Lección Joven Descifrando los pactos, Lección de escuela Sabática Joven 2do Trimestre 2021
Lección 6: Para el 08 de mayo de 2021
LOS DOS PACTOS
inTro
Para tenerlo en mente
En esta y en las siguientes cinco lecciones, examinaremos con detenimiento, oración y estudio seis pasajes importantísimos del Nuevo Testamento en relación con el antiguo pacto y el nuevo. Estos pasajes contienen todas las definiciones negativas del antiguo pacto y la ley que comentamos ya en la Introducción a esta serie y resumimos en la sección inTro de la Lección 3. Procuraremos entender, desde sus contextos, qué significan esas descripciones aparentemente negativas, para comprender mejor cómo funcionan los pactos nuevo y antiguo (en relación con el pacto de gracia que resuelve el pecado) y su arquetipo, el pacto eterno, y cómo esos pactos antiguo y nuevo se relacionan con nuestra vida. Estos son los cuatro conceptos clave a tener en cuenta a medida que avanzamos:.
- Cuando el Nuevo Testamento discute en conjunto el antiguo y el nuevo pacto, lo hace presentando una serie de contrastes que los distinguen entre sí. En cada caso, identificaremos esos contrastes y destacaremos el significado de los componentes más vitales entre ellos.
- El «código» que revela el significado de la discusión en el Nuevo Testamento acerca de los pactos antiguo y nuevo es reconocer y apreciar sus dimensiones históricas y experienciales. Hay pactos históricos antiguos y nuevos, y hay aspectos experiencia/es de pactos nuevos y antiguos que se basan en las respuestas de los creyentes a los pactos. Esas respuestas contrastantes a los pactos también pueden denominarse pactos antiguos y nuevos basados en la experiencia. Este punto se ha discutido en lecciones anteriores.
- Ya sea que las discusiones giren en torno a temas científicos, filosóficos o teológicos, es ampliamente aceptado que el mejor modelo debe tener la mayor fuerza explicativa y la menor carga académica. Esta es una verdad que se cae del árbol. Si bien pocos modelos en cualquier actividad académica están en capacidad de responder todas las preguntas que se pudieran plantear, o de resolver todas las discrepancias concebibles, el mejor modelo será el más coherente, el que contenga menos incoherencias y más correspondencias entre los datos disponibles. En los círculos teológicos, a lo que a menudo se hace referencia es al «peso de la evidencia», es decir, a la preponderancia y coherencia de la evidencia mediante la cual se «establece» un asunto en particular. Dicho de manera más simple: ¿Qué modelo tiene más sentido, parece más coherente y suscita la menor cantidad de incongruencias en base a los datos disponibles?
- Debemos esforzarnos en oración para no imponer una interpretación a un texto, sino permitir que cada pasaje, dentro de su contexto, se interprete a sí mismo. Si se le dedica suficiente estudio en oración, cada pasaje, dentro del contexto más amplio de la Escritura en su conjunto, debería guiarnos hacia una interpretación correcta.
Respira hondo, disponte al estudio en profundidad y adopta un espíritu humilde y de oración. ¡Continuemos con el desafío!
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- Copia de tu versión preferida de la Biblia Gálatas 4: 21-5: 1.
- Si tienes poco tiempo, copia únicamente Gálatas 4: 28 al 5: 1.
- También puedes parafrasear el pasaje o hacer un bosquejo..
inTerioriza
Sopesando las evidencias históricas
En Gálatas 4: 24 Pablo usa una frase que solo aparece una vez en toda la Biblia: «dos pactos» (RV95) o «dos alianzas». Todos los eruditos están de acuerdo en que el pasaje clave es una declaración fundamental respecto al antiguo y al nuevo pacto. Pablo, en esta mención específica y única a «los dos pactos», nos advierte de su intención de explicar cómo él entiende la naturaleza básica de los pactos antiguo y nuevo. En su forma típica, presenta los dos pactos mediante una serie de descripciones contrastantes/opuestas.
