Lección de Escuela Sabática de Adultos 1er Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 1er Trimestre 2020, Lección 1er Trimestre 2020,
Lección 11: Para el 14 de marzo de 2020
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 6:12; Daniel 10; Esdras 4:1–5; Josué 5:13–15; Apocalipsis 1:12–18; Colosenses 2:15; Romanos 8:37–39.
PARA MEMORIZAR:
“Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate” (Dan. 10:19).
Daniel 10 introduce la visión final de Daniel, que continúa en los capítulos 11 y 12. Se nos informa desde el comienzo que esta visión atañe a un “conflicto grande” (Dan. 10:1). Si bien Daniel 11 revela algunos detalles de este conflicto, Daniel 10 muestra sus dimensiones espirituales y revela que detrás del telón de las batallas terrenales se produce un conflicto espiritual de proporciones cósmicas. Al estudiar este capítulo, veremos que al orar participamos en este conflicto cósmico de una manera que tiene profundas repercusiones. Pero no estamos solos en nuestras luchas; Jesús participa en la batalla contra Satanás en nuestro favor. Aprenderemos que la lucha final en la que estamos involucrados no es contra los poderes humanos terrenales, sino contra los poderes de las tinieblas.
Como lo expresó el apóstol Pablo siglos después de Daniel: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potes-tades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12). En última ins-tancia, nuestro éxito en el Conflicto recae en Jesucristo.
AYUNO Y ORACIÓN, UNA VEZ MÁS
Lee Daniel 10:1 al 3. ¿Qué encontramos que Daniel hacía de nuevo?
Daniel no explica las razones de su prolongado período de aflicción. Pero una intercesión tan ferviente muy probablemente haya estado motivada por la situación de los judíos, que acaban de regresar de Babilonia a Palestina.
Lee Esdras 4:1 al 5. ¿Qué desafíos enfrentaron los judíos al regresar?
Sabemos por Esdras 4:1 al 5 que en ese entonces los judíos enfrentaron una fuerte oposición al intentar reconstruir el Templo. Los samaritanos enviaron informes falsos a la corte persa, incitando al rey a detener la obra de reconstrucción. Frente a esas crisis, durante tres semanas Daniel ruega a Dios que influya en Ciro para permitir que la obra continúe.
A estas alturas, probablemente Daniel tenía unos noventa años. Él no pensaba en sí mismo, sino en su pueblo y los desafíos que este enfrentaba. Y persistió en la oración durante tres semanas completas antes de recibir una respuesta de Dios. Durante este tiempo, el profeta siguió una dieta muy modesta, absteniéndose de manjares e incluso ungüentos. No le preocupaba en absoluto su comodidad ni su apariencia, pero estaba profundamente preocupado por el bienestar de sus compatriotas judíos en Jerusalén, a 1.600 kilómetros de distancia.
Al observar la vida de oración de Daniel, aprendemos algunas lecciones valiosas. En primer lugar, debemos perseverar en la oración, incluso cuando nuestras peticiones no sean respondidas de inmediato. En segundo lugar, debemos dedicar tiempo a orar por los demás. Hay algo especial en las ora-ciones de intercesión. Recuerda que “quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10). En tercer lugar, la oración impulsa a Dios a hacer algo concreto y real. Así que, oremos siempre, por todo tipo de motivos. Ante las pruebas insoportables, los grandes problemas y los desafíos abrumadores, llevemos nuestras cargas a Dios en oración (Efe. 6:18).
Lee Daniel 10:12. ¿Qué nos dice esto acerca de la oración como una expe-riencia objetiva que impulsa a Dios a hacer algo, y no solo una experiencia subjetiva que nos hace sentir bien con Dios?
UNA VISIÓN DEL PRÍNCIPE
Lee Daniel 10:4 al 9. ¿Qué sucede con Daniel?
Cuando Daniel describe su experiencia, nos cuesta imaginar el esplendor abrumador de lo que ve. Esa apariencia humana (Dan. 10:5, 6) remite al “hijo de hombre” representado en la visión del Juicio celestial (Dan. 7:13). Su ropa de lino nos recuerda las vestimentas sacerdotales (Lev. 16:4), un aspecto que asimila a este personaje con el “príncipe de los ejércitos” descrito en relación con el Santuario celestial (Dan. 8). El oro también está ligado con la vestimenta sacerdotal como una señal de dignidad real. Por último, la comparación de este personaje con un relámpago, el fuego, el bronce y una voz estruendosa lo muestra como un Ser sobrenatural. Se trata de alguien investido de atributos sacerdotales, reales y militares. Esta figura también muestra similitudes interesantes con el Ser celestial que se le aparece a Josué poco antes de la batalla contra Jericó (Jos. 5:13, 14). En la visión, Josué ve al “Príncipe del ejército de Jehová”. Curiosamente, sar es la palabra hebrea que aquí se traduce como “príncipe” (otras versiones la traducen como “co-mandante” [NTV, NVI]), al igual que en Daniel 10:21 con referencia a “Miguel, vuestro príncipe”. Pero existe un paralelismo mayor entre Daniel y Juan.
¿Qué similitudes encontramos entre la visión de Dios que tuvo Daniel en Daniel 10 y las de Josué 5:13 al 15 y Apocalipsis 1:12 al 18?
Según Daniel, los que estaban con él se llenaron de temor, y el mismo Daniel cae débil y frágil al suelo. La manifestación de la presencia de Dios simplemente lo abruma. Sin embargo, más allá de sus temores inmediatos, la visión de Daniel muestra que Dios tiene el control de la historia. De hecho, a medida que se desarrolla la visión, veremos que Dios provee a Daniel un resumen de la historia humana desde los tiempos del profeta hasta el establecimiento del Reino de Dios (Dan. 11, 12).
■ Si, como hemos visto vez tras vez en Daniel, el Señor puede mantener la historia humana bajo control, ¿qué puede hacer por nuestra vida individual?
TOCADO POR UN ÁNGEL
Lee Daniel 10:10 al 19. ¿Qué sucede cada vez que un ángel toca a Daniel?
Abrumado por el resplandor de la luz divina, el profeta cae. Entonces, un ángel aparece para tocarlo y consolarlo. Mientras lees el relato, fíjate que el ángel toca tres veces a Daniel.
El primer toque le permite al profeta ponerse de pie y escuchar las pa-labras de consuelo provenientes del Cielo: “Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido” (Dan. 10:12). La oración de Daniel conmovió los cielos. Para nosotros, esto es una garantía de que Dios escucha nuestras oraciones, lo cual es un gran consuelo en los momentos difíciles.
El segundo toque permite a Daniel hablar. El profeta derrama sus pala-bras ante el Señor, expresando sus sentimientos de miedo y emoción: “Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento” (Dan. 10:16, 17). Así que, Dios no solo nos habla a nosotros; él quiere que abramos la boca para que podamos expresarle nuestros sentimientos, necesidades y aspiraciones.
El tercer toque le da fuerzas. Cuando Daniel reconoce su insuficiencia, el ángel lo toca y lo consuela con la paz de Dios: “Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido” (Dan. 10:19). Recuerda que el ángel fue enviado a Daniel en respuesta a sus oraciones, para darle discernimiento y comprensión. En otras palabras, la visión que aparece a continuación en el capítulo 11 tiene la intención de animar a Da-niel en respuesta a su aflicción y meditación sobre la situación actual de Jerusalén. Con Dios de nuestro lado, entonces, podemos tener paz incluso cuando enfrentamos aflicciones. Su toque amoroso nos permite mirar hacia el futuro con esperanza.
■ “Mientras recorremos las sendas humildes de la vida, el cielo puede estar muy cer-ca de nosotros” (DTG 32). ¿Con cuánta frecuencia te dedicas a pensar cuán estre-chamente unidos están el Cielo y la Tierra? ¿Cuán diferente sería tu vida si siempre conservaras esta verdad viva en el corazón y la mente?
UN GRAN CONFLICTO
Lee Daniel 10:20 y 21. ¿Qué se le revela a Daniel aquí?
