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Intermediarios | Lección 6: Cómo ser un ganador | 2do Trimestre 2023 | Año D

Lección 6 de Intermediarios

CÓMO SER UN GANADOR

 

Imagina que participas en los juegos olímpicos y que acabas de ganar la carrera de los cien metros planos. Te encuentras en el estrado de los ganadores mientras la multitud aplaude. Es posible que en la vida real no ganes un certamen olímpico, pero si obedeces las instrucciones que Dios tiene para tu vida, serás siempre un ganador y un magnífico ejemplo de lo que un cristiano debe ser.


Texto y clase de referencias:
Apocalipsis 1; Los hechos de los apóstoles, pp. 467-469.
Versículo para memorizar:
“Al que salga vencedor le daré el derecho de sentarse conmigo en mi trono, como también yo vencí y me senté con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3:21).
Mensaje:
Adoramos a Dios viviendo nuestra vida como un ejemplo para otros.

 

Juan, que había estado arrodillado, se puso de pie con dificultad. Había terminado su oración de la mañana. Había estado pensando en los otros apóstoles; quienes hacía mucho que habían muerto. En su caso, el emperador Domiciano lo había recluido en la isla de Patmos con la idea de que experimentara una muerte en vida. Sin embargo, Juan tenía numerosos visitantes de los cuales Domiciano no sabía nada. El apóstol recibía más comunicaciones de parte de Jesús que las que había tenido en toda su vida.

Era sábado y el Espíritu le mostraba a Juan el cielo. De pronto Juan escuchó una voz. Se volvió para ver quién era y vio a Jesús, con quien acostumbraba caminar y platicar en Judea y en la ribera del mar de Galilea. Juan lo reconoció a pesar de que Jesús aparecía diferente, con un aspecto luminoso. La voz de Jesús resuena en el ambiente celestial.

—Escribe al ángel de la iglesia de Éfeso —dijo Jesús—: “Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles pero no lo son; y has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte. Sin embargo, […] has abandonado tu primer amor. […] Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. […] Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios”.


Juan sigue escribiendo lo que Jesús dice:

 

“Escribe al ángel de la iglesia de Esmirna: […] Conozco tus sufrimientos y tu pobreza. ¡Sin embargo, eres rico! […] No tengas miedo de lo que estás por sufrir. […] Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. […] El que salga vencedor no sufrirá daño alguno de la segunda muerte”.

 

“Escribe al ángel de la iglesia de Pérgamo: […] Sé dónde vives: allí donde Satanás tiene su trono. Sin embargo, sigues fiel a mi nombre. No renegaste de tu fe en mí. […] No obstante, […] toleras así mismo a los que sostienen la doctrina de los nicolaítas. Por lo tanto, ¡arrepiéntete! […] Al que salga vencedor le daré del maná escondido”.

 

“Escribe al ángel de la iglesia de Tiatira: […] Conozco tus obras, tu amor y tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y sé que tus últimas obras son más abundantes que las primeras. Sin embargo, tengo en tu contra que toleras a Jezabel, esa mujer que dice ser profetisa. Con su enseñanza engaña a mis siervos. […] Yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y a cada uno de ustedes lo trataré de acuerdo con sus obras. […] Eso sí, retengan con firmeza lo que ya tienen, hasta que yo venga. Al que salga vencedor y cumpla mi voluntad hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones”.

 

Juan conocía estas iglesias. También las ciudades. Éfeso era una ciudad importante de la provincia romana de Asia y puerto en el mar Egeo. El cristianismo se había desarrollado en Éfeso, pero la iglesia había perdido su primer amor. Juan pensaba: “Oh, efesios, vuelvan a Jesús”.

Juan también conocía Esmirna. Era uno de los centros comerciales más importantes de la región. También era un puerto, protegido por las montañas. Juan pensaba: “Oh, Esmirna, solamente la palabra de Jesús puede protegerte. Escucha lo que dijo”.

Pérgamo estaba situada en un amplio valle, con edificios públicos en la ladera de una elevada colina. En la cima había un altar del dios Zeus que invitaba a la gente a la adoración. Juan pensaba: “Oh, Pérgamo, sigue a Jesús y adóralo”.

Tiatira era una ciudad más pequeña que se especializaba en la preparación de una tela especial teñida de púrpura. Muchos cristianos pertenecían a los sindicatos artesanales y participaban en fiestas en las que se adoraba al dios Sambate. Juan pensaba: “No aflojes, Tiatira, no aflojes. Jesús está por venir a ti”.

Jesús le dijo a cada una de las iglesias: “Yo te conozco”. Él conocía sus puntos fuertes. Las encomiaba por los éxitos logrados. También conocía sus debilidades. Debido a que amaba a su pueblo, le llamaba la atención por sus fracasos. Juan que escribía en esa isla solitaria, alababa a Dios. Juan sabía que lo había mantenido con vida para que escribiera sus mensajes a las iglesias, y que también preservaría a su pueblo.

Jesús dijo: “Al que salga vencedor le daré derecho a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios”.

La respuesta de Juan fue: “Ven, Señor Jesús”.

 

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Dios les bendiga!!!

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