Lección 5: La buena noticia del Juicio | Los tres mensajes cósmicos | Escuela Sabática 2T 2023
Lección 5: Para el 29 de abril de 2023
LA BUENA NOTICIA DEL JUICIO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 14:7; Salmo 51:1-4; Apocalipsis 20:12; Daniel 7:9, 14, 26; Apocalipsis 4:2-4; 5:1-12.
PARA MEMORIZAR:
“Decía a gran voz: ‘¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adoren al que hizo el Cielo y la Tierra, el mar y las fuentes de las aguas’ ” (Apoc. 14:7).
Si la Biblia alguna vez fue clara sobre algo, es que Dios es un Dios de juicio y que, tarde o temprano, de una manera u otra, el Juicio (que tanto falta aquí y ahora) va a llegar. Y Dios mismo, “el Juez de toda la Tierra” (Gén. 18:25; ver también Sal. 58:11; 94:2; 98:9), lo aplicará. O como escribió Pablo: “De manera que cada uno de nosotros dará cuenta de sí a Dios” (Rom. 14:12).
Qué pensamiento aterrador, ¿no? Tener que dar cuenta de nosotros mismos ante Dios, el Dios que conoce las cosas más profundas, el Dios que “traerá toda obra a juicio, con toda cosa oculta, buena o mala” (Ecl. 12:14).
Sin embargo, en última instancia, el Juicio revela la bondad y la gracia de Dios, y que él es justo y misericordioso en su forma de tratar con los salvos, y hasta con los perdidos.
Esta semana exploraremos los temas más profundos del Juicio en relación con el gran conflicto que asola el Universo, y veremos especialmente lo que sucede cuando el pueblo fiel de Dios se enfrenta al inevitable “juicio venidero” (Hech. 24:25).
Sábado
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. 1 Juan 3:2. La herencia del pueblo de Dios se discierne por medio de la fe en la Palabra de Dios. “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Juan 17:3.
Mediante la fe los hijos de Dios obtienen un conocimiento de Cristo y acarician la esperanza de su aparición para juzgar al mundo con justicia, hasta que llega a ser una gloriosa expectación; porque entonces le verán tal como él es, y serán hechos semejantes a él, y estarán siempre con el Señor. Los santos que duermen en sus tumbas serán entonces resucitados para recibir una gloriosa inmortalidad. Cuando llegue el día de la liberación, “entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia… entre el que sirve a Dios y el que no le sirve”. Cuando Cristo venga, será para ser admirado por todos los que creyeron, y los reinos de este mundo han de ser los reinos de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Fe y obras, p. 118).
Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastés 12:14.
El Señor pronto vendrá en las nubes de los cielos con poder y grande gloria. ¿No hay acaso suficientes elementos implícitos en las verdades que giran en torno de este acontecimiento, y en la preparación esencial para él que nos hagan pensar solemnemente en nuestro deber? Debemos presentar este asunto delante de la gente en forma definida y clara. “Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria… serán reunidas delante de él todas las naciones”. Mateo 25:31, 32.
Presente la verdad que se necesita en cada iglesia como un medio para alcanzar un fin y ese fin es el juicio, con sus eternas decisiones y recompensas. Dios pagará a cada cual según hayan sido sus obras (Cada día con Dios, p. 294).
El juicio final es un acontecimiento sumamente solemne y terrible. Se desarrollará delante del universo entero. El Padre ha delegado todo el juicio en el Señor Jesús. Él será quien declare la recompensa que recibirán los que hayan sido leales a la ley de Jehová. Dios será honrado y su gobierno reivindicado y glorificado, y ello en presencia de los habitantes de los mundos no caídos. El gobierno de Dios será reivindicado y exaltado en la mayor medida posible. No se trata del juicio de una persona o de una nación, sino de todo el mundo. ¡Oh, qué cambio se producirá entonces en el entendimiento de todos los seres creados! Allí se percibirá el valor de la vida eterna (Cada día con Dios, p. 294).
LA IMPORTANCIA DE LA HORA DEL JUICIO
El último libro de la Biblia, el Apocalipsis, se centra en la culminación del conflicto entre el bien y el mal. Lucifer, un ángel rebelde, desafió la justicia, la equidad y la sabiduría de Dios. Afirmó que Dios era injusto en la forma en que administraba el Universo. El Juicio Final del Apocalipsis está en el centro mismo de este conflicto sobre el carácter de Dios.
Apocalipsis 14:7 dice: “ ‘¡Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio! Y adoren al que hizo el Cielo y la Tierra, el mar y las fuentes de las aguas’ ”. ¿Por qué es importante que, justo después de mencionar el “evangelio eterno”, el mensaje del primer ángel hable del Juicio de Dios? ¿Qué tiene que ver el “evangelio eterno” con el Juicio de Dios?
El evangelio y el Juicio, ambas partes del mensaje del primer ángel, están inseparablemente entrelazados. Si no fuera por el “evangelio eterno”, no tendríamos esperanza en el Juicio. De hecho, como veremos, el “evangelio eterno” es nuestra única esperanza en el Juicio. No cabe duda de que parte del contenido del evangelio es el anuncio del Juicio.
Durante este juicio, los mundos no caídos verán que Dios ha hecho todo lo posible para salvar a cada ser humano. El Juicio revela la justicia y la misericordia de Dios. Dice algo acerca de su amor y su Ley. Habla de su gracia para salvar y de su poder para librar.
