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Intermediarios | Lección 11: Una promesa cumplida | 2do Trimestre 2023 | Año D

Lección 11 de Intermediarios

UNA PROMESA CUMPLIDA

 

¿Has orado pidiendo algo, pero no lo has recibido enseguida? Eso le sucedió a Elías poco después de haber experimentado una respuesta instantánea cuando descendió fuego del cielo. Esta vez oró seis veces antes de recibir una respuesta.


Texto y clase de referencias:
1 Reyes 18:41-46; Profetas y reyes, pp. 114-122.
Versículo para memorizar:
“El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes” (2 Pedro 3:9).
Mensaje:
Dios siempre cumple sus promesas.

 

Después de que Dios contestó la oración de Elías en el monte Carmelo enviando fuego del cielo, la gente comprendió que Baal era un dios falso. Los profetas de Baal, sin embargo, rehusaron aceptar a Jehová como Dios verdadero. A pesar de que tenían la evidencia del altar consumido por el fuego, no quisieron reconocer el poder de Dios. Debido a eso, Elías dispuso que todos ellos fueran muertos. No escapó ninguno.

Después Elías le dijo al Rey que comiera y bebiera porque estaba por caer una lluvia muy abundante. Pero Elías no se detuvo a comer ni a descansar; en cambio subió a la cumbre del monte y observó el cielo en dirección al Mar Mediterráneo. No había ni una nube. Elías no oyó ningún trueno. Veía solo remolinos de polvo que subían del suelo reseco. Pero Elías creía que llovería, y así se lo había dicho al Rey para que se preparara.

Elías se inclinó con el rostro pegado al suelo para orar a Dios por su pueblo. Había ocurrido un gran milagro ese día en el monte Carmelo. Dios había demostrado a su pueblo de una vez por todas que él era el Dios que los había bendecido. El pueblo se había humillado delante de Dios y había confesado sus pecados. El camino había quedado preparado para que ocurriera un gran cambio en Israel. Elías deseaba que la gente recibiera la lluvia que los convencería del amor y el cuidado de Dios.

Elías le dijo a su siervo que subiera a un lugar alto desde donde se podía ver el mar. Le pidió que le dijera lo que veía.

El siervo miró el extenso Mar Mediterráneo. No consiguió ver ninguna nube en toda esa extensión. Volvió al lugar donde estaba Elías y le informó lo que sucedía.

Dios había contestado la oración de Elías cuando pidió fuego del cielo. Pero Dios no contestó de inmediato la oración de Elías en la que pedía lluvia. Elías siguió orando sin impacientarse ni desanimarse. Tampoco perdió su fe en Dios. Sabía que Dios cumpliría su promesa. Envió a su siervo a observar el cielo sobre el mar. El siervo regresó seis veces con la noticia de que no había ningún cambio anunciador de lluvia.

Cuando Elías envió a su servidor por séptima vez, este regresó con una novedad: vi una nubecita del tamaño de la palma de la mano que está subiendo del mar. Eso fue suficiente para el profeta. Se levantó prestamente sin esperar a que todo el cielo se cubriera con nubes espesas ni que comenzaran a caer gotas de lluvia. Consideró la nubecita como una señal de que llovería.


Elías se apresuró a ir en busca del rey Acab y le dio este mensaje:

—Prepara tu carro y desciende del monte antes de que la lluvia te detenga.

Pero antes de que el Rey hiciera lo que Elías le indicó, el cielo se cubrió de espesas nubes, el viento sopló con fuerza y comenzó a llover. El Rey se dirigió a la ciudad de Jezreel que distaba 45 kilómetros del monte, pero le resultaba difícil encontrar el camino en la oscuridad y la lluvia enceguecedora. De modo que Elías tomó las riendas de los caballos y corrió guiándolos por el buen camino hasta la seguridad de la ciudad.

Elías era un profeta poderoso pero humilde. Acab debió haber quedado impresionado. Pero no había sido el poder de Elías lo que había hecho que descendiera fuego del cielo ni que no lloviera durante tres años. Tampoco había llovido porque el pueblo de Israel se había arrepentido de sus pecados. La lluvia cayó porque Dios había prometido que eso sucedería. Dios cumple sus promesas y Elías lo sabía y confió en que haría llover.

Elías y Acab se separaron al llegar a la ciudad. El Rey se apresuró a ir a su palacio para contar a Jezabel las cosas asombrosas que habían sucedido ese día. Elías, sumamente cansado, se envolvió en su manto y se acostó para dormir en el suelo, bajo la lluvia.

 

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Dios les bendiga!!!

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