Lección 9: Para el 27 de febrero de 2021 SERVIR Y SALVAR Sábado 20 de febrero LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 41; 42:1–...
Lección 9: Para el 27 de febrero de 2021
SERVIR Y SALVAR
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 41; 42:1–7; 44:26–45:6; 49:1–12.
PARA MEMORIZAR:
“He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido, en quien mi alma tiene contentamiento; he puesto sobre él mi Espíritu; él traerá justicia a las naciones” (Isa. 42:1).
“Muchos piensan que sería un gran privilegio visitar el scenario de la vida de Cristo en la tierra, andar donde él anduvo, mirar el lago en cuya orilla se deleitaba en enseñar y las colinas y valles en los cuales sus ojos con tanta frecuencia reposaron. Pero no necesitamos ir a Nazaret, Capernaúm y Betania para andar en las pisadas de Jesús. Hallaremos sus huellas al lado del lecho del enfermo, en los tugurios de los pobres, en las atestadas callejuelas de la gran ciudad, y en todo lugar donde haya corazones humanos que necesiten consuelo. Al hacer como Jesús hizo cuando estaba en la tierra, andaremos en sus pisadas” (DTG 310).
Isaías habló de un siervo del Señor con una misión similar de miseri-cordia: “No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare; por medio de la verdad traerá justicia. [...] Para que abras los ojos de los ciegos, para que saques de la cárcel a los presos, y de casas de prisión a los que moran en tinieblas” (Isa. 42:3, 7).
Démosle un vistazo a este Siervo. ¿Quién es él y qué lleva a cabo?
Sábado
Juan [el Bautista] recordó la profecía concerniente al Mesías: “Jehová me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los mansos; me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón, para proclamar a los cautivos libertad, y a los aprisionados abertura de la cárcel; para proclamar el año de la buena voluntad de Jehová… para consolar a todos los que lloran”. Isaías 61:1, 2 (VM). Jesús de Nazaret era el Prometido. Demostraba su divinidad al satisfacer las necesidades de la humanidad doliente. Su gloria resaltaba por su condescendencia al colocarse a nuestro humilde nivel.
Las obras de Cristo no solo declaraban que era el Mesías, sino que manifestaban cómo iba a establecerse su reino. Juan percibió en revelación la misma verdad que fue comunicada a Elías en el desierto cuando “un viento grande e impetuoso rompía los montes, y hacía pedazos las peñas delante de Jehová; mas Jehová no estaba en el viento: y después del viento hubo un terremoto; mas Jehová no estaba en el terremoto: y después del terremoto, un fuego; mas Jehová no estaba en el fuego”, pero después del fuego Dios habló al profeta en voz apacible y suave. 1 Reyes 19:11, 12 (VM). Así también iba Jesús a cumplir su obra, no trastornando tronos y reinos, no con pompa ni ostentación, sino hablando a los corazones de los hombres mediante una vida de misericordia y desprendimiento (El ministerio de cuarción, pp. 22, 23).
En su vida no había de entretejerse ninguna aserción de sí mismo. El Hijo de Dios no conocería los homenajes que el mundo tributa a los cargos, a las riquezas y al talento. El Mesías no iba a emplear recurso alguno de los que usan los hombres para obtener obediencia u homenaje. Su absoluto renunciamiento de sí mismo se predecía en estas palabras:
“No clamará, ni alzará, ni hará oír su voz en las plazas. No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare”. Isaías 42:2, 3.
En pronunciado contraste con la conducta de los instructores de su época, iba a destacarse la del Salvador entre los hombres. En su vida no iban a presenciarse disputas ruidosas, adoración ostentosa ni actos destinados a obtener aplausos. El Mesías iba a esconderse en Dios, y Dios iba a revelarse en el carácter de su Hijo. Sin un conocimiento de Dios, la humanidad quedaría eternamente perdida. Sin ayuda divina, hombres y mujeres se degradarían cada vez más. Era necesario que Aquel que había hecho el mundo les impartiese vida y poder. De ninguna otra manera podían suplirse las necesidades del hombre (Profetas y reyes, p. 511).
Cristo veía la obra de los sacerdotes y los gobernantes. Los afligidos y angustiados, precisamente los que necesitaban ayuda, eran tratados con palabras de censura y reproche; pero él se abstuvo de pronunciar cualquier palabra que quebrantara la débil caña. Estimulaba el débil pábilo humeante de fe y esperanza, y no lo apagaba. Alimentaba su rebaño como un pastor; tomaba las ovejas en sus brazos y las llevaba en su seno (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1168).
UNA NACIÓN DE SIERVOS (ISA. 41)
En Isaías 41:8, Dios habla de “Israel, siervo mío”, y en 42:1 presenta a “mi siervo”. ¿Quién es este siervo?
¿Es Israel/Jacob, el antepasado de los israelitas? ¿La nación de Israel? ¿El Mesías/Cristo, identificado en el Nuevo Testamento como Jesús?
Hay dos tipos de referencias a los siervos de Dios entretejidas a lo largo de Isaías 41 al 53. Un siervo se llama “Israel”, o “Jacob”, como en Isaías 41:8; 44:1, 2 y 21; 45:4; y 48:20. Debido a que Dios se dirige a Israel/Jacob en tiempo presente, está claro que él, Jacob, representa a la nación que desciende de él. Esto lo confirma el hecho de que la redención de “Jacob su siervo” se lleva a cabo en el momento en que debe salir de Babilonia (Isa. 48:20).
