Lección de Escuela Sabática de Adultos 1er Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 1er Trimestre 2020, Lección 1er Trimestre 2020,
Lección 1: Para el 4 de enero de 2020
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 24:25–27; 2 Pedro 3:11–13; Jonás 3:3–10; Números 14:34; Daniel 9:23; 10:11, 12.
PARA MEMORIZAR:
“Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?” (Hech. 8:30).
Nuestra iglesia nació de las páginas del libro de Daniel, nuestro estudio para este trimestre. Para comenzar, debemos tener en mente los siguientes puntos como un esquema que nos guíe en nuestro estudio.
En primer lugar, siempre debemos recordar que Cristo es el centro de Daniel, al igual que de toda la Biblia.
En segundo lugar, Daniel está organizado de una manera que muestra belleza literaria y nos ayuda a entender el enfoque principal.
En tercer lugar, debemos entender la diferencia entre las profecías clásicas y las apocalípticas. Esto nos ayudará a distinguir entre las profecías de Daniel y las de otros profetas como Isaías, Amós y Jeremías.
En cuarto lugar, a medida que estudiamos las profecías de tiempo de Daniel, debemos entender que los perfiles proféticos de Daniel abarcan largos períodos y se miden según el principio de día por año.
En quinto lugar, enfatizaremos que el libro de Daniel no solo transmite información profética sino además es profundamente relevante para nuestra vida personal actual.
CRISTO: EL CENTRO DE DANIEL
Lee Lucas 24:25 al 27; Juan 5:39; y 2 Corintios 1:19 y 20. ¿De qué manera Cristo es el centro de las Escrituras?
Indudablemente, Jesús es fundamental para las Escrituras, y esto incluye a Daniel también. Por ejemplo: el capítulo 1 muestra, aunque de manera limitada e imperfecta, que la experiencia de Daniel es análoga a la de Cristo, quien dejó el cielo para vivir en este mundo pecaminoso y hacer frente a los poderes de la oscuridad. Además, a Daniel y a sus compañeros se les concede de lo Alto una sabiduría similar a la de Cristo para enfrentar los desafíos de la cultura babilónica. El capítulo 2 describe la figura de la piedra del tiempo del fin (escatológica) para indicar que el Reino de Cristo finalmente reemplazará a todos los reinos del mundo. El capítulo 3 revela a Cristo caminando con sus fieles siervos dentro de un horno de fuego. El capítulo 4 muestra a Dios retirando a Nabucodonosor de su reino por un período, para que el rey pueda entender que “el cielo gobierna” (Dan. 4:26). La expresión “el cielo gobierna” nos recuerda que Cristo, como “hijo de hombre” (Dan. 7:13), recibe el dominio y el Reino, como se muestra en Daniel 7. El capítulo 5 muestra el derrocamiento del rey Belsasar y la caída de Babilonia a manos de los persas durante una noche de juerga y libertinaje. Esto prefigura la derrota de Satanás y la aniquilación de la Babilonia del tiempo del fin por parte de Cristo y sus ángeles. El capítulo 6 muestra que el complot contra Daniel se asemeja a las falsas acusaciones de los principales sacerdotes expresadas contra Jesús. Además, así como el rey Darío intenta sin éxito salvar a Daniel, Pilato trata sin éxito de salvar a Jesús (Mat. 27:17–24). El capítulo 7 retrata a Cristo como el Hijo del hombre que recibe el Reino y reina sobre su pueblo. El capítulo 8 muestra a Cristo como sacerdote del Santuario celestial. El capítulo 9 presenta a Cristo como la víctima sacrificial cuya muerte reafirma el pacto entre Dios y su pueblo. Y los capítulos 10 al 12 presentan a Cristo como Miguel, el Comandante en jefe, que lucha contra las fuerzas del mal y rescata victoriosamente al pueblo de Dios, incluso del poder de la muerte. Por lo tanto, tengamos presente que Cristo es fundamental para Daniel. En cada capítulo del libro hay alguna experiencia o idea que señala a Cristo.
■ En medio de las luchas, las pruebas, o incluso en tiempos de gran felicidad y prosperidad, ¿cómo podemos aprender a tener a Cristo en el centro de nuestra vida? ¿Por qué es tan importante que lo hagamos?
LA ESTRUCTURA DE DANIEL
La disposición de la sección en arameo de Daniel, los capítulos 2 al 7 (en parte Daniel escribió en hebreo; y en parte, en arameo), revela la siguiente estructura, que ayuda a reforzar el mensaje central de esa sección y del libro:
A. La visión de cuatro reinos de Nabucodonosor (Dan. 2).
B. Dios libera a los compañeros de Daniel del horno de fuego (Dan. 3).
C. Juicio sobre Nabucodonosor (Dan. 4).
C’. Juicio sobre Belsasar (Dan. 5).
B’. Dios libra a Daniel del foso de los leones (Dan. 6).
A’. La visión de Daniel de los cuatro reinos (Dan. 7).
Este tipo de arreglo literario sirve para resaltar el punto principal al colocarlo en el centro de la estructura, que en este caso consiste en C y C’ (Dan. 4, 5): Dios les quita el reino a Nabucodonosor (temporalmente) y a Belsasar (permanentemente). Por lo tanto, el énfasis de los capítulos 2 al 7 está en la soberanía de Dios sobre los reyes de la Tierra, ya que él los pone y los quita.
Una de las formas más eficaces de transmitir un mensaje y aclarar un tema es mediante la repetición. Por ejemplo, Dios le da al faraón dos sueños sobre el futuro inmediato de Egipto (Gén. 41:1–7). En el primer sueño, siete vacas delgadas devoran a siete vacas gordas. En el segundo sueño, siete espigas delgadas y arruinadas devoran a siete espigas de cereal de grano sano. Ambos sueños plantean lo mismo: siete años de escasez vendrán después de siete años de prosperidad.
En el libro de Daniel, Dios también usa la repetición. Hay cuatro ciclos proféticos, que son repeticiones de una estructura básica general. Al final, esta estructura nos muestra la suprema soberanía de Dios. Aunque cada esquema profético principal transmite una perspectiva distinta, juntos cubren el mismo período histórico, que se extiende desde el tiempo del profeta hasta el fin, como muestra el siguiente diagrama:
¿Qué gran esperanza presentan estos textos con respecto a nuestras perspectivas a largo plazo? Daniel 2:44; Salmo 9:7–12; 2 Pedro 3:11–13.
PROFECÍAS APOCALÍPTICAS EN DANIEL
Las visiones proféticas registradas en el libro de Daniel son de una naturaleza diferente de la mayoría de los mensajes proféticos presentados por otros profetas del Antiguo Testamento. Las profecías de Daniel pertenecen a la categoría de profecía apocalíptica, mientras que la mayoría de las otras profecías del Antiguo Testamento pertenecen a la categoría de profecía clásica. Una comprensión de la diferencia básica entre estos géneros proféticos es fundamental para un correcto entendimiento de la profecía bíblica.
Las profecías apocalípticas muestran algunas características peculiares que las diferencian de las llamadas profecías clásicas:
Visiones y sueños. En la profecía apocalíptica, Dios usa principalmente sueños y visiones para transmitir su mensaje al profeta. En la profecía clásica, el profeta recibe “la palabra de Jehová” (que puede incluir visiones), una expresión que aparece con pequeñas variaciones alrededor de mil seiscientas veces en los profetas clásicos.
Simbolismo compuesto. Mientras que en la profecía clásica hay una cantidad limitada de simbolismo (que involucra principalmente símbolos que son reales en la vida), en la profecía apocalíptica Dios muestra símbolos e imágenes que están más allá del mundo de la realidad humana, como animales híbridos o monstruos con alas y cuernos.
Soberanía e incondicionalidad divinas. En contraste con las profecías clásicas, cuyo cumplimiento a menudo depende de la respuesta humana en el contexto del pacto de Dios con Israel (condicionalidad), las profecías apocalípticas son incondicionales. En la profecía apocalíptica, Dios revela el surgimiento y la caída de los imperios mundiales desde los días de Daniel hasta el tiempo del fin. Este tipo de profecía se basa en la presciencia y la soberanía de Dios, y se cumplirá independientemente de las decisiones humanas.
Lee Jonás 3:3 al 10. ¿Es esta una profecía clásica o apocalíptica? Justifica tu respuesta. ¿Y Daniel 7:6?
Puede ser de gran beneficio saber de los amplios géneros proféticos como la profecía clásica y la apocalíptica. En primer lugar, estos géneros muestran que Dios usa una variedad de perspectivas para comunicar la verdad profética (Heb. 1:1). En segundo lugar, ese conocimiento nos ayuda a apreciar mejor la belleza y la complejidad de la Biblia. En tercer lugar, este conocimiento también nos ayuda a interpretar las profecías bíblicas de una manera que sea compatible con el testimonio de toda la Biblia y que explique correctamente “la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15).
LA ESCALA DE TIEMPO DE DIOS
Otro concepto importante que debemos tener en cuenta al estudiar el libro de Daniel es el enfoque historicista de las profecías apocalípticas. Este enfoque, también conocido como historicismo, se puede entender mejor si se compara con las opiniones opuestas de preterismo, futurismo e idealismo.
El preterismo tiende a presumir que los acontecimientos proféticos anunciados en Daniel ocurrieron en el pasado. El futurismo sostiene que las mismas profecías todavía aguardan un cumplimiento futuro. El idealismo, a su vez, afirma que las profecías apocalípticas son símbolos de realidades espirituales generales, sin ningún referente histórico específico.
El historicismo, en cambio, sostiene que en la profecía apocalíptica Dios revela una secuencia ininterrumpida de la historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del tiempo. A medida que estudiemos el libro de Daniel, veremos que cada visión principal del libro (Dan. 2, 7, 8, 11) repite este bosquejo histórico desde diferentes perspectivas y con nuevos detalles. Los pioneros adventistas, incluyendo a Elena de White, interpretaron las profecías bíblicas de Daniel y Apocalipsis desde una perspectiva historicista.
Lee Números 14:34 y Ezequiel 4:5 y 6. En términos proféticos, ¿qué suele representar un “día”?
Al estudiar el libro de Daniel, también debemos tener en cuenta que el tiempo profético se mide según el principio de día por año. Es decir, un día en la profecía, por lo general, equivale a un año en el tiempo histórico real. Así, por ejemplo, la profecía de las 2.300 tardes y mañanas debe entenderse como una referencia a 2.300 años (Dan. 8:14). Del mismo modo, la profecía de las setenta semanas debe entenderse como 490 años (Dan. 9:24-27).
Esta escala de tiempo parece ser correcta por algunas razones obvias:
(1) Dado que las visiones son simbólicas, los tiempos indicados también deben ser simbólicos.
(2) Como los acontecimientos descritos en las visiones transcurren durante largos períodos, incluso hasta el “tiempo del fin” en algunos casos, los períodos relacionados con estas profecías deben interpretarse en consonancia.
