Lección 10: De la confesión a la consolación | Daniel

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Lección 10: Para el 7 de marzo de 2020

DE LA CONFESIÓN A LA CONSOLACIÓN


Escuela Sabática Adultos 1er trimestre 2020 Daniel

Sábado 29 de febrero

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 9; Jeremías 25:11, 12; 29:10; 2 Reyes 19:15–19; Mateo 5:16; Santiago 5:16.

PARA MEMORIZAR:
“Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Dan. 9:19).




Daniel 9 contiene una de las grandes oraciones de la Biblia. En momentos cruciales de su vida, Daniel recurre a la oración para hacer frente a los desafíos que se le presentan. Cuando Daniel y sus colegas estaban a punto de ser asesinados debido al misterioso sueño de un rey pagano, el profeta se acerca a Dios en oración (Dan. 2). Y cuando un decreto real prohi-bió dirigir súplicas a cualquier dios fuera del rey, Daniel siguió ofreciendo sus oraciones diarias hacia Jerusalén (Dan. 6). Por lo tanto, al considerar la oración de Daniel 9, recordemos que la visión de las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8 tiene un gran impacto en el profeta. Aunque se explicaron los contornos generales de esa profecía, Daniel no puede entender el espacio de tiempo expresado en el diálogo entre los dos seres celestiales: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el Santuario será purificado” (Dan. 8:14). Recién ahora, en el capítulo 9, se le da más luz al profeta; y esta vez, también, es en respuesta a la oración ferviente.

Notas EGW
Sábado

Hay necesidad de oración, de oración muy ferviente, sincera, como en agonía…

Daniel oró a Dios, sin ensalzarse a sí mismo ni pretender bondad alguna: “Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío”. Daniel 9:19. Esto es lo que Santiago llama la oración eficaz y ferviente. De Cristo se dice: “Estando en agonía oraba más intensamente”. Lucas 22:44. ¡Qué contraste presentan con esta intercesión de la Majestad celestial las débiles y tibias oraciones que se ofrecen a Dios! Muchos se conforman con el servicio de los labios, y pocos tienen un anhelo sincero, ferviente y afectuoso por Dios.

La comunión con Dios imparte al alma un íntimo conocimiento de su voluntad. Pero muchos de los que profesan la fe, no saben lo que es la verdadera conversión. No han experimentado la comunión con el Padre por medio de Jesucristo y no han sentido el poder de la gracia divina para santificar el corazón… La verdadera oración requiere las energías del alma y afecta la vida. El que presenta así sus necesidades delante de Dios, siente el vacío de todo lo demás bajo el cielo. “Delante de ti están todos mis deseos”, dijo David, “y mi suspiro no te es oculto”. Salmos 38:9. “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?” Salmos 42:2. “Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí”. Salmos 42:4 (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 525, 526).

Los paganos pensaban que sus oraciones tenían en sí méritos para expiar el pecado.

Por lo tanto, cuanto más larga fuera la oración, mayor mérito tenía. Si por sus propios esfuerzos podían hacerse santos, tendrían entonces algo en que regocijarse y de lo cual hacer alarde… Los fariseos habían adoptado este concepto pagano de la oración, que existe todavía hasta entre los que profesan ser cristianos. La repetición de expresiones prescritas y formales mientras el corazón no siente la necesidad de Dios, es comparable con las “vanas repeticiones” de los gentiles…

Las oraciones más elocuentes son palabrería vana si no expresan los sentimientos sinceros del corazón. La oración que brota del corazón ferviente, que expresa con sencillez las necesidades del alma así como pediríamos un favor a un amigo terrenal esperando que lo hará, ésa es la oración de fe. Dios no quiere nuestras frases de simple ceremonia; pero el clamor inaudible de quien se siente quebrantado por la convicción de sus pecados y su debilidad llega al oído del Padre misericordioso (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 74, 75).

Como humano, la oración fue para [Jesús] una necesidad y un privilegio. Encontraba consuelo y gozo en la comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles mortales, manchados por el pecado, no debemos sentir la necesidad de orar con fervor y constancia! (El camino a Cristo, p. 94).



Domingo 1º de marzo

LA CENTRALIDAD DE LA PALABRA DE DIOS

Lee Daniel 9:1 y 2. Daniel dice que “entend[ió] de los libros” la profecía que estaba estudiando tan cuidadosamente. ¿A qué libro o libros de la Biblia se refiere?



Al analizar esta oración, resulta evidente que surge de un estudio en profundidad de la revelación anterior de Dios a Moisés y los profetas. Al leer en el rollo de Jeremías que el período de cautiverio durará setenta años (ver Jer. 25:11, 12; 29:10), Daniel comprende la importancia del momento histórico en el que vive.
Tengamos en cuenta que Daniel eleva esta oración en 539 a.C., el año en que el Imperio Persa reemplazó a Babilonia. Por ello, han pasado casi setenta años desde que Nabucodonosor conquistó Jerusalén y destruyó el Templo. Por lo tanto, según la profecía de Jeremías, el pueblo de Dios pronto regresará a su terruño. Como confía en la Palabra de Dios, Daniel sabe que algo trascendental está a punto de suceder con su pueblo y que, tal como Dios promete en su Palabra, el exilio en Babilonia terminará pronto y los judíos volverán a su hogar.
De su estudio de las Escrituras disponibles en ese entonces, Daniel tam-bién comprende cuán graves son los pecados de su pueblo. Como quebran-taron el Pacto, rompieron su relación con Dios; por ende, la consecuencia inevitable es el exilio (Lev. 26:14–45). Por lo tanto, es el estudio de la revelación de Dios lo que le permite a Daniel discernir los tiempos y lo que le da un sentido de urgencia para implorar a Dios en favor del pueblo.
A medida que nos acercamos a los últimos días de la historia de la Tierra, necesitamos más que nunca estudiar y vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Solo las Escrituras nos pueden proporcionar una explicación autori-zada del mundo en el que vivimos. A fin de cuentas, las Escrituras cuentan la historia del gran conflicto entre el bien y el mal, y de este modo revelan que la historia de la humanidad se cerrará con la aniquilación del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios. Cuanto más estudiemos las Es-crituras, mejor podremos entender la situación contemporánea del mundo y nuestro lugar en él, como así también los motivos para tener esperanza en medio de un mundo que no puede ofrecerla.

■ ¿Cómo nos ayuda la Biblia a entender hasta cierto punto a un mundo que, en sí mismo, parece no tener ningún sentido?



