Lección de Escuela Sabática de Adultos 2do Trimestre 2021, Escuela Sabática Adultos 2do Trimestre 2021, Lección 2do Trimestre 2021,
Lección 2: Para el 10 de abril de 2021
CONCEPTOS BÁSICOS DEL PACTO
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 9:15; Isaías 54:9; Génesis 12:1–3, Gálatas 3:6–9, 29; Éxodo 6:1–8; Jeremías 31:33, 34.
PARA MEMORIZAR:
“Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra” (Éxo. 19:5).
La semana pasada, nuestro análisis llegó hasta la caída de la humanidad, causada por el pecado de nuestros primeros padres. Esta semana es un breve resumen de todo el trimestre, ya que dedicaremos un día a cada uno de los primeros pactos que, a su manera, fueron manifestaciones de la verdad presente del verdadero Pacto, que se ratificó en el Calvario con la sangre de Jesús, y que nosotros, como cristianos, hicimos con nuestro Señor.
Comenzaremos con el pacto que Dios hizo con Noé para evitar su destrucción y la de su familia. Continuaremos con el pacto con Abraham, tan rico y lleno de promesas para todos nosotros; luego, con el pacto en el Sinaí y la importancia de lo que allí se proclamó; y finalmente examinaremos el Nuevo Pacto, al que todos los demás aludían.
Reseña de la semana: ¿Cuál fue el pacto que Dios hizo con Noé? ¿Qué esperanza había en el pacto con Abraham? ¿Qué papel juegan la fe y las obras en la parte del Pacto que le toca al ser humano? El Pacto ¿es solo una transacción o involucra aspectos relacionales?
Sábado
No debe haber de nuestra parte retención ni de nuestro servicio ni de nuestros medios si hemos de cumplir plenamente nuestro pacto con Dios… El propósito de todos los mandamientos de Dios consiste en revelar el deber del hombre no solo hacia Dios sino hacia sus semejantes. En esta hora tardía de la historia del mundo no debemos cuestionar o discutir el derecho de Dios a formular estos requerimientos, debido al egoísmo de nuestros corazones, o en caso contrario nos engañaremos a nosotros mismos y le robaremos a nuestras almas las más ricas bendiciones de la gracia de Dios. El corazón, la mente y el alma deben fusionarse con la voluntad de Dios. Entonces el pacto, constituido por los dictados de la sabiduría infinita, y vigente por el poder y la autoridad del Rey de reyes y Señor de señores, será nuestro placer… Basta que él haya dicho que la obediencia a sus estatutos y leyes es la vida y la prosperidad de su pueblo.
Las bendiciones del pacto de Dios son mutuas… Dios acepta a los que quieren trabajar para la gloria de su nombre, para que su nombre sea alabado en un mundo de apostasía e idolatría. Será exaltado por su pueblo que guarda los mandamientos, a fin de que pueda exaltarlo “sobre todas las naciones que hizo, para loor y fama y gloria”. Deuteronomio 26:19 (La maravillosa gracia de Dios, p. 150).
El hombre gana todo obedeciendo al Dios guardador del pacto. Los atributos de Dios son impartidos al hombre, capacitándolo para proceder con misericordia y compasión. El pacto de Dios nos asegura del carácter inmutable del Señor… No es suficiente que tengamos una idea general de lo que Dios exige. Debemos conocer por nosotros mismos cuáles son sus órdenes y cuáles nuestras obligaciones. Las condiciones del pacto de Dios son: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Estas son las condiciones de la vida. “Haz esto —dijo Cristo—, y vivirás” (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, pp. 943, 944).
A la omnipotencia del Rey de reyes, nuestro Dios, que cumple su pacto, une la delicadeza y el cuidado de un tierno pastor. Nada puede impedirle el camino. Su poder es absoluto y es la prenda para el seguro cumplimiento de sus promesas a su pueblo. Él puede remover todos los obstáculos al avance de su obra. Él posee los recursos para eliminar toda dificultad para que aquellos que le sirven, y tienen respeto por los medios que él utiliza, puedan ser libertados. Su bondad y su amor son infinitos y su pacto es inalterable…
En los días más oscuros, cuando las apariencias sean de lo más lúgubres, no temáis. Tened fe en Dios. Él está obrando su voluntad, haciendo bien todas las cosas en favor de su pueblo. La fuerza de aquellos que le aman y le sirven será renovada de día en día. Su sabiduría será puesta al servicio de ellos para que no tropiecen al llevar a cabo sus propósitos (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 17, 18).
NOCIONES BÁSICAS DEL PACTO
“Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera” (Gén. 17:2).
“La palabra hebrea traducida como ‘pacto’ (que aparece unas 287 veces en el Antiguo Testamento) es berith. También se puede traducir como ‘testamento’ o ‘última voluntad’. Su origen es incierto, pero ha llegado a significar aquello que vinculaba a dos partes. Sin embargo, se utilizaba para muchos tipos diferentes de ‘vínculo’, entre un hombre y otro, así como entre el hombre y Dios. Tiene un uso común donde ambas partes eran hombres, y un uso claramente religioso donde el pacto era entre Dios y el hombre. El uso religioso en realidad era una metáfora basada en el uso común, pero con una connotación [significado] más profunda” (J. A. Thompson, “Covenant [OT]”, The International Standard Bible Encyclopedia, t. 1, p. 790).
