Lección 3: El Evangelio Eterno | Los tres mensajes cósmicos | Escuela Sabática 2T 2023
Lección 3: Para el 15 de abril de 2023
EL EVANGELIO ETERNO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 14:6–12; 1 Corintios 15:1–4; Romanos 3:24–26; 1 Pedro 1:18–20; Mateo 28:19, 20; Hechos 1:8.
PARA MEMORIZAR:
“Entonces vi otro ángel que volaba por el cielo con el evangelio eterno para predicarlo a los que habitan en la Tierra, a toda nación y tribu, lengua y pueblo” (Apoc. 14:6).
Antiguamente, cuando las naciones que rodeaban a los israelitas eran politeístas ya que adoraban a varios “dioses” de madera y de piedra, Israel tenía una declaración de fe explícita, identificable y poderosa que se encuentra en Deuteronomio 6:4: “Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor es uno solo”.
A lo largo de los siglos, el canto de la Shemá (el nombre de la oración que se basa en la palabra hebrea para “Escucha”) recordó a los judíos la visión espiritual que los unía como pueblo y que fortaleció su determinación de mantener su identidad peculiar como adoradores del único Dios verdadero.
Para los adventistas del séptimo día, el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14 es nuestra Shemá. Esta es nuestra declaración de fe que nos identifica.
Define quiénes somos como pueblo y describe nuestra misión ante el mundo. En resumen, nuestra identidad profética única se describe en Apocalipsis 14:6 al 12, y es allí donde hallamos nuestra pasión por proclamar el evangelio al mundo. En la lección de esta semana, comenzaremos un estudio detallado de Apocalipsis 14:6 al 12, pero lo haremos mediante los ojos de la gracia mientras escuchamos que Dios nos habla al corazón.
Sábado
La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son solo una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Deuteronomio 6:4, 5; Levítico 19:18. El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:17 (Historia de los patriarcas y profetas, p. 390).
Cristo viene por segunda vez con poder para salvación. Ha enviado los mensajes de los ángeles primero, segundo y tercero para preparar a los seres humanos para dicho acontecimiento. Estos ángeles representan a los que reciben la verdad y presentan el evangelio al mundo con poder (La verdad acerca de los ángeles, p. 251).
[El mensaje de los tres ángeles] es un mensaje de prueba. Admitido en corazones honestos, resultará ser un antídoto para todos los pecados y pesares del mundo. Ninguna condición de clima, de pobreza, de ignorancia o de prejuicio puede impedir su eficiencia, o disminuir su adaptabilidad a las necesidades de la humanidad.
La proclamación del gran mensaje evangélico es tarea de los discípulos de Cristo. Algunos trabajarán por esto de una manera, y otros llevarán a cabo otro aspecto de la obra, según el Señor los llame y dirija individualmente. No todos tienen el mismo lineamiento de trabajo, pero todos pueden unirse en sus esfuerzos.
La Palabra del Dios vivo debe proclamarse en toda la tierra. El evangelio ha de exponerse con gran poder, señalado por manifestaciones prácticas del Espíritu de Dios. Nuestros obreros han de ser medios vivientes para revelar el propósito de Dios al llamarlos a su obra. La palabra del evangelio glorioso ha de ser predicada en su alcance divino. De viva voz y por hechos amables y compasivos hemos de ejemplificar los principios del evangelio (Alza tus ojos, p. 275).
UN LIBRO DE ESPERANZA LLENO DE GRACIA
Al considerar el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, la mayoría no piensa en la gracia de Dios. Cuando contemplan el mensaje de Dios para los últimos días, sus pensamientos a menudo se fijan inmediatamente en las bestias aterradoras, los símbolos místicos y las imágenes extrañas. El libro del Apocalipsis asusta y tranquiliza a muchos por igual; lo que es una pena porque, en realidad, está saturado de gracia y lleno de esperanza. Es decir, aun en medio del mensaje de bestias aterradoras, las advertencias de persecución y los tiempos difíciles que vendrán, Dios todavía así nos da razones para regocijarnos en su salvación.