El Juicio es parte de la solución final de Dios al problema del pecado. En el gran conflicto entre el bien y el mal en el Universo, Dios respondió a los cargos de Satanás por medio de la Cruz, pero en el Juicio, él revela que ha hecho todo lo posible para salvarnos y guiarnos a la Cruz.
Los registros infinitos, minuciosos, exactos y detallados del Cielo se abrirán (ver Dan. 7:10). Somos tan preciosos para Dios que todo el Universo se detiene a considerar las decisiones que tomamos a la luz del llamado del Espíritu Santo y la redención que Cristo nos ofrece tan libremente en la Cruz del Calvario.
■ Lee Salmo 51:1 al 4 atentamente, especialmente el versículo 4. ¿Cuánto ayudan estos versículos a arrojar luz sobre el significado y el propósito del Juicio?
Domingo
En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando el juez se siente y se abran los libros. Él vino para cumplir toda justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especificación de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia proporcionada al instrumento humano, nadie debe perder el cielo. Todo el que se esfuerza, puede alcanzar la perfección del carácter. Esto se convierte en el fundamento mismo del nuevo pacto del evangelio. La ley de Jehová es el árbol. El evangelio está constituido por las fragantes flores y los frutos que lleva (Mensajes selectos, t. 1, pp. 248, 249).
“Y vi que con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, vino hasta el Anciano de días, y lo hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria, y reino; para que todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieran; su dominio es domino eterno, que nunca pasará; y su reino es uno que nunca será destruido”. Daniel 7:13, 14 (RV95). La venida de Cristo descrita aquí no es su segunda venida a la tierra. Él viene hacia el Anciano de días en el cielo para recibir el dominio y la gloria, y un reino, que le será dado a la conclusión de su obra de mediador. Es esta venida, y no su segundo advenimiento a la tierra, la que la profecía predijo que había de realizarse al fin de los 2,300 días, en 1844. Acompañado por ángeles celestiales, nuestro gran Sumo Sacerdote entra en el Lugar Santísimo, y allí, en la presencia de Dios, da principio a los últimos actos de su ministerio en beneficio del hombre, a saber, cumplir la obra del juicio y hacer expiación por todos aquellos que resulten tener derecho a ella (El conflicto de los siglos, p. 472).
Presento delante de vosotros el Salmo 51: un salmo lleno de preciosas lecciones. De él podemos aprender el camino a seguir si nos hemos apartado del Señor. Al rey de Israel —exaltado y honrado— el Señor envió un mensaje de reproche por medio de su profeta. David confesó su pecado y humilló el corazón al declarar que Dios es justo en todo su proceder [se cita Salmo 51:1-17].
El pecado es pecado, ya sea que lo cometa el que ocupa un trono o el más humilde. Vendrá el día cuando todos los que han cometido pecado lo confesarán, aunque sea demasiado tarde para que reciban perdón. Dios espera mucho tiempo para que el pecador se arrepienta. Manifiesta una tolerancia admirable; pero a la larga llamará a cuentas al transgresor de su ley…
Es peligroso que cerremos los ojos y endurezcamos la conciencia al punto de que no veamos ni comprendamos nuestros pecados. Necesitamos apreciar la instrucción que hemos recibido acerca del carácter odioso del pecado, a fin de que nos arrepintamos de nuestras transgresiones y las confesemos (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1165).
LA MISERICORDIA Y EL JUICIO DE DIOS
La Cruz y el Juicio revelan que Dios es justo y misericordioso. La transgresión de la Ley exige la muerte del pecador. La justicia declara: “La paga del pecado es la muerte”. La misericordia responde: “El don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23). Si la Ley de Dios pudiera haberse cambiado o abolido, o abolirse, habría sido totalmente innecesario que Jesús muriera. La muerte de Cristo establece la naturaleza eterna de la Ley, y la Ley es la base del Juicio.
Lee Apocalipsis 20:12. ¿Cómo se nos juzga? ¿Qué relación tienen nuestras buenas obras con nuestra salvación?
Las obras revelan nuestras decisiones y nuestra lealtad a Dios. Según Efesios 2:8 y 9, “por gracia han sido salvados por la fe. [...] No por obras, para que nadie se gloríe”. Pero, cuando Cristo nos salva, él nos cambia. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efe. 2:10).
Nuestras buenas obras, empoderadas por el Espíritu Santo, no nos salvan, pero testifican que nuestra fe es auténtica. El Juicio Final de Dios quita toda pretensión, toda hipocresía, toda falsedad, y penetra hasta el fondo de nuestro ser. Al describir nuestra posición delante de Dios en el Juicio, Elena de White ofrece esta poderosa perspectiva de cómo el evangelio y el Juicio van de la mano.
“El hecho de que los hijos reconocidos de Dios están representados como de pie delante del Señor con ropas inmundas debe inducir a todos los que profesan su nombre a sentir humildad y a escudriñar profundamente su corazón. Los que están de veras purificando su alma y obedeciendo a la verdad, tendrán una muy humilde opinión de sí mismos. Cuanto más de cerca vean el carácter sin mancha de Cristo, mayor será su deseo de ser transformados a su imagen, y menos pureza y santidad verán en sí mismos. Pero, aunque debemos comprender nuestra condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santificación y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás contra nosotros. Solo Cristo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro favor. Él puede hacer callar al acusador con argumentos que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos” (TI 5:446).