Los dos pactos Gálatas 4: 21-5: 1 (RV95)
Antiguo pacto | Nuevo pacto
- El hijo de Abraham con la esclava (4: 22). | El hijo de Abraham con la libre (4: 22).
- «Nació según la carne» (4: 23, 29-30). | Nació «en virtud de la promesa», «según el Espíritu» (4: 23, 29-30).
- «Agar […] es el monte Sinaí [en presente]; Jerusalén […] está en esclavitud» (4: 25). | «La Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre» (4: 26).
- «Perseguía al que había nacido según el Espíritu» (4: 29). | Es perseguido por el nacido según la carne (4: 29).
- «No heredará el hijo de la esclava» (4: 30). | «El hijo de la libre» heredará (4:30).
- «Sujetos al yugo de esclavitud» (5: 1). | «En la libertad con que Cristo nos hizo libres» (5: 1).
Está Pablo concibiendo aquí «los dos pactos» como pactos históricos, siendo el antiguo pacto el del Sinaí y el nuevo el pacto después de la aparición de Jesús en la historia de la humanidad? ¿o está pensando en «los dos pactos» en térmiz nos de experiencia, refiriéndose el antiguo pacto a una experiencia relacionada con el antiguo pacto y, respecto al nuevo pacto, trayendo a colación una experiencia del nuevo pacto?
¿Qué términos o frases podrían llevarnos a concluir que tiene en mente una perspectiva exclusivamente histórica: el pacto del Sinaí por un lado, y por el otro, el nuevo pacto actualizado cuando Jesús vino? Bien, el versículo 25 menciona claramente el «monte Sinaí», ¿no es así? También menciona «la actual Jerusalén» (Gál. 4: 25), que no coincide exactamente con el pacto del Sinaí pero tiene una asociación lógica. Sin embargo, otras referencias históricas nos ayudan a comprender mejor su alusión al Sinaí, a saber, sus referencias a Abraham, Agar (la «sierva»), Sara (la «libre») y los hijos de Abraham con Agar y Sara (Gál. 4: 23, 25, 28, 30). Lo que hace que esta referencia a Abraham sea tan significativa es que los eruditos no creen que Abraham tenga ninguna asociación histórica con el antiguo pacto (Sinaí). De hecho, los teólogos consideran a Abraham como un prototipo del nuevo pacto histórico en el sentido de que fue declarado justo respecto a la base de su fe {Gén. 15: 6), mientras que la opinión de algunos teólogos es que el pacto del Sinaí requería justicia mediante obras (Deut. 6: 24-25; pero, comparemos 1 Juan 3: 7, donde el apóstol emplea un lenguaje similar al referirse a los creyentes del Nuevo Testamento). Para describir el pacto del Sinaí como una promoción de la justicia por las obras uno debe ignorar el énfasis en la fe en todo el Antiguo Testamento. Jesús mismo afirmó que la «fe» ¡era una de «las enseñanzas más importantes de la ley»! (Mat. 23: 23). Cuando Pablo afirma en otro lugar que «la ley no se basa en la fe» {Gál. 3: 12), no estaba contradiciendo a Jesús sino describiendo su relación anterior con la ley, al contrario de lo que Dios deseaba, tomando en cuenta la forma en que él y muchos de sus colegas se habían relacionado con la misma: en una forma legalista y no por medio de la fe (Fil. 3: 1-6).
