Lección de Escuela Sabática de Adultos 1er Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 1er Trimestre 2020, Lección 1er Trimestre 2020,
Lección 7: Para el 15 de febrero de 2020
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 6; 1 Samuel 18:6–9; Mateo 6:6; Hechos 5:27–32; Marcos 6:14–29; Hebreos 11:35–38.
PARA MEMORIZAR:
“Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Da-niel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4).
Después de que los medopersas toman Babilonia, Darío el Medo reconoce la sabiduría de Daniel y lo invita a formar parte del nuevo Gobierno. El anciano profeta es tan sobresaliente en sus deberes públicos que el nuevo rey lo nombra administrador principal de todo el Gobierno medopersa.
Sin embargo, a medida que transcurre el capítulo, Daniel enfrenta el resultado de lo que bien podría llamarse el “pecado original primordial”: el de los celos. No obstante, antes de terminar la historia, podemos ver que Daniel es fiel a sus deberes seculares bajo los medopersas y también a su Dios, que es lo más importante. Y podemos estar seguros de que, en gran medida, su fidelidad a Dios también afecta directamente su fidelidad en los demás aspectos.
La experiencia de persecución de Daniel sirve como un paradigma para el pueblo de Dios en el tiempo del fin. La historia no indica que el pueblo de Dios estará libre de pruebas y sufrimientos. Lo que sí garantiza es que, en el conflicto con el mal, el bien finalmente triunfará y Dios finalmente vindicará a su pueblo.
ALMAS CELOSAS
Incluso en el cielo, un ambiente perfecto, Lucifer sentía celos de Cristo. “Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio” (HR 14). Es tan peligroso albergar sentimientos de celos que en los Diez Mandamientos, junto con la prohibición de matar y robar, está el Mandamiento contra la codicia (ver Éxo. 20:17).
Lee Daniel 6:1 al 5, junto con Génesis 37:11 y 1 Samuel 18:6 al 9. ¿Qué papel juegan los celos en todas estas historias??
Las habilidades administrativas de Daniel impresionaron al rey, pero provocaron los celos de otros funcionarios. Por ello, conspiraron para deshacerse de él acusándolo de corrupción. Pero, por más que buscaron, no encontraron fallas en la administración de Daniel. “No podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4). La palabra aramea traducida como “fiel” también puede traducirse como “confiable”.
Daniel es irreprensible; no hay nada que los funcionarios puedan hacer para presentar una acusación falsa contra él. Sin embargo, también perciben cuán fiel es a su Dios y cuán obediente es a la Ley de su Dios. Así que, pronto se dan cuenta de que, para cercar a Daniel, tendrán que provocar una situación en la que Daniel se enfrente con el dilema de obedecer la Ley de Dios o la ley del Imperio. Según lo que los funcionarios averiguaron de Daniel, están absolutamente convencidos de que, dadas las condiciones, Daniel se inclinará por la Ley de Dios por sobre la ley del Imperio. ¡Qué testimonio de la fidelidad de Daniel!
■ ¿Qué tipo de luchas con los celos has tenido, y cómo las enfrentaste? ¿Por qué los celos son una falta espiritual tan mortal y paralizante?
LA CONFABULACIÓN CONTRA DANIEL
Lee Daniel 6:6 al 9. ¿Cuál es la mentalidad que está detrás de este decreto? ¿Cómo juega con la vanidad del rey?
Quizá Darío parezca tonto al promulgar un decreto que pronto deseará revocar. Cae en la trampa tendida por los funcionarios, que son lo suficientemente inteligentes como para jugar con las circunstancias políticas del reino recientemente establecido. Darío ha descentralizado el Gobierno, y estableció 120 sátrapas para que la administración sea más eficiente. Sin embargo, ese accionar conlleva algunos riesgos a largo plazo. Un gobernador influyente puede promover fácilmente una rebelión y dividir el reino. Por lo tanto, una ley que obligue a todos a presentar una petición solo al rey durante treinta días parece una buena estrategia para fomentar la lealtad al rey y, por lo tanto, evitar cualquier tipo de sedición. Pero los oficiales engañan al rey, al afirmar que una propuesta de este tipo cuenta con el apoyo de “todos” los gobernadores, administradores, sátrapas, consejeros y asesores; una inexactitud obvia, ya que Daniel no está incluido. Además, la expectativa de ser tratado como un dios quizá le haya resultado atractiva al rey.
No existen evidencias de que los reyes persas alguna vez hayan reclamado un estatus divino. Sin embargo, aparentemente el decreto tuvo la intención de convertir al rey en el único representante de los dioses durante treinta días; es decir, las oraciones a los dioses debían ofrecerse a través de él. Desgraciadamente, el rey no investigó las motivaciones que habían detrás de la propuesta. Por lo tanto, no percibió que la ley que supuestamente impediría la conspiración era en sí misma una conspiración para perjudicar a Daniel.
Hay dos aspectos de esta ley que merecen atención. En primer lugar, el castigo por la transgresión es ser lanzado al foso de los leones. Como este tipo de castigo no se confirma en ninguna otra parte, pudo haber sido una sugerencia ad hoc de los enemigos de Daniel. Los antiguos monarcas del Cercano Oriente colocaban a los leones en jaulas a fin de liberarlos en ciertas ocasiones para la caza. Así que, no faltaban leones para atacar a quien se atreviera a violar el decreto del rey. En segundo lugar, el decreto no se puede cambiar. La naturaleza inmutable de la “la ley de Media y de Persia” también se menciona en Ester 1:19 y 8:8. Diodoro Sículo, un antiguo historiador griego, menciona una ocasión en la que Darío III (que no debe confundirse con el Darío mencionado en Daniel) cambió de opinión, pero ya no pudo derogar una sentencia de muerte que había dictado contra un hombre inocente.
LA ORACIÓN DE DANIEL
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mat. 6:6).
Lee Daniel 6:10. ¿Por qué Daniel, simplemente, no ora sin que nadie lo vea?
Daniel es un estadista experimentado; pero, sobre todo, es siervo de Dios. Como tal, es el único miembro del Gobierno que puede entender qué hay detrás del decreto del rey. Para Darío, el decreto representa una oportunidad para fortalecer la unidad del reino, pero para los conspiradores es una estrategia para deshacerse de Daniel.
Por supuesto, las verdaderas causas y motivos que están detrás de la trama se encuentran en el conflicto cósmico entre Dios y las fuerzas del mal. En ese momento (539 a.C.), Daniel ya ha recibido las visiones registradas en Daniel 7 (553 a.C.) y 8 (551 a.C.). Por ello, puede entender el decreto real no como una mera política humana, sino como un ejemplo de esta guerra cósmica. La visión del Hijo del Hombre que entrega el Reino al pueblo del Altísimo y la ayuda consoladora del ángel intérprete (Dan. 7) pudieron haberle dado coraje para enfrentar la crisis. Quizá también reflexionó en la experiencia de sus compañeros, que fueron lo suficientemente valientes como para desafiar el decreto de Nabucodonosor (Dan. 3).
Por lo tanto, él no cambia sus hábitos devocionales, sino que continúa su práctica habitual de orar tres veces al día hacia Jerusalén. A pesar de la prohibición de hacer peticiones a cualquier hombre o dios, salvo al rey, Daniel no toma ninguna precaución para ocultar o disfrazar su vida de oración durante esos treinta días críticos. Él es minoría absoluta, ya que es el único, entre docenas de gobernadores y otros funcionarios, a punto de entrar en conflicto con el decreto real. Sin embargo, mediante su vida de oración pública, demuestra que la lealtad que le debe a Dios antecede a su lealtad al rey y su decreto irrevocable.
■ Lee Hechos 5:27 al 32. Aunque esta advertencia es clara, ¿por qué, al actuar en contra de las leyes humanas, siempre debemos estar seguros de que lo que estamos haciendo es verdaderamente la voluntad de Dios? (Al fin y al cabo, ¡piensa en aquellos que murieron antes que traicionar una creencia o un sistema de creencias que creían que era correcta!)
EN EL FOSO DE LOS LEONES
Lee Daniel 6:11 al 23. ¿Qué le dice el rey a Daniel que revela cuán poderoso es Daniel como testigo fiel de Dios?
Los conspiradores pronto detectan a Daniel orando (es decir, haciendo exactamente lo que el decreto prohíbe). Y, al esgrimir la acusación ante el rey, se refieren a Daniel de manera denigrante: “Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá” (Dan. 6:13). Para ellos, uno de los principales funcionarios del Imperio, el favorito del rey, no es más que “un cautivo”. Además, enfrentan a Daniel contra el rey al decir que “no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste”. Ahora el rey comprende que cayó en una trampa al firmar el decreto. El pasaje dice que “hasta la puesta del sol trabajó para librarle” (Dan. 6:14). Pero, no hubo nada que pudiera hacer para salvar al profeta del castigo prescrito. La ley irrevocable de los medopersas debía aplicarse a rajatabla. Así el rey, aunque a regañadientes, emite la orden de arrojar a Daniel a los leones. Pero al hacerlo, Darío expresa un atisbo de esperanza, que suena a una oración: “El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre” (Dan. 6:16).
El texto bíblico no dice lo que Daniel hace en medio de los leones, pero podemos suponer que está orando. Y Dios honra la fe de Daniel al enviar a su ángel para protegerlo. Por la mañana, Daniel está sano y salvo, y listo para reanudar sus actividades en el Gobierno. Al comentar este episodio, Elena de White dice: “Dios no impidió a los enemigos de Daniel que lo echasen al foso de los leones. Permitió que hasta allí cumpliesen su propósito los malos ángeles y los hombres impíos; pero lo hizo para recalcar tanto más la liberación de su siervo, y para que la derrota de los enemigos de la verdad y de la justicia fuese más completa” (PR 399).
■ Si bien esta historia tiene un final feliz (al menos, para Daniel), ¿qué pasa con aquellas historias, algunas bíblicas incluso (ver, p. ej., Mar. 6:14–29), que no terminan en liberación aquí? ¿Cómo debemos entenderlas?
LA VINDICACIÓN
Lee Daniel 6:24 al 28. ¿Qué testimonio da el rey acerca de Dios?
