Lección 5: Para el 30 de enero de 2021 NOBLE PRÍNCIPE DE PAZ Sábado 23 de enero LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 9:1–5; ...
Lección 5: Para el 30 de enero de 2021
NOBLE PRÍNCIPE DE PAZ
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 9:1–5; 9:6, 7; 9:8–10:34; 11; 12:1–6.
PARA MEMORIZAR:
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isa. 9:6).
“El Dr. Robert Oppenheimer, quien supervisó la creación de la primera bomba atómica, compareció ante una Comisión del Congreso [de los Estados Unidos]. Le preguntaron si había alguna defensa a favor del arma. ‘Por supuesto’, respondió el gran físico. ‘Y es...’ El Dr. Oppenheimer echó un vistazo a la audiencia silenciosa y expectante, y dijo suavemente: ‘La paz’ ” (P. L. Tan, Encyclopedia of 7,700 Illustrations: Signs of the Times, p. 989).
Se calcula que, desde el comienzo de los registros históricos, el mundo estuvo completamente en paz solo un ocho por ciento del tiempo. Durante estos años, se han roto al menos ocho mil tratados (P. L. Tan, p. 987, adap-tado). Durante el medio siglo posterior al final de la Primera Guerra Mundial, que se suponía que era la guerra para poner fin a todas las guerras, hubo dos minutos de paz por cada año de guerra.
En 1895, Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, creó una fundación con el fin de establecer un premio para las personas que hacen una contri-bución sobresaliente a la paz (P. L. Tan, p. 988, adaptado). No obstante, en los últimos años, incluso algunos ganadores del Premio Nobel de la Paz han participado de violentos conflictos. Esta semana, leeremos sobre el único que puede brindar paz verdadera y eterna.
Sábado
Cristo es el “Príncipe de paz” (Isaías 9:6), y su misión es devolver al cielo y a la tierra la paz destruida por el pecado. “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Romanos 5:1. Quien consienta en renunciar al pecado y abra el corazón al amor de Cristo participará de esta paz celestial.
No hay otro fundamento para la paz. La gracia de Cristo, aceptada en el corazón, vence la enemistad, apacigua la lucha y llena el alma de amor. El que está en armonía con Dios y con su prójimo no sabrá lo que es la desdicha. No habrá envidia en su corazón ni su imaginación albergará el mal; allí no podrá existir el odio. El corazón que está de acuerdo con Dios participa de la paz del cielo y esparcirá a su alrededor una influencia bendita. El espíritu de paz se asentará como rocío sobre los corazones cansados y turbados por la lucha del mundo.
Los seguidores de Cristo son enviados al mundo con el mensaje de paz. Quienquiera que revele el amor de Cristo por la influencia inconsciente y silenciosa de una vida santa; quienquiera que incite a los demás, por palabra o por hechos, a renunciar al pecado y entregarse a Dios, es un pacificador (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 27, 28).
Se me han dado estas palabras para expresarlas al pueblo de Dios: “Exaltad al Hombre del Calvario. Échese a un lado la humanidad, para que todos contemplen a Aquel que es el centro de sus esperanzas de vida eterna. Dice el profeta Isaías: ‘Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz’. Isaías 9:6. Que la iglesia y el mundo contemplen al Redentor. Que toda voz proclame con Juan: ‘He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo’”. Juan 1:29 (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 681).
Poco antes de su crucifixión, Cristo les dio a sus discípulos un legado de paz… Esta paz no es la paz que se adquiere a través de la conformidad con el mundo. Es una paz interna más bien que una paz externa. Afuera habrá guerras y luchas, causadas por la oposición de enemigos confesados, y la frialdad y suspicacia de aquellos que pretenden ser amigos. La paz de Cristo no hará desaparecer la división, sino que permanecerá entre las dificultades y la división…
La paz que Cristo les dio a sus discípulos, y por la cual oró, es la paz que nace de la verdad, una paz que no se termina a causa de la división. Afuera puede haber guerra y luchas, celos, envidias, odios y dificultades; pero la paz de Cristo no es una paz que el mundo pueda dar o quitar (Nuestra elevada vocación, p. 330).
FIN DE LA OSCURIDAD PARA GALILEA (ISA. 9:1–5)
¿Por qué Isaías 9:1 comienza con una palabra (Mas/Pero/Sin embargo) que indica un contraste con lo que la precede?
Isaías 8:21 y 22 describe la condición desesperada de aquellos que re-curren al ocultismo y no al Dios verdadero: por donde miren, solo verán “tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las ti-nieblas” (Isa. 8:22). Al contrario, llegará un momento en que “no habrá [...] oscuridad para la que está ahora en angustia” (9:1). La gente de la región de Galilea se distingue aquí por recibir la bendición especial de “gran luz” (9:2). La nación se multiplicará y se alegrará porque Dios habrá quebrado “el cetro de su opresor” (9:4).