En otros casos, como Isaías 42:1; 50:10; 52:13; y 53:11, el siervo de Dios no se menciona. Cuando se lo menciona por primera vez en Isaías 42:1, su identidad no es evidente de inmediato. Sin embargo, a medida que Isaías desarrolla su perfil en pasajes posteriores, queda claro que es alguien que restituye las tribus de Jacob (Israel) a Dios (Isa. 49:5, 6) y muere en sacrificio en favor de los pecadores (Isa. 52: 13–53:12; ver además Isa. 49:5, 6). Por lo tanto, no puede ser el mismo que la nación. Entonces, es evidente que Isaías habla de dos siervos de Dios. Uno es colectivo (la nación) y el otro es individual.
¿Cuál es el papel de la nación como sierva? Isaías 41:8-20.
Dios le asegura a Israel que la nación continúa siendo la sierva del Señor: “Te escogí, y no te deseché” (Isa. 41:9). Entonces, Dios da a Israel una de las promesas más formidables de la Biblia: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” (Isa. 41:10). En este y en los versículos siguientes, uno de los roles básicos de Israel es confiar en que el Dios verdadero lo salvará (como no confió el rey Acaz), en vez de confiar en otros dioses y sus imágenes como lo hacen otras naciones (Isa. 41:7, 21-24, 28, 29).
■ Fíjate que en Isaías 41:14 el Señor dice que la nación es un gusano. ¿Qué quiso decir? Lee el texto completo para obtener una mejor respuesta. ¿Qué debería enseñarnos esto también sobre nuestra necesidad de depender totalmente del Señor?
Domingo
Fue revelado al profeta [Isaías] el designio benéfico que Dios tenía al dispersar al impenitente pueblo de Judá entre las naciones de la tierra. El Señor declaró: “Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre por esta causa en aquel día: porque yo mismo… hablo”. Isaías 52:6. Y no solo debían aprender ellos mismos la lección de obediencia y confianza, sino que en los lugares donde fueran desterrados debían impartir también a otros un conocimiento del Dios viviente. De entre los hijos de los extranjeros muchos habían de aprender a amarle como su Creador y su Redentor; comenzarían a observar su santo día de reposo como monumento recordativo de su poder creador; y cuando él desnudara “el brazo de su santidad ante los ojos de todas las gentes”, para librar a su pueblo del cautiverio, “todos los términos de la tierra” verían la salvación de Dios. Isaías 52:10. Muchos de estos conversos del paganismo desearían unirse por completo con los israelitas y acompañarlos en su viaje de regreso a Judea. Ninguno de los tales habría de decir: “Apartaráme totalmente Jehová de su pueblo” (Isaías 56:3); pues el mensaje de Dios por medio de su profeta a aquellos que se entregasen a él y observasen su ley era que se contarían desde entonces entre los israelitas espirituales, o sea su iglesia en la tierra (Profetas y reyes, pp. 275, 276).
Cristo ha tomado toda medida necesaria para que su iglesia sea un cuerpo transformado, iluminado por la Luz del mundo, en posesión de la gloria de Emmanuel. Él se propone que todo cristiano esté rodeado de una atmósfera espiritual de luz y de paz. Desea que revelemos su gozo en nuestra vida…
[En su segunda venida] los redimidos de entre los hombres recibirán la herencia que se les prometió. Así obtendrá un cumplimiento literal el propósito de Dios para con Israel. El hombre no puede impedir que se cumpla la voluntad de Dios. Aun en medio de las manifestaciones del mal, los propósitos de Dios han estado avanzando constantemente hacia su realización. Así sucedió con la casa de Israel durante toda la historia de la monarquía dividida; y así sucede hoy con el Israel espiritual (Profetas y reyes, pp. 531, 532).
Cristo enseñó a sus discípulos preciosas lecciones en cuanto a la necesidad de confiar en Dios. Estas lecciones tenían por fin alentar a los hijos de Dios a través de los siglos, y han llegado a nuestra época llenas de instrucción y consuelo…
No podemos sino prever nuevas perplejidades en el conflicto venidero, pero podemos mirar hacia lo pasado tanto como hacia lo futuro, y decir: “¡Hasta aquí nos ha ayudado Jehová!” “Según tus días, serán tus fuerzas”. Deuteronomio 33:25. La prueba no excederá a la fuerza que se nos dé para soportarla. Sigamos, por lo tanto, con nuestro trabajo dondequiera que lo hallemos, sabiendo que para cualquier cosa que venga, él nos dará fuerza proporcional a la prueba
Y antes de mucho las puertas del cielo se abrirán para recibir a los hijos de Dios, y de los labios del Rey de gloria resonará en sus oídos, como la música más dulce, la invitación: “¡Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino destinado para vosotros desde la fundación del mundo!” Mateo 25:34 (El camino a Cristo, pp. 123-126).
SIERVO INDIVIDUAL ANÓNIMO (ISA. 42:1–7)
¿Cuál es el papel y el carácter del siervo anónimo de Dios, a quien Dios elige y sobre quien pone su Espíritu? Isaías 42:1–7.
Elige la mejor respuesta o combinación de respuestas:
1. Imparte justicia para las naciones.
2. Cumple sus objetivos en silencio y con mansedumbre, pero con éxito.
3. Es un maestro.
4. Sirve como un pacto entre Dios y el pueblo.
5. Da luz/esperanza al curar la ceguera y liberar prisioneros.
¿Cómo se compara el papel y el carácter de este siervo con el de la “vara del tronco de Isaí”, en quien también descansa el Espíritu del Señor (Isa. 11)?
