Lección de Escuela Sabática de Adultos 1er Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 1er Trimestre 2020, Lección 1er Trimestre 2020,
Lección 4: Para el 25 de enero de 2020
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 3; Apocalipsis 13:11–18; Éxodo 20:3–6; Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 15:12–26; Hebreos 11.
PARA MEMORIZAR:
“He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Dan. 3:17, 18).
“Así estos jóvenes, imbuidos del Espíritu Santo, declararon a toda la nación su fe de que el que ellos adoraban era el único Dios verdadero y viviente [...]. Para impresionar a los idólatras con el poder y la grandeza del Dios viviente, sus siervos deben mostrar su reverencia hacia Dios. Deben manifestar que él es el único objeto de su honra y adoración y que [...] ni aun la preservación de su vida misma podrá inducirlos a hacer la menor concesión a la idolatría” (ELC 151). Aunque afrontar la amenaza de muerte debido a la cuestión de la adoración puede parecer algo de una época precientífica y supersticiosa, las Escrituras revelan que en el tiempo del fin, cuando el mundo haya progresado mucho, ocurrirá algo similar, pero a escala mundial. Por lo tanto, al estudiar esta historia, tenemos una vislumbre de las cuestiones que, según las Escrituras, enfrentarán los fieles de Dios.
LA IMAGEN DE ORO
Lee Daniel 3:1 al 7. ¿Qué es lo que probablemente motiva al rey a hacer esta estatua?
Es posible que hayan pasado unos veinte años entre el sueño y la construcción de la imagen. No obstante, parece que el rey ya no puede olvidar el sueño y el hecho de que Babilonia esté condenada a ser reemplazada por otros poderes. No satisfecho con ser solo la cabeza de oro, el rey quiere que una imagen íntegramente hecha de oro lo represente, para comunicar a sus súbditos que su reino perdurará a lo largo de la historia.
Esta actitud de orgullo nos recuerda a los constructores de la Torre de Babel, quienes, en su arrogancia, intentaron desafiar a Dios mismo. Nabucodonosor no es menos arrogante en este caso. Él ha logrado mucho como gobernante de Babilonia, y no puede hacerse a la idea de que su reino, con el tiempo, dejará de existir. Por ende, en un esfuerzo por autoexaltarse, construye una imagen para recordar su poder y evaluar, así, la lealtad de sus súbditos. Aunque quizá no sea claro si la imagen pretende representar al rey o a una deidad, debemos tener en cuenta que en la antigüedad las líneas que separaban la política de la religión a menudo eran confusas, o directamente no existían.
También debemos recordar que Nabucodonosor tuvo dos oportunidades para familiarizarse con el Dios verdadero. En primer lugar, examina a los jóvenes hebreos y los encuentra diez veces más sabios que los otros sabios de Babilonia. Más adelante, después de que todos los demás expertos no le pudieron recordar el sueño, Daniel le comunica los pensamientos de su mente, el sueño y su interpretación. Finalmente, el rey reconoce la superioridad del Dios de Daniel. Pero, evidentemente, esas lecciones de teología anteriores no impiden que Nabucodonosor vuelva a la idolatría. ¿Por qué? Lo más probable, por su orgullo. Los seres humanos pecaminosos se resisten a reconocer el hecho de que sus logros materiales e intelectuales son vanidad y están condenados a desaparecer. En ocasiones, podemos actuar como pequeños “Nabucodonosores”, ya que prestamos demasiada atención a nuestros logros y olvidamos lo insignificantes que pueden ser frente a la eternidad.
■ ¿Cómo podemos aprender a no caer, incluso de maneras muy sutiles, en la misma trampa que Nabucodonosor?
EL LLAMADO A ADORAR
Lee Daniel 3:8 al 15 y Apocalipsis 13:11 al 18. ¿Qué paralelismos podemos ver entre lo que sucedió en la época de Daniel y lo que ocurrirá en el futuro?
La imagen de oro sobre la llanura de Dura, cuyo nombre en acadio significa “lugar amurallado”, da a ese sitio amurallado la impresión de un vasto santuario. Como si no fuera suficiente, el horno cercano bien pudo evocar un altar. La música babilónica formaba parte de la liturgia. Se enumeran siete tipos de instrumentos musicales, como para transmitir la integridad y la eficacia del protocolo de adoración.
Hoy, somos bombardeados desde todos lados por llamados a adoptar nuevos estilos de vida, nuevas ideologías, y a abandonar nuestro compromiso con la autoridad de Dios como se expresa en su Palabra y a rendir nuestra lealtad a los sucesores contemporáneos del Imperio Babilónico. El encanto del mundo a veces parece abrumador, pero debemos recordar que nuestra lealtad suprema pertenece al Dios creador.
Según el calendario profético, estamos viviendo en los últimos días de la historia de la Tierra. Apocalipsis 13 anuncia que los habitantes de la Tierra serán llamados a adorar la imagen de la bestia. Esa entidad hará que a “todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente” (Apoc. 13:16).
Se dice que seis categorías de personas son leales a la imagen de la bestia: “pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos”. El número de la bestia, que es 666, también enfatiza el seis. Esto muestra que la imagen erigida por Nabucodonosor es solo una ilustración de lo que hará la Babilonia escatológica en los últimos días (ver Dan. 3:1 para las imágenes de seis y sesenta). Por lo tanto, hacemos bien en prestar mucha atención a lo que sucede en este relato y cómo Dios soberanamente dirige los asuntos del mundo.
■ Adorar no es solo inclinarse ante algo o alguien y profesar abiertamente lealtad suprema. ¿De qué otras formas, mucho más sutiles, podemos terminar adorando algo que no sea a nuestro Señor?
LA PRUEBA DE FUEGO
Para los tres hebreos, adorar a la imagen impuesta por el rey es una falsificación flagrante de la adoración en el Templo de Jerusalén, que vivieron en sus primeros años. Aunque tienen cargos en el Imperio y son leales al rey, su lealtad a Dios establece un límite a su lealtad humana. Ciertamente están dispuestos a continuar sirviendo al rey como administradores fieles; sin embargo, no pueden unirse a la ceremonia.
