Lección de Escuela Sabática de Adultos 2do Trimestre 2021, Escuela Sabática Adultos 2do Trimestre 2021, Lección 2do Trimestre 2021,
Lección 4: Para el 24 de abril de 2021
UN PACTO ETERNO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Éxodo 3:14; Génesis 17:1–6; 41:45; Daniel 1:7; Génesis 15:7–18; 17:1–14; Apoc. 14:6, 7.
PARA MEMORIZAR:
“Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Gén. 17:7).
¿Cuántos recordamos nítidamente haber tenido de pequeños una enfermedad grave o un principio de neumonía, y que podría haber sido aún peor? Al despertarnos en medio de una larga noche con fiebre, veíamos a nuestra madre o a nuestro padre sentados en una silla junto a nuestra cama, bajo el suave resplandor de la luz de noche.
De la misma manera, en un sentido humano figurado, Dios se “sentó junto a la cama” de un mundo enfermo de pecado mientras la oscuridad moral comenzaba a profundizarse en los siglos posteriores al Diluvio. Por esta razón llamó a Abram y, a través de su fiel siervo, concibió establecer un pueblo a quien él pudiera confiarle el conocimiento de sí mismo y darle salvación. Por lo tanto, Dios hizo un pacto con Abram y su posteridad.
Reseña de la semana: ¿Cuál es el nombre de Dios? Qué significa? ¿Cuál fue el significado de los nombres que Dios usó para identificarse con Abram? ¿Por qué Dios cambió el nombre de Abram a Abraham? ¿Por qué son importantes los nombres? ¿Qué condiciones u obligaciones estaban vinculadas al Pacto?
Sábado
En todo período de la historia de esta tierra, Dios tuvo hombres a quienes podía usar como instrumentos oportunos a los cuales dijo: “Sois mis testigos”. En toda edad hubo hombres piadosos, que recogieron los rayos de luz que fulguraban en su senda, y hablaron al pueblo las palabras de Dios. Enoc, Noé, Moisés, Daniel y la larga lista de patriarcas y profetas, todos fueron ministros de justicia. No fueron infalibles; eran hombres débiles, sujetos a yerro; pero el Señor obró por su medio a medida que se entregaban a su servicio (Obreros evangélicos, p. 13).
El mundo estaba en su infancia; no obstante, la iniquidad del género humano se había hecho tan profunda y general que Dios no pudo soportarla más; y dijo: “Raeré los hombres que he criado de sobre la faz de la tierra”. Génesis 6:7. Declaró que su Espíritu no contendería para siempre con la humanidad culpable. Si los hombres no cesaban de manchar el mundo y sus ricos tesoros con sus pecados, los borraría de su creación, y destruiría las cosas que con tanta delicia les había brindado…
“Por la fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aun no se veían, con temor aparejó el arca en que su casa se salvase: por la cual fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe”. Hebreos 11:7. Mientras Noé daba al mundo su mensaje de amonestación, sus obras demostraban su sinceridad. Así se perfeccionó y manifestó su fe. Dio al mundo el ejemplo de creer exactamente lo que Dios dice. Todo lo que poseía lo invirtió en el arca. Cuando empezó a construir aquel inmenso barco en tierra seca, multitudes vinieron de todos los rumbos a ver aquella extraña escena, y a oír las palabras serias y fervientes de aquel singular predicador. Cada martillazo dado en la construcción del arca era un testimonio para la gente (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 80–82)
El mundo no es más favorable hoy para el desarrollo del carácter cristiano que en los días de Noé. Entonces se había extendido tanto la impiedad… Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová… Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé”. Génesis 6:7–9. Sí, en medio de esa era degenerada, Noé era un placer para su Creador.
Estamos viviendo en los últimos días de la historia de esta tierra, en una era de pecado y corrupción, y como Noé hemos de vivir de tal manera que seamos un placer para Dios al manifestar las alabanzas de Aquel “que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9. En la oración que Cristo elevó a su Padre antes de su crucifixión, dijo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. Juan 17:15 (Mensajes selectos, t. 1, p. 105).
YAHVÉH Y EL PACTO CON ABRAHAM
“Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra” (Gén. 15:7).
A veces, los nombres pueden ser como marcas registradas. Las relacionamos tan estrechamente en nuestra mente con ciertas características que, cuando escuchamos el nombre, inmediatamente recordamos estos rasgos. ¿Qué rasgos se te vienen a la mente, por ejemplo, cuando piensas en estos nombres?: Albert Einstein, Martin Luther King (h), Gandhi, Dorcas. Cada uno se relaciona con determinadas características e ideales.
Durante los tiempos bíblicos, la gente del Cercano Oriente atribuía gran importancia al significado de los nombres. “Los hebreos siempre pensaban que un nombre indicaba las características personales del nombrado, o los pensamientos y las emociones del que le dio el nombre, o circunstancias que rodeaban la ocasión cuando fue dado el nombre” (CBA 1:534, 535).
La primera vez que Dios entabló una relación de pacto con Abram, se dio a conocer al patriarca bajo el nombre de YHWH (transcrito como Jehová en la RVR [Gén. 15:7] y Yahvéh en la BJ). Por lo tanto, Génesis 15:7 dice literalmente: “Yo soy YHWH, que te saqué de...”