Al igual que en Isaías 42, el gobernante davídico de Isaías 11 actúa en armonía con Dios, impartiendo justicia y liberación para los oprimidos, así como sabiduría y conocimiento de Dios. Descubrimos que este “vástago” y “raíz” de Isaí es el Mesías, el hijo divino de Isaías 9:6 y 7; que también trae “paz [...] sobre el trono de David y sobre su reino”, “en juicio y en justicia” (Isa. 9:7). El siervo de Isaías 42 es, obviamente, el Mesías.
¿Cómo identifica el Nuevo Testamento al siervo de Isaías 42:1 al 7, que imparte justicia? Mateo 12:15-21.
Mateo 12 cita Isaías 42 y lo aplica al silencioso ministerio de curación de Jesús, el Hijo amado de Dios, en quien él se deleita (Isa. 42:1; Mat. 3:16, 17; 17:5). Es el ministerio de Jesús el que restablece la conexión del pacto de Dios con su pueblo (Isa. 42:6; Dan. 9:27).
Jesús y sus discípulos lograron justicia para la gente librándola del su-frimiento, la ignorancia de Dios y la esclavitud a los espíritus malignos, causados por la opresión de Satanás (Luc. 10:19). Finalmente Jesús murió para ratificar el “nuevo pacto” (Mat. 26:28) e impartir justicia al mundo, al expulsar a Satanás, el forastero que había usurpado la posición de “príncipe de este mundo” (Juan 12:31–33).
■ Observa la representación de Cristo en Isaías 42:1 al 4. Dedica tiempo a me-ditar sobre la vida de Jesús. ¿Qué características específicas de su ministerio cumplió tan acertadamente esta profecía? ¿Qué lecciones extraemos sobre cómo deberíamos suplir las necesidades de los demás también?
Lunes
Cuando deseemos estudiar un problema profundo, concentremos nuestra mente en lo más maravilloso que jamás haya acontecido en la tierra o en el cielo: la encarnación del Hijo de Dios. Dios dio a su Hijo para que muriera una muerte de ignominia y de vergüenza por los seres humanos pecadores. Él, que era el Comandante en los atrios celestiales, se quitó su manto real y su corona regia, y revistiendo su divinidad con humanidad vino a este mundo para estar a la cabeza de la raza humana como el hombre modelo. Se humilló a sí mismo para sufrir con la raza humana, para ser afligido en todas las tribulaciones de los seres humanos…
El Hijo de Dios vino voluntariamente para llevar a cabo la obra de la expiación. No había un yugo obligatorio sobre él, pues era independiente de toda ley y estaba sobre ella.
Los ángeles, como mensajeros inteligentes de Dios, estaban bajo el yugo de obligación; ningún sacrificio personal de ellos podía hacer expiación por el hombre caído. Solo Cristo estaba libre de las exigencias de la ley para emprender la redención de la raza pecadora. Tenía poder para poner su vida y para tomarla otra vez. “Siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse” (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 916).
Así como en el servicio típico el sumo sacerdote ponía a un lado sus ropas pontificias, y oficiaba con el blanco vestido de lino del sacerdote común, así Cristo puso a un lado sus ropas reales, fue vestido de humanidad, ofreció sacrificio, siendo él mismo el sacerdote y la víctima. Como el sumo sacerdote, después de realizar su servicio en el lugar santísimo, salía vestido con sus ropas pontificias, a la congregación que esperaba, así Cristo vendrá la segunda vez, cubierto de vestidos tan blancos “que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos”. Marcos 9:3. Él vendrá en su propia gloria, y en la gloria de su Padre, y toda la hueste angélica lo escoltará en su venida (Los hechos de los apóstoles, p. 27).
Cristo ha entrado en el mundo como el destructor de Satanás y el Redentor de los que se hallan cautivos bajo su poder. Con su propia vida victoriosa, quiere dejar un ejemplo que el hombre siga y venza así las tentaciones de Satanás. Tan pronto como Cristo entró en el desierto de la tentación, cambió su rostro… Su alma estaba siendo abrumada por el peso de los pecados del mundo y su rostro expresaba dolor inenarrable, una angustia profunda que el hombre caído nunca había experimentado. Sintió la abrumadora marea de desdicha que inundaba el mundo. Comprendió los alcances de la fuerza del apetito complacido y de las pasiones impías que dominaban el mundo y que habían ocasionado inexpresables sufrimientos al hombre…
Puesto que, en su fortaleza humana, el hombre no podía resistir el poder de las tentaciones de Satanás, Jesús se ofreció para emprender la obra, llevar la carga del hombre y vencer en su lugar el poder del apetito (Mensajes selectos, t. 1, pp. 318, 319).
EL “MESÍAS” PERSA (ISA. 44:26–45:6)
¿Qué asombrosa predicción aparece en Isaías 44:26 al 45:6?
El ministerio de Isaías duró desde 745 a.C. hasta 685 a.C. aproximada-mente. Después de mencionar a un conquistador del este y del norte (Isa. 41:2, 3, 25) e insinuar que esto sería una buena noticia para Jerusalén (Isa. 41:27), Isaías predijo con precisión a Ciro por su nombre y describió sus ac-tividades.
En efecto, él vino del norte y del este de Babilonia, y la conquistó en 539 a.C.; sirvió a Dios al liberar a los judíos de su exilio en Babilonia; y autorizó la reconstrucción del Templo de Jerusalén (ver Esd. 1).
Pon esta predicción en perspectiva. Dado que hay unos 146 años desde el momento de la muerte de Isaías hasta la caída de Babilonia, esta profecía se adelantó un siglo y medio a su cumplimiento. ¡Sería como que George Washington predijera que un hombre llamado General Dwight Eisenhower ayudaría a liberar Europa en 1945!