Al igual que el pacto matrimonial, el Pacto bíblico define tanto una relación como un acuerdo. Al ser un acuerdo, el Pacto bíblico contiene estos elementos básicos:
- Dios confirmó las promesas del Pacto con un juramento (Gál. 3:16; Heb. 6:13, 17).
- El compromiso del Pacto era la obediencia a la voluntad de Dios según se expresa en los Diez Mandamientos (Deut. 4:13).
- El medio por el que finalmente se cumple el compromiso del Pacto de Dios es a través de Cristo y el plan de salvación (Isa. 42:1, 6).
Observa los tres elementos enumerados anteriormente (las promesas de Dios, nuestra obediencia y el plan de salvación). ¿Cómo puedes ver esos factores en acción en tu propia experiencia con el Señor? Escribe un párrafo que describa cómo se manifiestan en tu vida ahora.
En el Antiguo Testamento, el sistema sacrificial de tipos instruía al pueblo con respecto a todo el plan de salvación. A través de estos símbolos, los patriarcas e Israel aprendieron a ejercer fe en el Redentor venidero. A través de sus ritos, el penitente podía encontrar el perdón del pecado y librarse de la culpa. De este modo, se podían retener las bendiciones del Pacto y, por ende, el crecimiento espiritual (o la restauración de la imagen de Dios en la vida) podría continuar, incluso cuando la humanidad no cumplía con su parte del trato.
■ Aunque hay pactos entre personas, el uso principal de la palabra berith en la Biblia hebrea se refiere a la relación entre Dios y la humanidad. Considerando quién es Dios y quiénes somos nosotros en comparación con él, ¿qué tipo de relación representaría ese Pacto?
Domingo
El pueblo de Dios debe distinguirse como un pueblo que le sirve plenamente, de todo corazón, que no se honra a sí mismo, y que recuerda que mediante un solemne pacto está comprometido a servir a Dios, y únicamente a él…
“Y no habrá más maldición:… y sus siervos le servirán: y verán su cara; y su nombre estará en sus frentes”. Apocalipsis 22:3, 4.
¿Quiénes son estos? —Son el llamado pueblo de Dios: aquellos que en esta tierra han manifestado su lealtad. ¿Quiénes son ellos? —Aquellos que han guardado los mandamientos de Dios y la fe de Jesús; aquellos que han recibido al crucificado como su Salvador (Nuestra elevada vocación, p. 347).
[Cristo] dejó los mundos no caídos, la compañía de los santos ángeles del universo celestial; pues no podía estar satisfecho mientras la humanidad estuviera alejada de él. El mercader celestial pone a un lado su manto y corona reales. Aunque es el Príncipe y Comandante de todos los cielos, toma sobre sí la vestidura de la humanidad, y viene a un mundo que está malogrado y marchitado con la maldición, para buscar la perla perdida, para buscar al hombre caído por la desobediencia…
Él encuentra su perla escondida entre la basura. El egoísmo envuelve el corazón humano, y esta subyugado por la tiranía de Satanás. Pero él levanta el alma de las tinieblas para demostrar las alabanzas a aquél que nos ha llamado a su luz maravillosa. Estamos unidos mediante un pacto con Dios: recibimos el perdón y hallamos paz. Jesús encuentra la perla de la humanidad perdida, y la engarza de nuevo en su propia diadema.
Está dispuesto a inspirar con esperanza al más pecaminoso y degradado. Dice: “Al que a mí viene, no le echo fuera”. Juan 6:37. Cuando un alma encuentra al Salvador, el Salvador se regocija como un mercader que ha hallado su perla preciosa. Por su gracia obrará en el alma hasta que sea como una joya pulida para el reino celestial (That I May Know Him, p. 84; parcialmente en A fin de conocerle, p. 84).
Debéis realizar una consagración diaria y personal a Dios. Diariamente debéis renovar vuestro pacto para ser suyos plenamente y para siempre. No confiéis en los sentimientos cambiantes, sino afirmad vuestros pies sobre la segura plataforma de las promesas de Dios: Tú lo has dicho; yo creo en tu promesa. Esta es una fe inteligente.
Vuestros sentimientos serán perturbados cuando veáis a otros seguir una conducta contraria a los principios de Cristo; vuestra fe será probada; pero os amonesto a que contempléis únicamente a Jesús, y que no permitáis que ninguna de estas cosas endurezcan vuestro corazón, u os causen tinieblas o incredulidad. Que nada haga fracasar vuestra fe. Vivid como ante la vista de Dios. Hablad con Jesús así como hablaríais a un amigo. Él está listo para ayudaros en las pruebas más difíciles; está con vosotros en la perplejidad más grave (Nuestra elevada vocación, p. 126).
EL PACTO CON NOÉ
“Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo” (Gén. 6:18).
En el versículo anterior, aparece la palabra pacto por primera vez en la Biblia, y en este contexto Dios acaba de contarle a Noé su decisión de destruir la Tierra debido a la propagación masiva y continua del pecado. Aunque esta destrucción vendrá como un diluvio mundial, Dios no abandona el mundo que creó. Él sigue ofreciendo la relación del pacto puesta en marcha después de la Caída. El “Yo” divino que ofrece el pacto es también el fundamento de la seguridad de Noé. Como un Dios que honra sus pactos, el Señor prometió proteger a los miembros de la familia que estuvieran dispuestos a vivir en una relación de compromiso con él que resultara en obediencia.