El nombre YHWH, aunque aparece 6.828 veces en el Antiguo Testamento, está un tanto envuelto en misterio. Al parecer, es una forma del verbo hayah, “ser”, en cuyo caso significaría, “el Eterno”, “el Existente”, “el Autoexistente”, “el Autosuficiente”, o “el que vive eternamente”. Los atributos divinos que parecen enfatizarse con este título son los de la autoexistencia y la fidelidad. Señalan al Señor como el Dios vivo, la Fuente de la vida, en contraste con los dioses de los paganos, que no existían más allá de la imaginación de sus adoradores.
Dios mismo explica el significado de Yahvéh en Éxodo 3:14: “YO SOY EL QUE SOY”. Este significado expresa la realidad de la existencia incondicionada de Dios; mientras también sugiere su dominio sobre el pasado, el presente y el futuro.
Yahvéh es además el nombre personal de Dios. La identificación de Yahvéh como aquel que sacó a Abram de Ur se refiere al anuncio del pacto de Dios con él en Génesis 12:1 al 3. Dios quiere que Abram conozca su nombre, porque ese nombre revela aspectos de su identidad, su naturaleza personal y su carácter, y de este conocimiento podemos aprender a confiar en sus promesas (Sal. 9:10; 91:14).
■ Cuando piensas o escuchas el nombre Yahvéh, ¿qué rasgos o características vienen a tu mente automáticamente? ¿El amor, la bondad y el cuidado o el miedo, el rigor y la disciplina? ¿Qué pensamientos despiertan automáticamente cuando piensas en el nombre de Jesús?
Domingo
Después del diluvio, una vez más se multiplicaron los habitantes de la tierra, y también aumentó la impiedad. La idolatría llegó a ser casi universal, y finalmente el Señor dejó que los endurecidos transgresores siguieran sus malos caminos, mientras él eligió a Abraham, del linaje de Sem, y lo convirtió en guardián de su ley para las generaciones futuras…
En esa época, la idolatría se estaba introduciendo rápidamente y estaba entrando en conflicto con el culto del verdadero Dios. Pero Abraham no se hizo idólatra. Aunque su mismo padre vacilaba entre el culto verdadero y el falso, y aunque se mezclaban con su conocimiento de la verdad falsas teorías y prácticas idolátricas, Abraham se mantuvo a salvo de esa aberración. No se avergonzaba de su fe y no hizo ningún esfuerzo para ocultar el hecho de que confiaba en Dios. Él “edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová”…
Si bajo el pacto abrahámico no hubiera sido posible que los seres humanos guardaran los mandamientos de Dios, todos estaríamos perdidos. El pacto abrahámico es el pacto de la gracia. “Por gracia sois salvos” [se cita Juan 1:11, 12] (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1106).
YO SOY significa una presencia eterna. El pasado, el presente y el futuro son iguales para Dios. Él ve los acontecimientos más remotos de la historia pasada y el futuro lejano con una visión tan clara como nosotros vemos las cosas que suceden diariamente. No sabemos lo que está delante de nosotros, y si lo supiéramos, no contribuiría a nuestro bienestar eterno. Dios nos da una oportunidad de ejercitar la fe y confiar en el gran YO SOY (A fin de conocerle, p. 14).
Dios nos dice: “Bendecirte he… y serás bendición”. Génesis 12:2…
¡Admirables, admirables palabras, casi fuera del alcance de la fe! El Creador de todos los mundos ama a los que se consagran a su servicio, así como ama a su Hijo. Aquí también y ahora mismo su favor y su gracia nos son otorgados en maravillosa medida. Nos ha dado la Luz y la Majestad de los cielos, y con él nos ha concedido todos los tesoros del cielo. Además de lo mucho que nos ha prometido para la vida futura, nos concede con regia largueza dones para la vida presente. Como súbditos de su gracia, desea que gocemos de todo cuanto ennoblece, expansiona y realza nuestro carácter. Aguarda él para inspirar a la juventud el poder de lo alto, a fin de que permanezca bajo la bandera ensangrentada de Cristo, trabajando como él trabajó, para guiar a las almas por senderos seguros y afirmar los pies de muchos sobre la Roca de los siglos.
Cuantos procuren trabajar en armonía con el plan divino de educación recibirán su gracia auxiliadora, su continua presencia, su poder que los guardará (El ministerio de curación, p. 316).
’EL SHADDAI
“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto” (Gén. 17:1).
Yahvéh se le había aparecido a Abraham varias veces antes (Gén. 12:1, 7; 13:14; 15:1, 7, 18). Ahora, en el texto anterior, Yahvéh se le aparece nuevamente a Abram (“le apareció Jehová” a “Abram”), presentándose como “Dios Todopoderoso”, un nombre que se usa solo en el libro de Génesis y en el libro de Job. El nombre “Dios Todopoderoso” consiste primero en ’El, el nombre básico de Dios utilizado entre los semitas. Aunque el significado exacto de Shaddai no es del todo certero, la traducción “Todopoderoso” parece la más precisa. (Comparar con Isa. 13:6 y Joel 1:15.) La idea primordial en el uso de este nombre parece ser la de contrastar la fuerza y el poder de Dios con la debilidad y la fragilidad de la humanidad.
Lee Génesis 17:1 al 6, que ayuda a ubicar todo en un contexto más amplio. ¿Por qué querría el Señor en este momento enfatizar a Abram su fuerza y su poder? ¿Qué le estaba por decir Dios que requeriría que Abram confiara en esa fuerza y ese poder? Observa especialmente el versículo 6.