Notas EGW
Domingo

En los capítulos 27, 28 y 29 de Jeremías se encuentra una copia de las cartas enviadas por el profeta a los cautivos hebreos de Babilonia, y de las cartas enviadas por los falsos profetas a esos cautivos y a las autoridades de Jerusalén, junto con un relato del conflicto entre lo verdadero y lo falso.

Inmediatamente después de este intercambio de cartas entre Jeremías y los ancianos de los israelitas cautivos, el profeta recibió la instrucción de escribir en un libro todo lo que le había sido revelado acerca de la restauración de Israel. Esto está registrado en los capítulos 30 y 31 de Jeremías.

Éstos, junto con las profecías del capítulo 25, son las cartas y los registros que el profeta Daniel, durante “el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos”, estudió con oración más de sesenta años después de que se escribieron (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1179).

Sea la Palabra la guía y la regla de conducta para ustedes. Ella les enseñará modales corteses, conducta piadosa y juicio certero. Estudien la Palabra. Cuando estén en perplejidad escudriñen la Palabra en busca de la instrucción que se ajuste al caso de ustedes. Busquen al Señor para que los oriente. Nunca codicien lo que el Señor prohíbe en su Palabra, y traten de hacer siempre aquello que su Palabra requiere. Escudriñad las escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”. Juan 5:39…

No hay nada que nos ocurra en la vida en lo cual Dios no se interese; ningún empeño que no sea precioso a su vista. “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”, declara. Mateo 28:20. Dios es escudo y broquel para su pueblo. Extiende sus manos sobre sus hijos que confían en El, de tal manera que nadie puede herir a uno de ellos sin lastimar la mano de Dios (Alza tus ojos, p. 85).

La preciosa fe inspirada de Dios imparte fortaleza y nobleza al carácter. Cuanto más se medite en su bondad, misericordia y amor, tanto más clara será la percepción de la verdad; tanto más elevado el deseo de lograr pureza de corazón y claridad de pensamiento. El alma que mora en el ambiente de santos pensamientos se transforma por su trato con Dios a través del estudio de su Palabra. La verdad es tan inmensa, tan abarcante y profunda, tan amplia, que uno pierde de vista al yo. El corazón se suaviza y subyuga hasta llegar a la humildad, la bondad y el amor.

Las facultades naturales aumentan merced a la santa obediencia. Después de estudiar de las palabras de vida, los alumnos pueden sentir la mente más amplia, elevada y ennoblecida… Al ser de mente pura, esta se fortalecerá. Se avivará toda facultad. Se educarán y disciplinarán de tal manera que todos los que se encuentren dentro del radio de su influencia puedan ver lo que puede ser y hacer un hombre cuando está relacionado con el Dios de la sabiduría y el poder (Mi vida hoy, p. 270).

Y las facultades naturales se acrecientan por causa de la obediencia piadosa. Los estudiantes pueden salir de su estudio de las palabras de vida con mentes expandidas, elevadas, y ennoblecidas… Con mentes sanas, adquirirán firmeza de carácter. Todas sus facultades intelectuales despertarán. Podrán educarse y disciplinarse de tal manera que todos aquellos sobre los cuales ejerzan su influencia verán lo que el hombre puede llegar a ser, y lo que puede lograr, cuando está vinculado al Dios de la sabiduría y el poder (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 336).



Lunes 2 de marzo

UN LLAMADO A LA GRACIA

Lee Daniel 9:3 al 19. ¿Por qué motivo Daniel implora misericordia?



Debemos señalar especialmente algunos aspectos de esta oración. En primer lugar, en su oración Daniel no pide ningún tipo de explicación por las calamidades que sufrió el pueblo judío; él conoce la razón. De hecho, en esta oración Daniel se dedica en su mayor parte a relatar la razón: “No obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas” (Dan. 9:10). La última vez que Daniel tuvo necesidad de entender algo fue al final de Daniel 8, cuando dice que no entiende la visión de las 2.300 tardes y ma-ñanas (ver Dan. 8:27).
El segundo aspecto es que esta oración es una apelación a la gracia de Dios, a la voluntad de Dios de perdonar a su pueblo a pesar de haber pecado y de haber hecho el mal. En cierto sentido, en esto vemos un poderoso reflejo del evangelio, de gente pecaminosa que no tiene méritos propios y que, sin embargo, persigue la gracia que no merece y el perdón que no se ha ganado. ¿No es este un ejemplo de nuestra situación individual ante Dios?

Lee Daniel 9:18 y 19. ¿Qué otra razón presenta Daniel para que el Señor responda su oración?



Debemos subrayar también otro aspecto de la oración de Daniel: la apelación al honor del nombre de Dios. Es decir, la oración no está motivada por la conveniencia personal de Daniel ni la de su pueblo, sino por amor a Dios (Dan. 9:17–19). En otras palabras, la petición debe concederse para que el nombre de Dios sea honrado.

Lee 2 Reyes 19:15 al 19. ¿En qué se asemeja la oración de Ezequías a la de Daniel? ¿Qué dice Mateo 5:16 sobre cómo nosotros también podemos glorificar a Dios?



Notas EGW
Lunes

Se nos da el ejemplo de oración y confesión de Daniel para nuestra instrucción y nuestro ánimo. Israel había estado en cautiverio por casi setenta años. La tierra que Dios había elegido como su posesión había caído en poder de los paganos. La ciudad amada, receptáculo de la luz del cielo, una vez el gozo de toda la tierra, ahora era despreciada y envilecida. Estaba en ruinas el templo que había albergado el arca del pacto de Dios y a los querubines de gloria que proyectaban su sombra sobre el propiciatorio. El mismo lugar de su ubicación era profanado por los pies de los impíos. Los fieles que conocieron la gloria anterior estaban llenos de angustia ante la desolación de la santa casa que había distinguido a Israel como el pueblo escogido de Dios. Esos hombres habían sido testigos de las condenaciones de Dios debido a los pecados de su pueblo. Habían sido testigos del cumplimiento de esta palabra. También habían sido testigos de las promesas del favor divino si Israel se volvía a Dios y caminaba rectamente delante de él… Daniel sabía que casi había terminado el tiempo para el cautiverio de Israel; pero no creía que porque Dios había prometido liberarlos, ellos no tenían una parte que hacer. Con ayuno y contrición buscó al Señor confesando sus propios pecados y los pecados del pueblo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1193, 1194).