El pacto con Noé ¿era unilateral? Recuerda que la idea de un pacto implica más de una parte. ¿Tenía Noé que cumplir con su parte del trato? ¿Qué lección queda para nosotros en la respuesta a estas preguntas?
Dios dice a Noé que habrá un diluvio y que el mundo será destruido. Pero Dios hace un trato con él, en el que promete salvar a Noé y a su familia. Por lo tanto, había mucho en juego, porque si Dios no cumplía su parte de la promesa, sin importar lo que hiciera Noé, este habría sido aniquilado con el resto del mundo.
Dios aseguró que haría un “pacto” con Noé. La palabra en sí implica la intención de honrar lo que dices que harás. No es simplemente una declaración caprichosa; la misma palabra está cargada de compromiso. Supongamos que el Señor hubiera dicho a Noé: “Mira, el mundo va a terminar en un diluvio terrible, y yo podría salvarte… o no. Mientras tanto, haz esto, esto y esto, y luego veremos qué sucede. Pero no te doy ninguna garantía”. Esas declaraciones difícilmente responden al tipo de seguridad y promesa que se encuentra en la palabra pacto.
■ Algunos han argumentado que el diluvio de Noé no fue mundial, sino simplemente un diluvio local. Si es así, entonces, en el contexto de lo que Dios promete en Génesis 9:15 (ver también Isa. 54:9), cada vez que hubiese otra inundación local (y, al parecer, ocurre todo el tiempo), la promesa del pacto de Dios se rompe. En contraste, el hecho de que no haya habido otro diluvio mundial prueba la validez de la promesa del pacto de Dios. En resumen, ¿qué nos dice esto acerca de cómo podemos confiar en sus promesas?
Lunes
Más de cien años antes del diluvio el Señor envió un ángel al fiel Noé para hacerle saber que no tendría más misericordia de los miembros de la raza corrupta. Pero no quería que ignoraran su propósito. Instruiría a Noé y lo transformaría en un fiel predicador para advertir al mundo acerca de la destrucción que se avecinaba, a fin de que los habitantes de la tierra no tuvieran excusa. El patriarca debía predicar a la gente, y también construir un arca según las indicaciones de Dios para salvación de sí mismo y su familia. No solo debía predicar, sino que su ejemplo al construir el arca habría de convencer a todos que creía lo que predicaba (La historia de la redención, pp. 64, 65).
Noé había seguido fielmente las instrucciones que había recibido de Dios. El arca se terminó en todos sus aspectos como Dios lo había mandado, y fue provista de alimentos para los hombres y las bestias…
Dios mandó a Noé: “Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación”. Génesis 7:1. Las advertencias de Noé habían sido rechazadas por el mundo, pero su influencia y su ejemplo habían sido una bendición para su familia. Como premio por su fidelidad e integridad, Dios salvó con él a todos los miembros de su familia. ¡Qué estímulo para la fidelidad de los padres! (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 85, 86).
Dios advirtió siempre a los hombres los juicios que iban a caer sobre ellos. Los que tuvieron fe en su mensaje para su tiempo y actuaron de acuerdo con ella, en obediencia a sus mandamientos, escaparon a los juicios que cayeron sobre los desobedientes e incrédulos. A Noé fueron dirigidas estas palabras: “Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí”. Noé obedeció y se salvo… Así también los discípulos de Cristo fueron advertidos acerca de la destrucción de Jerusalén. Los que se fijaron en la señal de la ruina inminente y huyeron de la ciudad escaparon a la destrucción. Así también ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los que presten atención a la advertencia se salvarán (El Deseado de todas las gentes, p. 588).
La fe verdadera demanda la bendición prometida y se aferra a ella antes de saberla realizada y de sentirla. Debemos elevar nuestras peticiones al Lugar Santísimo con una fe que dé por recibidos los prometidos beneficios y los considere ya suyos. Hemos de creer, pues, que recibiremos la bendición, porque nuestra fe ya se apropió de ella, y, según la Palabra, es nuestra. “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”. Marcos 11:24. Esto es fe sincera y pura: creer que recibiremos la bendición aun antes de recibirla en realidad… Cuando parecen asentarse densas nubes sobre la mente, es cuando se debe dejar que la fe viva atraviese las tinieblas y disipe las nubes. La fe verdadera se apoya en las promesas contenidas en la Palabra de Dios, y únicamente quienes obedezcan a esta Palabra pueden pretender que se cumplan sus gloriosas promesas (Primeros escritos, pp. 72, 73).
EL PACTO DE ABRAM
“Y bendeciré a los que te bendijeren, y al que te maldijere maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gén. 12:3).
Lee Génesis 12:1 al 3. Enumera las promesas específicas que Dios le hizo a Abram.
Fíjate que entre estas promesas Dios dice a Abram que “serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gén. 12:3). ¿Qué significa eso? ¿Cómo fueron bendecidas en Abram todas las familias de la Tierra? Ver Gálatas 3:6 al 9. ¿De qué forma puedes ver en esta promesa anterior la promesa de Jesús, el Mesías? Ver Gálatas 3:29.
En esta, la primera revelación divina a Abram que se registra, Dios prometió entablar una relación estrecha y duradera con él, incluso antes de usar un lenguaje relacionado con hacer pactos. Las referencias directas al pacto que Dios haría vendrían más tarde (Gén. 15:4-21; 17:1-14). Por el momento, Dios ofrece una relación divino-humana de gran importancia. La repetición en tiempo futuro (mostraré, haré, bendeciré, etc.) en Génesis 12:1 al 3 sugiere la profundidad y la grandeza del ofrecimiento y la promesa de Dios.