Debido a que las acciones de Ciro están bien documentadas en varias fuentes antiguas, incluidas las crónicas babilónicas, su propio informe en el “Cilindro de Ciro” y la Biblia (2 Crón. 36:22, 23; Esd. 1; Dan. 5; 6:28; 10:1), la exactitud de la profecía de Isaías es incuestionable. Esto confirma la fe de los que creen que Dios conoce el futuro con mucha anticipación.
¿Por qué Dios distingue a Ciro como “su ungido” (Isa. 45:1)?
Este término hebreo para “ungido” es el vocablo del que proviene la palabra Mesías. En otra parte del Antiguo Testamento, esta palabra podría referirse a un sumo sacerdote ungido (Lev. 4:3, 5, 16; 6:22), a un rey israelita ungido (1 Sam. 16:6; 24:6, 10; 2 Sam. 22:51), o al Mesías, un Rey y Libertador davídico futuro e ideal (Sal. 2:2; Dan. 9:25, 26). Desde la perspectiva de Isaías, Ciro era un rey futuro, enviado por Dios para liberar a su pueblo. Pero él era un mesías inusual, porque no era israelita. Haría algunas cosas que haría el Mesías, como derrotar a los enemigos de Dios y liberar a su pueblo cautivo, pero no podía ser el mismo que el Mesías, porque no descendía de David.
Al predecir a Ciro, Dios demostró su divinidad única al demostrar que solo él conoce el futuro (Isa. 41:4, 21–23, 26–28; 44:26).
■ Piensa en algunas otras profecías bíblicas que se han cumplido según lo pre-visto (como todos los reinos de Dan. 2, salvo el último; Dan. 7; o sobre los tiem-pos proféticos referidos a Cristo en Dan. 9:24–27). ¿Qué clase de esperanza nos ofrecen estas profecías personalmente?
Martes
Los grandes hitos de la verdad, que nos muestran nuestro rumbo en la historia profética, deben ser cuidadosamente protegidos para que no sean demolidos y reemplazados con teorías que producirían confusión antes que luz verdadera
Ha habido algunos que, mediante el estudio de sus Biblias, pensaron haber descubierto gran luz y nuevas teorías; pero estas no han sido correctas. La Escritura es toda verdad, pero los hombres han llegado a conclusiones erróneas por aplicar mal las Escrituras. Estamos empeñados en un tremendo conflicto, y este se tornará más premioso y definido a medida que nos aproximemos a la lucha final. Tenemos un adversario que no duerme, y que trabaja constantemente con las mentes humanas que no han tenido una experiencia personal en relación con las enseñanzas del pueblo de Dios durante los cincuenta años pasados
los que procuran comprender este mensaje no serán guiados por el Señor para realizar una aplicación de la Palabra que debilite el fundamento y derribe las columnas de la fe que han hecho de los adventistas lo que hoy son. Las verdades que se han ido revelando consecutivamente, a medida que hemos avanzado en el ámbito de las profecías reveladas en la Palabra de Dios, son actualmente verdades sagradas y eternas (Mensajes selectos, t. 2, pp. 116-119).
El Señor tiene recursos. Su mano está en la organización. Cuando llegó el tiempo para que su templo fuera reedificado, él influyó sobre Ciro como su instrumento, para que discerniera las profecías concernientes a él mismo y concediera la libertad al pueblo judío. Más todavía: Ciro les proporcionó las facilidades necesarias para reedificar el templo del Señor. Esa obra comenzó en tiempo de Ciro, y sus sucesores prosiguieron con la obra comenzada (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1197).
En la inesperada entrada del ejército del conquistador persa al corazón de la capital babilónica, por el cauce del río cuyas aguas habían sido desviadas y por las puertas interiores que con negligente seguridad habían sido dejadas abiertas y sin protección, los judíos tuvieron abundantes evidencias del cumplimiento literal de la profecía de Isaías concerniente al derrocamiento repentino de sus opresores. Y esto debiera haber sido para ellos una indicación inequívoca de que Dios estaba encauzando en su favor los asuntos de las naciones; porque inseparablemente vinculadas con la profecía descriptiva de cómo iba a ser tomada Babilonia estaban las palabras:
“Ciro: Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, en diciendo a Jerusalem, Serás edificada; y al templo: Serás fundado”. “Yo lo desperté en justicia, y enderezaré todos sus caminos; él edificará mi ciudad, y soltará mis cautivos, no por precio ni por dones, dice Jehová de los ejércitos”. Isaías 44:28; Isaías 45:13 (Profetas y reyes, pp. 404, 405).
ESPERANZA POR ANTICIPADO
El hecho de que Isaías predijera con precisión el nombre de Ciro in-quieta a quienes no creen que los profetas reciben predicciones de Dios. Para afrontar la situación, aceptan la teoría de que otro profeta, un “segundo Isaías”, que vivió en la época de Ciro, escribió Isaías 40 al 66. Por lo tanto, el libro de Isaías está “serruchado en dos”, el mismo destino que tradicional-mente se cree que tuvo el profeta (ver Heb. 11:37).
Sin embargo, no hay testigos históricos de la existencia de un segundo “Isaías”. Si existió, sería extraño que la Biblia no lo mencionara, porque su mensaje es profundamente importante y su arte literario es fenomenal. Ni siquiera el manuscrito bíblico más antiguo, el pergamino de Isaías des-cubierto en Qumran, tiene alguna interrupción entre Isaías 39 y 40, que indicaría una transición a la obra de un nuevo autor.
