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Intermediarios | Lección 12: Huyendo de Dios | 2do Trimestre 2023 | Año D

Lección 12 de Intermediarios

HUYENDO DE DIOS

 

¿Has estado cerca de una carretera muy transitada, o de otro lugar donde había mucho movimiento y ruido? ¿Era fácil que te escuchara otra persona? ¿Tenías que gritar o hablar en voz baja? Elías descubrió el poder de Dios tanto en los acontecimientos poderosos como en el sonido suave y delicado.


Texto y clase de referencias:
1 Reyes 19:1-18; Profetas y reyes, pp. 114-131.
Versículo para memorizar:
“Nunca te dejaré; jamás te abandonaré” (Hebreos 13:5).
Mensaje:
Dios está siempre con nosotros, aun en los momentos de desaliento.

 

Llovió después de más de tres años de sequía. Pero eso no había impresionado a la reina Jezabel. Elías había dado muerte a 450 profetas de Baal y había comenzado una reforma en Israel. La gente había vuelto a Jehová Dios, pero Jezabel rehusó creer en el Dios de Elías. Declaró tercamente que Elías debía morir.

Un mensajero fue rápidamente desde el palacio hasta la puerta de la ciudad. El cielo estaba cubierto de nubes amenazadoras. Cuando el mensajero encontró a Elías dormido, lo sacudió para despertarlo. Pero Elías no se despertó porque estaba cansadísimo a causa de lo que había acontecido ese día. Volvió a sacudirlo y lo llamó a gritos.

Elías se sentó y se restregó los ojos para sacudirse el sueño. El siervo le dijo:

—Vengo de parte de la reina Jezabel, quien te envía este mensaje: “Tú mataste mis profetas, y ahora yo juro por mis dioses que mañana a esta misma hora también tú estarás muerto”.

Elías había enfrentado solo a cientos de personas en el monte Carmelo. Todos lo culpaban por la sequía y las aflicciones que había causado. Él solo había enfrentado a los profetas de Baal.

Él solo había enfrentado el poder del mal y había llevado al pueblo de vuelta a Dios. Sin embargo, cuando oyó el mensaje de la reina Jezabel, olvidó que Dios lo había cuidado y protegido durante muchos años. Olvidó el fuego que había descendido del cielo y revelado el poder de Dios. Se había olvidado de ese poder. Jezabel lo había amenazado y Elías corrió para salvar su vida. Pero Dios no había olvidado a su siervo.

Después de mucho correr Elías, muy cansado y desanimado, se acostó en el suelo y se durmió. De pronto sintió que alguien lo tocaba en el hombro y se sobresaltó. Pensó que un soldado de Jezabel lo había encontrado. Pero solo vio una cara bondadosa. Dios había enviado a un ángel para que lo reconfortara.

—Levántate y come —le dijo el ángel señalando un pan y una vasija con agua.


Elías comió y bebió y volvió a dormirse.

El ángel lo despertó por segunda vez y le dijo que comiera. Después caminó 40 días y recorrió más de 1.150 kilómetros. Finalmente se detuvo cuando llegó al monte Horeb en el sur de Palestina. Se ocultó en una caverna, cansado y desanimado. Dios fue a la entrada de la caverna y le dijo:

—¿Qué haces aquí, Elías?

Dios lo había enviado a que llevara un mensaje al rey Acab. Él lo había alimentado por medio de cuervos en el arroyo de Querit. Le había preservado la vida mediante la viuda que lo alimentó en Sarepta. Lo había enviado a enfrentar solo a los sacerdotes de Baal. Le había dado fuerzas para que corriera delante del carro de Acab. Dios había iniciado una reforma en Israel por medio de él.

—¿Qué haces aquí, Elías?

—El pueblo de Israel ha quebrantado el pacto que había hecho contigo. Derribó tus altares y mató tus profetas, y yo solo he quedado. Y ahora me buscan para matarme —contestó Elías. ¡Pobrecito Elías!

—Elías —le dijo Dios—, párate a la entrada de la caverna.

Repentinamente sopló un viento poderoso que arrasó los montes e hizo rodar las rocas; pero Dios no estaba en el viento. Luego se produjo un fuerte terremoto que sacudió la tierra; pero Dios no estaba en el terremoto. Después un intenso fuego ardió en la montaña; pero Dios no estaba en el fuego. Finalmente se produjo un sonido suave y delicado, y Elías se cubrió la cabeza, porque sabía que Dios estaba en ese suave sonido.

Elías comprendió que Dios no siempre se manifiesta en forma poderosa. A veces se manifiesta de un modo apacible y delicado. De pronto Elías comprendió que debía confiar en que Dios lo cuidaría en todo momento.

—Pensaste que estabas solo y olvidaste que yo estaba contigo —le dijo Dios.

Elías no contestó nada.

Dios le dijo a continuación:

—Vuelve, porque aún no ha terminado tu trabajo para mí.

Elías agradeció a Dios porque no se había cansado de él. Le agradeció, además, porque lo había protegido. También le agradeció porque todavía lo usaba para llegar hasta otras personas.

 

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Dios les bendiga!!!

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