Una traducción literal de Génesis 17:1 al 6 sería,
“Jehová se apareció a Abram y le dijo: ‘Yo soy ’El-Shaddai’; anda delante de mí y sé perfecto. Y haré mi pacto entre tú y yo, y te multiplicaré en gran manera. [...] Y serás padre de una multitud de naciones [...] y te haré fructífero en gran manera”. Este mismo nombre aparece también en Génesis 28:3, donde Isaac dice que ’El-Shaddai bendecirá a Jacob, lo hará fecundo y lo multiplicará.
Una promesa similar de ’El-Shaddai se encuentra en Génesis 35:11; 43:14; y 49:25, pasajes que sugieren la prodigalidad de Dios: ’El, el Dios de poder y autoridad, y Shaddai, el Dios de riquezas inagotables, riquezas que está dispuesto a otorgar a quienes las busquen con fe y obediencia.
■ Se ha dicho que una rosa con cualquier otro nombre olería igual de dulce, con la idea de que el nombre no importa. Sin embargo, ¿cuánto consuelo y esperanza tendrías si el nombre del Señor fuera “El Dios Frágil” o “El Dios Débil”? Analiza el texto de hoy. Reemplaza “Dios Todopoderoso” con estos otros dos nombres. ¿Cómo estarían tu fe y tu confianza en él si el Señor se presentara a nosotros de esa manera? Al mismo tiempo, ¿cómo nos reconforta el nombre ’El-Shaddai?
Lunes
Dios eligió a Abraham como mensajero suyo para comunicar por su medio la luz al mundo. La palabra de Dios no llegó a él presentándole perspectivas halagüeñas de un salario elevado en esta vida, o un gran aprecio y honores mundanales. “Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré”, fue el mensaje divino enviado a Abraham. El patriarca obedeció, y “salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11:8) como portador de la luz de Dios, para mantener el nombre del Dios vivo en la tierra. Abandonó su país, su hogar, sus parientes y todas las gratas compañías de la primera parte de su vida, para hacerse peregrino y advenedizo en la tierra…
La incondicional obediencia de Abraham fue uno de los casos más notables de fe y confianza en Dios que se encuentran en los anales sagrados. Con la sola promesa de que sus descendientes poseerían Canaán, sin la menor evidencia externa, siguió adonde Dios le llevaba, cumpliendo plena y sinceramente las condiciones de su parte y confiando en que el Señor cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue adonde Dios le indicó que era su deber ir; pasó por el desierto sin terror; vivió entre naciones idólatras, con el único pensamiento: “Dios habló; obedezco su voz; él me guiará y me protegerá” (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 515, 516).
El mundo no puede conocer a Dios en su sabiduría humana. Sus sabios obtienen un conocimiento imperfecto de Dios, de sus obras creadas, y luego, en su necedad, exaltan la naturaleza y sus leyes por encima del Dios de la naturaleza. Los que no tienen un conocimiento de Dios mediante la aceptación de la revelación que ha hecho de sí mismo en Cristo, obtendrán solamente un conocimiento imperfecto de él en la naturaleza, y ese conocimiento, lejos de dar conceptos elevados de Dios y de colocar a todo el ser en conformidad con la voluntad divina, convierte a los hombres en idólatras. Profesando ser sabios, se hacen necios.
Los que creen que pueden obtener un conocimiento de Dios aislados de su Representante, a quien la Palabra declara “la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3), necesitarán reconocerse como necios ante sí mismos antes de que puedan ser sabios. Es imposible obtener un perfecto conocimiento de Dios por la naturaleza sola, pues la naturaleza en sí es imperfecta. En su imperfección, no puede representar a Dios, no puede revelar el carácter de Dios en su perfección moral. Pero Cristo vino como un Salvador personal para el mundo. Representó a un Dios personal. Como un Salvador personal, ascendió a lo alto y vendrá otra vez como ascendió al cielo: como Salvador personal. Es la expresa imagen de la sustancia del Padre. “En él habita corporalmente la plenitud de la Deidad”. Colosenses 2:9 (Mensajes selectos, t. 1, p. 347).
DE ABRAM A ABRAHAM (GÉN. 17:4, 5)
Aunque los nombres de Dios entrañan un significado espiritual y teológico, este tipo de significados no se restringen solo a Dios. Los nombres de personas en el antiguo Cercano Oriente no eran solo formas irrelevantes de identificación como a menudo lo son para nosotros; en la actualidad, no hay mucha diferencia al ponerle el nombre de María o Susana a una niña. No obstante, para los antiguos semitas, los nombres personales estaban cargados de significado espiritual. Todos los nombres semíticos de personas tienen significado, y generalmente consisten en una frase u oración corta que consta de un deseo o una expresión de gratitud por parte de los padres. Por ejemplo, Daniel significa “Dios es juez”; Joel significa “Yahvéh es Dios”; o Natán significa “Don de Dios”.
Debido a la importancia que se les da a los nombres, estos a menudo se cambian para reflejar un cambio radical en la vida y las circunstancias de una persona.
Busca los siguientes textos. ¿Qué situaciones abordan y por qué hubo cambio de nombres en estas situaciones?