Aquí se describe la región del lago de Galilea porque fue uno de los pri-meros territorios de Israel en ser conquistado. En respuesta a la solicitud de ayuda de Acaz, Tiglat-pileser III tomó las regiones de Galilea y Transjordania pertenecientes a Israel, en el norte, llevó a algunos cautivos y transformó los territorios en provincias asirias (2 Rey. 15:29). Entonces, el mensaje de Isaías es que el primero en ser conquistado sería el primero en ver la liberación.
¿A quién utiliza Dios para liberar a su pueblo? Isaías 9:6, 7.
¿Cuándo y cómo se cumplió la profecía de Isaías 9:1 al 5? Mateo 4:12-25.
No por casualidad, Jesús comenzó su ministerio en la región de Galilea, donde dio esperanza al anunciar las buenas nuevas del Reino de Dios y sanar a la gente, e incluso libertó a endemoniados de la esclavitud del ocultismo (Mat. 4:24).
Aquí es donde vemos un ejemplo perfecto de cómo la Biblia toma hechos que sucedieron en los tiempos del Antiguo Testamento y los utiliza para prefigurar cosas que sucederán en los tiempos del Nuevo Testamento. El Señor combinó imágenes de una época con las de otra, como en Mateo 24, cuando Jesús relacionó la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. con la destrucción del fin del mundo.
■ ¿Si alguien te preguntara: “¿De qué te ha librado Jesús?”, qué responderías? ¿Qué testimonio personal puedes dar sobre el poder de Cristo en tu vida?
Domingo
Se permitió al profeta que proyectase la mirada a través de los siglos hasta el tiempo del advenimiento del Mesías prometido. Al principio vio solo “tribulación y tiniebla, oscuridad y angustia”. Isaías 8:22. Muchos que estaban anhelando recibir la luz de la verdad eran extraviados por falsos maestros que los arrastraban a los enredos de la filosofía y el espiritismo; otros ponían su confianza en una forma de la piedad, pero no practicaban la verdadera santidad en su vida. La perspectiva parecía desesperada; pero pronto la escena cambió, y se desplegó una visión maravillosa ante los ojos del profeta. Vio al Sol de Justicia que se levantaba con sanidad en sus alas; y, extasiado de admiración, exclamó: “…El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. Isaías 9:1, 2.
Esta gloriosa Luz del mundo iba a ofrecer salvación a toda nación, tribu, lengua y pueblo. Acerca de la obra que le esperaba, el profeta oyó que el Padre eterno declaraba: “Poco es que tú me seas siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los asolamientos de Israel: también te di por luz de las gentes, para que seas mi salud hasta lo postrero de la tierra”. Isaías 49:6 (Profetas y reyes, pp. 276, 277).
De todas las maneras que pudo, el enemigo de la verdad y de la justicia obró para inducir a los descendientes de Abraham a olvidar su alta y santa vocación y a desviarse hacia el culto de los dioses falsos. Y con frecuencia sus esfuerzos triunfaron excesivamente. Durante siglos, antes del primer advenimiento de Cristo, las tinieblas cubrieron la tierra y densa obscuridad los pueblos. Satanás arrojaba su sombra infernal sobre la senda de los hombres, a fin de impedirles que adquiriesen un conocimiento de Dios y del mundo futuro. Multitudes moraban en sombra de muerte. Su única esperanza consistía en que se disipase esta lobreguez, para que Dios pudiese ser revelado.
Con visión profética, David, el ungido de Dios, había previsto que el advenimiento de Cristo sería “como la luz de la mañana cuando sale el sol, de la mañana sin nubes”. 2 Samuel 23:4. Y Oseas atestiguó: “Como el alba está aparejada su salida”. Oseas 6:3. En silencio y con suavidad se produce el amanecer en la tierra, y se despierta la vida en ella cuando se disipan las sombras de las tinieblas. Así había de levantarse el Sol de Justicia, y traer “en sus alas… salud”. Malaquías 4:2. Las multitudes “que moraban en tierra de sombra de muerte” habían de ver “gran luz”. Isaías 9:2 (Profetas y reyes, p. 507).
Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos, a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que aquellos que le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo no se negaba a sanarlos. Y cuando la virtud de Cristo penetraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados? (Exaltad a Jesús, p. 252).
UN HIJO NOS ES DADO (ISA. 9:6, 7)
Este es el tercer nacimiento especial en el libro de Isaías, después de la mención de los nacimientos de Emanuel y Maher-salal-hasbaz.
¿Qué tiene de especial el Niño que se menciona en estos versículos? Isaías 9:6, 7.
Fíjate que este Libertador tiene varios nombres/epítetos que lo describen de varias maneras. En el antiguo Cercano Oriente, los reyes y las deidades tenían múltiples nombres para mostrar su grandeza.
Él es “Admirable”, así como el divino Ángel de Jehová describió su propio nombre al padre de Sansón como “admirable” (Juec. 13:18; la misma raíz he-brea) y luego ascendió al cielo en la llama del sacrificio sobre el altar de Manoa (Juec. 13:20), prefigurando así su propia ofrenda más de mil años después.
