Lección 6: La hora de su juicio | Los tres mensajes cósmicos | Escuela Sabática 2T 2023
Lección 6: Para el 6 de mayo de 2023
LA HORA DE SU JUICIO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 8; 9; Esdras 7; Mateo 3:13-17; Romanos 5:6-9; Marcos 15:38; Levítico 16:16.
PARA MEMORIZAR:
“Y hagan esto conociendo el tiempo, que ya es hora de levantarnos del sueño; pues ahora nuestra salvación está más cerca que cuando creímos. La noche está muy avanzada; el día casi ha llegado. Desechemos las obras de las tinieblas y vistámonos las armas de luz” (Rom. 13:11, 12).
Hace varios años, la revista National Geographic informó de un incendio forestal en el Parque Nacional Yellowstone, en los Estados Unidos. Cuando se extinguió, los guardabosques subieron a una montaña para evaluar los daños. Un guardabosques encontró un pájaro literalmente reducido a cenizas en la base de un árbol. Consternado por la espeluznante escena, tumbó el ave con un palo.
Al tocarla, tres diminutos pajaritos se escabulleron de debajo de las alas de su madre muerta. La madre amorosa, muy consciente del desastre inminente, había llevado a sus pichones a la base del árbol y los había reunido bajo sus alas. Ella podría haber volado para salvarse, pero se rehusó a abandonar a sus bebés. ¡Qué imagen del creyente, que está a salvo en Cristo, gracias a su sacrificio!
Los fuegos del juicio de Dios se consumieron sobre él, en el Calvario, y todos los que están en Cristo están a salvo para siempre bajo sus alas. En la Cruz, Cristo fue juzgado como un pecador condenado a fin de que nosotros pudiéramos ser juzgados como ciudadanos justos del Reino celestial. Él fue juzgado como un criminal con la intención de que nosotros pudiéramos ser liberados de los fuegos destructivos de la pérdida eterna, tanto en sentido figurado como literal.
Sábado
Formamos parte de la gran tela de la humanidad, y una influencia pasa de uno a otro, no solo en la iglesia, pues la familia del cielo y de la tierra se amalgaman a fin de que Cristo pueda llegar a ser un poder en el mundo. Todas las joyas de la verdad concedidas a los patriarcas y profetas que se han ido acumulando de era en era y de generación en generación, deben reunirse ahora como la herencia que se nos ha confiado…
El pueblo de Dios de la actualidad tiene todos los privilegios y oportunidades de las generaciones pasadas, y mucho más luz que le puede conferir más poder para la obra de Dios, que el que han tenido las generaciones precedentes. Estas ventajas requieren que se produzcan los correspondientes dividendos. Nuestros esfuerzos para abrir el camino delante de los demás deben estar en armonía con los tesoros celestiales que poseemos.
El Señor se acerca. Las inteligencias celestiales, unidas con las influencias santificadas de la tierra, deben proclamar el mensaje del tercer ángel y dar esta advertencia: “El fin de todas las cosas se acerca”. “Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará”. Hebreos 10:37. Hay que preparar a un pueblo para que esté en pie en el día del Señor, y para que, habiendo acabado todo pueda prevalecer (Cada día con Dios, p. 168).
La noche ha pasado, y ha llegado el día: echemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Romanos 13:12…
La venida del Señor se acerca. Tenemos tan solo poco tiempo para prepararnos. Si se desperdician las preciosas oportunidades, resultará en una pérdida eterna. Necesitamos una relación más estrecha con Dios. No estamos a salvo por un solo instante, a menos que seamos dominados y guiados por el Espíritu Santo…
La vida es corta. Las cosas del mundo perecerán con quienes las usan. Seamos sabios y edifiquemos para la eternidad. No podemos permitirnos perder nuestros momentos preciosos, o emprender actividades que no producirán fruto para la eternidad. El tiempo que hasta ahora hemos dedicado al ocio, a la frivolidad, a la mundanalidad, debe emplearse para obtener un conocimiento de las Escrituras, en hermosear nuestra vida, en bendecir y ennoblecer la vida y el carácter de otros. Esta obra recibirá la aprobación de Dios, y ganará para nosotros la bendición celestial del “Bien hecho” (Nuestra elevada vocación, p. 189).
El poder omnipotente del Espíritu Santo es la defensa de toda alma contrita. Cristo no permitirá que pase bajo el dominio del enemigo quien haya pedido su protección con fe y arrepentimiento. Es verdad que Satanás es un ser fuerte; pero, gracias a Dios, tenemos un Salvador poderoso que arrojó del cielo al maligno. Satanás se goza cuando engrandecemos su poder. ¿Por qué no hablamos de Jesús? ¿Por qué no magnificamos su poder y su amor? (El ministerio de curación, pp. 62, 63).
LA PURIFICACIÓN DEL SANTUARIO
Como ya hemos visto, debe haber un juicio antes de que Cristo venga. El ángel anuncia en alta voz que “ha llegado la hora de su juicio” (Apoc. 14:7). El libro de Daniel nos indica el momento en que este juicio comienza.
Daniel 8:14. ¿Qué plazo específico nos da Daniel con respecto a la
purificación del Santuario?
Todo judío entendía claramente el significado de la purificación del Santuario terrenal. Ocurría en el Día de la Expiación, que era el día del juicio. Aunque Daniel entendía el concepto de la purificación del Santuario y del juicio, estaba confundido acerca de estos 2.300 días.
Lee Daniel 8:27; y 9:21 y 22. ¿Cuál fue la respuesta de Daniel a la visión de los 2.300 días, y qué le respondió Dios a él?