■ ¿Cómo percibes, en palabras de Elena de White, que el evangelio es inseparable del Juicio? ¿Qué esperanza puedes inferir de este vínculo entre el evangelio y el Juicio?
Lunes
Aquellos que no captan la pecaminosidad del pecado no están en condiciones de apreciar el valor de la expiación y la necesidad de ser limpiados de todo pecado. El pecador se mide a sí mismo por sí mismo y por aquellos que, como él, son pecadores. No contempla la pureza y la santidad de Cristo. Pero, cuando la ley de Dios impone convicción a su corazón, dice con Pablo: “Y yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí”. Romanos 7:9…
Dios creó al hombre para su gloria. No soportará, no puede soportar la presencia del pecado en su dominio…
Miren hacia arriba, mis hermanos. ¿Ha perdido el evangelio su poder para impresionar los corazones? ¿Es debido a que la influencia regeneradora del Espíritu de Cristo ha muerto, que los corazones no son purificados, santificados y preparados por el Espíritu Santo? No, la espada del Espíritu, la Palabra del Dios viviente, está todavía con nosotros; pero debe ser esgrimida con ahínco. Usémosla como lo hicieron antaño los santos de Dios. Mediante su poder viviente y vivificante se abrirá camino a los corazones (Alza tus ojos, p. 14).
A qué terrible sentencia tendrá que hacer frente la humanidad el día final, puesto que la vasta mayoría de los hombres ha rechazado el ofrecimiento inapreciable, el más rico don que Dios podía conceder al mundo. Todas nuestras bendiciones nos llegan por medio del don inestimable de Cristo. La vida, la salud, los amigos, la razón, la felicidad, son nuestros gracias a los méritos de Cristo. ¡Oh, que los jóvenes y los ancianos comprendan que todo nos viene por medio de la virtud de la vida y de la muerte de Cristo, y reconozcan la propiedad de Dios! (Hijos e hijas de Dios, p. 240).
El carácter que cultivamos y las actitudes que asumimos hoy están fijando nuestro destino futuro. Todos estamos haciendo elecciones, ya sea para estar con los benditos dentro de la ciudad de luz, o estar con los malvados, fuera de la ciudad. Los principios que gobiernan nuestros actos sobre la tierra son conocidos en el cielo, y nuestros hechos son fielmente anotados en los libros de registro. Allí se sabe si nuestros caracteres son como el de Cristo…
Ser perdonados como Cristo perdona no es solo ser perdonados sino ser renovados en el espíritu de nuestra mente. El Señor dice: “Os daré corazón nuevo”. Ezequiel 36:26. La imagen de Cristo ha de estar grabada en la mente, el corazón y el alma. El apóstol dice: “Nosotros tenemos la mente de Cristo”. 1 Corintios 2:16. Sin el proceso transformador que solo puede producirse por medio del poder divino, las propensiones pecaminosas originales quedan en el corazón con toda su fuerza, para forjar nuevas cadenas, para imponer una esclavitud que nunca puede ser quebrada por el poder humano (Reflejemos a Jesús, p. 295).
UNA ESCENA MAGNÍFICA
Los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis son complementarios, y nos señalan los acontecimientos que se desarrollarán en los últimos días de la historia de la humanidad. El libro de Apocalipsis anuncia que la hora del Juicio de Dios ha llegado. El libro de Daniel revela cuándo comenzó el Juicio.
En Daniel 7, Dios reveló la historia del mundo al profeta. Las naciones surgen y caen. Los poderes perseguidores oprimen al pueblo de Dios. Después de describir a Babilonia, Medopersia, Grecia, Roma, la desintegración del Imperio Romano y la persecución de la iglesia durante los 1.260 años descritos en el texto (Dan. 7:25; ver también Apoc. 12:14), Dios llama la atención de Daniel a un glorioso acontecimiento celestial que pondrá todas las cosas en su sitio. La atención del profeta se dirige desde el surgimiento y la caída de las naciones y los poderes opresivos de la Tierra, hasta el Trono del Universo y el Juicio Final de Dios, cuando él corregirá todo mal y establecerá su Reino eterno de justicia.
Dios llevó a Daniel en visión profética desde el caos y el conflicto de la Tierra hasta las glorias del Santuario celestial y el Trono de la corte suprema del Universo, donde Cristo, el Gobernante legítimo de este mundo, recibiría de su Padre el Reino que era legítimamente suyo.
Lee Daniel 7:9, 10 y 13, y describe lo que Daniel vio en estos versículos. ¿Cuál es también el resultado final de este juicio? Ver Daniel 7:14, 26 y 27.
El destino de toda la humanidad se decide en el tribunal celestial. El derecho prevalece. La verdad triunfa. La justicia reina. Esta es una de las escenas más asombrosas, maravillosas y espectaculares de toda la Escritura. Y lo bueno es que termina muy bien para el pueblo fiel de Dios, revestido de la justicia de Cristo.
Jesús se acerca a su Padre celestial en presencia de todo el Universo. Los seres celestiales se aglomeran alrededor del Trono de Dios. Todo el Universo de seres no caídos se asombra de esta escena del Juicio. El largo conflicto que se ha librado durante milenios pronto habrá terminado. La batalla por el Trono del Universo está completamente resuelta.