Un aspecto importante del relato es el hecho de que Darío alaba a Dios y reconoce su soberanía. Esto es una culminación, incluso un clímax, de las alabanzas o las expresiones de reconocimiento ofrecidas a Dios en los capítulos anteriores (Dan. 2:20–23; 3:28, 29; 4:1–3, 34– 37). Como Nabucodonosor, Darío responde a la liberación de Daniel alabando a Dios. Pero, va más allá: revierte el decreto anterior y ordena que todos “teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel” (Dan. 6:26).
Sí, Daniel se salva milagrosamente, su fidelidad se ve recompensada, el mal es castigado, y el honor y el poder de Dios se reivindican. Pero, lo que vemos aquí es un miniejemplo de lo que sucederá a escala universal: el pueblo de Dios será liberado, el mal será castigado y el Señor será reivindicado ante el cosmos.
Lee Daniel 6:24. ¿Qué podríamos considerar problemático en este versículo, y por qué?
Existe un problema preocupante, y es que las esposas y los hijos, hasta donde sabemos, son inocentes, y sin embargo sufren la misma suerte que los culpables. ¿Cómo podemos explicar lo que parece ser un manejo inadecuado de la justicia?
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el rey decide e implementa la medida según la ley persa, que incluye a la familia en el castigo del culpable. Según un antiguo principio, toda la familia es responsable de la ofensa de un miembro de la familia. Esto no significa que esté bien, solo significa que esta historia encaja con lo que sabemos sobre la ley persa.
En segundo lugar, debemos observar que el relato bíblico informa sobre el hecho pero no respalda el accionar del rey. De hecho, la Biblia claramente prohíbe que los niños sean condenados a muerte por los pecados de los padres (Deut. 24:16).
■ Frente a injusticias como esta y muchas otras, ¿qué consuelo puedes obtener de pasajes como 1 Corintios 4:5? ¿Qué dice y por qué este aspecto es tan importante?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
La liberación de Daniel se registra en Hebreos 11. El denominado “salón de la fama de la fe” dice que los profetas, entre otros logros, “taparon bocas de leones” (Heb. 11:33). Esto es maravilloso, pero debemos tener en cuenta que los héroes de la fe no son solo los que escaparon de la muerte, como Daniel, sino además los que sufren y mueren valientemente, como también lo señala Hebreos 11. Dios llama a algunos a dar testimonio con su vida; y a otros, mediante su muerte. Por lo tanto, el relato de la liberación de Daniel no implica que esta se otorgue a todos, como sabemos por la multitud de hombres y mujeres que han sido mártires por su fe en Jesús. Sin embargo, la liberación milagrosa de Daniel muestra que Dios gobierna y que, finalmente, liberará a todos sus hijos del poder del pecado y de la muerte. Esto resultará claro en los próximos capítulos de Daniel.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. El novelista y filósofo francés Jean Paul Sartre escribió cierta vez que “la mejor manera de concebir el proyecto fundamental de la realidad humana es decir que el hombre es el ser cuyo proyecto es ser Dios” (J. P. Sartre, Being and Nothingness: A Phenomenological Essay on Ontology, p. 724). ¿Cómo nos ayuda esto a comprender, al menos en cierto nivel, por qué el rey cayó en la trampa? ¿Por qué todos, cualquiera que sea nuestra situación de vida, debemos tener cuidado con esta misma inclinación peligrosa, por más sutil que sea? ¿De qué otras maneras podríamos querer ser “como Dios”?
2. ¿Qué clase de testimonio damos a los demás con respecto a nuestra fidelidad a Dios y a su Ley? Los que te conocen ¿pensarían que defenderías tu fe aunque te costara el trabajo o la vida?
3. ¿Qué ves en Daniel que hace que sea una persona a quien Dios puede usar eficientemente para sus propósitos? Con la ayuda del Señor, ¿cómo puedes cultivar más esas mismas características?
¿De qué manera Daniel podría haberse justificado al decidir cambiar su forma de orar, en vista del decreto? ¿O eso hubiese sido una transigencia peligrosa? ¿Por qué?
Dios lo bendiga!!!
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Daniel 6.
Enfoque del estudio:
Daniel 6; 1 Samuel 18:6-8; Mateo 6:6; Hechos 5:27-32; Marcos 6:14-26; Hebreos 11:35-38.
Introducción: Daniel 6 resalta la fidelidad de Daniel. Él estuvo dispuesto a ser devorado por los leones antes de poner en peligro su relación con Dios. Finalmente, su fidelidad a Dios y su lealtad al rey fueron reivindicadas.
Temática de la lección:
1. La fidelidad. A pesar del decreto que prohibía presentar una petición a cualquier dios u hombre que no fuese el rey, Daniel continuó orando en dirección a Jerusalén. Él podría haber cerrado las ventanas y podría haber orado en secreto, pero decidió no comprometer su testimonio. Su compromiso con la verdad ocupaba una posición mucho más elevada que la preservación de su propia vida.
2. La vindicación. Como resultado de la lealtad de Daniel a Dios, el ángel del Señor cerró la boca de los leones hambrientos. Daniel fue protegido y vindicado ante el rey y quienes procuraban quitarle la vida. La experiencia de ese exiliado hebreo tan notable es un símbolo de la vindicación final del pueblo de Dios a través de las edades, al enfrentar oposición y persecución por parte de los poderes del mal.
Aplicación para la vida: Los aspirantes a políticos cristianos a menudo señalan la experiencia de Daniel como justificación para entrar en la contienda del servicio público. ¡Qué bendición para la iglesia y la sociedad si todos los políticos cristianos y todos los funcionarios públicos emularan la fidelidad de Daniel!.
Parte II: COMENTARIO
1. La fidelidad.
Daniel era uno de los tres gobernadores encargados de la supervisión de los sátrapas. Controlaban las tareas de estos y auditaban sus cuentas, para evitar pérdidas en las rentas públicas del rey y asegurar el funcionamiento adecuado del Gobierno (Dan. 6:2). El fraude y la administración fraudulenta han sido un problema desde tiempos antiguos. Algunos textos antiguos del Cercano Oriente también reflejan el clima competitivo, de rivalidad y de intriga entre los eruditos y los consejeros de la corte; todos, a menudo, se dirigían al rey con acusaciones contra un competidor real o aparente. Por lo tanto, en este sentido, la situación en la corte del rey Darío, reflejada en el hecho de que los gobernadores y los sátrapas quisieran deshacerse de Daniel, no era excepcional. Los celos quizás hayan desempeñado un rol importante, puesto que Daniel fue nombrado por el rey como una especie de primer ministro. En relación con esta posibilidad, también deberíamos tener presente que la integridad de Daniel pudo haber sido una piedra de tropiezo para los que procuraban hacerse de ventajas personales y ganancias ilícitas en los cargos públicos. A su vez, estos funcionarios corruptos probablemente debieron de haberse vuelto en contra de Daniel porque era judío y, como tal, era fiel a su Dios, no a los dioses de ellos.
A pesar del decreto real, Daniel no cambió sus hábitos de oración. Siguió orando tres veces al día (comparar con Sal. 55:17). La casa de Daniel seguramente tenía una habitación privada en planta alta, sobre el techo horizontal. Desde una ventana que daba al oeste, Daniel oraba hacia Jerusalén, donde estaba el Templo en ruinas. En la inauguración del Templo, Salomón instruyó al pueblo para que orara hacia el Templo (ver 1 Rey. 8:35, 38, 44, 48). Al parecer, David tenía la misma práctica (ver Sal. 5:7; 28:2). Jerusalén se convirtió en el lugar de la presencia de Dios porque el Templo estaba allí. Por ende, ese gesto simbolizaba su compromiso con Yahvéh, el Dios que eligió a Jerusalén como el lugar donde pondría su nombre. Además, Daniel esperaba la restauración de Jerusalén como el cumplimiento de las promesas del Pacto (Jer. 31; Eze. 36). Daniel era un extranjero residente en Babilonia; su verdadera ciudadanía estaba en Jerusalén.
Así que, lo primero que aprendemos de Daniel en este relato es su integridad profesional como funcionario del Imperio. Lo más probable es que Darío haya invitado a Daniel a trabajar debido a su reputación intachable como servidor público. Además, sus enemigos también percibían claramente la integridad de Daniel. En este sentido, caben dos observaciones. En primer lugar, los enemigos de Daniel reconocieron que no podían encontrar nada contra él en su servicio al rey: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4). En segundo lugar, el aspecto más impresionante del complot de los enemigos es el hecho de que ellos percibieron que la lealtad suprema de Daniel era hacia su Dios. Esta evidencia indica que Daniel vivía su fe y expresaba sus convicciones abiertamente. Todos sabían qué era lo que más le importaba a Daniel. Por lo tanto, sus enemigos decidieron atacar su convicción medular. Al hacer esto, no esperaban que Daniel transigiera, sino que permaneciera fiel; de esta forma, ellos podrían darle muerte. Sin embargo, Daniel no percibía ningún conflicto entre sus responsabilidades como funcionario gubernamental y como siervo del Dios verdadero. De hecho, Daniel consideraba que su servicio público era una oportunidad para honrar al Dios que es el Soberano máximo de todo.
2. La vindicación.
Probablemente la característica más sobresaliente del relato de Daniel en el foso de los leones sea el hecho de que Daniel fue librado de los leones. Este final feliz guarda relación con otros relatos bíblicos, como la liberación de los amigos de Daniel del horno ardiente, al igual que la restauración de Job. Sobre todo, es coherente con la macronarrativa bíblica en sí, que concluye con la destrucción del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios. La reivindicación de Daniel sobre sus enemigos apunta a la reivindicación final del pueblo de Dios, según se describe en la parte profética de Daniel (Dan. 7-12). No obstante, esto no significa que todos los siervos fieles de Dios que son perseguidos serán liberados, como Daniel. La galería de mártires a lo largo de la historia muestra que, a veces, Dios permite que sus siervos paguen el precio máximo por su lealtad sin ninguna reivindicación aparente de este lado del cielo. Sin embargo, en este caso, la liberación de Daniel se yergue como un símbolo de la vindicación escatológica del pueblo Dios y muestra que Dios retiene el poder supremo sobre las fuerzas del mal. El Dios que evitó que los leones devoraran a Daniel, al final, silenciará para siempre a Satanás, el león y acusador supremo de los hermanos (1 Ped. 5:8).
