Lección 2 de Infantes
UNA GRAN TEMPESTAD
Textos clave y referencias:
LUCAS 8:22-25; MARCOS 4:35-41;
EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES, cap. 305-308.
Versículo para Memorizar:
“El Señor está conmigo. No tengo miedo”
(Salmo 118:6).
Mensaje:
Mostramos que amamos a Jesús cuando ayudamos a otros a estar seguros.
LUCAS 8:22-25; MARCOS 4:35-41;
EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES, cap. 305-308.
Versículo para Memorizar:
“El Señor está conmigo. No tengo miedo”
(Salmo 118:6).
Mensaje:
Mostramos que amamos a Jesús cuando ayudamos a otros a estar seguros.
¿Has sentido alguna vez miedo de verdad? Quizás un perro grande ha estado cerca de ti, o no podías encontrar a tu mamá en una tienda. Todos hemos sentido miedo en algún momento. ¿Quién te ayuda a sentirte seguro?
Jesús había estado contando historias y ayudando a la gente todo el día. La gente triste se sentía feliz otra vez.
Jesús sonrió.
—Ya es hora de irse a casa —les dijo a todos.
La gente realmente quería estar con Jesús pero se estaba haciendo tarde. Poco a poco empezaron a irse. Había sido un día muy atareado, todos estaban cansados. Jesús y sus discípulos subieron a un barco.
—Vamos a cruzar al otro lado del lago —dijo—. Allá podremos descansar.
Un viento suave empujaba el barco. Las olas hacían que el barco subiera y bajara, subiera y bajara. Jesús bostezó y se recostó en la parte de atrás, sobre un montón de redes de pescar. ¡Y se durmió!
El sol empezó a ocultarse, pronto oscureció. A los discípulos les gustaba estar por las noches en el barco. Les gustaba la brisa fresca. Les gustaba platicar mientras el barco surcaba el agua.
De pronto, el viento empezó a soplar con más fuerza. No era una brisa fresca y agradable. ¡Era un viento fuerte y frío! El viento tempestuoso formó grandes olas. Algunas de esas olas chocaron contra el barco.
¡El viento soplaba cada vez más y más fuerte! Era difícil guiar el barco. ¡Los discípulos tuvieron miedo! ¡Sabían que la tormenta podía hundir su barco! Un relámpago brilló y vieron a Jesús durmiendo en la parte trasera del barco.
—¡Jesús!, ¡Jesús!, ¡sálvanos!—gritaron.
Inmediatamente, Jesús se despertó. Sintió las olas golpeando el barco. Vio a los discípulos amedrentados. Rápidamente, se puso de pie. De inmediato, dijo:
—¡Calla, enmudece! Y enseguida, el fuerte viento dejó de soplar. Las olas dejaron de golpear el barco. La noche estaba tranquila y apacible.
—¿Por qué tuvieron miedo? —preguntó Jesús a sus discípulos—. ¡No deben tener miedo! ¡Yo estoy con ustedes!
Los discípulos se sintieron mucho mejor. Sabían que estaban seguros porque Jesús estaba con ellos.
Cuando sientes miedo, tú también puedes decir: “¡Jesús, por favor, ayúdame!”, así como hicieron los discípulos.
Puede ser que alguna vez veas a alguien atemorizado. Puedes ayudarle a sentirse seguro. Puedes ayudarle a decir: “¡Jesús, por favor, ayúdame!”. Tal vez puedes darle un abrazo o sostener su mano. O puedes ayudarlo llevándolo junto a una persona mayor. Tú puedes ayudar a tus amigos a sentir seguridad. Puedes decirles también que Jesús los ayudará.
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Dios les bendiga!!!
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