(3) El libro de Daniel confirma el principio de día por año. Un claro ejemplo proviene de la profecía de las setenta semanas, que abarca desde los días del rey Artajerjes hasta la venida de Jesús como el Mesías. Entonces, la manera más obvia y correcta de entender los períodos de tiempo proféticos dados en el libro de Daniel es interpretarlos de acuerdo con el principio de día por año.
■ Algunas de estas profecías de tiempo abarcan cientos, incluso miles, de años. ¿Qué debería enseñarnos esto sobre la paciencia?
LA IMPORTANCIA CONTEMPORÁNEA DE DANIEL
Aunque fue escrito hace más de 2.500 años, el libro de Daniel continúa siendo profundamente relevante para el pueblo de Dios en el siglo XXI. Señalaremos tres ámbitos en los que Daniel puede ser relevante para nosotros.
Dios es soberano en nuestra vida. Incluso cuando las cosas salen mal, Dios es soberano y se ocupa de los caprichos de las acciones humanas a fin de brindar lo mejor para sus hijos. La experiencia de Daniel en Babilonia se asemeja a la de José en Egipto y a la de Ester en Persia. Estos tres jóvenes fueron cautivos en países extranjeros y bajo el poder abrumador de las naciones paganas. Para el observador casual, pudieron haber parecido débiles y abandonados por Dios. Sin embargo, el Señor los fortaleció y los usó de manera poderosa. Cuando enfrentemos pruebas, sufrimientos y oposición, podemos mirar hacia atrás, a lo que Dios hizo por Daniel, José y Ester. Podemos estar seguros de que Dios continúa siendo nuestro Señor, y que no nos abandona ni siquiera en medio de nuestras pruebas y tentaciones.
Dios dirige el curso de la historia. A veces nos sentimos preocupados por un mundo confuso y sin rumbo, que está lleno de pecado y violencia. Pero el mensaje de Daniel es que Dios tiene el control. En cada capítulo de Daniel se recalca el mensaje de que Dios dirige el flujo de la historia. Como dice Elena de White: “En los anales de la historia humana, el crecimiento de las naciones, el levantamiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas del hombre. Los sucesos parecen ser determinados, en gran parte, por su poder, su ambición o su capricho. Pero, en la Palabra de Dios se descorre el velo, y contemplamos detrás, encima y entre la trama y la urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres, los agentes del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios” (Ed 173).
Dios ofrece un modelo a seguir a su pueblo del tiempo del fin. Daniel y sus amigos sirven como modelos para la vida en una sociedad que posee una cosmovisión a menudo en desacuerdo con la de la Biblia. Cuando se ven presionados para comprometer su fe y hacer concesiones al sistema babilónico en aspectos que negarían su compromiso con el Señor, permanecen fieles a la Palabra de Dios. Su experiencia de fidelidad y compromiso absolutos con el Señor nos alienta cuando enfrentamos oposición e incluso persecución en favor del evangelio. Al mismo tiempo, Daniel muestra que es posible hacer una contribución al Estado y a la sociedad y seguir comprometido con el Señor.
Lee Daniel 9:23; 10:11 y 12; y Mateo 10:29 al 31. ¿Qué dicen estos versículos acerca del interés de Dios en nuestras luchas personales?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“La Biblia estaba destinada a ser una guía para todos los que deseasen conocer la voluntad de su Hacedor. Dios dio a los hombres la firme palabra profética; ángeles, y hasta el mismo Cristo, vinieron para dar a conocer a Daniel y a Juan las cosas que deben acontecer en breve. Los temas importantes que conciernen a nuestra salvación no quedaron envueltos en el misterio. No fueron revelados de manera que confundan y extravíen al que busca sinceramente la verdad. El Señor dijo al profeta Habacuc: ‘Escribe la visión [...] para que se pueda leer de corrido’ (Hab. 2:2). La Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian con corazón piadoso. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la luz de la verdad. ‘Luz está sembrada para el justo’ (Sal. 97:11). Y ninguna iglesia puede progresar en santidad si sus miembros no buscan ardientemente la verdad como si fuera un tesoro escondido” (CS 512).
“Estudien la historia de Daniel y de sus amigos. Aunque se encontraban en un medio donde la tentación los asediaba de continuo, Daniel y sus compañeros honraron y glorificaron a Dios en su vida diaria. Habían tomado la decisión de evitar toda clase de mal y se negaron a ponerse en la senda del enemigo. Y la rica bendición de Dios premió esa firme lealtad” (CT 177).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. A medida que estudiemos el libro de Daniel, surgirá un aspecto poderoso: Dios no solo es soberano sobre todas las naciones, sino también está íntimamente familiarizado con cada uno de nosotros, incluso en el nivel más profundo. Por ejemplo, como veremos en Daniel 2, pudo darle un sueño a un rey pagano. Poder entrar en la mente de alguien mientras duerme e implantar un sueño revela una cercanía que ni siquiera podemos comenzar a comprender. Al mismo tiempo, como veremos, la naturaleza del sueño revela que Dios finalmente tiene el control incluso de los vastos imperios del mundo y sabe cómo va a terminar todo. ¿Qué consuelo y esperanza podemos obtener de estas representaciones de la realidad? Al mismo tiempo, ¿cómo te sientes al saber que el Señor está tan cerca que conoce tus pensamientos? En este contexto, ¿por qué la promesa de la Cruz se vuelve tan importante?
2. En clase, analicen la diferencia entre la profecía clásica y la apocalíptica. ¿Qué otros ejemplos de ambas pueden encontrar en la Biblia?
Dios lo bendiga!!!
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Hechos 8:30.
Enfoque del estudio:
Lucas 24:25-27; 2 Pedro 3:11-13; Jonás 3:3-10; Números 14:34; Daniel 9:23; 10:11, 12.
Introducción: Para entender mejor el libro de Daniel y beneficiarnos de él, analizaremos tres conceptos esenciales e interrelacionados: Cristo, la literatura apocalíptica y el historicismo.
Temática de la lección:
1. Cristo. Lo que Jesús dijo acerca de las Escrituras del Antiguo Testamento en su conjunto (Luc. 24:44; Juan 5:39) se aplica particularmente al libro de Daniel. Cristo se manifiesta tanto en los temas generales como en los casos específicos de los relatos y las profecías de Daniel.
2. La literatura apocalíptica. La literatura apocalíptica apunta a alentar al pueblo de Dios en tiempos de crisis y de persecución, revelando los planes generales de Dios para la historia del mundo. Estos planes culminan con la liberación del pueblo de Dios, la destrucción del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios.
3. El historicismo. La interpretación adventista de las profecías de Daniel se basa en el principio historicista, que considera que las profecías apocalípticas se cumplen a lo largo de toda la historia. Este principio es el que mejor explica las profecías de Daniel (y las de Apocalipsis).
Aplicación a la vida: A pesar de la evidente condición desesperada de nuestro mundo contemporáneo, Dios tiene todo bajo control. La esperanza refulge a través de las páginas de Daniel. Cristo ha sido entronizado como nuestro comandante supremo y Sumo Sacerdote en el Templo celestial. A medida que se desarrolla la historia humana, Dios obra para vencer el mal y establecer su Reino eterno. Como dijo Elena de White: “No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada” (EUD 73). Por lo tanto, estudiemos el libro de Daniel con fe y entendimiento.
Parte II: COMENTARIO
1. Cristo.
Uno de los objetivos más importantes del estudio de la Biblia es aprender de Jesús. Después de todo, las Escrituras, desde Génesis hasta Apocalipsis, testifican de Jesús. En el Nuevo Testamento, hay unas doscientas referencias al libro de Daniel. Proporcionalmente, a Daniel se lo cita tanto como a Isaías y los Salmos, que son los libros más citados en el Nuevo Testamento. Indudablemente, Daniel tiene mucho que decir sobre Jesús. Examinemos seis principios bíblicos que nos darán una mejor perspectiva respecto de lo que vayamos aprendiendo sobre Cristo en el libro de Daniel.
En primer lugar, Jesús se revela en la progresión redentora-histórica de Daniel. Jesús es el objetivo por el cual se desarrolla la historia. Entonces, Jesús se revela en Daniel, pues la trayectoria histórica de la relación de Dios con su pueblo y el mundo culmina en Jesús.
En segundo lugar, Jesús aparece en el patrón de promesa-cumplimiento expresado en las profecías de Daniel. Por ejemplo, Jesús es el hijo de hombre y el Mesías venidero anunciados en Daniel 7 y 9, respectivamente.
En tercer lugar, al estudiar la tipología, aprendemos que Dios predeterminó algunos acontecimientos e instituciones para prefigurar aspectos importantes del plan de salvación. Por lo tanto, Jesús se revela en el santuario/sacerdocio/ sacrificio mencionado en el libro de Daniel.
En cuarto lugar, también podemos percibir a Jesús por analogía en algunas enseñanzas explícitas del libro de Daniel, que son similares a las experiencias de Jesús. Por ejemplo, la presión sobre los amigos de Daniel para “inclinarse y adorar la estatua de oro” (Dan. 3:5, NVI) refleja el momento en el que el diablo tentó a Jesús: “Y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat. 4:9). La fidelidad de los amigos de Daniel nos permite vislumbrar la perfecta obediencia de Jesús hacia el Padre.
En quinto lugar, Jesús también aparece en los temas longitudinales que conducen hacia él en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, el vasto tema de la salvación señala a Jesús como el Salvador supremo de su pueblo.
Y, en sexto lugar, las referencias neotestamentarias al libro de Daniel son otra perspectiva a través de la cual podemos encontrar a Jesús. Por ejemplo: Apocalipsis 13:1 al 8 alude a Daniel 7; y en Mateo 26:64 y Marcos 14:62, Jesús hace referencia a Daniel 7:13 y se aplica a sí mismo el nombre de “Hijo del Hombre” (ver Greidanus, Preaching Christ from Daniel).
2. La literatura apocalíptica.
Hay dos tipos (géneros) principales de literatura profética en la Biblia. Uno de ellos, la profecía clásica, describe a Dios actuando dentro de la historia para restaurar el mundo según el marco geográfico y étnico del pacto establecido con Israel (ver, por ej., los libros de Isaías, de Jeremías y de Amós). El otro, la profecía apocalíptica, muestra a Dios destruyendo el antiguo orden antes de restaurar el mundo. Este es el enfoque más apropiado para los tiempos de crisis, cuando el pueblo de Dios necesita tener esperanza y la seguridad de que Dios tiene el control total del curso de la historia, y que logrará la consumación de todas las cosas. En la Biblia, la profecía apocalíptica aparece principalmente en Daniel y Apocalipsis. Las profecías apocalípticas tienen algunas características distintivas que debemos tener en cuenta para interpretarlas de forma adecuada:
Cumplimiento único. La profecía apocalíptica es incondicional y tiene un solo cumplimiento. Puede tener múltiples aplicaciones espirituales u homiléticas, pero apunta a un único cumplimiento profético. Este cumplimiento es una consecuencia lógica del enfoque historicista, que considera que la profecía apocalíptica representa la historia desde la época del profeta hasta el fin del tiempo (veremos más sobre el historicismo a continuación).
