fiel. Ahora quieren comprometerse a ser una nación santa para Dios. Los líderes firman un documento que testifica que quieren ser fieles a Dios. Luego, el resto de los israelitas está de acuerdo con esto y jura seguir la Ley de Dios. Son conscientes de que la responsabilidad de andar con Dios descansa sobre ellos. Pero, no alcanza con hablar para andar con Dios; debe haber hechos concretos. El pueblo debe ser obediente a las enseñanzas de Dios.
Por ende, en una demostración de la intención del pueblo de ser obediente, el resto del capítulo se dedica a describir los detalles de su promesa a Dios.
(1) No tendrán matrimonios mixtos con los pueblos circundantes y no darán a sus hijos en matrimonio a aquellos que no vivan para Dios.
(2) No comprarán ni venderán en sábado y lo respetarán como un día santo, un día diferente, sabiendo que la compraventa se realiza durante el resto de los días de la semana.
(3) También perdonarán cualquier deuda cada séptimo año y dejarán que el terreno descanse como se indica en Levítico 25 durante el año del jubileo.
Finalmente, (4) se centrarán en restaurar los servicios del Templo proveyendo para los levitas y los sacerdotes mediante el pago de diezmos y ofrendas, y la regulación de todas las normativas del Templo. Los sacerdotes debían recibir una décima parte de los diezmos. Al comienzo, cuando los levitas eran mucho más numerosos que los sacerdotes, esta parte era una gran provisión. Pero, para la época de Nehemías, era tan pequeño el grupo de personas que quedaban que recibir un décimo de la décima parte era una asignación escasa. El hecho de que los sacerdotes estuvieran de acuerdo con esta asignación demuestra su actitud desinteresada y humilde. Las medidas adoptadas por la asamblea y los que servían en el Templo muestran su sincero compromiso con Dios.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
1. Imagina la escena del pacto entre Dios y Abram, que involucraba los cinco sentidos. Ahora responde las siguientes preguntas:
a. ¿Olor a qué habría en el lugar?
b. ¿Qué se oiría?
c. ¿Qué saborearías si estuvieras allí?
d. ¿Qué verías?
e. ¿Qué palparías?
2. ¿Qué piensas del accionar de Dios de caminar a través de los trozos de animales en Génesis 15? ¿Qué crees que pensó Abram cuando Dios “cortó” el pacto con él? ¿Qué significa para ti el hecho de que Dios haga el pacto con Abram?
El pacto de Nehemías
- ¿Por qué los israelitas hicieron esas cuatro promesas específicamente? ¿Qué importancia tiene cada una de ellas?
- La comunidad había dado un giro completo: se regocijó, se lamentó y se comprometió con Dios. Al hacer estas nuevas promesas, el remanente israelita contempló el futuro, siempre teniendo en cuenta que Dios debe ayudarnos a andar con él, darnos fuerzas y un mayor deseo de seguir adelante viviendo para él. ¿Qué compromisos puedes asumir con Dios? ¿Qué puedes hacer para asegurarte de cumplir tus promesas al anhelar una relación más profunda con Dios? ¿Qué papel juega el Espíritu Santo en tu compromiso?
Dios lo bendiga!!!
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