Lee Apocalipsis 1:1 al 3 y 14:6. ¿Cómo nos hablan estos versículos en conjunto, no solo del libro de Apocalipsis, sino también del “evangelio eterno”?
Todo el Apocalipsis trata acerca de Jesús. Es el mensaje para su pueblo, y especialmente se aplica a la iglesia de los últimos días. Es un mensaje lleno de gracia acerca de nuestra esperanza para el tiempo del fin. De punta a cabo del libro, se describe a Cristo como el Cordero inmolado, y se promete una bendición a quienes lean, entiendan y actúen sobre las verdades reveladas. Según Apocalipsis 1:5 y 6, Jesús es el que “nos ama y que con su sangre nos libró de nuestros pecados, y nos constituyó en un Reino de sacerdotes para servir a Dios, su Padre”. En Cristo tenemos perdón. La gracia perdona nuestro pasado, empodera nuestro presente y nos ofrece esperanza para el futuro. Es decir, en Cristo nos libramos del castigo y el poder del pecado, y un día pronto nos libraremos de la presencia del pecado. Este es el mensaje del último libro de la Biblia, el Apocalipsis. Y también es un mensaje urgente, que primeramente se ilustra como un ángel que vuela rápidamente en medio del cielo con el “evangelio eterno”. ¿El evangelio? ¿La salvación por la fe en Cristo? ¿La muerte expiatoria de Cristo en nuestro lugar? ¿La promesa de la vida eterna no por lo que nosotros podamos hacer, sino por lo que Cristo ha hecho por nosotros? ¿Todo esto está al principio del mensaje de los tres ángeles? ¡Exactamente! No es de extrañar, entonces, que sean mensajes llenos de gracia, llenos de esperanza, y promesas para nosotros como seres quebrantados y sufrientes.
■ Aunque nos resulte fácil enfocarnos en las bestias y las advertencias de los últimos días que aparecen en el Apocalipsis, ¿cómo podemos aprender a equilibrar todo esto con lo que indudablemente es el mensaje más importante del Apocalipsis: la muerte abnegada de Cristo en nuestro favor?
Domingo
Al insistirse en esas doctrinas falsas y aparecer diferencias [en la iglesia primitiva], la vista de muchos fue desviada de Jesús, como el autor y consumador de su fe. La discusión de asuntos de doctrina sin importancia, y la contemplación de agradables fábulas de invención humana, ocuparon el tiempo que debiera haberse dedicado a predicar el evangelio… y Satanás parecía estar a punto de dominar a los que decían seguir a Cristo.
Fue en esa hora crítica de la historia de la iglesia cuando Juan fue sentenciado al destierro. Nunca antes había necesitado la iglesia su voz como ahora. Casi todos sus anteriores asociados en el ministerio habían sufrido el martirio. El remanente de los creyentes sufría una terrible oposición. Según todas las apariencias, no estaba distante el día cuando los enemigos de la iglesia de Cristo triunfarían.
Pero la mano del Señor se movía invisiblemente en las tinieblas. En la providencia de Dios, Juan fue colocado en un lugar donde Cristo podía darle una maravillosa revelación de sí mismo y de la verdad divina para la iluminación de las iglesias.
Los enemigos de la verdad confiaban que al mantener a Juan en el destierro, silenciarían para siempre la voz de un fiel testigo de Dios; pero en Patmos, el discípulo recibió un mensaje cuya influencia continuaría fortaleciendo a la iglesia hasta el fin del tiempo (Los hechos de los apóstoles, pp. 463, 464).
El libro de Apocalipsis… merece estudio especial. Cada maestro temeroso de Dios debería considerar cómo comprender y presentar más claramente el evangelio que nuestro Salvador en persona vino a dar a conocer a su siervo Juan: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Apocalipsis 1:1. Nadie debería desanimarse al estudiar el Apocalipsis a causa de sus símbolos aparentemente místicos. “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada”. Santiago 1:5.
“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1:3.
Cuando se despierte un amor verdadero por la Biblia, y el estudiante empiece a ver cuán vasto es el campo y cuán precioso su tesoro, deseará echar mano de toda oportunidad que se le presente para familiarizarse con la Palabra de Dios (La educación, p. 191).