La fidelidad de Daniel hacia Dios halla expresión en su lealtad a la Ley de Dios. Por eso, cuando la ley humana entró en conflicto con la Ley de Dios, Daniel no mostró ninguna duda en cuanto a cuál obedecer. El decreto se emitió según la ley de los medos y los persas, “la cual no puede ser abrogada” (Dan. 6:8). Aquí surge un conflicto entre dos leyes que reclaman inmutabilidad, y alcanzará proporciones escatológicas en el intento del cuerno pequeño de cambiar los tiempos y la Ley (cap. 7). Por consiguiente, si la ley de los medos y los persas no puede revocarse, ¿qué decir de la Ley que refleja el carácter de Dios? El conflicto entre la Ley eterna de Dios y las falsificaciones humanas es un aspecto crucial del gran conflicto encapsulado en la experiencia de Daniel. Aunque Daniel era leal al Estado, cuando las leyes del Estado entraron en conflicto con la Ley de Dios, él no vaciló en cuanto a cuál ley obedecer.
Dios reivindicó la fidelidad de Daniel. Darío no tenía dudas de la integridad de Daniel, tanto que hizo esfuerzos tenaces para encontrar una escapatoria de la ley imperial. Finalmente, el rey se vio obligado a ceder, aunque con la esperanza de que el Dios de Daniel lo librara. Según el relato bíblico, la piedra que fue puesta a la entrada del foso se selló con el anillo del rey “y con el anillo de sus príncipes” (Dan. 6:17). Este sellamiento doble tenía la intención de que la suerte de Daniel fuese inalterable. Como convincentemente lo sugirió un comentarista: “Los acusadores, que probablemente estuvieron presentes y querían que se usara el sello de los príncipes, habrán deseado de este modo asegurarse de que no hubiera posibilidades de que el propio rey enviara hombres para rescatar a Daniel; y el rey habrá querido asegurarse de que estos acusadores no intentasen matar a Daniel de otra manera, si los leones no lo hacían” (Wood, A Commentary on Daniel, p. 169).
Finalmente, la vindicación de Daniel implicó la condenación de quienes conspiraron contra él. Este resultado es el lado oscuro pero necesario de la reivindicación. El rey ordenó que los enemigos de Daniel fueran arrojados al mismo pozo al que Daniel había sido confinado y, como resultado, fueron destruidos por los leones. Para la mente moderna/posmoderna, es difícil aceptar el hecho de que el rey incluyera a las familias en el castigo de los conspiradores. Sin embargo, ten en cuenta que el rey simplemente estaba siguiendo una práctica de esa época, aunque horrible. Dios no ordenó que se hiciera. Lo que Dios hizo fue salvar a Daniel de los leones y, con esto, dejó en claro la inocencia del profeta en todos los asuntos relacionados con el rey. Pero, sobre todo, debemos tener en cuenta que no solo fue Daniel el reivindicado; Dios mismo también lo fue ante Darío. El rey finalmente confesó que el Dios que había librado a Daniel era el Dios verdadero y viviente: “Su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin” (Dan 6:26). Estas palabras concluyen acertadamente la parte narrativa y condensan la esencia del mensaje teológico que transmite la parte profética.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
“Queridos jóvenes, ¿cuáles son la meta y el propósito de su vida? ¿Ambicionan una educación para tener renombre y posición en el mundo? ¿Tienen el pensamiento, que no se atreven a expresar, de estar algún día en la cima de la grandeza intelectual; de sentarse en asambleas legislativas y deliberantes, y de ayudar a dictar leyes para la nación? No hay nada de malo en estas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede llegar a distinguirse. No deberían contentarse con adquisiciones mezquinas. Escojan una norma elevada y no escatimen esfuerzos para alcanzarla” (MJ 26).
1. ¿Qué tipo de cargos públicos son compatibles con la vida cristiana, si existen?
2. ¿Dónde y cómo trazas la línea entre la lealtad al Estado y la lealtad a Dios?
3. Si Daniel es un modelo, ¿cuáles son las cuatro cosas que hizo que los aspirantes a políticos y a funcionarios públicos harían bien en emular? (Dan. 6:10, 11)..
Dios lo bendiga!!!
DEL FOSO DE LOS LEONES AL FOSO DEL ÁNGEL
Sábado 8 de febrero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 6; 1 Samuel 18:6–9; Mateo 6:6; Hechos 5:27–32; Marcos 6:14–29; Hebreos 11:35–38.
PARA MEMORIZAR:
“Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Da-niel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4).
Después de que los medopersas toman Babilonia, Darío el Medo reconoce la sabiduría de Daniel y lo invita a formar parte del nuevo Gobierno. El anciano profeta es tan sobresaliente en sus deberes públicos que el nuevo rey lo nombra administrador principal de todo el Gobierno medopersa.
Sin embargo, a medida que transcurre el capítulo, Daniel enfrenta el resultado de lo que bien podría llamarse el “pecado original primordial”: el de los celos. No obstante, antes de terminar la historia, podemos ver que Daniel es fiel a sus deberes seculares bajo los medopersas y también a su Dios, que es lo más importante. Y podemos estar seguros de que, en gran medida, su fidelidad a Dios también afecta directamente su fidelidad en los demás aspectos.
La experiencia de persecución de Daniel sirve como un paradigma para el pueblo de Dios en el tiempo del fin. La historia no indica que el pueblo de Dios estará libre de pruebas y sufrimientos. Lo que sí garantiza es que, en el conflicto con el mal, el bien finalmente triunfará y Dios finalmente vindicará a su pueblo.
Notas EGW
Sábado
Daniel era fiel, noble y generoso. A la vez que ansiaba estar en paz con todos los hombres no permitía que ninguna potencia lo desviara del camino del deber. Estaba dispuesto a obedecer a aquellos que eran sus gobernantes, en la medida que ello no entrara en contradicción con la verdad y la justicia. No había reyes ni decretos que lo apartaran de su fidelidad al Rey de reyes. Daniel solo tenía dieciocho años cuando fue llevado a una corte pagana para entrar al servicio del rey de Babilonia. Su juventud hace que su noble resistencia al error y su firme adhesión a la justicia sean aún más admirables. Su noble ejemplo debería dar fuerza a los que, aún hoy, sufren pruebas y tentaciones (Testimonios para la iglesia, t. 4 pp. 562, 563).
Los que se mantendrán en pie ahora, son los hombres y las mujeres de corazón íntegro y que se han decidido completamente. Vez tras vez Jesús seleccionó a sus seguidores hasta que en cierta ocasión quedaron solo once y algunas mujeres fieles con los cuales edificaría el fundamento de la iglesia cristiana. Existen personas que se echan atrás cuando hay cargas que llevar; pero cuando la iglesia resplandece, se contagian del entusiasmo, cantan y exclaman, y se arrebatan; pero observadlos. Cuando se disipa el fervor, solamente algunos fieles como Caleb se adelantarán y darán evidencia de principios constantes. Estos son la sal que retiene su sabor. Es cuando la obra se mueve con dificultad que surgen dentro de las iglesias verdaderos obreros. Estos no se pasarán hablando de sí mismos o justificándose a sí mismos, sino que se identificarán completamente con Cristo Jesús. Ser grande en el reino de Dios significa ser un niño pequeño en humildad, sencillez de fe, y en pureza de amor.
Perecerá el orgullo; se vencerá toda envidia; se abandonará todo afán de supremacía; y se alentarán la mansedumbre y la confianza de niño. Todos los que hacen esto encontrarán que Cristo es su roca defensora, su torre fuerte. Podrán confiar en él plenamente, y él nunca les faltará (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 122).
¿Por qué se permitió que el gran conflicto se prolongara por tantos siglos? ¿Por qué no se suprimió la existencia de Satanás al comienzo mismo de su rebelión? Para que el universo se convenciera de la justicia de Dios en su trato con el mal; para que el pecado recibiera condenación eterna. En el plan de salvación hay alturas y profundidades que la eternidad misma nunca podrá agotar, maravillas que los ángeles desearían escrutar. De todos los seres creados, únicamente los redimidos han conocido por experiencia el conflicto real con el pecado; han trabajado con Cristo y, cosa que ni los ángeles podrían hacer, han participado de sus sufrimientos. ¿No tendrán acaso algún testimonio acerca de la ciencia de la redención, algo que sea de valor para los seres no caídos?…
En aquella gran multitud que nadie podrá contar, presentada “sin mancha delante de su gloria con gran alegría”. Aquel cuya sangre nos ha redimido y cuya vida ha sido para nosotros una enseñanza, “verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (La educación, pp. 276, 277).
Sábado
Daniel era fiel, noble y generoso. A la vez que ansiaba estar en paz con todos los hombres no permitía que ninguna potencia lo desviara del camino del deber. Estaba dispuesto a obedecer a aquellos que eran sus gobernantes, en la medida que ello no entrara en contradicción con la verdad y la justicia. No había reyes ni decretos que lo apartaran de su fidelidad al Rey de reyes. Daniel solo tenía dieciocho años cuando fue llevado a una corte pagana para entrar al servicio del rey de Babilonia. Su juventud hace que su noble resistencia al error y su firme adhesión a la justicia sean aún más admirables. Su noble ejemplo debería dar fuerza a los que, aún hoy, sufren pruebas y tentaciones (Testimonios para la iglesia, t. 4 pp. 562, 563).
Los que se mantendrán en pie ahora, son los hombres y las mujeres de corazón íntegro y que se han decidido completamente. Vez tras vez Jesús seleccionó a sus seguidores hasta que en cierta ocasión quedaron solo once y algunas mujeres fieles con los cuales edificaría el fundamento de la iglesia cristiana. Existen personas que se echan atrás cuando hay cargas que llevar; pero cuando la iglesia resplandece, se contagian del entusiasmo, cantan y exclaman, y se arrebatan; pero observadlos. Cuando se disipa el fervor, solamente algunos fieles como Caleb se adelantarán y darán evidencia de principios constantes. Estos son la sal que retiene su sabor. Es cuando la obra se mueve con dificultad que surgen dentro de las iglesias verdaderos obreros. Estos no se pasarán hablando de sí mismos o justificándose a sí mismos, sino que se identificarán completamente con Cristo Jesús. Ser grande en el reino de Dios significa ser un niño pequeño en humildad, sencillez de fe, y en pureza de amor.
Perecerá el orgullo; se vencerá toda envidia; se abandonará todo afán de supremacía; y se alentarán la mansedumbre y la confianza de niño. Todos los que hacen esto encontrarán que Cristo es su roca defensora, su torre fuerte. Podrán confiar en él plenamente, y él nunca les faltará (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 122).