Lee Éxodo 20:3 al 6 y Deuteronomio 6:4. ¿Qué transmiten estos versículos que seguramente influyó en la postura que adoptaron estos hombres?
Todos siguen las instrucciones promulgadas por el rey y, al oír los instrumentos musicales, se inclinan y adoran la imagen de oro. Solo tres, Sadrac, Mesac y Abed-Nego, se atreven a desobedecer al rey. Inmediatamente, algunos babilonios ponen al rey en conocimiento. Los acusadores intentan enfurecer al rey diciendo: (1) fue el mismo rey quien puso a estos tres jóvenes sobre la provincia de Babilonia; (2) los judíos no sirven a los dioses del rey; y (3) no adoran la imagen de oro que el rey ha erigido (Dan. 3:12). Pero, a pesar de enfurecerse contra ellos, el rey ofrece una segunda oportunidad a los tres hombres. El rey está dispuesto a repetir todo el procedimiento para que estos hombres puedan retractarse de su posición y adorar a la imagen. Si se niegan, serán arrojados al horno de fuego. Y Nabucodonosor cierra su apelación con una afirmación sumamente arrogante: “¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” (Dan. 3:15).
Dotados de valor sobrenatural, responden al rey: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Dan. 3:17, 18).
■ Aunque saben que su Dios puede librarlos, no tienen la garantía de que lo hará. Sin embargo, se niegan a obedecer el mandato del rey, incluso sabiendo que podrían ser quemados vivos. ¿De dónde obtenemos esa clase de fe?
EL CUARTO HOMBRE
Lee Daniel 3:19 al 27. ¿Qué ocurre? ¿Quién es la otra persona que está en medio del fuego?
Habiendo arrojado a los fieles hebreos al fuego, Nabucodonosor queda perplejo al percibir la presencia de una cuarta persona dentro del horno. A su entender, el rey identifica a la cuarta figura como “hijo de los dioses” (Dan. 3:25).
El rey no puede decir mucho más, pero nosotros sí sabemos quién era esa cuarta persona. Se le apareció a Abraham antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra, luchó con Jacob junto al arroyo Jaboc y se le reveló a Moisés en una zarza ardiente. Es Jesucristo en una forma preencarnada, que viene a mostrar que Dios está con su pueblo en medio de sus problemas.
Elena de White dice: “Pero el Señor no olvidó a los suyos. Cuando sus testigos fueron arrojados al horno, el Salvador se les reveló en persona, y juntos anduvieron en medio del fuego. En la presencia del Señor del calor y el frío, las llamas perdieron su poder de consumirlos” (PR 373).
Como dice Dios en Isaías: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isa. 43:2).
Aunque amamos este tipo de historias, nos surge la pregunta de por qué otros no han sido liberados milagrosamente de la persecución por su fe. Conocemos seguramente la experiencia de Isaías y Zacarías, quienes fueron asesinados por reyes impíos. A lo largo de la historia bíblica, hasta nuestros días, los cristianos fieles experimentaron sufrimientos terribles que no terminaron en una liberación milagrosa para ellos, al menos aquí, sino en una muerte dolorosa. El caso que estamos analizando esta semana es uno en el que los fieles reciben una liberación milagrosa, pero, como sabemos, esas cosas no suelen suceder.
■ Por otro lado, ¿cuál es la liberación milagrosa que tendrán todos los fieles de Dios, independientemente de su destino aquí? (Ver 1 Cor. 15:12-26.)
EL SECRETO DE UNA FE ASÍ
Al reflexionar sobre la experiencia de Sadrac, Mesac y Abed-Nego, podemos preguntarnos: ¿Cuál es el secreto de una fe tan sólida? ¿Cómo es que estuvieron dispuestos a quemarse vivos antes que adorar a la imagen? Piensa en todas las formas en que podrían haber racionalizado el hecho de postrarse en sumisión a las órdenes del rey. Y sin embargo, a pesar de ser conscientes de que podrían haber muerto, como tantos otros, se mantuvieron firmes.
Lee Hebreos 11. ¿Qué nos enseña acerca de qué es la fe?
Para fomentar esa fe, necesitamos entender qué es la fe. Algunos tienen una percepción cuantitativa de la fe; miden su fe por las respuestas que, al parecer, reciben de Dios. Van al centro comercial y oran por un lugar para estacionar. Si por casualidad consiguen un espacio al llegar, concluyen que tienen una fe sólida. Si todos los espacios están ocupados, quizá piensen que su fe no es lo suficientemente sólida como para que Dios escuche sus oraciones. Esta interpretación de la fe se vuelve peligrosa porque intenta manipular a Dios, y no tiene en cuenta la soberanía y la sabiduría de Dios.
De hecho, la verdadera fe, como lo manifiestan los amigos de Daniel, se mide por la calidad de nuestra relación con Dios y la consiguiente confianza absoluta en él. La fe auténtica no busca doblegar la voluntad de Dios para que se adecue a la nuestra; más bien, subyuga nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Como vimos, los tres hebreos no saben exactamente lo que Dios les tiene reservado cuando deciden desafiar al rey y permanecer fieles a Dios. Deciden hacer lo correcto a pesar de las consecuencias. Esto es lo que realmente caracteriza una fe madura. Mostramos una fe real cuando oramos al Señor por lo que queremos, pero confiamos en que él hará lo mejor por nosotros, incluso si en ese momento no entendemos lo que está sucediendo ni por qué.
■ ¿De qué formas podemos ejercer la fe día a día, incluso en cosas pequeñas que pueden hacer que nuestra fe crezca y esté preparada para enfrentar mayores desafíos con el tiempo? ¿Por qué, en muchos sentidos, las pruebas en las cosas pequeñas son las más importantes?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Importantes son las lecciones que debemos aprender de lo experimentado por los jóvenes hebreos en la llanura de Dura. En esta época nuestra, muchos de los siervos de Dios, aunque inocentes de todo mal proceder, serán entregados para sufrir humillación y ultrajes a manos de aquellos que, inspirados por Satanás, están llenos de envidia y fanatismo religioso. La ira del hombre se despertará en forma especial contra los que santifican el sábado del cuarto Mandamiento; y al fin un decreto mundial los denunciará como merecedores de muerte.