El mensaje básico de Isaías es coherente a lo largo de su libro: confía en el Dios verdadero, incluido su Libertador mesiánico, no en otros poderes. Los eruditos enfatizan con razón el cambio de enfoque del período asirio, en Isaías 1 al 39, al período babilónico, en los capítulos 40 y posteriores. Pero hemos visto que Isaías capítulos 13, 14 y 39 ya prevén un cautiverio babilónico. Es cierto que Isaías 1 al 39 enfatiza el juicio, e Isaías 40 al 66 enfatiza la consolación. Pero, en los capítulos anteriores, la seguridad y el consuelo divinos son abundantes también, y los pasajes posteriores, como Isaías 42:18 al 25; 43:22 al 28; y 48:1 al 11, hablan de los juicios de Dios sobre Judá por abandonarlo. De hecho, las predicciones de Isaías del consuelo futuro implican sufrimiento en el ínterin.
Aunque la nación enfrentó una terrible calamidad debido a los pe-cados del pueblo, algunos no perdieron la esperanza. Se aferraron a las promesas de Dios, como las que se encuentran en Levítico 26:40 al 45. Lee los versículos cuidadosamente. Ponte en el lugar de los hebreos que sobrevivieron después de que Babilonia derrotara a la nación. ¿Qué es-peranza podrías encontrar en estas palabras?
■ ¿Qué principio espiritual ves obrando en esos versículos de Levítico? ¿Qué le está diciendo el Señor a Israel allí? ¿Cómo funciona el mismo principio en nuestra vida?
Miércoles
¿Como se justificará el hombre con Dios? ¿Cómo se hará justo el pecador? Solo por intermedio de Cristo podemos ser puestos en armonía con Dios y con la santidad; pero ¿cómo debemos ir a Cristo? Muchos formulan hoy la misma pregunta que hizo la multitud el día de Pentecostés, cuando, convencida de pecado, exclamó: “¿Qué haremos?” La primera palabra de la contestación del apóstol Pedro fue: “Arrepentíos”. Hechos 2:37:38. Poco después, en otra ocasión, dijo: “Arrepentíos pues, y volveos a Dios; para que sean borrados vuestros pecados”. Hechos 3:19.
El arrepentimiento comprende tristeza por el pecado y abandono del mismo. No renunciamos al pecado a menos que veamos su pecaminosidad. Mientras no lo repudiemos de corazón, no habrá cambio real en nuestra vida (El camino a Cristo, p. 23).
El verdadero penitente no echa al olvido sus pecados pasados. No se deja embargar, tan pronto como ha obtenido paz, por la despreocupación acerca de los errores que cometió. Piensa en aquellos que fueron inducidos al mal por su conducta, y procura de toda manera posible hacerlos volver a la senda de la verdad. Cuanto mayor sea la claridad de la luz en la cual entró, tanto más intenso es su deseo de encauzar los pies de los demás en el camino recto. No se espacia en su conducta errónea ni considera livianamente lo malo, sino que recalca las señales de peligro, a fin de que otros puedan precaverse
debemos aprender que en la vigilancia y la oración se halla la única seguridad para jóvenes y ancianos. Esta seguridad no se encuentra en los altos cargos ni en los grandes privilegios. Uno puede haber disfrutado durante muchos años de una experiencia cristiana genuina, y seguir, sin embargo, expuesto a los ataques de Satanás. En la batalla con el pecado íntimo y las tentaciones de afuera, aun el sabio y poderoso Salomón fue vencido. Su fracaso nos enseña que, cualesquiera que sean las cualidades intelectuales de un hombre, y por fielmente que haya servido a Dios en lo pasado, no puede nunca confiar en su propia sabiduría e integridad (Profetas y reyes, pp. 57, 60).
Testifico ante mis hermanos y hermanas que la iglesia de Cristo, por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto en la tierra al cual él concede su suprema consideración. Mientras el Señor extiende a todo el mundo su invitación de venir a él y ser salvo, comisiona a sus ángeles a prestar ayuda divina a toda alma que acude a él con arrepentimiento y contrición, y él se manifiesta personalmente a través de su Espíritu Santo en medio de su iglesia…
sea este nuestro lenguaje, un lenguaje que salga de corazones que respondan a la gran bondad y al amor de Dios hacia nosotros como pueblo y como individuos: “Espera, oh Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre”… Considerad, mis hermanos y hermanas, que el Señor tiene un pueblo, un pueblo escogido, su iglesia, que debe ser suya, su propia fortaleza, que él sostiene en un mundo rebelde y herido por el pecado; y él se ha propuesto que ninguna autoridad sea conocida en él, ninguna ley reconocida por ella, sino la suya propia (Testimonios para los ministros, pp. 15, 16).
UN SIERVO QUE SIENTE Y SUFRE (ISA. 49:1–12)
¿Quién es el siervo de Dios en Isaías 49:1 al 12?
Dios lo llama y le pone nombre antes de que nazca, hace que su boca se asemeje a una espada, y se gloriará en él. Dios emplea al siervo para recu-perar a la nación de Israel para sí, a fin de que sea una luz de salvación para todo el mundo, para que sea un pacto y liberar prisioneros. Hay una gran superposición entre esta descripción y la de Isaías 42, donde identificamos al siervo como el Mesías. El Nuevo Testamento encuentra los atributos del siervo en Jesucristo, en ambas venidas: Mateo 1:21; Juan 8:12; 9:5; 17:1-5; Apocalipsis 1:16; 2:16; 19:15.
Si este siervo es el Mesías, ¿por qué Dios lo llama “Israel” aquí (Isa. 49:3)?
