Lección de Escuela Sabática de Adultos 2do Trimestre 2021, Escuela Sabática Adultos 2do Trimestre 2021, Lección 2do Trimestre 2021,
Lección 6: Para el 8 de mayo de 2021
LA SIMIENTE DE ABRAHAM
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Ezequiel 16:8; Deuteronomio 28:1, 15; Jeremías 11:8; Génesis 6:5; Juan 10:27, 28; Gálatas 3:26–29; Romanos 4:16, 17.
PARA MEMORIZAR:
“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Ped. 2:9).
En un pueblito, el reloj del escaparate del joyero se detuvo un día a las nueve menos cuarto. Muchos de los ciudadanos dependían de este reloj para saber la hora. [...] Muchos llegaron tarde esa mañana porque un relojito en la vidriera del joyero se había detenido” (C. L. Paddock, God’s Minutes, p. 244, adaptado).
Qué representación precisa del fracaso del antiguo Israel. El Señor colocó a Israel “en medio de las naciones” (Eze. 5:5), en el punto estratégico entre tres continentes (África, Europa y Asia). Debían ser el “reloj” espiritual del mundo.
No obstante, Israel, al igual que el reloj del escaparate del joyero, en cierto sentido, se detuvo. Sin embargo, no fue un fracaso total; porque en aquel entonces, como hoy, Dios tenía un remanente fiel. El estudio de esta semana se centra en la identidad y el papel del verdadero Israel de Dios en cada época, incluida la nuestra.
Reseña de la semana: ¿Cuáles fueron las promesas del pacto que el Señor hizo con Israel? ¿Cuáles eran las condiciones con las que se acompañaban? ¿Cuánto éxito tuvo la nación en cumplir esas promesas? ¿Qué pasó cuando desobedecieron?
Sábado
Mediante su pueblo Israel, Dios tenía el propósito de dar al mundo un conocimiento de su voluntad. Sus promesas y amenazas, sus instrucciones y reproches, las maravillosas manifestaciones de su poder entre ellos —en bendiciones por la obediencia y castigos por la transgresión y la apostasía—, todo esto tenía el propósito de educar y desarrollar principios religiosos entre el pueblo de Dios hasta el fin del tiempo. Por lo tanto, es importante que nos familiaricemos con la historia de la hueste hebrea y examinemos con cuidado el trato de dios con ellos.
Las palabras que Dios habló a Israel mediante su Hijo fueron dirigidas también a nosotros en estos últimos días. El mismo Jesús que enseñó a sus discípulos sobre el monte los abarcantes principios de la ley de Dios, instruyó al antiguo Israel desde la columna de nube y el tabernáculo mediante la boca de Moisés y de Josué… La religión de los días de Moisés y de Josué es la misma que la religión de hoy día (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 2, p. 988).
La Iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo. Desde el principio fue el plan de Dios que su iglesia reflejase al mundo su plenitud y suficiencia. Los miembros de la iglesia, los que han sido llamados de las tinieblas a su luz admirable, han de revelar su gloria. La iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de Cristo; y mediante la iglesia se manifestará con el tiempo, aun a “los principados y potestades en los cielos” (Efesios 3:10), el despliegue final y pleno del amor de Dios (Los hechos de los apóstoles, p. 9).
Se me mostraron muchas cosas… concerniente al pueblo de Dios en relación con la obra para estos últimos días. Vi que muchos profesos observadores del sábado no obtendrán la vida eterna. Fracasan en aprender del curso seguido por los hijos de Israel y caen en algunas de sus malas andanzas. Si continúan en estos pecados, caerán como los israelitas y nunca entrarán en la Canaán celestial. “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 466).
Corremos constantemente el peligro de creer que nos bastamos a nosotros mismos, de confiar en nuestra propia sabiduría y no hacer de Dios nuestra fortaleza. Nada perturba tanto a Satanás como nuestro conocimiento de sus designios. Si sentimos nuestro peligro, sentiremos nuestra necesidad de orar, como la sintió Nehemías, y como él obtendremos esa sólida defensa que nos dará seguridad en el peligro. Si somos negligentes e indiferentes, seremos ciertamente vencidos por los designios de Satanás. Debemos ser vigilantes (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 627).
“MÁS QUE TODOS LOS PUEBLOS...”
“Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra” (Deut. 7:6).
No cabe dudas al respecto: el Señor había elegido específicamente al pueblo hebreo para que fuera su representante especial en la Tierra. La palabra traducida como “especial” en el versículo anterior, segulah, puede significar “propiedad valiosa” o “tesoro peculiar”. También es esencial recordar que esta decisión fue totalmente un acto de Dios, una expresión de su gracia. El pueblo, en sí, no tenía nada que lo hiciera merecedor de esta gracia, porque la gracia es algo inmerecido.
Lee Ezequiel 16:8. ¿Cómo ayuda eso a explicar el hecho de que el Señor haya escogido a Israel?