1. Génesis 32:28
2. Génesis 41:45
3. Daniel 1:7
Sin embargo, en cierto sentido, no es tan difícil, incluso para la mente moderna, comprender la importancia del nombre de una persona. Hay efectos sutiles y, a veces, no tan sutiles. Si a alguien constantemente le dicen “tonto” o “feo”, y si muchos usan esos apelativos para dirigirse a esa persona todo el tiempo, tarde o temprano esos nombres podrían tener un impacto en cómo esa persona se ve a sí misma. De la misma manera, al ponerles ciertos nombres a las personas, o cambiárselos, parece posible influir en su autopercepción y, por lo tanto, influir sobre cómo actuarían.
Con esto en mente, no es tan difícil entender por qué Dios quiso cambiarle el nombre Abram por Abraham. Abram significa “El Padre es exaltado”; Dios lo cambió por Abraham, que significa “Padre de una multitud”. Al observar la promesa del pacto en la que Dios dice: “Te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti” (Gén. 17:6), el cambio de nombre tiene más sentido. Quizás haya sido la forma en que Dios ayudó a Abraham a confiar en la promesa del pacto, que se le hizo a un hombre de 99 años, casado con una anciana que hasta entonces había sido estéril. En resumen, Dios lo hizo para ayudar a Abraham a aumentar la fe en sus promesas.
Martes
Jacob, que era un hombre con defectos y debilidades, llegó a ser un príncipe de Dios por medio de la fe y la oración. El Señor es omnipotente. El hombre es finito…
¿Quién de entre nosotros se ha vaciado de orgullo y estima propia? ¿Quién entre nosotros es en realidad tan fervoroso como Jacob, que luchó con el ángel con toda la energía de su ser? Jacob combatió con todas sus fuerzas, porque suponía que estaba luchando con un impío adversario, pero el Señor, con el divino toque de su dedo, logró que la lucha cesara. Jacob se dio cuenta de que era el Señor. Entonces, quebrantado, se abrazó del ángel y le rogó: “¡Bendíceme!” Entonces el ángel dijo: “Déjame, porque raya el alba”.
Entonces le tocó el turno a Jacob de expresarse, y añadió: “No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido”. Génesis 32:26–28 (Cada día con Dios, pp. 104, 296).
Entonces Dios hizo un pacto con Abraham, y apartó para sí un pueblo que debía llegar a ser depositario de su ley.
Satanás empezó en seguida a tender sus lazos para seducir y destruir a este pueblo. Los hijos de Jacob fueron inducidos a contraer matrimonio con gentiles y a adorar sus ídolos. Pero José fue fiel a Dios, y su fidelidad fue un testimonio constante de la verdadera fe. Para apagar esta luz, obró Satanás mediante la envidia de los hermanos de José, quienes le vendieron como esclavo a un pueblo pagano. Sin embargo, Dios dirigió los acontecimientos para que su luz fuera comunicada al pueblo egipcio. Tanto en la casa de Potifar como en la cárcel, José recibió una educación y un adiestramiento que, con el temor de Dios, le prepararon para su alta posición como primer ministro de la nación. Desde el palacio de Faraón, se sintió su influencia por todo el país, y por todas partes se divulgó el conocimiento de Dios (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 343, 344).
Dios permitió que Daniel y sus compañeros fueran tomados cautivos a fin de que pudieran llevar el conocimiento del único Dios verdadero, Creador del cielo y de la tierra, al rey y a los nobles de Babilonia. Dios hizo que Daniel obtuviera el favor del príncipe de los eunucos porque se condujo correctamente. Mantuvo delante de sí el temor del Señor. Sus compañeros nunca vieron en su vida nada que pudiera descarriarlos. Los encargados de cuidarlo lo llegaron a amar, porque llevaba consigo la fragancia de una disposición semejante a la de Cristo…
Dios está en íntima relación con los hilos que mueven nuestra existencia. Conoce cada pensamiento del corazón, cada acción de la vida… Esfuércense, entonces, para vivir en armonía con él. Luchen para alcanzar una norma elevada. Ángeles celestiales los ayudarán, y aun más que esto, Cristo los ayudará (Alza tus ojos, p. 45).
ETAPAS DEL PACTO (GÉN. 12:1, 2)
En esos dos versículos se revela la primera etapa de la promesa del pacto de Dios a Abram (hay tres). Dios se acercó a Abram, le dio una orden y luego le hizo una promesa. Ese acercamiento manifiesta que Dios, en su misericordia, escogió a Abram para ser el primer personaje clave de su Pacto especial de gracia. La orden implica la prueba de confianza total en Dios (Heb. 11:8). La promesa (Gén. 12:1-3, 7), aunque fue destinada específicamente a los descendientes de Abram, en última instancia incluye una promesa para toda la raza humana (Gén. 12:3; Gál. 3:6-9).
La segunda etapa del pacto de Dios con Abram se presenta en Génesis 15:7 al 18. ¿En qué versículos encontramos algunos de los mismos pasos que aparecieron en la primera etapa?
¿El acercamiento de Dios al hombre? ¿Versículos?
¿El llamado a la obediencia humana? ¿Versículos?
¿La promesa divina? ¿Versículos?
En el solemne ritual de la segunda etapa, el Señor apareció a Abram y pasó por entre los animales divididos cuidadosamente dispuestos. Abram mató y dividió a cada uno de los tres animales y colocó las dos mitades una contra la otra, con un espacio entre ellas. También mató a las aves, pero no las dividió. Los que establecían el pacto debían caminar entre las piezas divididas; de esta manera, prometían simbólicamente obediencia perpetua a las disposiciones solemnemente acordadas.