Se lo conoce como divino (“Dios fuerte”) y el eterno Creador (“Padre eterno”; ver Luc. 3:38: “[...] Adán, hijo de Dios”).
Es un Rey de la dinastía de David; su reino de paz será eterno.
Dados estos atributos, ¿quién solamente podría ser este Niño? Ver Luc. 2:8–14.
Algunos han intentado identificarlo con el rey Ezequías, pero la des-cripción supera con creces a cualquier ser humano común. Solo cabe una persona: Jesucristo, el divino Hijo de Dios y Creador (Juan 1:1–3, 14; Col. 1:5–17; 2:9; Heb. 1:2), quien nos ha nacido para salvarnos y darnos paz. Ha recibido toda la autoridad del cielo y de la Tierra, y siempre está con nosotros (Mat. 28:18-20). Si bien retiene su divinidad, también se ha vuelto humano para siempre; siempre dispuesto a simpatizar con nuestras debilidades (Heb. 4:15).
“Cuando Cristo vino a este mundo, Satanás dominaba el terreno, y disputó cada centímetro en la senda de Cristo desde el pesebre hasta el Calvario. Satanás había acusado a Dios de requerir abnegación de los ángeles cuando él mismo no sabía nada de lo que significaba, ni haría algún sacri-ficio por otros. Esta fue la acusación de Satanás contra Dios en el cielo. Y después de que el maligno fuera expulsado del cielo, él continuamente acusó al Señor de imponer un servicio exigente que él mismo no estaba dispuesto a prestar. Cristo vino al mundo para hacer frente a esas falsas acusaciones y revelar al Padre” (MS 1:487, 488).
■ ¿Qué nos dice esta cita sobre el carácter de Dios?
Lunes
María no entendía la misión de Cristo. En su profecía, Simeón lo había denominado luz que iba a ser revelada a los gentiles, y gloria de Israel. Así también los ángeles habían anunciado el nacimiento de Cristo como nuevas de gozo para todos los pueblos. Dios estaba tratando de corregir el estrecho concepto de los judíos respecto de la obra del Mesías. Deseaba que le contemplasen, no solo como el libertador de Israel, sino como Redentor del mundo. Pero debían transcurrir muchos años antes de que la madre de Jesús comprendiese la misión de él.
María esperaba el reinado del Mesías en el trono de David, pero no veía el bautismo de sufrimiento por cuyo medio debía ganarlo. Simeón reveló el hecho de que el Mesías no iba a encontrar una senda expedita por el mundo. En las palabras dirigidas a María: “Una espada traspasará tu alma”, Dios, en su misericordia, dio a conocer a la madre de Jesús la angustia que por él ya había empezado a sufrir (El Deseado de todas las gentes, pp. 38, 39).
Cristo proporcionó a los hombres y mujeres el poder para vencer. Vino a este mundo en forma humana para vivir como hombre entre los hombres. Tomó las debilidades de la naturaleza humana para ser probado y tentado. En su humanidad era participante de la naturaleza divina; por su encarnación ganó en un nuevo sentido el título de Hijo de Dios. El ángel dijo a María: “El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios”. Si bien era el hijo de un ser humano, en un nuevo sentido se convirtió en el Hijo de Dios. Así estuvo en nuestro mundo: Hijo de Dios, y sin embargo aliado, por nacimiento, con la raza humana…
Cristo estuvo unido con el Padre desde toda la eternidad, y cuando tomó sobre sí la naturaleza humana, todavía era uno con Dios. [Este] es el vínculo que une a Dios con la humanidad [se cita Hebreos 2:14] (Comentarios de Elena G. de White en el Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1089).
El Hermano mayor de nuestra familia humana está junto al trono eterno. Mira a toda alma que vuelve su rostro hacia él como al Salvador. Sabe por experiencia lo que es la flaqueza humana, lo que son nuestras necesidades, y en qué consiste la fuerza de nuestras tentaciones, porque fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”. Hebreos 4:15. Está velando sobre ti, tembloroso hijo de Dios. ¿Estás tentado? Te librará. ¿Eres débil? Te fortalecerá. ¿Eres ignorante? Te iluminará. ¿Estás herido? Te curará. Jehová “cuenta el número de las estrellas”; y, no obstante, es también el que “sana a los quebrantados de corazón, y liga sus heridas”. Salmo 147:4, 3…
Cuanto más débil y desamparado te sientas, más fuerte serás con su ayuda. Cuanto más pesadas sean tus cargas, más dulce y benéfico será tu descanso al echarlas sobre Aquel que se ofrece a llevarlas por ti (El ministerio de curación, pp. 47, 48).
LA VARA DE LA IRA DE DIOS (ISA. 9:8-10:34)
Esta parte explica Isaías 9:1 al 5, que predice la liberación del pueblo lúgubre y angustiado, que había confiado en el ocultismo y había caído presa de la conquista y la opresión militar: “Tú quebraste [...] el cetro de su opresor, como en el día de Madián” (Isa. 9:4).