No valuamos como debiéramos el poder y la eficacia de la oración. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Romanos 8:26. Dios desea que vayamos a él en oración para que él pueda alumbrar nuestras mentes. Solamente él puede darnos claras concepciones de la verdad. Él solo puede ablandar y subyugar el corazón. Puede agudizar el entendimiento para discernir la verdad del error. Puede afirmar la mente vacilante y darle un conocimiento y una fe que soportarán la prueba. Orad, pues; orad sin cesar. El Señor que oyó la oración de Daniel, oirá la vuestra si os acercáis a él como Daniel lo hizo…

Necesitamos saber cómo orar. No son las oraciones insustanciales y abatidas las que se aferran de los atributos divinos. La oración es oída por Dios cuando proviene de un corazón quebrantado por un sentimiento de indignidad. La oración fue instituida para nuestro consuelo y salvación, para que mediante la fe y la esperanza podamos echar mano de las ricas promesas de Dios. La oración es la expresión de los deseos de un alma hambrienta y sedienta de justicia (En los lugares celestiales, p. 77).

Si como pueblo nosotros oráramos como Daniel, y lucháramos como él luchó, humillando nuestras almas delante de Dios, veríamos respuestas tan maravillosas a nuestras peticiones como las que le fueron concedidas a Daniel (La edificación del carácter, p. 45).



Martes 3 de marzo

EL VALOR DE LA INTERCESIÓN

Lee Daniel 9:5 al 13. ¿Qué importancia tiene el hecho de que Daniel siga diciendo que “nosotros” hemos hecho lo malo, con lo que se incluye él mismo en los pecados que finalmente acarrearon esa calamidad a la nación?



La oración de Daniel es solo una entre otras oraciones de intercesión notables incluidas en la Biblia. Esas oraciones tocan el corazón de Dios, y por consiguiente evitan el juicio y, en cambio, traen liberación de los enemigos. Cuando Dios está dispuesto a destruir a toda la nación judía, la intercesión de Moisés detiene su mano (Éxo. 32:7–14; Núm. 14:10–25). Incluso cuando la grave sequía está a punto de consumir la tierra, Dios responde la oración de Elías y envía lluvia para revivir la tierra (1 Rey. 18).
Al orar por los miembros de la familia, los amigos y otras personas o situaciones, Dios escucha nuestras oraciones y puede intervenir. A veces quizá lleve más tiempo la respuesta a una oración, pero podemos tener la certeza de que Dios nunca olvida las necesidades de sus hijos (ver Sant. 5:16).
En este caso, Daniel desempeña el papel de intercesor, o mediador, entre Dios y el pueblo. A partir de su estudio de las Escrituras, el profeta com-prende cuán pecaminoso se ha vuelto el pueblo al transgredir la Ley de Dios y negarse a escuchar las advertencias del Señor. Por ende, al reconocer su condición espiritual desesperada, Daniel ora pidiendo sanidad y perdón. Pero el profeta también se identifica con su pueblo. En algunos aspectos, Daniel ilustra el papel de Cristo como nuestro Intercesor (Juan 17). Sin em-bargo, hay una diferencia radical: Cristo es “sin pecado” (Heb. 4:15) y, por lo tanto, no tiene necesidad de confesar un pecado personal ni de ofrecer sacrificios por el perdón personal (Heb. 7:26, 27). Pero se identifica de una manera única con los pecadores: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Cor. 5:21, NVI).

■ “Si ustedes reúnen todo lo bueno, santo, noble y amable en el hombre, y luego lo presentan ante los ángeles de Dios como si desempeñara una parte en la salvación del alma humana o como un mérito, la propuesta sería rechazada como una traición” (FO 22). ¿Qué nos enseñan estas palabras acerca de nuestra necesidad de un Intercesor en nuestro favor?



Notas EGW
Martes

¿Qué comprende la intercesión? Es la cadena áurea que une al hombre finito con el trono del Dios infinito. El ser humano, a quien Cristo ha salvado por su muerte, importuna ante el trono de Dios, y su petición es tomada por Jesús que lo ha comprado con su propia sangre. Nuestro gran Sumo Sacerdote coloca su justicia de parte del sincero suplicante, y la oración de Cristo se une con la del ser humano que ruega.

Cristo insta a su pueblo que ore sin cesar. Esto no significa que debiéramos estar siempre de rodillas, sino que la oración ha de ser como el aliento del alma. Nuestros pedidos silenciosos, doquiera estemos, han de ascender a Dios, y Jesús nuestro Abogado suplica por nosotros, sosteniendo con el incienso de su justicia nuestros pedidos ante el Padre (A fin de conocerle, pp. 78, 79).

Mientras Pedro y Juan estaban presos, los otros discípulos, conociendo la malignidad de los judíos, habían orado incesantemente por sus hermanos, temiendo que la crueldad mostrada para con Cristo pudiera repetirse. Tan pronto como los apóstoles fueron soltados, buscaron al resto de los discípulos, y los informaron del resultado del juicio. Grande fue el gozo de los creyentes…

Los discípulos pidieron en oración que se les impartiera mayor fuerza en la obra del ministerio, porque veían que habrían de afrontar la misma resuelta oposición que Cristo había afrontado cuando estuvo en la tierra. Mientras sus unánimes oraciones ascendían por la fe al cielo, vino la respuesta. El lugar donde estaban congregados se estremeció, y ellos fueron dotados de nuevo con el Espíritu Santo. Con el corazón lleno de valor, salieron de nuevo a proclamar la palabra de Dios en Jerusalén. “Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo”, y Dios bendijo maravillosamente ese esfuerzo (Los hechos de los apóstoles, p. 55).

Mientras la ejecución de Pedro se postergaba mediante varios pretextos, hasta que pasara la Pascua, la iglesia de Cristo tuvo tiempo para hacer un profundo examen de conciencia y para dedicarse fervientemente a la oración. Se mezclaron entonces las sinceras peticiones, las lágrimas y los ayunos. Oraban sin cesar en favor de Pedro; creían que no debían cesar sus labores cristianas; y sentían que habían llegado a un punto donde, sin la ayuda especial de Dios, la iglesia de Cristo se extinguiría.

Por fin se fijó la fecha para la ejecución de Pedro; pero las oraciones de los creyentes seguían ascendiendo al cielo. Y mientras se recurría a todas las energías y simpatías para elevar fervientes peticiones, los ángeles de Dios montaban guardia junto al encarcelado apóstol. La hora de crisis del hombre es el momento de oportunidad para Dios (La historia de la redención, p. 306).

