Lección Joven Descifrando los pactos, Lección de escuela Sabática Joven 2do Trimestre 2021
Lección 4: Para el 24 de abril de 2021
EL EVANGELIO SEGÚN MOISÉS
inTro
¡Todos de pie!
La escena quedó grabada para siempre en mi memoria. Estaba yo impartiendo la tercera clase de doce acerca del tema del pacto eterno en un taller de evangelización. En el aula, de treinta alumnos, una joven de veintitantos años, sentada en la primera fila a la izquierda, se había acomodado tanto que parecía estar más dormida que despierta; era una muchacha bíblicamente analfabeta. Entonces mostré una diapositiva en la pantalla y comencé a leer el Salmo 103. De repente, noté un movimiento al frente, a la izquierda; la joven se estaba poniendo de pie. Dejé de leer.
-Está bien. No tiene que levantarse -le dije.
-Claro que sí -respondió ella-; si Dios es realmente así, tengo que ponerme de pie.
Y permaneció de pie hasta que terminé de leer el pasaje, tres diapositivas después.
Durante el receso, ella no podía dejar de hablar del Salmo 103. Repetía una y otra vez: «lSerá que Dios es realmente así? ¡Nunca lo imaginé! ¡No lo sabía!».
Este suceso me llamó la atención, porque el Salmo 103 es una muestra de la teología de un creyente del Antiguo Testamento sujeto al pacto mosaico, sinaítico, antiguo (de hecho, la sección principal del salmo contiene referencias directas a «Moisés» y al «pacto», como puedes ver en los versículos 7 y 18). Sin embargo, muchos teólogos modernos intentan oponer la «ley de Moisés» (el pacto mosaico) a la «ley de Cristo» (un término indefinido que aparece únicamente en Gál. 6: 2 y que a menudo se asocia con el nuevo pacto). Atribuyen al pacto mosaico todos los rasgos negativos de las declaraciones contradictorias enumeradas en la introducción a este folleto. Describen el pacto mosaico como si fuera principalmente reglas y mandamientos generadores de esclavitud; preceptos que debían ser obedecidos externamente, de memoria, en contraste con la ley de amor del nuevo pacto escrita en el corazón para ser obedecida por amor.
El Salmo 103, escrito por David, fue adoptado como el himno nacional de Israel por creyentes que vivieron durante aquel pacto y escribieron acerca del mismo: «¡Cuánto amo yo tu ley! Todo el día medito en ella» (Sal. 119: 97, NVI). En el pacto mosaico/sinaítico/antiguo, ellos encontraron su «delicia» y su «consejero» (Sal. 119: 24, RV95), «libertad» (v. 45) y «esperanza» (v. 49). Esos versos son descritos como «mis cánticos» (v. 54), como «maravillosos» (v. 129), que a través de ellos me «has dado vida» (v. 93) y «son el gozo de mi corazón» (v. 111), algo que deseaban y por lo que suspiraban (v. 131). El Salmo 103 describe lo que han escuchado y recibido de parte de Dios al leer, escuchar y cantar, y al vivir de acuerdo con el pacto que Dios hizo con Moisés en el Sinaí. Lo que mi alumna escuchó durante la lectura del Salmo 103 en aquella clase es lo que el pueblo de Israel había oído varios miles de años antes. ¡No es de extrañar que ella sintiera la necesidad de ponerse de pie!
Bienvenido al «evangelio según Moisés».
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- Copia de tu versión preferida de la Biblia Salmo 103: 1-22.
- Si tienes poco tiempo, escribe únicamente los versículos 10 al 14.
- También puedes parafrasear el pasaje o hacer un bosquejo del capítulo.
inTerioriza
El paquete de beneficios del pacto
Si alguien leyera primero el Nuevo Testamento y luego el Salmo 103 por primera vez, sería fácil que llegara a la conclusión de que el Nuevo Testamento se escribió primero. En este Salmo, los temas dominantes del evangelio del Nuevo Testamento se destacan sin rodeos. Para apreciar lo que transmite el Salmo 103, uno casi tiene que recordar que en el momento en que fue escrito, ¡todavía faltaban mil años para que Dios se encarnara!
El Salmo genera expectativas a partir de sus palabras iniciales: «Bendeciré al Señor con toda mi alma; bendeciré con todo mi ser su santo nombre». Luego repite: «Bendeciré al Señor con toda mi alma», y añade «no olvidaré ninguno de sus beneficios».