¿Por qué se permitió que el gran conflicto se prolongara por tantos siglos? ¿Por qué no se suprimió la existencia de Satanás al comienzo mismo de su rebelión? Para que el universo se convenciera de la justicia de Dios en su trato con el mal; para que el pecado recibiera condenación eterna. En el plan de salvación hay alturas y profundidades que la eternidad misma nunca podrá agotar, maravillas que los ángeles desearían escrutar. De todos los seres creados, únicamente los redimidos han conocido por experiencia el conflicto real con el pecado; han trabajado con Cristo y, cosa que ni los ángeles podrían hacer, han participado de sus sufrimientos. ¿No tendrán acaso algún testimonio acerca de la ciencia de la redención, algo que sea de valor para los seres no caídos?…
En aquella gran multitud que nadie podrá contar, presentada “sin mancha delante de su gloria con gran alegría”. Aquel cuya sangre nos ha redimido y cuya vida ha sido para nosotros una enseñanza, “verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho” (La educación, pp. 276, 277).
Domingo 9 de febrero
ALMAS CELOSAS
Incluso en el cielo, un ambiente perfecto, Lucifer sentía celos de Cristo. “Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio” (HR 14). Es tan peligroso albergar sentimientos de celos que en los Diez Mandamientos, junto con la prohibición de matar y robar, está el Mandamiento contra la codicia (ver Éxo. 20:17).
Lee Daniel 6:1 al 5, junto con Génesis 37:11 y 1 Samuel 18:6 al 9. ¿Qué papel juegan los celos en todas estas historias??
Las habilidades administrativas de Daniel impresionaron al rey, pero provocaron los celos de otros funcionarios. Por ello, conspiraron para deshacerse de él acusándolo de corrupción. Pero, por más que buscaron, no encontraron fallas en la administración de Daniel. “No podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4). La palabra aramea traducida como “fiel” también puede traducirse como “confiable”.
Daniel es irreprensible; no hay nada que los funcionarios puedan hacer para presentar una acusación falsa contra él. Sin embargo, también perciben cuán fiel es a su Dios y cuán obediente es a la Ley de su Dios. Así que, pronto se dan cuenta de que, para cercar a Daniel, tendrán que provocar una situación en la que Daniel se enfrente con el dilema de obedecer la Ley de Dios o la ley del Imperio. Según lo que los funcionarios averiguaron de Daniel, están absolutamente convencidos de que, dadas las condiciones, Daniel se inclinará por la Ley de Dios por sobre la ley del Imperio. ¡Qué testimonio de la fidelidad de Daniel!
■ ¿Qué tipo de luchas con los celos has tenido, y cómo las enfrentaste? ¿Por qué los celos son una falta espiritual tan mortal y paralizante?
Notas EGW
Domingo
Hay quienes observan con mente alerta y oídos atentos para captar al vuelo cualquier escándalo. Reúnen pequeños incidentes que pueden ser insignificantes en sí mismos, pero que se repiten y exageran… La puerta de la mente debe estar cerrada para el ‘Dicen que’, o ‘He oído decir que’. ¿Por qué, en lugar de permitir que los celos o las malas sospechas entren en nuestro corazón, no vamos a nuestros hermanos, y después de presentarles en forma franca, pero bondadosa, las cosas que hemos oído decir en detrimento de su carácter y su influencia, oramos con ellos y por ellos?…
“Cultivemos diligentemente los puros principios del evangelio de Cristo: La religión que proviene, no de la estima propia, sino del amor, la mansedumbre y la humildad de corazón. Entonces amaremos a nuestros hermanos y los estimaremos más que a nosotros mismos. Nuestra mente no se espaciará en escándalos ni rumores. Sino que ‘todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad’” (Testimonios para los ministros, p. 505).
[N]o debéis sentiros libres de descuidar el deber actual y todavía abrigar la idea de que, en algún futuro, seréis los receptáculos de una gran bendición cuando se efectúe un maravilloso reavivamiento, sin ningún esfuerzo de vuestra parte. Hoy habéis de entregaros a Dios para que os haga vasos de honra aptos para su servicio. Hoy habéis de entregaros a Dios para que seáis vaciados del yo, vaciados de la envidia, los celos, las malas conjeturas, las contiendas, de todo lo que deshonre a Dios. Hoy habéis de tener purificado vuestro vaso para que esté listo para el rocío celestial, listo para los chaparrones de la lluvia tardía, pues vendrá la lluvia tardía y la bendición de Dios llenará cada alma que esté purificada de toda contaminación. Nuestra obra hoy es rendir nuestra alma a Cristo para que podamos ser hechos idóneos para el tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: idóneos para el bautismo del Espíritu Santo (Mensajes selectos, t. 1, p. 223).
Todo aquel que ama la causa de la verdad debiera orar por el derramamiento del Espíritu. Y en cuanto esté en nuestro poder, debemos suprimir todo lo que impida que él actúe. El Espíritu Santo no podrá nunca ser derramado mientras los miembros de la iglesia alberguen divergencias y amarguras los unos hacia los otros. La envidia, los celos, las malas sospechas y las maledicencias son de Satanás, y cierran eficazmente el camino para que el Espíritu Santo no intervenga. No hay nada en este mundo que sea tan precioso para Dios como su iglesia. No hay nada que él proteja con un celo más esmerado. No hay nada que ofenda tanto a Dios como un acto que perjudique la influencia de aquellos que le sirven. Él llamará a cuenta a todos los que ayuden a Satanás en su obra de criticar y desalentar (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 49).
Domingo
Hay quienes observan con mente alerta y oídos atentos para captar al vuelo cualquier escándalo. Reúnen pequeños incidentes que pueden ser insignificantes en sí mismos, pero que se repiten y exageran… La puerta de la mente debe estar cerrada para el ‘Dicen que’, o ‘He oído decir que’. ¿Por qué, en lugar de permitir que los celos o las malas sospechas entren en nuestro corazón, no vamos a nuestros hermanos, y después de presentarles en forma franca, pero bondadosa, las cosas que hemos oído decir en detrimento de su carácter y su influencia, oramos con ellos y por ellos?…
“Cultivemos diligentemente los puros principios del evangelio de Cristo: La religión que proviene, no de la estima propia, sino del amor, la mansedumbre y la humildad de corazón. Entonces amaremos a nuestros hermanos y los estimaremos más que a nosotros mismos. Nuestra mente no se espaciará en escándalos ni rumores. Sino que ‘todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad’” (Testimonios para los ministros, p. 505).
[N]o debéis sentiros libres de descuidar el deber actual y todavía abrigar la idea de que, en algún futuro, seréis los receptáculos de una gran bendición cuando se efectúe un maravilloso reavivamiento, sin ningún esfuerzo de vuestra parte. Hoy habéis de entregaros a Dios para que os haga vasos de honra aptos para su servicio. Hoy habéis de entregaros a Dios para que seáis vaciados del yo, vaciados de la envidia, los celos, las malas conjeturas, las contiendas, de todo lo que deshonre a Dios. Hoy habéis de tener purificado vuestro vaso para que esté listo para el rocío celestial, listo para los chaparrones de la lluvia tardía, pues vendrá la lluvia tardía y la bendición de Dios llenará cada alma que esté purificada de toda contaminación. Nuestra obra hoy es rendir nuestra alma a Cristo para que podamos ser hechos idóneos para el tiempo del refrigerio de la presencia del Señor: idóneos para el bautismo del Espíritu Santo (Mensajes selectos, t. 1, p. 223).
Todo aquel que ama la causa de la verdad debiera orar por el derramamiento del Espíritu. Y en cuanto esté en nuestro poder, debemos suprimir todo lo que impida que él actúe. El Espíritu Santo no podrá nunca ser derramado mientras los miembros de la iglesia alberguen divergencias y amarguras los unos hacia los otros. La envidia, los celos, las malas sospechas y las maledicencias son de Satanás, y cierran eficazmente el camino para que el Espíritu Santo no intervenga. No hay nada en este mundo que sea tan precioso para Dios como su iglesia. No hay nada que él proteja con un celo más esmerado. No hay nada que ofenda tanto a Dios como un acto que perjudique la influencia de aquellos que le sirven. Él llamará a cuenta a todos los que ayuden a Satanás en su obra de criticar y desalentar (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 49).
Lunes 10 de febrero
LA CONFABULACIÓN CONTRA DANIEL
Lee Daniel 6:6 al 9. ¿Cuál es la mentalidad que está detrás de este decreto? ¿Cómo juega con la vanidad del rey?
Quizá Darío parezca tonto al promulgar un decreto que pronto deseará revocar. Cae en la trampa tendida por los funcionarios, que son lo suficientemente inteligentes como para jugar con las circunstancias políticas del reino recientemente establecido. Darío ha descentralizado el Gobierno, y estableció 120 sátrapas para que la administración sea más eficiente. Sin embargo, ese accionar conlleva algunos riesgos a largo plazo. Un gobernador influyente puede promover fácilmente una rebelión y dividir el reino. Por lo tanto, una ley que obligue a todos a presentar una petición solo al rey durante treinta días parece una buena estrategia para fomentar la lealtad al rey y, por lo tanto, evitar cualquier tipo de sedición. Pero los oficiales engañan al rey, al afirmar que una propuesta de este tipo cuenta con el apoyo de “todos” los gobernadores, administradores, sátrapas, consejeros y asesores; una inexactitud obvia, ya que Daniel no está incluido. Además, la expectativa de ser tratado como un dios quizá le haya resultado atractiva al rey.
No existen evidencias de que los reyes persas alguna vez hayan reclamado un estatus divino. Sin embargo, aparentemente el decreto tuvo la intención de convertir al rey en el único representante de los dioses durante treinta días; es decir, las oraciones a los dioses debían ofrecerse a través de él. Desgraciadamente, el rey no investigó las motivaciones que habían detrás de la propuesta. Por lo tanto, no percibió que la ley que supuestamente impediría la conspiración era en sí misma una conspiración para perjudicar a Daniel.