Es imposible evaluar el poder que ejerce la influencia de una madre que ora. Ella reconoce a Dios en todos sus caminos. Lleva a sus hijos ante el trono de gracia y presentándolos a Jesús le suplica que los bendiga. La influencia de esos ruegos es para aquellos hijos una “fuente de vida”. Esas oraciones, ofrecidas con fe, son el apoyo y la fuerza de la madre cristiana (El hogar cristiano, p. 241).




Miércoles 4 de marzo

LA OBRA DEL MESÍAS

La oración intercesora de Daniel aborda dos inquietudes principales: los pecados del pueblo y la desolación de Jerusalén. Por lo tanto, la respuesta de Dios atiende estas dos peticiones. Mediante la obra del Mesías, el pueblo será redimido y el Santuario será ungido. Sin embargo, los dos pedidos es-pecíficos se responden de maneras que trascienden el horizonte histórico inmediato de Daniel: la obra del Mesías beneficiará a toda la raza humana.

Lee Daniel 9:21 al 27. ¿Qué obra había de hacerse dentro del período de las setenta semanas? ¿Por qué solo Jesús puede lograrlo?



1. “Para terminar la prevaricación”. La palabra hebrea para “prevarica-ción” (pesha`) sugiere violaciones deliberadas por parte de un inferior contra un superior (p. ej., Prov. 28:24). Esta palabra también aparece en la Biblia en relación con el desafío abierto a Dios por parte de los seres humanos (Eze. 2:3). Sin embargo, a través de la sangre de Jesús, la rebelión contra Dios se anula y la humanidad recibe los méritos que fluyen del Calvario.
2. “Y poner fin al pecado”. El verbo conlleva el significado de “sellar”, y aquí significa que el pecado es perdonado. Desde la Caída, la raza humana no ha podido cumplir con los estándares de Dios, pero el Mesías se encargará de nuestros fracasos.
3. “Y expiar la iniquidad”. Como dice Pablo: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1:19, 20). Aquí también, solo Jesús puede concretar esta realidad.
4. “Para traer la justicia perdurable”. Cristo tomó nuestro lugar en la Cruz y, por lo tanto, nos otorgó la bendita condición de “estar bien” con Dios. Solo por fe podemos recibir esta justicia que viene de Dios.
5. “Y sellar la visión y la profecía”. Cuando Cristo se ofreció en sacrificio, las profecías del Antiguo Testamento que señalaban su obra expiatoria se “sellaron”, en el sentido de que se cumplieron.
6. “Y ungir al Santo de los santos”. El Santo de los santos que aquí se menciona no es una persona sino un lugar. Así que, la declaración se re-fiere a la inauguración del ministerio intercesor de Cristo en el Santuario celestial (Heb. 8:1).

Notas EGW
Miércoles

Por siete años después que el Salvador empezó su ministerio, el evangelio había de ser predicado especialmente a los judíos; por Cristo mismo durante tres años y medio, y después por los apóstoles. “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. En la primavera del año 31 de nuestra era, Cristo, el verdadero sacrificio, fue ofrecido en el Calvario. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, demostrando que el significado y el carácter sagrado del ritual de los sacrificios habían terminado. Había llegado el tiempo en que debían cesar los sacrificios y las oblaciones terrenales.

La semana —siete años— terminó en el año 34 de nuestra era. Entonces, por el apedreamiento de Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazamiento del evangelio; los discípulos, dispersados por la persecución, “iban por todas partes anunciando la palabra;” poco después, se convirtió Saulo el perseguidor, y llegó a ser Pablo, el apóstol de los gentiles (El Deseado de todas las gentes, pp. 200, 201).

¡Qué tema de meditación nos resulta el sacrificio que hizo Jesús por los pecadores perdidos! “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz fue sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5. ¿Cuánto debemos estimar las bendiciones así puestas a nuestro alcance? ¿Podría Jesús haber sufrido más? ¿Podría haber comprado para nosotros más ricas bendiciones? ¿No debiera esto enternecer el corazón más duro, cuando recordamos que por nuestra causa dejó la felicidad y la gloria del cielo, y sufrió pobreza y vergüenza, cruel aflicción y una muerte terrible? Si por su muerte y resurrección él no hubiese abierto para nosotros la puerta de la esperanza, no habríamos conocido más que los horrores de las tinieblas y las miserias de la desesperación. En nuestro estado actual, favorecidos y bendecidos como nos vemos, no podemos darnos cuenta de qué profundidades hemos sido rescatados. No podemos medir cuánto más profundas habrían sido nuestras aflicciones, cuánto mayores nuestras desgracias, si Jesús no nos hubiese rodeado con su brazo humano de simpatía y amor, para levantarnos.

Podemos regocijarnos en la esperanza. Nuestro Abogado está en el Santuario celestial intercediendo por nosotros. Por sus méritos tenemos perdón y paz. Murió para poder lavar nuestros pecados, revestirnos de su justicia, y hacemos idóneos para la sociedad del cielo, donde podremos morar para siempre en la luz… cuando Satanás quiera llenar vuestra mente de abatimiento, lobreguez y duda, resistid sus sugestiones. Habladle de la sangre de Jesús, que limpia de todo pecado. No podéis salvaros del poder del tentador; pero él tiembla y huye cuando se insiste en los méritos de aquella preciosa sangre. ¿No aceptaréis, pues, agradecidos, las bendiciones que Jesús concede?

¿No tomaréis la copa de la salvación que él ofrece, e invocaréis el nombre del Señor?… Él vigila con el interés más intenso vuestro progreso en el camino celestial; él ve vuestros esfuerzos fervientes; nota vuestros descensos y vuestros restablecimientos, vuestras esperanzas y vuestros temores, vuestros conflictos y vuestras victorias (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 296, 297).