Al final de Daniel 8, Daniel desfalleció y exclamó: “Quedé espantado acerca de la visión y no la entendía” (Dan. 8:27). Es decir, la visión de los 2.300 días (él ya había recibido explicación del resto de la visión; ver Dan. 8:19-22). El siguiente capítulo, Daniel 9, registra la aparición del ángel Gabriel para explicar a Daniel la profecía de los 2.300 días. “ ‘Daniel, ahora he venido para darte sabiduría y entendimiento’ ” (Dan. 9:22).
Gabriel sorprende a Daniel, ya que le revela una respuesta a su oración mucho más amplia de lo que nunca imaginó. El ángel Gabriel llevó a Daniel a recorrer el tiempo, y entonces le reveló la verdad acerca del Mesías venidero y le dio las fechas exactas del comienzo de su ministerio y su muerte cruel, acontecimientos que se relacionan directamente con la purificación del Santuario, en Daniel 8. En otras palabras, la muerte de Cristo y el Juicio están inseparablemente ligados.
■ ¿Por qué es significativo que la muerte de Jesús, según se revela en Daniel 9:24 al 27, esté directamente relacionada con el Juicio, en Daniel 8:14? ¿Qué gran verdad se enseña aquí mediante este vínculo?
Domingo
Satanás ha inducido a muchos a creer que las porciones proféticas de los escritos de Daniel y de Juan el revelador no pueden comprenderse. Pero se ha prometido claramente que una bendición especial acompañará el estudio de esas profecías. “Entenderán los entendidos” (Daniel 12:10), fue dicho acerca de las visiones de Daniel cuyo sello iba a ser quitado en los últimos días; y acerca de la revelación que Cristo dio a su siervo Juan para guiar al pueblo de Dios a través de los siglos, se prometió: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas”. Apocalipsis 1:3 (Profetas y reyes, p. 402).
Después de mandar a Daniel que “entienda” “la palabra” y que alcance inteligencia de “la visión”, las primeras palabras del ángel son: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad”.
La palabra traducida aquí por “determinadas”, significa literalmente “descontadas”. El ángel declara que setenta semanas, que representaban 490 años, debían ser descontadas por pertenecer especialmente a los judíos. ¿Pero de dónde fueron descontadas? Como los 2,300 días son el único período de tiempo mencionado en el capítulo octavo, deben constituir el período del que fueron descontadas las setenta semanas; las setenta semanas deben por consiguiente formar parte de los 2,300 días, y ambos períodos deben comenzar juntos. El ángel declaró que las setenta semanas datan del momento en que salió el edicto para reedificar a Jerusalén. Si se puede encontrar la fecha de aquel edicto, queda fijado el punto de partida del gran período de los 2,300 días (El conflicto de los siglos, pp. 325, 326).
Mediante este servicio anual le eran enseñadas al pueblo importantes verdades acerca de la expiación. En la ofrenda por el pecado que se ofrecía durante el año, se había aceptado un substituto en lugar del pecador; pero la sangre de la víctima no había hecho completa expiación por el pecado. Solo había provisto un medio en virtud del cual el pecado se transfería al Santuario… El día de la expiación, el sumo sacerdote… entraba en el Lugar Santísimo con la sangre, y la rociaba sobre el propiciatorio, encima de las tablas de la ley. En esa forma los requerimientos de la ley, que exigían la vida del pecador, quedaban satisfechos. Entonces, en su carácter de mediador, el sacerdote tomaba los pecados sobre sí mismo, y salía del Santuario llevando sobre sí la carga de las culpas de Israel. A la puerta del tabernáculo ponía las manos sobre la cabeza del macho cabrío símbolo de Azazel, y confesaba “sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, y todas sus rebeliones, y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío”. Y cuando el macho cabrío que llevaba estos pecados era conducido al desierto, se consideraba que con él se alejaban para siempre del pueblo. Tal era el servicio verificado como “bosquejo y sombra de las cosas celestiales”. Hebreos 8:5 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 369, 370).
LOS 2.300 DÍAS Y EL TIEMPO DEL FIN
Lee Daniel 8:17, 19 y 26. ¿A qué período declara el ángel que se aplica la visión de Daniel 8 y los 2.300 días, y por qué es importante entender eso?
Algunos argumentan que los 2.300 días son días literales. También creen que este cuerno pequeño de Daniel 8 se aplica al comandante militar seléucida Antíoco Epífanes (216 a.C.-164 a.C.), que atacó Jerusalén y profanó el Templo judío, a pesar de que estos 2.300 días no se ajustan ni siquiera a su marco temporal. Sin embargo, esta interpretación es contraria a la clara instrucción del ángel de que la visión se aplica al “tiempo del fin”. Antíoco ciertamente no vivió en el tiempo del fin.
En Daniel 8, Gabriel comienza su explicación de la profecía de los 2.300 días. Menciona al carnero como representante de Medopersia y al macho cabrío como representante de Grecia (Dan. 8:20, 21). Aunque no se la nombra, al igual que los dos poderes anteriores, la siguiente entidad, el cuerno pequeño, es obviamente Roma (Dan. 8:9, 23, 24). Luego describe una especie de fase religioso-política de Roma, que “ech[aría] por Tierra la verdad” (Dan. 8:10-12, 25) e interferiría con el ministerio celestial de Cristo (Dan. 8, 10, 12). La purificación del Santuario en Daniel 8:14, el punto culminante del capítulo, es la respuesta de Dios al desafío de los poderes terrenales y religiosos que han intentado usurpar la autoridad de Dios. Es parte de la solución divina de Dios al problema del pecado.
Gabriel está listo para explicar los detalles en el calendario profético de Dios. Al final de Daniel 8, podemos ver claramente que Daniel no entendió la parte de la visión acerca de los 2.300 días (Dan. 8:27). La primera parte sobre el carnero, el macho cabrío y el cuerno pequeño, todo había sido explicado; incluso a los dos primeros poderes se los identifica claramente por nombre (Dan. 8:20, 21). Sin embargo, no se le explicó la purificación del Santuario.