El mensajero celestial corre el telón y le revela a Daniel la guerra cósmica que transcurre tras bambalinas de la historia humana. En cuanto Daniel comienza a orar, se inicia una batalla espiritual entre el cielo y la Tierra. Los seres celestiales comenzaron una lucha con el rey de Persia para permitir que los judíos continuaran con la reconstrucción del Templo. Sabemos por la introducción de Daniel 10 que el rey de Persia es Ciro. Sin embargo, un rey humano por sí solo no puede oponer gran resistencia a un Ser celestial. Esto indica que detrás del rey humano hay un agente espiritual que instiga a Ciro para que impida que los judíos reconstruyan el Templo.
Una situación similar ocurre en Ezequiel 28, en la que el rey de Tiro representa a Satanás, el poder espiritual que estaba detrás del rey humano de esa ciudad. Por lo tanto, no debe sorprendernos que los reyes de Persia contra los que Miguel viene a luchar incluyan a Satanás y sus ángeles. Esto demuestra que la oposición humana a la reconstrucción del Templo de Jerusalén tiene su contraparte en el reino espiritual.
Lee Daniel 10:13. ¿Qué tipo de batalla se describe?
“Mientras Satanás estaba procurando influir en las más altas potestades del reino de Medopersia para que mirasen con desagrado al pueblo de Dios, había ángeles que obraban en favor de los desterrados. Todo el cielo estaba interesado en la controversia. Por medio del profeta Daniel se nos permite vislumbrar algo de esta lucha poderosa entre las fuerzas del bien y las del mal. Durante tres semanas Gabriel luchó con las potestades de las tinieblas, procurando contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro; y antes de que terminara la contienda, Cristo mismo acudió en auxilio de Gabriel. Este declara: ‘El príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia’ (Dan. 10:13). Todo lo que podía hacer el cielo en favor del pueblo de Dios fue hecho. Se obtuvo finalmente la victoria; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises, quien reinó unos siete años y medio” (PR 418, 419).
UN PRÍNCIPE VICTORIOSO
El personaje más prominente en el libro de Daniel es la figura que al principio se denomina “hijo de hombre” (Dan. 7:13), o “príncipe de los ejércitos” (Dan. 8:11). Finalmente, descubrimos que su nombre es Miguel (Dan. 10:12), que significa “¿Quién como Dios?” Él viene a ayudar a Gabriel en el conflicto con el rey de Persia (Dan. 10:13). El ángel hace alusión a este ser celestial como “Miguel vuestro príncipe” (Dan. 10:21); es decir, el príncipe del pueblo de Dios. Miguel aparece más adelante en el libro de Daniel como el protector del pueblo de Dios (Dan. 12:1). En Judas 9 aprendemos que Miguel, también llamado arcángel, lucha contra Satanás y resucita a Moisés. Apo-calipsis 12:7 revela que Miguel es el adalid del ejército celestial, que derrota a Satanás y a sus ángeles caídos. Por consiguiente, Miguel no es otro que Jesucristo. Así como el Imperio Persa tiene un comandante supremo, una fuerza espiritual que está detrás de su líder humano, así también el pueblo de Dios tiene a Miguel como Comandante en jefe, que interviene para luchar y ganar la guerra cósmica en su favor.
Lee Colosenses 2:15. ¿Cómo logró Jesús la victoria en el Conflicto Cós-mico?
Al hacer frente a las fuerzas del mal, podemos tener fe en Jesús, nuestro campeón. Él derrotó a Satanás al comienzo de su ministerio público. Du-rante su vida terrenal, derrotó a Satanás en el desierto cuando fue asaltado con tentaciones, luchó contra hordas demoníacas y liberó a la gente del poder de las tinieblas. Jesús derrotó al mal, incluso cuando se enmascaró detrás del intento de Pedro de disuadirlo de dirigirse hacia el Calvario. En sus últimas palabras a los discípulos, Jesús habló de su muerte inminente como una batalla, que culminará en una victoria decisiva sobre Satanás: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:31, 32).
A veces miramos a nuestro alrededor, y las cosas se ven muy mal. Hay violencia, inmoralidad, corrupción y enfermedades en todas partes. Un enemigo, no de carne y hueso, nos ataca brutalmente desde todos los lados. Pero, no importa cuán difíciles sean las batallas que tenemos que librar, Jesús lucha por nosotros, y es nuestro Príncipe y Sumo Sacerdote en el Santuario celestial.
■ Lee Romanos 8:37 al 39. ¿Cómo podemos hacer que la promesa de ser vencedores sea una experiencia real en nuestra vida cristiana?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Durante tres semanas Gabriel luchó con las potestades de las tinieblas, procurando contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro [...]. Todo lo que podía hacer el cielo en favor del pueblo de Dios fue hecho. Se obtuvo finalmente la victoria; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises” (PR 418, 419).
“¡Qué grande honor se le muestra a Daniel por parte de la Majestad del cielo! Dios consuela a su siervo tembloroso, y le asegura que su oración ha sido escuchada en el cielo. En respuesta a esta ferviente petición, el ángel Gabriel es enviado para influir sobre el corazón del monarca persa. El rey ha resistido las impresiones del Espíritu de Dios durante las tres semanas en que Daniel estaba ayunando y orando, pero el Príncipe del cielo, el arcángel Miguel, es enviado para cambiar el corazón del obstinado rey e inducirlo a tomar una medida resuelta en respuesta a la oración de Daniel” (ECFP 49).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Aunque no somos los primeros en la historia cristiana en ver esta verdad, como adventistas del séptimo día somos firmes defensores de la temática del “Gran Conflicto”, o la idea de que todo el univer-so es parte de una lucha épica entre Cristo y Satanás. Y creemos que cada ser humano participa activamente en este conflicto. Hay otros, incluso gente secular, que han hablado de la realidad de al-gún tipo de batalla en la que todos estamos inmersos. ¿Cuál ha sido tu experiencia en el Gran Conflicto? ¿Cómo lo has visto manifes-tarse en tu propia vida? ¿Qué aprendiste que podría ayudar a otros a luchar también?
2. Lee Efesios 6:10 al 18. Observa las imágenes militares explícitas que utiliza Pablo. ¿Qué “instrucciones de batalla” se nos dan a los que estamos inmersos en el Gran Conflicto?
3. En Daniel 10:11, por segunda vez (ver Dan. 9:23) se llama a Daniel hamudot, o “amado”. ¿Qué nos dice esto acerca del estrecho vín-culo, que llega a ser un vínculo emocional incluso, entre el cielo y la Tierra? Piensa en cuán radicalmente diferente es esta realidad en comparación con la cosmovisión atea común de gran parte del mundo moderno. ¿Qué esperanza nos ofrece esta mirada bíblica, como vemos en esta referencia a Daniel?
Dios lo bendiga!!!
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Verso.
Enfoque del estudio:
Versos.
Introducción: Texto.
Temática de la lección:
1. Subtitulo1. Texto.
2. Subtitulo2. Texto.
Aplicación para la vida: Texto.
Parte II: COMENTARIO
Texto:
1. Subtitulo1.
Texto.
2. Subtitulo2.
Texto.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Texto.
Dios lo bendiga!!!
DE LA BATALLA A LA VICTORIA
Sábado 7 de marzo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 6:12; Daniel 10; Esdras 4:1–5; Josué 5:13–15; Apocalipsis 1:12–18; Colosenses 2:15; Romanos 8:37–39.
PARA MEMORIZAR:
“Y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate” (Dan. 10:19).
Daniel 10 introduce la visión final de Daniel, que continúa en los capítulos 11 y 12. Se nos informa desde el comienzo que esta visión atañe a un “conflicto grande” (Dan. 10:1). Si bien Daniel 11 revela algunos detalles de este conflicto, Daniel 10 muestra sus dimensiones espirituales y revela que detrás del telón de las batallas terrenales se produce un conflicto espiritual de proporciones cósmicas. Al estudiar este capítulo, veremos que al orar participamos en este conflicto cósmico de una manera que tiene profundas repercusiones. Pero no estamos solos en nuestras luchas; Jesús participa en la batalla contra Satanás en nuestro favor. Aprenderemos que la lucha final en la que estamos involucrados no es contra los poderes humanos terrenales, sino contra los poderes de las tinieblas.