Anteriormente encontramos que, en esta parte de Isaías, el siervo de Dios “Israel/Jacob” se refiere a la nación. Pero aquí el nombre “Israel” (sin una referencia paralela a “Jacob”) se aplica claramente al siervo individual, el que restaura la nación a Dios (Isa. 49:5). El siervo individual se ha convertido en la personificación o el representante ideal de la nación (Isa. 48:1).
¿Qué nuevo elemento aparece aquí? Isaías 49:4, 7.
Esta es la primera indicación de la dificultad que implica la tarea del siervo. Se lamenta: “Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas” (Isa. 49:4), una idea que se refleja en Daniel 9:26: “Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí”. Pero se aferra a la fe: “Pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios” (Isa. 49:4).
Isaías 49:7 es sorprendente. El siervo es “menospreciado de alma”, “abo-minado de las naciones”, “siervo de los tiranos”. Pero el Señor le dice: “Verán reyes, y se levantarán príncipes, y adorarán por Jehová; porque fiel es el Santo de Israel, el cual te escogió”.
■ Recuerda el ministerio de Cristo. Hasta el mismo fin, ¿no tuvo razones para desanimarse? Sin embargo, se mantuvo fiel, a pesar de las apariencias exter-nas. ¿Cuál es la lección para que nosotros hagamos lo mismo, a pesar de las apariencias externas?
Jueves
Durante los últimos siglos de la historia de Israel antes del primer advenimiento, era de comprensión general que se aludía a la venida del Mesías en esta profecía: “Poco es que tú me seas siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures los asolamientos de Israel: también te dí por luz de las gentes, para que seas mi salud [salvación] hasta lo postrero de la tierra”. Isaías 49:6…
A Cristo fue a quien se dirigió la promesa profética: “Así ha dicho Jehová, Redentor de Israel, el Santo suyo, al menospreciado de alma, al abominado de las gentes… así dijo Jehová: …Guardarte he, y te daré por alianza del pueblo, para que levantes la tierra, para que heredes asoladas heredades; para que digas a los presos: Salid; y a los que están en tinieblas: Manifestaos… No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manaderos de aguas”. Isaías 49:7-10 (Profetas y reyes, p. 508).
Como Redentor del mundo, Cristo arrostraba constantemente lo que parecía ser el fracaso. Él, el mensajero de misericordia en nuestro mundo, parecía realizar solo una pequeña parte de la obra elevadora y salvadora que anhelaba hacer. Las influencias satánicas estaban obrando constantemente para oponerse a su avance. Pero no quiso desanimarse…
Jesús confió en esta palabra [de las promesas de la Palabra de Dios], y no dio a Satanás ventaja alguna. Cuando iba a dar los últimos pasos en su humillación, cuando estaba por rodear su alma la tristeza más profunda, dijo a sus discípulos: “Viene el príncipe de este mundo; mas no tiene nada en mí”. “El príncipe de este mundo es juzgado”. “Ahora será echado”. Juan 14:30; 16:11; 12:31 (El Deseado de todas las gentes, p. 633).
En cada prueba tenemos consolación eficaz. ¿No se conmueve nuestro Salvador al comprender nuestras debilidades? ¿No ha sido tentado en todo como nosotros? ¿Y no nos ha invitado a llevarle cada prueba y perplejidad? Entonces no nos aflijamos por las cargas de mañana. Valerosa y alegremente llevemos las cargas de hoy. Hoy tenemos que tener confianza y fe. No estamos invitados a vivir más que un día a la vez. Quien da fortaleza para hoy, dará fortaleza para mañana…
Nada hiere tanto el alma como los agudos dardos de la incredulidad. Cuando la prueba viene, como indudablemente vendrá, no os angustiéis o lamentéis. El silencio en el alma hace más clara la voz de Dios. “Luego se alegran, porque se apaciguaron”. Salmo 107:30. Recordad que debajo de vosotros están los brazos eternos. “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él”. Salmo 37:7. Él os está guiando a un refugio de experiencias benignas (Dios nos cuida, p. 182).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee la descripción que hace Elena G. de White del ministerio de curación y de enseñanza de Jesús en El Deseado de todas las gentes, “En Capernaum”, pp. 223-232.
“En la obra de ganar almas, se necesita mucho tacto y sabiduría. El Sal-vador no suprimió nunca la verdad, sino que la declaró siempre con amor. En su trato con los demás, él manifestaba el mayor tacto, y era siempre bondadoso y reflexivo. Nunca fue rudo, nunca dijo sin necesidad una palabra severa, nunca causó una pena innecesaria a un alma sensible. No censuró la debilidad humana. Denunció sin reparos la hipocresía, la incredulidad y la iniquidad, pero había lágrimas en su voz cuando pronunciaba sus pe-netrantes reprensiones. Nunca hizo cruel la verdad, sino que manifestó siempre profunda ternura hacia la humanidad. Cada alma era preciosa a su vista. Se portaba con divina dignidad y se inclinaba con la más tierna compasión y consideración sobre cada miembro de la familia de Dios. En todos veía almas que era su misión salvar” (OE 120, 121).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Como clase, lean lo que Elena G. de White escribió anteriormente acerca de cómo Cristo suplió las necesidades de los demás. Anali-cen estos principios y luego, como clase, determinen en qué medida su propia iglesia refleja esos principios de manera colectiva.
2. ¿Conocen a alguna “caña cascada” o a algún “pábilo que hume[e]” (Isa. 42:3)? ¿Cómo pueden ayudar a esta persona sin “quebrarla” ni “apagarla”? ¿De qué manera pueden dar a conocer al Señor a esa persona? En un sentido práctico, ¿qué le dirían que haga para reci-bir sanidad y ayuda?