Además, Abram recibe una orden única, pero difícil: “Vete”. Él obedeció por fe (Heb. 11:8), pero no para lograr las bendiciones prometidas. Su obediencia fue la respuesta de fe a la relación amorosa que Dios deseaba establecer. En otras palabras, Abram ya creía en Dios, ya confiaba en su Señor, ya tenía fe en las promesas divinas. Tenía que confiar; de lo contrario, por empezar, nunca habría dejado a su familia y su tierra ancestral para dirigirse a lugares desconocidos. Su obediencia reveló su fe tanto a los hombres como a los ángeles.
Abram ya entonces reveló la relación clave entre la fe y las obras. Somos salvos por fe; una fe que da como resultado obras de obediencia. La promesa de salvación viene primero; luego, las obras. Aunque no puede haber comunión de pacto ni bendiciones sin obediencia, esa obediencia es la respuesta de fe a lo que Dios ya ha hecho. Esa fe ilustra el principio de 1 Juan 4:19: “Nosotros le amamos a él [a Dios], porque él nos amó primero”.
■ Lee Génesis 15:6. ¿Cómo muestra esto, de muchas maneras, la base de todas las promesas del Pacto? ¿Por qué esta bendición es la más preciosa de todas?
Martes
Dios había elegido a Israel. Lo había llamado para conservar entre los hombres el conocimiento de su ley, así como los símbolos y las profecías que señalaban al Salvador. Deseaba que fuese como fuente de salvación para el mundo. Como Abraham en la tierra donde peregrinó, José en Egipto y Daniel en la corte de Babilonia, había de ser el pueblo hebreo entre las naciones. Debía revelar a Dios ante los hombres.
En el llamamiento dirigido a Abraham, el Señor había dicho: “Bendecirte he… y serás bendición… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:2, 3. La misma enseñanza fue repetida por los profetas. Aun después que Israel había sido asolado por la guerra y el cautiverio, recibió esta promesa: “Y será el residuo de Jacob en medio de muchos pueblos, como el rocío de Jehová, como las lluvias sobre la hierba, las cuales no esperan varón, ni aguardan a hijos de hombres”. Miqueas 5:7 (El Deseado de todas las gentes, p. 19).
El campo de batalla entre Cristo y Satanás, el terreno en el cual se desarrolla el plan de la redención, es el libro de texto del universo. Por haber demostrado Abraham falta de fe en las promesas de Dios, Satanás le había acusado ante los ángeles y ante Dios de no ser digno de sus bendiciones. Dios deseaba probar la lealtad de su siervo ante todo el cielo, para demostrar que no se puede aceptar algo inferior a la obediencia perfecta y para revelar más plenamente el plan de la salvación…
La prueba fue mucho más severa que la impuesta a Adán. La obediencia a la prohibición hecha a nuestros primeros padres no entrañaba ningún sufrimiento; pero la orden dada a Abraham exigía el más atroz sacrificio. Todo el cielo presenció, absorto y maravillado, la intachable obediencia de Abraham. Todo el cielo aplaudió su fidelidad. Se demostró que las acusaciones de Satanás eran falsas. Dios declaró a su siervo: “Ya conozco que temes a Dios [a pesar de las denuncias de Satanás], pues que no me rehusaste tu hijo, tu único”. El pacto de Dios, confirmado a Abraham mediante un juramento ante los seres de los otros mundos, atestiguó que la obediencia será premiada (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 150, 151).
Cuando Dios eligió a Abraham como un representante de su verdad, lo sacó de su país, lo separó de su parentela, y lo apartó. Deseaba modelarlo de acuerdo con el modelo divino. Deseaba enseñarle de acuerdo con el plan divino. No había de estar sobre él el modelo de los maestros del mundo. Había de ser enseñado en la forma de guiar a sus hijos y a su casa tras sí, que guardaran los caminos del Señor, que hicieran justicia y juicio. Esta es la obra que Dios quiere que hagamos. Quiere que entendamos cómo gobernar nuestras familias, cómo manejar a nuestros hijos, cómo dirigir nuestros hogares para que guarden el camino del Señor (Mensajes selectos, t. 1, p. 479).
EL PACTO CON MOISÉS
Lee Éxodo 6:1 al 8 y luego responde estas preguntas:
1. ¿De qué pacto hablaba? Ver Génesis 12:1 al 3.
2. El Éxodo, ¿de qué manera sería un cumplimiento, por parte de Dios, de las promesas del Pacto?
3. ¿Qué paralelismo puedes encontrar entre lo que Dios prometió al pueblo aquí y lo que prometió a Noé antes del Diluvio?
Después del Éxodo, los hijos de Israel recibieron el Pacto en el Sinaí, dado en el contexto de la redención de la esclavitud (Éxo. 20:2), y que contenía las provisiones sacrificiales de Dios para la expiación y el perdón de los pecados. Por lo tanto, como todos ellos, fue un pacto de gracia, la gracia de Dios extendida a su pueblo.
Este pacto reiteró de muchas maneras los principales énfasis del pacto con Abraham:
- La relación especial de Dios con su pueblo (comparar Gén. 17:7, 8 con Éxo. 19:5, 6).
- Serían una gran nación (comparar Gén. 12:2 con Éxo. 19:6).