Describe lo que sucedió durante la tercera y última etapa del pacto divino con Abraham. (Ver Gén. 17:1-14.)
El nombre Abraham pone de relieve el deseo y el propósito de Dios de salvar a todos los pueblos. Las “muchedumbres de gentes” incluirían tanto a judíos como a gentiles. El Nuevo Testamento deja sobradamente en claro que los verdaderos descendientes de Abraham son quienes tienen la fe de Abraham y confían en los méritos del Mesías prometido. (Ver Gál. 3:7, 29.) Por lo tanto, ya desde Abraham, la intención del Señor era salvar a tantos seres humanos como fuera posible, independientemente de las naciones donde vivieran.
■ Lee Apocalipsis 14:6 y 7, el mensaje del primer ángel. ¿Qué paralelismos puedes encontrar entre lo que dice el ángel y lo que sucedió en el pacto con Abraham? ¿En qué medida los temas se asemejan?
Miércoles
Muchos son incapaces de idear planes definidos para lo porvenir. Su vida es inestable. No pueden entrever el desenlace de los asuntos, y esto los llena a menudo de ansiedad e inquietud. Recordemos que la vida de los hijos de Dios en este mundo es vida de peregrino. No tenemos sabiduría para planear nuestra vida. No nos incumbe amoldar lo futuro en nuestra existencia. “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir por heredad; y salió sin saber dónde iba”. Hebreos 11:8…
Son muchos los que, al idear planes para un brillante porvenir, fracasan completamente. Dejad que Dios haga planes para vosotros. Como niños, confiad en la dirección de Aquel que “guarda los pies de sus santos”. 1 Samuel 2:9. Dios no guía jamás a sus hijos de otro modo que el que ellos mismos escogerían, si pudieran ver el fin desde el principio y discernir la gloria del designio que cumplen como colaboradores con Dios (El ministerio de curación, p. 380).
El espíritu de servidumbre se engendra cuando se procura vivir de acuerdo con una religión legal, mediante esfuerzos para cumplir las demandas de la ley por nuestra propia fuerza. Solo hay esperanza para nosotros cuando nos ponemos bajo el pacto hecho con Abraham, que es el pacto de gracia por la fe en Cristo Jesús. El evangelio predicado a Abraham, por medio del cual tuvo esperanza, es el mismo evangelio que nos es predicado a nosotros hoy, mediante el cual tenemos esperanza. Abraham contempló a Jesús, quien es también el Autor y Consumador de nuestra fe (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1077).
A Isaías le tocó presentar claramente a Judá la verdad de que entre el Israel de Dios iban a contarse muchos que no eran descendientes de Abraham según la carne. Esta enseñanza no armonizaba con la teología de su época; y sin embargo proclamó intrépidamente los mensajes que Dios le daba, e infundió esperanza a muchos corazones que anhelaban las bendiciones espirituales prometidas a la simiente de Abraham…
Al renovarse el pacto poco después del nacimiento de Isaac, el propósito de Dios en favor de la humanidad se expresó nuevamente con claridad. Acerca del hijo prometido el Señor aseguró que serían “benditas en él todas las gentes de la tierra”. Génesis 18:18. Y más tarde el visitante celestial volvió a declarar: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra”. Génesis 22:18.
Las condiciones de este pacto que abarcaba a todos eran familiares para los hijos de Abraham y para los hijos de sus hijos. A fin de que los israelitas pudiesen ser una bendición para las naciones, y para que el nombre de Dios se conociese “en toda la tierra” (Éxodo 9:16), fueron librados de la servidumbre egipcia. Si obedecían a sus requerimientos, se verían colocados muy a la vanguardia de los otros pueblos en cuanto a sabiduría y entendimiento; pero esta supremacía se alcanzaría y se conservaría tan solo para que por su medio se cumpliese el propósito de Dios para “todas las gentes de la tierra” (Profetas y reyes, pp. 272, 273).
LAS OBLIGACIONES DEL PACTO
“Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él” (Gén. 18:19).
Como hemos visto hasta ahora, el Pacto es siempre un pacto de gracia, por el que Dios hace por nosotros lo que nunca podríamos hacer por nosotros mismos. No hay ninguna excepción en el pacto con Abraham.
En su gracia, Dios escogió a Abraham como instrumento suyo para ayudar a proclamar el plan de salvación al mundo. Sin embargo, el cumplimiento de las promesas del Pacto por parte de Dios estaba vinculado a la disposición de Abraham a obrar con rectitud y obedecer a Dios por fe. Sin esa obediencia de parte de Abraham, Dios no podría utilizarlo.
Génesis 18:19 demuestra cómo se relacionan la gracia y la Ley. Se inicia con la gracia (“Yo lo he conocido” [RVA]), y sigue con el hecho de que Abraham es alguien que obedecerá al Señor y hará que su familia también lo haga. Por lo tanto, la fe y las obras aparecen aquí íntimamente unidas, como debe ser. (Ver Sant. 2:17.)
Sin embargo, fíjate la redacción de Génesis 18:19, especialmente la última frase. ¿Qué dice acerca de la obediencia de Abraham? Aunque la obediencia no es el medio de salvación, ¿qué importancia se le da aquí? Según este texto, ¿podría cumplirse el Pacto sin aquella? Explica tu respuesta.