3. El argumento de los diferentes autores de Isaías se originó a par-tir de la premisa de que las personas no pueden predecir el futuro como lo hizo Isaías. ¿Cuál es el problema fundamental con este ar-gumento, y por qué nosotros, como cristianos, debemos rechazar esa premisa?
Resumen: La liberación requiere un Libertador. La nación sierva de Dios sería liberada por dos libertadores: Ciro, que rescataría a los cautivos del exilio de Babilonia, y un Siervo sin nombre, cuya identidad como el Mesías se revela progresivamente. Este Siervo restauraría la justicia y recuperaría a la comunidad de sobrevivientes para Dios.
Viernes
Exaltad a Jesús, “En la escuela de Cristo”, 28 de mayo, p. 156;
Testimonios para los ministros, “Preciosas advertencias y promesas”, pp. 126-128.
"ISAÍAS: "CONSOLAOS, PUEBLO MÍO""
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Dios lo bendiga!!!
Lección 9
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Texto clave: Isaías 41.
Parte I: RESEÑA
Hay una conexión entre Isaías 1 y 41. Lo vemos en el llamado a Judá en Isaías 1:18: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta”. Isaías 41:1 expresa una invitación similar: “Estemos juntamente a juicio”. Sin embargo, en este caso, la invitación abarca un ámbito más amplio y, por implicación, un acontecimiento más amplio: “los confines de la tierra” (vers. 5).
La expresión mishpat (juicio, Isa. 41:1), en el idioma hebreo, también podría traducirse como “disputa, caso”, “demanda legal” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 2, p. 651). Este concepto es bastante similar al significado de la palabra hebrea nivvajejá (alegar [en una demanda]) en Isaías 1:18 (Ibíd., p. 410). Isaías 41:21 refuerza la idea de una disputa legal, y el versículo es casi un eco de Isaías 1:18: “Alegad por vuestra causa, dice Jehová; presentad vuestras pruebas”.
En los siguientes versículos, se revelan las dos partes del caso. De un lado, el Señor; y del otro lado, Israel, el siervo.
En el capítulo 41, se describe al Señor de muchas maneras: “el Santo de Israel”, Redentor, Creador y Rey. E Israel o Judá se describen como “mi siervo”; “a quien yo escogí”; y “mi amigo”, una referencia a Abraham.
En este estudio se exploran tres temas principales: (1) el Dios del pacto; (2) Dios y otros títulos; e (3) Israel, el siervo.
Parte II: COMENTARIO
El Dios del pacto
Dios es retratado de varias maneras en Isaías 41. Cuando se hace referencia a Dios en relación con su pueblo en una relación de pacto, la Biblia usa el nombre YHWH, “Jehová”. Isaías usa este nombre alrededor de 450 veces en su libro. La expresión aparece 6.828 en la Biblia hebrea (D. J. A. Clines, The Dictionary of Classical Hebrew, t. 4, p. 122).
El relato del Pentateuco brinda una percepción clara de este nombre. Este estudio analiza algunos versículos relacionados con el personaje al que alude Isaías: Abraham. Hay tres momentos en la relación del pacto entre Dios y Abraham, y el nombre divino que se usa aquí es YHWH: (1) Jehová (YHWH) llama a Abram y le promete que hará de él una gran nación (Gén. 12:1-3), (2) Jehová (YHWH) hace el pacto (15:1-21), y (3) Jehová (YHWH) confirma el pacto (17:1-27). Varias expresiones en Génesis 12 revelan una relación personal entre Jehová y Abraham. “Te mostraré. […] Te bendeciré, y engrandeceré tu nombre” (12:1, 2).
La otra parte, Génesis 15, también comienza utilizando la expresión YHWH. La escena del pacto incluye expresiones de cuidado personal de Dios hacia Abram: “No temas, Abram; yo soy tu escudo” (15:1). Génesis 15:2 al 6 describe el análisis de una preocupación individual ante el Señor, en la que Abram expresa su preocupación por el cumplimiento del pacto. El Señor, en Génesis 15:7, le reitera su nombre a Abram. “Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra” (15:7). Y Génesis 15:18 nos muestra claramente el vínculo entre el nombre YHWH y el pacto. “En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra”.
En Génesis 17, Jehová (YHWH) nuevamente interactúa con Abram. La narración denota una relación personal (“anda delante de mí” [Gén. 17:1]), y nos dice que el pacto se concretará: “Pondré mi pacto entre mí y ti” (17:2). Se repite en Génesis 17:4, y también afecta el nombre personal de uno de los miembros del pacto, Abram: “Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham” (17:5).
A veces, en las fórmulas pactuales, la expresión ’elohim (Dios) se añade al nombre YHWH. Por lo tanto, en este tipo de literatura, el sujeto de un pacto es YHWH, y a veces Jehová Dios o Jehová tu Dios. En la experiencia de Abraham, hemos visto que el nombre se asocia con el acto del pacto y la relación personal con YHWH, el Señor.
Hay elementos del pacto en Isaías 41. Inferimos esto no solo por el uso del nombre YHWH sino también por la referencia a Israel como “a quien yo escogí” (Isa. 41:8). La alusión a Abraham, un gran nombre en el pacto con Israel, es también otro factor que sugiere esos elementos. Sin embargo, como se ha dicho anteriormente, el nombre YHWH (Jehová) se asocia con la relación personal de Dios con su pueblo. Isaías 41 aclara la naturaleza personal de esta relación. Jehová llama a Abraham “mi amigo” (41:8), como la última de las expresiones en: “¿Quién ha hecho obras tan poderosas, llamando a cada nueva generación desde el principio del tiempo? Soy yo, el Señor, el Primero y el Último; únicamente yo lo soy” (41:4, NTV).