Lee los sufrimientos del pueblo de Dios según muestran los versículos anteriores. Compara con las maldiciones en Levítico 26:14 al 39. ¿Por qué castigó Dios a su pueblo por etapas y no de una sola vez? ¿Qué indica esto acerca de su carácter y sus objetivos?
Si Dios hubiera querido destruir a su pueblo, podría haberlo entregado a los asirios de inmediato. Pero es paciente, “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9). Como en el período de los “jueces”, Dios permitió que el pueblo de Judá y el de Israel experimentaran algunos resultados de su insensatez para que pudieran entender lo que estaban haciendo y tener la oportunidad de tomar una mejor decisión. Cuando persistieron en el mal y endurecieron su corazón contra él y los llamados que les hizo a través de sus mensajeros, retiró aún más su protección. Pero ellos continuaron rebelándose. Este ciclo se repitió en una espiral descendente hasta que Dios no pudo hacer nada más.
Lea Isaías 9:8 al 10:2. ¿De qué pecados es culpable el pueblo? ¿Contra quién los cometió? ¿Quién es culpable entre ellos?
Lo que vemos aquí, al igual que en toda la Biblia, es la realidad del libre albedrío. Dios hizo libres a los seres humanos (era necesario; de lo con-trario, nunca podríamos amarlo verdaderamente), y la libertad implica la opción de hacer el mal. Y, aunque vez tras vez Dios busca atraernos hacia él revelando su amor y su carácter, también nos permitirá enfrentar el fruto de nuestras decisiones equivocadas; es decir, el dolor, el sufrimiento, el miedo, la confusión y demás. Todo, para ayudarnos a comprender en qué terminamos al alejarnos de él. Y, sin embargo, aun así con frecuencia estas cosas no logran que la gente se aparte del pecado y acuda al Señor. El libre albedrío es maravilloso; no podríamos ser humanos sin eso. No obstante, ¡ay de quienes lo usan mal!
■ ¿Cómo ha usado Dios el sufrimiento en tu propia vida para alejarte de una di-rección equivocada? (¿O tal vez todavía no entendiste el mensaje?)
Martes
“Con todo esto pecaron aún, y no dieron crédito a sus maravillas… Si los mataba, entonces buscaban a Dios; entonces se volvían solícitos en busca suya. Y acordábanse que Dios era su refugio, y el Dios Alto su redentor”. Pero no se volvían a Dios con un propósito sincero. Aunque al verse atacados y amenazados por sus enemigos, pedían la ayuda del único que podía librarlos, “sus corazones no eran rectos con él, ni estuvieron firmes en su pacto. Empero él misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía: y abundó para apartar su ira… Y acordóse que eran carne; soplo que va y no vuelve”. Salmo 78:32-35, 37-39 (Patriarcas y profetas, p. 435).
La longanimidad de Dios es maravillosa. La justicia espera largo tiempo mientras la misericordia suplica al pecador. Pero “justicia y juicio son el asiento de su trono”. Salmo 97:2. “Jehová es tardo para la ira”, pero es “grande en poder, y no tendrá al culpado por inocente. Jehová marcha entre tempestad y turbión, y las nubes son el polvo de sus pies”. Nahúm 1:3.
El mundo ha llegado a ser temerario en la transgresión de la ley de Dios. A causa de la larga clemencia divina, los hombres han pisoteado su autoridad. Se han fortalecido mutuamente en la opresión y la crueldad que ejercen contra su herencia, diciendo: “¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay conocimiento en lo alto?” Salmo 73:11. Pero existe una línea que no pueden traspasar. Se acerca el tiempo en que llegarán al límite prescrito. Aun ahora casi han pasado los límites de la paciencia de Dios, los límites de su gracia y misericordia. El Señor se interpondrá para defender su propio honor, para librar a su pueblo, y para reprimir los desmanes de la injusticia (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 140, 141).
Aunque ninguna liberación milagrosa fue concedida a Juan, no fue abandonado. Siempre tuvo la compañía de los ángeles celestiales, que le hacían comprender las profecías concernientes a Cristo y las preciosas promesas de la Escritura. Estas eran su sostén, como iban a ser el sostén del pueblo de Dios a través de los siglos venideros. A Juan el Bautista, como a aquellos que vinieron después de él, se aseguró: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).
Dios no conduce nunca a sus hijos de otra manera que la que ellos elegirían si pudiesen ver el fin desde el principio, y discernir la gloria del propósito que están cumpliendo como colaboradores suyos. Ni Enoc, que fue trasladado al cielo, ni Elías, que ascendió en un carro de fuego, fueron mayores o más honrados que Juan el Bautista, que pereció solo en la mazmorra, “A vosotros es concedido por Cristo, no solo que creáis en él, sino también que padezcáis por él”. Filipenses 1:29. Y de todos los dones que el Cielo puede conceder a los hombres, la comunión con Cristo en sus sufrimientos es el más grave cometido y el más alto honor (El Deseado de todas las gentes, pp. 196, 197)
RAÍZ Y VÁSTAGO EN UNO (ISA. 11)
¿Por qué el nuevo gobernante davídico también se llama la “raíz de Isaí” (Isa. 11:10)? ¿Qué sentido tiene esto? Apocalipsis 22:16.