Recapitulación. Daniel (como también Apocalipsis) utiliza el principio de recapitulación, o repetición. Daniel 2 ofrece el bosquejo estándar de la historia del mundo desde los tiempos del profeta hasta el fin. Luego, los capítulos 7, 8, y 10 al 12 recapitulan el esquema básico de Daniel 2, con la adición de otros detalles y perspectivas. Como dijo un autor, Daniel 2 representa la restauración del Reino; Daniel 7, la restauración del Rey; Daniel 8, la restauración del Santuario; y Daniel 10 al 12, la restauración del pueblo. Una comprensión clara del principio de recapitulación brinda un control interpretativo para el estudio de las diversas cadenas proféticas de Daniel, incluida la desafiante profecía de Daniel 11.
Principio día por año. La profecía apocalíptica emplea un simbolismo que incluye ciertos períodos mencionados en esas profecías. No tiene sentido hacer una interpretación literal de las etapas, dada la magnitud de los acontecimientos involucrados y el contexto simbólico de las profecías apocalípticas. Esos períodos deben entenderse según el principio de que un día en la profecía representa un año en la historia real. Números 14:34, y Ezequiel 4:5 y 6 son los textos clásicos que apoyan el principio de día por año. Sin embargo, hay varios pasajes bíblicos que muestran la correspondencia de día por año (Gén. 5; 6:3; 1 Sam. 1:21; Job 10:5, etc.). Finalmente, dado que el simbolismo de las profecías apocalípticas emplea entidades pequeñas para representar entidades más amplias, se deduce de esta observación que los períodos también son “simbolizaciones en miniatura” de intervalos de tiempo mayores, es decir, un día por un año (ver Timm, “Miniature Symbolization and the Year-Day Principle of Prophetic Interpretation”).
3. El historicismo.
En contraste con el preterismo y el futurismo, que conciben el cumplimiento de las profecías de Daniel en el pasado y en el futuro respectivamente, el historicismo considera que el cumplimiento de las profecías de Daniel se extiende desde la época del profeta hasta el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. En este sentido, el historicismo no es solo una escuela de interpretación profética entre otras. De hecho, el historicismo es el enfoque que coincide mejor con el texto bíblico. Los siguientes argumentos muestran la validez del historicismo:
En primer lugar, es el método sugerido por la Biblia misma. Por ejemplo, las cadenas proféticas de Daniel 2, 7, y 8 al 9 se explican desde una perspectiva historicista. La secuencia de los imperios mundiales, que culminan en el establecimiento del Reino de Dios, abarca un período que se extiende desde la época babilónica/persa hasta el fin del mundo.
En segundo lugar, los grandes intervalos de tiempo y el alcance universal de las profecías apocalípticas (los períodos de 1.260, 2.300, 490 años), que abarcan reinos y, en última instancia, dan lugar al Reino de Dios, pueden explicarse mejor según el enfoque historicista.
En tercer lugar, Jesús entendía que la futura destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (Mat. 24:15-20; Luc. 21:20-22) era el cumplimiento de Daniel 9:26 y 27. Pablo hace referencia a una serie de acontecimientos proféticos sucesivos que deben cumplirse en la historia antes de la segunda venida de Cristo (2 Tes. 2:1-12).
En cuarto lugar, los primeros padres de la iglesia y los reformadores utilizaron el enfoque historicista. Agustín inició un cambio de perspectiva cuando comparó el Reino de Dios con la iglesia cristiana; y el milenio, con la era cristiana.
Y en quinto lugar, el enfoque historicista se basa en la suposición de que Dios obra a lo largo de los siglos de la historia humana, para llevar el plan de salvación a su consumación. No hay vacíos en las actividades redentoras de Dios en el escenario descrito en las profecías apocalípticas.
Para concluir: “Los Adventistas del Séptimo Día creen que el historicismo es el método correcto de interpretación profética que se utilizará en la interpretación de los libros de Daniel y Apocalipsis. El método está respaldado por las Escrituras mismas y se utilizó durante el período de la iglesia primitiva. Además, creen que, al usar este método, también están preservando un aspecto importante de la obra de restauración de los reformadores” (“Historicism”, Seventh-day Adventist Encyclopedia, p. 2).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
“Se necesita un estudio mucho ma´s detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca [...]. La luz que Daniel recibio´ de Dios fue dada especialmente para estos postreros di´as” (TM 112, 113).
¿Cuál es tu primera impresión del libro de Daniel? ¿Es un libro sobre cronología profética, acerca de historias con aplicación espiritual o sobre Cristo? Explica.
A la luz de la siguiente declaración de Elena de White, ¿de qué modo integras estos tres aspectos (cronología profética, historias con aplicación espiritual y Cristo como el centro) en tu interpretación del libro?: “El tema central de la Biblia, el tema alrededor del cual se agrupan todos los dema´s del Libro, es el plan de la redencio´n, la restauración de la imagen de Dios en el alma humana” (Ed 125).
¿Qué concepto de Dios puedes extraer de la definición de profecía apocalíptica arriba mencionada? ¿Cuán transformadora es esta percepción para tu relación con él?
Dios lo bendiga!!!
DE LEER A ENTENDER
Sábado 28 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 24:25–27; 2 Pedro 3:11–13; Jonás 3:3–10; Números 14:34; Daniel 9:23; 10:11, 12.
PARA MEMORIZAR:
“Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?” (Hech. 8:30).
Nuestra iglesia nació de las páginas del libro de Daniel, nuestro estudio para este trimestre. Para comenzar, debemos tener en mente los siguientes puntos como un esquema que nos guíe en nuestro estudio.
En primer lugar, siempre debemos recordar que Cristo es el centro de Daniel, al igual que de toda la Biblia.
En segundo lugar, Daniel está organizado de una manera que muestra belleza literaria y nos ayuda a entender el enfoque principal.
En tercer lugar, debemos entender la diferencia entre las profecías clásicas y las apocalípticas. Esto nos ayudará a distinguir entre las profecías de Daniel y las de otros profetas como Isaías, Amós y Jeremías.
En cuarto lugar, a medida que estudiamos las profecías de tiempo de Daniel, debemos entender que los perfiles proféticos de Daniel abarcan largos períodos y se miden según el principio de día por año.
En quinto lugar, enfatizaremos que el libro de Daniel no solo transmite información profética sino además es profundamente relevante para nuestra vida personal actual.
Notas EGW
Sábado 28 de Diciembre
El Señor está familiarizado con todas las circunstancias. Cuando el etíope leía las Escrituras, viajando en su carro, los ángeles de Dios contemplaban la escena. Se envió a uno de los discípulos a encontrarse con el carro, y cuando llegó al sitio, vio al hombre estudiando las Escrituras. Felipe le dijo: “¿Entiendes lo que lees?” Él le contestó: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” Entonces Felipe le explicó las Escrituras. Y luego que el etíope escuchó y creyó, preguntó: “¿Qué impide que yo sea bautizado?”. Hechos 8:30, 31, 36.
Esta experiencia muestra el cuidado de Dios por su pueblo. Fue el Espíritu de Dios el que condujo la mente de este hombre a las Escrituras. Pero no podía interpretar su significado. Entonces el Señor envió a uno de sus siervos para iluminar su mente y hacerle comprender (Alza tus ojos, p. 128).
La preciosa Palabra de Dios es un fundamento sólido sobre el cual podemos construir. Cuando aparezcan los hombres con sus suposiciones, díganles que el gran Maestro les ha dejado su Palabra, que es de incalculable valor, y que ha enviado un Consolador en su propio nombre, es a saber, el Espíritu Santo. “Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Juan 14:26.
Aquí se nos presenta un rico banquete, del cual pueden participar todos los que creen que Cristo es su Salvador personal. Es el árbol de la vida para todos los que sigan alimentándose de él…
Todos los que estudian estas preciosas declaraciones recibirán gran consuelo. Si desean participar del banquete de la Palabra de Dios, obtendrán una experiencia del más alto valor. Verán que en comparación con la Palabra de Dios, la del hombre es como paja con respecto al trigo (Cada día con Dios, p. 290).
A fin de quebrantar las barreras de prejuicio e impenitencia, el amor de Cristo debe ocupar un lugar en todo discurso. Haced que los hombres conozcan cuánto los ama Jesús, y qué evidencias ha dado él de su amor. ¿Qué amor puede igualar a aquel que Dios ha manifestado para con el hombre, por medio de la muerte de Cristo en la cruz? Cuando el corazón está lleno del amor de Jesús, este puede presentarse a la gente, y afectará los corazones.
El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario. Os presento el magno y grandioso monumento de la misericordia y regeneración, de la salvación y redención —el Hijo de Dios levantado en la cruz. Tal ha de ser el fundamento de todo discurso pronunciado por nuestros ministros (El evangelismo, p, 142).
Sábado 28 de Diciembre
El Señor está familiarizado con todas las circunstancias. Cuando el etíope leía las Escrituras, viajando en su carro, los ángeles de Dios contemplaban la escena. Se envió a uno de los discípulos a encontrarse con el carro, y cuando llegó al sitio, vio al hombre estudiando las Escrituras. Felipe le dijo: “¿Entiendes lo que lees?” Él le contestó: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?” Entonces Felipe le explicó las Escrituras. Y luego que el etíope escuchó y creyó, preguntó: “¿Qué impide que yo sea bautizado?”. Hechos 8:30, 31, 36.
Esta experiencia muestra el cuidado de Dios por su pueblo. Fue el Espíritu de Dios el que condujo la mente de este hombre a las Escrituras. Pero no podía interpretar su significado. Entonces el Señor envió a uno de sus siervos para iluminar su mente y hacerle comprender (Alza tus ojos, p. 128).
La preciosa Palabra de Dios es un fundamento sólido sobre el cual podemos construir. Cuando aparezcan los hombres con sus suposiciones, díganles que el gran Maestro les ha dejado su Palabra, que es de incalculable valor, y que ha enviado un Consolador en su propio nombre, es a saber, el Espíritu Santo. “Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”. Juan 14:26.
Aquí se nos presenta un rico banquete, del cual pueden participar todos los que creen que Cristo es su Salvador personal. Es el árbol de la vida para todos los que sigan alimentándose de él…
Todos los que estudian estas preciosas declaraciones recibirán gran consuelo. Si desean participar del banquete de la Palabra de Dios, obtendrán una experiencia del más alto valor. Verán que en comparación con la Palabra de Dios, la del hombre es como paja con respecto al trigo (Cada día con Dios, p. 290).