John Oswalt explica la expresión “yo lo soy” en los siguientes términos: “Él está con nosotros, para bien o para mal, dependiendo de nuestra respuesta a él. Él no se asemeja a ningún otro; él es el único ser no contingente en el Universo, el único que puede decir ‘Yo Soy’ ” (“The Book of Isaiah, Chapters 40-66”, The New International Commentary on the Old Testament, p. 84).
Oswalt también ve alguna conexión aquí con Isaías y el Nuevo Testamento. Él dice: “La traducción habitual de la Septuaginta de ’aní hu’, ‘Yo Soy’, es egó eimí. El hecho de que Jesús aplicara tranquilamente esta frase a sí mismo (comparar con Juan 8:58; 18:5) dice mucho acerca de su sentido de identidad propia” (Ibíd., pp. 84, 85).
Dios y otros títulos
Isaías 41 enfatiza características adicionales del Señor. Él es el Santo. “Yo soy tu socorro, dice Jehová; el Santo de Israel es tu Redentor” (Isa. 41:14). Una idea similar se expresa en Isaías 41:20: “La mano de Jehová hace esto, y […] el Santo de Israel lo creó”.
“El Santo” es uno de los títulos principales para Jehová en el libro de Isaías, y constituye uno de los temas principales del libro. La expresión “Santo” se usa 33 veces en Isaías. Como se muestra en la lección 2, “santo” se refiere a “la pureza, la perfección, la gloria oculta de YHWH”. La santidad es la esencia de su ser. El título “Santo” implica la norma moral para la nación. Este llamado a la santidad está arraigado en la ley mosaica, basada en la autoproclamación de Dios de su perfección: “Habla a toda la congregación de los hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios” (Lev. 19:2).
El profeta Isaías usa el título “Santo” para conectar otras dos características de Dios que están relacionadas: Dios como Creador y Redentor. La idea de Dios como nuestro Creador se expresa en un bello paralelismo en Isaías 41:20: “Que la mano de Jehová hace esto, y que el Santo de Israel lo creó”.
El Señor aparece como Redentor en Isaías 41: “El Santo de Israel es tu Redentor” (vers 14). La palabra hebrea comúnmente traducida como Redentor significa “reclamar como propio” o “pretender para sí” (L. Koehler y W. Baumgartner, The Hebrew and Aramaic Lexicon of the Old Testament, t. 1, p. 169).
Las características de Jehová como Creador (en este caso, de Israel) y como Redentor de Israel se evidencian en esta sección del libro. Un ejemplo es Isaías 43:1: “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú”.
Otro título que Isaías utiliza en forma paralela para Jehová es “el Rey de Jacob” (Isa. 41:21). No cabe duda de que este es un título mesiánico.
Por lo tanto, Isaías 41 revela diferentes nombres y títulos para describir a Dios. Curiosamente, el autor usa en Isaías 43:15 casi la misma expresión para referirse a Dios: “Yo Jehová, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey”.
Israel, el siervo
El Señor recibe diferentes títulos en Isaías 41. En su relación de pacto con Dios, Israel también ha recibido varios títulos. Por ejemplo, Israel en relación con Dios es “el siervo”, “a quien yo escogí” y “mi amigo”.
En muchas partes del libro de Isaías, Israel o, en especial, la nación de Judá, es el siervo de Jehová. Entre otros versículos, compara Isaías 41:8 y 9; 44:1 y 21; 45:4; 48:20; y 49:3.
Isaías 41:8 supone muchas cosas importantes sobre el siervo: “Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo”.
Alec Motyer identifica cuatro características del siervo en este versículo: “En primer lugar, que Israel llegó a ser el siervo del Señor por elección divina (Isa. 41:8b, 9d; Efe. 1:4). En segundo lugar, que la relación comenzó con Abraham. Tu amigo (2 Crón. 20:7; [Sant.] 2:23) es literalmente ‘mi amado’/‘el que me amó’. En tercer lugar, nos dice que la ampliación de la promesa del pacto a los descendientes de Abraham (lit. ‘semilla’, Gén. 17:7) sigue en pie (te escogí […] no te deseché).Y, en cuarto lugar, que en su elección y llamado de Abraham el Señor demostró que su poder se extiende hasta los confines de la tierra […] tierras lejanas. En todo esto no hay nada de ninguna función que el siervo pueda realizar; solo que Israel tiene una posición honrada” (J. A. Motyer, “Isaiah: An Introduction and Commentary”, Tyndale Old Testament Commentaries, t. 20, p. 286).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
1. Nuestro Dios se presenta en la Biblia de muchas maneras. Él es el gran ’elohim, el Soberano del Universo y el Dios trascendente. Sin embargo, Dios también es un Dios personal; y para demostrarlo, los autores bíblicos usan el nombre YHWH, Jehová, o el Señor. YHWH es el Dios del pacto, el Dios de la interacción personal con los seres humanos.
2. ¿Cómo puedes distinguir esos dos aspectos de Dios en relación con sus criaturas? Lee Génesis 1:1 y 12:1 para ayudarte a responder la pregunta.
3. Isaías 41 revela a Dios de muchas maneras diferentes. El libro se refiere al Señor como “el Santo de Israel”, Redentor, Creador y Rey. ¿Cuál de estos títulos es particularmente relevante para ti en tu vida y por qué?
"ISAÍAS: “CONSOLAOS, PUEBLO MÍO"
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Dios los bendiga!!
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