- Se requería obediencia (comparar Gén. 17:9-14; 22:16-18 con Éxo. 19:5). “Nótese el orden aquí: primero el Señor salva a Israel; luego le da su Ley para que la guarde. El mismo orden se da bajo el evangelio. Cristo primero nos salva del pecado (Juan 1:29; 1 Cor. 15:3; Gál. 1:4); luego vive su Ley dentro de nosotros (Gál. 2:20; Rom. 4:25; 8:1-3; 1 Ped. 2:24)” (CBA 1:613).
■ Lee Éxodo 6:7. ¿Qué es lo único que se manifiesta en la primera parte, donde el Señor dice que ellos serán su pueblo; y él, su Dios? Observa la dinámica. Ellos serán algo para Dios y Dios será algo para ellos. Dios no solo quiere relacionarse con ellos de una manera especial; también quiere que ellos se relacionen con él de una manera especial. ¿No busca el Señor el mismo tipo de relación con nosotros hoy? Esa primera parte de Éxodo 6:7, ¿refleja tu relación con el Señor o eres simplemente alguien cuyo nombre está en los libros de la iglesia? Si tu respuesta a la primera parte de la pregunta es sí, explica por qué.
Miércoles
Algunos fueron cuidadosos al instruir a sus hijos en la ley de Dios, pero muchos israelitas habían visto tanta idolatría que tenían ideas confusas acerca de la ley de Dios. Los que temían a Dios clamaban con angustia de espíritu para que se quebrantara el yugo de su gravosa esclavitud, y para que el Señor los sacara de la tierra de su cautiverio a fin de que pudieran servirlo libremente. Dios escuchó sus clamores y suscitó a Moisés como instrumento suyo para que llevara a cabo la liberación de su pueblo (La historia de la redención, p. 151).
No solo cuando vino el Salvador, sino a través de todos los siglos después de la caída del hombre y de la promesa de la redención, “Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo a sí”. 2 Corintios 5:19. Cristo era el fundamento y el centro del sistema de sacrificios, tanto en la era patriarcal como en la judía… Fue el Hijo de Dios quien dio a nuestros primeros padres la promesa de la redención. Fue él quien se reveló a los patriarcas. Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, y Moisés comprendieron el evangelio. Buscaron la salvación por medio del Substituto y Garante del ser humano. Estos santos varones de antaño comulgaron con el Salvador que iba a venir al mundo en carne humana; y algunos de ellos hablaron cara a cara con Cristo y con ángeles celestiales.
Cristo no solo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto —el Ángel en quien estaba el nombre de Jehová, y quien, velado en la columna de nube, iba delante de la hueste— sino que también fue él quien dio la ley a Israel. En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo los diez mandamientos de la ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en tablas de piedra (Historia de los patriarcas y profetas, p. 382).
Ahora pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. Éxodo 19:5.
Esta promesa le fue dada no solo a Israel, sino a todos los que obedezcan la palabra de Dios. Los que viven en medio de los peligros de los últimos días deben comprender que, justamente al comienzo de su experiencia, la verdad los unió al Salvador, de manera que él, que es el autor y consumador de su fe, perfeccionará la obra que ha comenzado por ellos. Dios es fiel, y mediante él han sido llamados al compañerismo con su Hijo. Como hombres y mujeres que cooperan con Dios haciendo la obra que él les ha encomendado, avanzan de fortaleza en fortaleza. Mientras ejercitan su fe sencilla, creyendo día a día que Dios no fallará en afirmarlos en Cristo, Dios les dice, como le dijo al antiguo Israel: “Porque tú eres pueblo santo a Jehová tu Dios: Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la haz de la tierra”. Deuteronomio 7:6.
Así Dios puede guiar a todos los que quieran dejarse conducir por él. Él desea enseñarle a cada uno una lección de confianza constante, de fe inamovible, y de incuestionable sumisión. Él dice a cada uno: Yo soy el Señor tu Dios, camina conmigo, y yo llenaré de luz tu senda (Nuestra elevada vocación, p. 26).
EL NUEVO PACTO (JER. 31:31-33)
En estos pasajes, es la primera vez que el Antiguo Testamento menciona lo que se conoce como el “Nuevo Pacto”. Se presenta en el contexto del regreso del exilio de Israel y habla de las bendiciones que recibirán de Dios.
Nuevamente, como en todos los demás, es Dios quien inicia el Pacto, y es Dios quien lo cumplirá, por su gracia.
Observa también el lenguaje. Dios se definió a sí mismo como un marido para ellos; habló de escribir su Ley en el corazón de ellos; y utiliza lenguaje del pacto abrahámico, al decir que él será el Dios de ellos y ellos serán su pueblo. Por lo tanto, al igual que antes, el Pacto no es simplemente un acuerdo legal vinculante, como en los tribunales actuales; se trata de algo más.
Lee Jeremías 31:33. Compáralo con Éxodo 6:7, que detalla parte del pacto hecho con Israel. Nuevamente, ¿cuál es el elemento clave que surge aquí? ¿Qué quiere Dios con su pueblo?
Lee Jeremías 31:34. Compara lo que aquí dice con Juan 17:3. ¿Qué hace el Señor que es clave para sentar las bases de esta relación?
En Jeremías 31:31 al 34, se puede ver los elementos de la gracia y la obediencia, al igual que en los pactos anteriores. Dios perdonará sus pecados, Dios entablará una relación con ellos y Dios les conferirá su gracia. Como resultado, el pueblo simplemente obedece a Dios; no de una manera mecánica, sino simplemente porque lo conocen, porque lo aman y porque quieren servirlo. Esto capta la esencia de la relación de pacto que el Señor anhela tener con su pueblo.