El ángel Gabriel, que se presentó en Daniel 8, aparece ahora en Daniel 9 y le dice: “Tan pronto como empezaste a orar fue dada la respuesta, y yo he venido a enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la palabra, y entiende la visión” (Dan. 9:23). ¿Qué visión? Como veremos mañana, la visión de los 2.300 días, la única parte de la visión anterior, en Daniel 8, que aún no le había explicado a Daniel.
■ Gabriel mencionó que Daniel era “muy amado”. ¿Qué nos dice esto sobre el vínculo íntimo entre el Cielo y la Tierra?
Lunes
[S]in embargo Dios había mandado a su mensajero: “Haz que este entienda la visión”. Esa orden debía ser ejecutada. En obedecimiento a ella, el ángel, poco tiempo después, volvió hacia Daniel, diciendo: “Ahora he salido para hacerte sabio de entendimiento”; “entiende pues la palabra, y alcanza inteligencia de la visión”. Daniel 8:27, 16; 9:22, 23 (VM). Había un punto importante en la visión del capítulo octavo, que no había sido explicado, a saber, el que se refería al tiempo: el período de los 2,300 días; por consiguiente, el ángel, reanudando su explicación, se espacia en la cuestión del tiempo…
El ángel había sido enviado a Daniel con el objeto expreso de que le explicara el punto que no había logrado comprender en la visión del capítulo octavo, el dato relativo al tiempo: “Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el santuario” (El conflicto de los siglos, p. 325).
Así como los pecados del pueblo eran transferidos antiguamente, en forma figurada, al Santuario terrenal, por medio de la sangre de la ofrenda por el pecado, así nuestros pecados son, de hecho, transferidos al Santuario celestial por medio de la sangre de Cristo. Y así como la purificación típica del Santuario terrenal se llevaba a cabo mediante la remoción de los pecados que lo habían contaminado, así la limpieza real del Santuario celestial se cumplirá mediante la remoción de los pecados que están registrados allí. Esto requiere un examen de los libros de registro para determinar quiénes, por medio del arrepentimiento del pecado y la fe en Cristo, están en condiciones de recibir los beneficios de su expiación. La purificación del Santuario por lo tanto implica un juicio investigador. Esa obra debe realizarse antes de la venida de Cristo para redimir a su pueblo, porque cuando él venga traerá su galardón con él “para recompensar a cada uno según sea su obra”. Apocalipsis 22:12.
Así los que siguieron la luz de la palabra profética vieron que en vez de venir a la tierra al término de los 2,300 días en 1844, Cristo había entrado en el Lugar Santísimo del Santuario celestial, a la presencia de Dios, para realizar la obra final de expiación, preparatoria para su venida (La historia de la redención, pp. 396, 397).
Debemos trabajar mientras dure el día, porque cuando llegue la tenebrosa noche de tribulaciones y angustias, será demasiado tarde para trabajar por Dios. Jesús está en su santo templo y ahora aceptará nuestros sacrificios, nuestras oraciones y la confesión de nuestras faltas y pecados, y perdonará todas las transgresiones de Israel, a fin de que queden borradas antes de salir él del Santuario. Entonces los santos y justos seguirán siendo santos y justos, porque todos sus pecados habrán quedado borrados, y ellos recibirán el sello del Dios vivo; pero quienes sean injustos e impuros, seguirán siendo también injustos e impuros, porque ya no habrá en el Santuario sacerdote que ofrezca ante el trono del Padre las oraciones, sacrificios y confesiones de ellos (Primeros escritos, p. 48).
LA INSTRUCCIÓN DEL ÁNGEL A DANIEL
Lee Daniel 9:23. ¿Qué instrucción específica da el ángel a Daniel? ¿Por qué
esto es importante para entender el significado de la purificación del
Santuario en Daniel 8:14?
El ángel claramente instruyó a Daniel: “Entiende, pues, la palabra, y entiende la visión” (Dan. 9:23). ¿Qué palabra y qué visión? Debido a que no se registra ninguna visión en Daniel 9, el ángel Gabriel debió haber estado hablando de la porción de la visión de Daniel 8 que el profeta no entendió, la visión de los 2.300 días (Dan. 8:27).
Gabriel sigue en Daniel 9:24 al 27. ¿De qué acontecimientos de la vida y el ministerio de Jesús está hablando?
La primera parte de esta profecía se refiere al pueblo de Dios, los judíos. “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo”, la nación judía (Dan. 9:24). En la profecía bíblica, un día profético es igual a un año literal (Eze. 4:6; Núm. 14:34). En Daniel y Apocalipsis, cuando hay imágenes simbólicas, generalmente también hay una profecía de tiempo simbólica. Una de las maneras en que podemos estar seguros de que el principio de día-año de la profecía se aplica aquí es que cuando lo usamos en la profecía de Daniel, cada evento en la línea de tiempo se presenta perfectamente (ver la lección de mañana). Si aplicamos este principio, 70 semanas se componen de 490 días. Puesto que un día profético equivale a un año literal, 490 días son 490 años literales.
Gabriel le dice a Daniel que 70 semanas (490 años) están “determinadas” (el significado literal de la palabra hebrea chathak es “cortadas”). ¿Cortadas de qué? Podría ser de la única profecía a la que se alude aquí: los 2.300 días de Daniel 8:14. Estos 490 años, una profecía de tiempo, están directamente relacionados con la profecía del tiempo de Daniel 8:14, la única parte de la visión que quedó sin explicar en Daniel 8 y también la única profecía de tiempo en Daniel 8. Así, podemos ver que Gabriel, con esta profecía, viene a ayudar a Daniel a entender lo que no entendió en el capítulo anterior: los 2.300 días.