■ Daniel tenía razón acerca de los imperios que surgieron y cayeron, tal como estaba predicho. ¿Por qué, entonces, tiene tanto sentido confiar en la Palabra de Dios sobre lo que dice con respecto al Reino final, “un reino eterno” que nunca “pasará”?
Martes
Aquellos que se coloquen bajo el control de Dios, para ser guiados por él, captarán el paso continuo de los eventos que él ha dispuesto que ocurran.
Debemos ver en la historia el cumplimiento de la profecía, para estudiar las operaciones de la Providencia en los grandes movimientos de reforma, y para comprender el progreso de los eventos en el ordenamiento de las naciones para el conflicto final de la gran controversia.
Se necesita un estudio mucho más detenido de la Palabra de Dios; especialmente Daniel y el Apocalipsis deben recibir atención como nunca antes… La luz que Daniel recibió de Dios fue dada especialmente para estos postreros días…
Pronto se cumplirán las predicciones incumplidas del libro de Apocalipsis. Ahora el pueblo de Dios debe estudiar con diligencia esta profecía y entenderla claramente. No encubre la verdad; nos advierte con claridad, diciéndonos lo que sucederá en el futuro.
Los solemnes mensajes que en el Apocalipsis se dieron en su orden deben ocupar el primer lugar en el pensamiento de los hijos de Dios (Eventos de los últimos días, pp. 15, 16).
Un estudio cuidadoso de cómo se cumple el propósito de Dios en la historia de las naciones y en la revelación de las cosas venideras, nos ayudará a estimar en su verdadero valor las cosas que se ven y las que no se ven, y a comprender cuál es el verdadero objeto de la vida. Considerando así las cosas de este tiempo a la luz de la eternidad, podremos, como Daniel y sus compañeros, vivir por lo que es verdadero, noble y perdurable. Y al aprender en esta vida a reconocer los principios del reino de nuestro Señor y Salvador, el reino bienaventurado que ha de durar para siempre, podemos ser preparados para entrar con él a poseerlo cuando venga (Profetas y reyes, p. 403).
Por el hecho de que no pueden sondear todos los misterios de la Palabra de Dios, los escépticos y los incrédulos la rechazan; y no todos los que profesan creer en ella están exentos de este peligro. El apóstol dice: “Mirad, pues, hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros, un corazón malo de incredulidad, en el apartarse del Dios vivo”. Hebreos 3:12. Es bueno estudiar detenidamente las enseñanzas de la Escritura e investigar “las profundidades de Dios” hasta donde se revelan en ella, porque si bien “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios”, “las reveladas nos pertenecen a nosotros”. Deuteronomio 29:29Pero Satanás obra para pervertir las facultades de investigación del entendimiento…
Él quiere que aun en esta vida las verdades de su Palabra se vayan revelando de continuo a su pueblo. Y hay solamente un modo por el cual se obtiene este conocimiento. No podemos llegar a entender la Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual ella fue dada… Y la promesa del Salvador a sus discípulos fue: “Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad… porque tomará de lo mío, y os lo anunciará”. Juan 16:13, 14 (El camino a Cristo, pp. 108, 109).
UN VISTAZO AL CIELO
En Apocalipsis 4, Juan contempla una puerta abierta en el Cielo y recibe esta invitación: “ ‘Sube acá, y te mostraré lo que ha de suceder después’ ” (Apoc. 4:1). Jesús invitó al apóstol a mirar a través de la puerta abierta del Santuario celestial para observar escenas eternas del gran conflicto entre el bien y el mal. Nosotros también podemos mirar, con Juan, a través de esa puerta abierta y recibir un vistazo del plan eterno de salvación. Somos testigos de asuntos que se están decidiendo en la Corte Celestial. Ante nuestros ojos se desarrollan cuestiones fundamentales en el gran conflicto entre el bien y el mal.
Lee Apocalipsis 4:2 al 4. ¿Qué similitudes puedes ver aquí con la escena del Juicio en Daniel 7?
Esta es obviamente una escena del Trono. Dios el Padre se sienta en su Trono, rodeado de seres celestiales. Hay truenos y relámpagos que simbolizan los juicios de Dios. También notamos, en Apocalipsis 4:4, que hay 24 ancianos alrededor del Trono de Dios.
¿Quiénes son estos 24 ancianos? En el antiguo Israel había 24 divisiones en el sacerdocio levítico. Estos sacerdotes representaban al pueblo ante Dios. En 1 Pedro 2:9, el apóstol declara que los creyentes del Nuevo Testamento son un “linaje elegido”, “real sacerdocio”. Estos 24 ancianos podrían, tal vez, representar a todos los redimidos que un día se regocijarán alrededor del Trono de Dios; o tal vez representen a los que resucitaron en la resurrección de Cristo y que ascendieron al Cielo con él (Mat. 27:52; Efe. 4:7, 8).
De todos modos, estas son buenas noticias. Algunos de los redimidos de la Tierra rodean el Trono de Dios. Ellos enfrentaron tentaciones tal como nosotros las enfrentamos. Por la gracia de Cristo y el poder del Espíritu Santo, ellos vencieron. Están “vestidos de blanco”, lo que simboliza la justicia de Cristo, que cubre y limpia sus pecados. Tienen una corona de oro en su cabeza, que representa que son victoriosos en la batalla contra el mal, y que son parte del linaje real y celestial de creyentes llenos de fe.