La descripción le cabe solo a Jesucristo, quien es “la raíz y el linaje de David” (Apoc. 22:16). Cristo vino del linaje de David (Luc. 3:23–31), que des-cendía de Adán, quien era el “hijo de Dios” (Luc. 3:38), en el sentido de que Cristo lo creó (ver Juan 1:1–3, 14). Por ende, ¡Cristo fue el antepasado de David, y también su descendiente!
¿De qué manera el nuevo gobernante davídico revierte los efectos per-versos del pecado y la apostasía? Isaías 11.
Él piensa y actúa en armonía con el Señor, juzga con justicia, castiga a los impíos y trae paz. Cuando él asuma el poder, el Señor traerá de vuelta, restaurará y unirá un remanente fiel de Israel y Judá (comparar con Isa. 10:20–22). Habrá una monarquía fuerte y unida como en los días del rey David, que derrotó a los filisteos y a otros pueblos. Pero el nuevo Gobernante será más grande que David por el hecho de que restaurará la paz incluso a la esencia de la creación misma: los depredadores ya no serán carnívoros y coexistirán en tranquilidad con su presa (Isa. 11:6–9).
Isaías 11 ¿está hablando solo de la primera venida de Cristo, solo de la Segunda Venida, o de ambas? Busca en la profecía y anota qué versículos hablan acerca de qué Venida.
En Isaías 11, ambas venidas de Jesús se presentan como una imagen. Están enlazadas, porque son dos partes de un todo, como los dos lados de una superficie plana. El plan de salvación, para que se complete, requiere de ambas Venidas: la primera, que ya sucedió; y la segunda, que esperamos como la consumación de todas nuestras esperanzas como cristianos.
■ ¿Qué logró Cristo en la Primera Venida que nos da tanta seguridad acerca de la Segunda Venida? ¿Cuál es el propósito de la Primera Venida, si no conduce a la Segunda Venida?
Miércoles
Con espíritu alegre aunque asombrado, [Juan el Bautista] buscaba en los rollos proféticos las revelaciones de la venida del Mesías: la Simiente prometida que había de aplastar la cabeza de la serpiente; el Shiloh, “el pacificador”, que había de aparecer antes que dejase de reinar un rey en el trono de David. Ahora había llegado el momento. Un gobernante romano se sentaba en el palacio del monte Sión. Según la segura palabra del Señor, el Cristo ya había nacido.
De día y de noche estudiaba las arrobadoras descripciones que hiciera Isaías de la gloria del Mesías, en las que lo llamaba el Retoño de la raíz de Isaí; un rey que reinaría con justicia, juzgando “con rectitud por los mansos de la tierra”. Isaías 11:4… El corazón del solitario desterrado se henchía de la gloriosa visión.
Miraba al Rey en su hermosura, y se olvidaba de sí mismo. Contemplaba la majestad de la santidad, y se sentía deficiente e indigno. Estaba listo para salir como el mensajero del Cielo, sin temor de lo humano, porque había mirado lo divino. Podía estar en pie sin temor en presencia de los monarcas terrenales, porque se había postrado delante del Rey de reyes (El Deseado de todas las gentes, p. 78).
El Salvador anhela manifestar su gracia e imprimir su carácter en el mundo entero. Es su posesión comprada, y anhela hacer a los hombres libres, puros y santos. Aunque Satanás obra para impedir este propósito, por la sangre derramada para el mundo hay triunfos que han de lograrse y que reportarán gloria a Dios y al Cordero. Cristo no quedará satisfecho hasta que la victoria sea completa, y él vea “del trabajo de su alma… y será saciado”. Isaías 53:11. Todas las naciones de la tierra oirán el evangelio de su gracia. No todos recibirán su gracia; pero “la posteridad le servirá; será ella contada por una generación de Jehová”. Salmo 22:30 (El Deseado de todas las gentes, p. 768).
El mensaje evangélico proclamado por los discípulos de Cristo fue el anunció de su primer advenimiento al mundo. Llevó a los hombres las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en él. Señalaba hacia su segundo advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio de la fe y la obediencia, de compartir la herencia de los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta época va unido con el anunció de que la segunda venida de Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio de su aparición se han cumplido, y por la enseñanza de la Palabra de Dios, podemos saber que el Señor está a las puertas.
Juan en el Apocalipsis predice la proclamación del mensaje evangélico precisamente antes de la segunda venida de Cristo. Él contempla a un “ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a todos los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida”. Apocalipsis 14:6, 7 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 179)
“ME HAS CONSOLADO” (ISA. 12:1–6)
Isaías 12 es un corto salmo (canto) de alabanza a Dios por su consuelo misericordioso y poderoso. El salmo, en boca de un miembro del remanente restaurado, compara la liberación prometida con la de los hebreos en el Éxodo de Egipto (ver Isa. 11:16); es como el cántico de Moisés y los israelitas cuando fueron salvados del ejército de Faraón en el Mar Rojo (ver Éxo. 15).