Jueves 5 de marzo

EL CALENDARIO PROFÉTICO

Al final de la visión de las 2.300 tardes y mañanas, el profeta se asombra porque no puede entenderla (Dan. 8:27). Diez años más tarde, Gabriel viene a ayudar a Daniel a “entender” la visión (Dan. 9:23). Esta última revelación suple la información faltante y revela que la obra del Mesías se llevará a cabo hacia el final de un período de setenta semanas. Según el principio de día por año y el curso de los acontecimientos previstos, las setenta semanas deben entenderse como 490 años. Y el punto de partida para este período es la orden de restaurar y reconstruir Jerusalén (Dan. 9:25). Esta orden la emite el rey Artajerjes I en 457 a.C. Permite que los judíos, bajo las órdenes de Esdras, reconstruyan Jerusalén (Esd. 7). De acuerdo con el texto bíblico, las setenta semanas están “determinadas”, o “cortadas”. Esto indica que el período de 490 años se ha cortado de un período de tiempo mayor; es decir, de los 2.300 años designados en la visión del capítulo 8. De esto se desprende que los 2.300 años y los 490 años deben tener el mismo punto de partida; es decir, 457 a.C.
La profecía de las setenta semanas se divide en tres secciones: siete semanas, sesenta y dos semanas y la semana setenta.
Las siete semanas (49 años) probablemente se refieran al tiempo en el que se reconstruirá Jerusalén. Después de estas siete semanas, habrá 62 semanas (434 años) que conducen al “Mesías Príncipe” (Dan. 9:25). Por tanto, 483 años después del decreto de Artajerjes, es decir, en el año 27 d.C., el Me-sías, Jesús, se bautiza y el Espíritu Santo lo unge para su misión mesiánica.
Durante la semana setenta, se llevarán a cabo otros eventos cruciales: (1) “se quitará la vida al Mesías” (Dan. 9:26); (2) el Mesías “confirmará el pacto con muchos” (Dan. 9:27). Esta es la misión especial de Jesús y los apóstoles a la nación judía. Se lleva a cabo durante la última “semana”, de los años 27 a 34 d.C.; (3) “a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda” (Dan. 9:27). Tres años y medio después de su bautismo (es decir, a la mitad de la semana), Jesús pone fin al sistema sacrificial (en el sentido de que ya no tiene más relevancia profética) al ofrecerse como el Sacrificio definitivo y perfecto del Nuevo Pacto, anulando así la necesidad de más sacrificios animales. La última semana de la profecía de las setenta semanas termina en 34 d.C., cuando Esteban muere como mártir y el mensaje del evangelio comienza a llegar no solo a los judíos sino también a los gentiles.

■ Lee Daniel 9:24 al 27. Incluso en medio de la gran esperanza y promesa del Mesías, leemos de violencia, guerra, desolación. ¿Cómo puede esto ayudarnos a confirmar que, en medio de las calamidades de la vida, todavía hay esperanza?



Notas EGW
Jueves

En la profecía, un día representa un año. Véase Números 14:34; Ezequiel 4:6. Las setenta semanas, o cuatrocientos noventa días, representaban cuatrocientos noventa años. Y se había dado un punto de partida para este período: “Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas”, sesenta y nueve semanas, es decir, cuatrocientos ochenta y tres años. Daniel 9:25. La orden de restaurar y edificar a Jerusalén, completada por el decreto de Artajerjes Longímano (Véase Esdras 6:14;7:1, 9), entró a regir en el otoño del año 457 a. C. Desde ese tiempo, cuatrocientos ochenta y tres años llegan hasta el otoño del año 27 de J. C. Según la profecía, este período había de llegar hasta el Mesías, el Ungido. En el año 27 de nuestra era, Jesús, en ocasión de su bautismo, recibió la unción del Espíritu Santo, y poco después empezó su ministerio. Entonces fue proclamado el mensaje: “El tiempo es cumplido” (El Deseado de todas las gentes, p. 200).

Cuando se produjo el primer advenimiento de Cristo, los sacerdotes y los fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios, habrían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la venida del Mesías prometido. La profecía de Miqueas señalaba el lugar de su nacimiento. Miqueas 5:2. Daniel especificaba el tiempo de su advenimiento. Daniel 9:25. Dios había encomendado estas profecías a los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el Mesías estaba a punto de llegar y por no habérselo dicho al pueblo. Su ignorancia era resultado de culpable descuido (El conflicto de los siglos, p. 313).

Cada alma está rodeada de una atmósfera propia, de una atmósfera que puede estar cargada del poder vivificante de la fe, el valor y la esperanza, y endulzada por la fragancia del amor. O puede ser pesada y fría por la bruma del descontento y el egoísmo, o estar envenenada por la contaminación fatal de un pecado acariciado. Toda persona con la cual nos relacionamos queda, consciente o inconscientemente, afectada por la atmósfera que nos rodea.

Es esta una responsabilidad de la que no nos podemos librar. Nuestras palabras, nuestros actos, nuestro vestido, nuestra conducta, hasta la expresión de nuestro rostro, tienen influencia. De la impresión así hecha dependen resultados para bien o para mal, que ningún hombre puede medir. Cada impulso impartido de ese modo es una semilla sembrada que producirá su cosecha. Es un eslabón de la larga cadena de los acontecimientos humanos, que se extiende hasta no sabemos dónde. Si por nuestro ejemplo ayudamos a otros a desarrollar buenos principios, les damos poder para hacer el bien. Ellos a su vez ejercen la misma influencia sobre otros, y éstos sobre otros más. De este modo, miles pueden ser bendecidos por nuestra influencia inconsciente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 274, 275).

La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse en el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el porvenir para sus discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, “el aparecimiento en gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo” era la “esperanza bienaventurada”. Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección… “Y así —dijo— estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras”. 1 Tesalonicenses 4:16-18 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 304).



Viernes 6 de marzo

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

A continuación se muestra el gráfico que explica de qué manera la pro-fecía de las setenta semanas de Daniel 9:24 al 27 enlaza con la profecía de 2.300 años de Daniel 8:14 y constituye su punto de partida. Si contamos 2.300 años desde 457 a.C. (recordando eliminar el año cero, que no existe), llegamos a 1844; o, si contabilizamos los 1.810 años restantes desde 34 d.C. (2.300 menos los primeros 490 años), también llegamos a 1844. Por lo tanto, la purificación del Santuario en Daniel 8:14 se puede demostrar que comienza en 1844.
Fíjate también que la fecha de 1844 encaja con lo que vimos en Daniel 7 y 8. Es decir, el juicio de Daniel 7, que es lo mismo que la purificación del Santuario en Daniel 8 (ver las lecciones de las últimas dos semanas), ocurre después de los 1.260 años de persecución (Dan. 7:25) pero antes de la segunda venida de Jesús y el establecimiento de su Reino eterno.




PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. Los eruditos han dicho, y con razón, que la profecía de los 2.300 días y la profecía de las setenta semanas en realidad son una sola profecía. ¿Por qué dirían eso? ¿Qué evidencias puedes encontrar para respaldar esa afirmación?



2. ¿Qué podemos aprender de la oración intercesora de Daniel que nos ayude en nuestra vida de oración intercesora?



3. El sacrificio de Cristo en nuestro favor es nuestra única esperanza. ¿Cómo debería esto ayudarnos a ser humildes y, más aún, a ser más amo-rosos y perdonadores? ¿Qué nos dice Lucas 7:40 al 47 a todos nosotros?



