Lección 5:
¡CAPTURADOS!
Textos clave y referencias:
Daniel 1:1, 2; 2 Reyes 24:1-16;
Profetas y reyes, cap. 39.
Versículo para Memorizar:
“He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios”
(Salmo 119:30).
Mensaje:
Sirvo a Dios cuando ayudo a mis amigos a tomar buenas decisiones.
Daniel 1:1, 2; 2 Reyes 24:1-16;
Profetas y reyes, cap. 39.
Versículo para Memorizar:
“He optado por el camino de la fidelidad, he escogido tus juicios”
(Salmo 119:30).
Mensaje:
Sirvo a Dios cuando ayudo a mis amigos a tomar buenas decisiones.
Imagina lo que sería para ti si de pronto tuvieras que dejar tu hogar y no pudieras llevarte nada contigo. ¿Y cómo te sentirías si tuvieras que dejar a tu familia? Daniel tuvo que abandonar muchas cosas. Pasó hace mucho, mucho tiempo...
El pueblo de Israel se había olvidado nuevamente de Dios. Muchos eligieron quebrantar las leyes de Dios y adorar ídolos. Pero unas cuantas personas todavía amaban y adoraban al Dios verdadero. La familia de Daniel estaba dentro de ese grupo.
Cuando Daniel nació, sus padres le dieron un nombre especial. Querían recordarle que fuera siempre fiel a Dios. El nombre “Daniel” significa “Dios es mi juez”. Sus padres deseaban que supiera que no importaba tanto lo que hiciera o dijera la gente a su alrededor. Lo único que realmente importaba era que Dios estuviera contento con lo que hacía Daniel. Al crecer, Daniel decidió que iba a dedicar su vida a Dios. Puso a Dios en primer lugar en todo lo que hacía. Dios era lo primero al cumplir sus tareas más pequeñas y también las más grandes. Daniel deseaba ser un siervo de Dios, así como lo había sido Samuel.
Daniel vivía en Jerusalén, la capital de Judá. El rey Joacim también vivía en Jerusalén. El rey no adoraba a Dios. Más bien animaba a la gente a adorar ídolos. Construyó templos a dioses extraños y guió al pueblo de Israel a celebrar las fiestas de esos dioses. Daniel decidió que pasara lo que pasara, el malvado rey Joacim no lo iba a obligar nunca a hacer el mal.
Daniel no estaba solo. Tenía tres amigos: Ananías, Misael y Azarías, quienes deseaban también que Dios fuera lo más importante en su vida.
Cuando Daniel y sus amigos eran jóvenes todavía, el rey Nabucodonosor, de Babilonia, atacó a Jerusalén. Pronto derrotó al ejército hebreo y entró victorioso en la ciudad. Su ejército capturó al rey Joacim y a su familia. Entraron entonces al templo que Salomón había construido y se llevaron muchos de los tesoros de oro. Mientras los soldados recorrían la ciudad, tomaban para ellos cualquier cosa que les gustara de las casas de la gente.
El rey Nabucodonosor tomó muchos prisioneros y se los llevó a Babilonia. Entre esos prisioneros se encontraban Daniel y sus tres amigos. Se los llevaron lejos de su familia a un país extraño que no conocían. Pero aunque se los habían llevado lejos de su familia, estos jóvenes se animaban unos a otros. Juntos decidieron que cuando llegaran a Babilonia, vivirían para honrar a Dios. Se ayudarían unos a otros a tomar decisiones correctas.
Al llegar a Babilonia se les dio un nombre nuevo a cada uno de los cuatro. Daniel llegó a ser Beltsasar. Ananías recibió el nombre de Sadrac; Misael se llamó Mesac; y Azarías, Abednego. Esos nuevos nombres honraban a dioses extraños, dioses a los que ellos no podían adorar.
Daniel había perdido su hogar y su familia. Había perdido hasta su nombre. ¿Qué le quedaba entonces?
¡Mucho!
Nabucodonosor y todo su ejército no podían quitarle a Dios. Dios vivía dentro de su corazón. Daniel tenía todo lo que necesitaba: un Dios amante y buenos amigos que lo animaban.
Dios iba a recordar a Daniel y sus tres amigos. Tenía para cada uno de ellos una tarea especial. Dios deseaba que el rey Nabucodonosor aprendiera acerca de él. Estos cuatro hebreos abrirían el camino. Le enseñarían al rey Nabucodonosor acerca del Rey del cielo.
Dios lo bendiga!!!
Bonita leccio🤗
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