Martes
El Cielo se inclina para oír la ferviente súplica del profeta. Aun antes que haya terminado su ruego por perdón y restauración, se le aparece de nuevo el poderoso Gabriel y le llama la atención a la visión que había visto antes de la caída de Babilonia y la muerte de Belsasar. Y luego le esboza en detalle el período de las setenta semanas, que había de empezar cuando fuese dada “la palabra para restaurar y edificar a Jerusalem”. Daniel 9:25.
La oración de Daniel fue elevada “en el año primero de Darío” (vers. 1), el monarca medo cuyo general, Ciro, había arrebatado a Babilonia el cetro del gobierno universal. El reinado de Darío fue honrado por Dios. A él fue enviado el ángel Gabriel, “para animarlo y fortalecerlo”. Daniel 11:1. Cuando murió, más o menos unos dos años después de la caída de Babilonia, Ciro le sucedió en el trono, y el comienzo de su reinado señaló el fin de los setenta años iniciados cuando la primera compañía de hebreos fue llevada de Judea a Babilonia por Nabucodonosor (Profetas y reyes, 408).
Transcurrido “el tiempo” —las sesenta y nueve semanas del capítulo noveno de Daniel, que debían extenderse hasta el Mesías, “el Ungido”— Cristo había recibido la unción del Espíritu después de haber sido bautizado por Juan en el Jordán, y el “reino de Dios” que habían declarado estar próximo, fue establecido por la muerte de Cristo. Este reino no era un imperio terrenal como se les había enseñado a creer. No era tampoco el reino venidero e inmortal que se establecerá cuando “el reino, y el dominio, y el señorío de los reinos por debajo de todos los cielos, será dado al pueblo de los santos del Altísimo”; ese reino eterno en que “todos los dominios le servirán y le obedecerán a él”. Daniel 7:27 (El conflicto de los siglos, pp. 346, 347).
En nuestra época, tal como ocurriría en los días de Cristo, puede haber una comprensión e interpretación errónea de las Escrituras. Si los judíos hubieran estudiado las Escrituras con fervor y con oración, su investigación los habría recompensado con un verdadero conocimiento del tiempo, y no solo del tiempo, sino también de la manera en la cual Cristo aparecería. No habrían confundido la gloriosa segunda venida de Cristo con su primer advenimiento. Tenían el testimonio de Daniel; tenían el testimonio de Isaías y de otros profetas, tenían las enseñanzas de Moisés; y ahí estaba Cristo en medio de ellos, y ellos todavía investigaban las Escrituras en busca de evidencias concernientes a su venida…
Y muchos están haciendo la misma cosa hoy, en 1897, porque no tienen experiencia en el mensaje probatorio comprendido en los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Hay quienes investigan las Escrituras en busca de pruebas que digan que esos mensajes se encuentran en el futuro. Captan la verdad de los mensajes pero fallan en darles el lugar que les corresponde en la historia profética… No conocen las señales de la venida de Cristo ni del fin del mundo (El evangelismo, pp. 444, 445).
EL MESÍAS “CORTADO”
Gabriel comenzó esta profecía de 490 años con un acontecimiento que era extremadamente importante para Daniel y para los judíos: la orden de restaurar y construir Jerusalén. Aunque se habían aprobado varios decretos relativos a Jerusalén, en Esdras 7 descubrimos que el decreto aprobado en 457 a. C. permitió que los judíos no solo volvieran a su tierra natal, sino también se establecieran como una comunidad religiosa (ver Esd. 7:13, 27).
Es importante notar que el decreto de Artajerjes se emitió en el otoño de 457 a.C. A partir de este decreto, en 457 a.C., hasta el Mesías, según Daniel, habría 69 semanas, o 483 años. Si comenzamos en 457 a.C. y avanzamos en la línea de tiempo de la historia, llegamos a 27 d.C.
La palabra Mesías significa “El Ungido”. En el año 27 d.C., Jesucristo, el Mesías, se bautizó. (Ver Mat. 3:13-17). Daniel predijo con cientos de años de anticipación el año exacto del bautismo de Cristo, el momento en que Jesús comenzaría sus tres años y medio de ministerio.
Lee Romanos 5:6 al 9, junto con Daniel 9:26. ¿Qué grandes verdades se revelan aquí?
“Después de las sesenta y dos semanas le quitarán la vida al Mesías, y nada le quedará” (Dan. 9:26). El Mesías sería “cortado”, o crucificado. El versículo agrega “Y nada le quedará”. En otras palabras, la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario fue para nosotros, no para sí mismo, por lo que Pablo pudo escribir: “Pero Dios demuestra su amor hacia nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Rom. 5:8).
En Daniel 9:27, leemos que a mitad de la semana, los últimos siete años, Cristo “har[ía] cesar el sacrificio y la ofrenda”. A la mitad de esta semana setenta, en el año 31 d.C., Cristo confirmó el Pacto eterno con su sangre al morir en la Cruz, y el sistema de sacrificios perdió todo significado profético.
Estas profecías revelan que Cristo, el Mesías, sería crucificado y haría que el sistema de sacrificios perdiera su importancia profética, en la primavera del año 31 d.C. Estas predicciones se cumplieron en cada detalle. Exactamente en la Pascua, cuando el sumo sacerdote ofrecía el cordero pascual, Cristo fue sacrificado por nosotros.
■ Lee Marcos 15:38; y Mateo 3:15 y 16, teniendo en mente lo que acabas de leer. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a entender la profecía de Daniel 9:24 al 27?