Compara este canto de Isaías 12 con Apocalipsis 15:2 al 4; y el cántico de Moisés y del Cordero. ¿Por qué ambos alaban a Dios?
Isaías 12:2 está a un paso de identificar al Libertador venidero como Jesús. Dice que “Dios es salvación mía” y “ha sido salvación para mí”. El nombre Jesús significa “el Señor es salvación” (comparar con Mat. 1:21).
¿Cuál es la relevancia de la idea que contiene el nombre de Jesús, de que el Señor es salvación?
El Señor no solo hace salvación (Isa. 12:2); él mismo es salvación. La pre-sencia del Santo de Israel en nuestro medio (Isa. 12:6) lo es todo para noso-tros. ¡Dios está con nosotros! Jesús no solo hizo milagros; “se hizo hombre y habitó entre nosotros” (Juan 1:14, énfasis añadido). No solo llevó nuestros pecados en la Cruz; se hizo pecado por nosotros (2 Cor. 5:21). No solo hace la paz; él es nuestra paz (Efe. 2:14).
No es de extrañar que “la raíz de Isaí se levantará como una señal para los pueblos” (Isa. 11:10, PDT). Cuando es levantado en la Cruz, ¡atrae a todos hacia sí mismo (Juan 12:32, 33)! ¡Un remanente volverá al “Dios fuerte” (Isa. 10:21,), que es el Niño que nos ha nacido, el “Príncipe de Paz” (9:6)!
■ Reflexiona sobre esta idea de que Jesús es nuestra salvación. Lee Romanos 3:24. Dice que la redención es en Jesús; la redención es algo que sucedió en él, y es a través de la gracia y la misericordia de Dios que también podemos tener una par-ticipación eterna en esa redención. En otras palabras, esa redención que estaba en él puede llegar a ser nuestra por la fe, y no por las obras, porque ninguna obra que hagamos es suficientemente buena como para redimirnos. Solo las obras que hizo Cristo, que nos acredita por fe, pueden producir la redención. Esta verdad ¿en qué medida te da esperanza y seguridad de salvación, especialmente cuando te sientes abrumado por tu propia sensación de indignidad?
Jueves
En todas nuestras pruebas, tenemos un Ayudador que nunca nos falta. Él no nos deja solos para que luchemos con la tentación, batallemos contra el mal, y seamos finalmente aplastados por las cargas y tristezas. Aunque ahora esté oculto para los ojos mortales, el oído de la fe puede oír su voz que dice: No temas; yo estoy contigo. Yo soy “el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos”. Apocalipsis 1:18. He soportado vuestras tristezas, experimentado vuestras luchas, y hecho frente a vuestras tentaciones. Conozco vuestras lágrimas; yo también he llorado. Conozco los pesares demasiado hondos para ser susurrados a ningún oído humano. No penséis que estáis solitarios y desamparados. Aunque en la tierra vuestro dolor no toque cuerda sensible alguna en ningún corazón, miradme a mí, y vivid. “Porque los montes se moverán, y los collados temblarán; mas no se apartará de ti mi misericordia, ni el pacto de mi paz vacilará, dijo Jehová, el que tiene misericordia de ti”. Isaías 54:10 (El Deseado de todas las gentes, pp. 446, 447).
Jesús es la sustancia, la gloria, la fragancia y la vida misma. “El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. Juan 8:12. Por lo tanto, el camino real que se ha dado a los redimidos para que anden por él no constituye tinieblas desanimadoras. Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje verdaderamente sería solitario y doloroso. Él dice: “No os dejaré huérfanos”. Juan 14:18. Por lo tanto reunamos todas las preciosas promesas. Repitámoslas durante el día y meditemos en ellas durante la noche, y estemos gozosos.
“En aquel día dirás: Cantaré a ti, oh Jehová; pues aunque te enojaste contra mí, tu indignación se apartó, y me has consolado. He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es Jah Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido. Cantad salmos a Jehová, porque ha hecho cosas magníficas; sea sabido esto por toda la tierra. Regocíjate y canta, oh moradora de Sion; porque grande es en medio de ti el Santo de Israel”. Isaías 12:1-6.
¿No es este en verdad un camino real por donde viajamos, establecido para que anden los redimidos del Señor? ¿Podría habérseles proporcionado una senda mejor? ¿Un camino mejor? ¡No! ¡No! Por lo tanto practiquemos la instrucción dada. Veamos a nuestro Salvador como nuestro refugio, como nuestro escudo en la mano derecha para defendernos de los dardos de Satanás (Mensajes selectos, t. 2, pp. 279, 280).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“El corazón del padre humano se conmueve por su hijo. Mientras mira el semblante de su hijito, tiembla al pensar en los peligros de la vida. Anhela escudarlo del poder de Satanás, evitarle las tentaciones y los conflictos. Mas Dios entregó a su Hijo unigénito para que hiciese frente a un conflicto más acerbo y a un riesgo más espantoso, a fin de que la senda de la vida fuera asegurada para nuestros pequeñuelos. «En esto consiste el amor». ¡Maravillaos, oh cielos! ¡Asómbrate, oh tierra!” (DTG 33).