«Beneficios» es un concepto que toda generación puede comprender, incluso la nuestra. Muchos de nosotros estamos familiarizados con el concepto «paquete de beneficios» desde el punto de vista laboral. Israel reconocería de inmediato en este pasaje el lenguaje del pacto. Jehová, el Dios de su pacto, está a punto de recordarles su amor hacia ellos, expresado en aquella alianza en términos muy concretos. El salmista luego enumera los beneficios uno tras otro, sin hacer comentarios. No te apresures en este punto. Deja que cada «beneficio» se ponga de manifiesto según lo lees.
- Él «perdona todas mis maldades» (Sal. 103: 3).
- Él «sana todas mis enfermedades» (v. 3) (Por el momento no te obsesiones con el tema de las enfermedades que no se curan ni con oración. Nadie tiene eso bajo control. Siempre que hay un sanamiento, tiene que ver con Dios, que a veces hace un milagro, más allá de cualquier intervención humana).
- Él «libra mi vida del sepulcro» (v. 4a).
- Él «me colma de amor y ternura» (v. 4b).
- Él «me satisface con todo lo mejor y me rejuvenece como un águila» (v. 5).
Luego él resume la lista con otra que se aplica a todo lo anterior: «El Señor hace justicia, y juicios a favor de todos los oprimidos» (v. 6, NBLA). Cada uno de los cinco beneficios enumerados anteriormente responde a alguna situación específica relacionada con la opresión humana y clama por la justicia divina y por la justicia retributiva. La sangre de los mártires que no recibieron esa intervención demanda paciencia por parte de quienes siguen sus pasos. Cuando se escribió el Salmo 103 no se sabía que la propia «sangre del pacto eterno» era un requisito (Heb. 13: 20) para garantizar «justicia, y juicios a favor de todos los oprimidos» (Sal. 103: 6, NBLA). El día glorioso ha llegado; ¡el día de la segunda venida se aproxima!
El beneficio número tres en la lista anterior transmite el evangelio de manera sucinta: él «rescata mi vida del sepulcro». En Romanos 3: 10-19, Pablo cita el Antiguo Testamento para describir las profundidades insondables y la ineludibilidad del foso en que hemos caído: ni siquiera podemos buscar a Dios por nuestra cuenta, y mucho menos deshacernos de nuestra mortalidad sin él. El Salmo responde: él «rescata mi vida del sepulcro», y no solamente eso sino que «me colma de amor y compasión» (v. 4), me lleva desde la sima más profunda hasta las más elevadas cumbres. El clamor de Pablo, «pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Rom. 5: 20, NBLA), fue más notable solo porque en su día, la ratificación del pacto divino con la propia «sangre del pacto eterno» ya era parte de la historia.
El pacto mosaico, visto a través de los ojos del Salmo 103, no es solo evangelio, sino un evangelio superlativo.
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Regresa al texto que has copiado o parafraseado. Analízalo directamente y reflexiona sobre su contenido con el máximo detenimiento.
- Encierra en un círculo las palabras, frases e ideas que se repiten.
- Subraya las palabras o frases que consideras más relevantes y que te resultan más significativas.
- Utiliza flechas para conectar algunas palabras y frases que se relacionan con otros conceptos similares.
¿A qué parece apuntar lo que marcaste y relacionaste?
Del pasaje clave, selecciona un versículo para memorizarlo.
Escribelo varias veces con el fin de que te sea más fácil recordarlo.
Si Dios te pidiera rechazar un beneficio de los cinco anteriores, ¿cuál elegirías? ¿Por qué?
Si únicamente se te concediera un beneficio, ¿cuál sería? ¿Por qué?
inTerpreta
La gracia del nuevo pacto en el antiguo pacto
W. Robert Godfrey afirma acerca del Salmo 103: «Los versículos centrales de este Salmo (7-18) constituyen una de las mayores reflexiones sobre el amor y la gracia de Dios que encontramos en toda la Biblia» (Learning to Love the Psalms, pp. 181-182). ¿En toda la Biblia? ¿En serio?