“¿Por qué Yahvéh escogió a Israel? Eso era inescrutable. Era un grupito de gente sin gran cultura ni prestigio. No poseía cualidades personales especiales que justificaran esa elección. La elección fue exclusivamente obra de Dios [...]. La causa primordial de esa elección se encuentra en el misterio del amor divino. Sin embargo, el hecho es que Dios amó a Israel y lo escogió, y así cumplió su promesa hecha a los padres. [...] Había sido elegido en virtud del amor que le tenía Yahvéh. Había sido liberado de la esclavitud de Egipto por una demostración del poder de Yahvéh. Si alguna vez captara estos grandes hechos, se daría cuenta de que en verdad era un pueblo santo y sumamente apreciado. Por lo tanto, cualquier tendencia suya a renunciar a un estatus tan noble era extremadamente reprobable” (J. A. Thompson, Deuteronomy, pp. 130, 131).
Según el plan divino, los israelitas debían ser un linaje real y sacerdotal. En un mundo de maldad, serían reyes, morales y espirituales, en el sentido de que prevalecerían sobre el dominio del pecado (Apoc. 20:6). Como sacerdotes, debían acercarse al Señor en oración, alabanza y sacrificio. Como intermediarios entre Dios y los paganos, debían servir como instructores, predicadores y profetas, y debían ser ejemplos de una vida santa: los exponentes celestiales de la verdadera religión.
■ Analiza la frase del versículo de hoy, en la que el Señor dice que debían ser “más [especiales] que todos los pueblos que están sobre la tierra”. Si consideramos todo lo que enseña la Palabra sobre la virtud de la humildad y el peligro del orgullo, ¿qué crees que significa este versículo? ¿En qué sentido iban a ser más especiales que todos los pueblos? ¿Deberíamos aplicar esa idea a nosotros también, como iglesia? Si es así, ¿de qué manera?
Domingo
Mediante la nación escogida, Dios había querido impartir bendiciones a toda la humanidad. “La viña de Jehová de los ejércitos —declaró el profeta— es la casa de Israel, y los hombres de Judá planta suya deleitosa”. Isaías 5:7.
A este pueblo fueron confiados los oráculos de Dios. Estaba cercado por los preceptos de su ley, los principios eternos de la verdad, la justicia y la pureza. La obediencia a estos principios debía ser su protección, porque le impediría destruirse a sí mismo por prácticas pecaminosas. Como torre del viñedo, Dios puso su santo templo en medio de la tierra…
Dios quería que mediante la revelación de su carácter por Israel, los hombres fuesen atraídos a él. La invitación del evangelio debía ser dada a todo el mundo. Por la enseñanza del sistema de sacrificios, Cristo debía ser ensalzado ante las naciones, y habrían de vivir todos los que mirasen a él. Se unirían con su pueblo escogido todos los que, como Rahab la cananea y Rut 14la moabita, se apartaran de la idolatría para adorar al Dios verdadero. A medida que aumentase el número de los israelitas, debían ensanchar sus términos, hasta que su reino abarcase el mundo entero (Profetas y reyes, pp. 12–14).
En todo el trato que Dios tuvo con su pueblo, se nota, entremezclada con su amor y misericordia, la evidencia más sorprendente de su justicia estricta e imparcial. Queda patente en la historia del pueblo hebreo. Dios había otorgado grandes bendiciones a Israel. Su amor bondadoso hacia él se describe de la siguiente manera conmovedora: “Como el águila despierta su nidada, revolotea sobre sus pollos, extiende sus alas, los toma, los lleva sobre sus plumas: Jehová solo le guio”. Deuteronomio 32:11, 12. ¡Y sin embargo, cuán presta y severa retribución les infligía por sus transgresiones!
El amor infinito de Dios se manifestó en la dádiva de su Hijo unigénito para redimir la familia humana perdida. Cristo vino a la tierra con el objeto de revelar al hombre el carácter de su Padre, y su vida rebosó de actos de ternura y de compasión divinas. Sin embargo, Cristo mismo declara: “Hasta que perezca el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde perecerá de la ley”. Mateo 5:18 (Patriarcas y profetas, p. 502).
Aquel cuya mente ha sido iluminada porque la Palabra de Dios se abrió a su entendimiento, comprenderá su responsabilidad ante el Señor y ante el mundo; y sentirá que sus talentos deben desarrollarse de una manera tal que produzca los mejores resultados; porque ha de manifestar “las virtudes” de Aquel que lo ha llamado “de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9. Mientras crezca en la gracia y en el conocimiento del Señor Jesucristo, comprenderá sus propias imperfecciones, sentirá su verdadera ignorancia, y procurará constantemente conservar y emplear a fondo sus facultades mentales, a fin de llegar a ser un cristiano inteligente (Consejos para los maestros, pp. 36, 37).