Miércoles
El tiempo en que iban a producirse el primer advenimiento y algunos de los principales acontecimientos relacionados con la vida y la obra del Salvador, fue comunicado a Daniel por el ángel Gabriel. Dijo este: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para acabar la prevaricación, y concluir el pecado, y expiar la iniquidad; y para traer la justicia de los siglos, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Daniel 9:24… Las setenta semanas, o 490 días, representan 490 años. El punto de partida de este plazo se da así: “Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalem hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas” (Daniel 9:25), es decir 69 semanas, o 483 años. La orden de reedificar a Jerusalén, según la completó el decreto de Artajerjes Longímano (véase Esdras 6:14; 7:1, 9), entró en vigencia en el otoño del año 457 ant. de J.C. Desde esa fecha, 483 años llegan hasta el otoño del año 27 de nuestra era. De acuerdo con la profecía, ese plazo debía llegar hasta el Mesías, o Ungido. En el año 27 de nuestra era, Jesús recibió, en ocasión de su bautismo, el ungimiento del Espíritu Santo, y poco después comenzó su ministerio. Se proclamó entonces el mensaje: “El tiempo es cumplido”. Marcos 1:15 (Profetas y reyes, pp. 514, 515).
Durante siete años después que el Salvador iniciara su ministerio, el evangelio iba a ser predicado especialmente a los judíos; por Cristo mismo durante tres años y medio, y después por los apóstoles. “A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda”. Daniel 9:27. En la primavera del año 31 de nuestra era, Cristo, el verdadero Sacrificio, fue ofrecido en el Calvario. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, por lo cual se demostró que dejaban de existir el carácter sagrado y el significado del servicio de los sacrificios. Había llegado el momento en que debían cesar el sacrificio y la oblación terrenales.
Aquella semana, o siete años, terminó en el año 34 de nuestra era. Entonces, al apedrear a Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazamiento del evangelio (Profetas y reyes, p. 515).
Más allá de la cruz del Calvario, con su agonía y vergüenza, Jesús miró hacia el gran día final, cuando el príncipe de las potestades del aire será destruido en la tierra durante tanto tiempo mancillada por su rebelión…
En lo venidero, los seguidores de Cristo habían de mirar a Satanás como a un enemigo vencido. En la cruz, Cristo iba a ganar la victoria para ellos; deseaba que se apropiasen de esa victoria. “He aquí —dijo él— os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”…
El Salvador está junto a los suyos que son tentados y probados. Con él no puede haber fracaso, pérdida, imposibilidad o derrota; podemos hacer todas las cosas mediante Aquel que nos fortalece (El Deseado de todas las gentes, p. 455).
EL AÑO 1844
Los primeros 490 años de la profecía de los 2.300 años fueron designados especialmente para la nación judía de la antigüedad y para la venida del Mesías. La última parte de los 2.300 años guarda relación con el pueblo de Dios, tanto judío como gentil, junto con la purificación del Santuario celestial y, finalmente, la segunda venida de Cristo.
Los primeros 490 años se aplican al primer advenimiento del Mesías y culminaron en el año 34 d.C. Si le restamos 490 años a los 2.300 años, nos quedan 1.810 años. Esta segunda parte de 1.810 años se aplica al pueblo de Dios. Si comenzamos en el año 34 d.C. y agregamos 1.810 años, llegamos al año 1844 d.C.
A la luz de la purificación o restauración de la verdad acerca del Santuario y el juicio celestial en el tiempo del fin, Dios hace su llamado final a toda la humanidad en Apocalipsis 14:6 y 7 instándola a que responda a su amor, acepte su gracia, y lleve una vida piadosa y de obediencia.
Lee Levítico 16:16. ¿Cuál fue la razón de la purificación del Santuario, y
qué nos enseña esto acerca del evangelio?
Debido a los pecados del pueblo, las iniquidades del pueblo, el Santuario tenía que purificarse, y esto solo se llevaba a cabo con la sangre de los animales. Con nosotros sucede igual. Necesitamos un Salvador, cuya vida está simbolizada por los animales sacrificados en el Día de la Expiación, como la única manera de salir airosos del Juicio.
Lee Levítico 23:26 al 29. ¿Qué mandó hacer Dios a su pueblo en ese día de juicio, y qué debería significar eso para nosotros hoy?
Los israelitas debían afligir su alma (Lev. 23:32, RVR1960). Esta expresión indica que debían humillarse y examinar el corazón, confesar los pecados, arrepentirse, y pedir a Dios que los limpie, así como el sumo sacerdote estaba purificando el Santuario terrenal.
■ Los capítulos proféticos de Daniel 7 al 9 y Apocalipsis 14 se centran especialmente en los llamados urgentes de la hora del Juicio para prepararse. Desde 1844, hemos estado viviendo en la hora del Juicio, y el mensaje de Apocalipsis del primer ángel proclama: “ha llegado la hora de su juicio” (Apoc. 14:7). Entonces, ¿cómo afligimos hoy nuestra alma?
Jueves
Cuando terminaron los 2,300 días en 1844, por muchos siglos no había habido Santuario en la tierra; por lo tanto, el Santuario de los cielos es el que debe de haber sido mencionado en la declaración: “Hasta 2,300 tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Pero, ¿cómo podía necesitar purificación el Santuario celestial? Al volver a las Escrituras, los estudiosos de la profecía descubrieron que esa purificación no se refería a impurezas materiales, puesto que se lo debía hacer con sangre, y por consiguiente debía de ser una purificación del pecado. Así dice el apóstol: “Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así [con sangre de animales]; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos [la misma preciosa sangre de Cristo]”. Hebreos 9:23.