Hay dos aspectos de esta ley que merecen atención. En primer lugar, el castigo por la transgresión es ser lanzado al foso de los leones. Como este tipo de castigo no se confirma en ninguna otra parte, pudo haber sido una sugerencia ad hoc de los enemigos de Daniel. Los antiguos monarcas del Cercano Oriente colocaban a los leones en jaulas a fin de liberarlos en ciertas ocasiones para la caza. Así que, no faltaban leones para atacar a quien se atreviera a violar el decreto del rey. En segundo lugar, el decreto no se puede cambiar. La naturaleza inmutable de la “la ley de Media y de Persia” también se menciona en Ester 1:19 y 8:8. Diodoro Sículo, un antiguo historiador griego, menciona una ocasión en la que Darío III (que no debe confundirse con el Darío mencionado en Daniel) cambió de opinión, pero ya no pudo derogar una sentencia de muerte que había dictado contra un hombre inocente.
Notas EGW
Lunes
Los honores concedidos a Daniel excitaron los celos de los hombres dirigentes del reino. Los presidentes y príncipes trataban de encontrar ocasión de interponer una queja contra él. “Mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él”. Daniel 6:4.
¡Qué lección se presenta aquí para todos los cristianos! Los ojos aguzados por el celo estaban fijos en Daniel día tras día; y su observación estaba acerada por el odio; sin embargo, no podían presentar como errónea ni una sola palabra, ni un solo acto de su vida. Con todo, él no tenía ninguna pretensión de santificación; pero hizo aquello que era infinitamente mejor: vivía una vida de fidelidad y consagración.
Cuanto más inmaculada la conducta de Daniel, mayor era el odio que suscitaban contra él sus enemigos. Estaban llenos de enojo, porque no podían encontrar nada en su carácter moral o en la realización de sus deberes, sobre lo cual basar una queja. “No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios”. Daniel 6:5. Tres veces por día Daniel oraba al Dios del cielo. Esta era la única acusación que podía encontrarse en su contra.
Se ideó ahora un plan para consumar su destrucción. Sus enemigos se reunieron en el palacio, y pidieron al rey que aprobara un decreto en virtud del cual ninguna persona en todo el reino pidiera nada a Dios o a hombre, excepto de Darío el rey, por espacio de treinta días, y que toda violación de ese edicto fuera castigada echando al ofensor en el foso de los leones. El rey no sabía nada del odio de estos hombres hacia Daniel, y no sospechaba que el decreto lo perjudicaría de alguna manera. Por medio de la adulación hicieron que el monarca creyera que redundaría grandemente en su honor el emitir un edicto semejante. Con una sonrisa de triunfo satánico en sus rostros volvieron de la presencia del rey, y se regocijaron por la trampa que le habían tendido al siervo de Dios (La edificación del carácter, pp. 40, 41).
La vanidad es uno de los rasgos más fuertes de la naturaleza humana depravada, y el enemigo sabe que puede estimularla con éxito. Halaga por medio de sus instrumentos. Los jóvenes pueden recibir expresiones de alabanza, lo cual complacerá su vanidad y aumentará su orgullo y autoestima… Satanás os dice que con las ventajas que poseéis podríais en gran medida disfrutar de los placeres mundanos. Pero considerad que los placeres del mundo tendrán que terminar y que lo que sembréis, eso es lo que segaréis. ¿Son los atractivos personales, la habilidad o los talentos personales demasiado valiosos para dedicarlos a Dios, al Autor de vuestro ser, al que vela por vosotros a cada instante? ¿Son vuestras capacidades demasiado preciosas para dedicarlas a Dios? (Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 440, 441).
Lunes
Los honores concedidos a Daniel excitaron los celos de los hombres dirigentes del reino. Los presidentes y príncipes trataban de encontrar ocasión de interponer una queja contra él. “Mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él”. Daniel 6:4.
¡Qué lección se presenta aquí para todos los cristianos! Los ojos aguzados por el celo estaban fijos en Daniel día tras día; y su observación estaba acerada por el odio; sin embargo, no podían presentar como errónea ni una sola palabra, ni un solo acto de su vida. Con todo, él no tenía ninguna pretensión de santificación; pero hizo aquello que era infinitamente mejor: vivía una vida de fidelidad y consagración.
Cuanto más inmaculada la conducta de Daniel, mayor era el odio que suscitaban contra él sus enemigos. Estaban llenos de enojo, porque no podían encontrar nada en su carácter moral o en la realización de sus deberes, sobre lo cual basar una queja. “No hallaremos contra este Daniel ocasión alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su Dios”. Daniel 6:5. Tres veces por día Daniel oraba al Dios del cielo. Esta era la única acusación que podía encontrarse en su contra.
Se ideó ahora un plan para consumar su destrucción. Sus enemigos se reunieron en el palacio, y pidieron al rey que aprobara un decreto en virtud del cual ninguna persona en todo el reino pidiera nada a Dios o a hombre, excepto de Darío el rey, por espacio de treinta días, y que toda violación de ese edicto fuera castigada echando al ofensor en el foso de los leones. El rey no sabía nada del odio de estos hombres hacia Daniel, y no sospechaba que el decreto lo perjudicaría de alguna manera. Por medio de la adulación hicieron que el monarca creyera que redundaría grandemente en su honor el emitir un edicto semejante. Con una sonrisa de triunfo satánico en sus rostros volvieron de la presencia del rey, y se regocijaron por la trampa que le habían tendido al siervo de Dios (La edificación del carácter, pp. 40, 41).
La vanidad es uno de los rasgos más fuertes de la naturaleza humana depravada, y el enemigo sabe que puede estimularla con éxito. Halaga por medio de sus instrumentos. Los jóvenes pueden recibir expresiones de alabanza, lo cual complacerá su vanidad y aumentará su orgullo y autoestima… Satanás os dice que con las ventajas que poseéis podríais en gran medida disfrutar de los placeres mundanos. Pero considerad que los placeres del mundo tendrán que terminar y que lo que sembréis, eso es lo que segaréis. ¿Son los atractivos personales, la habilidad o los talentos personales demasiado valiosos para dedicarlos a Dios, al Autor de vuestro ser, al que vela por vosotros a cada instante? ¿Son vuestras capacidades demasiado preciosas para dedicarlas a Dios? (Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 440, 441).
Martes 11 de febrero
LA ORACIÓN DE DANIEL
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mat. 6:6).
Lee Daniel 6:10. ¿Por qué Daniel, simplemente, no ora sin que nadie lo vea?
Daniel es un estadista experimentado; pero, sobre todo, es siervo de Dios. Como tal, es el único miembro del Gobierno que puede entender qué hay detrás del decreto del rey. Para Darío, el decreto representa una oportunidad para fortalecer la unidad del reino, pero para los conspiradores es una estrategia para deshacerse de Daniel.
Por supuesto, las verdaderas causas y motivos que están detrás de la trama se encuentran en el conflicto cósmico entre Dios y las fuerzas del mal. En ese momento (539 a.C.), Daniel ya ha recibido las visiones registradas en Daniel 7 (553 a.C.) y 8 (551 a.C.). Por ello, puede entender el decreto real no como una mera política humana, sino como un ejemplo de esta guerra cósmica. La visión del Hijo del Hombre que entrega el Reino al pueblo del Altísimo y la ayuda consoladora del ángel intérprete (Dan. 7) pudieron haberle dado coraje para enfrentar la crisis. Quizá también reflexionó en la experiencia de sus compañeros, que fueron lo suficientemente valientes como para desafiar el decreto de Nabucodonosor (Dan. 3).
Por lo tanto, él no cambia sus hábitos devocionales, sino que continúa su práctica habitual de orar tres veces al día hacia Jerusalén. A pesar de la prohibición de hacer peticiones a cualquier hombre o dios, salvo al rey, Daniel no toma ninguna precaución para ocultar o disfrazar su vida de oración durante esos treinta días críticos. Él es minoría absoluta, ya que es el único, entre docenas de gobernadores y otros funcionarios, a punto de entrar en conflicto con el decreto real. Sin embargo, mediante su vida de oración pública, demuestra que la lealtad que le debe a Dios antecede a su lealtad al rey y su decreto irrevocable.
■ Lee Hechos 5:27 al 32. Aunque esta advertencia es clara, ¿por qué, al actuar en contra de las leyes humanas, siempre debemos estar seguros de que lo que estamos haciendo es verdaderamente la voluntad de Dios? (Al fin y al cabo, ¡piensa en aquellos que murieron antes que traicionar una creencia o un sistema de creencias que creían que era correcta!)
Notas EGW
Martes
El decreto es proclamado por el rey. Daniel se halla familiarizado con el propósito de sus enemigos de arruinarlo. Pero él no cambia su conducta en un solo aspecto. Con calma realiza sus deberes acostumbrados, y a la hora de la oración, va a su cámara, y con las ventanas abiertas hacia Jerusalén, ofrece sus peticiones al Dios del cielo. Mediante su comportamiento declara intrépidamente que ningún poder terrenal tiene el derecho a interrumpir su relación con Dios, y decirle a quién debía y a quién no debía orar. ¡Noble hombre de principios! ¡Se yergue ante el mundo hoy como un loable ejemplo de valentía y fidelidad cristianas! Se vuelve a Dios con todo su corazón, aunque sabe que la muerte es la penalidad por su devoción.
Sus adversarios lo vigilan un día entero. Tres veces se dirige a su cámara; tres veces la voz de la intercesión fervorosa ha sido oída. La próxima mañana se le presenta al rey la queja de que Daniel, uno de los cautivos de Judá, ha desafiado su decreto. Cuando el monarca oyó estas palabras, sus ojos fueron abiertos de inmediato para ver la trampa que se había armado. Se disgustó grandemente consigo mismo por haber firmado un decreto semejante, y trabajó hasta la caída del sol para idear algún plan por el cual Daniel pudiera ser librado. Pero los enemigos del profeta habían previsto esto, de manera que vinieron delante del rey con estas palabras: “Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado” (La edificación del carácter, pp. 41, 42).
Se me presentó el caso de Daniel. Aunque sus pasiones eran similares a las nuestras, la pluma inspirada nos lo presenta con un carácter sin mancha. Su vida es un ejemplo vivo de que se puede llegar a ser un hombre íntegro, aun en esta vida, si se hace de Dios la fuente de nuestra fuerza y se aprovechan sabiamente las ocasiones y los privilegios que estén a nuestro alcance. Daniel era un gigante intelectual; y aun así, constantemente buscaba aumentar su conocimiento y alcanzar logros más elevados. Otros jóvenes tenían las mismas oportunidades; pero, a diferencia de él, no dedicaron todas sus energías a buscar la sabiduría, el conocimiento de Dios tal como se revela en su palabra y en su obra. Aunque Daniel era uno de los mayores hombres del mundo, no era orgulloso ni autosuficiente. Sentía la necesidad de alimentar su alma con la oración y cada mañana suplicaba sinceramente ante Dios. Nada lo habría privado de este privilegio, ni siquiera la amenaza del foso de los leones impidió que continuara orando (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 562).