“El tiempo de angustia que espera al pueblo de Dios requerirá una fe inquebrantable. Sus hijos deberán dejar manifiesto que él es el único objeto de su adoración, y que por ninguna consideración, ni siquiera de la vida misma, pueden ser inducidos a hacer la menor concesión a un culto falso. Para el corazón leal, los mandamientos de hombres pecaminosos y finitos son insignificantes frente a la Palabra del Dios eterno. Obedecerán a la verdad aunque el resultado haya de ser encarcelamiento, destierro o muerte” (PR 376).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Lee 1 Pedro 1:3 al 9. ¿Por qué Dios rescata a algunos del sufrimiento y a otros no? ¿O simplemente no obtendremos respuesta a preguntas como esta ahora? En los casos en que no se producen liberaciones milagrosas, ¿por qué debemos confiar en la bondad de Dios a pesar de tales decepciones?
2. Si este acontecimiento hubiera terminado con la muerte de los hebreos en el horno de fuego, ¿qué lecciones podríamos extraer de él todavía?
3. Según nuestra interpretación de los acontecimientos de los últimos días, ¿cuál será la señal externa que se centrará en aquel a quien adoremos? ¿Qué debería decirnos esto ahora acerca de la verdadera importancia del sábado?
4. Lee Lucas 16:10. ¿Cómo nos ayudan estas palabras de Cristo a entender lo que realmente significa vivir por fe?
5. Lee de nuevo Daniel 3:15, cuando Nabucodonosor dice: “¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” ¿Cómo responderías esa pregunta?
Dios lo bendiga!!!
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Daniel 3:17, 18.
Enfoque del estudio:
Éxodo 20:3-5; Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 15:12-26; Hebreos 11.
Introducción: La experiencia histórica de los amigos de Daniel nos ofrece un ejemplo concreto de lo que es estar bajo presión por ser leales a Dios.
Temática de la lección:
1. La adoración. La cuestión fundamental en juego en esta historia es la adoración. Lo más probable es que Nabucodonosor no exigiera adoración exclusiva. Los tres jóvenes hebreos podrían seguir adorando a su Dios, Yahvéh. Si se hubieran inclinado ante la imagen, se habrían ahorrado problemas.
2. La fidelidad. Las profundas convicciones de los tres jóvenes hebreos no les permitían realizar una demostración externa que contradijera su teología. Para ellos, determinadas acciones tenían consecuencias profundas.
3. La liberación. Aunque los tres exiliados no tenían ninguna duda sobre la capacidad de Dios para salvarlos del fuego, no tenían la seguridad de que eso ocurriera. Esta incertidumbre está implícita en la expresión “si no” (Dan. 3:18). Sin embargo, preferían morir antes que transigir con su lealtad a Dios.
Aplicación para la vida: Todos enfrentamos circunstancias en la vida que exigen que adoptemos una postura firme y concluyente que muestre a las claras a quién pertenece nuestra lealtad suprema. La lección más importante que aprendemos del episodio del horno ardiente no es la liberación de los tres hebreos exiliados; el mensaje principal radica en el hecho de que el Señor los fortaleció (no se retrajeron ante la muerte) y estuvo con ellos en medio del fuego.
Parte II: COMENTARIO
1. La adoración.
Nabucodonosor parece haber entendido bastante bien el mensaje transmitido por la estatua de diferentes metales de su sueño. Él no quería ser solo la cabeza de oro. Quería que su reino fuera la estatua completa, de pies a cabeza. Para alcanzar este objetivo, intentó usurpar los atributos del Creador. Entonces, al hacer una imagen (hebreo: tselem), el rey imitó irónicamente el acto de Dios de crear a la humanidad a su imagen (tselem; Gén. 1:26, 27). Por eso Nabucodonosor, consumido por la arrogancia, construyó una imagen. Pero esa no fue una simple obra de arte; era un objeto de culto.
Y la acusación dirigida contra los tres exiliados era que no adoraban la imagen de oro ni servían a los dioses de Nabucodonosor (Dan. 3:12, 14). El plural “dioses” sugiere que la imagen pudo haber sido una representación de los “dioses” babilonios, no solamente la de una sola deidad. Las medidas de la imagen (60 x 6 codos) recuerdan el sistema sexagesimal de Babilonia, a diferencia del sistema decimal que se aplicaba en Egipto. Además, las proporciones de la imagen (Dan. 10:1) indican que no seguía las proporciones normales de una figura humana (5:1 o 6:1). Por ende, a menos que fuese una figura que incluyera un pedestal grande, tal vez tenía más aspecto a pilar o estela gigantesca, y solo haya sido parcialmente esculpida.
Al promover ese evento litúrgico, el rey quizá tuvo la intención de asegurarse la lealtad de los gobernadores, los ministros y demás a la agenda, y la ideología del Imperio. En el mundo antiguo, la religión y la política estaban estrechamente entrelazadas. Por eso el patriotismo se expresaba mediante la adoración a los dioses nacionales. Por lo tanto, la negativa de los tres exiliados a adorar la imagen de oro no era solo un acto de disensión religiosa, sino un rechazo abierto a las pretensiones totalitarias de la ideología política y religiosa babilónica. Los cautivos hebreos nunca le darían al Imperio lo que le pertenecía solo a Dios.
2. La fidelidad.
En una advertencia contra la idolatría, Moisés les recordó a los israelitas que “el único receptor digno de la adoración de Israel era el Dios que los había sacado del ‘horno de hierro, de Egipto’, para que pudieran ser su herencia (Deut. 4:20; comparar con 1 Rey. 8:51; Jer. 11:4). Moisés le imploró al pueblo que guardara el Pacto y, nuevamente, que no se hiciera ningún tipo de ídolo. En este segundo recordatorio, Moisés mencionó que la razón por la que no debían sucumbir a la idolatría era porque su Dios ‘es fuego consumidor, Dios celoso’ (Deut. 4:24). Al ver el futuro de Israel, Moisés le dijo al pueblo que si caían en la idolatría Dios los expulsaría de la Tierra Prometida a tierras donde la idolatría estaba a la orden del día. Si el pueblo volvía a adorar y obedecer solo a Dios, él no los abandonaría ni destruiría. Recordaría su Pacto. Dios los había salvado del horno de la esclavitud egipcia para hacerlos suyos. A cambio, exigía su adoración fiel y exclusiva” (Widder, Daniel, p. 65).