La iglesia histórica de la tierra y la iglesia redimida del cielo tienen su centro en la cruz del Calvario. Este es el tema, este es el canto —Cristo el todo y en todo—, en himnos de alabanza que resuenan a través del cielo entonados por millares y millones de redimidos. Todos unen sus voces en este cántico de Moisés y del Cordero. Es un cántico nuevo, porque nunca antes se ha entonado en el Cielo (Testimonios para los ministros, p. 433).
EL EVANGELIO “ETERNO”
Observa cómo comienza Apocalipsis 14:6, el inicio del mensaje de los tres ángeles: el evangelio “eterno”. Si no entendemos la profundidad del evangelio, no apreciaremos el mensaje de los tres ángeles. Nunca podremos comprender cabalmente los elementos del mensaje de la hora del Juicio de Dios, la caída de Babilonia ni la marca de la bestia si no entendemos el evangelio.
Lee 1 Corintios 15:1 al 4; Romanos 3:24 al 26; y 5:6 al 8. ¿Cómo se plantea el “evangelio eterno” en estos pasajes? ¿Qué gran esperanza se nos presenta aquí?
El evangelio es la increíble noticia de la muerte de Cristo por nuestros pecados, de su gloriosa resurrección, y de su eterno amor y preocupación por nosotros. Por la fe en su sangre derramada y en su poder para resucitar, nos libramos del castigo del pecado y de su poder. Cristo absorbía los pensamientos del apóstol Pablo y estaba en el centro de su enseñanza y su predicación. El Cristo crucificado lo redimió de la condenación y la culpabilidad de su pasado. El Cristo resucitado le dio poder para el presente, y el Cristo que regresa le dio esperanza para el futuro.
Observa cuatro aspectos en estos pasajes de Romanos:
1. Somos justificados gratuitamente por la gracia.
2. La gracia es una declaración de la justicia de Dios.
3. La gracia justifica a quienes aceptan a Jesús por fe.
4. Dios mostró su amor por nosotros cuando aún éramos pecadores.
No merecemos la gracia de Cristo, no somos dignos de ella ni la podemos ganar. Jesús sufrió la agonizante y dolorosa muerte que experimentarán los pecadores perdidos. Él padeció íntegramente la ira, o el juicio, del Padre contra el pecado. Fue rechazado para que nosotros pudiéramos ser aceptados. Él murió la muerte que era nuestra, para que nosotros pudiéramos vivir la vida que era suya.
¿Nos sorprende, entonces, que la salvación deba ser por fe, sin las obras de la Ley? ¿Qué podríamos agregar? ¿Qué podrían añadir nuestras obras, incluso las que hacemos con la mejor intención y llenos del Espíritu Santo, a lo que Cristo ha hecho por nosotros en la Cruz?
Y este plan, el plan de salvación, se puso en marcha incluso antes del principio del tiempo (2 Tim. 1:9; Tito 1:2; Efe. 1:4), lo que ayuda a explicar por qué se llama “el evangelio eterno”. Antes de crear el mundo, Dios sabía lo que sucedería, por lo que instituyó el plan de salvación para hacer frente a la crisis cuando finalmente llegara.
Lunes
“Todo aquel que es de la verdad —declaró Cristo— oye mi voz”. Juan 18:37. Habiendo participado de los consejos de Dios, habiendo morado en las alturas eternas del santuario, tenía en sí y como parte de sí todos los elementos de la verdad. Era una cosa con Dios. Presentar en todo esfuerzo misionero a Cristo y a Cristo crucificado, significa más de lo que pueden comprender las mentes finitas. “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados”. Isaías 53:5. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. 2 Corintios 5:21. Cristo crucificado por nuestros pecados, Cristo resucitado de los muertos, Cristo ascendido al cielo como nuestro intercesor, tal es la ciencia de la salvación que necesitamos aprender y enseñar. Tal ha de ser la preocupación de nuestro trabajo.
Enseñad la cruz de Cristo a todo alumno una y otra vez. ¿Cuántos creen que ella es realmente lo que es? ¿Cuántos la introducen en sus estudios y conocen su verdadero significado? ¿Podría haber en nuestro mundo un cristiano sin la cruz de Cristo? Por lo tanto, ensalcémosla en nuestra escuela como el fundamento de la educación verdadera (Consejos para los maestros, p. 23).