Una gran crisis aguarda al pueblo de Dios. Una crisis aguarda al mundo. La lucha más portentosa de todas las edades está por producirse…
Cuando las leyes de los gobernantes terrenales se opongan a las leyes del Gobernante supremo del universo, entonces le serán fieles los que son leales súbditos de Dios (Maranata, el Señor viene, pp. 135, 136).
Martes
El decreto es proclamado por el rey. Daniel se halla familiarizado con el propósito de sus enemigos de arruinarlo. Pero él no cambia su conducta en un solo aspecto. Con calma realiza sus deberes acostumbrados, y a la hora de la oración, va a su cámara, y con las ventanas abiertas hacia Jerusalén, ofrece sus peticiones al Dios del cielo. Mediante su comportamiento declara intrépidamente que ningún poder terrenal tiene el derecho a interrumpir su relación con Dios, y decirle a quién debía y a quién no debía orar. ¡Noble hombre de principios! ¡Se yergue ante el mundo hoy como un loable ejemplo de valentía y fidelidad cristianas! Se vuelve a Dios con todo su corazón, aunque sabe que la muerte es la penalidad por su devoción.
Sus adversarios lo vigilan un día entero. Tres veces se dirige a su cámara; tres veces la voz de la intercesión fervorosa ha sido oída. La próxima mañana se le presenta al rey la queja de que Daniel, uno de los cautivos de Judá, ha desafiado su decreto. Cuando el monarca oyó estas palabras, sus ojos fueron abiertos de inmediato para ver la trampa que se había armado. Se disgustó grandemente consigo mismo por haber firmado un decreto semejante, y trabajó hasta la caída del sol para idear algún plan por el cual Daniel pudiera ser librado. Pero los enemigos del profeta habían previsto esto, de manera que vinieron delante del rey con estas palabras: “Sepas, oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado” (La edificación del carácter, pp. 41, 42).
Se me presentó el caso de Daniel. Aunque sus pasiones eran similares a las nuestras, la pluma inspirada nos lo presenta con un carácter sin mancha. Su vida es un ejemplo vivo de que se puede llegar a ser un hombre íntegro, aun en esta vida, si se hace de Dios la fuente de nuestra fuerza y se aprovechan sabiamente las ocasiones y los privilegios que estén a nuestro alcance. Daniel era un gigante intelectual; y aun así, constantemente buscaba aumentar su conocimiento y alcanzar logros más elevados. Otros jóvenes tenían las mismas oportunidades; pero, a diferencia de él, no dedicaron todas sus energías a buscar la sabiduría, el conocimiento de Dios tal como se revela en su palabra y en su obra. Aunque Daniel era uno de los mayores hombres del mundo, no era orgulloso ni autosuficiente. Sentía la necesidad de alimentar su alma con la oración y cada mañana suplicaba sinceramente ante Dios. Nada lo habría privado de este privilegio, ni siquiera la amenaza del foso de los leones impidió que continuara orando (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 562).
Una gran crisis aguarda al pueblo de Dios. Una crisis aguarda al mundo. La lucha más portentosa de todas las edades está por producirse…
Cuando las leyes de los gobernantes terrenales se opongan a las leyes del Gobernante supremo del universo, entonces le serán fieles los que son leales súbditos de Dios (Maranata, el Señor viene, pp. 135, 136).
Miércoles 12 de febrero
EN EL FOSO DE LOS LEONES
Lee Daniel 6:11 al 23. ¿Qué le dice el rey a Daniel que revela cuán poderoso es Daniel como testigo fiel de Dios?
Los conspiradores pronto detectan a Daniel orando (es decir, haciendo exactamente lo que el decreto prohíbe). Y, al esgrimir la acusación ante el rey, se refieren a Daniel de manera denigrante: “Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá” (Dan. 6:13). Para ellos, uno de los principales funcionarios del Imperio, el favorito del rey, no es más que “un cautivo”. Además, enfrentan a Daniel contra el rey al decir que “no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste”. Ahora el rey comprende que cayó en una trampa al firmar el decreto. El pasaje dice que “hasta la puesta del sol trabajó para librarle” (Dan. 6:14). Pero, no hubo nada que pudiera hacer para salvar al profeta del castigo prescrito. La ley irrevocable de los medopersas debía aplicarse a rajatabla. Así el rey, aunque a regañadientes, emite la orden de arrojar a Daniel a los leones. Pero al hacerlo, Darío expresa un atisbo de esperanza, que suena a una oración: “El Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, él te libre” (Dan. 6:16).
El texto bíblico no dice lo que Daniel hace en medio de los leones, pero podemos suponer que está orando. Y Dios honra la fe de Daniel al enviar a su ángel para protegerlo. Por la mañana, Daniel está sano y salvo, y listo para reanudar sus actividades en el Gobierno. Al comentar este episodio, Elena de White dice: “Dios no impidió a los enemigos de Daniel que lo echasen al foso de los leones. Permitió que hasta allí cumpliesen su propósito los malos ángeles y los hombres impíos; pero lo hizo para recalcar tanto más la liberación de su siervo, y para que la derrota de los enemigos de la verdad y de la justicia fuese más completa” (PR 399).
■ Si bien esta historia tiene un final feliz (al menos, para Daniel), ¿qué pasa con aquellas historias, algunas bíblicas incluso (ver, p. ej., Mar. 6:14–29), que no terminan en liberación aquí? ¿Cómo debemos entenderlas?
Notas EGW
Miércoles
Temprano por la mañana el monarca se apresuró a ir al foso de los leones y exclamó: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves ¿te ha podido librar de los leones?” La voz del profeta fue oída en respuesta: “Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo”.
“Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios”. Daniel 6:20-23. Así el siervo de Dios fue librado. Y la trampa que los enemigos habían ideado para su destrucción resultó ser su propia ruina. A la orden del rey ellos fueron echados en el foso, e instantáneamente fueron devorados por las bestias salvajes (La edificación del carácter, p. 43).
En su misión, el Bautista se había destacado como intrépido reprensor de la iniquidad, tanto entre los encumbrados como entre los humildes. Había osado hacer frente al rey Herodes y reprocharle claramente su pecado. No había estimado preciosa su vida con tal de cumplir la obra que le había sido encomendada. Y ahora, desde su mazmorra, esperaba ver al León de la tribu de Judá derribar el orgullo del opresor y librar a los pobres y al que clamaba. Pero Jesús parecía conformarse con reunir discípulos en derredor suyo, y sanar y enseñar a la gente…
Todo esto le parecía un misterio insondable al profeta del desierto. Había horas en que los susurros de los demonios atormentaban su espíritu y la sombra de un miedo terrible se apoderaba de él… Juan había quedado acerbamente chasqueado del resultado de su misión. Había esperado que el mensaje de Dios tuviese el mismo efecto que cuando la ley fue leída en los días de Josías y Esdras;1 que seguiría una profunda obra de arrepentimiento y regreso al Señor. Había sacrificado toda su vida al éxito de su misión. ¿Habría sido en vano?
¿Habría sido vana su obra para ellos? ¿Habría sido él infiel en su misión, y habría de ser separado de ella? Si el Libertador prometido había aparecido, y Juan había sido hallado fiel a su misión, ¿no derribaría Jesús el poder del opresor, dejando en libertad a su heraldo?
Pero el Bautista no renunció a su fe en Cristo. El recuerdo de la voz del cielo y de la paloma que había descendido sobre él, la inmaculada pureza de Jesús, el poder del Espíritu Santo que había descansado sobre Juan cuando estuvo en la presencia del Salvador, y el testimonio de las escrituras proféticas, todo atestiguaba que Jesús de Nazaret era el Prometido (El Deseado de todas las gentes, pp. 186, 187).
Miércoles
Temprano por la mañana el monarca se apresuró a ir al foso de los leones y exclamó: “Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves ¿te ha podido librar de los leones?” La voz del profeta fue oída en respuesta: “Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo”.
“Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque había confiado en su Dios”. Daniel 6:20-23. Así el siervo de Dios fue librado. Y la trampa que los enemigos habían ideado para su destrucción resultó ser su propia ruina. A la orden del rey ellos fueron echados en el foso, e instantáneamente fueron devorados por las bestias salvajes (La edificación del carácter, p. 43).
En su misión, el Bautista se había destacado como intrépido reprensor de la iniquidad, tanto entre los encumbrados como entre los humildes. Había osado hacer frente al rey Herodes y reprocharle claramente su pecado. No había estimado preciosa su vida con tal de cumplir la obra que le había sido encomendada. Y ahora, desde su mazmorra, esperaba ver al León de la tribu de Judá derribar el orgullo del opresor y librar a los pobres y al que clamaba. Pero Jesús parecía conformarse con reunir discípulos en derredor suyo, y sanar y enseñar a la gente…
Todo esto le parecía un misterio insondable al profeta del desierto. Había horas en que los susurros de los demonios atormentaban su espíritu y la sombra de un miedo terrible se apoderaba de él… Juan había quedado acerbamente chasqueado del resultado de su misión. Había esperado que el mensaje de Dios tuviese el mismo efecto que cuando la ley fue leída en los días de Josías y Esdras;1 que seguiría una profunda obra de arrepentimiento y regreso al Señor. Había sacrificado toda su vida al éxito de su misión. ¿Habría sido en vano?
¿Habría sido vana su obra para ellos? ¿Habría sido él infiel en su misión, y habría de ser separado de ella? Si el Libertador prometido había aparecido, y Juan había sido hallado fiel a su misión, ¿no derribaría Jesús el poder del opresor, dejando en libertad a su heraldo?
Pero el Bautista no renunció a su fe en Cristo. El recuerdo de la voz del cielo y de la paloma que había descendido sobre él, la inmaculada pureza de Jesús, el poder del Espíritu Santo que había descansado sobre Juan cuando estuvo en la presencia del Salvador, y el testimonio de las escrituras proféticas, todo atestiguaba que Jesús de Nazaret era el Prometido (El Deseado de todas las gentes, pp. 186, 187).