Los cautivos hebreos no aprovecharon la oportunidad para racionalizar su compromiso con el verdadero Dios. Simplemente podrían haber racionalizado su decisión para evitar una confrontación con el rey: “Inclinémonos ante esta imagen, pero en nuestro corazón permaneceremos fieles a Dios. ¡A quién le importa si nos inclinamos!” Pero ellos no actuaron de esa manera. Cabe mencionar que en el entorno politeísta del antiguo Cercano Oriente, ninguna deidad exigía lealtad exclusiva. Alguien podría ser devoto de Marduk y también adorar, por ejemplo, a Ishtar. Antes del exilio, muchos israelitas cayeron en esta trampa. Adoraban al Señor, pero, al mismo tiempo, sacrificaban a Baal y otras deidades que suponían que les eran más útiles en ciertos aspectos de la vida. Solo el Dios del Pacto de los hebreos exigía exclusividad de sus adoradores (Éxo. 20:3-5; Deut. 6:4); y los cautivos hebreos estuvieron a la altura de esta demanda.
3. La liberación.
La liberación de los tres exiliados hebreos no obedece a la buena voluntad del rey. Fue una intervención sobrenatural de Dios. El hecho de que el horno se haya calentado “siete veces” más (Dan. 3:19) puede ser una forma figurativa de enfatizar el calor máximo. Lo más probable es que el rey quisiera asegurarse de que nadie escaparía de ese calor. Si un fuego bajo prolongaría la duración de su castigo y su tortura, un fuego más intenso debería matarlos de inmediato. Parece que Nabucodonosor se propuso hacer de su ejecución una exhibición pública del costo de impugnar su autoridad. Curiosamente, Jeremías menciona a dos falsos profetas que Nabucodonosor “asó al fuego” (Jer. 29:21, 22).
Aunque los tres judíos creían firmemente que Dios podía protegerlos, también sabían que Dios no siempre lo hacía (Dan. 3:17, 18). “Los lamentos entre los Salmos dan testimonio de esto. En [Salmos] 7:21 y 23; 8:24; 11:32 al 35 queda en claro que hay momentos en que los fieles de Dios son llamados a soportar sufrimientos, y a veces incluso el martirio. En respuesta a la aparente injusticia de esto, y a la aparente impugnación de la fidelidad de Dios para con su pueblo o su soberanía, llega la promesa de la resurrección [...] y el Juicio ([Dan.] 12:1-4). La muerte no es una barrera ni para la fidelidad de Dios ni para su soberanía” (Lucas, “Daniel”, p. 235).
Un aspecto que merece un comentario es la llamativa ausencia de Daniel. Los comentaristas cristianos y el Talmud han presentado varias hipótesis en cuanto a la razón de su ausencia:
(1) Daniel estaba en viaje de negocios;
(2) tenía permiso del rey para retirarse;
(3) gozaba de tan alta estima por parte de Nabucodonosor que nadie se atrevió a quejarse de él;
(4) quizá no se requería su presencia;
(5) pudo haber estado enfermo;
(6) Daniel ya no era parte del Gobierno;
(7) Daniel estaba presente y se inclinó brevemente ante la imagen, pero el Señor no permitió que su nombre aparezca aquí debido a su fidelidad posterior;
(8) Dios mantuvo alejado a Daniel para que la gente no dijera “que fueron liberados por sus méritos”;
(9) Daniel evitó la escena para impedir que se cumpliera la profecía de que “las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego” (Deut. 7:25);
(10) Nabucodonosor “permite que Daniel se vaya, no sea que la gente diga que quemó a su dios en fuego” (resumen de Steveson, Daniel, p. 56).
Aunque algunas opciones pueden parecer más razonables que otras, el hecho es que no sabemos dónde estuvo Daniel durante ese tiempo. Pero, sobre la base del carácter de Daniel como se muestra en las Escrituras, podemos estar seguros de que Daniel no adoró ni estuvo presente en la ceremonia.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Al igual que los tres exiliados hebreos, Mardoqueo también se negó a inclinarse ante Amán (Est. 3:1-5). En ambos casos, el Señor liberó a sus siervos. Sin 47 embargo, esto no siempre sucede. Isaías y Juan el Bautista sellaron su fe con su propia vida. A la luz de estos resultados, ¿te sientes preparado para cosechar las consecuencias desagradables de tus convicciones legítimas? ¿Por qué?
Las experiencias previas de los exiliados, tanto en lo que respecta a la comida del rey (Dan. 1) como a la interpretación del sueño de Nabucodonosor (cap. 2), de alguna manera prepararon a los exiliados para enfrentar la prueba de fuego. ¿Qué pruebas y experiencias anteriores has tenido que te prepararon para desafíos más grandes en el futuro?
La lección de esta semana puede propiciar un autoexamen. Pide a los miembros de la clase que reflexionen sobre lo siguiente:
¿Cuáles son algunas cosas que ahora, hoy, nos vemos tentados a adorar? ¿Cómo quedamos atrapados, incluso como cristianos, de forma lenta pero segura, en la adoración de algo que no sea Dios?
¿Dónde trazas la línea entre el compromiso inquebrantable con el Señor y el fanatismo?
En cuanto a tu relación con quienes aún no conocen al Señor, ¿hay lugar para la avenencia? Si es así, ¿de qué manera y bajo qué circunstancias? ¿Con qué cosas podemos o debemos transigir? ¿Cómo podemos saber si estamos transigiendo o simplemente siendo prudentes?
¿Arriesgarías la vida por negarte a hacer un acto muy sencillo? Si tu respuesta es no, ¿por qué no podrías avenirte externamente mientras que internamente sientes reservas de tipo moral?
¿Qué es mejor, morir por la verdad o evitar las crisis y seguir viviendo para dar testimonio? Explica.
Dios lo bendiga!!!
DEL HORNO ARDIENTE AL PALACIO
Sábado 18 de enero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 3; Apocalipsis 13:11–18; Éxodo 20:3–6; Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 15:12–26; Hebreos 11.
PARA MEMORIZAR:
“He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Dan. 3:17, 18).