Se ha dispuesto gracia abundante para que el alma creyente pueda ser preservada del pecado, pues todo el cielo, con sus recursos ilimitados, ha sido colocado a nuestra disposición. Hemos de extraer del pozo de la salvación. Cristo es el fin de la ley para justicia a todo aquel que cree. Somos pecadores por nosotros mismos, pero somos justos en Cristo. Habiéndonos hecho justos por medio de la justicia imputada de Cristo, Dios nos declara justos y nos trata como a tales. Nos contempla como a sus hijos amados. Cristo obra contra el poder del pecado, y donde abundó el pecado, sobreabunda la gracia. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. Romanos 5:1, 2 (Mensajes selectos, t. 1, pp. 461, 462).
Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos. 2 Timoteo 1:9.
El propósito y el plan de la gracia existieron desde toda la eternidad. De acuerdo con el determinado consejo de Dios, el hombre debía ser creado, dotado con la facultad de cumplir la voluntad divina. Pero el extravío del hombre, con todas sus consecuencias, no estuvo oculto de la vista del Omnipotente, no obstante lo cual tal circunstancia no lo detuvo en la realización de su propósito eterno; porque el Señor quería fundar su trono en justicia. Dios conoce el fin desde el principio… Por lo tanto, la redención no fue una improvisación ulterior… sino un propósito eterno que habría de cumplirse para bendición no solo del átomo que es este mundo, sino en beneficio de todos los mundos que Dios ha creado (La maravillosa gracia de Dios, p. 129).
UNA HISTORIA DE GRACIA
El mensaje de los tres ángeles es una historia de gracia. Es la historia del amor inmensurable de un Salvador; una historia de Jesús, que nos ama tanto que prefirió experimentar el mismísimo infierno a que uno de nosotros se perdiera. Es la historia de un amor infinito, ilimitado, insondable, incomprensible y eterno.
A Dios nada lo toma por sorpresa. No está sujeto a los vientos cambiantes de las decisiones de la humanidad. Como ya hemos visto, su plan para librarnos del dominio del pecado no fue un pensamiento tardío después de que el pecado levantara su horrenda cabeza. A Dios no lo tomó desprevenido el terrible drama del pecado.
Lee Apocalipsis 13:8; y 1 Pedro 1:18 al 20. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre el plan de salvación?
La frase “evangelio eterno” en Apocalipsis 14:6 habla del pasado, el presente y el futuro. Cuando Dios creó a la humanidad con la capacidad de tomar decisiones morales, él tuvo en cuenta que aquella tomaría decisiones erradas. Tan pronto como sus criaturas tuvieron la capacidad de elegir, tuvieron la capacidad de rebelarse contra la naturaleza amorosa de Dios. La única manera de evitar esta realidad hubiese sido crear seres robóticos controlados y manipulados por algún plan cósmico divino. La lealtad forzada es contraria a la naturaleza misma de Dios. El amor requiere decisión, y una vez que a los seres se les da el poder de decidir, existe la posibilidad de tomar decisiones equivocadas. Por lo tanto, el plan de salvación se concibió en la mente de Dios antes de la rebelión de nuestros primeros padres en el Edén.
“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, un plan formulado después de la caída de Adán. Fue una ‘revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio’. Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del Trono de Dios” (DTG 13).
El “evangelio eterno” no solo habla del pasado y del presente, sino además es la base de un futuro con esperanza. Habla de vivir eternamente con aquel cuyo corazón sufre por poder estar con nosotros para siempre.
■ Lee Efesios 1:4. Piensa en lo que significa que, incluso antes de la “fundación del mundo”, tú habías sido “elegido” en Cristo para tener salvación en él. ¿Por qué esta verdad debería ser sumamente alentadora?