Las bendiciones del Pacto no se pueden disfrutar ni conservar a menos que los beneficiarios cumplan ciertas condiciones. Aunque no hubo necesidad de condiciones para establecer el Pacto, sí eran necesarias las respuestas de amor, fe y obediencia. Debían ser la manifestación de una relación entre la humanidad y Dios. La obediencia fue el medio por el que Dios pudo cumplir las promesas de su Pacto con el pueblo.
Romper el Pacto, mediante la desobediencia, significa infidelidad a una relación establecida. Cuando se rompe el Pacto, lo que se rompe no es la condición de otorgamiento, sino la condición de cumplimiento.
■ En tu experiencia con el Señor, ¿puedes ver por qué la obediencia es tan importante? ¿Puedes pensar en algún ejemplo, ya sea de la Biblia o de tu propia experiencia, en que la desobediencia hace imposible el cumplimiento de las promesas del Pacto? Si es así, ¿cuáles son? y, lo más importante, ¿cuál es el remedio?
Jueves
Abraham es un noble ejemplo de un fiel padre de familia. Él nos dejó un modelo de la obediencia incondicional que todos deberíamos rendir. El que bendice a los justos dijo de Abraham: “Yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí”. Génesis 18:19. Guardarán el camino del Señor para hacer justicia y juicio. No hablará palabras de hipocresía o engaño. No habrá traición a las obligaciones sagradas. Abraham guardará la ley de Dios como uno que es responsable ante el Legislador.
Cuando trabajemos juntos del modo en que lo hizo Abraham, con seguridad recibiremos el encomio del Cielo. Él fue, de manera notoria, escogido para andar en el camino del Señor, y gobernó su casa con las influencias combinadas de autoridad y afecto. El Santo nos ha dado normas que debemos obedecer, y de las cuales no podemos desviamos sin pecar. Fuimos comprados por precio. La fe y las obras han de hacemos completos en Cristo. Así nos mantendremos en el camino del Señor. Cuando el corazón es manso y humilde, Dios puede impresionar el alma. Su Palabra es nuestra consejera. Obedezcamos sus enseñanzas (Alza tus ojos, p. 247).
La obediencia no es un mero cumplimiento externo, sino un servicio de amor. La ley de Dios es una expresión de la misma naturaleza de su Autor; es la personificación del gran principio del amor, y es, por lo tanto, el fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. Si nuestros corazones están renovados a la semejanza de Dios, si el amor divino está implantado en el alma, ¿no se cumplirá la ley de Dios en nuestra vida? Cuando el principio del amor es implantado en el corazón, cuando el hombre es renovado a la imagen del que lo creó, se cumple en él la promesa del nuevo pacto: “Pondré mis leyes en su corazón, y también en su mente las escribiré”. Hebreos 10:16. Y si la ley está escrita en el corazón, ¿no modelará la vida? La obediencia, es decir el servicio y la lealtad que se rinden por amor, es la verdadera prueba del discipulado (El camino a Cristo, pp. 60, 61).
Nuestra fe tiene que aumentar; si no, no podemos ser renovados conforme a la imagen divina y amar y obedecer los requerimientos de Dios. Nazca de labios sinceros la oración: “Señor, auméntame la fe; dame iluminación divina; porque sin ayuda de tu parte nada puedo hacer”. Venid con humildad y postraos delante de Dios; abrid delante del Señor vuestras Biblias, las cuales contienen las promesas divinas; tomad vuestra posición con respecto a estas; haced con Dios el pacto de que responderéis a sus requerimientos; decidle que creeréis sin otra evidencia fuera de la desnuda promesa. Esto no es presunción; pero a menos que obréis con celo, a menos que seáis fervientes y estéis decididos, Satanás obtendrá ventajas, y vosotros seréis dejados en la incredulidad y las tinieblas (Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, p. 79).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “El llamamiento de Abraham”, pp. 117-124; Los hechos de los apóstoles, “Judíos y gentiles”, pp. 155-165.
El arco iris es una señal del pacto de Dios con Noé. Lee Génesis 17:10 para descubrir cuál fue la señal del pacto de Dios con Abraham. La circuncisión “estaba destinada: (1) a distinguir la descendencia de Abraham de la de los gentiles (Efe. 2:11); (2) a perpetuar el recuerdo del Pacto de Jehová (Gén. 17:11); (3) a fomentar el cultivo de la pureza moral (Deut. 10:16); (4) a representar la justificación por la fe (Rom. 4:11); (5) a simbolizar la circuncisión del corazón (2:29); y (6) a prefigurar el rito cristiano del bautismo (Col. 2:11, 12)” (CBA 1:335).
El arco iris permanecerá como una señal de la promesa de Dios hasta el fin del mundo; pero la señal de la circuncisión, no. Según el apóstol Pablo, Abraham recibió la circuncisión como una muestra de la justicia que había recibido por la fe en Dios (Rom. 4:11). Sin embargo, a través de los siglos, la circuncisión llegó a significar la salvación por la obediencia a la Ley. Para la época del Nuevo Testamento, la circuncisión había perdido su significado. El elemento esencial es la fe en Jesucristo, que conduce a una vida transformada y obediente. Lee Gálatas 5:6 y 6:15; y 1 Corintios 7:18 y 19.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Analiza la relación entre la fe y las obras. ¿Puede haber una sin la otra? Si no, ¿por qué no?