■ ¿Cómo entiendes esta idea de que la Ley está escrita en nuestro corazón? Esto ¿implica que la Ley se vuelve subjetiva y personal, algo a interpretar y aplicar según las configuraciones individuales de nuestro corazón? ¿O significa algo más?
Jueves
Bajo el nuevo pacto, las condiciones por las que se puede obtener la vida eterna son las mismas que bajo el antiguo: una obediencia perfecta. Bajo el antiguo pacto, había muchas ofensas de carácter insolente y atrevido para las que no había un sacrificio especificado por la ley. En el nuevo y mejor pacto, Cristo ha satisfecho la ley en lugar de los transgresores de la ley, si ellos quieren recibirlo por fe como un Salvador personal… Misericordia y perdón son las recompensas de todos los que acuden a Cristo confiando en sus méritos para que les quite los pecados. En el mejor pacto, somos limpiados del pecado por la sangre de Cristo… El pecador es incapaz de expiar un solo pecado. El poder está en el don gratuito de Cristo, una promesa apreciada únicamente por los que se percatan de sus pecados y los olvidan poniendo su alma desvalida sobre Cristo. Él colocará en sus corazones su mandamiento perfecto que es “santo, justo y bueno” (Romanos 7:12), la ley de la propia naturaleza de Dios (That I May Know Him, p. 299; parcialmente en A fin de conocerle, p. 298).
En la Biblia, el carácter sagrado y permanente de la relación que existe entre Cristo y su iglesia está representado por la unión del matrimonio. El Señor se ha unido con su pueblo en alianza solemne, prometiendo él ser su Dios, y el pueblo a su vez comprometiéndose a ser suyo y solo suyo. Dios dice: “Te desposaré conmigo para siempre: sí, te desposaré conmigo en justicia, y en rectitud, y en misericordia, y en compasiones”. Oseas 2:19 (VM) (El conflicto de los siglos, pp. 378, 379).
Una seria obra de preparación ha de ser hecha por los adventistas del séptimo día si desean permanecer firmes en las angustiosas pruebas que tienen ante ellos. Si se mantienen leales a Dios en la confusión y la tentación de los últimos días, deben buscar al Señor con humildad de corazón para obtener sabiduría a fin de resistir los engaños del enemigo.
Siempre hemos de tener presente el solemne pensamiento del pronto regreso del Señor, y en vista de ello reconocer la obra individual que debe hacerse. Mediante la ayuda del Espíritu Santo hemos de resistir las inclinaciones naturales y las tendencias al mal, y desarraigar de la vida todo elemento que no se asemeje a Cristo. Así prepararemos nuestros corazones para la recepción de la bendición de Dios, la que nos impartirá gracia y nos pondrá en armonía con la fe de Jesús
en este tiempo se ha de evidenciar un testimonio viviente en la vida del profeso pueblo de Dios, para que el mundo pueda ver que en esta época en que el mal reina por doquiera, hay aún un pueblo que pone a un lado su voluntad y busca hacer la voluntad de Dios, un pueblo en cuyo corazón y vida está escrita la ley de Dios. Nos esperan fuertes tentaciones y pruebas severas. El pueblo de Dios que guarda los mandamientos debe prepararse para este tiempo de prueba, mediante una experiencia más profunda en las cosas de Dios y un conocimiento práctico de la justicia de Cristo… Las palabras “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano” (Isaías 55:6) no fueron habladas solo para los no creyentes, sino para los miembros de iglesia (Dios nos cuida, p. 188).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “Abraham en Canaán”, pp. 125-140; Profetas y reyes, “Los profetas de Dios que les ayudaban”, pp. 415-426.
“El yugo que nos une al servicio es la Ley de Dios. La gran ley de amor revelada en el Edén, proclamada en el Sinaí, y en el Nuevo Pacto escrita en el corazón, es la que liga al obrero humano a la voluntad de Dios. Si fuésemos dejados para seguir nuestras propias inclinaciones, para ir simplemente adonde nos condujera nuestra voluntad, caeríamos en las filas de Satanás y llegaríamos a poseer sus atributos. Por lo tanto, Dios nos encierra en su voluntad, que es superior, noble y elevadora. Él desea que asumamos con paciencia y sabiduría los deberes de servirlo. El yugo de este servicio lo llevó Cristo mismo en su humanidad. Él dijo: ‘Me complazco en hacer tu voluntad, oh Dios mío, y tu ley está en medio de mi corazón’. ‘He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió’ (Juan 6:38). El amor por Dios, el celo por su gloria y el amor por la humanidad caída trajeron a Jesús a esta Tierra para sufrir y morir. Tal fue el poder dominante en su vida. Y él nos invita a adoptar este principio” (DTG 296, 297).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. El pacto de Dios con Noé, Abram, Moisés y nosotros ¿fue una continuación de su pacto con Adán o fue algo nuevo? Comparar con Génesis 3:15; 22:18; y Gálatas 3:8 y 16.
2. ¿Por qué es tan importante el aspecto personal y relacional del Pacto? En otras palabras, tú puedes tener un acuerdo legalmente vinculante, un “pacto” con alguien, sin ninguna interacción personal ni estrecha. Sin embargo, ese tipo de arreglo no es lo que el Señor busca en su relación de pacto con su pueblo. ¿Por qué es así?Analicen.