“Así estos jóvenes, imbuidos del Espíritu Santo, declararon a toda la nación su fe de que el que ellos adoraban era el único Dios verdadero y viviente [...]. Para impresionar a los idólatras con el poder y la grandeza del Dios viviente, sus siervos deben mostrar su reverencia hacia Dios. Deben manifestar que él es el único objeto de su honra y adoración y que [...] ni aun la preservación de su vida misma podrá inducirlos a hacer la menor concesión a la idolatría” (ELC 151). Aunque afrontar la amenaza de muerte debido a la cuestión de la adoración puede parecer algo de una época precientífica y supersticiosa, las Escrituras revelan que en el tiempo del fin, cuando el mundo haya progresado mucho, ocurrirá algo similar, pero a escala mundial. Por lo tanto, al estudiar esta historia, tenemos una vislumbre de las cuestiones que, según las Escrituras, enfrentarán los fieles de Dios.
Notas EGW
Sábado
Sábado
Domingo 19 de enero
LA IMAGEN DE ORO
Lee Daniel 3:1 al 7. ¿Qué es lo que probablemente motiva al rey a hacer esta estatua?
Es posible que hayan pasado unos veinte años entre el sueño y la construcción de la imagen. No obstante, parece que el rey ya no puede olvidar el sueño y el hecho de que Babilonia esté condenada a ser reemplazada por otros poderes. No satisfecho con ser solo la cabeza de oro, el rey quiere que una imagen íntegramente hecha de oro lo represente, para comunicar a sus súbditos que su reino perdurará a lo largo de la historia.
Esta actitud de orgullo nos recuerda a los constructores de la Torre de Babel, quienes, en su arrogancia, intentaron desafiar a Dios mismo. Nabucodonosor no es menos arrogante en este caso. Él ha logrado mucho como gobernante de Babilonia, y no puede hacerse a la idea de que su reino, con el tiempo, dejará de existir. Por ende, en un esfuerzo por autoexaltarse, construye una imagen para recordar su poder y evaluar, así, la lealtad de sus súbditos. Aunque quizá no sea claro si la imagen pretende representar al rey o a una deidad, debemos tener en cuenta que en la antigüedad las líneas que separaban la política de la religión a menudo eran confusas, o directamente no existían.
También debemos recordar que Nabucodonosor tuvo dos oportunidades para familiarizarse con el Dios verdadero. En primer lugar, examina a los jóvenes hebreos y los encuentra diez veces más sabios que los otros sabios de Babilonia. Más adelante, después de que todos los demás expertos no le pudieron recordar el sueño, Daniel le comunica los pensamientos de su mente, el sueño y su interpretación. Finalmente, el rey reconoce la superioridad del Dios de Daniel. Pero, evidentemente, esas lecciones de teología anteriores no impiden que Nabucodonosor vuelva a la idolatría. ¿Por qué? Lo más probable, por su orgullo. Los seres humanos pecaminosos se resisten a reconocer el hecho de que sus logros materiales e intelectuales son vanidad y están condenados a desaparecer. En ocasiones, podemos actuar como pequeños “Nabucodonosores”, ya que prestamos demasiada atención a nuestros logros y olvidamos lo insignificantes que pueden ser frente a la eternidad.
■ ¿Cómo podemos aprender a no caer, incluso de maneras muy sutiles, en la misma trampa que Nabucodonosor?
Notas EGW
Domingo
Domingo
Lunes 20 de enero
EL LLAMADO A ADORAR
Lee Daniel 3:8 al 15 y Apocalipsis 13:11 al 18. ¿Qué paralelismos podemos ver entre lo que sucedió en la época de Daniel y lo que ocurrirá en el futuro?
La imagen de oro sobre la llanura de Dura, cuyo nombre en acadio significa “lugar amurallado”, da a ese sitio amurallado la impresión de un vasto santuario. Como si no fuera suficiente, el horno cercano bien pudo evocar un altar. La música babilónica formaba parte de la liturgia. Se enumeran siete tipos de instrumentos musicales, como para transmitir la integridad y la eficacia del protocolo de adoración.
Hoy, somos bombardeados desde todos lados por llamados a adoptar nuevos estilos de vida, nuevas ideologías, y a abandonar nuestro compromiso con la autoridad de Dios como se expresa en su Palabra y a rendir nuestra lealtad a los sucesores contemporáneos del Imperio Babilónico. El encanto del mundo a veces parece abrumador, pero debemos recordar que nuestra lealtad suprema pertenece al Dios creador.
Según el calendario profético, estamos viviendo en los últimos días de la historia de la Tierra. Apocalipsis 13 anuncia que los habitantes de la Tierra serán llamados a adorar la imagen de la bestia. Esa entidad hará que a “todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente” (Apoc. 13:16).
Se dice que seis categorías de personas son leales a la imagen de la bestia: “pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos”. El número de la bestia, que es 666, también enfatiza el seis. Esto muestra que la imagen erigida por Nabucodonosor es solo una ilustración de lo que hará la Babilonia escatológica en los últimos días (ver Dan. 3:1 para las imágenes de seis y sesenta). Por lo tanto, hacemos bien en prestar mucha atención a lo que sucede en este relato y cómo Dios soberanamente dirige los asuntos del mundo.
■ Adorar no es solo inclinarse ante algo o alguien y profesar abiertamente lealtad suprema. ¿De qué otras formas, mucho más sutiles, podemos terminar adorando algo que no sea a nuestro Señor?
Notas EGW
Lunes
Lunes
Martes 21 de enero
LA PRUEBA DE FUEGO
Para los tres hebreos, adorar a la imagen impuesta por el rey es una falsificación flagrante de la adoración en el Templo de Jerusalén, que vivieron en sus primeros años. Aunque tienen cargos en el Imperio y son leales al rey, su lealtad a Dios establece un límite a su lealtad humana. Ciertamente están dispuestos a continuar sirviendo al rey como administradores fieles; sin embargo, no pueden unirse a la ceremonia.
Lee Éxodo 20:3 al 6 y Deuteronomio 6:4. ¿Qué transmiten estos versículos que seguramente influyó en la postura que adoptaron estos hombres?