Martes
El mensaje proclamado por el ángel que volaba por en medio del cielo es el evangelio eterno, el mismo evangelio que fue declarado en el Edén, cuando Dios le dijo a la serpiente: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”. Génesis 3:15. Esta constituye la primera promesa de un Salvador que saldría al campo de batalla para desafiar el poder de Satanás y prevalecer sobre él. Cristo vino a nuestro mundo para presentar el carácter de Dios tal como está representado en su santa ley, porque su ley es una copia de su carácter. Cristo era tanto la ley como el evangelio. El ángel que proclama el evangelio eterno proclama también la ley de Dios; porque el evangelio de salvación induce a los hombres a obedecer la ley mediante la cual sus caracteres son formados a la semejanza divina (Mensajes selectos, t. 2, pp. 121, 122).
Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación. 1 Pedro 1:18-19.
La Palabra de Dios es el solemne instrumento que convence de pecado al inconverso, persuadiéndolo de la necesidad que tiene del Salvador que perdona los pecados.
El plan de salvación combina las influencias santas de la luz del pasado y del presente. Estas influencias están unidas por la cadena dorada de la obediencia por amor. La recepción de Cristo por la fe y la sumisión a la voluntad de Dios transforman a los hombres y las mujeres en hijos e hijas de Dios. Mediante el poder que únicamente el Salvador puede darles son aceptados como miembros de la familia real, herederos de Dios y coherederos con Cristo…
Amar a Dios de todo corazón y ser participantes de la humillación y los sufrimientos de Cristo, significa más de lo que muchos comprenden. La expiación de Cristo es la gran verdad central alrededor de la cual se agrupan todas las demás verdades pertinentes a la gran obra de la redención. La mente del hombre debe fundirse en la mente de Cristo. Esta unión santifica el entendimiento e imparte claridad y fuerza a los pensamientos (Exaltad a Jesús, p. 223).
Es el privilegio de toda alma ser un canal vivo por medio del cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que Cristo desee tanto como agentes que representen al mundo su Espíritu y carácter. No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador mediante la humanidad. Todo el cielo está esperando que haya canales por medio de los cuales pueda derramarse el aceite santo para que sea un gozo y una bendición para los corazones humanos.
Cristo ha hecho toda provisión para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado con la Luz del mundo, que posea la gloria de Emmanuel. Es su propósito que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y paz. Desea que nosotros revelemos su propio gozo en nuestra vida.
La morada del Espíritu en nuestro corazón se revelará por la manifestación del amor celestial. La plenitud divina fluirá a través del agente humano consagrado, para ser luego transmitida a los demás (Palabras de vida del gran Maestro, p. 345).
ID POR TODO EL MUNDO
Vuelve a leer Apocalipsis 14:6. ¿Cuál es el alcance de la proclamación
del evangelio eterno, y por qué la respuesta es importante para nosotros,
la misión y el llamado como iglesia?
Según el mensaje urgente para el tiempo del fin del primero de estos tres ángeles, el “evangelio eterno” debe proclamarse a cada nación, tribu, lengua y pueblo. He aquí una misión tan grande, tan inmensa, tan abarcadora y tan completa que ocupa toda la atención. Exige nuestros mejores esfuerzos y requiere nuestro compromiso total. Nos saca de la preocupación por nuestro interés personal a la pasión por el servicio de Cristo. Nos inspira con algo más grande que nosotros mismos, y nos saca de los estrechos confines de nuestra mente a una visión más grande.
Lee Mateo 28:19 y 20. ¿Cómo encajan estos versículos con el mensaje del primer ángel?
En su libro A Quest for More: Living for Something Bigger Than You [En busca de más: Vivir para algo más grande que tú], Paul David Tripp analiza la necesidad psicológica de cada ser humano de ser parte de algo más grande que sí mismo: “Los seres humanos fueron creados para ser parte de algo más grande que su propia vida. El pecado hace que reduzcamos nuestra vida al tamaño de nuestra vida. La gracia que recibimos de Cristo es para rescatarnos de los confines claustrofóbicos de nuestro propio reinito centrado en nosotros mismos, y nos libera para vivir para los propósitos eternos y los deleites satisfactorios del Reino de Dios”.
