Lección 7:
ESPARCIENDO BUENAS NUEVAS
Textos clave y referencias:
Isaías 61:1-3; Lucas 4:16-21;
Profetas y reyes, cap. 58, p. 468.
Versículo para Memorizar:
“El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros”
(Isaías 61:1).
Mensaje:
Servimos a otros cuando les decimos que Jesús puede trarles gozo.
Isaías 61:1-3; Lucas 4:16-21;
Profetas y reyes, cap. 58, p. 468.
Versículo para Memorizar:
“El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros”
(Isaías 61:1).
Mensaje:
Servimos a otros cuando les decimos que Jesús puede trarles gozo.
¿Has escuchado a alguien contar acerca de algo que hizo, que era muy importante para él o ella y que lo/la entusiasmó? Quizá pensaste: “Yo también quiero hacer eso algún día”. Jesús desea que cada uno de nosotros sigamos su ejemplo llevando las buenas nuevas a otros.
Jesús caminaba por el polvoriento camino hacia la sinagoga de Nazaret. Había viajado muchas veces por el mismo camino desde su infancia para unirse al resto del pueblo en el culto sabático. Sin embargo, esta ocasión era algo diferente. Ya no era solo el hijo amable y ayudador del carpintero José.
Había cumplido 30 años, había sido bautizado por su primo Juan, había sido tentado en el desierto por el diablo y ahora regresaba a Galilea para comenzar su ministerio. Sí, ahora las cosas eran diferentes. Era el momento de revelar a la gente la razón por la cual estaba en esta tierra. Era el momento de ofrecerles las buenas noticias.
Jesús se sentó con otros adoradores alrededor de la plataforma de lectura en la sinagoga. Cuando llegó su turno, se puso de pie para leer y alguien le alcanzó el rollo de Isaías. Jesús recorrió con la vista las muy conocidas palabras hasta que llegó al pasaje que quería. Con voz clara y amable, pero con autoridad, leyó: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a pregonar el año del favor del Señor” (Lucas 4:18, 19).
Los ojos de todos estaban fijos en Jesús mientras él envolvía el rollo; luego se lo devolvió al ayudante y se sentó.
—Hoy —dijo— se cumple esta escritura en presencia de ustedes (vers. 21). Aquel día a la gente no le agradó escuchar esta buena noticia. Antes de que una persona pueda estar contenta por la sanidad, la libertad del cautiverio y la liberación de la oscuridad, debe sentir necesidad por esa libertad.
En el tiempo de Jesús muchos de los judíos no sentían necesidad de lo que Jesús les ofrecía, por eso perdieron lo bueno de esas buenas noticias.
Así es como sucede siempre. Algunas personas comprenden que Jesús les trae gozo, libertad y sanidad tan pronto como escuchan las buenas noticias. Otras no lo comprenden. Pero Jesús anduvo aldea por aldea, sanando y esparciendo las buenas noticias. Él esperaba que sus discípulos hicieran lo mismo. Los envío de dos en dos y ellos también esparcieron las buenas noticias. Libertaron a muchos cautivos de la oscuridad de Satanás cuando echaron fuera demonios y sanaron enfermos. Muchos hogares y muchas aldeas se llenaron de gozo.
El mundo de hoy necesita buenas noticias. Satanás está muy ocupado, trabajando para desalentar y herir a la raza humana. La tristeza y el temor envuelven los corazones de las personas como cadenas que atan a los prisioneros. Jesús vino para traer buenas noticias, para desatar esas cadenas y libertarnos.
La buena noticia es que Jesús vino a esta tierra para salvarnos de nuestros pecados. Él dijo:
—¡Yo vengo para mostrarles bondad! ¡Les daré consuelo! ¡Les traeré alegría y gozo! ¡Yo los libertaré!
Esa es la buena noticia que cada persona, en todo lugar, necesita escuchar, no importa si la comprende o no. Y nosotros, los que amamos a Jesús, necesitamos compartir estas buenas noticias. Eso fue lo que Jesús vino a hacer y eso es lo que él desea que nosotros hagamos.
¿Qué puedes hacer hoy para ser un “portador de buenas noticias” al mundo que te rodea? Dios otorgó a cada uno una forma peculiar para compartir su mensaje. Tu forma puede ser diferente a la forma de tus amigos. Si no estás seguro de la forma que Jesús quiere que uses, conversa con él. Puedes elevar una oración como esta: “Querido Jesús, gracias por salvarme. Gracias porque te preocupas por cada problema de mi vida y me puedes hacer feliz. Muéstrame la forma en que debo compartir tus buenas noticias con las personas que me rodean. Mora en mi corazón para que pueda comprender la forma en que deseas que esparza tu alegría en el mundo”.
Dios lo bendiga!!!
Aok
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