ACUERDO DE TIERRAS (GÉN. 35:12)
La promesa de que se daría una tierra al pueblo de Dios, Israel, primeramente la recibió Abraham y luego les fue repetida a Isaac y a Jacob. Las palabras de José en su lecho de muerte repiten esta promesa (Gén. 50:24). Sin embargo, Dios informó a Abraham que pasarían “cuatrocientos años” antes de que la simiente de Abraham tomara posesión de la tierra (Gén. 15:13, 16). El cumplimiento de la promesa comenzó en los días de Moisés y de Josué. Moisés repitió el mandato divino: “Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra” (Deut. 1:8).
Lee Deuteronomio 28:1 y 15. ¿Qué implican estas palabras? En resumen, la tierra les sería dada como parte del Pacto. Un pacto implica obligaciones. ¿Qué obligaciones tenía Israel?
La primera parte de Deuteronomio 28 describe las bendiciones que recibiría Israel si cumplía la voluntad de Dios. La otra parte del capítulo trata de las maldiciones que le sobrevendrían si no cumplía. Estas maldiciones fueron “en gran parte, aunque no totalmente, provocadas simplemente al darle al pecado la posibilidad de concretar sus resultados malvados. [...] ‘Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción’ (Gál. 6:8). Como el agua que, por sí sola, no dejará de correr hasta encontrar su nivel; como un reloj que, por sí solo, no dejará de funcionar hasta que se haya agotado por completo; como un árbol que, si se deja crecer, no puede sino dar su fruto apropiado; así también el pecado tiene un nivel que buscar, un curso que seguir, un fruto que madurar, y ‘el fin de ell[o]s es muerte’ (Rom. [6:] 21)” (The Pulpit Commentary: Deuteronomy, t. 3, p. 439).
A pesar de todas las promesas de tierras, esas promesas no eran incondicionales; surgieron como parte de un pacto. Israel tenía que cumplir su parte del trato; de lo contrario, las promesas podían anularse. El Señor dejó muy en claro, más de una vez, que si desobedecía, la tierra le sería quitada. Lee Levítico 26:27 al 33. Es difícil imaginar cómo el Señor pudo haber sido más explícito con sus palabras.
■ Como cristianos, esperamos recibir y conservar la “tierra prometida” del cielo y la Tierra renovados. Nos han sido prometidos, al igual que la Tierra Prometida terrenal para los hebreos. Sin embargo, la diferencia es que una vez que llegamos allí, no hay posibilidad de que los perdamos (Dan. 7:18). Al mismo tiempo, existen condiciones para que lleguemos allí. ¿Cómo interpretas cuáles son estas condiciones, especialmente en el contexto de la salvación solo por fe?
Lunes
José vivió cincuenta y cuatro años después de la muerte de su padre… Presenció el aumento y la prosperidad de su pueblo, y durante todos estos años su fe en la divina restauración de Israel a la tierra prometida fue inconmovible.
Cuando vio que se acercaba su fin, llamó a todos sus parientes. Aunque había sido tan honrado en la tierra de los Faraones, Egipto no era para él más que el lugar de su destierro; lo último que hizo fue indicar que había echado su suerte con Israel. Sus últimas palabras fueron: “Dios ciertamente os visitará, y os hará subir de aquesta tierra a la tierra que juró a Abraham, a Isaac, y a Jacob”. E hizo jurar solemnemente a los hijos de Israel que llevarían sus huesos consigo a la tierra de Canaán… A través de los siglos de trabajo que siguieron, aquel ataúd, recuerdo de las postreras palabras de José, daba testimonio a Israel de que ellos eran solo peregrinos en Egipto, y les ordenaba que cifraran sus esperanzas en la tierra prometida, pues el tiempo de la liberación llegaría con toda seguridad (Historia de los patriarcas y profetas, p. 245).
[L]os israelitas cifraron sus esperanzas en la grandeza mundanal. Desde el tiempo en que entraron en la tierra de Canaán, se apartaron de los mandamientos de Dios y siguieron los caminos de los paganos. En vano Dios les mandaba advertencias por sus profetas. En vano sufrieron el castigo de la opresión pagana. A cada reforma seguía una apostasía mayor.
Si los hijos de Israel hubieran sido fieles a Dios, él podría haber logrado su propósito honrándolos y exaltándolos. Si hubiesen andado en los caminos de la obediencia, él los habría ensalzado “sobre todas las naciones que ha hecho, para alabanza y para renombre y para gloria”. “Verán todos los pueblos de la tierra —dijo Moisés— que tú eres llamado del nombre de Jehová, y te temerán”. Las gentes “oirán hablar de todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido es esta gran nación”. Deuteronomio 26:19; 28:10; Deuteronomio 4:6 (El Deseado de todas las gentes, pp. 19, 20).