Al principio y al final de este pasaje, el salmista recuerda a sus lectores que al meditar en su «pacto», dado a «Moisés» por causa de «Israel», es que ha llegado a una profunda comprensión del amor de Dios por sus hijos (vv. 7, 18). No son solo los «beneficios» del pacto lo que se encomia, sino el carácter, la compasión y el amor del Hacedor del pacto. «El Señor es tierno y compasivo; es paciente y todo amor» (v. 8). Los comentaristas no siempre describen al Dios del Antiguo Testamento bajo esa luz, pero su pacto sí lo hizo y asimismo Jesús lo hizo cuando resumió toda la ley y los profetas en la Regla de Oro. Esta regla, desde el principio fue una característica de Dios antes de ser presentada como norma moral para la humanidad (Mat. 7: 9-12).
Para algunos puede ser motivo de preocupación que este Salmo idílico reconozca la ira de Dios, aunque a la vez él es mesurado («lento para la ira», «ni para siempre guardará su enojo», Sal. 103: 8-9, NBLA). Este enojo fue manifestado principalmente para beneficio de los «oprimidos» (v. 6). Jesús mismo exhibió esa ira en situaciones en las que el carácter de su compromiso pactual con el ser humano y la experiencia genuina del nuevo pacto que va en busca de ellos, fueron tergiversados por aquellos que decían representar a ambos (Mat. 21: 12-16; 23: 1-38). Los dioses de las otras naciones eran caprichosos y crueles; uno nunca sabía qué los ofendería, o cuán severo podría ser el castigo por algún delito involuntario. La vida en esas culturas y la vida bajo el pacto de Jehová eran universos paralelos.
«No nos ha dado el pago que merecen nuestras maldades y pecados» (Sal. 103: 10). Cada miembro del pacto que cantaba esa letra tenía numerosos testimonios personales que confirmaban esa verdad, al igual que muchos de nosotros que la leemos varios milenios después. Para ayudar a su congregación a comprender mejor el perdón, David hace una comparación algo extrema: «Tan inmenso es su amor por los que lo honran, como inmenso es el cielo sobre la tierra. Nuestros pecados ha alejado de nosotros, como ha alejado del oriente el occidente» (vv. 11-12). Él no conoce E distancias más grandes, por eso cree que nos pueden ayudar a visualizar la total iü eliminación de nuestros pecados.
Para hacer más agudo el argumento, se utiliza el recurso de la familia. Un padre profundamente comprometido podría atragantarse al cantar: «El Señor es, con los que lo honran, tan tierno como un padre con sus hijos; pues él sabe de qué estamos hechos: sabe bien que somos polvo» (Sal.o103: 13-14). La imagen muestra un profundo amor paterno por un niño que ha nacido con una seria discapacidad. No era culpa del niño. En todo ello hay un paralelismo: ninguno de nosotros eligió nacer con una naturaleza pecaminosa, o nacer en el foso del pecado por causas ajenas a nosotros mismos: «Así pues, por medio de un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado entró la muerte» (Rom. 5: 12). Dios «sabe de qué estamos hechos: sabe bien que somos polvo». No somos responsables de nuestra discapacidad potencialmente fatal, sino solo de nuestra respuesta a las promesas del pacto, que son una cura total para la discapacidad; promesas que tienen un poder de atracción que tendríamos que resistir en forma intencional, obstinada y persistente para no ser atraídos por el redactor del pacto.
El salmista reconoce luego nuestra realidad temporal, nuestra fugacidad: «La vida del hombre es como la hierba; brota como una flor silvestre: tan pronto la azota el viento, deja de existir, y nadie vuelve a saber de ella» (Sal. 103: 15-16). Y agrega: «Pero el amor del Señor es eterno para aquellos que lo honran; su justicia es infinita por todas las generaciones» (v. 17).
Es esperanzador que haya un Dios en este universo; que sea un Dios de amor, comprometido con el eterno bienestar y la felicidad de su creación, desde el más pequeño hasta el mayor; es casi mucho pedir; sin embargo, el pacto da fe de la existencia de un Dios así.
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Después que hayas repasado el texto que has copiado y resaltado,
¿Qué te parece lo que has marcado o subrayado y relacionado?
¿Qué preguntas te surgen? ¿Qué partes te parecen más difíciles?
¿Qué otros principios y conclusiones puedes identificar en este texto bíblico?
