Lección 12 de Primarios
¡NADA, ESCALA Y VUELA!
Cuando has estado jugando afuera en un día muy caluroso, no hay nada mejor que un buen vaso de agua fría para refrescarte. Vamos a leer sobre un río cuyas aguas cristalinas le dan vida y salud a todos los que las beben.
Apocalipsis 22:1-5, 12-14; El conflicto de los siglos, pp. 733-736; Primeros escritos, pp. 13-19.
“Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero” (Apocalipsis 22:1).
Dios ha preparado cosas maravillosas para que podamos disfrutarlas por toda la eternidad.
¿Recuerdas a Adán y la gran reunión familiar en el cielo? Jesús le dio a probar a Adán un pedazo del fruto del árbol de la vida. Ese fue solamente uno de los doce diferentes frutos que da ese árbol. La Biblia dice que las hojas del árbol de la vida ayudan a sanar a todos lo que se reúnan con Jesús en el cielo.
Este maravilloso árbol crece a cada lado del río de la vida. El río de la vida corre por en medio de una calle de oro. El agua del río de la vida es tan clara como el cristal. Se puede ver perfectamente hasta el fondo del río. Este río fluye del trono de Dios. Podremos comer del fruto del árbol de la vida y beber del río de la vida por siempre. El río nunca se secará. El árbol nunca morirá.
Dios y Jesús se sientan en sus tronos en el cielo. Podemos hablar con ellos cara a cara. Podemos visitarlos en cualquier momento porque no habrá noche. Si no hay noche, eso quiere decir que tampoco hay oscuridad. La luz del rostro de Dios hace brillantes todas las cosas. No necesitamos lámparas o velas; ni siquiera necesitamos el sol. Y nunca nos vamos a cansar. No tenemos que tomar siestas ni irnos a la cama. Cada minuto es como si fuera de mañana.
Pasamos el tiempo aprendiendo nuevas cosas. Pero no de la misma manera como lo hacemos en esta tierra. El aprendizaje es divertido. No nos sentaremos en un aula de clases durante horas y horas. Tampoco hay pruebas y exámenes que tengamos que contestar.
Podremos hacer cualquier cosa que hayamos querido hacer siempre: Nadar, escalar las suaves montañas, volar muy alto en el cielo. Podremos volar hacia todos los planetas del sistema solar y todavía más allá. Podremos volar en solo unos segundos a diferentes mundos y hablar con las personas que viven allí. Ellos nos dicen todo aquello que han aprendido de Dios. Nos cuentan que ellos nos observaron a cada uno y todo lo que pasó en la tierra desde el principio de nuestra creación.
Cuando no estemos viajando, estaremos trabajando. Pero nuestro trabajo será un deleite. No sudaremos. No nos dolerán los músculos. No nos cortaremos con filosas herramientas ni nos machucaremos los dedos con los martillos.
Nos encantarán los rosales sin espinas. Caminamos a través de desiertos que florecerán con abundancia de flores y que son regados por claros arroyuelos. Correremos entre los bosques sin temor a animales peligrosos. Las flores no se secarán. Las hojas nunca se caerán de los árboles.
Nadie estará triste en el cielo. Nadie estará enfermo. Nadie llorará. Nadie se morirá. Nunca tendremos que separarnos de nuestros amigos favoritos o de nuestros primos preferidos. Cada día será como una reunión familiar o como el primer día de clases después de las vacaciones. Y lo mejor de todo, Jesús estará con nosotros en todo momento. Podremos preguntarle todas las cosas que queramos saber. Tendremos todo el tiempo del mundo para alabarlo y para decirle lo mucho que lo amamos. ¿No te gustaría todo eso?
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Dios les bendiga!!!
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