Como lo expresó el apóstol Pablo siglos después de Daniel: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potes-tades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12). En última ins-tancia, nuestro éxito en el Conflicto recae en Jesucristo.
Notas EGW
Sábado
El seguir a Cristo no significa estar libre de conflictos. No es un juego de niños. . No es ociosidad espiritual. Todo el gozo del servicio de Cristo significa la sagrada obligación de enfrentar a menudo duros conflictos. Seguir a Cristo significa duras batallas, labor activa, guerra contra el mundo, la carne y el maligno. Las victorias ganadas por Cristo en guerra dura y cruenta serán nuestro gozo… Estamos alistados para luchar “no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”. Juan 6:27.
Cada uno debe calcular el costo. Nadie logrará el éxito sin arduo esfuerzo. Hemos de ejercitar todos nuestros poderes espirituales y crucificar la carne con sus afectos y concupiscencias. Crucificar el yo abarca mucho más de lo que muchos pudieran suponer.
Se requiere una vigilancia continua para ser fieles hasta la muerte, para pelear la buena batalla de la fe hasta que termine la guerra y como vencedores recibamos la corona de la vida (In Heavenly Places, p. 117; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 119).
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10.
Estas palabras inspiradas de Dios son apropiadas para nosotros. Se aplican en forma especial a los que se esfuerzan por guardar los mandamientos de Dios en medio de gente torcida y perversa entre la que brillan como luces en el mundo…
“Tomad toda la armadura de Dios”. Efesios 6:13. Haced de la Palabra vuestra guía. Tomadla. Toda la armadura que se os proporciona en las Escrituras está a vuestra disposición. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad”. Vers. 13, 14 (A fin de conocerle, pp. 344, 345).
Solo cuando se vean a la luz de la eternidad las providencias de Dios, comprenderemos lo que debemos al cuidado y la intercesión de sus ángeles. Los seres celestiales han desempeñado una parte activa en los asuntos de los hombres Han aparecido con ropas tan brillantes como relámpago; se han presentado como hombres, bajo la apariencia de viajeros…
Aunque los gobernantes de este mundo lo ignoren, a menudo los ángeles han hablado en sus concilios… Han desbaratado propósitos y detenido males que hubieran causado oprobio y sufrimiento a los hijos de Dios…
Todo redimido comprenderá la obra de los ángeles en su propia vida. ¡Qué sensación le producirá conversar con el ángel que fue su guardián desde el primer momento; que vigiló sus pasos y cubrió su cabeza en el día de peligro; que estuvo con él en el valle de la sombra de muerte, que señaló su lugar de descanso, que fue el primero en saludarlo en la mañana de la resurrección, y conocer por medio de él la historia de la intervención divina en la vida individual, de la cooperación celestial en toda obra en favor de la humanidad! (La educación, pp. 304, 305).
Sábado
El seguir a Cristo no significa estar libre de conflictos. No es un juego de niños. . No es ociosidad espiritual. Todo el gozo del servicio de Cristo significa la sagrada obligación de enfrentar a menudo duros conflictos. Seguir a Cristo significa duras batallas, labor activa, guerra contra el mundo, la carne y el maligno. Las victorias ganadas por Cristo en guerra dura y cruenta serán nuestro gozo… Estamos alistados para luchar “no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece”. Juan 6:27.
Cada uno debe calcular el costo. Nadie logrará el éxito sin arduo esfuerzo. Hemos de ejercitar todos nuestros poderes espirituales y crucificar la carne con sus afectos y concupiscencias. Crucificar el yo abarca mucho más de lo que muchos pudieran suponer.
Se requiere una vigilancia continua para ser fieles hasta la muerte, para pelear la buena batalla de la fe hasta que termine la guerra y como vencedores recibamos la corona de la vida (In Heavenly Places, p. 117; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 119).
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza. Efesios 6:10.
Estas palabras inspiradas de Dios son apropiadas para nosotros. Se aplican en forma especial a los que se esfuerzan por guardar los mandamientos de Dios en medio de gente torcida y perversa entre la que brillan como luces en el mundo…
“Tomad toda la armadura de Dios”. Efesios 6:13. Haced de la Palabra vuestra guía. Tomadla. Toda la armadura que se os proporciona en las Escrituras está a vuestra disposición. “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad”. Vers. 13, 14 (A fin de conocerle, pp. 344, 345).
Solo cuando se vean a la luz de la eternidad las providencias de Dios, comprenderemos lo que debemos al cuidado y la intercesión de sus ángeles. Los seres celestiales han desempeñado una parte activa en los asuntos de los hombres Han aparecido con ropas tan brillantes como relámpago; se han presentado como hombres, bajo la apariencia de viajeros…
Aunque los gobernantes de este mundo lo ignoren, a menudo los ángeles han hablado en sus concilios… Han desbaratado propósitos y detenido males que hubieran causado oprobio y sufrimiento a los hijos de Dios…
Todo redimido comprenderá la obra de los ángeles en su propia vida. ¡Qué sensación le producirá conversar con el ángel que fue su guardián desde el primer momento; que vigiló sus pasos y cubrió su cabeza en el día de peligro; que estuvo con él en el valle de la sombra de muerte, que señaló su lugar de descanso, que fue el primero en saludarlo en la mañana de la resurrección, y conocer por medio de él la historia de la intervención divina en la vida individual, de la cooperación celestial en toda obra en favor de la humanidad! (La educación, pp. 304, 305).
Domingo 8 de marzo
AYUNO Y ORACIÓN, UNA VEZ MÁS
Lee Daniel 10:1 al 3. ¿Qué encontramos que Daniel hacía de nuevo?
Daniel no explica las razones de su prolongado período de aflicción. Pero una intercesión tan ferviente muy probablemente haya estado motivada por la situación de los judíos, que acaban de regresar de Babilonia a Palestina.
Lee Esdras 4:1 al 5. ¿Qué desafíos enfrentaron los judíos al regresar?
Sabemos por Esdras 4:1 al 5 que en ese entonces los judíos enfrentaron una fuerte oposición al intentar reconstruir el Templo. Los samaritanos enviaron informes falsos a la corte persa, incitando al rey a detener la obra de reconstrucción. Frente a esas crisis, durante tres semanas Daniel ruega a Dios que influya en Ciro para permitir que la obra continúe.
A estas alturas, probablemente Daniel tenía unos noventa años. Él no pensaba en sí mismo, sino en su pueblo y los desafíos que este enfrentaba. Y persistió en la oración durante tres semanas completas antes de recibir una respuesta de Dios. Durante este tiempo, el profeta siguió una dieta muy modesta, absteniéndose de manjares e incluso ungüentos. No le preocupaba en absoluto su comodidad ni su apariencia, pero estaba profundamente preocupado por el bienestar de sus compatriotas judíos en Jerusalén, a 1.600 kilómetros de distancia.
Al observar la vida de oración de Daniel, aprendemos algunas lecciones valiosas. En primer lugar, debemos perseverar en la oración, incluso cuando nuestras peticiones no sean respondidas de inmediato. En segundo lugar, debemos dedicar tiempo a orar por los demás. Hay algo especial en las ora-ciones de intercesión. Recuerda que “quitó Jehová la aflicción de Job, cuando él hubo orado por sus amigos; y aumentó al doble todas las cosas que habían sido de Job” (Job 42:10). En tercer lugar, la oración impulsa a Dios a hacer algo concreto y real. Así que, oremos siempre, por todo tipo de motivos. Ante las pruebas insoportables, los grandes problemas y los desafíos abrumadores, llevemos nuestras cargas a Dios en oración (Efe. 6:18).
Lee Daniel 10:12. ¿Qué nos dice esto acerca de la oración como una expe-riencia objetiva que impulsa a Dios a hacer algo, y no solo una experiencia subjetiva que nos hace sentir bien con Dios?
