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Intermediarios | Lección 10: Mudándose a nuestro vecindario | 4to Trimestre 2023 | Año D

Intermediarios | Lección 10: Mudándose a nuestro vecindario | 4to Trimestre 2023 | Año D

Lección 10:
MUDÁNDOSE A NUESTRO VECINDARIO


Intermediarios | Lección 10: Mudándose a nuestro vecindario | 4to Trimestre | Año D



Textos clave y referencias:
Juan 1:1-14;
El Deseado de todas las gentes, cap. 1, pp. 14-16.

Versículo para Memorizar:
“Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros”
(Juan 1:14).

Mensaje:
Jesús vino para mostrarnos que Dios nos ama.


¿Te has mudado alguna vez a una casa nueva? ¿Te preocupaste pensando si te aceptarían en el nuevo vecindario? Quizás alguna persona nueva se está trasladando a tu vecindario. ¿Cómo reaccionas para hacer nuevos amigos?

El sonido de la pluma de Juan sobre el pergamino se detuvo repentinamente. Una vez más sintió la necesidad de pensar detalladamente acerca de lo que estaba tratando de comunicar. “Ya expliqué por qué Jesús era el Verbo, el mensaje de luz y vida que Dios envió —musitó Juan—. Creo que ya está claro. Pero ahora, para la próxima parte...”.

Nuevamente Juan jugó con su pluma mientras pensaba. Él era el único discípulo que permanecía vivo, el último de los que habían caminado, conversado, comido y vivido con Jesús. Estaba escribiendo lo que había visto y oído antes de que fuera demasiado tarde, antes de que su testimonio desapareciera para siempre. Era muy importante que escogiera las palabras correctas para comunicar con exactitud a los que nunca lo habían conocido en persona, a los que no sabían quién era Jesús.

“Si, él era Dios —pensó Juan—. Fue el Dios que creó el mundo con su poder y su palabra. El que siempre era y siempre había sido. Pero luego tomó decisión. Decidió dejar el esplendor del cielo para bajar a esta tierra. Se hizo hombre”.


Juan levantó la pluma y la mojó. El Verbo, el mensaje de quién era Dios, tomó forma humana y se convirtió en un hombre. “El Verbo se hizo carne”, escribió en el pergamino.
“Pero era mucho más que convertirse en un ser humano —pensó Juan—. Era una persona muy diferente. Las personas reaccionaban hacia él de una forma como nunca antes habían reaccionado con nadie. Grandes multitudes lo seguían a todas partes donde iba. Lo invitaban a fiestas. Le traían los niños para que los bendijera. Lo amaban. Y él los amaba a ellos. Era Dios, pero también era como uno de nosotros”.

Juan recordó algunos de los milagros que había visto realizar a Jesús. El primero fue en una boda, en Caná. ¿De quién era la boda? Ni siquiera podía recordarlo. Pero recordaba la gran preocupación que se advertía en el rostro de María cuando fue a decirle a Jesús que el jugo de uva se había agotado. La fiesta estaba a punto de interrumpirse. El anfitrión estaría avergonzado. Pero Jesús no quería ver a nadie sufriendo ni avergonzado, de modo que salvó la fiesta convirtiendo el agua en vino. Ahora todo continuaría su rumbo.


Luego Juan recordó el momento en que Jesús resucitó al hijo de la viuda. Eso ocurrió en Naín. Esa pobre mujer estaba tan afligida que Jesús fue conmovido por su tristeza. De modo que le devolvió a su hijo.


Más tarde en Betania su buen amigo Lázaro había muerto. Jesús también lo resucitó, pero no antes de derramar algunas lágrimas, como si Lázaro fuera parte de su familia. Los que presenciaron toda la escena comentaron lo mucho que Jesús amaba a Lázaro.

“Sí, él nos amaba —pensó Juan—. No importaba la persona ni el lugar. Él era uno de nosotros, y no había mejor manera de mostrarnos cuánto nos amaba Dios que convirtiéndose en uno de nosotros y viviendo con nosotros, sintiendo nuestra tristeza, sanando nuestro dolor, compartiendo nuestro gozo y luego muriendo en una cruz por nuestros pecados. También nos dijo que si lo habíamos visto a él, habíamos visto al Padre. Por supuesto, después de conocer a Jesús, era imposible no creer que Dios nos amaba también. Al vivir con nosotros Jesús nos demostró cómo es Dios realmente”. Juan mojó su pluma nuevamente y leyó lo que ya había escrito:
“El Verbo se hizo carne”. “Sí —pensó Juan—, y aún más”. “Y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).

“Todavía me maravillo —pensó Juan—. Dios nos amó tanto que tomó forma humana y vino a vivir y a ser uno de nosotros para que podamos tener una comprensión más clara de cuánto nos ama Dios. Ciertamente eso es gracia”.


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Dios lo bendiga!!!

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