En Gálatas 4: 22 se presenta a Abraham como ejemplo tanto del antiguo pacto como del nuevo pacto. ¿Cómo es posible? ¿Compartieron Abraham y la comunidad del Sinaí algo común que pudiera ayudarnos a comprender esto? ¡En efecto! La experiencia de Abraham con Agar mostró una respuesta experiencia! a la promesa del pacto de Dios y relacionada con el pacto antiguo, en cuanto a que Abraham engendró un hijo; asimismo se resalta su experiencia posterior con Sara, en la que exhibió una respuesta experiencia! relacionada con el nuevo pacto (Rom. 4: 16-22). En la promulgación de la ley en el Sinaí, Israel respondió con seguridad: «Haremos todo lo que el Señor ha ordenado» (Éxo. 19: 8), y luego erigió un becerro de oro y lo adoró como si los hubiera liberado de la servidumbre de Egipto: una respuesta clásica a la experiencia del antiguo pacto. Además, Pablo admitió que estaba usando a Agar en forma «simbólica», («alegóricamente» la mayoría de las traducciones, del griego allegoreo) como referencia al Sinaí (Gál. 4: 24: «lo cual es una alegoría», RV95). Parece que Pablo usó sus referencias históricas en este pasaje como símbolos, alegorías o ejemplos del punto de vista experiencia! que estaba defendiendo.
En la sección inTerpreta, analizaremos la evidencia de que Pablo podría estar utilizando esta presentación de «los dos pactos» con el fin de enfatizar sus dimensiones experienciales.
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Regresa al texto que has copiado y analízalo con detenimiento.
¿A qué parece apuntar?
Reemplaza los encabezados «Antiguo pacto» y «Nuevo pacto» en las dos co111 lumnas del cuadro, por «Pacto del Sinaí» y «Nuevo pacto histórico». ¿Qué interrogantes, problemas o aclaraciones, suscita dicho cambio?
Reemplázalos ahora por «Experiencia del viejo pacto» y «Experiencia del nuevo pacto». ¿Qué preguntas, problemas o aclaraciones suscita este otro cambio?
inTerpreta
Sopesando la experiencia directa
Muchos de los que enseñan acerca del nuevo pacto histórico afirman que este libera a los creyentes del Nuevo Testamento de la condenación y la continua esclavitud a la ley del antiguo pacto de los Diez Mandamientos, para vivir en la gloriosa libertad de una vida en el Espíritu. Creen esto apoyándose en gran medida en las enseñanzas de Pablo en Gálatas 4: 21-5: 1. De hecho, dependiendo de su traducción, el pasaje emplea términos y frases como «esclava», «sierva», «esclavitud», «yugo de esclavitud», «servidumbre» en varias ocasiones para describir al antiguo pacto, en contraste con «libre» y «libertad» para referirse al nuevo pacto.
Pero detente a pensarlo más detenidamente. Si estas características se refieren a los pactos antiguo y nuevo históricos, ¡entonces Dios lo que hizo fue liberar a Israel de la esclavitud física en Egipto para luego colocarlo bajo un sistema de esclavitud espiritual aún más devastador y desesperado, pero en el Sinaí! Además, ¡la libertad espiritual no habría estado asequible para nadie hasta que Jesús llegara a formar parte de la historia humana! ¿Qué efecto tendría este concepto sobre el evangelio de Moisés (Sal. 103)? Sería en vano buscar una sola referencia en el Antiguo Testamento donde se describa el pacto del Sinaí como un sistema de esclavitud.
El segundo contraste más utilizado para comparar el antiguo pacto y el nuevo es el que se observa en nuestro texto donde se refiere a «la carne» (antiguo pacto, vv. 23, 29) y luego al «Espíritu» (nuevo pacto, v. 29). Basado en las propias descripciones de Pablo de la guerra entre «la carne» y «el Espíritu» (Rom. 8: 4-14), estas no podrían representar los pactos históricos. Si el pacto del Sinaí fuera verdaderamente un pacto de «la carne», Dios habría requerido que su pueblo viviera según «la carne» y por lo tanto no tendría «parte en el reino de Dios» (Gál. 5: 19, 21). Además, si el nuevo pacto de Gálatas 4 es el histórico, entonces nadie podría nacer «por obra del Espíritu» hasta que Jesús viniera (Gál. 4: 29), ni tampoco vivir por «el Espíritu».