Notas EGW
Domingo
Incansables en su oposición, los samaritanos debilitaban “las manos del pueblo de Judá, y los arredraban de edificar. Cohecharon además contra ellos consejeros para disipar su consejo, todo el tiempo de Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Darío rey de Persia”. Esdras 4:4, 5. Mediante informes mentirosos despertaron sospechas en espíritus que con facilidad se dejaban llevar a sospechar…
Mientras Satanás estaba procurando influir en las más altas potestades del reino de Medo-Persia para que mirasen con desagrado al pueblo de Dios, había ángeles que obraban en favor de los desterrados. Todo el cielo estaba interesado en la controversia. Por intermedio del profeta Daniel se nos permite vislumbrar algo de esta lucha poderosa entre las fuerzas del bien y las del mal (Profetas y reyes, p. 418).
Debemos acercarnos mucho más a Dios. Nuestra vida diaria debe tener menos del yo y más de Jesucristo y su gracia. Vivimos en un período importante de la historia del mundo. El fin de todas las cosas está cercano; las arenas del tiempo se están escurriendo rápidamente; pronto se dirá en el cielo: “Hecho está”. Apocalipsis 21:6. “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. Apocalipsis 22:11.
Nuestros testimonios deben cobrar mayor intensidad y debemos aferrarnos con más firmeza a Dios. No puedo dejar de orar a la una, a las dos y a las tres de la madrugada para que el Señor obre en los corazones de su pueblo. Pienso en todos los seres celestiales que están interesados en la obra que se lleva a cabo en la tierra. Los ángeles ministradores esperan junto al trono para obedecer instantáneamente el mandato de Jesucristo de contestar cada oración ofrecida con fe viva y fervorosa (Mensajes selectos, t. 2, pp. 432, 433).
El abatimiento es pecaminoso e irracional. Dios puede y quiere dar “más abundantemente” (Hebreos 6:17) a sus siervos la fuerza que necesitan para las pruebas. Los planes de los enemigos de su obra pueden parecer bien trazados y firmemente asentados; pero Dios puede anular los más enérgicos de ellos. Y lo hace cómo y cuándo quiere; a saber, cuando ve que la fe de sus siervos ha sido suficientemente probada…
En los días más sombríos, cuando en apariencia hay más peligro, no temáis. Tened fe en Dios. Él conoce vuestra necesidad. Tiene toda potestad. Su compasión y amor infinitos son incansables. No temáis que deje de cumplir su promesa. Él es la verdad eterna. Nunca cambiará el pacto que hizo con los que le aman. Y otorgará a sus fieles siervos la medida de eficiencia que su necesidad exige. El apóstol Pablo atestiguó: “Me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona”. 2 Corintios 12:9 (Profetas y reyes, pp. 120, 121).
Domingo
Incansables en su oposición, los samaritanos debilitaban “las manos del pueblo de Judá, y los arredraban de edificar. Cohecharon además contra ellos consejeros para disipar su consejo, todo el tiempo de Ciro rey de Persia, y hasta el reinado de Darío rey de Persia”. Esdras 4:4, 5. Mediante informes mentirosos despertaron sospechas en espíritus que con facilidad se dejaban llevar a sospechar…
Mientras Satanás estaba procurando influir en las más altas potestades del reino de Medo-Persia para que mirasen con desagrado al pueblo de Dios, había ángeles que obraban en favor de los desterrados. Todo el cielo estaba interesado en la controversia. Por intermedio del profeta Daniel se nos permite vislumbrar algo de esta lucha poderosa entre las fuerzas del bien y las del mal (Profetas y reyes, p. 418).
Debemos acercarnos mucho más a Dios. Nuestra vida diaria debe tener menos del yo y más de Jesucristo y su gracia. Vivimos en un período importante de la historia del mundo. El fin de todas las cosas está cercano; las arenas del tiempo se están escurriendo rápidamente; pronto se dirá en el cielo: “Hecho está”. Apocalipsis 21:6. “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía”. Apocalipsis 22:11.
Nuestros testimonios deben cobrar mayor intensidad y debemos aferrarnos con más firmeza a Dios. No puedo dejar de orar a la una, a las dos y a las tres de la madrugada para que el Señor obre en los corazones de su pueblo. Pienso en todos los seres celestiales que están interesados en la obra que se lleva a cabo en la tierra. Los ángeles ministradores esperan junto al trono para obedecer instantáneamente el mandato de Jesucristo de contestar cada oración ofrecida con fe viva y fervorosa (Mensajes selectos, t. 2, pp. 432, 433).
El abatimiento es pecaminoso e irracional. Dios puede y quiere dar “más abundantemente” (Hebreos 6:17) a sus siervos la fuerza que necesitan para las pruebas. Los planes de los enemigos de su obra pueden parecer bien trazados y firmemente asentados; pero Dios puede anular los más enérgicos de ellos. Y lo hace cómo y cuándo quiere; a saber, cuando ve que la fe de sus siervos ha sido suficientemente probada…
En los días más sombríos, cuando en apariencia hay más peligro, no temáis. Tened fe en Dios. Él conoce vuestra necesidad. Tiene toda potestad. Su compasión y amor infinitos son incansables. No temáis que deje de cumplir su promesa. Él es la verdad eterna. Nunca cambiará el pacto que hizo con los que le aman. Y otorgará a sus fieles siervos la medida de eficiencia que su necesidad exige. El apóstol Pablo atestiguó: “Me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi potencia en la flaqueza se perfecciona”. 2 Corintios 12:9 (Profetas y reyes, pp. 120, 121).
Lunes 9 de marzo
UNA VISIÓN DEL PRÍNCIPE
Lee Daniel 10:4 al 9. ¿Qué sucede con Daniel?
Cuando Daniel describe su experiencia, nos cuesta imaginar el esplendor abrumador de lo que ve. Esa apariencia humana (Dan. 10:5, 6) remite al “hijo de hombre” representado en la visión del Juicio celestial (Dan. 7:13). Su ropa de lino nos recuerda las vestimentas sacerdotales (Lev. 16:4), un aspecto que asimila a este personaje con el “príncipe de los ejércitos” descrito en relación con el Santuario celestial (Dan. 8). El oro también está ligado con la vestimenta sacerdotal como una señal de dignidad real. Por último, la comparación de este personaje con un relámpago, el fuego, el bronce y una voz estruendosa lo muestra como un Ser sobrenatural. Se trata de alguien investido de atributos sacerdotales, reales y militares. Esta figura también muestra similitudes interesantes con el Ser celestial que se le aparece a Josué poco antes de la batalla contra Jericó (Jos. 5:13, 14). En la visión, Josué ve al “Príncipe del ejército de Jehová”. Curiosamente, sar es la palabra hebrea que aquí se traduce como “príncipe” (otras versiones la traducen como “co-mandante” [NTV, NVI]), al igual que en Daniel 10:21 con referencia a “Miguel, vuestro príncipe”. Pero existe un paralelismo mayor entre Daniel y Juan.
¿Qué similitudes encontramos entre la visión de Dios que tuvo Daniel en Daniel 10 y las de Josué 5:13 al 15 y Apocalipsis 1:12 al 18?
Según Daniel, los que estaban con él se llenaron de temor, y el mismo Daniel cae débil y frágil al suelo. La manifestación de la presencia de Dios simplemente lo abruma. Sin embargo, más allá de sus temores inmediatos, la visión de Daniel muestra que Dios tiene el control de la historia. De hecho, a medida que se desarrolla la visión, veremos que Dios provee a Daniel un resumen de la historia humana desde los tiempos del profeta hasta el establecimiento del Reino de Dios (Dan. 11, 12).
■ Si, como hemos visto vez tras vez en Daniel, el Señor puede mantener la historia humana bajo control, ¿qué puede hacer por nuestra vida individual?
Notas EGW
Lunes
“En aquellos días … alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud” (Daniel 10:2-6).
Esta descripción es similar a la que fue dada por Juan cuando Cristo se le reveló en la isla de Patmos. Un personaje nada menor que el Hijo de Dios fue el que le apareció a Daniel. Nuestro Señor viene con otro mensajero celestial para enseñar a Daniel lo que ha de acontecer en los días finales.