Para saber más acerca de la purificación señalada por la profecía, era necesario comprender el ministerio que se lleva a cabo en el Santuario celestial. Esto se podía lograr solo estudiando el ministerio que se realizaba en el Santuario terrenal, pues Pablo declara que los sacerdotes que oficiaban allí servían “a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales”. Hebreos 8:5 (La historia de la redención, pp. 395, 396).
Nuestra posición es como la de los israelitas durante el día de la expiación. Cuando el sumo sacerdote entraba en el Lugar Santísimo, que representaba el lugar donde nuestro Sumo Sacerdote intercede en la actualidad, y rociaba la sangre expiatoria sobre el asiento de la misericordia, afuera no se ofrecía ningún sacrificio propiciatorio. Mientras el sacerdote intercedía delante de Dios, cada corazón debía inclinarse contrito y suplicar el perdón de sus transgresiones.
En la muerte de Cristo, el Cordero inmolado por los pecados del mundo, el símbolo se encontró con la realidad. Nuestro gran Sumo Sacerdote fue constituido en el único sacrificio de valor para nuestra salvación. Al ofrecerse sobre la cruz, se realizó una expiación perfecta por los pecados de los seres humanos. Actualmente nos encontramos en el atrio exterior, aguardando la bendita esperanza de la aparición gloriosa de nuestro Salvador y Señor Jesucristo. Afuera no se ha de ofrecer sacrificio alguno, porque el gran Sumo Sacerdote está llevando a cabo su obra en el Lugar Santísimo. Durante su intercesión como abogado nuestro, Cristo no necesita ninguna virtud humana ni mediación de nadie. Él es el único portador del pecado, la única ofrenda por el pecado. La oración y la confesión deben dirigirse solo a él, quien entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo. Salvará hasta lo sumo a todos los que acuden a él con fe (Exaltad a Jesús, p. 313).
Todos los que quieran conservar sus nombres en el libro de la vida, deberían ahora, en los pocos días que restan de su vida, afligir sus almas ante Dios con dolor por el pecado y con verdadero arrepentimiento. Debe realizarse un escudriñamiento profundo y fiel del corazón. La liviandad y el espíritu frívolo a los cuales se entregan tantos profesos cristianos deberían desecharse. A todos los que quieran subyugar las malas tendencias que pugnan por obtener la supremacía, les aguarda una ruda lucha. La obra de preparación es una tarea individual. No nos salvamos en grupos. La pureza y la devoción de uno no suplirá el deseo que tenga otro por adquirir esas cualidades… Cada uno debe ser probado, y encontrarse sin mancha, ni arruga, ni cosa semejante.
Solemnes son las escenas relacionadas con la obra final de la expiación. Los intereses implicados en ella son trascendentales. Ahora se está efectuando el juicio en el Santuario celestial… Nuestras vidas serán pasadas en revista ante la terrible presencia de Dios (Hijos e hijas de Dios, p. 357).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Esta es una manera rápida y fácil de ver la profecía de las 70 semanas de Daniel 9:24 al 27:
En primer lugar, las 70 semanas (Dan. 9:24).
Luego, las siete semanas y 62 semanas, o 69 semanas (Dan. 9:25) de las 70 semanas.
Luego la última semana, la número setenta (Dan. 9:27).
Y, por último, esa última semana se divide (“a la mitad de la semana” [Dan. 9:27]) en dos secciones de tres años y medio cada una.
Eso es todo. Setenta semanas, que se componen de 69 semanas y 1 semana. Y esa semana se divide por la mitad. Simplemente, vincula la fecha, 457 a.C. al principio, y con cálculos matemáticos sencillos llegamos a 1844 en la línea del tiempo.
Además, al hablar de los 2.300 días, Daniel 8 nunca dijo cuándo comenzaban los 2.300 días. “ ‘Hasta dos mil trescientos días de tardes y mañanas. Entonces el Santuario será purificado’ ” (Dan. 8:14). ¿Hasta dos mil trescientos días, a partir de cuándo? ¿Por qué no desde cuando Daniel tuvo la visión en sí, el “tercer año del reinado del rey Belsasar” (Dan. 8:1)?
Eso no funciona. La visión de Daniel 8 no incluía a Babilonia. Esta visión comenzó con acontecimientos posteriores, es decir, Medopersia, Grecia, Roma, hasta “el fin”. ¿Por qué datar un acontecimiento, la purificación del Santuario, que está en la visión, a partir de un evento, Babilonia, que no figura en la visión? La fecha de inicio para el punto culminante de la visión debe provenir desde dentro de la visión en sí, que comenzó con Medopersia y se extiende hasta “el fin”. Eso implica muchísimos años.
¿Cuándo comenzó? No se nos dice en Daniel 8. Se nos dice en Daniel 9.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En clase, analicen la estrecha relación entre el evangelio y el Juicio como se muestra en estas dos partes de lo que en realidad es una profecía. ¿Por qué el vínculo entre los dos es una buena noticia para nosotros? Esta relación, ¿cómo debería ayudarnos a disipar el miedo que muchos han tenido con respecto a la idea del Juicio?
2. Reflexionen sobre la verdad, revelada en Daniel 9:26, de que el Mesías es cortado, pero “nada le quedará”. ¿De qué está hablando? ¿Para quién fue cortado, y por qué?
3. Relean Levítico 16:16 y 23:26 al 29. Dialoguen sobre la razón de la purificación del Santuario (Lev. 16:16) y cómo se supone que debía actuar el pueblo cuando esto sucedía (Lev. 23:26-29). ¿Cuál es la relación entre lo que sucede aquí y lo que debería significar para nosotros hoy?
Viernes
En los lugares celestiales, “De todo vuestro corazón”, 21 de marzo, p. 89;
Mensajes selectos, t. 3, “La pretensión de impecabilidad”, pp. 403, 404.