Jueves 13 de febrero
LA VINDICACIÓN
Lee Daniel 6:24 al 28. ¿Qué testimonio da el rey acerca de Dios?
Un aspecto importante del relato es el hecho de que Darío alaba a Dios y reconoce su soberanía. Esto es una culminación, incluso un clímax, de las alabanzas o las expresiones de reconocimiento ofrecidas a Dios en los capítulos anteriores (Dan. 2:20–23; 3:28, 29; 4:1–3, 34– 37). Como Nabucodonosor, Darío responde a la liberación de Daniel alabando a Dios. Pero, va más allá: revierte el decreto anterior y ordena que todos “teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel” (Dan. 6:26).
Sí, Daniel se salva milagrosamente, su fidelidad se ve recompensada, el mal es castigado, y el honor y el poder de Dios se reivindican. Pero, lo que vemos aquí es un miniejemplo de lo que sucederá a escala universal: el pueblo de Dios será liberado, el mal será castigado y el Señor será reivindicado ante el cosmos.
Lee Daniel 6:24. ¿Qué podríamos considerar problemático en este versículo, y por qué?
Existe un problema preocupante, y es que las esposas y los hijos, hasta donde sabemos, son inocentes, y sin embargo sufren la misma suerte que los culpables. ¿Cómo podemos explicar lo que parece ser un manejo inadecuado de la justicia?
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el rey decide e implementa la medida según la ley persa, que incluye a la familia en el castigo del culpable. Según un antiguo principio, toda la familia es responsable de la ofensa de un miembro de la familia. Esto no significa que esté bien, solo significa que esta historia encaja con lo que sabemos sobre la ley persa.
En segundo lugar, debemos observar que el relato bíblico informa sobre el hecho pero no respalda el accionar del rey. De hecho, la Biblia claramente prohíbe que los niños sean condenados a muerte por los pecados de los padres (Deut. 24:16).
■ Frente a injusticias como esta y muchas otras, ¿qué consuelo puedes obtener de pasajes como 1 Corintios 4:5? ¿Qué dice y por qué este aspecto es tan importante?
Notas EGW
Jueves
El caso de Daniel nos muestra que, a través de los principios religiosos, los jóvenes pueden triunfar sobre la concupiscencia de la carne y permanecer fieles a las exigencias de Dios, aun a pesar de un gran sacrificio. ¿Qué habría sucedido si hubiese entrado en componendas con los oficiales idólatras y hubiese cedido a la presión del momento comiendo y bebiendo según era costumbre entre los babilonios? Ese único paso en falso habría bastado para llevarlo a dar otros, hasta que su vínculo con el cielo se dañara y se alejara de él víctima de la tentación. Pero, puesto que se aferró a Dios con una confianza firme, el espíritu del poder profético descendió sobre él. A la vez que los hombres lo instruían en los deberes de la vida de la corte, Dios le enseñaba a leer los misterios de las edades futuras (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 563).
Daniel amaba, temía y obedecía a Dios. Y aun así no huyó del mundo para evitar su influencia corruptora. La providencia de Dios lo puso en el mundo aunque no era del mundo. Rodeado de todas las tentaciones y las fascinaciones de la vida cortesana, conservó la integridad de su alma, con una adherencia a los principios que era firme como una roca. Hizo de Dios su fuerza y él no lo olvidó en el momento de mayor necesidad (Testimonios para la iglesia, t. 4 p. 562).
“No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones”. No podemos leer el corazón. Por ser imperfectos, no somos competentes para juzgar a otros. A causa de sus limitaciones, el hombre solo puede juzgar por las apariencias. Únicamente a Dios, quien conoce los motivos secretos de los actos y trata a cada uno con amor y compasión, le corresponde decidir el caso de cada alma.
“Eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo”. Los que juzgan o critican a los demás se proclaman culpables; porque hacen las mismas cosas que censuran en otros. Al condenar a los demás, se sentencian a sí mismos, y Dios declara que el dictamen es justo. Acepta el veredicto que ellos mismos se aplican (El discurso maestro de Jesucristo, p. 106).
En vez de encontrar faltas en otros, examinémonos a nosotros mismos. La pregunta de cada uno de nosotros debiera ser: ¿Es recto mi corazón delante de Dios? ¿Glorificará a mi Padre celestial este proceder? Si habéis fomentado un mal espíritu, desterrado del alma. Vuestro deber es desarraigar del corazón todo lo que contamine; debiera arrancarse cada raíz de amargura, para que otros no se contaminen con su perniciosa influencia. No permitáis que quede en el terreno del corazón ninguna planta venenosa. Arrancadla esta misma hora, y plantad en su lugar la planta del amor. Entronícese a Jesús en el alma.
Cristo es nuestro ejemplo. Él fue haciendo bienes. Vivió para bendecir a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones, y se nos ordena que sigamos sus pisadas (A fin de conocerle, p. 188).
Jueves
El caso de Daniel nos muestra que, a través de los principios religiosos, los jóvenes pueden triunfar sobre la concupiscencia de la carne y permanecer fieles a las exigencias de Dios, aun a pesar de un gran sacrificio. ¿Qué habría sucedido si hubiese entrado en componendas con los oficiales idólatras y hubiese cedido a la presión del momento comiendo y bebiendo según era costumbre entre los babilonios? Ese único paso en falso habría bastado para llevarlo a dar otros, hasta que su vínculo con el cielo se dañara y se alejara de él víctima de la tentación. Pero, puesto que se aferró a Dios con una confianza firme, el espíritu del poder profético descendió sobre él. A la vez que los hombres lo instruían en los deberes de la vida de la corte, Dios le enseñaba a leer los misterios de las edades futuras (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 563).
Daniel amaba, temía y obedecía a Dios. Y aun así no huyó del mundo para evitar su influencia corruptora. La providencia de Dios lo puso en el mundo aunque no era del mundo. Rodeado de todas las tentaciones y las fascinaciones de la vida cortesana, conservó la integridad de su alma, con una adherencia a los principios que era firme como una roca. Hizo de Dios su fuerza y él no lo olvidó en el momento de mayor necesidad (Testimonios para la iglesia, t. 4 p. 562).
“No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones”. No podemos leer el corazón. Por ser imperfectos, no somos competentes para juzgar a otros. A causa de sus limitaciones, el hombre solo puede juzgar por las apariencias. Únicamente a Dios, quien conoce los motivos secretos de los actos y trata a cada uno con amor y compasión, le corresponde decidir el caso de cada alma.
“Eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo”. Los que juzgan o critican a los demás se proclaman culpables; porque hacen las mismas cosas que censuran en otros. Al condenar a los demás, se sentencian a sí mismos, y Dios declara que el dictamen es justo. Acepta el veredicto que ellos mismos se aplican (El discurso maestro de Jesucristo, p. 106).
En vez de encontrar faltas en otros, examinémonos a nosotros mismos. La pregunta de cada uno de nosotros debiera ser: ¿Es recto mi corazón delante de Dios? ¿Glorificará a mi Padre celestial este proceder? Si habéis fomentado un mal espíritu, desterrado del alma. Vuestro deber es desarraigar del corazón todo lo que contamine; debiera arrancarse cada raíz de amargura, para que otros no se contaminen con su perniciosa influencia. No permitáis que quede en el terreno del corazón ninguna planta venenosa. Arrancadla esta misma hora, y plantad en su lugar la planta del amor. Entronícese a Jesús en el alma.
Cristo es nuestro ejemplo. Él fue haciendo bienes. Vivió para bendecir a otros. El amor embelleció y ennobleció todas sus acciones, y se nos ordena que sigamos sus pisadas (A fin de conocerle, p. 188).
Viernes 14 de febrero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
La liberación de Daniel se registra en Hebreos 11. El denominado “salón de la fama de la fe” dice que los profetas, entre otros logros, “taparon bocas de leones” (Heb. 11:33). Esto es maravilloso, pero debemos tener en cuenta que los héroes de la fe no son solo los que escaparon de la muerte, como Daniel, sino además los que sufren y mueren valientemente, como también lo señala Hebreos 11. Dios llama a algunos a dar testimonio con su vida; y a otros, mediante su muerte. Por lo tanto, el relato de la liberación de Daniel no implica que esta se otorgue a todos, como sabemos por la multitud de hombres y mujeres que han sido mártires por su fe en Jesús. Sin embargo, la liberación milagrosa de Daniel muestra que Dios gobierna y que, finalmente, liberará a todos sus hijos del poder del pecado y de la muerte. Esto resultará claro en los próximos capítulos de Daniel.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. El novelista y filósofo francés Jean Paul Sartre escribió cierta vez que “la mejor manera de concebir el proyecto fundamental de la realidad humana es decir que el hombre es el ser cuyo proyecto es ser Dios” (J. P. Sartre, Being and Nothingness: A Phenomenological Essay on Ontology, p. 724). ¿Cómo nos ayuda esto a comprender, al menos en cierto nivel, por qué el rey cayó en la trampa? ¿Por qué todos, cualquiera que sea nuestra situación de vida, debemos tener cuidado con esta misma inclinación peligrosa, por más sutil que sea? ¿De qué otras maneras podríamos querer ser “como Dios”?
2. ¿Qué clase de testimonio damos a los demás con respecto a nuestra fidelidad a Dios y a su Ley? Los que te conocen ¿pensarían que defenderías tu fe aunque te costara el trabajo o la vida?
3. ¿Qué ves en Daniel que hace que sea una persona a quien Dios puede usar eficientemente para sus propósitos? Con la ayuda del Señor, ¿cómo puedes cultivar más esas mismas características?
¿De qué manera Daniel podría haberse justificado al decidir cambiar su forma de orar, en vista del decreto? ¿O eso hubiese sido una transigencia peligrosa? ¿Por qué?
Notas EGW
Viernes
En los lugares celestiales, “Manteniéndose en la luz del cielo”, p. 72.
La fe por la cual vivo, “Los santos juzgarán el mundo”, p. 218.
Viernes
En los lugares celestiales, “Manteniéndose en la luz del cielo”, p. 72.
La fe por la cual vivo, “Los santos juzgarán el mundo”, p. 218.
Dios lo bendiga!!!
- MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 7
Lección 7
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Daniel 6.
Enfoque del estudio:
Daniel 6; 1 Samuel 18:6-8; Mateo 6:6; Hechos 5:27-32; Marcos 6:14-26; Hebreos 11:35-38.