3. ¿En qué sentido el matrimonio es una buena analogía del Pacto? ¿En qué sentido la analogía del matrimonio es deficiente para describir el pacto?
Resumen: La entrada del pecado deshizo la relación que el Creador había establecido originalmente con la familia humana a través de nuestros primeros padres. Ahora Dios busca restablecer esa misma relación amorosa por medio de un pacto. Este pacto representa una relación de compromiso entre Dios y nosotros (como un vínculo matrimonial) y un acuerdo para salvarnos y armonizar con nuestro Hacedor. Dios mismo, motivado por su gran amor por nosotros, es el propulsor de la relación del Pacto. Mediante promesas de gracia y actos de gracia, nos conquista para que nos unamos a él.
Viernes
Mi vida hoy, 29 de noviembre, “Sus palabras no fallan”, p. 347;
Historia de los patriarcas y profetas, “Abraham en Canaán”, pp. 125–140.
"LA PROMESA: EL PACTO ETERNO CON DIOS"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 2
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
TEXTO CLAVE: ÉXODO 19:5
Parte I: RESEÑA
Originalmente Dios entabló una relación amorosa con los padres de la humanidad, Adán y Eva. Dios busca ahora restablecer esa relación amorosa con nosotros mediante un Nuevo Pacto: un pacto que repre-senta una relación comprometida entre Dios y la humanidad centrada en el plan de salvación.
Parte II: COMENTARIO
El verdadero significado de la gracia se manifiesta en el concepto del pacto. El término pacto, o la palabra hebrea berith, también enfatiza la propia iniciativa de Dios para salvar a la humanidad. Por ende, un pacto es un acuerdo constitucional divino, dado a los seres humanos, para que puedan servir solo a Yahvéh. Mediante el Pacto de gracia, Cristo se ofrece a tener una relación especial con la humanidad. Promete ser nuestro Dios del Pacto y nuestro Emancipador redentor (ver Mat. 1:21).
Conceptos básicos del Pacto
Las Escrituras describen tres significados distintivos de “gracia”. Gracia significa los actos amorosos de Dios hacia los pecadores que no los merecen; gracia señala al maravilloso carácter de Dios; y gracia sugiere que Dios nos da la fuerza para vencer. En el Nuevo Testamento, el equivalente del término hebreo gracia (chen) es el modismo griego diatheke, que se refiere a un testamento o a un regalo. Al igual que el pacto, el testamento (un documento legal) es un regalo gratuito para una persona o grupo que no tiene ningún derecho legal sobre él. Por lo tanto, un testamento también es un modelo apropiado de la gracia de Dios.
El pacto con Noé
El concepto de pacto aparece en Génesis 6:18: “Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo”. Aquí, desde el mismo comienzo podemos ver la idea de una relación de pacto entre la humanidad (en este caso, Noé) y Dios.
“El que habla es Dios, y Noé es el receptor. [...]
“De modo que Dios, en cumplimiento de su propósito divino, hizo un pacto como expresión de su relación con Noé. [...]
“La relación de pacto divina y redentora que había estado en marcha desde la Caída (Gén. 3:15) se renueva cuando Dios toma la iniciativa” (G. F. Hasel y M. G. Hasel, The Promise: God’s Everlasting Covenant, pp. 18, 19). “Y Noé halló gracia a los ojos de Jehová” (J. P. Green [p], The Interlinear Hebrew/Greek English Bible, t. 1, p. 14; ver Gén. 6:8).
El pacto de Abram
Para Abram, la promesa de protección y recompensa estaba implícita en la dinámica de este pacto. “Dios extendió el proceso de su pacto con Abraham en varios períodos. En Génesis 12:1 al 3 encontramos cinco promesas de parte de Dios, que revelan la intensidad y la grandeza del compromiso de Dios con Abraham” (G. F. Hasel y M. G. Hasel, The Promise: God’s Everlasting Covenant, p. 19).
Cristo se presentó ante Abraham no como Dios, como una clase, estatus o nombre, sino como Yahvéh, su nombre personal. Se identificó como Yahvéh, “YO SOY”, un nombre que expresaba su misma esencia como un Dios con existencia propia, que tiene voluntad, que tiene un propósito. Yahvéh es el nombre del pacto del soberano Jehová, el nombre que asume cuando se revela de la manera más personal. Aquí también vemos que el pacto es de gracia: “El pacto abrahámico es el pacto de la gracia” (“Comentarios de Elena G. de White”, CBA 1:1.106).
El pacto con Moisés
“Y Dios habló a Moisés y le dijo: Yo (soy) Jehová; y me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Todopoderoso, y (por) mi nombre Jehová nunca me di a conocer a ellos. Y también establecí mi pacto con ellos, para darles la tierra de Canaán, la tierra de sus viajes, (en) la cual viajaron. Y también he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes los egipcios tienen esclavizados; y me he acordado de mi pacto” (The Interlinear Hebrew/Greek English Old Testament, t. 1, p. 153; ver Éxo. 6:1-5).
En este diálogo con Moisés, es relevante un amplio despliegue bíblico del nombre desconocido de Dios: “Yahvéh [es] el nombre propio del Dios de Israel. [...] Muchos eruditos recientes explican que [Yahvéh] es [...] (el que da vida, el dador de vida) [...] (el dador de la existencia, el creador) [...] (el que lleva a cabo, [...] el ejecutor de sus promesas) [...] (el que es [...] el absoluto e inmutable) [...] (el existente, que vive para siempre, como autoconsistente e inmutable,) [...] (el que siempre se manifiesta como el Dios de la redención) [...] lo será, [...] (se aprobará a sí mismo [dará evidencia de ser, afirmará su ser])” (F. Brown, The New Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon, pp. 217, 218).