Vemos que hay un Trono en el Cielo, donde está Dios sentado. Hay seres celestiales alrededor de él, y pronto todo el Cielo comienza a cantar, y la alabanza va in crescendo: “ ‘Señor y Dios, digno eres de recibir gloria, honra y poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad fueron creadas y existen’ ” (Apoc. 4:11).
Miércoles
La salvación llega a ser plena y completa debido a la amalgama del juicio y la misericordia. Es la combinación de estos dos elementos lo que nos induce a exclamar, a la vista del Redentor del mundo y de la ley de Jehová: “Tu benignidad me ha engrandecido”. 2 Samuel 22:36. Sabemos que el evangelio es un sistema perfecto y completo, que revela la inmutabilidad de la ley de Dios. La misericordia nos invita a entrar por las puertas de la ciudad de Dios, y la justicia es sacrificada para otorgar a cada alma obediente plenos privilegios como miembro de la familia real, como hijo del Rey celestial.
Por la fe miremos el arco iris que rodea el trono, la nube de pecados confesados detrás de él. El arco iris de la promesa es una seguridad que se da a cada alma humilde, contrita y creyente, de que su vida es una con Cristo, y de que Jesús es uno con Dios. La ira de Dios no caerá sobre un alma que busca refugio en él. Dios mismo ha declarado: “Y veré le sangre, y pasaré de vosotros”. Éxodo 12:13. “Y estará el arco en las nubes, y verlo he para acordarme del pacto perpetuo”. Génesis 9:16 (La maravillosa gracia de Dios, p. 70).
En esta vida debemos arrostrar pruebas de fuego y hacer sacrificios costosos, pero la paz de Cristo es la recompensa. Ha habido tan poca abnegación, tan poco sufrimiento por amor a Cristo, que la cruz queda casi completamente olvidada. Debemos participar de los sufrimientos de Cristo si queremos sentarnos en triunfo con él sobre su trono. Mientras elijamos la senda fácil de la complacencia propia y nos asuste la abnegación, nuestra fe no llegará nunca a ser firme, y no podremos conocer la paz de Jesús ni el gozo que proviene de una victoria consciente. Los más encumbrados de la hueste redimida que estarán vestidos de blanco delante del trono de Dios y del Cordero, habrán conocido el conflicto necesario para vencer, porque habrán pasado por la gran tribulación. Los que hayan cedido a las circunstancias en vez de empeñarse en este conflicto, no sabrán cómo subsistir en aquel día cuando la angustia domine a toda alma, cuando, si Noé, Job y Daniel estuviesen en la tierra no salvarían “hijo ni hija”, pues cada uno habrá de librar su alma por su propia justicia (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 199, 200).
Escuchad sus voces cuando cantan resonantes hosanas mientras agitan las palmas de la victoria. Una música hermosa llena el cielo cuando sus voces entonan estas palabras: “Digno, digno es el Cordero que fue inmolado y resucitó para siempre. Salvación a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”. Y la hueste angélica, ángeles y arcángeles, querubines cubridores y gloriosos serafines, repiten el estribillo de aquel canto gozoso y triunfal diciendo: “Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos”. Apocalipsis 7:12.
¡Oh!, en ese día quedará a la vista que los justos fueron sabios, en tanto que los pecadores fueron necios (Maranata: el Señor viene, p. 327).
JESÚS ES DIGNO
En Apocalipsis 5:1 al 3, una vez más vemos un Trono. Se menciona un libro escrito en ambos lados. Está sellado con el sello divino, y nadie del Cielo ni de la Tierra puede abrir el libro. Los seres celestiales tiemblan. El asunto es grave. Ningún ser angelical puede representar a la humanidad en el juicio final de la Tierra. Juan llora porque nadie puede abrir el libro. Entonces uno de los ancianos, uno de los redimidos de la Tierra, pronuncia palabras de aliento para el corazón de Juan. Jesús, el Cordero de Dios, es digno de abrir el libro.
Juan contempla la respuesta final al problema del pecado en Apocalipsis 5:5. Aquí, el anciano profeta contempla la única manera en que alguien puede recibir aprobación en el Juicio Final en el Trono de Dios. “Entonces uno de los ancianos me dijo: ‘No llores. El León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro [...]’. Entonces [...] vi de pie a un Cordero como si hubiera sido inmolado” (Apoc. 5:5, 6).
Lee Apocalipsis 5:8 al 12. ¿Cómo responde todo el Cielo al anuncio de que Jesús es digno de abrir el libro del Juicio y redimirnos?
Jesús, el Cordero de Dios que ha sacrificado su vida por la salvación de toda la humanidad, toma el libro del Juicio y lo abre. Todo el Cielo estalla en alabanza resonante. La victoria sobre las tentaciones de Satanás, la muerte en la Cruz del Calvario, la resurrección y el ministerio sumosacerdotal ofrecen salvación para todos los que eligen, por fe, responder a su gracia. El Juicio es una noticia increíblemente buena para el pueblo de Dios. Habla del fin del reino del pecado y la liberación del pueblo de Dios.
¿Hay algo que sea más alentador? Jesús nos representa en el Juicio. Su vida perfecta y recta nos cubre. Su justicia obra dentro de nosotros para renovarnos. Su gracia nos perdona, nos transforma y nos faculta para llevar una vida piadosa.
No necesitamos temer. Jesús nos representa en el Juicio y derrota a los poderes del mal. El Juicio se pronuncia en “favor” del pueblo de Dios (Dan. 7:22). El propósito del Juicio no es descubrir lo malos que somos, sino revelar lo bueno que es Dios.