Todos siguen las instrucciones promulgadas por el rey y, al oír los instrumentos musicales, se inclinan y adoran la imagen de oro. Solo tres, Sadrac, Mesac y Abed-Nego, se atreven a desobedecer al rey. Inmediatamente, algunos babilonios ponen al rey en conocimiento. Los acusadores intentan enfurecer al rey diciendo: (1) fue el mismo rey quien puso a estos tres jóvenes sobre la provincia de Babilonia; (2) los judíos no sirven a los dioses del rey; y (3) no adoran la imagen de oro que el rey ha erigido (Dan. 3:12). Pero, a pesar de enfurecerse contra ellos, el rey ofrece una segunda oportunidad a los tres hombres. El rey está dispuesto a repetir todo el procedimiento para que estos hombres puedan retractarse de su posición y adorar a la imagen. Si se niegan, serán arrojados al horno de fuego. Y Nabucodonosor cierra su apelación con una afirmación sumamente arrogante: “¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” (Dan. 3:15).
Dotados de valor sobrenatural, responden al rey: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Dan. 3:17, 18).
■ Aunque saben que su Dios puede librarlos, no tienen la garantía de que lo hará. Sin embargo, se niegan a obedecer el mandato del rey, incluso sabiendo que podrían ser quemados vivos. ¿De dónde obtenemos esa clase de fe?
Notas EGW
Martes
Martes
Miércoles 22 de enero
EL CUARTO HOMBRE
Lee Daniel 3:19 al 27. ¿Qué ocurre? ¿Quién es la otra persona que está en medio del fuego?
Habiendo arrojado a los fieles hebreos al fuego, Nabucodonosor queda perplejo al percibir la presencia de una cuarta persona dentro del horno. A su entender, el rey identifica a la cuarta figura como “hijo de los dioses” (Dan. 3:25).
El rey no puede decir mucho más, pero nosotros sí sabemos quién era esa cuarta persona. Se le apareció a Abraham antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra, luchó con Jacob junto al arroyo Jaboc y se le reveló a Moisés en una zarza ardiente. Es Jesucristo en una forma preencarnada, que viene a mostrar que Dios está con su pueblo en medio de sus problemas.
Elena de White dice: “Pero el Señor no olvidó a los suyos. Cuando sus testigos fueron arrojados al horno, el Salvador se les reveló en persona, y juntos anduvieron en medio del fuego. En la presencia del Señor del calor y el frío, las llamas perdieron su poder de consumirlos” (PR 373).
Como dice Dios en Isaías: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isa. 43:2).
Aunque amamos este tipo de historias, nos surge la pregunta de por qué otros no han sido liberados milagrosamente de la persecución por su fe. Conocemos seguramente la experiencia de Isaías y Zacarías, quienes fueron asesinados por reyes impíos. A lo largo de la historia bíblica, hasta nuestros días, los cristianos fieles experimentaron sufrimientos terribles que no terminaron en una liberación milagrosa para ellos, al menos aquí, sino en una muerte dolorosa. El caso que estamos analizando esta semana es uno en el que los fieles reciben una liberación milagrosa, pero, como sabemos, esas cosas no suelen suceder.
■ Por otro lado, ¿cuál es la liberación milagrosa que tendrán todos los fieles de Dios, independientemente de su destino aquí? (Ver 1 Cor. 15:12-26.)
Notas EGW
Miércoles
Miércoles
Jueves 23 de enero
EL SECRETO DE UNA FE ASÍ
Al reflexionar sobre la experiencia de Sadrac, Mesac y Abed-Nego, podemos preguntarnos: ¿Cuál es el secreto de una fe tan sólida? ¿Cómo es que estuvieron dispuestos a quemarse vivos antes que adorar a la imagen? Piensa en todas las formas en que podrían haber racionalizado el hecho de postrarse en sumisión a las órdenes del rey. Y sin embargo, a pesar de ser conscientes de que podrían haber muerto, como tantos otros, se mantuvieron firmes.
Lee Hebreos 11. ¿Qué nos enseña acerca de qué es la fe?
Para fomentar esa fe, necesitamos entender qué es la fe. Algunos tienen una percepción cuantitativa de la fe; miden su fe por las respuestas que, al parecer, reciben de Dios. Van al centro comercial y oran por un lugar para estacionar. Si por casualidad consiguen un espacio al llegar, concluyen que tienen una fe sólida. Si todos los espacios están ocupados, quizá piensen que su fe no es lo suficientemente sólida como para que Dios escuche sus oraciones. Esta interpretación de la fe se vuelve peligrosa porque intenta manipular a Dios, y no tiene en cuenta la soberanía y la sabiduría de Dios.
De hecho, la verdadera fe, como lo manifiestan los amigos de Daniel, se mide por la calidad de nuestra relación con Dios y la consiguiente confianza absoluta en él. La fe auténtica no busca doblegar la voluntad de Dios para que se adecue a la nuestra; más bien, subyuga nuestra voluntad a la voluntad de Dios. Como vimos, los tres hebreos no saben exactamente lo que Dios les tiene reservado cuando deciden desafiar al rey y permanecer fieles a Dios. Deciden hacer lo correcto a pesar de las consecuencias. Esto es lo que realmente caracteriza una fe madura. Mostramos una fe real cuando oramos al Señor por lo que queremos, pero confiamos en que él hará lo mejor por nosotros, incluso si en ese momento no entendemos lo que está sucediendo ni por qué.
■ ¿De qué formas podemos ejercer la fe día a día, incluso en cosas pequeñas que pueden hacer que nuestra fe crezca y esté preparada para enfrentar mayores desafíos con el tiempo? ¿Por qué, en muchos sentidos, las pruebas en las cosas pequeñas son las más importantes?
Notas EGW
Jueves
Jueves
Viernes 24 de enero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Importantes son las lecciones que debemos aprender de lo experimentado por los jóvenes hebreos en la llanura de Dura. En esta época nuestra, muchos de los siervos de Dios, aunque inocentes de todo mal proceder, serán entregados para sufrir humillación y ultrajes a manos de aquellos que, inspirados por Satanás, están llenos de envidia y fanatismo religioso. La ira del hombre se despertará en forma especial contra los que santifican el sábado del cuarto Mandamiento; y al fin un decreto mundial los denunciará como merecedores de muerte.