“Cristo fue quien consintió en cumplir las condiciones necesarias para la salvación del hombre. Ningún ángel, ningún hombre, fue suficiente para realizar la gran obra. Solo El Hijo del Hombre debe ser exaltado; porque solo una naturaleza infinita podría llevar a cabo el proceso redentor. Cristo consintió en conectarse con los desleales y pecadores, participar de la na-turaleza del hombre, dar su propia sangre y hacer de su alma una ofrenda por el pecado. En los consejos celestiales, se determinó la culpa del hombre, se calculó la ira por el pecado, y sin embargo, Cristo anunció su decisión de asumir la responsabilidad de cumplir las condiciones por las que la espe-ranza debería extenderse a una raza caída” (The Signs of the Times, 5/3/1896).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Como vimos en Isaías 11, el Señor presentó las dos venidas de Cristo en una sola imagen. Esto puede ayudar a explicar, al menos en parte, por qué algunos judíos no aceptaron a Cristo en su primera venida, porque esperaban que él hiciera las cosas que sucederán solo en la Segunda Venida. ¿Qué nos dice esto acerca de lo impor-tante que es que comprendamos adecuadamente la naturaleza de la venida de Cristo? Por ejemplo, los conceptos falsos de su segun-da venida ¿cómo pueden tender una trampa a la gente para el gran engaño de Satanás en los últimos tiempos? (Ver CS, cap. 39.)
Resumen: En los días de Isaías, cuyo nombre significa “Salvación de Jehová”, Dios le prometió a su pueblo remanente la salvación de la opresión que vendría sobre él como resultado de la apostasía nacional. Esta profecía de esperanza encuentra su máximo cumplimiento en Jesús, cuyo nombre significa “El Señor es salvación”.
Viernes
Alza tus ojos, “Nuestro idóneo Salvador”, 25 de enero, p. 37;
A fin de conocerle, “¿Por qué se tarda el Señor?”, 9 de diciembre, p. ٣٤٧.
"ISAÍAS: "CONSOLAOS, PUEBLO MÍO""
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Dios lo bendiga!!!
Lección 5
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Texto clave: Isaías 9.
Parte I: RESEÑA
El tenor de la última parte de Isaías 8 es que Israel está rechazando la luz (Isa. 8:19-22). Camina en la oscuridad hasta tal punto que consulta a los médiums. Isaías 9 presenta la temática de la luz en contraste con la oscuridad espiritual de Israel. Israel verá una “gran luz” y “luz resplandeció sobre ellos” (9:2). La luz, en este capítulo, no es solo una referencia a la gloria de Dios, quien sacará a su pueblo de las circunstancias tenebrosas; esta expresión también puede interpretarse como una referencia o símbolo del Mesías venidero. El Mesías se describe con diferentes características: “Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (9:6). Todos los nombres o las características de la figura del Mesías se amplifican en la Biblia y en el libro de Isaías en particular.
En este estudio se exploran tres temas principales: (1) de la oscuridad a la luz, (2) el Mesías como la luz del mundo, y (3) el carácter del Mesías.
Parte II: COMENTARIO
De la oscuridad a la luz
Los últimos versículos de Isaías 8 describen las desgracias y las peripecias tenebrosas del pueblo de Judá: “Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido. Y pasarán por la tierra fatigados y hambrientos […]. Y mirarán a la tierra, y he aquí tribulación y tinieblas, oscuridad y angustia; y serán sumidos en las tinieblas” (Isa. 8:20–22). Por lo tanto, el pueblo de Dios anda en la oscuridad principalmente porque ignora y rechaza la palabra profética de Dios. Se separa de la Luz. Elena de White declara: “En los tiempos de Isaías, la comprensión espiritual de la humanidad se hallaba oscurecida por un concepto erróneo acerca de Dios. Durante mucho tiempo, Satanás había procurado inducir a los hombres a considerar a su Creador como autor del pecado, el sufrimiento y la muerte. Los que habían sido así engañados se imaginaban que Dios era duro y exigente. Lo veían como al acecho para denunciar y condenar, nunca dispuesto a recibir al pecador mientras hubiese una excusa legal para no ayudarlo. La ley de amor que rige el cielo había sido calumniada por el gran engañador y presentada como una restricción de la felicidad humana, un yugo gravoso del cual debían escapar gustosos” (PR 231).
Pero los días oscuros se convertirían en una experiencia gloriosamente luminosa y resplandeciente. Esto es precisamente lo que encontramos en la primera parte de Isaías 9 (vers. 1-5). La Biblia revela las promesas y la esperanza que Dios ha dado a su pueblo en medio de la opresión. Por lo tanto, esta temática se refiere a la liberación de Judá, que la gran luz llevaría a cabo. Isaías 9:2 describe la escena futura: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”. El acto de restauración se anuncia aquí, y la liberación del pueblo de Dios de su opresor estaría acompañada por el brillo de la presencia de Dios. “Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos” (9:3). Este también es el lenguaje en Isaías 60, cuando Dios anima a su pueblo diciéndole que regresaría del exilio: “Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (60:1). ¿Es posible que el Señor intervenga en favor de su pueblo? Isaías lo confirma: “Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro” (Isa. 9:4).