Las grandes verdades reveladas por la palabra del Redentor están destinadas a aquellos que investigan la verdad para encontrar los tesoros escondidos. Daniel era un hombre de edad. Su vida había transcurrido entre las fascinaciones de una corte pagana, y su mente estaba fatigada con los asuntos de un gran imperio. Sin embargo, él se aparta de todas estas cosas para afligir su alma delante de Dios, y buscar un conocimiento de los propósitos del Altísimo. Y en respuesta a sus súplicas, se le envía luz de las cortes del cielo, destinada a aquellos que vivieran en los días finales. ¡Con qué fervor, pues, debiéramos buscar a Dios, a fin de que él nos abra nuestro entendimiento para comprender las verdades que nos fueron traídas del cielo! (La edificación del carácter, pp. 47, 48).
Nada puede suceder en parte alguna del universo sin que lo sepa Aquel que es omnipresente. Ni un solo suceso de la vida humana es desconocido para nuestro Hacedor. Mientras que Satanás trama constantemente el mal, el Señor nuestro Dios lo rige todo de modo que nada dañe a sus hijos obedientes y confiados…
¡Qué lecciones de humildad y fe podemos aprender cuando investigamos el proceder de Dios con sus criaturas! El Señor solo puede hacer poco por los hijos de los hombres, porque están llenos de orgullo y vanagloria. Exaltan el yo magnificando su propia fuerza, conocimiento y sabiduría. Es necesario que Dios defraude sus esperanzas y frustre sus planes para que puedan aprender a confiar únicamente en él. Todas nuestras facultades proceden de Dios; no podemos hacer nada fuera de la fortaleza que él nos ha dado…
Él quiere que lo convirtamos en nuestro protector y guía en todos los deberes y asuntos de la vida (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1159).
El conflicto entre el bien y el mal prosigue día tras día. Los que han tenido muchas oportunidades y ventajas, ¿por qué no comprenden la intensidad de esta obra? En cuanto a esto debieran ser inteligentes. Dios es el Gobernante. Mediante su poder supremo reprime y domina a los poderosos de la tierra. Mediante sus agentes lleva a cabo la obra que fue ordenada antes de la fundación del mundo (La oración, p. 255).
Lunes
“En aquellos días … alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud” (Daniel 10:2-6).
Esta descripción es similar a la que fue dada por Juan cuando Cristo se le reveló en la isla de Patmos. Un personaje nada menor que el Hijo de Dios fue el que le apareció a Daniel. Nuestro Señor viene con otro mensajero celestial para enseñar a Daniel lo que ha de acontecer en los días finales.
Las grandes verdades reveladas por la palabra del Redentor están destinadas a aquellos que investigan la verdad para encontrar los tesoros escondidos. Daniel era un hombre de edad. Su vida había transcurrido entre las fascinaciones de una corte pagana, y su mente estaba fatigada con los asuntos de un gran imperio. Sin embargo, él se aparta de todas estas cosas para afligir su alma delante de Dios, y buscar un conocimiento de los propósitos del Altísimo. Y en respuesta a sus súplicas, se le envía luz de las cortes del cielo, destinada a aquellos que vivieran en los días finales. ¡Con qué fervor, pues, debiéramos buscar a Dios, a fin de que él nos abra nuestro entendimiento para comprender las verdades que nos fueron traídas del cielo! (La edificación del carácter, pp. 47, 48).
Nada puede suceder en parte alguna del universo sin que lo sepa Aquel que es omnipresente. Ni un solo suceso de la vida humana es desconocido para nuestro Hacedor. Mientras que Satanás trama constantemente el mal, el Señor nuestro Dios lo rige todo de modo que nada dañe a sus hijos obedientes y confiados…
¡Qué lecciones de humildad y fe podemos aprender cuando investigamos el proceder de Dios con sus criaturas! El Señor solo puede hacer poco por los hijos de los hombres, porque están llenos de orgullo y vanagloria. Exaltan el yo magnificando su propia fuerza, conocimiento y sabiduría. Es necesario que Dios defraude sus esperanzas y frustre sus planes para que puedan aprender a confiar únicamente en él. Todas nuestras facultades proceden de Dios; no podemos hacer nada fuera de la fortaleza que él nos ha dado…
Él quiere que lo convirtamos en nuestro protector y guía en todos los deberes y asuntos de la vida (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1159).
El conflicto entre el bien y el mal prosigue día tras día. Los que han tenido muchas oportunidades y ventajas, ¿por qué no comprenden la intensidad de esta obra? En cuanto a esto debieran ser inteligentes. Dios es el Gobernante. Mediante su poder supremo reprime y domina a los poderosos de la tierra. Mediante sus agentes lleva a cabo la obra que fue ordenada antes de la fundación del mundo (La oración, p. 255).
Martes 10 de marzo
TOCADO POR UN ÁNGEL
Lee Daniel 10:10 al 19. ¿Qué sucede cada vez que un ángel toca a Daniel?
Abrumado por el resplandor de la luz divina, el profeta cae. Entonces, un ángel aparece para tocarlo y consolarlo. Mientras lees el relato, fíjate que el ángel toca tres veces a Daniel.
El primer toque le permite al profeta ponerse de pie y escuchar las pa-labras de consuelo provenientes del Cielo: “Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido” (Dan. 10:12). La oración de Daniel conmovió los cielos. Para nosotros, esto es una garantía de que Dios escucha nuestras oraciones, lo cual es un gran consuelo en los momentos difíciles.
El segundo toque permite a Daniel hablar. El profeta derrama sus pala-bras ante el Señor, expresando sus sentimientos de miedo y emoción: “Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza. ¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento” (Dan. 10:16, 17). Así que, Dios no solo nos habla a nosotros; él quiere que abramos la boca para que podamos expresarle nuestros sentimientos, necesidades y aspiraciones.
El tercer toque le da fuerzas. Cuando Daniel reconoce su insuficiencia, el ángel lo toca y lo consuela con la paz de Dios: “Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido” (Dan. 10:19). Recuerda que el ángel fue enviado a Daniel en respuesta a sus oraciones, para darle discernimiento y comprensión. En otras palabras, la visión que aparece a continuación en el capítulo 11 tiene la intención de animar a Da-niel en respuesta a su aflicción y meditación sobre la situación actual de Jerusalén. Con Dios de nuestro lado, entonces, podemos tener paz incluso cuando enfrentamos aflicciones. Su toque amoroso nos permite mirar hacia el futuro con esperanza.
■ “Mientras recorremos las sendas humildes de la vida, el cielo puede estar muy cer-ca de nosotros” (DTG 32). ¿Con cuánta frecuencia te dedicas a pensar cuán estre-chamente unidos están el Cielo y la Tierra? ¿Cuán diferente sería tu vida si siempre conservaras esta verdad viva en el corazón y la mente?
Notas EGW
Martes
El profeta Daniel fue ejemplo de verdadera santificación. Llenó su larga vida del noble servicio que rindió a su Maestro. Era un hombre “muy amado” (Daniel 10:11) en el cielo.
Sin embargo, en lugar de prevalerse de su pureza y santidad, este profeta tan honrado de Dios se identificó con los mayores pecadores de Israel cuando intercedió cerca de Dios en favor de su pueblo: “¡No derramamos nuestros ruegos ante tu rostro a causa de nuestras justicias, sino a causa de tus grandes compasiones!” “Hemos pecado, hemos obrado impíamente. Daniel 9:18, 15, 20…
No puede haber glorificación de sí mismo, ni arrogantes pretensiones de estar libres de pecado por parte de los que andan a la sombra de la cruz del Calvario. Harta cuenta se dan de que fueron sus pecados los que causaron la agonía del Hijo de Dios y destrozaron su corazón; y este pensamiento les inspira profunda humildad. Los que viven más cerca de Jesús son también los que mejor ven la fragilidad y culpabilidad de la humanidad, y su sola esperanza se cifra en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado (Maranata, el Señor viene, p. 233).
Cuando el ángel estaba por desarrollar delante de Daniel las sumamente interesantes profecías que se registrarían para nosotros que somos testigos de su cumplimiento, el ángel dijo: “Esfuérzate y aliéntate” Daniel 10:19. Nosotros estamos por recibir la mismísima gloria que le fue revelada a Daniel, porque ella es para el pueblo de Dios en estos últimos días, a fin de que puedan dar a la trompeta un sonido certero (Mensajes selectos, t. 3, p. 446).
