Lección 3 de Infantes
ATRAPADO EN UNA CUEVA
¿Alguna vez alguien ha sido poco amable contigo? ¿Qué le hiciste? David nos muestra cómo hacer el bien a alguien que ha sido malo con nosotros.
1 SAMUEL 18:5-9; 19:1, 2, 11, 12; 24:1-22;
PATRIARCAS Y PROFETAS, CAPS. 64, 65; PP. 637-651.
“No nos cansemos de hacer el bien”
(Gálatas 6:9, NVI).
Podemos hacer el bien aun cuando los demás no son buenos con nosotros.
El soldado subía por la ladera de la montaña. En algunos lugares el terreno pedregoso hacía que se resbalara, pero en cuanto conseguía equilibrarse, continuaba la marcha.
—¡Vienen Saúl y sus soldados! —le dijo ansiosamente a David—. ¡El rey Saúl
viene con miles de soldados! (Ver 1 Samuel 24:2.)
David y sus seiscientos hombres rápidamente escalaron hasta una gran cueva donde podían esconderse. La cueva era muy oscura y tranquila. Se agazaparon detrás de grandes rocas, conteniendo la respiración.
David y sus hombres habían estado huyendo del rey Saúl y sus soldados, durante meses. El rey había dado a conocer que quería matar a David. ¿Por qué? Porque estaba celoso de las victorias de David en las batallas. La gente amaba a David. Inclusive habían compuesto un canto acerca de él, comparándolo con el rey Saúl.
¡Al rey Saúl no le gustó para nada eso!
Repentinamente un hombre entró a la cueva. Un hombre muy alto y grande. ¡Saúl! El rey Saúl apareció a la entrada de la cueva. Se puso en cuclillas y empujó su manto hacia atrás de él.
—¡Mira! —le dijo al oído de David uno de sus hombres escondidos—. El Señor te ha dado la oportunidad de matar al rey Saúl.
—No puedo —replicó David—, porque Dios lo ha hecho a él rey. Yo no puedo hacerle daño.
Entonces David sacó un afilado cuchillo de su cinto. Se arrastró lentamente y sin hacer ruido se acercó al rey Saúl por detrás, se estiró y cortó un pedazo de la capa del rey Saúl.
David se arrastró sin hacer ruido de regreso con sus hombres. Sin embargo empezó a sentirse mal por haber cortado el manto del rey Saúl.
Cuando el rey Saúl se paró y salió de la cueva, David lo siguió. —¡Mi Señor, el rey! —gritó.
El rey Saúl se dio vuelta rápidamente y vio a David de pie en la entrada de la cueva.
—Mis hombres y yo podríamos haberte matado —dijo David—. Pero yo nunca te haré daño porque tú fuiste elegido por el Señor.
—¡Mira! —gritó David mientras sostenía en alto la pieza de tela que había cortado del manto del rey—. Esto prueba que yo podría haberte dañado.
—¿Realmente eres tú, David? —contestó Saúl—. Eres un hombre mejor que yo —dijo con lágrimas corriendo por su rostro—. Tú has sido misericordioso. Yo sé con seguridad que serás rey de Israel después de mí. Prométeme que no le harás daño a mi familia.
Así que el rey Saúl con sus tres mil soldados iniciaron el largo viaje de regreso al hogar.
El Señor estaba feliz por la forma como David había tratado a Saúl ese día.
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Dios les bendiga!!!
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