■ Una vez más, reflexiona sobre la gran esperanza que tenemos en el Juicio: Jesús como nuestro Sustituto. ¿Por qué es esa nuestra única esperanza?
Jueves
El Salvador se presenta ante Juan bajo los símbolos del “león de la tribu de Judá” y de “un Cordero como inmolado”. Apocalipsis 5:5, 6. Dichos símbolos representan la unión del poder omnipotente con el abnegado sacrificio de amor. El león de Judá, tan terrible para los que rechazan su gracia, es el Cordero de Dios para el obediente y fiel. La columna de fuego que anuncia terror e ira al transgresor de la ley de Dios, es una señal de luz, misericordia y liberación para los que guardan sus mandamientos. El brazo que es fuerte para herir a los rebeldes, será fuerte para librar a los leales. Todo el que sea fiel será salvo. “Enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:31 (Los hechos de los apóstoles, pp. 470, 471).
En Cristo tenemos todo lo que necesitamos para nosotros en esta vida, y lo que constituirá el gozo del mundo venidero. Todo el dinero del mundo no comprará el don de la paz, el descanso y el amor. Recibimos estos dones por la fe en Cristo. No podemos comprarlos de Dios; no tenemos nada con qué comprarlos. Somos la propiedad de Dios; pues la mente, el cuerpo y el alma han sido comprados por el rescate de la vida del Hijo de Dios…
El Señor Jesús puso a un lado su corona real… revistió su divinidad con humanidad a fin de que por medio de la humanidad pudiera elevar a la raza humana. De tal modo apreció las posibilidades de la raza humana, que se convirtió en el sustituto y seguridad del hombre. Coloca sus propios méritos sobre el hombre y así lo eleva en la escala de valor moral con Dios…
Por la gracia de Cristo podemos ser fortalecidos y madurados para que, aunque somos imperfectos, podamos llegar a ser completos en él. Nos hipotecamos a Satanás, pero Cristo vino a rescatarnos y redimirnos… Somos salvados únicamente por gracia, el don gratuito de Dios en Cristo (A fin de conocerle, p. 85).
¿Están repasando nuestros hermanos el pasado, presente y futuro, a medida que se despliega ante el mundo? ¿Prestan atención a los mensajes de amonestación que se les ha dado? ¿Es nuestra mayor preocupación hoy día que nuestras vidas sean refinadas y purificadas y que reflejemos la semejanza divina? Esto deben experimentar todos los que se unan a la compañía de los que son lavados y emblanquecidos en la sangre del Cordero. Deben estar ataviados con la justicia de Cristo. El nombre de Cristo debe estar escrito en sus frentes. Deben regocijarse en la esperanza de la gloria de Dios. Cristo ha grabado los nombres de su pueblo en la palma de sus manos. Nunca perderá su interés en ninguna alma necesitada (Mensajes selectos, t. 1, p. 64).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Contempla las poderosas revelaciones que el Espíritu de Profecía nos da con respecto al estado del pueblo de Dios en los últimos días, en el tiempo del Juicio y el fin del mundo.
“Su única esperanza se cifra en la misericordia de Dios; su única defensa será la oración. Como Josué intercedía delante del ángel, la iglesia remanente, con corazón quebrantado y fe ferviente, suplicará perdón y liberación por medio de Jesús, su Abogado. Sus miembros serán completamente conscientes del carácter pecaminoso de su vida, verán su debilidad e indignidad, y mientras se miren a sí mismos, estarán por desesperar. El tentador estará listo para acusarlos, como estaba listo para resistir a Josué. Señalará sus vestiduras sucias, su carácter deficiente. Presentará su debilidad e insensatez, su pecado de ingratitud, cuán poco semejantes a Cristo son, lo cual ha deshonrado a su Redentor. [...]
“Los hijos de Dios han sido muy deficientes en muchos aspectos. Satanás tiene un conocimiento exacto de los pecados que él los indujo a cometer, y los presenta de la manera más exagerada, declarando: ‘¿Nos desterrará Dios a mí y a mis ángeles de su presencia, y sin embargo recompensará a aquellos que han sido culpables de los mismos pecados? Tú no puedes hacer esto con justicia, oh Señor. Tu Trono no subsistirá en rectitud y juicio. La justicia exige que se pronuncie sentencia contra ellos’.
“Pero, aunque los seguidores de Cristo han pecado, no se han entregado al dominio del mal. Han puesto a un lado sus pecados, han buscado al Señor con humildad y contrición, y el Abogado divino intercede en su favor. El que ha sido el más ultrajado por su ingratitud, el que conoce sus pecados y también su arrepentimiento, declara: ‘¡Jehová te reprenda, oh Satán! Yo di mi vida por estas almas. Están esculpidas en las palmas de mis manos’ ” (TI 5:447, 448).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Cómo impacta en nuestra vida diaria el hecho de saber que “ha llegado la hora de su juicio”? Si la mayoría de nosotros somos honestos, probablemente diríamos que no nos modifica en nada, ¿verdad? ¿Cómo cambiar esto?
2. ¿Por qué el Juicio es una buena noticia, y no una mala? En clase, hablen del papel de Jesús para nosotros en el Juicio. ¿Cómo puede esto motivarnos a ser fieles a él, sabiendo que solo por lo que él ha hecho por nosotros podemos tener la esperanza de la salvación?