“Muchos continúan siendo probados como lo fue Abraham. No oyen la voz de Dios hablándoles directamente desde el cielo; pero, en cambio, son llamados mediante las enseñanzas de su Palabra y los acontecimientos de su providencia. Se les puede pedir que abandonen una carrera que promete riquezas y honores, que dejen afables y provechosas amistades, y que se separen de sus parientes, para entrar en lo que parezca ser solo un sendero de abnegación, trabajos y sacrificios. Dios tiene una obra para ellos; pero una vida fácil y la influencia de las amistades y los parientes impediría el desarrollo de los rasgos esenciales para su realización. Los llama para que se aparten de las influencias y los auxilios humanos, y les hace sentir la necesidad de su ayuda, y de depender solo de Dios, para que él mismo pueda revelarse a ellos. ¿Quién está listo para renunciar a los planes que ha abrigado y a las relaciones familiares en cuanto lo llame la Providencia?” (PP 119). Analiza algún ejemplo contemporáneo de alguien que conozcas que atendió a este mismo llamado.
Resumen: Dios llamó a Abraham a una relación especial con él, mediante la cual revelaría el plan de salvación al mundo.
Viernes
Mi vida hoy, 14 de octubre, “Dios me ve”, p. 300;
Los hechos de los apóstoles, “Judíos y gentiles”, pp. 153–163.
"LA PROMESA: EL PACTO ETERNO CON DIOS"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 4
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
TEXTO CLAVE: GÉNESIS 17:7
Parte I: RESEÑA
Al igual que con Noé, Dios llamó a Abraham a una relación de pacto especial que tenía muchos de los mismos parámetros que el pacto de Dios con Noé. Sin embargo, a través del pacto con Abraham, Dios esta-bleció las bases para el pacto de salvación con toda la humanidad; al menos, con toda la humanidad que será salva.
Parte II: COMENTARIO
En Génesis 15:7 Dios brinda a Abraham una identificación de sí mismo como Yahvéh, el Dios personal. ¿Cómo podía pensar Abraham que el control de su vida no era asunto de Dios, cuando Dios se presentó como el Dios personal de Abraham?
Yahvéh y el pacto con Abraham
El pacto confirmó la sumisión de Abraham al gobierno divino sobre sus asuntos más personales. ¿Cómo podría el patriarca recibir los be-neficios de este convenio si asumía una actitud egoísta? Él no pudo, y nosotros tampoco. A medida que estudiamos la historia de Abraham, hay una tendencia a perder de vista el hecho de que el pacto con él se trataba de una fe que obraba. Al igual que con el patriarca, también debe suceder con nosotros.
’El-Shaddai
Este término aparece por primera vez en el texto hebreo de Génesis 17:1 y 2, relacionado con Abraham. La palabra para Dios aquí es ’El-Shaddai, que a menudo se traduce como “Dios Todopoderoso”.
Vayamos por partes. La palabra El está relacionada con Elohim (“En el principio creó Elohim los cielos y la tierra”), y representa omnipoten-cia, poder, trascendencia. Este título para Dios, Elohim, se ve en todo el relato de la Creación del Génesis. La palabra El se traduce como “Dios” unas doscientas veces; también connotaba al Dios poderoso.
Shaddai: significa “pecho”, lo que da la idea de alguien que suple, que nutre y que satisface. Conectada con la palabra El, retrata la noción de “el extremadamente poderoso que puede suplir y sustentar”.
De Abram a Abraham
En Génesis 17:3 al 5, el cambio de nombre indicó un cambio de rela-ción. Por lo tanto, se había establecido una relación superior. “Abram fue el primero de varios hombres cuyos nombres cambió Dios. Los nombres tenían una importancia mucho mayor para los antiguos que para nosotros ahora. Todos los nombres semíticos tienen significado, y general-mente consisten en una frase o sentencia que expresa un deseo o, quizá, gratitud de parte de los padres. En vista de la importancia que la gente le daba a los nombres, Dios cambió los nombres de ciertos hombres para hacerlos armonizar con sus experiencias, pasadas y futuras. Abram, que significa ‘Padre enaltecido’, no aparece en esta forma en ninguna otra parte de la Biblia, pero se lo encuentra bajo la forma de Abiram, que significa ‘Mi padre es enaltecido’ (Núm. 16:1; 1 Rey. 16:34)” (CBA 1:334).
Etapas del Pacto
A propósito de la saga de las etapas del Pacto, “Dios hizo un pacto en tres etapas con Abraham. La primera se informa en Génesis 12:1 al 3; la segunda, en Génesis 15:1 al 21; y la tercera, en Génesis 17:1 al 14” (G. M. Hasel y M. G. Hasel, The Promise: God’s Everlasting Covenant, p. 34). En Deuteronomio 10:16, este pacto también se simbolizaba con la señal de la circuncisión: “Y circuncidarás el prepucio de tu corazón, y no en-durecerás más la cerviz” (The Interlinear Hebrew-Greek-English Bible, t. 1, p. 489; ver Deut. 10:16).