No hay nada más inspirador, más satisfactorio, más gratificante que formar parte de un movimiento divino, providencialmente instaurado por Dios para llevar a cabo una tarea mucho más grande, mucho más amplia, que ningún ser humano podría lograr por sí mismo. La comisión que Dios nos da, descrita en Apocalipsis 14, es la tarea más grande jamás encomendada a su iglesia. Es un llamado ferviente a entregar nuestra vida a la tarea más grandiosa del Cielo para revelar el amor incomprensible de Dios justo antes del regreso de Jesús.
■ ¿Cuál ha sido tu experiencia al formar parte de algo más grande que tú? Esa experiencia ¿cómo te ayuda a entender el argumento del estudio de hoy? Además, ¿qué podría ser más grande que el hecho de que el Creador del Cosmos te use para marcar una diferencia eterna en el Universo?
Miércoles
El pueblo judío había sido depositario de la verdad sagrada; pero el farisaísmo había hecho de él el más exclusivista, el más fanático de toda la familia humana. Todo lo que se refería a los sacerdotes y príncipes: sus atavíos, costumbres, ceremonias, tradiciones, los incapacitaba para ser la luz del mundo. Se miraban a sí mismos, la nación judía, como el mundo. Pero Cristo comisionó a sus discípulos para que proclamasen una fe y un culto que no encerrasen idea de casta ni de país, una fe que se adaptase a todos los pueblos, todas las naciones, todas las clases de hombres…
Cristo ordenó a sus discípulos que empezasen en Jerusalén la obra que él había dejado en sus manos. Jerusalén había sido escenario de su asombrosa condescendencia hacia la familia humana. Allí había sufrido, había sido rechazado y condenado. La tierra de Judea era el lugar donde había nacido. Allí, vestido con el atavío de la humanidad, había andado con los hombres, y pocos habían discernido cuánto se había acercado el cielo a la tierra cuando Jesús estuvo entre ellos. En Jerusalén debía empezar la obra de los discípulos (El Deseado de todas las gentes, p. 759).
Todos los que reciben el mensaje del evangelio en su corazón anhelarán proclamarlo. El amor de Cristo ha de expresarse. Aquellos que se han vestido de Cristo relatarán su experiencia, reproduciendo paso a paso la dirección del Espíritu Santo: su hambre y sed por el conocimiento de Dios y de Cristo Jesús, a quien él ha enviado; el resultado de escudriñar las Escrituras; sus oraciones, la agonía de su alma, y las palabras de Cristo a ellos dirigidas, “Tus pecados te son perdonados”. No es natural que alguien mantenga secretas estas cosas, y aquellos que están llenos del amor de Cristo no lo harán. Su deseo de que otros reciban las mismas bendiciones estará en proporción con el grado en que el Señor los haya hecho depositarios de la verdad sagrada. Y a medida que hagan conocer los ricos tesoros de la gracia de Dios, les será impartida cada vez más la gracia de Cristo (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 95, 96).
El último acto de Cristo antes de abandonar la tierra fue comisionar a sus embajadores para que fueran al mundo con su verdad. Sus últimas palabras las dirigió a sus discípulos para impresionarlos con el pensamiento de que se les confiaba el mensaje del Cielo para el mundo…
Si solo comprendiéramos cuán fervorosamente trabajó Jesús para sembrar el mundo con la semilla del evangelio, nosotros, que vivimos en el mismo fin del tiempo de gracia, trabajaríamos sin descanso para dar el pan de vida a las almas que perecen…
Tenemos poco tiempo más para prepararnos para la eternidad… La luz que Dios nos ha dado como pueblo no se ha dado para que la guardemos solo entre nosotros. Hemos de actuar en armonía con la gran comisión dada a cada discípulo de Cristo, para llevar a todo el mundo la luz de la verdad (In Heavenly Places, p. 317; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 319).
UN MOVIMIENTO MISIONERO
Mediante un estudio perceptivo y profundo de la Biblia, los primeros adventistas tuvieron una comprensión cada vez mayor de la importancia de estos mensajes. Sintieron que Dios tenía un mensaje hecho a medida para esta generación, un mensaje urgente para el tiempo del fin que debe proclamarse a toda nación, tribu, lengua y pueblo, a fin de preparar a un mundo para el regreso de Cristo. El mensaje de los tres ángeles ha sido la motivación para las misiones adventistas desde sus comienzos.