¿Con qué versículo de este pasaje (Salmo 103: 7-18) te identificas más? ¿Porqué?
inVestiga
- Éxodo 34: 27
- Ezequiel 18: 1-32
- Miqueas 7: 18-19
- Salmo 63: 1-8
- Gálatas 1: 6-9
- Hebreos 3: 16-4: 2
- Juan 14: 21
- Colosenses 1: 21-23
- Filipenses 2: 12-13
- Romanos 3: 10-19
¿Qué relación consideras que tienen estos pasajes bíblicos con el texto clave?
¿Qué otros versículos o promesas vienen a tu mente con relación con el Salmo 103: 1-22?
inVita
Solo hay un evangelio: el «evangelio de Cristo»
Los que intentan enfrentar el nuevo pacto al antiguo, o la ley de Cristo a la ley de Moisés, porque consideran que el de Moisés es deficiente, no han escuchado su cántico de salvación como lo entonaron David y los miles de creyentes en Israel (Sal. 103). Los autores que tildan al antiguo pacto de parcial o totalmente basado en la ley, y al nuevo pacto como mayormente o totalmente basado en la gracia, leen el antiguo pacto con mentes cegadas y corazones velados (2 Cor. 3: 12-15).
Pablo enfrentó directamente esas tergiversaciones cuando afirmó de manera enfática que solo hay un evangelio, «el evangelio de Cristo», y que cualquiera, incluso Moisés o «un ángel del cielo», que enseñara un evangelio diferente debía «ser anatema» (Gál. 1: 7-8). Pablo, junto a otros autores del Nuevo Testamento, enseñó que el Dios del Antiguo Testamento, Jehová, era Jesús (compara Joel 2: 32 con Romanos 10: 9-13), el mismo que reveló progresivamente su único y verdadero evangelio a través de sus sucesivos pactos a lo largo de los siglos. El evangelio según Moisés era «el evangelio de Cristo». Hebreos afirma que efectivamente el evangelio que Jesús reveló a «todos los que salieron de Egipto, guiados por Moisés» fue el mismo evangelio que Jesús entregó a los creyentes del Nuevo Testamento: «Porque en verdad, a nosotros se nos ha anunciado las buenas nuevas, como también a ellos» (Heb. 3: 16; 4: 2). Ese es el «evangelio eterno» y ¡jamás ha cambiado! (Apoc. 14: 6).
Algunos señalan las 613 leyes del pacto mosaico como evidencia de la obsesión del antiguo pacto con la ley y la obediencia, en contraste con el énfasis del Nuevo Testamento en la gracia y la fe; sin tener en cuenta que el pacto del Sinaí incluía todas las leyes civiles de la nueva nación y un manual detallado para los sacerdotes así como todo el sistema ritual. Los creyentes del Antiguo Testamento amaban la ley de Jehová (Sal. 119), porque amaban a Jehová, considerándo lo como su Padre devoto que «sabe de qué estamos hechos: sabe bien que somos ‘j; polvo» (Sal. 103: 14). Aceptaron su instrucción como una amorosa dirección encamminada a promover y proteger su bienestar y felicidad (Sal. 63: 1-8).
Algunos se incomodan ante la salvedad que hace el Salmo 103: los beneficios del pacto se aplican a «los que le temen» (vv. 11, 17, NBLA), «cumplen con su alianza» y «no se olvidan de obedecer sus mandatos» (v. 18). Esos que critican, se ven forzados a pasar por alto las muchas declaraciones de ese tipo que aparecen en el Nuevo Testamento, incluyendo el testimonio de Jesús de que él y el Padre aman a quienes los aman y guardan sus mandamientos (Juan 14: 21). Esto no niega su amor por el mundo (Juan 3: 16) sino que reafirma la idea de que ¡a él le importa la forma en que cada quien responde a las promesas de su pacto de salvación!
Si leemos el Salmo 103 sin ningún tipo de prejuicio contra el pacto mosaico, nos sentiremos abrumados por la longitud, la profundidad y la amplitud del amor y la gracia de Dios por cada ser humano. Él comprende y siente una profunda empatía por todo aquello a lo que nos enfrentamos. El Salmo expresa de manera emotiva el inquebrantable compromiso de Dios, hasta la muerte si es necesario, para rescatarnos del foso del mal y devolvernos todo lo que perdimos por causa de Adán. El tono del Salmo 103 refleja el intenso anhelo de Jesús de dirigirnos algún día esas palabras de bienvenida que todos anhelamos escuchar: «Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor» (Mat. 25: 21).