El cielo está al alcance de todos los que cumplan las condiciones escritas en la palabra de Dios. El Redentor obedeció hasta la muerte. Se dio a sí mismo como ofrenda por el pecado. Sois redimidos “con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha”. 1 Pedro 1:19…
La preciosa sangre de Jesús es la fuente preparada para purificar el alma de toda mancha de pecado. Cuando os decidáis a tomarlo como vuestro amigo, desde la cruz de Cristo brillará una luz nueva y permanente. El verdadero sentimiento del sacrificio y la intercesión del amado Salvador quebrantará el corazón que se ha endurecido con el pecado. El amor, la gratitud y la humildad entrarán en el alma. La rendición del corazón a Jesús subyuga al rebelde y lo vuelve penitente. El lenguaje del alma obediente es: “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. 2 Corintios 5:17 (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 617, 618).
ISRAEL Y EL PACTO
“Pero no oyeron, ni inclinaron su oído, antes se fueron cada uno tras la imaginación de su malvado corazón; por tanto, traeré sobre ellos todas las palabras de este pacto, el cual mandé que cumpliesen, y no lo cumplieron” (Jer. 11:8).
Lee bien este versículo. El Señor dice que traerá sobre ellos “todas las palabras de este pacto”. Sin embargo, ¡está hablando de algo malo! Aunque tendemos a pensar que el Pacto nos ofrece solo algo bueno, existe la otra cara. Este principio se vio con Noé. Dios le ofreció algo maravilloso: preser-varlo de la destrucción; pero Noé tuvo que obedecer para recibir las bendiciones de la gracia de Dios. Si no lo hacía, se aplicaría la otra parte del Pacto.
Compara el texto anterior con Génesis 6:5, relacionado con el mundo antediluviano. ¿Cuál es el paralelismo? ¿Qué dicen estos versículos sobre lo importante que es que controlemos los pensamientos?
Desgraciadamente, la historia de Israel como nación fue, mayormente, un reiterado patrón de apostasía, seguido de juicios divinos, arrepentimiento y un período de obediencia. Solo brevemente, bajo los reinados de David y de Salomón, controlaron la extensión total del territorio prometido.
Examina estos versículos de Jeremías sobre la apostasía de Israel. “Dicen: Si alguno dejare a su mujer, y yéndose ésta de él se juntare a otro hombre, ¿volverá a ella más? ¿No será tal tierra del todo amancillada? Tú, pues, has fornicado con muchos amigos; mas ¡vuélvete a mí! dice Jehová. [...] Pero como la esposa infiel abandona a su compañero, así prevaricasteis contra mí, oh casa de Israel, dice Jehová” (Jer. 3:1, 20, énfasis añadido).
Esto trae a colación algo que se mencionó anteriormente: el pacto que Dios quiere hacer con nosotros no es simplemente un acuerdo legal y frío hecho entre empresarios, por el que cada uno busca sacar la mejor tajada. La relación de pacto es un compromiso tan serio y sagrado como el matrimonio, razón por la cual el Señor usa las imágenes que usa.
La cuestión es que la apostasía de Israel no tuvo su causa en la desobediencia, sino en una relación personal rota con el Señor; ruptura que causó desobediencia y finalmente trajo castigo sobre ellos.
■ ¿Por qué el aspecto relacional y personal es tan decisivo en la vida cristiana? ¿Por qué si nuestra relación con Dios no está bien somos tan propensos a caer en el pecado y la desobediencia? Además, ¿qué le dirías a alguien que se pregunta: “¿Cómo puedo desarrollar una relación profunda y amante con Dios?”
Martes
La infidelidad a Cristo de que la iglesia se hizo culpable al dejar enfriarse la confianza y el amor que a él le unieran, y al permitir que el apego a las cosas mundanas llenase su alma, es comparada a la violación del voto matrimonial. El pecado que Israel cometió al apartarse del Señor está representado bajo esta figura; y el amor maravilloso de Dios que ese pueblo despreció, está descrito de modo conmovedor: “Te di juramento y entré en pacto contigo, dice Jehová el Señor; y viniste a ser mía”. “Y fuiste sumamente hermosa, y prosperaste hasta llegar a dignidad real. Y salió tu renombre entre las naciones, en atención a tu hermosura, la cual era perfecta, a causa de mis adornos que yo había puesto sobre ti […]. Mas pusiste tu confianza en tu hermosura, y te prostituiste a causa de tu renombre”. “Así como una mujer es desleal a su marido, así vosotros habéis sido desleales para conmigo, oh casa de Israel, dice Jehová”. “¡Ah, mujer adúltera, que en vez de tu marido admites los extraños!” Ezequiel 16:8, 13–15, 32; Jeremías 3:20 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 378).