3. Reflexionen sobre la idea del Juicio, que revela al Universo el carácter de Dios. ¿Cómo encaja esta idea con todo el gran escenario del Conflicto?
Viernes
Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, “La integridad constante es el único camino seguro”, p. 1192.
La maravillosa gracia de Dios, “¿Salario o don?”, 1º de noviembre, p. 313.
LOS TRES MENSAJES CÓSMICOS
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Dios lo bendiga!!!
Lección 5
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Cuando muchos cristianos piensan en el Juicio, tienden a cargarse de miedo. Visualizan a Dios en su Trono celestial sentado como el Juez supremo del Universo, sopesando las buenas obras contra las malas obras de ellos. Tienen esta vaga noción de que si sus buenas obras superan a las malas, se salvarán. Si, por casualidad, sus malas obras pesan más que sus buenas obras, se perderán.
En la lección de esta semana, descubriremos que esta visión del Juicio no solo es falsa, sino además es uno de los engaños del diablo para distorsionar el carácter de Dios. Satanás desea caracterizar a Dios como un juez vengativo, una especie de tirano iracundo, que quiere castigar a sus criaturas por cada pecado que hayan cometido.
El estudio de la Escuela Sabática de esta semana revela a un Dios de amor infinito que hace todo lo posible para salvarnos; aún más que nosotros, él quiere que estemos en el Cielo. El Juicio da fe de la realidad divina de que el Cielo ha hecho todo lo posible para salvar a toda la humanidad. Si nos perdemos, será porque nos hemos resistido continuamente a las súplicas del amor divino. En el Juicio, las buenas obras son importantes porque revelan nuestra respuesta al amor incondicional e inagotable de Dios revelado en Cristo en la Cruz. Las buenas obras dan testimonio del hecho de que nuestra fe en Jesús es auténtica. Nuestro reconocimiento de lo que Jesús hizo, hace y hará nos lleva a anhelar servirlo para siempre.
Parte II: COMENTARIO
El libro de Apocalipsis anuncia que "ha llegado la hora de su juicio" (Apoc. 14:7). Apocalipsis no indica ni la naturaleza del Juicio ni el tiempo exacto en que este comienza. Pero Daniel sí. Daniel 7 al 9 está interconectado con Apocalipsis 14:7, y revela nítidamente la naturaleza y la cronología del Juicio. Los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis van de la mano. Entender a Daniel nos ayuda a entender Apocalipsis. Cuando Daniel describe la naturaleza del Juicio en Daniel 7, lo hace en el contexto de la victoria de Cristo sobre los poderes despóticos de este mundo. Anteriormente, en Daniel 7, cuatro bestias avanzan en el escenario oprimiendo al pueblo de Dios. Según Daniel J:17 y 23, estas bestias representan reyes o reinos. Las palabras clave en Daniel 7 son "reino" y "dominio".
Hay una batalla por el control de este mundo. Finalmente, surge el poder del "cuerno pequeño" como un poder político-religioso que cambia la Ley de Dios y procura gobernar sobre la Tierra. Nuestra atención se voltea de la Tierra al Cielo. El Anciano de días, nuestro Padre celestial, establece la hora del Juicio celestial. El Hijo del Hombre, Jesús, se une al Padre. En el Juicio, se revela que Cristo es el gobernante legítimo del Universo. Daniel declara: " 'Seguí mirando en la visión nocturna, y vi que en las nubes del cielo venía como un Hijo de Hombre; llegó hasta el Anciano de días y fue llevado ante él. Y le fue dado dominio, y gloria y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su dominio es eterno, que nunca pasará, y su reino nunca será destruido' " (Dan. 7:13, 14).
En el Juicio, frente a todo el Universo, Cristo se revela como el gobernante legítimo. El reino de Satanás queda completamente expuesto como malvado, engañoso, egoísta y destructivo. El Cielo revela en la Cruz que la Deidad hizo todo lo posible para salvar a toda la humanidad. El poder del cuerno pequeño (la Roma papal) y todos los poderes terrenales son condenados en el Juicio. El Juicio se expide a favor del pueblo de Dios. Como consecuencia, también se les confía la obra de juzgar con Cristo en el Cielo durante el reinado de mil años después de la Segunda Venida. Para los cristianos comprometidos, leales a Cristo, que confían en su gracia y están revestidos de su justicia, el Juicio es una buena noticia, no mala.
Daniel 7 se escribió durante el primer año del reinado de Belsasar, rey de Babilonia. Según el Dr. Siegfried Horn, arqueólogo y exprofesor de la Universidad Andrews, "los babilonios tenían una perspectiva muy pesimista del más allá. Su inframundo, el reino de los difuntos, era una tierra oscura, llena de polvo, donde el pan era amargo y el agua salobre, y donde los muertos vestían túnicas de plumas para protegerse del frío. Durante la noche, se creía que el dios Sol suplía sus necesidades de luz, alimento y bebida" (Ministry, diciembre de 1981 [t. 54, Nº 12), p. 25).
Horn sigue diciendo: "Hay una marcada diferencia entre los egipcios y los babilonios con respecto al juicio en el más allá. Si bien sabemos poco de lo que pensaban los babilonios acerca de su destino en el más allá, los egipcios han dejado numerosos registros de sus creencias. Estos textos mortuorios abarcan desde los Textos de las Pirámides del Reino Antiguo, pasando por los Textos de los Sarcófagos del Reino Medio hasta los Libros de los Muertos del Reino Nuevo. En el transcurso de casi tres mil años, sus creencias cambiaron en algunos aspectos, como lo ilustra esta variedad de textos [ .. .]. Estos describen con gran detalle, tanto en palabras como en imágenes, lo que una persona podía llegar a experimentar después de la muerte y cómo podía garantizar un resultado favorable del juicio ante sus jueces divinos" (p. 27).