A fin de quebrantar las barreras de prejuicio e impenitencia, el amor de Cristo debe ocupar un lugar en todo discurso. Haced que los hombres conozcan cuánto los ama Jesús, y qué evidencias ha dado él de su amor. ¿Qué amor puede igualar a aquel que Dios ha manifestado para con el hombre, por medio de la muerte de Cristo en la cruz? Cuando el corazón está lleno del amor de Jesús, este puede presentarse a la gente, y afectará los corazones.
El sacrificio de Cristo como expiación del pecado es la gran verdad en derredor de la cual se agrupan todas las otras verdades. A fin de ser comprendida y apreciada debidamente, cada verdad de la Palabra de Dios, desde el Génesis al Apocalipsis, debe ser estudiada a la luz que fluye de la Cruz del Calvario. Os presento el magno y grandioso monumento de la misericordia y regeneración, de la salvación y redención —el Hijo de Dios levantado en la cruz. Tal ha de ser el fundamento de todo discurso pronunciado por nuestros ministros (El evangelismo, p, 142).
Domingo 29 de diciembre
CRISTO: EL CENTRO DE DANIEL
Lee Lucas 24:25 al 27; Juan 5:39; y 2 Corintios 1:19 y 20. ¿De qué manera Cristo es el centro de las Escrituras?
Indudablemente, Jesús es fundamental para las Escrituras, y esto incluye a Daniel también. Por ejemplo: el capítulo 1 muestra, aunque de manera limitada e imperfecta, que la experiencia de Daniel es análoga a la de Cristo, quien dejó el cielo para vivir en este mundo pecaminoso y hacer frente a los poderes de la oscuridad. Además, a Daniel y a sus compañeros se les concede de lo Alto una sabiduría similar a la de Cristo para enfrentar los desafíos de la cultura babilónica. El capítulo 2 describe la figura de la piedra del tiempo del fin (escatológica) para indicar que el Reino de Cristo finalmente reemplazará a todos los reinos del mundo. El capítulo 3 revela a Cristo caminando con sus fieles siervos dentro de un horno de fuego. El capítulo 4 muestra a Dios retirando a Nabucodonosor de su reino por un período, para que el rey pueda entender que “el cielo gobierna” (Dan. 4:26). La expresión “el cielo gobierna” nos recuerda que Cristo, como “hijo de hombre” (Dan. 7:13), recibe el dominio y el Reino, como se muestra en Daniel 7. El capítulo 5 muestra el derrocamiento del rey Belsasar y la caída de Babilonia a manos de los persas durante una noche de juerga y libertinaje. Esto prefigura la derrota de Satanás y la aniquilación de la Babilonia del tiempo del fin por parte de Cristo y sus ángeles. El capítulo 6 muestra que el complot contra Daniel se asemeja a las falsas acusaciones de los principales sacerdotes expresadas contra Jesús. Además, así como el rey Darío intenta sin éxito salvar a Daniel, Pilato trata sin éxito de salvar a Jesús (Mat. 27:17–24). El capítulo 7 retrata a Cristo como el Hijo del hombre que recibe el Reino y reina sobre su pueblo. El capítulo 8 muestra a Cristo como sacerdote del Santuario celestial. El capítulo 9 presenta a Cristo como la víctima sacrificial cuya muerte reafirma el pacto entre Dios y su pueblo. Y los capítulos 10 al 12 presentan a Cristo como Miguel, el Comandante en jefe, que lucha contra las fuerzas del mal y rescata victoriosamente al pueblo de Dios, incluso del poder de la muerte. Por lo tanto, tengamos presente que Cristo es fundamental para Daniel. En cada capítulo del libro hay alguna experiencia o idea que señala a Cristo.
■ En medio de las luchas, las pruebas, o incluso en tiempos de gran felicidad y prosperidad, ¿cómo podemos aprender a tener a Cristo en el centro de nuestra vida? ¿Por qué es tan importante que lo hagamos?
Notas EGW
Domingo 29 de diciembre - CRISTO: EL CENTRO DE DANIEL
La Biblia ha acumulado y reunido sus tesoros para esta última generación. Todos los grandes eventos y las solemnes transacciones de la historia del Antiguo Testamento, han sido repetidas y se están repitiendo en la iglesia en estos últimos días. Moisés todavía habla, enseñando la negación de sí mismo al desear que él mismo fuera borrado del libro de la vida en favor de sus semejantes, a fin de que ellos se salvaran. David encabeza la [el acto de] intercesión de la iglesia a favor de la salvación de almas hasta los confines de la tierra. Los profetas todavía testifican de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que debía seguir. Allí todas las verdades acumuladas se nos presentan con fuerza para que aprovechemos sus enseñanzas. Estamos bajo la influencia de todas ellas. ¿Qué clase de personas debemos ser nosotros, a quienes ha sido dada toda esta rica luz como herencia? Al concentrarse toda la influencia del pasado con una luz nueva y acrecentada del presente, a todos los que la siguen se les da un poder intensificado. Su fe aumentará y se pondrá en ejercicio en el tiempo presente, despertando una energía y un fervor intensamente ampliado; y en base a una dependencia de Dios y de su poder, llenarán el mundo y enviarán la luz del Sol de Justicia hasta los confines de la tierra (Mensajes selectos t. 3, p. 387).
La nota predominante de la predicación de Cristo era: “El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio”. Así el mensaje evangélico, tal como lo daba el Salvador mismo, se basaba en las profecías. El “tiempo” que él declaraba cumplido, era el período dado a conocer a Daniel por el ángel Gabriel. “Setenta semanas —dijo el ángel— están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Daniel 9:24 (El Deseado de todas las gentes, pp. 199, 200).
El Antiguo Testamento derrama luz sobre el Nuevo, y el Nuevo sobre el Antiguo. Cada uno es una revelación de la gloria de Dios en Jesús. Cristo manifestado a los patriarcas, simbolizado en los servicios de los sacrificios, esbozado en la ley, y revelado por los profetas, constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en su vida, en su muerte y su resurrección; Cristo manifestado por el Espíritu Santo, es el tesoro del Nuevo. Tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento presentan verdades que revelan continuamente nuevas profundidades de significado al que las busca fervorosamente…
Las palabras de Cristo son el pan de vida. Al comer sus palabras, la comprensión de los discípulos fue avivada. Comprendieron mejor el valor de las enseñanzas del Salvador. El discernimiento de estas verdades los hizo pasar de la oscuridad del alba a la brillantez del mediodía. Lo mismo sucederá con nosotros al estudiar la Palabra de Dios (Exaltad a Jesús, p. 109).
Domingo 29 de diciembre - CRISTO: EL CENTRO DE DANIEL
La Biblia ha acumulado y reunido sus tesoros para esta última generación. Todos los grandes eventos y las solemnes transacciones de la historia del Antiguo Testamento, han sido repetidas y se están repitiendo en la iglesia en estos últimos días. Moisés todavía habla, enseñando la negación de sí mismo al desear que él mismo fuera borrado del libro de la vida en favor de sus semejantes, a fin de que ellos se salvaran. David encabeza la [el acto de] intercesión de la iglesia a favor de la salvación de almas hasta los confines de la tierra. Los profetas todavía testifican de los sufrimientos de Cristo y de la gloria que debía seguir. Allí todas las verdades acumuladas se nos presentan con fuerza para que aprovechemos sus enseñanzas. Estamos bajo la influencia de todas ellas. ¿Qué clase de personas debemos ser nosotros, a quienes ha sido dada toda esta rica luz como herencia? Al concentrarse toda la influencia del pasado con una luz nueva y acrecentada del presente, a todos los que la siguen se les da un poder intensificado. Su fe aumentará y se pondrá en ejercicio en el tiempo presente, despertando una energía y un fervor intensamente ampliado; y en base a una dependencia de Dios y de su poder, llenarán el mundo y enviarán la luz del Sol de Justicia hasta los confines de la tierra (Mensajes selectos t. 3, p. 387).
La nota predominante de la predicación de Cristo era: “El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio”. Así el mensaje evangélico, tal como lo daba el Salvador mismo, se basaba en las profecías. El “tiempo” que él declaraba cumplido, era el período dado a conocer a Daniel por el ángel Gabriel. “Setenta semanas —dijo el ángel— están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Daniel 9:24 (El Deseado de todas las gentes, pp. 199, 200).
El Antiguo Testamento derrama luz sobre el Nuevo, y el Nuevo sobre el Antiguo. Cada uno es una revelación de la gloria de Dios en Jesús. Cristo manifestado a los patriarcas, simbolizado en los servicios de los sacrificios, esbozado en la ley, y revelado por los profetas, constituye las riquezas del Antiguo Testamento. Cristo en su vida, en su muerte y su resurrección; Cristo manifestado por el Espíritu Santo, es el tesoro del Nuevo. Tanto el Nuevo como el Antiguo Testamento presentan verdades que revelan continuamente nuevas profundidades de significado al que las busca fervorosamente…
Las palabras de Cristo son el pan de vida. Al comer sus palabras, la comprensión de los discípulos fue avivada. Comprendieron mejor el valor de las enseñanzas del Salvador. El discernimiento de estas verdades los hizo pasar de la oscuridad del alba a la brillantez del mediodía. Lo mismo sucederá con nosotros al estudiar la Palabra de Dios (Exaltad a Jesús, p. 109).
Lunes 30 de diciembre
LA ESTRUCTURA DE DANIEL
La disposición de la sección en arameo de Daniel, los capítulos 2 al 7 (en parte Daniel escribió en hebreo; y en parte, en arameo), revela la siguiente estructura, que ayuda a reforzar el mensaje central de esa sección y del libro:
A. La visión de cuatro reinos de Nabucodonosor (Dan. 2).
B. Dios libera a los compañeros de Daniel del horno de fuego (Dan. 3).
C. Juicio sobre Nabucodonosor (Dan. 4).
C’. Juicio sobre Belsasar (Dan. 5).
B’. Dios libra a Daniel del foso de los leones (Dan. 6).
A’. La visión de Daniel de los cuatro reinos (Dan. 7).
Este tipo de arreglo literario sirve para resaltar el punto principal al colocarlo en el centro de la estructura, que en este caso consiste en C y C’ (Dan. 4, 5): Dios les quita el reino a Nabucodonosor (temporalmente) y a Belsasar (permanentemente). Por lo tanto, el énfasis de los capítulos 2 al 7 está en la soberanía de Dios sobre los reyes de la Tierra, ya que él los pone y los quita.
Una de las formas más eficaces de transmitir un mensaje y aclarar un tema es mediante la repetición. Por ejemplo, Dios le da al faraón dos sueños sobre el futuro inmediato de Egipto (Gén. 41:1–7). En el primer sueño, siete vacas delgadas devoran a siete vacas gordas. En el segundo sueño, siete espigas delgadas y arruinadas devoran a siete espigas de cereal de grano sano. Ambos sueños plantean lo mismo: siete años de escasez vendrán después de siete años de prosperidad.