Pero quizá el contraste más significativo que hace Pablo en su lista de Gálatas 4, y que distingue las dos alianzas, es su afirmación categórica de que todo el que está sujeto al antiguo pacto «no puede compartir la herencia [del griego, kleronomeo,… CV heredero, heredar]» que pertenece exclusivamente al nuevo pacto (Gál. 4: 30). Casi sin excepción, ese término griego se usa en el Nuevo Testamento para referirse a la vida eterna, la herencia preparada para los salvos (Mat. 5: 5; 19: 29; 25: 34; 1 Cor. 6: 9-10; Gál. 3: 29; 5: 21; 4: 6-7). Si el antiguo pacto que Pablo describe en este pasaje es el pacto del Sinaí, entonces ningún miembro de la comunidad presente en el Sinaí (o ninguno de sus descendientes durante generaciones hasta la llegada histórica de Jesús) heredará el reino preparado para el pueblo de Dios desde la creación del mundo, sin importar ¡cuán fielmente vivieron apegados al pacto que Dios les dio y les pidió que obedecieran, o cuán grande fue su fe en Jehová! Sería como decir que todo el que vivió antes de que Jesús viniera, «jamás tendrá parte en la herencia» (Gál. 4: 30, NVI; Heb. 11).
Pablo parece haberse desviado de su camino para asegurar a sus lectores que cuando piensa en «los dos pactos», a menudo, si no a veces exclusivamente, piensa en las respuestas humanas y los elementos experiencia/es, no en los pactos históricos. Los pactos históricos compartían el mismo ADN espiritual e hicieron los mismos llamamientos evangélicos de carácter eterno a todo aquel que respondiera motivado por la dirección divina. Los destinos eternos de quienes escucharon su invitación dependían de la forma en que respondieran a esos llamamientos, no del momento histórico en que vivieron, o bajo cuál alianza histórica.
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Después que hayas repasado el texto que has copiado y resaltado,
¿Qué preguntas te surgen? ¿Qué partes del pasaje te parecen más difíciles?
Tomando en cuenta la información que poseemos, ¿qué explicación es más coherente respecto a «los dos pactos» de Gálatas 4: 21-5: 1, que representan el pacto antiguo histórico y el nuevo, o que son dos respuestas al evangelio? Una de esas respuestas conduce a la muerte, la otra lleva a la vida eterna.
inVestiga
- Isaías 58: 6
- Juan 8: 34-36
- Santiago 1: 25-2: 12
- Lucas 4: 16-19
- Romanos 6: 16-22
- 2 Pedro 2: 18-21
- Filipenses 3: 4, 6-10
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¿Qué relación consideras que tienen estos pasajes bíblicos con el texto clave?
¿Qué otros versículos o promesas crees que están relacionados con Gálatas 4:21-5:1?
inVita
¿Liberados para luego ser esclavizados?
Jesús emerge de nuestro pasaje como el Arquitecto y Campeón de la libertad. El pasaje comienza dirigiéndose a «los que desean estar bajo la ley» (Gál. 4: 21), conceptos del código bíblico utilizados para referirse al legalismo, la esclavitud espiritual suprema: intentar obtener una posición justa y seguridad eterna ante Dios mediante una vida impecable, algo que Pablo entendió por experiencia personal (Fil. 3: 3, 6-9). La esclavitud del legalismo radica en que uno nunca sabe si está siendo lo suficientemente bueno como para satisfacer a Dios.
El pasaje se cierra con la declaración de que «Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud» (Gál. 5: 1). Jesús no esperó hasta el momento en que vino a vivir entre nosotros para tomar el manto de defensor de la libertad. En su papel como el Jehová del Antiguo Testamento, definió la religión verdadera, enfatizando su compromiso personal y social para «romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos» {Isa. 58: 6, NVI). El salmista ensalzó la ley de Dios por propiciar una vida de libertad (Sal. 119: 45); Santiago más tarde retomaría ese tema, citando tanto partes de los Diez Mandamientos como de la ley del Antiguo Testamento relacionadas con la idea de amar al prójimo, etiquetando la ley de Dios como «la ley de la libertad» (Sant. 1: 25).