Los Libros de los Muertos egipcios representan gráficamente el concepto egipcio del juicio durante la era del Nuevo Reino. Esta idea se desarrolla más plenamente en la parte acerca de la sala del juicio, donde se determina el destino de los muertos. Osiris se sienta en la Sala del Juicio, con la balanza de la justicia ante él, y se dispone a evaluar al difunto. Quienes no pasen esta prueba serán destruidos[ ... ]. Este pasaje complejo y extenso contiene la Confesión Negativa, en la que el difunto afirma (primero ante Osiris y luego ante otros 42 jueces) que son dignos de enumerar los delitos y las faltas que ellos no han cometido. Luego se pesaba el corazón del difunto contra la pluma de Ma'at" (Ancient Egypt Online, "The Judgment of the Dead", (https://ancientegyptonline.co.uk/ judgmentofthedead/).
Si las malas obras de la persona superaban sus buenas obras, la balanza se inclinaba a favor de la tristeza eterna, y el corazón era arrojado a una figura parecida a un monstruo que esperaba la oportunidad de engullirlo. Los textos egipcios también revelan que casi nadie podía ganar una discusión contra los dioses. Los dioses de Egipto parecen ser insensibles, aborrecibles y dispuestos a devorar.
Es importante notar el contraste entre los antiguos conceptos paganos de juicio y el concepto bíblico, según se describe en los libros proféticos de Daniel y Apocalipsis. Apocalipsis 14:¡ dice: "¡Ha llegado la hora de su juicio!" Esta hora no es solo el momento en que Dios juzga a este mundo, sino también la hora de la revelación del amor y la gracia de Dios ante el Universo. cuando Cristo murió en la Cruz, el Universo entero contempló el amor de Dios. No puede haber mayor revelación del amor de Dios que el Calvario. La Cruz lo dirime: Dios es amor.
Sin embargo, todavía quedan preguntas por responder en el conflicto cósmico entre el bien y el mal. ¿Cómo se presenta el amor de Dios a cada persona? Cada persona del planeta Tierra, ¿ha tenido suficientes evidencias para tomar una decisión eterna? Dios, ¿hizo todo lo posible para salvar a cada ser humano? ¿Hay algo más que Dios podría haber hecho? Para asegurarse el Universo para siempre y consagrar, más allá de cualquier sombra de duda, el amor divino dentro del corazón de los mundos no caídos y de los redimidos de todas las edades, estas preguntas necesitan respuestas, y serán respondidas.
En la consumación del Juicio, el Universo entero entonará con alegría:" '¡Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso! ¡Justos y verdaderos son tus caminos, Rey de las naciones! ¿Quién no te temerá y glorificará tu nombre, Señor? Porque solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus actos de justicia han quedado manifiestos'" (Apoc. 15:3, 4). Los que se salvan y los que se pierden, los redimidos y los impíos, reconocerán que Dios es justo, recto y amoroso en sus acciones hacia nosotros. El Universo estará seguro para siempre porque su amor se ha revelado tanto en la Cruz como en el Juicio Final de la Tierra.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Para reflexión personal: La lección de esta semana contiene ricas lecciones espirituales para nuestra vida diaria. El primer principio importante que se desprende del estudio de esta semana es que estamos viviendo en una hora única en la historia de la Tierra: la hora del Juicio de Dios ha llegado. El destino de toda la humanidad está a punto de decidirse. Así como el Día de la Expiación en el calendario religioso judío también era un día de juicio en el que todo el pueblo de Dios se reunía en el antiguo Santuario, confesaba sus pecados y examinaba su corazón, hoy el llamado de la hora del Juicio es un llamado a la confesión, el arrepentimiento y la renuncia al pecado. El llamado de la hora del Juicio es una exhortación de Dios a la humanidad para que se comprometa totalmente con Cristo en el punto culminante de la historia de la Tierra.
La segunda verdad esencial del estudio de esta semana es que en Cristo no debemos temer al Juicio. Podemos tener la seguridad de que nuestro amoroso Señor nos ayudará.Jesús no solo es nuestro Juez, sino también nuestro Abogado defensor (Juan 5:22; , Juan 2:1). En los tribunales terrenales, si el juez es también el abogado defensor, habría un serio conflicto de intereses; pero en la Corte Celestial, la balanza se inclina a nuestro favor. Si hay alguna forma en que Jesús pueda salvarnos, lo hará.
La tercera verdad bíblica del estudio de esta semana es que, en última instancia, Cristo será honrado, Satanás quedará expuesto y los justos serán redimidos. Entender el Juicio de Apocalipsis nos da la seguridad de que un día todo el Universo se inclinará en adoración ante nuestro Creador, Redentor y Rey triunfante.
Para analizar:
1. ¿Cuánta tranquilidad te da saber que el Juez también es tu Abogado defensor?
2. ¿Qué significa estar totalmente comprometido con Cristo durante la hora del Juicio, en el clímax de la historia de la Tierra?
LOS TRES MENSAJES CÓSMICOS
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