LOS TRES MENSAJES CÓSMICOS
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Dios lo bendiga!!!
Lección 6
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Las matemáticas son una ciencia exacta. En las profecías de Daniel y Apocalipsis acerca del Juicio, el Espíritu Santo reveló a los profetas una prueba matemática muy específica de que se puede confiar en la Palabra de Dios. En la lección de esta semana, examinaremos algunas de estas pruebas.
Daniel g es uno de los capítulos más notables de toda la Biblia. Revela claramente el tiempo del bautismo de Jesús, su muerte en la Cruz y la proclamación del evangelio a los gentiles. Estas profecías no se dan simplemente en términos vagos o amplios. Al confrontarse con la exactitud de estas profecías, muchos escépticos, al comprender su importancia, se han convertido en seguidores comprometidos de Jesús.
Daniel ges una respuesta a la visión de Daniel en Daniel 8:27: "Quedé espantado acerca de la visión y no la entendía". La visión de Daniel 8 es la visión del dominio de Grecia sobre Medopersia, que se presenta corno la colisión del carnero y el macho cabrío. Entonces surge un cuerno pequeño (la Roma papal) que domina el panorama político y religioso. Este poder del cuerno pequeño finalmente distorsiona la verdad acerca de Jesús y, según Daniel 8:12, echa "por Tierra la verdad". Entonces Daniel escucha que el ángel pregunta: "¿Hasta cuándo?" (Dan. 8:13); es decir, ¿cuánto tiempo triunfaría el error? ¿Cuánto tiempo reinaría el mal? ¿Cuándo sería restaurada la verdad al lugar que le corresponde entre el pueblo de Dios? ¿Cuándo reinaría la justicia y acabaría la maldad? La respuesta se encuentra en Daniel 8:14: " 'Hasta dos mil trescientos días de tardes y mañanas. Entonces el Santuario será purificado' ".
Parte II: COMENTARIO
La palabra hebrea para "purificado" en Daniel 8:14 es nisdaq. Los traductores han interpretado esta palabra con diferentes significados, que incluyen "restaurado", "rectificado", "purificado", "limpiado", "justificado" y "reivindicado". La palabra hebrea nisdaq probablemente incluye toda la gama de significados que se enumeran aquí.
Una traducción dinámica de Daniel 8:13 y 14 podría decir: "¿En qué momento será restaurado el Santuario al lugar que le corresponde, cuándo será limpiado o purificado del pecado, cuándo será vindicado el nombre de Dios, cuándo será exaltada su verdad y cuándo se rectificarán todas las cosas nuevamente? El ángel responde: " 'Hasta dos mil trescientos días de tardes y mañanas. Entonces el Santuario será purificado' " (Dan. 8:14). La respuesta completa a esta pregunta no se encuentra en Daniel 8. Al final del capítulo, mientras el ángel explica la visión a Daniel, el profeta desfallece (Dan. 8:27). Pasan los años, y entonces, en Daniel 9, el profeta ora pidiendo entendimiento, y el ángel regresa para explicar la parte de la visión que no le había explicado (Dan. 9:20). En Daniel 9:24, el ángel declara: " 'Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo' ".
Las 70 semanas de Daniel g están "determinadas" a partir de la profecía más larga de los 2.300 días de Daniel 8:14. La palabra hebrea para "determinado" aparece solo aquí en el Antiguo Testamento hebreo. Literalmente se puede traducir como "cortar". Los rabinos utilizaban esta palabra para describir algo cortado o amputado de un período más largo. Cortado es precisamente el significado aquí. El futuro del pueblo judío, el Templo y Jerusalén también se describen en esta profecía. Las 70 semanas serían un tiempo de prueba para que Israel fuese restaurado cabalmente delante de Dios. Durante este período, el Mesías vendría a "traer la justicia de los siglos" (Dan. 9:24).
Cabe la pregunta: ¿Qué evidencias tenemos en el texto mismo de que las 70 semanas no son semanas literales ni 490 días literales? La expresión hebrea para "semanas" aquí también se utiliza como un grupo de días o también puede traducirse como 70 sietes. Debido a que los eventos profetizados tienen lugar en un período mucho más largo que 490 días literales y, de hecho, abarcan siglos, este período debe entenderse en el contexto del principio día/año (Eze. 4:6; Núm. 14:34); es decir, un día profético equivale a un año literal.
Gerhard Pfandl, del Instituto de Investigación Bíblica Adventista del Séptimo Día, hace este comentario perspicaz sobre Números 14:34: "Dios usó deliberadamente el principio de día por año como instrumento de enseñanza: 'Conforme al número de los cuarenta días en que reconocieron la Tierra, ustedes llevarán culpa durante cuarenta años; un año por cada día. Y conocerán mi desagrado' " (Núm. 14:34). Y en una parábola representada se le dijo al profeta Ezequiel que se acostara 390 días sobre su lado izquierdo y 40 días sobre su lado derecho, 'un día por cada año' (Eze. 4:6). Sin embargo, Números 14 y Ezequiel 4 no son textos apocalípticos. Dios, por lo tanto, lo explica en detalle: un día representa un año. En los textos apocalípticos esto nunca se afirma, es un principio subyacente" Uournal of the Adventist Theological Society, 23/1 (2012]. p. 9). Este principio se aplica a las profecías de tiempo de Daniel y de Apocalipsis. Cuando aplicamos el principio de que un día profético equivale a un año literal, la profecía se desbloquea. Los eventos predichos en la línea de tiempo profética encajan.