Cuando Jehová vino a la tierra como Jesús,
- adoptó como suya la declaración de misión mesiánica profetizada de «anunciar libertad a los presos; poner en libertad a los oprimidos» (Luc. 4: 18; cf. Isa. 61: 1-2);
- definió la esclavitud en su nivel más profundo: «Todos los que pecan son esclavos del pecado» (Juan 8: 34); e
- identificó la libertad en su nivel más elevado: «Si el Hijo los hace libres, ustedes serán verdaderamente libres» (Juan 8: 36).
Es posible estar libre de cualquier opresión física, y aun así estar perdido en la esclavitud espiritual. Pedro habló de los que predican a otros «siendo ellos mismos esclavos de la corrupción; porque todo hombre es esclavo de aquello que lo ha dominado» (2 Ped. 2: 19).
La esclavitud del pecado es inducida a través del engaño y mantenida por la fuerza bruta. Intenta atraernos ofreciéndonos «libertad» de las restricciones divinas y ofreciéndonos también los «beneficios» de la autorrealización personal y de no tener que depender de nadie. Pero finalmente conduce a esclavizantes adicciones. Algunas de ellas quizá no sean «malas», o aparentemente dañinas; sencillamente son interesantes, entretenidas, informativas, y nos mantienen al tanto de lo que está sucediendo. Pero también absorben nuestro tiempo y se interponen en el camino de las mejores cosas que deseamos lograr. Peor aún, nos aíslan de Aquel que es el único arquitecto y campeón de la libertad y que puede ayudarnos a ser «verdaderamente libres».
La libertad que ofrece Jesús encierra una hermosa ironía. En contraste con la esclavitud inducida y mantenida sobre los demás por la fuerza, hay una «esclavitud» ganada por el amor altruista y elegida con libre albedrío, en un compromiso voluntario de amar y servir al prójimo, el tipo de compromiso que uno contrae en el matrimonio para amar y servir al otro «en las buenas y en las malas ( … ) hasta que la muerte nos separe». Las dos esclavitudes son dos universos completamente distintos. ¡Cuando Jesús nos libera realmente, un deseo despertado por el amor anhelará estar ligado a Aquel que nos liberó! Pablo escribió: «Habiendo sido libertados del pecado, ustedes se han hecho siervos de la justicia» (Rom. 6: 18). Una de las más preciadas definiciones que los autores del Nuevo Testamento hicieron de sí mismos es la de «siervo» o «esclavo» (del griego, doulos) de Jesucristo (Rom. 1: 1; 2 Pedro 1: 1; Apoc. 1: 1).
«Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud» (Gál. 5: 1).
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Reflexiona de nuevo en Gálatas 4: 21-5: 1.
¿Qué te está diciendo Jesús a través de estos versículos?
¿En qué sentido puedes ver a Jesús en forma diferente o identificar algún rasgo nuevo de él?
¿Cómo respondes al ver a Jesús de esa manera?
«¡Cristo nos libertó!» ¿Hasta qué punto consideras que has experimentado esa libertad en tu peregrinaje espiritual?
imPlícate
Lo mismo
«El nuevo pacto se estableció sobre “mejores promesas'; la promesa del perdón de los pecados, y de la gracia de Dios para renovar el corazón y ponerlo en armonía con los principios de la ley de Dios. “Pero este es el pacto que haré con la casa de srael después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en sus mentes, y la escribiré en su corazón. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado” (Jer. 31: 33, 34).