Si hemos de llegar a poseer la herencia celestial, la sustancia gloriosa y eterna, debemos entrar en una relación de pacto con Dios… El pueblo de Dios debe ser santo y peculiar, distinto del mundo en carácter y prácticas, distinto de todas las gentes religiosas de la actualidad. Deben ser dechados de piedad personal y buenas obras. Hay una obra mas sublime y santo de lo que hemos hecho hasta ahora. Cristo ha dicho: ‘Mi reino no es de este mundo”. No tiene ningún principio que se iguala a los principios del mundo. El Señor ha puesto su iglesia como una luz en este mundo, para guiarlos hacia el cielo. Debe ser parte del cielo sobre la tierra, alumbrando con luz divina el sendero de las almas en tinieblas.
Sois espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres. El pueblo de Dios debe hoy recibir la luz y difundirla. No necesitan tratar de brillar; si sus corazones están iluminados por Cristo no podrán evitar de brillar. El resplandor aparecerá; todo verdadero discípulo revelará a Cristo ante el mundo, como el Salvador que perdona el pecado (The Faith I Live By, p. 304; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 306).
Dios nos amó con amor indecible, y nuestro amor hacia él aumenta a medida que comprendemos algo de la largura, la anchura, la profundidad y la altura de este amor que excede todo conocimiento. Por la revelación del encanto atractivo de Cristo, por el conocimiento de su amor expresado hacia nosotros cuando aún éramos pecadores, el corazón obstinado se ablanda y se somete, y el pecador se transforma y llega a ser hijo del cielo. Dios no utiliza medidas coercitivas; el agente que emplea para expulsar el pecado del corazón es el amor. Mediante él, convierte el orgullo en humildad, y la enemistad y la incredulidad, en amor y fe (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 66, 67).
EL REMANENTE
A pesar del ciclo repetido de apostasía, juicios divinos y arrepentimiento de Israel, ¿qué esperanza se encuentra en estos textos?
Isaías 4:3
Miqueas 4:6, 7
Sofonías 3:12, 13
Aunque el plan de Dios para el antiguo Israel se arruinó por la desobediencia, nunca se frustró completamente. Entre las malezas, todavía crecían algunas flores. Muchos de los profetas del Antiguo Testamento hablan de este fiel remanente, a quien Dios reuniría para sí como un hermoso ramo.
El propósito de Dios al crear y conservar un remanente fiel fue el mismo que para todo Israel: usarlo como instrumento divinamente designado para declarar “mi gloria entre las naciones” (Isa. 66:19). De esta manera, otros se unirían a los fieles para “adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos” (Zac. 14:16). Por lo tanto, no importa cuán mala se haya vuelto la situación, Dios siempre tiene a algunos fieles que, a pesar de la apostasía dentro de las filas del pueblo escogido de Dios, mantuvieron firme su llamado y elección (2 Ped. 1:10). En resumen, al margen de las deficiencias de la nación en general, todavía había quienes trataban de cumplir lo mejor posible su parte del Pacto (ver, p. ej., 1 Rey. 19:14-18). Y, aunque quizás hayan sufrido junto con su nación (como el exilio de la tierra), la promesa final y suprema del Pacto será de ellos, la de la vida eterna.
Lee Juan 10:27 y 28. ¿Qué enseña Jesús allí? Aplica las palabras de Jesús, y las promesas en ellas expresadas, a la situación relacionada con la apostasía del antiguo Israel. ¿Cómo ayudan estas palabras a explicar la existencia de un remanente fiel?
■ Hace unos años, una joven abandonó por completo su fe cristiana, fundamentalmente porque estaba desanimada por el pecado, la apostasía y la hipocresía que veía en su iglesia local. “En realidad no eran cristianos”, decía, usando eso como excusa para renunciar a todo. Responde la siguiente pregunta sobra la base de los principios del estudio de hoy: ¿Por qué esta excusa es tan poco convincente?
Miércoles
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley… ¿Qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vio, los resultados del gobierno de Satanás.
Pero en aquel día, así como sucedió en tiempo de la destrucción de Jerusalén, el pueblo de Dios será librado, porque serán salvos todos aquellos cuyo nombre esté “inscrito para la vida”. Isaías 4:3 (VM). Nuestro Señor Jesucristo anunció que vendrá la segunda vez para llevarse a los suyos: “Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre que vendrá sobre las nubes del cielo, con grande poder y gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del cielo hasta el otro”. Mateo 24:30, 31 (El conflicto de los siglos, pp. 34, 35).