4. Fíjate cuán esenciales fueron las Escrituras para la oración de Daniel y para su esperanza. A fin de cuentas, la nación fue salvajemente derrotada; el pueblo quedó exiliado; la tierra, devastada; y la capital, destruida. Y, sin embargo, Daniel tiene la esperanza de que, a pesar de todo esto, el pueblo volverá a su tierra. ¿Dónde podría haber obtenido esta esperanza aparte de la Biblia y las promesas de Dios escritas en ella? ¿Qué debería decirnos esto sobre la esperanza que podemos tener también en las promesas de la Palabra?



Notas EGW
Viernes

Cada dia con Dios, “Ayuda para estudiar”, p. 41.
La edificacion del caracter, “Resultados de la plegaria ferviente”, pp. 44-50.



Dios lo bendiga!!!




 - MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 1

EL SÁBADO ENSEÑARÉ...

Parte I: RESEÑA

Texto clave: Daniel 9:19.

Enfoque del estudio:
Daniel 9; Jeremías 25:11, 12; 29:10; 2 Reyes 19:15-19; Mateo 5:16; Santiago 5:16.

    Introducción: Los temas principales que requieren reflexión en Daniel 9 son la oración intercesora de Daniel en favor de su pueblo y la profecía acerca del Mesías.

Temática de la lección:
    1. La oración. Daniel ofrece una oración de intercesión por su pueblo que funciona como modelo para nuestras oraciones de hoy.

    2. La profecía. Como respuesta a la oración de Daniel, Dios revela su plan de salvación a largo plazo. La ciudad será reconstruida, el Mesías vendrá y el Santuario será ungido.

    Aplicación para la vida: Al reflexionar sobre la oración de Daniel y cómo Dios le respondió, aprendemos que Dios no está lejos de ninguno de nosotros. Aunque el pecado nos había separado de Dios, mediante el sacrificio de Jesús, el Mesías, somos perdonados y nos reunimos con él. La oración de Daniel se basó en la confiabilidad del carácter de Dios y lo que Dios había hecho por su pueblo en el pasado cuando lo sacó de Egipto. Nosotros tenemos aún más razones para orar con toda confianza. El Mesías ya vino y está intercediendo en nuestro favor en el Templo celestial. En cierto sentido, lo que para Daniel era una esperanza futura, para nosotros es una realidad presente. “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16).


Parte II: COMENTARIO

Exploremos ahora los temas de la lección con más profundidad:

    1. La oración.
Esta oración es la más larga e importante de Daniel. Hay dos motivaciones principales detrás de esta oración. En primer lugar, en Daniel 8 aprendemos que después de esa visión Daniel estaba agotado física y emocionalmente (Dan. 8:27). A Daniel se le mostró un cuerno pequeño que crece y ataca al pueblo de Dios, y establece un falso sistema de adoración. También escuchó la desconcertante comunicación de que después de 2.300 tardes y mañanas (años) el Santuario sería purificado/restaurado/reivindicado. Todos estos rasgos enigmáticos aún seguían siendo incomprensibles para él diez años después. Especialmente, la información cronológica sobre las 2.300 tardes y mañanas, comunicada mediante una aparición/visión (mar’eh) de dos seres celestiales, seguía sin explicación. Por lo tanto, Daniel concluyó el informe de su visión diciendo: “Estaba espantado a causa de la [aparición/]visión” (Dan. 8:27).
En segundo lugar, la destrucción de Jerusalén y del Templo, además del exilio de su nación, pesaban mucho en el corazón de Daniel. Anhelaba la restauración de Jerusalén y el regreso de su pueblo a su terruño. Por eso se sumergió en el estudio de Jeremías y descubrió que las desolaciones de Jerusalén durarían setenta años (Jer. 25; 29). Por lo tanto, había llegado el tiempo para que Dios llevara a su pueblo de regreso a su tierra y reconstruyera la ciudad. Mediante las Escrituras, Daniel supo que la razón principal del Exilio era la rebelión recalcitrante de Israel contra Dios. Ellos transgredieron la Ley, rechazaron a los profetas y quebrantaron el Pacto. Así, conmovido por la palabra de Dios, el profeta oró por la restauración de Jerusalén y del Templo, y para que su pueblo fuera perdonado. Presumiblemente, elevó esta oración en dirección a Jerusalén de la misma forma que las oraciones que desafiaron el decreto real de Darío (Dan. 6).
Esta oración nos enseña algunas lecciones importantes que pueden ayudarnos en nuestra vida de oración y en nuestra relación con el Señor. Un análisis más detenido del texto bíblico revela que la oración de Daniel es profundamente bíblica. Una mirada a una referencia cruzada de la Biblia muestra que la oración de Daniel resuena con varios pasajes de las Escrituras. Se destacan las similitudes entre esta oración y Levítico 26:40 al 45 y Deuteronomio 30:1 al 10. Posteriormente, Esdras y Nehemías siguieron el ejemplo de Daniel, y entretejieron sus oraciones con alusiones y ecos bíblicos.
Además, la petición de Daniel es una oración de intercesión. Su cargo privilegiado como funcionario del Imperio no le impidió identificarse con su pueblo. Algunos se olvidan de los suyos una vez que ascienden en la escala social. Pero Daniel se identifica plenamente con su pueblo; intercede por los suyos como uno más. Varias veces usa el pronombre “nosotros”, compartiendo así la responsabilidad de los pecados de la nación, y suplicando la gracia y el perdón de Dios (ver, por ej., Dan. 9:5, 18, 19). La oración intercesora puede ser una oportunidad para imitar a Jesús. Nos apartamos del centro para enfocarnos en las necesidades de los demás. Cuando oramos por los demás, nosotros somos los más bendecidos. Dios quitó “la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos” (Job 42:10). Además, la oración de Daniel fue una oración abierta y sincera. Él admite y confiesa el pecado de su pueblo y sus dirigentes. No ignora el hecho de que transgredieron la Ley de Dios y rechazaron a los profetas; por lo tanto, Daniel reconoce que merecen plenamente el castigo del Exilio. Finalmente, la oración de Daniel está motivada por el deseo de reivindicar el carácter de Dios. Así, al restaurar al pueblo y la ciudad, el honor y la reputación de Dios serían reivindicados entre las naciones.