»La misma ley que fue grabada en tablas de piedra es escrita por el Espíritu Santo sobre las tablas del corazón. En lugar de establecer nuestra propia justicia, aceptamos la justicia de Cristo. Su sangre expía nuestros pecados. Su obediencia es aceptada en nuestro favor. Entonces el corazón renovado por el Espíritu Santo producirá los frutos del Espíritu. Mediante la gracia de Cristo viviremos obedeciendo a la ley de Dios escrita en nuestro corazón. Al poseer el Espíritu de Cristo, andaremos como él anduvo. Por medio del profeta, Cristo declaró respecto a sí mismo: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado; y tu Ley está en medio de mi corazón” (Sal. 40: 8). Y cuando vivió entre los hombres, dijo: “No me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre” Uuan 8: 29).
»El apóstol Pablo presenta claramente la relación que existe entre la fe y la ley bajo el nuevo pacto. Dice: ‘1ustincados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo’'. ¿Luego por la fe invalidamos la ley? ¡De ninguna manera! Más bien confirmamos la ley''. “Lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros, que no andamos conforme a la carne, mas conforme al Espíritu” (Rom. 5: 1; 3: 31; 8: 3-4).
»La obra de Dios es la misma en todos los tiempos, aunque hay distintos grados de desarrollo y diferentes manifestaciones de su poder para suplir las necesidades de los hombres en los diferentes siglos. Empezando con la primera promesa evangélica, y siguiendo a través de las edades patriarcal y judía, para llegar hasta nuestros propios días, ha habido un desarrollo gradual de los propósitos de Dios en el plan de la redención. El Salvador simbolizado en los ritos y ceremonias de la ley judía es el mismo que se revela en el evangelio. Las nubes que envolvían su divina forma se han esfumado; la bruma y las sombras se han desvanecido; y Jesús, el Redentor del mundo, aparece claramente visible. El que proclamó la ley desde el Sinaí, y entregó a Moisés los preceptos de la ley ritual, es el mismo que pronunció el sermón sobre el monte. Los grandes principios del amor a Dios, que él proclamó como fundamento de la ley y los profetas, son solo X una reiteración de lo que él había dicho por medio de Moisés al pueblo hebreo: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. Y “amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Deut. 6: 4, 5; Lev. 19: 18). El Maestro es el mismo en las dos dispensaciones. Las demandas de Dios son las mismas. Los principios de su gobierno son los mismos. Porque todo procede de Aquel “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Sant. 1: 17)».-Elena G. DE White, Patriarcas y Profetas, cap. 342, 343
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¿En qué sentido la convicción de que existe un mismo pacto con dos respuestas diferentes altera tu relación con Dios?
inQuiere
Comparte con tu clase de Escuela Sabática, o con tu grupo de estudio de la Biblia, algunas ideas del versículo que has memorizado y del estudio de la Biblia de esta semana, así como cualquier otro dato, observaciones y preguntas.
Plantéate con el resto del grupo las siguientes reflexiones y cómo aplicarlas en la vida real.
¿Cuán difíciles te han parecido las lecciones del presente trimestre hasta la fecha? No te desanimes, sigue adelante con el estudio.
¿Cuáles consideras que son las ideas de mayor peso de la lección de esta semana?
Describe las dos servidumbres en tus propias palabras.
¿En qué sentido catalogar los dos pactos como «reacciones» contribuye a entender la tirantez entre ambos?
¿Qué problemas obvios surgirían si los dos pactos fueran sistemas de salvación opuestos?
¿Cómo le explicarías lo anterior a una persona que se considera un cristiano «del nuevo pacto»?
¿Cómo le responderías a una persona que emplea un versículo de Gálatas 4: 21-5: 1 como argumento de que guardar el sábado constituye una servidumbre espiritual?
¿Has podido ver una cadena de libertad, sanidad y esperanza en Jesús a través de la Biblia?
"DESCIFRANDO LOS PACTOS"
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Dios lo bendiga!!!
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