En los atrios celestiales, Cristo intercede por su iglesia, intercede por aquellos para quienes pagó el precio de la redención con su sangre. Los siglos de los siglos no podrán menoscabar la eficiencia de su sacrificio expiatorio. Ni la vida ni la muerte, ni lo alto ni lo bajo, pueden separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús; no porque nosotros nos asimos de él tan firmemente, sino porque él nos sostiene con seguridad. Si nuestra salvación dependiera de nuestros propios esfuerzos, no podríamos ser salvos; pero ella depende de Uno que garantiza todas las promesas. Nuestro asimiento de él puede parecer débil, pero su amor es como el de un hermano mayor; mientras mantengamos nuestra unión con él, nadie podrá arrancarnos de su mano…
¡Oh, cuán privilegiados somos porque podemos venir a Jesús tal como somos y podemos descansar en su amor! No tenemos esperanza fuera de Jesús. Solo él puede tomarnos con su mano y sacarnos de las profundidades del desánimo y la impotencia para colocar nuestros pies sobre la Roca. Aunque el alma humana puede aferrarse a Jesús comprendiendo desesperadamente su gran necesidad, Jesús se aferrará de las almas compradas con su propia sangre con mayor firmeza aun que la del pecador que se aferra de él (That I May Know Him, p. 80; parcialmente en A fin de conocerle, p. 81).
Tened fe en Dios. No importa cuán tormentosos sean los tiempos, mirando a Jesús, quien es el autor y consumador de vuestra fe, estaréis completos en él. Permaneced en los caminos antiguos, quien quiera volverse. Seáis arraigados y cimentados y fortalecidos en la fe más santa, una epístola conocida y leída por todos los hombres (That I May Know Him, p. 212).
EL ISRAEL ESPIRITUAL
Independientemente de los errores y los defectos del antiguo Israel, el Señor no había acabado con el plan de crear un pueblo fiel para que lo sirviera. De hecho, en el Antiguo Testamento se esperaba con ansias el momento en que el Señor crearía un Israel espiritual, un cuerpo de creyentes fieles, judíos y gentiles, que continuarían la obra de predicar el evangelio al mundo.
Lee Gálatas 3:26 al 29.
1. ¿De qué promesa habla Pablo en el versículo 29?
2. ¿Cuál es el elemento clave que convierte a una persona en heredera de estas promesas? (Gál. 3:26)
3. ¿Por qué Pablo acaba con las distinciones de género, nacionalidad y estatus social?
4. ¿Qué significa ser “uno en Cristo”?
5. Lee Romanos 4:16 y 17. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a comprender lo que dice Pablo en Gálatas 3:26 al 29?
Como hijo de Abraham, Cristo llegó a ser, en un sentido especial, heredero de las promesas del Pacto. Mediante el bautismo recibimos consanguineidad con Cristo, y por medio de él adquirimos el derecho a participar en las promesas hechas a Abraham. Por lo tanto, todo lo que Dios prometió a Abraham se encuentra en Cristo, y las promesas llegan a ser nuestras, no por nacionalidad, raza o género, sino por la gracia que Dios nos concede mediante la fe.
“La dádiva prometida a Abraham y a su simiente incluía no solo la tierra de Canaán, sino toda la Tierra. Así dice el apóstol: ‘No por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe’ (Rom. 4:13). Y la Biblia enseña claramente que las promesas hechas a Abraham han de ser cumplidas a través de Cristo. […] [Los creyentes llegan a ser] ‘herederos según la promesa’ –herederos de la ‘herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible’–, herederos de la Tierra libre de la maldición del pecado” (PP 167). Esta promesa se cumplirá literalmente cuando los santos vivan en la Tierra Nueva por los siglos de los siglos con Cristo (Dan. 7:27).
Jueves
La iglesia es la fortaleza de Dios, su ciudad de refugio, que él sostiene en un mundo en rebelión. Cualquier traición a la iglesia es traición hecha a Aquel que ha comprado a la humanidad con la sangre de su Hijo unigénito. Desde el principio, las almas fieles han constituido la iglesia en la tierra. En todo tiempo el Señor ha tenido sus atalayas, que han dado un testimonio fiel a la generación en la cual vivieron. Estos centinelas daban el mensaje de amonestación; y cuando eran llamados a deponer su armadura, otros continuaban la labor. Dios ligó consigo a estos testigos mediante un pacto, uniendo a la iglesia de la tierra con la iglesia del cielo. Él ha enviado a sus ángeles para ministrar a su iglesia, y las puertas del infierno no han podido prevalecer contra su pueblo.
A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que él hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado para contrarrestar su obra, sin que él lo hubiese previsto. Todo ha sucedido como él lo predijo. Él no ha dejado abandonada a su iglesia, sino que ha señalado en las declaraciones proféticas lo que ocurriría, y se ha producido aquello que su Espíritu inspiró a los profetas a predecir. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su trono, y ningún poder del maligno puede destruirla. La verdad está inspirada y guardada por Dios; y triunfará contra toda oposición (Los hechos de los apóstoles, pp. 10, 11).
El plan que Dios se propone llevar a cabo hoy mediante su pueblo, es el mismo que deseaba llevar a cabo mediante Israel cuando lo sacó de Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una representación de su carácter. Y cuando la ley de Dios quede así manifestada en su vida, el mundo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios por encima de todos los demás habitantes de la tierra.
