Lección 13 de Infantes
JOSÉ PERDONA A SUS HERMANOS
¿Alguien te ha hecho algo realmente malo, malo, pero muy malo? ¿Lo perdonaste? ¿Fue fácil hacerlo? Los hermanos de José le habían hecho algo realmente malo, pero muy malo.
GÉNESIS 42:1-9; 45:1-15;
PATRIARCAS Y PROFETAS, CAP. 21; PP. 201-217.
“Perdonen como el Señor los perdonó” (Colosenses 3:13, NVI).
Podemos perdonar a otros porque Dios nos perdona.
José miró a los once
hombres que estaban de pie, incómodos, delante de él. Los hombres eran
extranjeros para las demás personas en el palacio. Unos extranjeros que habían
viajado a Egipto para comprar comida durante la sequía. Pero José sabía
exactamente quiénes eran aquellos hombres. ¡Ellos eran sus hermanos! Los
hermanos que había pensado que nunca iba a volver a ver.
La mente de José voló con susrecuerdos. Recordó cómo lo habían tratado sus diez hermanos mayores. Recordó el terrible día cuando lo lanzaron en el profundo pozo, y luego lo sacaron para venderlo como esclavo en Egipto.
Había llegado el momento de revelar a sus hermanos que el hombre delante de quien estaban, el hombre que miraban como un príncipe y gobernante de Egipto, el segundo en poder después del faraón, era en realidad su propio hermano José.
—¡Salgan! —dijo José a sus sirvientes—. Esperen afuera.
Pronto quedaron en el salón únicamente José y sus hermanos. Las lágrimas empezaron a correr por las mejillas de José.
—¡Yo soy José! —exclamó—. ¡Yo soy su hermano! ¿Vive todavía mi padre? —preguntó llorando.
Los hermanos se quedaron con la boca abierta. ¿Podría este importante gobernador de Egipto ser su hermano realmente? ¡Repentinamente se llenaron de miedo! ¿Qué les haría José? ¡Tan malos que habían sido con él! ¡Ahora él los vendería para que fueran esclavos!
—Acérquense más a mí —dijo José, sabiendo que sus hermanos estaban temerosos.
—Yo soy su hermano José. Ustedes me vendieron para ser esclavo en Egipto. Pero no estén preocupados —les dijo bondadosamente—, realmente fue Dios el que me envió aquí. Él me envió aquí para salvar sus vidas durante esta sequía.
—¡Vayan a casa rápidamente! —dijo—. Digan a mi padre que soy el gobernador de todo Egipto, segundo en autoridad después del rey. Tráiganlo aquí. Y sus hijos y sus nietos. Vivirán cerca de mí, y yo cuidaré de ustedes durante los años de hambre.
Entonces José y sus hermanos hablaron durante largo, largo tiempo. José les dijo a sus hermanos una y otra vez que los perdonaba por lo que le habían hecho. Y José tenía mucho que preguntar acerca de su familia.
Rubén suspiró profundamente. Se sentía bien. Se sentía perdonado.
Rubén miró a sus otros hermanos. Los escuchaba mientras se interrumpían unos a
otros para contarle a José historias felices acerca de sus hijos. Rubén sabía
que sus hermanos también se sentían perdonados. Traerían a su padre y a sus
familias a Egipto. Y José finalmente volvería a ver a su padre.
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Dios les bendiga!!!
Excelente
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