“El tiempo de angustia que espera al pueblo de Dios requerirá una fe inquebrantable. Sus hijos deberán dejar manifiesto que él es el único objeto de su adoración, y que por ninguna consideración, ni siquiera de la vida misma, pueden ser inducidos a hacer la menor concesión a un culto falso. Para el corazón leal, los mandamientos de hombres pecaminosos y finitos son insignificantes frente a la Palabra del Dios eterno. Obedecerán a la verdad aunque el resultado haya de ser encarcelamiento, destierro o muerte” (PR 376).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Lee 1 Pedro 1:3 al 9. ¿Por qué Dios rescata a algunos del sufrimiento y a otros no? ¿O simplemente no obtendremos respuesta a preguntas como esta ahora? En los casos en que no se producen liberaciones milagrosas, ¿por qué debemos confiar en la bondad de Dios a pesar de tales decepciones?
2. Si este acontecimiento hubiera terminado con la muerte de los hebreos en el horno de fuego, ¿qué lecciones podríamos extraer de él todavía?
3. Según nuestra interpretación de los acontecimientos de los últimos días, ¿cuál será la señal externa que se centrará en aquel a quien adoremos? ¿Qué debería decirnos esto ahora acerca de la verdadera importancia del sábado?
4. Lee Lucas 16:10. ¿Cómo nos ayudan estas palabras de Cristo a entender lo que realmente significa vivir por fe?
5. Lee de nuevo Daniel 3:15, cuando Nabucodonosor dice: “¿Y qué dios será aquel que os libre de mis manos?” ¿Cómo responderías esa pregunta?
Notas EGW
Viernes
Viernes
Dios lo bendiga!!!
- MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 4 - Daniel
Lección 4 - Daniel
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Daniel 3:17, 18.
Enfoque del estudio:
Éxodo 20:3-5; Deuteronomio 6:4; 1 Corintios 15:12-26; Hebreos 11.
Introducción: La experiencia histórica de los amigos de Daniel nos ofrece un ejemplo concreto de lo que es estar bajo presión por ser leales a Dios.
Temática de la lección:
1. La adoración. La cuestión fundamental en juego en esta historia es la adoración. Lo más probable es que Nabucodonosor no exigiera adoración exclusiva. Los tres jóvenes hebreos podrían seguir adorando a su Dios, Yahvéh. Si se hubieran inclinado ante la imagen, se habrían ahorrado problemas.
2. La fidelidad. Las profundas convicciones de los tres jóvenes hebreos no les permitían realizar una demostración externa que contradijera su teología. Para ellos, determinadas acciones tenían consecuencias profundas.
3. La liberación. Aunque los tres exiliados no tenían ninguna duda sobre la capacidad de Dios para salvarlos del fuego, no tenían la seguridad de que eso ocurriera. Esta incertidumbre está implícita en la expresión “si no” (Dan. 3:18). Sin embargo, preferían morir antes que transigir con su lealtad a Dios.
Aplicación para la vida: Todos enfrentamos circunstancias en la vida que exigen que adoptemos una postura firme y concluyente que muestre a las claras a quién pertenece nuestra lealtad suprema. La lección más importante que aprendemos del episodio del horno ardiente no es la liberación de los tres hebreos exiliados; el mensaje principal radica en el hecho de que el Señor los fortaleció (no se retrajeron ante la muerte) y estuvo con ellos en medio del fuego.
Parte II: COMENTARIO
1. La adoración.
Nabucodonosor parece haber entendido bastante bien el mensaje transmitido por la estatua de diferentes metales de su sueño. Él no quería ser solo la cabeza de oro. Quería que su reino fuera la estatua completa, de pies a cabeza. Para alcanzar este objetivo, intentó usurpar los atributos del Creador. Entonces, al hacer una imagen (hebreo: tselem), el rey imitó irónicamente el acto de Dios de crear a la humanidad a su imagen (tselem; Gén. 1:26, 27). Por eso Nabucodonosor, consumido por la arrogancia, construyó una imagen. Pero esa no fue una simple obra de arte; era un objeto de culto.
Y la acusación dirigida contra los tres exiliados era que no adoraban la imagen de oro ni servían a los dioses de Nabucodonosor (Dan. 3:12, 14). El plural “dioses” sugiere que la imagen pudo haber sido una representación de los “dioses” babilonios, no solamente la de una sola deidad. Las medidas de la imagen (60 x 6 codos) recuerdan el sistema sexagesimal de Babilonia, a diferencia del sistema decimal que se aplicaba en Egipto. Además, las proporciones de la imagen (Dan. 10:1) indican que no seguía las proporciones normales de una figura humana (5:1 o 6:1). Por ende, a menos que fuese una figura que incluyera un pedestal grande, tal vez tenía más aspecto a pilar o estela gigantesca, y solo haya sido parcialmente esculpida.
Al promover ese evento litúrgico, el rey quizá tuvo la intención de asegurarse la lealtad de los gobernadores, los ministros y demás a la agenda, y la ideología del Imperio. En el mundo antiguo, la religión y la política estaban estrechamente entrelazadas. Por eso el patriotismo se expresaba mediante la adoración a los dioses nacionales. Por lo tanto, la negativa de los tres exiliados a adorar la imagen de oro no era solo un acto de disensión religiosa, sino un rechazo abierto a las pretensiones totalitarias de la ideología política y religiosa babilónica. Los cautivos hebreos nunca le darían al Imperio lo que le pertenecía solo a Dios.
2. La fidelidad.
En una advertencia contra la idolatría, Moisés les recordó a los israelitas que “el único receptor digno de la adoración de Israel era el Dios que los había sacado del ‘horno de hierro, de Egipto’, para que pudieran ser su herencia (Deut. 4:20; comparar con 1 Rey. 8:51; Jer. 11:4). Moisés le imploró al pueblo que guardara el Pacto y, nuevamente, que no se hiciera ningún tipo de ídolo. En este segundo recordatorio, Moisés mencionó que la razón por la que no debían sucumbir a la idolatría era porque su Dios ‘es fuego consumidor, Dios celoso’ (Deut. 4:24). Al ver el futuro de Israel, Moisés le dijo al pueblo que si caían en la idolatría Dios los expulsaría de la Tierra Prometida a tierras donde la idolatría estaba a la orden del día. Si el pueblo volvía a adorar y obedecer solo a Dios, él no los abandonaría ni destruiría. Recordaría su Pacto. Dios los había salvado del horno de la esclavitud egipcia para hacerlos suyos. A cambio, exigía su adoración fiel y exclusiva” (Widder, Daniel, p. 65).