    2. La profecía.
Como respuesta a la oración, Gabriel, el mismo ángel que fue al encuentro de Daniel en el capítulo 8, vino a revelar los planes divinos a largo plazo para el pueblo. Echemos un vistazo a Daniel 9:24 al 27 para descubrir algunos aspectos significativos de esta importante profecía mesiánica.
En primer lugar, Gabriel llegó a Daniel “como a la hora del sacrificio de la tarde” (Dan 9:21). El momento sugiere que el ángel tenía un mensaje relacionado con el Santuario y sus servicios. De hecho, el ángel vino a anunciar la reconstrucción de la ciudad, la obra expiatoria del Mesías y la inauguración del Santuario Celestial.
En segundo lugar, esta profecía se da dentro de un marco cronológico de setenta semanas (70 x 7 = 490), que equivale a diez jubileos (10 x 49). El énfasis en el número siete puede indicar la salvación perfecta que se cumplirá a través del Mesías. Además, este calendario profético indica que Dios conoce el futuro y actúa dentro del espacio-tiempo para llevar a cabo su plan de salvación.
En tercer lugar, Gabriel viene para hacer que Daniel “entiend[a] la visión” (Dan. 9:23). El verbo “entender” apunta a Daniel 8, que concluyó sin que Daniel entendiera la visión (8:27). La palabra “visión” (mar’eh) es la misma palabra hebrea empleada para designar la aparición de los dos seres angélicos y la purificación del Santuario después de las 2.300 tardes y mañanas (vers. 13, 14).
En cuarto lugar, la profecía de Daniel 9 brinda información decisiva para entender el comienzo de las 2.300 tardes y mañanas y, por lo tanto, determinar su final. Según Gabriel, setenta semanas están “determinadas”; este verbo hebreo significa “cortadas”, lo que implica que las setenta semanas se cortan o se separan de un período mayor. Por ende, ambas profecías tienen el mismo punto de partida, que es “la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén” (Dan. 9:25). Esta orden se refiere al decreto de Artajerjes en 457 a.C. que autorizaba a los judíos a regresar a su tierra natal y reconstruir Jerusalén (Esd. 7).
En quinto lugar, las setenta semanas (490 años) comenzaron en 457 a.C. y terminaron en 34 d.C. Los acontecimientos que tendrían lugar durante la última semana ocurrieron según lo previsto. Al comienzo de la semana, Jesús el Mesías hizo su aparición pública cuando Juan el Bautista lo bautizó (27 d.C.). A mitad de la semana, Jesús fue crucificado (31 d.C.). Y al final de la semana (y de los 490 años), el martirio de Esteban promovió el mensaje del evangelio a los gentiles.
En sexto lugar, otro acontecimiento decisivo que ocurriría durante la séptima semana sería la unción del “Santo de los santos” (qodesh qodashim), que se refiere a la inauguración del Santuario. Este Santuario debe ser el celestial porque el Templo de Jerusalén había dejado de tener relevancia salvífica en el año 31 d.C., cuando la muerte de Jesús hizo que el sistema de sacrificios dejara de ser eficaz.
En séptimo lugar, como 457 a.C. también es el punto de partida de las 2.300 tardes y mañanas, la purificación del Santuario Celestial anunciada en Daniel 8:13 y 14 debe haber comenzado en 1844. En ese año, Cristo entró en el Lugar Santísimo para llevar a cabo el Juicio Investigador.
En octavo lugar, en medio de la complejidad de los cálculos proféticos y otros detalles, no perdamos de vista a Jesús. Los acontecimientos descritos por la profecía culminan en la obra expiatoria del Mesías y, de hecho, beneficiarán no solo a Israel sino al mundo entero. Por consiguiente, Daniel recibió mucho más de lo que pidió. ¡Con cuánta frecuencia Dios hace lo mismo con nosotros! Él puede responder nuestras oraciones en formas que superen nuestras expectativas. 


Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA

1. ¿Cuáles son las características principales de la oración de Daniel y qué te enseñan sobre tu vida de oración personal?

2. Fíjate que Daniel es minucioso en la confesión del pecado en su oración. Este método, ¿cómo puede orientar tus oraciones intercesoras? ¿Cómo cambiarás tus hábitos de oración como resultado de este estudio?

3. ¿Estás ofreciendo oraciones de intercesión en favor de alguien actualmente? ¿Cuánto conocimiento tienes de la situación de esa persona?

4. ¿Cuáles son algunas actitudes inapropiadas que pueden obstaculizar la oración intercesora?

5. ¿Siguen siendo relevantes los datos proféticos, como las setenta semanas y las 2.300 tardes y mañanas? Explica. ¿Qué nos enseñan este tipo de cálculos acerca de Dios? Esos calendarios proféticos ¿cómo pueden fortalecer tu compromiso con Jesús?

6. Ponte en los zapatos de Daniel y reflexiona en lo siguiente:

7. Dios tardó unos diez años en aclarar ciertos aspectos de la visión del capítulo 8 a Daniel. ¿Cuán paciente has sido para esperar las respuestas de Dios a tus preguntas espirituales y existenciales? ¿De qué manera este tiempo de espera te motivó a consultar las Escrituras para aclarar y comprender?

8. Mientras Daniel oraba, Gabriel fue enviado en respuesta a sus oraciones. ¿Alguna vez has recibido una respuesta tan inmediata a una oración? Una respuesta así ¿es la manera en que Dios generalmente contesta tus oraciones? Explica.

9. ¿Cómo armonizas la oración y la lectura/estudio de la Biblia en tu vida devocional?

10. Entre los acontecimientos predichos por la profecía de Daniel 9, ¿cuál de los dos es el más importante para tu vida espiritual y por qué?



Dios lo bendiga!!!