En el libro de Daniel, Dios también usa la repetición. Hay cuatro ciclos proféticos, que son repeticiones de una estructura básica general. Al final, esta estructura nos muestra la suprema soberanía de Dios. Aunque cada esquema profético principal transmite una perspectiva distinta, juntos cubren el mismo período histórico, que se extiende desde el tiempo del profeta hasta el fin, como muestra el siguiente diagrama:
Daniel 2 | Daniel 7 | Daniel 8, 9 | Daniel 10–12 |
---|---|---|---|
Babilonia | Babilonia | ||
Medopersia | Medopersia | Medopersia | Medopersia |
Grecia | Grecia | Grecia | Grecia |
Roma | Roma | Roma | Roma |
Se instaura el Reino de Dios | Juicio celestial que conduce a la Tierra Nueva | Purificación del Santuario | Miguel se levanta |
¿Qué gran esperanza presentan estos textos con respecto a nuestras perspectivas a largo plazo? Daniel 2:44; Salmo 9:7–12; 2 Pedro 3:11–13.
Notas EGW
Lunes 30 de diciembre - LA ESTRUCTURA DE DANIEL
Cuando los libros de Daniel y Apocalipsis sean mejor entendidos, los creyentes tendrán una experiencia religiosa completamente distinta. Recibirán tales vislumbres de los portales abiertos del cielo que se les grabará en la mente y el corazón el carácter que todos deben desarrollar a fin de comprender la bendición que será la recompensa de los de corazón puro (Testimonios para los ministros, p. 114).
Como los argumentos basados en los períodos proféticos resultaban irrefutables, los adversarios trataron de prevenir la investigación de este asunto enseñando que las profecías estaban selladas. De este modo los protestantes seguían las huellas de los romanistas. Mientras que la iglesia papal le niega la Biblia al pueblo, las iglesias protestantes aseguraban que parte importante de la Palabra Sagrada —o sea la que pone a la vista verdades de especial aplicación para nuestro tiempo— no podía ser entendida.
Los ministros y el pueblo declararon que las profecías de Daniel y del Apocalipsis eran misterios incomprensibles. Pero Cristo había llamado la atención de sus discípulos a las palabras del profeta Daniel relativas a los acontecimientos que debían desarrollarse en tiempo de ellos, y les había dicho: “El que lee, entienda”. Mateo 24:15 (El conflicto de los siglos, pp. 339, 340).
Del nacimiento y de la caída de las naciones, según resaltan en los libros de Daniel y Apocalipsis, necesitamos aprender cuán vana es la gloria y pompa mundanal. Babilonia, con todo su poder y magnificencia, cuyo parangón nuestro mundo no ha vuelto a contemplar —un poder y una magnificencia que la gente de aquel tiempo creía estables y duraderos— se desvaneció y ¡cuán completamente! Pereció “como la flor de la hierba”. Santiago 1:10. Así perecieron el reino medo-persa, y los imperios de Grecia y de Roma. Y así perece todo lo que no está fundado en Dios. Solo puede perdurar lo que se vincula con su propósito y expresa su carácter. Sus principios son lo único firme que conoce nuestro mundo.
Un estudio cuidadoso de cómo se cumple el propósito de Dios en la historia de las naciones y en la revelación de las cosas venideras, nos ayudará a estimar en su verdadero valor las cosas que se ven y las que no se ven, y a comprender cuál es el verdadero objeto de la vida. Considerando así las cosas de este tiempo a la luz de la eternidad, podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador, el reino bienaventurado que ha de durar para siempre, podemos ser preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga (Profetas y reyes, pp. 402, 403).
Lunes 30 de diciembre - LA ESTRUCTURA DE DANIEL
Cuando los libros de Daniel y Apocalipsis sean mejor entendidos, los creyentes tendrán una experiencia religiosa completamente distinta. Recibirán tales vislumbres de los portales abiertos del cielo que se les grabará en la mente y el corazón el carácter que todos deben desarrollar a fin de comprender la bendición que será la recompensa de los de corazón puro (Testimonios para los ministros, p. 114).
Como los argumentos basados en los períodos proféticos resultaban irrefutables, los adversarios trataron de prevenir la investigación de este asunto enseñando que las profecías estaban selladas. De este modo los protestantes seguían las huellas de los romanistas. Mientras que la iglesia papal le niega la Biblia al pueblo, las iglesias protestantes aseguraban que parte importante de la Palabra Sagrada —o sea la que pone a la vista verdades de especial aplicación para nuestro tiempo— no podía ser entendida.
Los ministros y el pueblo declararon que las profecías de Daniel y del Apocalipsis eran misterios incomprensibles. Pero Cristo había llamado la atención de sus discípulos a las palabras del profeta Daniel relativas a los acontecimientos que debían desarrollarse en tiempo de ellos, y les había dicho: “El que lee, entienda”. Mateo 24:15 (El conflicto de los siglos, pp. 339, 340).
Del nacimiento y de la caída de las naciones, según resaltan en los libros de Daniel y Apocalipsis, necesitamos aprender cuán vana es la gloria y pompa mundanal. Babilonia, con todo su poder y magnificencia, cuyo parangón nuestro mundo no ha vuelto a contemplar —un poder y una magnificencia que la gente de aquel tiempo creía estables y duraderos— se desvaneció y ¡cuán completamente! Pereció “como la flor de la hierba”. Santiago 1:10. Así perecieron el reino medo-persa, y los imperios de Grecia y de Roma. Y así perece todo lo que no está fundado en Dios. Solo puede perdurar lo que se vincula con su propósito y expresa su carácter. Sus principios son lo único firme que conoce nuestro mundo.
Un estudio cuidadoso de cómo se cumple el propósito de Dios en la historia de las naciones y en la revelación de las cosas venideras, nos ayudará a estimar en su verdadero valor las cosas que se ven y las que no se ven, y a comprender cuál es el verdadero objeto de la vida. Considerando así las cosas de este tiempo a la luz de la eternidad, podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador, el reino bienaventurado que ha de durar para siempre, podemos ser preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga (Profetas y reyes, pp. 402, 403).
Martes 31 de diciembre
PROFECÍAS APOCALÍPTICAS EN DANIEL
Las visiones proféticas registradas en el libro de Daniel son de una naturaleza diferente de la mayoría de los mensajes proféticos presentados por otros profetas del Antiguo Testamento. Las profecías de Daniel pertenecen a la categoría de profecía apocalíptica, mientras que la mayoría de las otras profecías del Antiguo Testamento pertenecen a la categoría de profecía clásica. Una comprensión de la diferencia básica entre estos géneros proféticos es fundamental para un correcto entendimiento de la profecía bíblica.
Las profecías apocalípticas muestran algunas características peculiares que las diferencian de las llamadas profecías clásicas:
Visiones y sueños. En la profecía apocalíptica, Dios usa principalmente sueños y visiones para transmitir su mensaje al profeta. En la profecía clásica, el profeta recibe “la palabra de Jehová” (que puede incluir visiones), una expresión que aparece con pequeñas variaciones alrededor de mil seiscientas veces en los profetas clásicos.
Simbolismo compuesto. Mientras que en la profecía clásica hay una cantidad limitada de simbolismo (que involucra principalmente símbolos que son reales en la vida), en la profecía apocalíptica Dios muestra símbolos e imágenes que están más allá del mundo de la realidad humana, como animales híbridos o monstruos con alas y cuernos.
Soberanía e incondicionalidad divinas. En contraste con las profecías clásicas, cuyo cumplimiento a menudo depende de la respuesta humana en el contexto del pacto de Dios con Israel (condicionalidad), las profecías apocalípticas son incondicionales. En la profecía apocalíptica, Dios revela el surgimiento y la caída de los imperios mundiales desde los días de Daniel hasta el tiempo del fin. Este tipo de profecía se basa en la presciencia y la soberanía de Dios, y se cumplirá independientemente de las decisiones humanas.
Lee Jonás 3:3 al 10. ¿Es esta una profecía clásica o apocalíptica? Justifica tu respuesta. ¿Y Daniel 7:6?
Puede ser de gran beneficio saber de los amplios géneros proféticos como la profecía clásica y la apocalíptica. En primer lugar, estos géneros muestran que Dios usa una variedad de perspectivas para comunicar la verdad profética (Heb. 1:1). En segundo lugar, ese conocimiento nos ayuda a apreciar mejor la belleza y la complejidad de la Biblia. En tercer lugar, este conocimiento también nos ayuda a interpretar las profecías bíblicas de una manera que sea compatible con el testimonio de toda la Biblia y que explique correctamente “la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15).
Notas EGW
Martes 31 diciembre - Profecías Apocalípticas En Daniel
Durante su ministerio terrenal, Cristo se refirió al bien realizado por la predicación de Jonás en Nínive, y comparó a los habitantes de aquel centro pagano con el pueblo que profesaba pertenecer a Dios en su época. Declaró: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar”. Mateo 12:40, 41. En el mundo atareado, dominado por el bullicio y las altercaciones del comercio, donde los hombres procuraban obtener todo lo que podían para sí, había venido Cristo; y sobre la confusión, su voz, como trompeta de Dios, se oyó decir: “¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? o ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?” Marcos 8:36, 37.
Como la predicación de Jonás fue una señal para los ninivitas, lo fue para su propia generación la predicación de Cristo. Pero ¡qué contraste entre las dos maneras en que fue recibida la palabra! Sin embargo, frente a la indiferencia y el escarnio, el Salvador siguió obrando, hasta que hubo cumplido su misión (Profetas y reyes, p. 204).
Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas con lenguaje humano. Fue escrita por seres humanos. Ellos fueron inspirados por el Espíritu Santo. Debido a las imperfecciones de la comprensión humana del lenguaje, o a la perversidad de la mente humana, ingeniosa para eludir la verdad, muchos leen y entienden la Biblia para agradarse a sí mismos. No es que la dificultad esté en la Biblia…
Las Escrituras fueron dadas a los hombres, no en una cadena continua de declaraciones ininterrumpidas, sino parte tras parte a través de generaciones sucesivas, a medida que Dios en su providencia veía una oportunidad adecuada para impresionar a los hombres en varios tiempos y en diversos lugares. Los hombres escribieron a medida que fueron movidos por el Espíritu Santo. Hay primero el brote, después el capullo y después el fruto; “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”. Esto es exactamente lo que son las declaraciones de la Biblia para nosotros (Mensajes selectos, t. 1, p. 22).
No siempre hay orden perfecto o aparente unidad en las Escrituras… Las verdades de la Biblia son como perlas ocultas. Deben ser buscadas, extraídas mediante esfuerzos concienzudos. Los que tan solo dan un vistazo a las Escrituras, con un conocimiento superficial que piensan que es muy profundo, hablan de las contradicciones de la Biblia y ponen en duda la autoridad de las Escrituras. Pero aquellos cuyo corazón está en armonía con la verdad y el deber, escudriñarán las Escrituras con un corazón preparado para recibir impresiones divinas. El alma iluminada ve una unidad espiritual, una gran hebra de oro que corre por todo el conjunto, pero se requieren paciencia, meditación y oración para rastrear la preciosa hebra áurea (Mensajes selectos, t. 1, pp. 22, 23).