“Y solo yo, Daniel, vi aquella visión… y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento”. Daniel 10:7, 8. Todos los que están verdaderamente santificados tendrán una experiencia similar. Cuanto más claras sus concepciones de la grandeza, la gloria y la perfección de Cristo, más vívidamente verán su propia debilidad e imperfección. No tendrán ninguna disposición a alardear de un carácter impecable; lo que parecía correcto y amable en ellos, en contraste con la pureza y la gloria de Cristo aparecerá solamente como indigno y corruptible… Tan grande era la gloria divina revelada a Daniel que él no la pudo soportar. Entonces el mensajero del cielo veló la refulgencia de su rostro y apareció al profeta “con semejanza de hijo de hombre”. versículo 16. Por medio de su poder divino fortaleció a este hombre de integridad y de fe, para escuchar el mensaje enviado a él de parte de Dios. Cuando los hombres se hallan separados de Dios, y tienen conceptos muy vagos de Cristo, entonces dicen: “Soy sin pecado; estoy santificado” (Reflejemos a Jesús, p. 90).
Martes
El profeta Daniel fue ejemplo de verdadera santificación. Llenó su larga vida del noble servicio que rindió a su Maestro. Era un hombre “muy amado” (Daniel 10:11) en el cielo.
Sin embargo, en lugar de prevalerse de su pureza y santidad, este profeta tan honrado de Dios se identificó con los mayores pecadores de Israel cuando intercedió cerca de Dios en favor de su pueblo: “¡No derramamos nuestros ruegos ante tu rostro a causa de nuestras justicias, sino a causa de tus grandes compasiones!” “Hemos pecado, hemos obrado impíamente. Daniel 9:18, 15, 20…
No puede haber glorificación de sí mismo, ni arrogantes pretensiones de estar libres de pecado por parte de los que andan a la sombra de la cruz del Calvario. Harta cuenta se dan de que fueron sus pecados los que causaron la agonía del Hijo de Dios y destrozaron su corazón; y este pensamiento les inspira profunda humildad. Los que viven más cerca de Jesús son también los que mejor ven la fragilidad y culpabilidad de la humanidad, y su sola esperanza se cifra en los méritos de un Salvador crucificado y resucitado (Maranata, el Señor viene, p. 233).
Cuando el ángel estaba por desarrollar delante de Daniel las sumamente interesantes profecías que se registrarían para nosotros que somos testigos de su cumplimiento, el ángel dijo: “Esfuérzate y aliéntate” Daniel 10:19. Nosotros estamos por recibir la mismísima gloria que le fue revelada a Daniel, porque ella es para el pueblo de Dios en estos últimos días, a fin de que puedan dar a la trompeta un sonido certero (Mensajes selectos, t. 3, p. 446).
“Y solo yo, Daniel, vi aquella visión… y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento”. Daniel 10:7, 8. Todos los que están verdaderamente santificados tendrán una experiencia similar. Cuanto más claras sus concepciones de la grandeza, la gloria y la perfección de Cristo, más vívidamente verán su propia debilidad e imperfección. No tendrán ninguna disposición a alardear de un carácter impecable; lo que parecía correcto y amable en ellos, en contraste con la pureza y la gloria de Cristo aparecerá solamente como indigno y corruptible… Tan grande era la gloria divina revelada a Daniel que él no la pudo soportar. Entonces el mensajero del cielo veló la refulgencia de su rostro y apareció al profeta “con semejanza de hijo de hombre”. versículo 16. Por medio de su poder divino fortaleció a este hombre de integridad y de fe, para escuchar el mensaje enviado a él de parte de Dios. Cuando los hombres se hallan separados de Dios, y tienen conceptos muy vagos de Cristo, entonces dicen: “Soy sin pecado; estoy santificado” (Reflejemos a Jesús, p. 90).
Miércoles 11 de marzo
UN GRAN CONFLICTO
Lee Daniel 10:20 y 21. ¿Qué se le revela a Daniel aquí?
El mensajero celestial corre el telón y le revela a Daniel la guerra cósmica que transcurre tras bambalinas de la historia humana. En cuanto Daniel comienza a orar, se inicia una batalla espiritual entre el cielo y la Tierra. Los seres celestiales comenzaron una lucha con el rey de Persia para permitir que los judíos continuaran con la reconstrucción del Templo. Sabemos por la introducción de Daniel 10 que el rey de Persia es Ciro. Sin embargo, un rey humano por sí solo no puede oponer gran resistencia a un Ser celestial. Esto indica que detrás del rey humano hay un agente espiritual que instiga a Ciro para que impida que los judíos reconstruyan el Templo.
Una situación similar ocurre en Ezequiel 28, en la que el rey de Tiro representa a Satanás, el poder espiritual que estaba detrás del rey humano de esa ciudad. Por lo tanto, no debe sorprendernos que los reyes de Persia contra los que Miguel viene a luchar incluyan a Satanás y sus ángeles. Esto demuestra que la oposición humana a la reconstrucción del Templo de Jerusalén tiene su contraparte en el reino espiritual.
Lee Daniel 10:13. ¿Qué tipo de batalla se describe?
“Mientras Satanás estaba procurando influir en las más altas potestades del reino de Medopersia para que mirasen con desagrado al pueblo de Dios, había ángeles que obraban en favor de los desterrados. Todo el cielo estaba interesado en la controversia. Por medio del profeta Daniel se nos permite vislumbrar algo de esta lucha poderosa entre las fuerzas del bien y las del mal. Durante tres semanas Gabriel luchó con las potestades de las tinieblas, procurando contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro; y antes de que terminara la contienda, Cristo mismo acudió en auxilio de Gabriel. Este declara: ‘El príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí, Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia’ (Dan. 10:13). Todo lo que podía hacer el cielo en favor del pueblo de Dios fue hecho. Se obtuvo finalmente la victoria; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises, quien reinó unos siete años y medio” (PR 418, 419).
Notas EGW
Miércoles
Me siento impulsada a exhortar a las iglesias a despertar del sueño. Debemos luchar contra adversarios invisibles y sobrenaturales. Hemos de ponernos toda la armadura de Dios, a fin de que podamos estar preparados para las batallas que tendremos que pelear diariamente.
Exhorto a quienes han recibido luz y conocimiento a orar más fervientemente, y a acudir “al socorro de Jehová, al socorro de Jehová contra los fuertes”. Jueces 5:23. ¿Quiénes son estos fuertes enemigos? Son los poderes que, en los días de Daniel, trataron de impedir que los mensajeros celestiales convencieran al rey de Persia acerca de la obra que tenía que hacer.
Nuestra obra de proclamar la segunda venida de Cristo es similar a la de Juan el Bautista, el precursor de Cristo en su primera venida. Hemos de proclamar al mundo el mensaje: “Cercano está el día grande de Jehová”. “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” Sofonías 1:14; Amós 4:12. Hemos de hacer mucho más de lo que ya hicimos (Reflejemos a Jesús, p. 193).
Las palabras del ángel: “Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios”, demuestran que ocupa un puesto de alto honor en los atrios celestiales. Cuando fue a Daniel con un mensaje, dijo: “Ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel [Cristo] vuestro príncipe”. El Salvador habla de Gabriel en el Apocalipsis diciendo que “la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo”. Y a Juan, el ángel declaró: “Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas”. ¡Admirable pensamiento, que el ángel que sigue en honor al Hijo de Dios es el escogido para revelar los propósitos de Dios a los hombres pecaminosos! (El Deseado de todas las gentes, pp. 73, 74).
Hay lugar en la obra de Dios para todos los que sean llenos con el espíritu de sacrificio propio. Tenemos una solemne tarea delante de nosotros. Dios está llamando a hombres y mujeres que estén dispuestos a experimentar angustia de alma… que estén consagrados a su obra. Necesitamos… hombres que tengan una sólida experiencia en las cosas del Señor, que cuando encuentren dificultades se tomen firmemente de la obra, diciendo: No fracasaremos ni nos desanimaremos. Queremos hombres que fortalezcan y edifiquen la obra, no que derriben o busquen destruir lo que otros están tratando de hacer. Necesitamos hombres y mujeres con los cuales Dios pueda obrar… Queremos obreros que no estén impregnados de egoísmo, que no sean autosuficientes…
¡Oh, cuántos que están absorbidos por las pequeñas cosas de la vida, podrían hacer una noble obra con abnegación y sacrificio propio!… Ellos hacen un mundo de un átomo y un átomo de un mundo. Han llegado a ser torrentes secos, porque no imparten a otros el Agua de la Vida (Reflejemos a Jesús, p. 193).