En 1874, la Asociación General envió al primer misionero a Europa. Elena de White consideraba que John Andrews era “el hombre más capaz de nuestras filas”. Andrews hablaba al menos siete idiomas, podía repetir el Nuevo Testamento de memoria y conocía la mayor parte del Antiguo Testamento. Era un erudito brillante, un escritor prolífico, un predicador poderoso y un teólogo competente.
¿Por qué enviar a un hombre así a un lugar donde había muy pocos creyentes? ¿Por qué enviar “al hombre más capaz” que tenían a un campo misionero desconocido? Y ¿por qué él estuvo dispuesto a ir? Su esposa había muerto unos años antes; ¿por qué estuvo dispuesto a dejar atrás a familiares y amigos en Estados Unidos y navegar con sus dos hijos a una tierra desconocida, arriesgando todo por causa de Cristo?
Solo hay una razón: Creía que Jesús vendría pronto, que el mensaje de la verdad para los últimos tiempos debía llegar al mundo entero.
Durante toda nuestra historia, los mejores y los más brillantes han viajado hasta los confines de la Tierra con el fin de proclamar el mensaje de Dios para los últimos días. Eran maestros, personal médico, pastores, agricultores, mecánicos, carpinteros y comerciantes de todo tipo. Algunos eran empleados de la iglesia; pero muchos, no. Eran laicos que creían que Jesús vendría pronto.
Lee Apocalipsis 14:6, Hechos 1:8 y Mateo 24:14. ¿Qué similitud ves en estos versículos?
La predicación del evangelio eterno atraviesa las fronteras geográficas. Penetra en las regiones más remotas de la Tierra. Llega a personas de todos los idiomas y las culturas. Con el tiempo, impactará al mundo entero. Qué fascinante saber que nuestro mensaje ha llegado hasta ahora a más de 210 de los 235 países del mundo reconocidos por las Naciones Unidas.
■ ¿Qué papel podrías desempeñar tú, y cómo podrías realizarlo de la mejor manera para ayudar a difundir el mensaje de los tres ángeles a cada “nación, tribu, lengua y pueblo”?
Jueves
Nos ha sido confiada una gran obra, la proclamación del mensaje del tercer ángel a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Tenemos tan solo pocos misioneros. Desde nuestra patria y del extranjero nos llegan muchos urgentes pedidos de obreros. Los jóvenes de ambos sexos, los de edad madura, y de hecho, todos los que pueden dedicarse al servicio del Maestro, debieran aplicar su mente hasta el límite, en el esfuerzo de prepararse para contestar a estos llamamientos. Por la luz que Dios me ha dado, sé que no empleamos las facultades de la mente ni con la mitad de la diligencia que debiéramos poner en un esfuerzo para prepararnos para ser más útiles. Si consagramos la mente y el cuerpo al servicio de Dios, obedeciendo su ley, él nos dará fuerza moral santificada para toda empresa (Consejos para los maestros, pp. 200, 201).
Dios pide que cada miembro de la iglesia entre en su servicio. La verdad que no se vive, que no se imparte a otros, pierde su poder vivificante, su virtud sanadora. Cada uno debe aprender a trabajar, y a permanecer en su tarea y lugar como uno que lleva una carga… La iglesia entera, obrando como una unidad, combinándose en unión perfecta, ha de ser una agencia misionera viviente, activa, impulsada y dominada por el Espíritu Santo.
Es una ley del cielo que así como recibimos hemos de impartir. El cristiano debe ser un agente benéfico para otros; así él mismo se beneficia. “El que saciare, él también será saciado”. Proverbios 11:25. Esta no es una simple promesa. Es una ley de la divina administración de Dios, una ley por la cual dispone que las corrientes de beneficencia se han de mantener como las aguas del gran mar, en constante circulación, fluyendo perpetuamente hacia su origen. En el cumplimiento de esta ley radica el poder de las misiones cristianas (En los lugares celestiales, p. 319).