Los ojos del Señor observan a cada uno de sus hijos; él tiene planes para cada uno de ellos. Él se propone que quienes practiquen sus santos preceptos constituyan un pueblo distinguido. Al pueblo de Dios de este tiempo, tanto como al antiguo Israel, se le aplican las palabras que Moisés escribió por inspiración del Espíritu: “Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra”. Deuteronomio 7:6 (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 21).
[E]l moderno Israel de Dios, los representantes del Cielo que constituyen la verdadera iglesia de Cristo, deben ser fuertes; porque a ellos les incumbe la tarea de terminar la obra confiada a los hombres y de apresurar el día de las recompensas finales. Sin embargo, es necesario hacer frente a las mismas influencias que prevalecieron contra Israel cuando reinaba Salomón. Las fuerzas del enemigo de toda justicia están poderosamente atrincheradas; y solo por el poder de Dios puede obtenerse la victoria (Profetas y reyes, p. 54).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Profetas y reyes, “La viña del Señor”, pp. 11-16; “Esperanza para los paganos”, pp. 272-280; “La casa de Israel”, pp. 519-532.
“Dios no reconoce distinción por causa de nacionalidad, raza o casta. Él es el Hacedor de toda la humanidad. Por la Creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la Redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del Templo, con el fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a los que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del Trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío, ni griego, ni esclavo ni hombre libre” (PR 274).
Lee 1 Pedro 2:9 y 10 para descubrir los cuatro títulos que Pedro aplica a la iglesia. La mayoría de estos títulos se reflejan en los siguientes textos del Antiguo Testamento que se refieren a Israel: Éxodo 19:6 e Isaías 43:20. ¿Qué enfatiza cada uno de estos títulos sobre la relación de la iglesia con Dios? (Por ejemplo, el título “pueblo escogido” enfatiza el hecho de que Dios eligió a la iglesia y tiene un destino específico para ella.)
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. En el antiguo Israel, los sacerdotes hacían sacrificios de animales que remitían al Mesías. Como miembros de un sacerdocio real, ¿qué tipos de “sacrificios” deben hacer los miembros de la iglesia?(1 Ped. 2:5).
2. Dios separó a Israel del mundo a fin de que pudiera ser una nación santa. También debía compartir las verdades de la salvación con el mundo. Lo mismo puede decirse de la iglesia actual. ¿Cómo es posible estar separado del mundo y, al mismo tiempo, estar en condiciones de compartir el evangelio con el mundo? ¿Cómo nos ayudan la experiencia de Israel y el ejemplo de Jesús a responder esta pregunta?
3. Dios siempre mantuvo un remanente con el antiguo Israel. Piensa en Elías y el remanente que existió durante su época (1 Rey. 19; observa especialmente el vers. 18). ¿Por qué a menudo es más fácil ser fiel a Dios en medio de gente mundana que entre los que apostatan de nuestra familia de la iglesia?
Resumen: El verdadero Israel de Dios (ya sea antes o después de la Cruz) es el Israel de la fe, gente que vive en una relación espiritual de pacto con él. Estas personas actúan como representantes del Señor, al presentar al mundo el evangelio de su gracia salvadora.
Viernes
Fe y obras, “Qué exige Dios”, pp. 52, 53;
Profetas y reyes, “La casa de Israel”, pp. 519–532.
"LA PROMESA: EL PACTO ETERNO CON DIOS"
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 | L13 |
Dios lo bendiga!!!
Lección 6
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
TEXTO CLAVE: 1 PEDRO 2:9
Parte I: RESEÑA
Aunque Israel era la nación elegida por Dios y había heredado el pacto de sus antepasados, no evidenciaba la misma fuerza de convicción que a menudo tuvieron sus predecesores. En consecuencia, muchos en Israel cometieron los mismos errores que sus antepasados, descartando la importancia del pacto de Dios en su propia vida. Nuevamente Dios tuvo que tamizar al remanente de sus hijos pecadores.
Parte II: COMENTARIO
Más que todos los pueblos
En Deuteronomio 28, así como en los libros de Isaías, Jeremías, Sofonías y varios profetas menores, se hicieron promesas de pacto a Israel sobre la base de su lealtad a Yahvéh. Sin embargo, la muerte de Jesús, el Mesías Príncipe, predicha en Daniel 9:25 al 29, con el tiempo llevó a la difusión del Nuevo Pacto tanto para judíos como para gentiles. Ahora, por la fe en Jesús, cualquiera podía reclamar las promesas del pacto como propias. Aunque muchos en Israel fueron infieles a Dios, él permaneció fiel a su pueblo.