Miércoles
Me siento impulsada a exhortar a las iglesias a despertar del sueño. Debemos luchar contra adversarios invisibles y sobrenaturales. Hemos de ponernos toda la armadura de Dios, a fin de que podamos estar preparados para las batallas que tendremos que pelear diariamente.
Exhorto a quienes han recibido luz y conocimiento a orar más fervientemente, y a acudir “al socorro de Jehová, al socorro de Jehová contra los fuertes”. Jueces 5:23. ¿Quiénes son estos fuertes enemigos? Son los poderes que, en los días de Daniel, trataron de impedir que los mensajeros celestiales convencieran al rey de Persia acerca de la obra que tenía que hacer.
Nuestra obra de proclamar la segunda venida de Cristo es similar a la de Juan el Bautista, el precursor de Cristo en su primera venida. Hemos de proclamar al mundo el mensaje: “Cercano está el día grande de Jehová”. “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios” Sofonías 1:14; Amós 4:12. Hemos de hacer mucho más de lo que ya hicimos (Reflejemos a Jesús, p. 193).
Las palabras del ángel: “Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios”, demuestran que ocupa un puesto de alto honor en los atrios celestiales. Cuando fue a Daniel con un mensaje, dijo: “Ninguno hay que se esfuerce conmigo en estas cosas, sino Miguel [Cristo] vuestro príncipe”. El Salvador habla de Gabriel en el Apocalipsis diciendo que “la declaró, enviándola por su ángel a Juan su siervo”. Y a Juan, el ángel declaró: “Yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas”. ¡Admirable pensamiento, que el ángel que sigue en honor al Hijo de Dios es el escogido para revelar los propósitos de Dios a los hombres pecaminosos! (El Deseado de todas las gentes, pp. 73, 74).
Hay lugar en la obra de Dios para todos los que sean llenos con el espíritu de sacrificio propio. Tenemos una solemne tarea delante de nosotros. Dios está llamando a hombres y mujeres que estén dispuestos a experimentar angustia de alma… que estén consagrados a su obra. Necesitamos… hombres que tengan una sólida experiencia en las cosas del Señor, que cuando encuentren dificultades se tomen firmemente de la obra, diciendo: No fracasaremos ni nos desanimaremos. Queremos hombres que fortalezcan y edifiquen la obra, no que derriben o busquen destruir lo que otros están tratando de hacer. Necesitamos hombres y mujeres con los cuales Dios pueda obrar… Queremos obreros que no estén impregnados de egoísmo, que no sean autosuficientes…
¡Oh, cuántos que están absorbidos por las pequeñas cosas de la vida, podrían hacer una noble obra con abnegación y sacrificio propio!… Ellos hacen un mundo de un átomo y un átomo de un mundo. Han llegado a ser torrentes secos, porque no imparten a otros el Agua de la Vida (Reflejemos a Jesús, p. 193).
Jueves 12 de marzo
UN PRÍNCIPE VICTORIOSO
El personaje más prominente en el libro de Daniel es la figura que al principio se denomina “hijo de hombre” (Dan. 7:13), o “príncipe de los ejércitos” (Dan. 8:11). Finalmente, descubrimos que su nombre es Miguel (Dan. 10:12), que significa “¿Quién como Dios?” Él viene a ayudar a Gabriel en el conflicto con el rey de Persia (Dan. 10:13). El ángel hace alusión a este ser celestial como “Miguel vuestro príncipe” (Dan. 10:21); es decir, el príncipe del pueblo de Dios. Miguel aparece más adelante en el libro de Daniel como el protector del pueblo de Dios (Dan. 12:1). En Judas 9 aprendemos que Miguel, también llamado arcángel, lucha contra Satanás y resucita a Moisés. Apo-calipsis 12:7 revela que Miguel es el adalid del ejército celestial, que derrota a Satanás y a sus ángeles caídos. Por consiguiente, Miguel no es otro que Jesucristo. Así como el Imperio Persa tiene un comandante supremo, una fuerza espiritual que está detrás de su líder humano, así también el pueblo de Dios tiene a Miguel como Comandante en jefe, que interviene para luchar y ganar la guerra cósmica en su favor.
Lee Colosenses 2:15. ¿Cómo logró Jesús la victoria en el Conflicto Cós-mico?
Al hacer frente a las fuerzas del mal, podemos tener fe en Jesús, nuestro campeón. Él derrotó a Satanás al comienzo de su ministerio público. Du-rante su vida terrenal, derrotó a Satanás en el desierto cuando fue asaltado con tentaciones, luchó contra hordas demoníacas y liberó a la gente del poder de las tinieblas. Jesús derrotó al mal, incluso cuando se enmascaró detrás del intento de Pedro de disuadirlo de dirigirse hacia el Calvario. En sus últimas palabras a los discípulos, Jesús habló de su muerte inminente como una batalla, que culminará en una victoria decisiva sobre Satanás: “Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:31, 32).
A veces miramos a nuestro alrededor, y las cosas se ven muy mal. Hay violencia, inmoralidad, corrupción y enfermedades en todas partes. Un enemigo, no de carne y hueso, nos ataca brutalmente desde todos los lados. Pero, no importa cuán difíciles sean las batallas que tenemos que librar, Jesús lucha por nosotros, y es nuestro Príncipe y Sumo Sacerdote en el Santuario celestial.
■ Lee Romanos 8:37 al 39. ¿Cómo podemos hacer que la promesa de ser vencedores sea una experiencia real en nuestra vida cristiana?
Notas EGW
Jueves
Miguel… y los ángeles que sepultaron a Moisés, descendieron del cielo después que permaneció en la tumba por algún tiempo y lo resucitaron para llevarlo al cielo.
Cuando Cristo y los ángeles se aproximaron a la tumba, Satanás y sus ángeles aparecieron junto a ella y montaron guardia en torno del cuerpo de Moisés para que no fuera retirado de allí. Al acercarse Cristo y sus ángeles, Satanás resistió ese avance, pero fue obligado a retroceder por la gloria y el poder de Cristo y sus ángeles. El adversario reclamó el cuerpo de Moisés por causa de esa única transgresión; pero Cristo mansamente recurrió a su Padre al decir: “El Señor te reprenda”. Judas 9. Cristo dijo a Satanás que sabía que Moisés se había arrepentido humildemente de ese único error, que no había más manchas en su carácter, y que su nombre permanecía en los libros del cielo sin mácula alguna. Entonces el Señor resucitó el cuerpo de Moisés que el diablo había reclamado (La historia de la redención, pp. 177, 178).
Puesto que toda la economía ritual simbolizaba a Cristo, no tenía valor sin él. Cuando los judíos sellaron su decisión de rechazar a Cristo entregándole a la muerte, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias. Su carácter sagrado desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado. Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador. Al dar muerte a Cristo, los judíos destruyeron virtualmente su templo. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.
“En tres días lo levantaré”. A la muerte del Salvador, las potencias de las tinieblas parecieron prevalecer, y se regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. “Despojando los principados y las potestades, sacólos a la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo” (Colosenses 2:15). En virtud de su muerte y resurrección, pasó a ser “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre”. Hebreos 8:2 (El Deseado de todas las gentes, pp. 137, 138).
El plan de Dios, ideado para la salvación del hombre, disponía que Cristo conociera el hambre y la pobreza, y cada aspecto de la experiencia del hombre. Resistió a la tentación mediante el poder que puede tener el hombre. Se aferró del trono de Dios, y no hay un hombre o mujer que no pueda tener acceso a la misma ayuda mediante la fe en Dios. El hombre puede llegar a ser participante de la naturaleza divina. No vive una sola alma que no pueda pedir la ayuda del cielo en la tentación y la prueba. Cristo vino para revelar la fuente de su poder a fin de que el hombre nunca necesitara depender de sus capacidades humanas desvalidas.