Martes 31 diciembre - Profecías Apocalípticas En Daniel
Durante su ministerio terrenal, Cristo se refirió al bien realizado por la predicación de Jonás en Nínive, y comparó a los habitantes de aquel centro pagano con el pueblo que profesaba pertenecer a Dios en su época. Declaró: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás; y he aquí más que Jonás en este lugar”. Mateo 12:40, 41. En el mundo atareado, dominado por el bullicio y las altercaciones del comercio, donde los hombres procuraban obtener todo lo que podían para sí, había venido Cristo; y sobre la confusión, su voz, como trompeta de Dios, se oyó decir: “¿Qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma? o ¿qué recompensa dará el hombre por su alma?” Marcos 8:36, 37.
Como la predicación de Jonás fue una señal para los ninivitas, lo fue para su propia generación la predicación de Cristo. Pero ¡qué contraste entre las dos maneras en que fue recibida la palabra! Sin embargo, frente a la indiferencia y el escarnio, el Salvador siguió obrando, hasta que hubo cumplido su misión (Profetas y reyes, p. 204).
Los escritores de la Biblia tuvieron que expresar sus ideas con lenguaje humano. Fue escrita por seres humanos. Ellos fueron inspirados por el Espíritu Santo. Debido a las imperfecciones de la comprensión humana del lenguaje, o a la perversidad de la mente humana, ingeniosa para eludir la verdad, muchos leen y entienden la Biblia para agradarse a sí mismos. No es que la dificultad esté en la Biblia…
Las Escrituras fueron dadas a los hombres, no en una cadena continua de declaraciones ininterrumpidas, sino parte tras parte a través de generaciones sucesivas, a medida que Dios en su providencia veía una oportunidad adecuada para impresionar a los hombres en varios tiempos y en diversos lugares. Los hombres escribieron a medida que fueron movidos por el Espíritu Santo. Hay primero el brote, después el capullo y después el fruto; “primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga”. Esto es exactamente lo que son las declaraciones de la Biblia para nosotros (Mensajes selectos, t. 1, p. 22).
No siempre hay orden perfecto o aparente unidad en las Escrituras… Las verdades de la Biblia son como perlas ocultas. Deben ser buscadas, extraídas mediante esfuerzos concienzudos. Los que tan solo dan un vistazo a las Escrituras, con un conocimiento superficial que piensan que es muy profundo, hablan de las contradicciones de la Biblia y ponen en duda la autoridad de las Escrituras. Pero aquellos cuyo corazón está en armonía con la verdad y el deber, escudriñarán las Escrituras con un corazón preparado para recibir impresiones divinas. El alma iluminada ve una unidad espiritual, una gran hebra de oro que corre por todo el conjunto, pero se requieren paciencia, meditación y oración para rastrear la preciosa hebra áurea (Mensajes selectos, t. 1, pp. 22, 23).
Miércoles 1º de enero
LA ESCALA DE TIEMPO DE DIOS
Otro concepto importante que debemos tener en cuenta al estudiar el libro de Daniel es el enfoque historicista de las profecías apocalípticas. Este enfoque, también conocido como historicismo, se puede entender mejor si se compara con las opiniones opuestas de preterismo, futurismo e idealismo.
El preterismo tiende a presumir que los acontecimientos proféticos anunciados en Daniel ocurrieron en el pasado. El futurismo sostiene que las mismas profecías todavía aguardan un cumplimiento futuro. El idealismo, a su vez, afirma que las profecías apocalípticas son símbolos de realidades espirituales generales, sin ningún referente histórico específico.
El historicismo, en cambio, sostiene que en la profecía apocalíptica Dios revela una secuencia ininterrumpida de la historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del tiempo. A medida que estudiemos el libro de Daniel, veremos que cada visión principal del libro (Dan. 2, 7, 8, 11) repite este bosquejo histórico desde diferentes perspectivas y con nuevos detalles. Los pioneros adventistas, incluyendo a Elena de White, interpretaron las profecías bíblicas de Daniel y Apocalipsis desde una perspectiva historicista.
Lee Números 14:34 y Ezequiel 4:5 y 6. En términos proféticos, ¿qué suele representar un “día”?
Al estudiar el libro de Daniel, también debemos tener en cuenta que el tiempo profético se mide según el principio de día por año. Es decir, un día en la profecía, por lo general, equivale a un año en el tiempo histórico real. Así, por ejemplo, la profecía de las 2.300 tardes y mañanas debe entenderse como una referencia a 2.300 años (Dan. 8:14). Del mismo modo, la profecía de las setenta semanas debe entenderse como 490 años (Dan. 9:24-27).
Esta escala de tiempo parece ser correcta por algunas razones obvias:
(1) Dado que las visiones son simbólicas, los tiempos indicados también deben ser simbólicos.
(2) Como los acontecimientos descritos en las visiones transcurren durante largos períodos, incluso hasta el “tiempo del fin” en algunos casos, los períodos relacionados con estas profecías deben interpretarse en consonancia.
(3) El libro de Daniel confirma el principio de día por año. Un claro ejemplo proviene de la profecía de las setenta semanas, que abarca desde los días del rey Artajerjes hasta la venida de Jesús como el Mesías. Entonces, la manera más obvia y correcta de entender los períodos de tiempo proféticos dados en el libro de Daniel es interpretarlos de acuerdo con el principio de día por año.
■ Algunas de estas profecías de tiempo abarcan cientos, incluso miles, de años. ¿Qué debería enseñarnos esto sobre la paciencia?
Notas EGW
Miércoles 1 de enero 2020 - La Escala De Tiempo De Dios
“Estando completamente convencido —dice Miller— de que toda Escritura divinamente inspirada es útil (2 Timoteo 3:16); que en ningún tiempo fue dada por voluntad de hombre, sino que fue escrita por hombres santos inspirados del Espíritu Santo (2 Pedro 1:21), y esto ‘para nuestra enseñanza’ ‘para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza’ (Romanos 15:4), no pude menos que considerar las partes cronológicas de la Biblia tan pertinentes a la Palabra de Dios y tan acreedoras a que las tomáramos en cuenta como cualquiera otra parte de las Sagradas Escrituras. Pensé por consiguiente que al tratar de comprender lo que Dios, en su misericordia, había juzgado conveniente revelarnos, yo no tenía derecho para pasar por alto los períodos proféticos”…
La profecía que parecía revelar con la mayor claridad el tiempo del segundo advenimiento, era la de Daniel 8:14: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario” (VM). Siguiendo la regla que se había impuesto, de dejar que las Sagradas Escrituras se interpretasen a sí mismas, Miller llegó a saber que un día en la profecía simbólica representa un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6); vio que el período de los 2.300 días proféticos, o años literales, se extendía mucho más allá del fin de la era judaica, y que por consiguiente no podía referirse al Santuario de aquella economía (El conflicto de los siglos, p. 324).
El tiempo en que iban a producirse el primer advenimiento y algunos de los principales acontecimientos relacionados con la vida y la obra del Salvador, fue comunicado a Daniel por el ángel Gabriel. Dijo este: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Daniel 9:24. En la profecía un día representa un año. Véase Números 14:34; Ezequiel 4:6 (Profetas y reyes, p. 514).
Dios ha puesto en su propia potestad los tiempos y las sazones [hablando del regreso de Cristo]. ¿Y por qué no nos ha dado Dios ese conocimiento? Porque si lo hiciera, no lo usaríamos debidamente. Ese conocimiento provocaría entre los hermanos un resultado que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar a un pueblo que pueda resistir en el gran día venidero. No hemos de vivir dependiendo de la excitación originada por fechas especiales. No hemos de enfrascarnos en especulaciones en cuanto a los tiempos y las sazones que no ha revelado Dios. Jesús ha dicho a sus discípulos que velen, pero no fijándose en una fecha definida. Sus seguidores han de estar en la posición de los que están atentos a las órdenes de su Capitán. Han de velar, esperar, orar y trabajar a medida que se acercan al tiempo de la venida del Señor, pero nadie podrá predecir precisamente cuándo será ese tiempo, pues “no sabéis el día ni la hora”. No podréis decir que Cristo vendrá dentro de uno, dos o cinco años; tampoco debéis posponer su venida diciendo que quizá no se produzca ni en diez ni en veinte años (Mensajes selectos, t. 1, pp. 221, 222).
Miércoles 1 de enero 2020 - La Escala De Tiempo De Dios
“Estando completamente convencido —dice Miller— de que toda Escritura divinamente inspirada es útil (2 Timoteo 3:16); que en ningún tiempo fue dada por voluntad de hombre, sino que fue escrita por hombres santos inspirados del Espíritu Santo (2 Pedro 1:21), y esto ‘para nuestra enseñanza’ ‘para que por la paciencia, y por la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza’ (Romanos 15:4), no pude menos que considerar las partes cronológicas de la Biblia tan pertinentes a la Palabra de Dios y tan acreedoras a que las tomáramos en cuenta como cualquiera otra parte de las Sagradas Escrituras. Pensé por consiguiente que al tratar de comprender lo que Dios, en su misericordia, había juzgado conveniente revelarnos, yo no tenía derecho para pasar por alto los períodos proféticos”…
La profecía que parecía revelar con la mayor claridad el tiempo del segundo advenimiento, era la de Daniel 8:14: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario” (VM). Siguiendo la regla que se había impuesto, de dejar que las Sagradas Escrituras se interpretasen a sí mismas, Miller llegó a saber que un día en la profecía simbólica representa un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6); vio que el período de los 2.300 días proféticos, o años literales, se extendía mucho más allá del fin de la era judaica, y que por consiguiente no podía referirse al Santuario de aquella economía (El conflicto de los siglos, p. 324).
El tiempo en que iban a producirse el primer advenimiento y algunos de los principales acontecimientos relacionados con la vida y la obra del Salvador, fue comunicado a Daniel por el ángel Gabriel. Dijo este: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Daniel 9:24. En la profecía un día representa un año. Véase Números 14:34; Ezequiel 4:6 (Profetas y reyes, p. 514).
Dios ha puesto en su propia potestad los tiempos y las sazones [hablando del regreso de Cristo]. ¿Y por qué no nos ha dado Dios ese conocimiento? Porque si lo hiciera, no lo usaríamos debidamente. Ese conocimiento provocaría entre los hermanos un resultado que retardaría grandemente la obra de Dios de preparar a un pueblo que pueda resistir en el gran día venidero. No hemos de vivir dependiendo de la excitación originada por fechas especiales. No hemos de enfrascarnos en especulaciones en cuanto a los tiempos y las sazones que no ha revelado Dios. Jesús ha dicho a sus discípulos que velen, pero no fijándose en una fecha definida. Sus seguidores han de estar en la posición de los que están atentos a las órdenes de su Capitán. Han de velar, esperar, orar y trabajar a medida que se acercan al tiempo de la venida del Señor, pero nadie podrá predecir precisamente cuándo será ese tiempo, pues “no sabéis el día ni la hora”. No podréis decir que Cristo vendrá dentro de uno, dos o cinco años; tampoco debéis posponer su venida diciendo que quizá no se produzca ni en diez ni en veinte años (Mensajes selectos, t. 1, pp. 221, 222).