Yahvéh es “el nombre del Dios que se le reveló a Moisés en Horeb, y se explica [como] [...] Yo seré quien seré [...] Aquel que será [...] Yo soy el que soy, es decir, no es asunto tuyo [...] Yo soy (este es mi nombre), dado que soy [...] Soy el que soy, el que es esencialmente innominable, inexplicable” (F. Brown, The New Brown-Driver-Briggs Hebrew and English Lexicon, pp. 217, 218).
“Jesús le dijo: Yo soy” (Juan 4:26); [...] “Pero él les dijo: Yo soy; no teman” (6:20); [...] “Porque si no creen que yo soy, en sus pecados morirán” (8:24); [...] “Entonces Jesús les dijo: [...] conocerán que yo soy”; (8:28); [...] “Jesús les dijo: De veras les digo: Antes que Abraham fuese, yo soy” (vers. 58); [...] “Desde ahora se los digo antes que suceda [...] yo soy” (13:19); [...] “Jesús les dijo: Yo soy” (18:5) [...] “Respondió Jesús: Les he dicho que yo soy; entonces si me buscan a mí, dejen que estos se vayan; para que se cumpliese aquello que había dicho” (vers. 8, 9) (The Interlinear Hebrew-Greek-English Bible, t. 4, pp. 258-307).
El pacto que Dios deseaba para Israel era que supieran que el amor divino no tenía un motivo encubierto, y todo lo que Dios buscaba de su pueblo era una respuesta de amor auténtico; una respuesta que, de hecho, se manifestaría por sus obras.
El Nuevo Pacto
“En Jeremías 31:31 al 34 encontramos la promesa bíblica más profunda y emocionante del Nuevo Pacto. [...]
“Pocos comprenden que el Nuevo Testamento recibió su nombre de este pasaje en particular. Dado que la palabra latina para pacto es testamento, Orígenes, el famoso padre de la iglesia (c. 185-254 d.C.) denominó Nuevo Testamento a los 27 libros de la Biblia” (G. F. Hasel y M. G. Hasel, The Promise: God’s Everlasting Covenant, pp. 21, 22).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Para reflexionar: Antes de la Segunda Guerra Mundial, una mujer viajaba por Georgia de camino a Moscú. Se encontró con una anciana que vivía en una cabaña. Cuando la anciana se enteró de que la viajera se dirigía a Moscú, le preguntó: “¿Podría usted entregarle una caja de caramelos caseros a mi hijo?” El hijo era José Stalin. Para el resto del mundo era el dictador de Rusia, pero a su madre no le importaba lo que los demás pensaran de él.
1. El amor de Dios es como el de la madre de Stalin. No importa cuán malos seamos a la vista de los demás, Dios seguirá amándonos. Considera en qué medida esta clase de amor lo lleva a ofrecernos una relación de pacto.
2. ¿Qué papel juega nuestra fe cuando entendemos que Dios da el primer paso hacia la reconciliación? Cuando ejercitamos nuestra fe, ¿cómo afecta el primer paso de Dios nuestras obras y actos cotidianos? Da un ejemplo de los peligros que enfrentamos si anteponemos las obras a la fe.
3. Un pacto es una relación que se establece entre dos personas, un convenio de beneficio mutuo, un compromiso de amistad mutua. En la Biblia, repetidamente vemos a Dios dando el primer paso para iniciar una relación de pacto. Si es de beneficio mutuo, para ambas partes, ¿por qué esperamos que Dios venga a nosotros? ¿Qué le dice al universo la persistencia de Dios en la búsqueda de la humanidad perdida?
4. La lección compara nuestra relación de pacto con Dios con el matrimonio. Un buen matrimonio no dura por obligación, sino por amor. Sobre la base de esta comparación, describe la relación de pacto “ideal” entre Dios y tú.
5. En un matrimonio, el amor aumenta en proporción a la cantidad de tiempo de calidad que se dedica a la relación. Piensa de qué manera se puede mejorar la calidad del tiempo que pasas con Dios en oración y meditación. Considera la posibilidad de tener un “compañero de crecimiento espiritual” que te anime y te recuerde que debes replantearte periódicamente el tiempo que pasas con Dios.
6. La Biblia habla de varios pactos, y culmina con el Nuevo Pacto. ¿Son realmente distintos entre sí, o son el mismo pacto expresado de diferentes maneras? ¿Es posible que Dios haga más de un pacto?
7. ¿Por qué crees que fue necesario que Dios reiterara los pactos con su pueblo? El pueblo ¿se olvidó, o podría haber puntos que Dios necesitaba enfatizar de manera más categórica en algún momento?
8. Por definición, un pacto es un acuerdo entre dos o más partes. Por lo general, estas partes existen en algún nivel de igualdad entre sí. La relación entre el Creador y la creación normalmente no se consideraría un ejemplo de esto, sin embargo, Dios siente la necesidad de llegar a un acuerdo con su creación. ¿Por qué?
9. ¿Qué significa la declaración de que la Ley de Dios estará escrita en nuestro corazón? (Ver Rom. 2:15).
"LA PROMESA: EL PACTO ETERNO CON DIOS"
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