Reflexiona de nuevo en el texto de Salmo 103: 1-22, intentando identificar la presencia de Jesús.
¿En qué sentido has estado prejuiciado contra el Antiguo Testamento?
¿Acaso puedes ver a Jesús en forma diferente, o identificar algún rasgo nuevo de él?
¿Cómo respondes al ver a Jesús de esa manera?
imPlícate
La perfecta justicia
«La condición para alcanzar la vida eterna es ahora exactamente la misma de siempre, tal cual era en el paraíso antes de la caída de nuestros primeros padres: la perfecta obediencia a la ley de Dios, la perfecta justicia. Si la vida eterna se concediera con alguna condición inferior a esta, peligraría la felicidad de todo el universo. Se le abriría la puerta al pecado con toda su secuela de dolor y miseria para siempre.
»Antes que Adán cayera le era posible desarrollar un carácter justo por la obediencia a la ley de Dios. Pero no lo hizo, y por causa de su caída tenemos una naturaleza pecaminosa y no podemos hacernos justos a nosotros mismos. Puesto que somos pecadores y malos, no podemos obedecer perfectamente una ley santa. No tenemos justicia propia con que cumplir lo que la ley de Dios exige. Pero Cristo nos preparó una vía de escape. Vivió en esta tierra en medio de pruebas y tentaciones como las que nosotros tenemos que afrontar. Sin embargo, su vida fue impecable. Murió por nosotros, y ahora ofrece quitar nuestros pecados y vestirnos de su justicia. Si te entregas a él y lo aceptas como tu Salvador, por pecaminosa que haya sido tu vida, gracias a él serás contado entre los justos. El carácter de Cristo reemplaza el tuyo, y eres aceptado por Dios como si no hubieras pecado.
»Más aún, Cristo cambia el corazón, y habita en el tuyo por la fe. Tienes que mantener esta comunión con Cristo por la fe y la sumisión continua de tu voluntad a él. Mientras lo hagas, él obrará en ti para que quieras y hagas conforme a su beneplácito. Así podrás decir: ‘‘Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí’’. Así dijo el Señor Jesús a sus discípulos: “Porque no serán ustedes los que hablen, sino que el Espíritu de su Padre hablará por medio de ustedes''. De modo que si Cristo obra en ti, manifestarás el mismo espíritu y harás las mismas obras que él: obras de justicia y obediencia.
»Así que no hay en nosotros mismos cosa alguna de que jactarnos. No tenemos motivo para ensalzamos. El único fundamento de nuestra esperanza es la justicia de Cristo que se nos imputa y la que produce su Espíritu obrando en nosotros y por nosotros».-ELENA G. DE WH1TE, El camino a Cristo, cap. 7, pp. 93-95
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Después del estudio de este capítulo en esta semana,
¿qué aplicaciones personales te sientes motivado a realizar en tu vida?
¿Qué aplicaciones prácticas puedes realizar en tus interacciones con los demás?
Repasa el versículo de memoria. ¿Cómo se aplica a tu vida esta semana?
inQuiere
Comparte con tu clase de Escuela Sabática, o con tu grupo de estudio de la Biblia, algunas ideas del versículo que has memorizado y del estudio de la Biblia de esta semana, así como cualquier otro dato, observaciones y preguntas.
Plantéate con el resto del grupo las siguientes reflexiones y cómo aplicarlas en la vida real.
¿Cuál es tu primera reacción al escuchar los conceptos ley mosaica, ley sinaítica, ley del antiguo pacto?
¿Cuál es la relación entre el mensaje de perdón del evangelio y la salud física?
¿Porqué no se pueden desvincular los beneficios recibidos de parte de Dios de la idea de tener una relación con él?
¿En qué forma intentan establecer esa separación los que creen en Dios de manera superficial?
¿Cómo explicarías la importancia de la certeza de la justicia y la rectitud en el contexto de la Segunda Venida de Jesús?
¿De qué forma ha cambiado el Salmo 103 tu comprensión del pacto antiguo y del nuevo?
¿Porqué es problemático creer que la Biblia encierra dos o más evangelios?
¿En qué forma has intentado ampliar tu experiencia con relación al Salmo 103?
"DESCIFRANDO LOS PACTOS"
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Dios lo bendiga!!!
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