El término circuncidar, en la terminología hebrea, se traduce como mool, que significa cortar el prepucio de un varón hebreo después del nacimiento, al octavo día. Por lo tanto, el sentido espiritual del número ocho representa la regeneración espiritual en un Yahvéh de nuevos comienzos. Con la idea de que el “prepucio” mundano de Israel debía cortarse, esta señal espiritual fue concebida para representar la lealtad de Israel a Yahvéh. De allí en más, el antiguo Israel recibió la invitación divina a participar de una relación regenerada con Yahvéh.
Las obligaciones del Pacto
“Porque yo lo he conocido, para que mande a sus hijos y a su casa después de sí; y para que puedan observar el camino de Jehová, para hacer justicia y derecho, a fin de que Jehová traiga sobre Abraham lo que ha dicho de él” (The Interlinear Hebrew-Greek-English Bible, t. 1, p. 40; ver Gén. 18:19).
La belleza de este pasaje es que está revestido de la maestría divina de ’El-Shaddai a fin de lograr lo que la incredulidad considera imposible. Fue el discernimiento divino lo que animó a Abraham a pastorear a Isaac con su vara disciplinada de educador consumado. Así, después de que el nombre de Abraham llegó a ser grande, su abnegación brilló cada vez más.
¿Cómo? ¿Por qué?
Porque el interés personal se había consumido en la sumisión a la voluntad divina, de modo que estaba dispuesto a tratar a su “hijo unigénito” como al cordero de una ofrenda de sacrificio; que luego proveería Dios mismo. Por lo tanto, la primera “ofrenda” de Abraham tipificaba que “nada es demasiado precioso para que no se lo demos a Dios” (“Comentarios de Elena G. de White”, CBA 1:1.108).
Para Abraham, esta provisión divina “fue la razón primordial para lla-mar Jehová jireh a la escena de este hecho. Era un recordatorio constante de la maravillosa gracia de Jehová que había realizado esta liberación. [...] ¡Qué grande y gloriosa liberación era la que había proporcionado la gracia de Jehová, y cuán inesperada y dramática! El punto límite del hombre es siempre la oportunidad de Dios, no solo para la liberación, sino además para enseñar también lecciones maravillosas de su propó-sito y de su providencia” (N. Stone, Names of God, pp. 62, 63).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Para reflexionar: La diferencia entre un médico extraordinario y un buen médico es la capacidad de recordar nombres y rostros, además de los problemas médicos. En lugar de recordar solo alguna enfermedad, el médico extraordinario recuerda a la mujer ansiosa por recuperarse y así poder cuidar a su hijo recién nacido. En lugar de recordar solo el hueso roto, el médico extraordinario recuerda al hombre preocupado porque perdió el trabajo. Nombres y personas: ¡de eso se trata Jesús!
1. Hay porciones enteras de la Biblia llenas de nombres y conexio-nes. En la antigüedad, la gente se tomaba los nombres en serio. En ese contexto, explica las implicancias psicológicas y espirituales de que Dios cambiara el nombre a Abram por Abraham. ¿Por qué Dios se molestó en explicar el significado de su propio nombre? ¿Qué diferencia marcó el significado de su nombre para sus con-trapartes en la relación de pacto?
2. En los tiempos bíblicos, el cambio de nombre a menudo conlle-vaba un cambio de estatus. ¿Cómo puedes aplicar este concepto a lo que sucede cuando alguien vuelve a nacer?
3. Nuestro lugar ante la santa presencia de Dios depende de cuán íntimamente lo conozcamos. Las promesas de Dios son gestos de intimidad. ¿Cómo deberíamos responder? Mientras Abraham viajaba por tierras lejanas y extrañas, su pacto con Dios fue una fuente de ánimo y compañerismo. ¿Cómo son las promesas de Dios hoy? Comparte con la clase tu promesa bíblica preferida y un momento en que esa promesa determinó la diferencia entre el éxito y el fracaso en tu crecimiento espiritual.
4. La Biblia da muchos títulos a Jesús. Elige el que sea el más signi-ficativo para ti. Escribe las razones por las que te ves identificado con ese título en particular. Comparte la lista con la clase como testimonio de lo que Jesús significa para ti.
5. Jesús no solo conoce tu nombre; él conoce todos tus pensamien-tos, e incluso realiza un seguimiento de cada cabello que pierdes o que se vuelve gris. Esto ¿te hace sentir incómodo o seguro? Explica.
6. De muchas maneras Dios intenta comunicarnos la verdad sobre su naturaleza y su carácter. Entonces, ¿cómo es posible que adquira-mos conceptos distorsionados, falsos, e incluso perversos, sobre cómo es Dios? Y, lo más importante, ¿cómo podemos corregirlos?
7. En Génesis 17:1, se hace referencia a Dios como ’El-Shaddai o Dios Todopoderoso. ¿Cómo responderías a alguien que dice que es im-posible que Dios sea absolutamente bondadoso y todopoderoso al mismo tiempo? ¿Existe alguna contradicción, o estos atributos se apoyan mutuamente?
8. En Génesis 17:4 y 5, Dios cambió el nombre de Abram por Abra-ham (“padre de muchas naciones”). ¿En qué sentido es posible que gente de diversos orígenes sea descendiente de Abraham?
9. Si Dios es totalmente misericordioso y perdonador, ¿por qué la obediencia a sus Mandamientos continúa siendo necesaria para los seres humanos en la relación de pacto con él? ¿Necesita él nuestra obediencia, o nosotros debemos ser obedientes? Explica.
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Dios los bendiga!!
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