Acuerdo de tierras
“El Antiguo Testamento sistemáticamente describe la tierra prome-tida a los patriarcas e Israel en términos teológicos: como un regalo o bendición de la gracia de Dios para su pueblo del pacto (Gén. 12:1, 7; 13:14-17; 15:18-21; Deut. 1:5-8; Sal. 44:1-3). [...] En consecuencia, ‘Israel no puede reclamar una relación inmediata con su tierra, no puede dispo-ner de ella de manera autónoma, no puede idolatrar la tierra tomando posesión absoluta de ella’. ‘Israel no es dueño de la tierra. [...]
“Aunque la tierra era un regalo de gracia para Israel, el pueblo del pacto solo podía morar o permanecer dentro de la tierra de Dios si obe-decía al Señor (ver Deut. 4:40; Isa. 1:19). El regalo no se puede recibir sin recibir a su Dador” (H. K. LaRondelle, The Israel of God in Prophecy: Principles of Prophetic Interpretation, p. 136).
Israel y el Pacto
Un matiz espiritual sobresaliente del Pacto de la gracia era: “Obedece y vivirás; desobedece y morirás”. Para el antiguo Israel, esta temática se había entretejido en el tapiz del Antiguo Testamento y del Nuevo Testa-mento. Desde el pacto con Adán hasta el Nuevo Pacto, la funcionalidad divina de la voluntad ordenada e instituida de Yahvéh había estado vinculada a cada promesa divina.
La grandeza nacional de Israel y las promesas de extensión territorial dependían de aspectos condicionales del pacto. Por cierto, esas prome-sas nacionales que se aplicaban al futuro de Israel y su protagonismo internacional se han vinculado a su obediencia condicional. Por un lado, independientemente de las decisiones humanas, la voluntad instituida por Dios depende del cumplimiento inquebrantable de una promesa divina (Gén. 3:15). Por otro lado, Dios parece permitir que las decisiones humanas interrumpan la intención de una promesa divina, liberando así una cadena de amargas consecuencias (2:16, 17).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Para reflexionar: La sociedad siempre ha sido consciente de la es-tirpe. Una estirpe impresionante recibe favores, influencia y conexiones. Incluso en los tiempos bíblicos, a menudo se identificaba a la gente por su linaje. Ser de la “simiente” de Abraham era motivo de gran orgullo y prestigio para los judíos.
1. ¿Qué papel jugó el Pacto en el establecimiento de relaciones entre Dios y la humanidad durante una época en que el linaje era un tema importante? ¿Qué tiene que ver nuestro vínculo con Dios con nuestra conexión con los demás? ¿Qué lecciones podemos aprender de la relación de pacto de Israel con Jehová que puedan fortalecer nuestra relación con él?
2. Para disipar los prejuicios comunes de su época, Jesús señaló algunas verdades obvias, como que el sol brilla tanto sobre los malos como sobre los buenos (Mat. 5:45). El hecho de que tuviera que recordar lo obvio al pueblo escogido de Dios nos dice cuán egocéntricos eran. ¿Cuáles son los peligros de que nuestra iglesia se vuelva egocéntrica?
3. Parte de la historia ancestral de Israel era la shekina, la glo-ria visible, divina y esplendorosa de Dios (Éxo. 40:34-38). ¿Qué evidencia tangible tienes de Dios? ¿Realmente necesitamos un recordatorio visible de él? Explica. ¿Qué puede ser aún más po-deroso? ¿Qué otros elementos de tu vida hablan de la presencia permanente de Dios?
4. Repasa 2 Corintios 11:16 al 33. Los oponentes de Pablo en Corinto eran judíos cristianos que se habían unido a la iglesia y aspiraban a ocupar puestos de liderazgo. Creían que debido a que eran de la simiente de Abraham, eran superiores a los cristianos genti-les. Sin embargo, Pablo no aceptaba esa distinción entre judíos y gentiles en relación con su salvación y su reputación ante el Señor. ¿Cómo podríamos sentirnos superiores a otros que tienen tanto derecho a una relación de pacto con Dios como nosotros? ¿Cómo pueden las expectativas “externas” que tenemos de los demás obstaculizar la misión final de la iglesia?
5. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento a me-nudo se refieren al pueblo de Dios como su esposa (Isa. 62:5; todo Ose.). Violentar los votos matrimoniales simboliza la desobe-diencia a Dios. Cuando se rompen los votos matrimoniales, los corazones también se quiebran. Si aplicamos estas imágenes a tu vida, ¿en qué medida estás fortaleciendo el vínculo entre la iglesia y Cristo? La esposa, que es la iglesia, ¿libera de responsabilidad al miembro individual de la iglesia? Explica.
6. ¿Cómo nos ayuda el Nuevo Pacto a ser una “mejor” esposa que Israel? Nuestra falta de “estirpe” ¿ayuda u obstaculiza nuestro crecimiento espiritual como esposa de Cristo? Explica.
"LA PROMESA: EL PACTO ETERNO CON DIOS"
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 | L13 |
Dios los bendiga!!
COMENTARIOS