Introducción: Daniel 6 resalta la fidelidad de Daniel. Él estuvo dispuesto a ser devorado por los leones antes de poner en peligro su relación con Dios. Finalmente, su fidelidad a Dios y su lealtad al rey fueron reivindicadas.
Temática de la lección:
1. La fidelidad. A pesar del decreto que prohibía presentar una petición a cualquier dios u hombre que no fuese el rey, Daniel continuó orando en dirección a Jerusalén. Él podría haber cerrado las ventanas y podría haber orado en secreto, pero decidió no comprometer su testimonio. Su compromiso con la verdad ocupaba una posición mucho más elevada que la preservación de su propia vida.
2. La vindicación. Como resultado de la lealtad de Daniel a Dios, el ángel del Señor cerró la boca de los leones hambrientos. Daniel fue protegido y vindicado ante el rey y quienes procuraban quitarle la vida. La experiencia de ese exiliado hebreo tan notable es un símbolo de la vindicación final del pueblo de Dios a través de las edades, al enfrentar oposición y persecución por parte de los poderes del mal.
Aplicación para la vida: Los aspirantes a políticos cristianos a menudo señalan la experiencia de Daniel como justificación para entrar en la contienda del servicio público. ¡Qué bendición para la iglesia y la sociedad si todos los políticos cristianos y todos los funcionarios públicos emularan la fidelidad de Daniel!.
Parte II: COMENTARIO
1. La fidelidad.
Daniel era uno de los tres gobernadores encargados de la supervisión de los sátrapas. Controlaban las tareas de estos y auditaban sus cuentas, para evitar pérdidas en las rentas públicas del rey y asegurar el funcionamiento adecuado del Gobierno (Dan. 6:2). El fraude y la administración fraudulenta han sido un problema desde tiempos antiguos. Algunos textos antiguos del Cercano Oriente también reflejan el clima competitivo, de rivalidad y de intriga entre los eruditos y los consejeros de la corte; todos, a menudo, se dirigían al rey con acusaciones contra un competidor real o aparente. Por lo tanto, en este sentido, la situación en la corte del rey Darío, reflejada en el hecho de que los gobernadores y los sátrapas quisieran deshacerse de Daniel, no era excepcional. Los celos quizás hayan desempeñado un rol importante, puesto que Daniel fue nombrado por el rey como una especie de primer ministro. En relación con esta posibilidad, también deberíamos tener presente que la integridad de Daniel pudo haber sido una piedra de tropiezo para los que procuraban hacerse de ventajas personales y ganancias ilícitas en los cargos públicos. A su vez, estos funcionarios corruptos probablemente debieron de haberse vuelto en contra de Daniel porque era judío y, como tal, era fiel a su Dios, no a los dioses de ellos.
A pesar del decreto real, Daniel no cambió sus hábitos de oración. Siguió orando tres veces al día (comparar con Sal. 55:17). La casa de Daniel seguramente tenía una habitación privada en planta alta, sobre el techo horizontal. Desde una ventana que daba al oeste, Daniel oraba hacia Jerusalén, donde estaba el Templo en ruinas. En la inauguración del Templo, Salomón instruyó al pueblo para que orara hacia el Templo (ver 1 Rey. 8:35, 38, 44, 48). Al parecer, David tenía la misma práctica (ver Sal. 5:7; 28:2). Jerusalén se convirtió en el lugar de la presencia de Dios porque el Templo estaba allí. Por ende, ese gesto simbolizaba su compromiso con Yahvéh, el Dios que eligió a Jerusalén como el lugar donde pondría su nombre. Además, Daniel esperaba la restauración de Jerusalén como el cumplimiento de las promesas del Pacto (Jer. 31; Eze. 36). Daniel era un extranjero residente en Babilonia; su verdadera ciudadanía estaba en Jerusalén.
Así que, lo primero que aprendemos de Daniel en este relato es su integridad profesional como funcionario del Imperio. Lo más probable es que Darío haya invitado a Daniel a trabajar debido a su reputación intachable como servidor público. Además, sus enemigos también percibían claramente la integridad de Daniel. En este sentido, caben dos observaciones. En primer lugar, los enemigos de Daniel reconocieron que no podían encontrar nada contra él en su servicio al rey: “Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él” (Dan. 6:4). En segundo lugar, el aspecto más impresionante del complot de los enemigos es el hecho de que ellos percibieron que la lealtad suprema de Daniel era hacia su Dios. Esta evidencia indica que Daniel vivía su fe y expresaba sus convicciones abiertamente. Todos sabían qué era lo que más le importaba a Daniel. Por lo tanto, sus enemigos decidieron atacar su convicción medular. Al hacer esto, no esperaban que Daniel transigiera, sino que permaneciera fiel; de esta forma, ellos podrían darle muerte. Sin embargo, Daniel no percibía ningún conflicto entre sus responsabilidades como funcionario gubernamental y como siervo del Dios verdadero. De hecho, Daniel consideraba que su servicio público era una oportunidad para honrar al Dios que es el Soberano máximo de todo.
2. La vindicación.
Probablemente la característica más sobresaliente del relato de Daniel en el foso de los leones sea el hecho de que Daniel fue librado de los leones. Este final feliz guarda relación con otros relatos bíblicos, como la liberación de los amigos de Daniel del horno ardiente, al igual que la restauración de Job. Sobre todo, es coherente con la macronarrativa bíblica en sí, que concluye con la destrucción del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios. La reivindicación de Daniel sobre sus enemigos apunta a la reivindicación final del pueblo de Dios, según se describe en la parte profética de Daniel (Dan. 7-12). No obstante, esto no significa que todos los siervos fieles de Dios que son perseguidos serán liberados, como Daniel. La galería de mártires a lo largo de la historia muestra que, a veces, Dios permite que sus siervos paguen el precio máximo por su lealtad sin ninguna reivindicación aparente de este lado del cielo. Sin embargo, en este caso, la liberación de Daniel se yergue como un símbolo de la vindicación escatológica del pueblo Dios y muestra que Dios retiene el poder supremo sobre las fuerzas del mal. El Dios que evitó que los leones devoraran a Daniel, al final, silenciará para siempre a Satanás, el león y acusador supremo de los hermanos (1 Ped. 5:8).
La fidelidad de Daniel hacia Dios halla expresión en su lealtad a la Ley de Dios. Por eso, cuando la ley humana entró en conflicto con la Ley de Dios, Daniel no mostró ninguna duda en cuanto a cuál obedecer. El decreto se emitió según la ley de los medos y los persas, “la cual no puede ser abrogada” (Dan. 6:8). Aquí surge un conflicto entre dos leyes que reclaman inmutabilidad, y alcanzará proporciones escatológicas en el intento del cuerno pequeño de cambiar los tiempos y la Ley (cap. 7). Por consiguiente, si la ley de los medos y los persas no puede revocarse, ¿qué decir de la Ley que refleja el carácter de Dios? El conflicto entre la Ley eterna de Dios y las falsificaciones humanas es un aspecto crucial del gran conflicto encapsulado en la experiencia de Daniel. Aunque Daniel era leal al Estado, cuando las leyes del Estado entraron en conflicto con la Ley de Dios, él no vaciló en cuanto a cuál ley obedecer.
Dios reivindicó la fidelidad de Daniel. Darío no tenía dudas de la integridad de Daniel, tanto que hizo esfuerzos tenaces para encontrar una escapatoria de la ley imperial. Finalmente, el rey se vio obligado a ceder, aunque con la esperanza de que el Dios de Daniel lo librara. Según el relato bíblico, la piedra que fue puesta a la entrada del foso se selló con el anillo del rey “y con el anillo de sus príncipes” (Dan. 6:17). Este sellamiento doble tenía la intención de que la suerte de Daniel fuese inalterable. Como convincentemente lo sugirió un comentarista: “Los acusadores, que probablemente estuvieron presentes y querían que se usara el sello de los príncipes, habrán deseado de este modo asegurarse de que no hubiera posibilidades de que el propio rey enviara hombres para rescatar a Daniel; y el rey habrá querido asegurarse de que estos acusadores no intentasen matar a Daniel de otra manera, si los leones no lo hacían” (Wood, A Commentary on Daniel, p. 169).
Finalmente, la vindicación de Daniel implicó la condenación de quienes conspiraron contra él. Este resultado es el lado oscuro pero necesario de la reivindicación. El rey ordenó que los enemigos de Daniel fueran arrojados al mismo pozo al que Daniel había sido confinado y, como resultado, fueron destruidos por los leones. Para la mente moderna/posmoderna, es difícil aceptar el hecho de que el rey incluyera a las familias en el castigo de los conspiradores. Sin embargo, ten en cuenta que el rey simplemente estaba siguiendo una práctica de esa época, aunque horrible. Dios no ordenó que se hiciera. Lo que Dios hizo fue salvar a Daniel de los leones y, con esto, dejó en claro la inocencia del profeta en todos los asuntos relacionados con el rey. Pero, sobre todo, debemos tener en cuenta que no solo fue Daniel el reivindicado; Dios mismo también lo fue ante Darío. El rey finalmente confesó que el Dios que había librado a Daniel era el Dios verdadero y viviente: “Su reino no será jamás destruido, y su dominio perdurará hasta el fin” (Dan 6:26). Estas palabras concluyen acertadamente la parte narrativa y condensan la esencia del mensaje teológico que transmite la parte profética.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
“Queridos jóvenes, ¿cuáles son la meta y el propósito de su vida? ¿Ambicionan una educación para tener renombre y posición en el mundo? ¿Tienen el pensamiento, que no se atreven a expresar, de estar algún día en la cima de la grandeza intelectual; de sentarse en asambleas legislativas y deliberantes, y de ayudar a dictar leyes para la nación? No hay nada de malo en estas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede llegar a distinguirse. No deberían contentarse con adquisiciones mezquinas. Escojan una norma elevada y no escatimen esfuerzos para alcanzarla” (MJ 26).
1. ¿Qué tipo de cargos públicos son compatibles con la vida cristiana, si existen?
2. ¿Dónde y cómo trazas la línea entre la lealtad al Estado y la lealtad a Dios?
3. Si Daniel es un modelo, ¿cuáles son las cuatro cosas que hizo que los aspirantes a políticos y a funcionarios públicos harían bien en emular? (Dan. 6:10, 11)..
Dios lo bendiga!!!
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