Los que desean vencer deben esforzar al máximo cada facultad de su ser. Deben angustiarse sobre sus rodillas ante Dios, en procura del poder divino. Cristo vino para ser nuestro ejemplo y para hacernos saber que podemos ser participantes de la naturaleza divina. ¿Cómo? Habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Satanás no ganó la victoria sobre Cristo. No holló con su pie el alma del Redentor. No tocó la cabeza, aunque lastimó el talón. Con su propio ejemplo, Cristo puso en evidencia que el hombre puede mantenerse íntegro. Los hombres pueden tener un poder para resistir el mal: un poder que ni la tierra, ni la muerte, ni el infierno pueden vencer; un poder que los colocará donde pueden llegar a ser vencedores como Cristo venció. La divinidad y la humanidad pueden combinarse en ellos (Mensajes selectos, t. 1, pp. 478, 479).
Jueves
Miguel… y los ángeles que sepultaron a Moisés, descendieron del cielo después que permaneció en la tumba por algún tiempo y lo resucitaron para llevarlo al cielo.
Cuando Cristo y los ángeles se aproximaron a la tumba, Satanás y sus ángeles aparecieron junto a ella y montaron guardia en torno del cuerpo de Moisés para que no fuera retirado de allí. Al acercarse Cristo y sus ángeles, Satanás resistió ese avance, pero fue obligado a retroceder por la gloria y el poder de Cristo y sus ángeles. El adversario reclamó el cuerpo de Moisés por causa de esa única transgresión; pero Cristo mansamente recurrió a su Padre al decir: “El Señor te reprenda”. Judas 9. Cristo dijo a Satanás que sabía que Moisés se había arrepentido humildemente de ese único error, que no había más manchas en su carácter, y que su nombre permanecía en los libros del cielo sin mácula alguna. Entonces el Señor resucitó el cuerpo de Moisés que el diablo había reclamado (La historia de la redención, pp. 177, 178).
Puesto que toda la economía ritual simbolizaba a Cristo, no tenía valor sin él. Cuando los judíos sellaron su decisión de rechazar a Cristo entregándole a la muerte, rechazaron todo lo que daba significado al templo y sus ceremonias. Su carácter sagrado desapareció. Quedó condenado a la destrucción. Desde ese día los sacrificios rituales y las ceremonias relacionadas con ellos dejaron de tener significado. Como la ofrenda de Caín, no expresaban fe en el Salvador. Al dar muerte a Cristo, los judíos destruyeron virtualmente su templo. Cuando Cristo fue crucificado, el velo interior del templo se rasgó en dos de alto a bajo, indicando que el gran sacrificio final había sido hecho, y que el sistema de los sacrificios rituales había terminado para siempre.
“En tres días lo levantaré”. A la muerte del Salvador, las potencias de las tinieblas parecieron prevalecer, y se regocijaron de su victoria. Pero del sepulcro abierto de José, Jesús salió vencedor. “Despojando los principados y las potestades, sacólos a la vergüenza en público, triunfando de ellos en sí mismo” (Colosenses 2:15). En virtud de su muerte y resurrección, pasó a ser “ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que el Señor asentó, y no hombre”. Hebreos 8:2 (El Deseado de todas las gentes, pp. 137, 138).
El plan de Dios, ideado para la salvación del hombre, disponía que Cristo conociera el hambre y la pobreza, y cada aspecto de la experiencia del hombre. Resistió a la tentación mediante el poder que puede tener el hombre. Se aferró del trono de Dios, y no hay un hombre o mujer que no pueda tener acceso a la misma ayuda mediante la fe en Dios. El hombre puede llegar a ser participante de la naturaleza divina. No vive una sola alma que no pueda pedir la ayuda del cielo en la tentación y la prueba. Cristo vino para revelar la fuente de su poder a fin de que el hombre nunca necesitara depender de sus capacidades humanas desvalidas.
Los que desean vencer deben esforzar al máximo cada facultad de su ser. Deben angustiarse sobre sus rodillas ante Dios, en procura del poder divino. Cristo vino para ser nuestro ejemplo y para hacernos saber que podemos ser participantes de la naturaleza divina. ¿Cómo? Habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia. Satanás no ganó la victoria sobre Cristo. No holló con su pie el alma del Redentor. No tocó la cabeza, aunque lastimó el talón. Con su propio ejemplo, Cristo puso en evidencia que el hombre puede mantenerse íntegro. Los hombres pueden tener un poder para resistir el mal: un poder que ni la tierra, ni la muerte, ni el infierno pueden vencer; un poder que los colocará donde pueden llegar a ser vencedores como Cristo venció. La divinidad y la humanidad pueden combinarse en ellos (Mensajes selectos, t. 1, pp. 478, 479).
Viernes 13 de marzo
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Durante tres semanas Gabriel luchó con las potestades de las tinieblas, procurando contrarrestar las influencias que obraban sobre el ánimo de Ciro [...]. Todo lo que podía hacer el cielo en favor del pueblo de Dios fue hecho. Se obtuvo finalmente la victoria; las fuerzas del enemigo fueron mantenidas en jaque mientras gobernaron Ciro y su hijo Cambises” (PR 418, 419).
“¡Qué grande honor se le muestra a Daniel por parte de la Majestad del cielo! Dios consuela a su siervo tembloroso, y le asegura que su oración ha sido escuchada en el cielo. En respuesta a esta ferviente petición, el ángel Gabriel es enviado para influir sobre el corazón del monarca persa. El rey ha resistido las impresiones del Espíritu de Dios durante las tres semanas en que Daniel estaba ayunando y orando, pero el Príncipe del cielo, el arcángel Miguel, es enviado para cambiar el corazón del obstinado rey e inducirlo a tomar una medida resuelta en respuesta a la oración de Daniel” (ECFP 49).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Aunque no somos los primeros en la historia cristiana en ver esta verdad, como adventistas del séptimo día somos firmes defensores de la temática del “Gran Conflicto”, o la idea de que todo el univer-so es parte de una lucha épica entre Cristo y Satanás. Y creemos que cada ser humano participa activamente en este conflicto. Hay otros, incluso gente secular, que han hablado de la realidad de al-gún tipo de batalla en la que todos estamos inmersos. ¿Cuál ha sido tu experiencia en el Gran Conflicto? ¿Cómo lo has visto manifes-tarse en tu propia vida? ¿Qué aprendiste que podría ayudar a otros a luchar también?
2. Lee Efesios 6:10 al 18. Observa las imágenes militares explícitas que utiliza Pablo. ¿Qué “instrucciones de batalla” se nos dan a los que estamos inmersos en el Gran Conflicto?
3. En Daniel 10:11, por segunda vez (ver Dan. 9:23) se llama a Daniel hamudot, o “amado”. ¿Qué nos dice esto acerca del estrecho vín-culo, que llega a ser un vínculo emocional incluso, entre el cielo y la Tierra? Piensa en cuán radicalmente diferente es esta realidad en comparación con la cosmovisión atea común de gran parte del mundo moderno. ¿Qué esperanza nos ofrece esta mirada bíblica, como vemos en esta referencia a Daniel?
Notas EGW
Viernes
Alza tus ojos, “Vigilancia eterna”, p. 198.
Primeros escritos, “El amor de Dios por su pueblo”, pp. 39, 40.
Viernes
Alza tus ojos, “Vigilancia eterna”, p. 198.
Primeros escritos, “El amor de Dios por su pueblo”, pp. 39, 40.
Dios lo bendiga!!!
- MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 1
Lección 1
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Verso.
Enfoque del estudio:
Versos.
Introducción: Texto.
Temática de la lección:
1. Subtitulo1. Texto.
2. Subtitulo2. Texto.
Aplicación para la vida: Texto.
Parte II: COMENTARIO
Texto:
1. Subtitulo1.
Texto.
2. Subtitulo2.
Texto.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Texto.
Dios lo bendiga!!!
Gracias hermanos.
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