Jueves 2 de enero
LA IMPORTANCIA CONTEMPORÁNEA DE DANIEL
Aunque fue escrito hace más de 2.500 años, el libro de Daniel continúa siendo profundamente relevante para el pueblo de Dios en el siglo XXI. Señalaremos tres ámbitos en los que Daniel puede ser relevante para nosotros.
Dios es soberano en nuestra vida. Incluso cuando las cosas salen mal, Dios es soberano y se ocupa de los caprichos de las acciones humanas a fin de brindar lo mejor para sus hijos. La experiencia de Daniel en Babilonia se asemeja a la de José en Egipto y a la de Ester en Persia. Estos tres jóvenes fueron cautivos en países extranjeros y bajo el poder abrumador de las naciones paganas. Para el observador casual, pudieron haber parecido débiles y abandonados por Dios. Sin embargo, el Señor los fortaleció y los usó de manera poderosa. Cuando enfrentemos pruebas, sufrimientos y oposición, podemos mirar hacia atrás, a lo que Dios hizo por Daniel, José y Ester. Podemos estar seguros de que Dios continúa siendo nuestro Señor, y que no nos abandona ni siquiera en medio de nuestras pruebas y tentaciones.
Dios dirige el curso de la historia. A veces nos sentimos preocupados por un mundo confuso y sin rumbo, que está lleno de pecado y violencia. Pero el mensaje de Daniel es que Dios tiene el control. En cada capítulo de Daniel se recalca el mensaje de que Dios dirige el flujo de la historia. Como dice Elena de White: “En los anales de la historia humana, el crecimiento de las naciones, el levantamiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas del hombre. Los sucesos parecen ser determinados, en gran parte, por su poder, su ambición o su capricho. Pero, en la Palabra de Dios se descorre el velo, y contemplamos detrás, encima y entre la trama y la urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres, los agentes del Ser misericordioso, que ejecutan silenciosa y pacientemente los consejos de la voluntad de Dios” (Ed 173).
Dios ofrece un modelo a seguir a su pueblo del tiempo del fin. Daniel y sus amigos sirven como modelos para la vida en una sociedad que posee una cosmovisión a menudo en desacuerdo con la de la Biblia. Cuando se ven presionados para comprometer su fe y hacer concesiones al sistema babilónico en aspectos que negarían su compromiso con el Señor, permanecen fieles a la Palabra de Dios. Su experiencia de fidelidad y compromiso absolutos con el Señor nos alienta cuando enfrentamos oposición e incluso persecución en favor del evangelio. Al mismo tiempo, Daniel muestra que es posible hacer una contribución al Estado y a la sociedad y seguir comprometido con el Señor.
Lee Daniel 9:23; 10:11 y 12; y Mateo 10:29 al 31. ¿Qué dicen estos versículos acerca del interés de Dios en nuestras luchas personales?
Notas EGW
Jueves 2 de enero 2020 - La Importancia Contemporánea De Daniel
Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respectos, con relación al poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo ha dispuesto las cosas, en la forma de dar las profecías y en los acontecimientos descriptos, para enseñar que el agente humano ha de ser mantenido fuera de la vista, oculto en Cristo, y que el Señor Dios del cielo y su ley han de ser exaltados. Leed el libro de Daniel. Evocad, punto por punto, la historia de los reinos allí representados. Contemplad a estadistas, consejos, ejércitos poderosos, y ved cómo Dios obró para abatir el orgullo de los hombres y arrojar la gloria humana en el polvo…
La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días. Las visiones que él tuvo junto a las riberas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, están hoy en proceso de cumplimiento, y todos los acontecimientos predichos pronto ocurrirán (Testimonios para los ministros, pp. 112, 113).
El Señor prometió al antiguo Israel que lo preservaría de todas las enfermedades con que había afligido a los egipcios, si tan solo quería permanecer en él y hacer todo lo que le exigiera; pero su promesa tenía la obediencia por condición. Si los israelitas hubiesen seguido las instrucciones dadas y sacado provecho de sus ventajas, hubiesen llegado a ser una lección objetiva para el mundo, por su salud y su prosperidad. Los israelitas no realizaron el propósito divino y perdieron así las bendiciones que les eran reservadas. Sin embargo, en José y en Daniel, en Moisés y en Elías, como en otros muchos casos, tenemos nobles ejemplos de los resultados que pueden obtenerse viviendo conforme a las verdaderas normas. La misma fidelidad producirá hoy día los mismos resultados. A nosotros se aplican estas palabras: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9 (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 132).
La misericordia y el amor de Dios hacia la raza caída no han dejado de multiplicarse, ni han cambiado de dirección.
Es cierto que sufriremos chascos y que nos aguardan tribulaciones; pero debemos encomendar todo, sea grande o pequeño, a nuestro Dios. A él no lo aturden la multitud de nuestros sinsabores, ni lo abruma el peso de nuestras cargas. Su protección se extiende a todos los hogares y vela por cada individuo. A él le preocupan todos nuestros negocios y pesares. Él anota cada lágrima; se conmueve al advertir nuestras debilidades. Todas las aflicciones y pruebas que nos sobrecogen son permitidas a fin de que obren los divinos propósitos de amor en nuestro beneficio, “para que recibamos su santificación”, y así participemos de la plenitud del gozo que se halla en su presencia (Mi vida hoy, p. 301).
Jueves 2 de enero 2020 - La Importancia Contemporánea De Daniel
Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes en la historia de nuestra obra. Podemos tener menos que decir en algunos respectos, con relación al poder romano y al papado; pero debemos llamar la atención a lo que los profetas y los apóstoles han escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo de Dios. El Espíritu Santo ha dispuesto las cosas, en la forma de dar las profecías y en los acontecimientos descriptos, para enseñar que el agente humano ha de ser mantenido fuera de la vista, oculto en Cristo, y que el Señor Dios del cielo y su ley han de ser exaltados. Leed el libro de Daniel. Evocad, punto por punto, la historia de los reinos allí representados. Contemplad a estadistas, consejos, ejércitos poderosos, y ved cómo Dios obró para abatir el orgullo de los hombres y arrojar la gloria humana en el polvo…
La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días. Las visiones que él tuvo junto a las riberas del Ulai y del Hidekel, los grandes ríos de Sinar, están hoy en proceso de cumplimiento, y todos los acontecimientos predichos pronto ocurrirán (Testimonios para los ministros, pp. 112, 113).
El Señor prometió al antiguo Israel que lo preservaría de todas las enfermedades con que había afligido a los egipcios, si tan solo quería permanecer en él y hacer todo lo que le exigiera; pero su promesa tenía la obediencia por condición. Si los israelitas hubiesen seguido las instrucciones dadas y sacado provecho de sus ventajas, hubiesen llegado a ser una lección objetiva para el mundo, por su salud y su prosperidad. Los israelitas no realizaron el propósito divino y perdieron así las bendiciones que les eran reservadas. Sin embargo, en José y en Daniel, en Moisés y en Elías, como en otros muchos casos, tenemos nobles ejemplos de los resultados que pueden obtenerse viviendo conforme a las verdaderas normas. La misma fidelidad producirá hoy día los mismos resultados. A nosotros se aplican estas palabras: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, gente santa, pueblo adquirido, para que anunciéis las virtudes de aquel que os ha llamado de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9 (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 132).
La misericordia y el amor de Dios hacia la raza caída no han dejado de multiplicarse, ni han cambiado de dirección.
Es cierto que sufriremos chascos y que nos aguardan tribulaciones; pero debemos encomendar todo, sea grande o pequeño, a nuestro Dios. A él no lo aturden la multitud de nuestros sinsabores, ni lo abruma el peso de nuestras cargas. Su protección se extiende a todos los hogares y vela por cada individuo. A él le preocupan todos nuestros negocios y pesares. Él anota cada lágrima; se conmueve al advertir nuestras debilidades. Todas las aflicciones y pruebas que nos sobrecogen son permitidas a fin de que obren los divinos propósitos de amor en nuestro beneficio, “para que recibamos su santificación”, y así participemos de la plenitud del gozo que se halla en su presencia (Mi vida hoy, p. 301).
Viernes 3 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“La Biblia estaba destinada a ser una guía para todos los que deseasen conocer la voluntad de su Hacedor. Dios dio a los hombres la firme palabra profética; ángeles, y hasta el mismo Cristo, vinieron para dar a conocer a Daniel y a Juan las cosas que deben acontecer en breve. Los temas importantes que conciernen a nuestra salvación no quedaron envueltos en el misterio. No fueron revelados de manera que confundan y extravíen al que busca sinceramente la verdad. El Señor dijo al profeta Habacuc: ‘Escribe la visión [...] para que se pueda leer de corrido’ (Hab. 2:2). La Palabra de Dios es clara para todos aquellos que la estudian con corazón piadoso. Toda alma verdaderamente sincera alcanzará la luz de la verdad. ‘Luz está sembrada para el justo’ (Sal. 97:11). Y ninguna iglesia puede progresar en santidad si sus miembros no buscan ardientemente la verdad como si fuera un tesoro escondido” (CS 512).
“Estudien la historia de Daniel y de sus amigos. Aunque se encontraban en un medio donde la tentación los asediaba de continuo, Daniel y sus compañeros honraron y glorificaron a Dios en su vida diaria. Habían tomado la decisión de evitar toda clase de mal y se negaron a ponerse en la senda del enemigo. Y la rica bendición de Dios premió esa firme lealtad” (CT 177).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. A medida que estudiemos el libro de Daniel, surgirá un aspecto poderoso: Dios no solo es soberano sobre todas las naciones, sino también está íntimamente familiarizado con cada uno de nosotros, incluso en el nivel más profundo. Por ejemplo, como veremos en Daniel 2, pudo darle un sueño a un rey pagano. Poder entrar en la mente de alguien mientras duerme e implantar un sueño revela una cercanía que ni siquiera podemos comenzar a comprender. Al mismo tiempo, como veremos, la naturaleza del sueño revela que Dios finalmente tiene el control incluso de los vastos imperios del mundo y sabe cómo va a terminar todo. ¿Qué consuelo y esperanza podemos obtener de estas representaciones de la realidad? Al mismo tiempo, ¿cómo te sientes al saber que el Señor está tan cerca que conoce tus pensamientos? En este contexto, ¿por qué la promesa de la Cruz se vuelve tan importante?
2. En clase, analicen la diferencia entre la profecía clásica y la apocalíptica. ¿Qué otros ejemplos de ambas pueden encontrar en la Biblia?