Los cautivos hebreos no aprovecharon la oportunidad para racionalizar su compromiso con el verdadero Dios. Simplemente podrían haber racionalizado su decisión para evitar una confrontación con el rey: “Inclinémonos ante esta imagen, pero en nuestro corazón permaneceremos fieles a Dios. ¡A quién le importa si nos inclinamos!” Pero ellos no actuaron de esa manera. Cabe mencionar que en el entorno politeísta del antiguo Cercano Oriente, ninguna deidad exigía lealtad exclusiva. Alguien podría ser devoto de Marduk y también adorar, por ejemplo, a Ishtar. Antes del exilio, muchos israelitas cayeron en esta trampa. Adoraban al Señor, pero, al mismo tiempo, sacrificaban a Baal y otras deidades que suponían que les eran más útiles en ciertos aspectos de la vida. Solo el Dios del Pacto de los hebreos exigía exclusividad de sus adoradores (Éxo. 20:3-5; Deut. 6:4); y los cautivos hebreos estuvieron a la altura de esta demanda.
3. La liberación.
La liberación de los tres exiliados hebreos no obedece a la buena voluntad del rey. Fue una intervención sobrenatural de Dios. El hecho de que el horno se haya calentado “siete veces” más (Dan. 3:19) puede ser una forma figurativa de enfatizar el calor máximo. Lo más probable es que el rey quisiera asegurarse de que nadie escaparía de ese calor. Si un fuego bajo prolongaría la duración de su castigo y su tortura, un fuego más intenso debería matarlos de inmediato. Parece que Nabucodonosor se propuso hacer de su ejecución una exhibición pública del costo de impugnar su autoridad. Curiosamente, Jeremías menciona a dos falsos profetas que Nabucodonosor “asó al fuego” (Jer. 29:21, 22).
Aunque los tres judíos creían firmemente que Dios podía protegerlos, también sabían que Dios no siempre lo hacía (Dan. 3:17, 18). “Los lamentos entre los Salmos dan testimonio de esto. En [Salmos] 7:21 y 23; 8:24; 11:32 al 35 queda en claro que hay momentos en que los fieles de Dios son llamados a soportar sufrimientos, y a veces incluso el martirio. En respuesta a la aparente injusticia de esto, y a la aparente impugnación de la fidelidad de Dios para con su pueblo o su soberanía, llega la promesa de la resurrección [...] y el Juicio ([Dan.] 12:1-4). La muerte no es una barrera ni para la fidelidad de Dios ni para su soberanía” (Lucas, “Daniel”, p. 235).
Un aspecto que merece un comentario es la llamativa ausencia de Daniel. Los comentaristas cristianos y el Talmud han presentado varias hipótesis en cuanto a la razón de su ausencia:
(1) Daniel estaba en viaje de negocios;
(2) tenía permiso del rey para retirarse;
(3) gozaba de tan alta estima por parte de Nabucodonosor que nadie se atrevió a quejarse de él;
(4) quizá no se requería su presencia;
(5) pudo haber estado enfermo;
(6) Daniel ya no era parte del Gobierno;
(7) Daniel estaba presente y se inclinó brevemente ante la imagen, pero el Señor no permitió que su nombre aparezca aquí debido a su fidelidad posterior;
(8) Dios mantuvo alejado a Daniel para que la gente no dijera “que fueron liberados por sus méritos”;
(9) Daniel evitó la escena para impedir que se cumpliera la profecía de que “las esculturas de sus dioses quemarás en el fuego” (Deut. 7:25);
(10) Nabucodonosor “permite que Daniel se vaya, no sea que la gente diga que quemó a su dios en fuego” (resumen de Steveson, Daniel, p. 56).
Aunque algunas opciones pueden parecer más razonables que otras, el hecho es que no sabemos dónde estuvo Daniel durante ese tiempo. Pero, sobre la base del carácter de Daniel como se muestra en las Escrituras, podemos estar seguros de que Daniel no adoró ni estuvo presente en la ceremonia.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Al igual que los tres exiliados hebreos, Mardoqueo también se negó a inclinarse ante Amán (Est. 3:1-5). En ambos casos, el Señor liberó a sus siervos. Sin 47 embargo, esto no siempre sucede. Isaías y Juan el Bautista sellaron su fe con su propia vida. A la luz de estos resultados, ¿te sientes preparado para cosechar las consecuencias desagradables de tus convicciones legítimas? ¿Por qué?
Las experiencias previas de los exiliados, tanto en lo que respecta a la comida del rey (Dan. 1) como a la interpretación del sueño de Nabucodonosor (cap. 2), de alguna manera prepararon a los exiliados para enfrentar la prueba de fuego. ¿Qué pruebas y experiencias anteriores has tenido que te prepararon para desafíos más grandes en el futuro?
La lección de esta semana puede propiciar un autoexamen. Pide a los miembros de la clase que reflexionen sobre lo siguiente:
¿Cuáles son algunas cosas que ahora, hoy, nos vemos tentados a adorar? ¿Cómo quedamos atrapados, incluso como cristianos, de forma lenta pero segura, en la adoración de algo que no sea Dios?
¿Dónde trazas la línea entre el compromiso inquebrantable con el Señor y el fanatismo?
En cuanto a tu relación con quienes aún no conocen al Señor, ¿hay lugar para la avenencia? Si es así, ¿de qué manera y bajo qué circunstancias? ¿Con qué cosas podemos o debemos transigir? ¿Cómo podemos saber si estamos transigiendo o simplemente siendo prudentes?
¿Arriesgarías la vida por negarte a hacer un acto muy sencillo? Si tu respuesta es no, ¿por qué no podrías avenirte externamente mientras que internamente sientes reservas de tipo moral?
¿Qué es mejor, morir por la verdad o evitar las crisis y seguir viviendo para dar testimonio? Explica.
Dios lo bendiga!!!
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