“Me seréis testigos”. Hechos 1:8. Estas palabras de Jesús no han perdido nada de su fuerza. Nuestro Salvador pide testigos fieles en estos tiempos de formalismo religioso; pero ¡cuán pocos, aun entre los que profesan ser embajadores de Cristo, están listos para dar un testimonio fiel y personal por su Maestro! Muchos son los que pueden decir lo que hicieron, osaron, sufrieron, y disfrutaron los hombres grandes y buenos de las generaciones pasadas. Se vuelven elocuentes al presentar el poder del evangelio, que habilitó a otros para regocijarse en penosos conflictos y para quedar firmes contra fieras tentaciones. Pero al par que son tan ardorosos en cuanto a presentar a otros cristianos como testigos por Jesús, no parecen tener ninguna nueva ni oportuna experiencia propia que relatar…
Vosotros, los que profesáis estar proclamando el último solemne mensaje de misericordia al mundo, ¿cuál es vuestra experiencia en el conocimiento de la verdad, y cuál su efecto sobre vuestros corazones? ¿Testifica por Cristo vuestro carácter? ¿Podéis hablar de la influencia refinadora, ennoblecedora y santificadora de la verdad tal cual es en Jesús? ¿Qué habéis visto, qué habéis conocido, del poder de Cristo?…
Sin una fe viviente en Cristo como Salvador personal, es imposible hacer sentir vuestra fe a un mundo escéptico (Obreros evangélicos, pp. 289, 290).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Reflexiona en la idea del estudio del miércoles sobre nuestra necesidad de ser parte de algo más trascendente que nosotros y que nuestra vida limitada, efímera; y a veces corrupta, maltrecha y decepcionante (¿quién no tiene algunas de esas cosas en su haber?). Este deseo también tiene mucho sentido. Físicamente, ¿acaso no somos tan solo una bolsita de carne que se desplaza llevando consigo su propio cerebro: poco más de un kilo de material orgánico sobre la base de carbono.
¿Qué pueden significar estas bolsitas de carne independientes, en contraste con el infinito que las rodea? Vivir solo para uno mismo, vivir para algo no más grande que uno mismo, cuando hay tanto a nuestro alrededor y más allá de nosotros, es como estar encerrado de por vida en confinamiento solitario en medio de una gran ciudad que se puede sentir que vibra a través de las paredes. Y ¿por qué otra cosa más importante, más grandiosa, más gloriosa y más relevante podríamos vivir, que proclamar la promesa de vida eterna que recibimos en Jesús?
“Siervos de Dios, con semblantes iluminados y resplandecientes de santa consagración, se apresurarán de lugar en lugar para proclamar el mensaje del Cielo. Miles de voces darán la advertencia por toda la Tierra. Se realizarán milagros, los enfermos sanarán, y signos y prodigios seguirán a los creyentes. Satanás también efectuará sus falsas maravillas, hasta el punto de hacer caer fuego del cielo a la vista de los hombres (Apoc. 13:13). Es así como los habitantes de la Tierra volverán en sí para adoptar una posición” (CS 670).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. “Varias personas me han escrito preguntando si el mensaje de la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel, y les he respondido: ‘Es ciertamente el mensaje del tercer ángel’ ” (Elena de White, The Advent Review and Sabbath Herald, 1/4/1890). ¿Qué relación tiene la justificación por la fe con el mensaje de los tres ángeles?
2. Reflexiona sobre la frase “evangelio eterno”. ¿Qué tiene de eterno el evangelio?
3. ¿Qué significa que los adventistas del séptimo día estén en tantos países del mundo? ¿Qué te dice esto acerca de cómo Dios ha bendecido nuestros esfuerzos hasta ahora? Al mismo tiempo, ¿cómo puede tu iglesia local, incluso tu Escuela Sabática local, asumir un papel más importante en “terminar la obra”?
Viernes
Reflejemos a Jesús, “Las almas justificadas andan en la luz”, 5 de marzo, p. 70;
La fe por la cual vivo, “Un Salvador desde la eternidad”, 11 de marzo, p. 78.
LOS TRES MENSAJES CÓSMICOS
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Dios lo bendiga!!!
Lección 3
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
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Parte II: COMENTARIO
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Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
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