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10 Días de Oración y 10 Horas de Ayuno,37,1er Trimestre 2013,12,1er Trimestre 2014,27,1er Trimestre 2015,32,1er Trimestre 2016,36,1er Trimestre 2017,42,1er Trimestre 2018,62,1er Trimestre 2019,64,1er Trimestre 2020,53,1er Trimestre 2021,81,1er Trimestre 2022,63,1er Trimestre 2023,89,1er Trimestre 2024,110,1st Quarter 2018,2,24h Mayordomía,2,2do Trimestre 2013,18,2do Trimestre 2014,27,2do Trimestre 2015,33,2do Trimestre 2016,37,2do Trimestre 2017,40,2do Trimestre 2018,61,2do Trimestre 2019,64,2do Trimestre 2020,95,2do Trimestre 2021,97,2do Trimestre 2022,90,2do Trimestre 2023,88,2nd Quarter 2018,2,3D Bible Pictures,2,3er Trimestre 2012,1,3er Trimestre 2013,17,3er Trimestre 2014,23,3er Trimestre 2015,30,3er Trimestre 2016,28,3er Trimestre 2017,36,3er Trimestre 2018,55,3er Trimestre 2019,45,3er Trimestre 2020,96,3er Trimestre 2021,87,3er Trimestre 2022,90,3er Trimestre 2023,93,3rd Quarter 2018,3,40 Jornadas,1,4to Trimestre 2012,4,4to Trimestre 2013,21,4to Trimestre 2014,24,4to Trimestre 2015,34,4to Trimestre 2016,37,4to Trimestre 2017,46,4to Trimestre 2018,67,4to Trimestre 2019,80,4to Trimestre 2020,73,4to Trimestre 2021,94,4to Trimestre 2022,110,4to Trimestre 2023,94,Acción Joven,39,Acción Solidaria Adventista,9,Actividades Bíblicas,5,Actividades para niños,23,Administrador,7,Adoración en Familia,7,Adoración Infantil,14,Adventist Academy,1,Adventist World,80,AFAM,23,Alejandro Bullón,104,Alfredo Padilla,18,Alumnos,6,Amazing Facts,9,Amigos de Esperanza,3,Ancianos,16,Ancianos de Iglesia,98,Andy Esqueche,1,Aniversario,1,Aniversario de Escuela Sabática,6,Aniversario ES,2,ANoP,2,Anthony Araujo,1,Año Bíblico,10,APCSur,4,Apocalipsis,10,Apps,1,Aquí entre nos,9,ASA,12,Asociación Metropolitana,12,Asociación Ministerial,9,Aspirante,2,Atlas Bíblico,1,Audio,14,AudioLibro,11,Auxiliar,12,Auxiliar Cuna,8,Auxiliar de ES,31,Auxiliar de Maestros,42,Auxiliar Fe Real,8,Auxiliar Infantes,8,Auxiliar Intermediarios,10,Auxiliar Juveniles,10,Auxiliar Menores,16,Auxiliar Niños,31,Auxiliar Primarios,10,Aventureros,18,Ayuno y Oración,6,Basta de Silencio,9,Bautismo de primavera,5,Bible Paper Toys,4,Bible Timeline,1,Biblia,22,Biblia Dinámica,9,Biblia Fácil,14,Biblia para Niños,1,Biblia+,30,Biblioteca Cristiana,1,Blog,1,Books,10,Bosquejo,4,Bosquejos de Escuela Sabática,91,Calendario de Actividades,8,Cantos,49,Capacitación,27,Carlos Puyol,1,CD Joven,8,CDR,1,Ciclo de Discipulado,3,Ciclo del Discipulado,2,Clase Bíblica,2,Clase de Maestros,1,Clase Modelo,2,Clases de Escuela Sabática,6,Club de Aventureros,38,Club de Conquistadores,49,Código Abierto,4,Comentario,5,Comentario Bíblico,3,Comentario Bullón,45,Comentarios de Escuela Sabática,96,Comentarios en Audio,41,Comentarios en Video,177,Concilio,1,Concordancia,1,Concurso,1,Conexión 2.0,3,Conpaz Compuesto,1,Conquistadores,17,Conservación,1,Coordinadores,1,Creación,2,Creencias Adventistas,22,cronograma,2,Cronograma de Actividades,6,Cuaderno Actividades,4,Cuaderno Cuna A 1T,1,Cuaderno Infantes A 1T,1,Cuaderno Primarios A 1T,1,Culto 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Chapman,4,Generación Transformada,2,George Knight,1,Global Youth Day,4,GP Teen,1,GPs,7,Grupos Pequeños,57,Guía de Estudio,8,Guía de Estudio de la Biblia,163,Guía de Orientaciones,6,Guía para Secretaría,3,Guíanos con tu presencia Señor,1,Guíanos JA,1,Guíanos Joven,1,Guíanos Juvenil,9,Guías Mayores,1,Guitarra,3,GYD,2,H.A.,2,HA,4,Hablando de Esperanza,6,Hechos,2,Hechos Asombrosos,1,Himnario Adventista,8,Himnos,3,Historia de la Iglesia Adventista,2,Historia Misionera,1,Historias Bíblicas,45,Historias de Fidelidad,1,Historias Misioneras,1,Historias Misioneras Niños,1,Hojas para Colorear,5,Hombre,6,HopeMedia,6,IASD,2,Iglesia Adventista,4,Iglesias Receptivas,3,Imágenes,55,Imágenes Bíblicas,94,Imágenes Cristianas,11,iMinister,2,Impacto Esperanza,20,Infantes,195,Infantes A 1T,13,Infantes A 2T,13,Infantes A 3T,13,Infantes A 4T,13,Infantes B 1T,13,Infantes B 2T,13,Infantes B 3T,14,Infantes B 4T,13,Infografía,6,Infografía de Escuela Sabática,1,Infografías para Escuela Sabática,10,Infolección,9,Informe Misionero Mundial,117,Inglés,1,Intermediarios,291,Intermediarios A 1T,13,Intermediarios A 2T,13,Intermediarios A 3T,13,Intermediarios A 4T,13,Intermediarios B 1T,13,Intermediarios B 2T,13,Intermediarios B 3T,13,Intermediarios B 4T,13,Intermediarios C 1T,13,Intermediarios C 2T,13,Intermediarios C 3T,13,Intermediarios C 4T,13,Intermediarios D 1T,13,Intermediarios D 2T,13,Intermediarios D 3T,14,Intermediarios D 4T,13,JA,1,Jeremías,2,Jesús restaurador de la vida,8,Joab Antesana,8,Job,5,Joel Flores,10,Jonathan Gallagher,37,Jóvenes Adventista,14,Juan Choque,1,Juveniles,274,Juveniles A 1T,13,Juveniles A 2T,13,Juveniles A 3T,14,Juveniles A 4T,13,Juveniles B 1T,13,Juveniles B 2T,13,Juveniles B 3T,13,Juveniles B 4T,13,Juveniles C 1T,13,Juveniles C 2T,13,Juveniles C 3T,13,Juveniles C 4T,13,Juveniles D 1T,13,Juveniles D 2T,13,Juveniles D 3T,13,Juveniles D 4T,13,Karaokes,6,La Biblia en Audio,2,La Biblia Ilustrada,3,La Biblia Responde,37,La Fe de Jesús,26,La Gran 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Recursos de Esperanza: Lección 10: De la confesión a la consolación | Daniel
Lección 10: De la confesión a la consolación | Daniel
Lección de Escuela Sabática de Adultos 1er Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 1er Trimestre 2020, Lección 1er Trimestre 2020,
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