Las 70 semanas de Daniel 9:24 y 25 computan 490 días proféticos, o 490 años literales. Este período de 70 semanas comienza con el decreto para restaurar y reconstruir Jerusalén. Cuando Babilonia fue derrotada por los medos y los persas, con el tiempo los nuevos gobernantes aprobaron tres decretos distintos que permitían que los judíos regresaran del cautiverio babilónico a Jerusalén. Los primeros dos decretos, emitidos por Ciro (Esd. 1:1-4) y Darío (Esd. 6:1-12) respectivamente, no incluían cada uno de los siguientes aspectos en su totalidad: la reconstrucción de Jerusalén, la restauración del Templo y la legitimación de Israel como sistema judicial. El último de los tres decretos, emitido por Artajerjes en 457 a.c., no solo permitía que el pueblo judío regresara a su tierra natal, sino también ofrecía disposiciones para concretar ese retorno, y asignaba la ciudad de Jerusalén como el centro civil, judicial y religioso.
Una línea de tiempo profética
La profecía comienza en 457 a.c. y nos transporta a lo largo de los siglos durante 69 semanas proféticas, o 483 años, hasta 27 d.C. Según la profecía, este período profético culminaría con la venida del Mesías Príncipe. "Mesías" significa "el ungido". En el año 27 d.C. (el año 15 de Tiberio César), Jesucristo, el Mesías, fue bautizado, o ungido, para su ministerio (Luc. 3:1-3, 15, 16, 21 , 22). exactamente como estaba profetizado.
El Mesías sería cortado a la mitad de la semana
Daniel predijo con cientos de años de anticipación la fecha exacta del bautismo de Cristo. La explicación que Gabriel da a Daniel acerca de Cristo continúa. Como expone claramente la lección de esta semana, el Mesías sería "cortado", o crucificado, a la mitad de la última semana de la profecía de las 70 semanas. Jesús fue crucificado en 31 d.C., tal como anticipaba la profecía de Daniel.
Según la explicación que Gabriel da a Daniel, el pacto de Dios específicamente con el pueblo judío como nación cesaría al final de las 70 semanas proféticas, en 34 d.C. El pacto ahora se ofrecía a todos: a los judíos primeramente y luego a los gentiles (ver Rom. 1:16; 2:6, 10) que aceptaran a Jesús como su Salvador.
Paralelamente, los servicios del Santuario eran lecciones objetivas que ilustraban el sacrificio de Jesús y el plan de salvación. Cuando Cristo murió, los servicios del Santuario ya no eran relevantes; habían cumplido su propósito. Ahora, los pecadores ya no necesitaban sacrificar un cordero en el Templo; podían ir directamente a Jesús y aceptar su sangre para pagar sus pecados. Jesús es el Cordero de Dios, inmolado por nosotros, exactamente a tiempo, como predijo la profecía bíblica.
El tramo restante de los 2.300 años
Como recordarás, las 70 semanas son solo los primeros 490 años de los 2.300 a, I0s de la profecía de Daniel. Este tramo se relaciona con el pueblo y la nación judíos. El tramo restante de los 2.300 años se extiende hasta el tiempo del fin. Los acontecimientos relacionados con la primera parte de la profecía se cumplieron con asombrosa precisión. Esa precisión nos da la seguridad de que los eventos de la parte restante de la profecía también se cumplirán exactamente como se predijo.
Toda la profecía comienza con el decreto de "restaurar y reedificar Jerusalén", en 457 a.c. (Dan. 9:25). Si comienza en 457 a.c. y avanza 2.300 años en la línea de tiempo de la historia (incluyendo el paso del año 1 a.c. al 1 d.C., que no contiene el año o), llega a 1844 d.C. Esta fecha marca el comienzo de la purificación del Santuario celestial y la obra del Juicio, prefigurada por el Día de la Expiación.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Pide a los alumnos que reflexionen sobre esta pregunta: ¿Qué tiene de importante que vivamos en el día del Juicio, el tiempo de la purificación del Santuario, el Día antitípico de la Expiación?
Invita a los miembros de la clase a reflexionar sobre las siguientes tres verdades importantes del estudio de esta semana:
En primer lugar, se puede confiar en la Biblia. Es matemáticamente precisa. Es exacta en todos sus detalles. Revela fechas precisas en la línea de tiempo de la historia, y convence incluso a los escépticos de su veracidad. Por ende, la profecía refuerza nuestra confianza en la veracidad de la Palabra de Dios.
En segundo lugar, el mensaje de la hora del Juicio es un llamado al corazón para luchar por un compromiso más profundo con Jesús como Señor de nuestra vida. Durante este tiempo del fin, el pueblo de Dios examinará su corazón y pedirá a Dios que perdone sus pecados y lo limpie de cualquier actitud o práctica en su vida que no esté en armonía con la voluntad divina. Su pueblo suplicará a Dios que lo cubra con el manto de la justicia de Cristo (Isa. 61:10).
En tercer lugar, la urgencia de la hora es un llamado para que el pueblo de Dios testifique, con renovado fervor, a familiares, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. El llamado de la hora del Juicio es el mensaje final del Cielo a un mundo enfermo de pecado, un mensaje que preparará el corazón de las personas para la venida de Jesús.
Termina la clase con estas preguntas prácticas, pidiendo a los alumnos que reflexionen personalmente en las respuestas durante la próxima semana:
1. ¿Entregué mi vida completamente a Cristo en este momento crítico de la historia de la Tierra? Si la respuesta es no, ¿qué me está alejando de él?
2. ¿Sé con certeza que mi salvación es segura en Jesús? ¿Por qué sí o por qué no? ¿Por qué debo confiar únicamente en su justicia? ¿Qué significa eso? Mi esperanza ¿está afianzada en él en forma total y absoluta? Si no, ¿qué debo hacer para aferrarme totalmente al Salvador?
LOS TRES MENSAJES CÓSMICOS
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Dios lo bendiga!!!
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