El Mesías como la luz del mundo
El autor de Mateo alude a la profecía de Isaías. Él dice: “Jesús […] volvió a Galilea; y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí, para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías” (Mat. 4:12-14). Luego, Mateo menciona Isaías 9:1 y 2. Aquí tenemos a un autor bíblico que aplica un cumplimiento mesiánico a la profecía de Isaías.
Es maravilloso para el lector cuando la Biblia misma brinda la interpretación de un texto bíblico previo. En este caso, Mateo interpreta a Isaías. Por lo tanto, brinda seguridad y confianza al lector para abordar los versículos 6 y 7 en la profecía de Isaías 9. Además de eso, Elena de White hace referencia a esos versículos. Ella explica: “Durante los últimos siglos de la historia de Israel antes del primer Advenimiento, era de comprensión general que se aludía a la venida del Mesías en esta profecía” (PR 508).
El lema luminoso de Isaías 9, según se evidencia en “gran luz” (Isa. 9:2), junto con la promesa de que “un niño nos es nacido” (9:6), señalan claramente a Cristo. Mateo registra que los sabios de oriente que llegan a Jerusalén preguntan: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. […] Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron” (Mat. 2: 2, 10, 11; énfasis añadido). El Evangelio de Juan ofrece una rica descripción de Jesús en relación con la luz: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece […]. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo” (Juan 1:4, 5, 9). Con este contexto, sin duda, Isaías 9:6 y 7 es una referencia directa a la venida del Mesías, que es “la luz del mundo” (Juan 8:12), y que trae paz, libertad, justicia y rectitud.
El carácter del Mesías
Isaías 9:6 y 7 son un rico catálogo del carácter y la dignidad real del Mesías. El profeta dice: “Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (9:6). A continuación se presenta un breve estudio de este catálogo de características mesiánicas.
El futuro rey mesiánico sería “admirable”. En hebreo, esta palabra aparece como sustantivo en Isaías 25:1 y 29:14, y la palabra hebrea de la que deriva tiene la connotación de “alguien que planea un milagro, el obrador de milagros” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 3, p. 928). El mismo término se utiliza en el Cántico de Moisés: “¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios [‘osé pele’]?” (Éxo. 15:11). Posteriormente, Isaías usaría la misma expresión: “Jehová, tú eres mi Dios […] porque has hecho maravillas” (Isa. 25:1). En otras palabras, es una referencia a la maravillosa actuación y los actos salvíficos del Dios poderoso.
La otra designación para el Mesías, en Isaías 9, es Consejero. El término hebreo io‘ets refleja la idea de alguien “que siempre sabe qué hacer” (L. Koehler y W.Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 2, p.403). La expresión denota un sabio, un asesor o alguien que guía correctamente. Esa es la idea en Isaías 1:26: “Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes”.
Finalmente, examinamos la expresión “Dios Fuerte” (’el gibbor). La expresión gibbor se asocia con el poder y la valentía en la batalla. Una traducción sugerida es “Dios, la fuerza heroica” o “Dios, el héroe” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 1, p. 172). Vemos esta idea plasmada en Isaías 42:13: “Jehová saldrá como gigante, y como hombre de guerra despertará celo; gritará, voceará, se esforzará sobre sus enemigos”. John Oswalt comenta acertadamente: “En cualquier otra parte de la Biblia donde aparece ’el gibbor, no cabe duda de que el término se refiere a Dios” (J. Oswalt, “The Book of Isaiah: Chapters 1-39”, The New International Commentary on the Old Testament, p. 247).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
1. Los últimos versículos de Isaías 8 declaran que el pueblo rechaza los consejos de Dios porque recurre a los consejos de los médiums; lo que lo lleva a la oscuridad espiritual. Sin embargo, la misericordia de Dios promete liberar a su pueblo y darle un futuro más brillante. El Señor es el único que puede convertir la oscuridad en luz. Comparte algún hecho de tu vida en el que una circunstancia oscura se haya convertido en una experiencia brillante mediante la providencia y la intervención de Dios.
2. En Isaías 2:5, Dios aconseja a su pueblo: “Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de Jehová” ¿Cómo entiendes personalmente el consejo de Jesús en Juan 8:12: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”? ¿Qué significa tener “la luz de la vida”?
3. Isaías 9:6 describe muchas características del Mesías que están asociadas con su Reino eterno. El profeta escribe: “Se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. ¿Cuál de estas características de Dios es más importante para ti y por qué?
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Dios los bendiga!!
Deseo que se consideren en la clase de Escuela Sabática las Preguntas para dialogar.
ResponderBorrarMuchas gracias.
Feliz semana y bendiciones en Cristo.