Notas EGW
Viernes
Viernes
Dios lo bendiga!!!
- MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 1 - Daniel
Lección 1 - Daniel
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Hechos 8:30.
Enfoque del estudio:
Lucas 24:25-27; 2 Pedro 3:11-13; Jonás 3:3-10; Números 14:34; Daniel 9:23; 10:11, 12.
Introducción: Para entender mejor el libro de Daniel y beneficiarnos de él, analizaremos tres conceptos esenciales e interrelacionados: Cristo, la literatura apocalíptica y el historicismo.
Temática de la lección:
1. Cristo. Lo que Jesús dijo acerca de las Escrituras del Antiguo Testamento en su conjunto (Luc. 24:44; Juan 5:39) se aplica particularmente al libro de Daniel. Cristo se manifiesta tanto en los temas generales como en los casos específicos de los relatos y las profecías de Daniel.
2. La literatura apocalíptica. La literatura apocalíptica apunta a alentar al pueblo de Dios en tiempos de crisis y de persecución, revelando los planes generales de Dios para la historia del mundo. Estos planes culminan con la liberación del pueblo de Dios, la destrucción del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios.
3. El historicismo. La interpretación adventista de las profecías de Daniel se basa en el principio historicista, que considera que las profecías apocalípticas se cumplen a lo largo de toda la historia. Este principio es el que mejor explica las profecías de Daniel (y las de Apocalipsis).
Aplicación a la vida: A pesar de la evidente condición desesperada de nuestro mundo contemporáneo, Dios tiene todo bajo control. La esperanza refulge a través de las páginas de Daniel. Cristo ha sido entronizado como nuestro comandante supremo y Sumo Sacerdote en el Templo celestial. A medida que se desarrolla la historia humana, Dios obra para vencer el mal y establecer su Reino eterno. Como dijo Elena de White: “No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada” (EUD 73). Por lo tanto, estudiemos el libro de Daniel con fe y entendimiento.
Parte II: COMENTARIO
1. Cristo.
Uno de los objetivos más importantes del estudio de la Biblia es aprender de Jesús. Después de todo, las Escrituras, desde Génesis hasta Apocalipsis, testifican de Jesús. En el Nuevo Testamento, hay unas doscientas referencias al libro de Daniel. Proporcionalmente, a Daniel se lo cita tanto como a Isaías y los Salmos, que son los libros más citados en el Nuevo Testamento. Indudablemente, Daniel tiene mucho que decir sobre Jesús. Examinemos seis principios bíblicos que nos darán una mejor perspectiva respecto de lo que vayamos aprendiendo sobre Cristo en el libro de Daniel.
En primer lugar, Jesús se revela en la progresión redentora-histórica de Daniel. Jesús es el objetivo por el cual se desarrolla la historia. Entonces, Jesús se revela en Daniel, pues la trayectoria histórica de la relación de Dios con su pueblo y el mundo culmina en Jesús.
En segundo lugar, Jesús aparece en el patrón de promesa-cumplimiento expresado en las profecías de Daniel. Por ejemplo, Jesús es el hijo de hombre y el Mesías venidero anunciados en Daniel 7 y 9, respectivamente.
En tercer lugar, al estudiar la tipología, aprendemos que Dios predeterminó algunos acontecimientos e instituciones para prefigurar aspectos importantes del plan de salvación. Por lo tanto, Jesús se revela en el santuario/sacerdocio/ sacrificio mencionado en el libro de Daniel.
En cuarto lugar, también podemos percibir a Jesús por analogía en algunas enseñanzas explícitas del libro de Daniel, que son similares a las experiencias de Jesús. Por ejemplo, la presión sobre los amigos de Daniel para “inclinarse y adorar la estatua de oro” (Dan. 3:5, NVI) refleja el momento en el que el diablo tentó a Jesús: “Y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat. 4:9). La fidelidad de los amigos de Daniel nos permite vislumbrar la perfecta obediencia de Jesús hacia el Padre.
En quinto lugar, Jesús también aparece en los temas longitudinales que conducen hacia él en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, el vasto tema de la salvación señala a Jesús como el Salvador supremo de su pueblo.
Y, en sexto lugar, las referencias neotestamentarias al libro de Daniel son otra perspectiva a través de la cual podemos encontrar a Jesús. Por ejemplo: Apocalipsis 13:1 al 8 alude a Daniel 7; y en Mateo 26:64 y Marcos 14:62, Jesús hace referencia a Daniel 7:13 y se aplica a sí mismo el nombre de “Hijo del Hombre” (ver Greidanus, Preaching Christ from Daniel).
2. La literatura apocalíptica.
Hay dos tipos (géneros) principales de literatura profética en la Biblia. Uno de ellos, la profecía clásica, describe a Dios actuando dentro de la historia para restaurar el mundo según el marco geográfico y étnico del pacto establecido con Israel (ver, por ej., los libros de Isaías, de Jeremías y de Amós). El otro, la profecía apocalíptica, muestra a Dios destruyendo el antiguo orden antes de restaurar el mundo. Este es el enfoque más apropiado para los tiempos de crisis, cuando el pueblo de Dios necesita tener esperanza y la seguridad de que Dios tiene el control total del curso de la historia, y que logrará la consumación de todas las cosas. En la Biblia, la profecía apocalíptica aparece principalmente en Daniel y Apocalipsis. Las profecías apocalípticas tienen algunas características distintivas que debemos tener en cuenta para interpretarlas de forma adecuada:
Cumplimiento único. La profecía apocalíptica es incondicional y tiene un solo cumplimiento. Puede tener múltiples aplicaciones espirituales u homiléticas, pero apunta a un único cumplimiento profético. Este cumplimiento es una consecuencia lógica del enfoque historicista, que considera que la profecía apocalíptica representa la historia desde la época del profeta hasta el fin del tiempo (veremos más sobre el historicismo a continuación).
Recapitulación. Daniel (como también Apocalipsis) utiliza el principio de recapitulación, o repetición. Daniel 2 ofrece el bosquejo estándar de la historia del mundo desde los tiempos del profeta hasta el fin. Luego, los capítulos 7, 8, y 10 al 12 recapitulan el esquema básico de Daniel 2, con la adición de otros detalles y perspectivas. Como dijo un autor, Daniel 2 representa la restauración del Reino; Daniel 7, la restauración del Rey; Daniel 8, la restauración del Santuario; y Daniel 10 al 12, la restauración del pueblo. Una comprensión clara del principio de recapitulación brinda un control interpretativo para el estudio de las diversas cadenas proféticas de Daniel, incluida la desafiante profecía de Daniel 11.
Principio día por año. La profecía apocalíptica emplea un simbolismo que incluye ciertos períodos mencionados en esas profecías. No tiene sentido hacer una interpretación literal de las etapas, dada la magnitud de los acontecimientos involucrados y el contexto simbólico de las profecías apocalípticas. Esos períodos deben entenderse según el principio de que un día en la profecía representa un año en la historia real. Números 14:34, y Ezequiel 4:5 y 6 son los textos clásicos que apoyan el principio de día por año. Sin embargo, hay varios pasajes bíblicos que muestran la correspondencia de día por año (Gén. 5; 6:3; 1 Sam. 1:21; Job 10:5, etc.). Finalmente, dado que el simbolismo de las profecías apocalípticas emplea entidades pequeñas para representar entidades más amplias, se deduce de esta observación que los períodos también son “simbolizaciones en miniatura” de intervalos de tiempo mayores, es decir, un día por un año (ver Timm, “Miniature Symbolization and the Year-Day Principle of Prophetic Interpretation”).
3. El historicismo.
En contraste con el preterismo y el futurismo, que conciben el cumplimiento de las profecías de Daniel en el pasado y en el futuro respectivamente, el historicismo considera que el cumplimiento de las profecías de Daniel se extiende desde la época del profeta hasta el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra. En este sentido, el historicismo no es solo una escuela de interpretación profética entre otras. De hecho, el historicismo es el enfoque que coincide mejor con el texto bíblico. Los siguientes argumentos muestran la validez del historicismo:
En primer lugar, es el método sugerido por la Biblia misma. Por ejemplo, las cadenas proféticas de Daniel 2, 7, y 8 al 9 se explican desde una perspectiva historicista. La secuencia de los imperios mundiales, que culminan en el establecimiento del Reino de Dios, abarca un período que se extiende desde la época babilónica/persa hasta el fin del mundo.
En segundo lugar, los grandes intervalos de tiempo y el alcance universal de las profecías apocalípticas (los períodos de 1.260, 2.300, 490 años), que abarcan reinos y, en última instancia, dan lugar al Reino de Dios, pueden explicarse mejor según el enfoque historicista.
En tercer lugar, Jesús entendía que la futura destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. (Mat. 24:15-20; Luc. 21:20-22) era el cumplimiento de Daniel 9:26 y 27. Pablo hace referencia a una serie de acontecimientos proféticos sucesivos que deben cumplirse en la historia antes de la segunda venida de Cristo (2 Tes. 2:1-12).
En cuarto lugar, los primeros padres de la iglesia y los reformadores utilizaron el enfoque historicista. Agustín inició un cambio de perspectiva cuando comparó el Reino de Dios con la iglesia cristiana; y el milenio, con la era cristiana.
Y en quinto lugar, el enfoque historicista se basa en la suposición de que Dios obra a lo largo de los siglos de la historia humana, para llevar el plan de salvación a su consumación. No hay vacíos en las actividades redentoras de Dios en el escenario descrito en las profecías apocalípticas.
Para concluir: “Los Adventistas del Séptimo Día creen que el historicismo es el método correcto de interpretación profética que se utilizará en la interpretación de los libros de Daniel y Apocalipsis. El método está respaldado por las Escrituras mismas y se utilizó durante el período de la iglesia primitiva. Además, creen que, al usar este método, también están preservando un aspecto importante de la obra de restauración de los reformadores” (“Historicism”, Seventh-day Adventist Encyclopedia, p. 2).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
“Se necesita un estudio mucho ma´s detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca [...]. La luz que Daniel recibio´ de Dios fue dada especialmente para estos postreros di´as” (TM 112, 113).
¿Cuál es tu primera impresión del libro de Daniel? ¿Es un libro sobre cronología profética, acerca de historias con aplicación espiritual o sobre Cristo? Explica.
A la luz de la siguiente declaración de Elena de White, ¿de qué modo integras estos tres aspectos (cronología profética, historias con aplicación espiritual y Cristo como el centro) en tu interpretación del libro?: “El tema central de la Biblia, el tema alrededor del cual se agrupan todos los dema´s del Libro, es el plan de la redencio´n, la restauración de la imagen de Dios en el alma humana” (Ed 125).
¿Qué concepto de Dios puedes extraer de la definición de profecía apocalíptica arriba mencionada? ¿Cuán transformadora es esta percepción para tu relación con él?
Dios lo bendiga!!!
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