Lección Joven Descifrando los pactos, Lección de escuela Sabática Joven 2do Trimestre 2021
Lección 5: Para el 01 de mayo de 2021
"EL VERDADERO CONFLICTO" ENTRE LOS PACTOS
inTro
A menudo, los libros de teología sobre los pactos dan la impresión de que la intensa descripción del Nuevo Testamento de los contrastes entre el antiguo y el nuevo pacto tiene a la vista de manera exclusiva al antiguo pacto histórico que Dios hizo con su pueblo en el Sinaí y al nuevo pacto histórico que Jesús instituyó durante la Última Cena. Si bien hemos notado algunas diferencias significativas entre estos dos pactos (los diferentes rituales de cada uno, etc.), también hemos visto que en los niveles más fundamentales comparten el mismo ADN que los define espiritualmente, así como también comparten el evangelio de Cristo. Estos dos grandes pactos, en sus respectivas dispensaciones históricas, fueron gemelos en el evangelio. El nuevo pacto fue más esclarecedor así como letal para el reino de las tinieblas, por que Jesús vino a morir y «con su sangre confirmó su alianza eterna» (Heb. 13: 20), para ratificar el pacto de gracia que nos fue dado «en Cristo Jesús desde la eternidad» (2 Tim. 7: 9, LBLA).
Puede que te resulte útil revisar la ilustración incluida en la lección 1, que describe la cronología histórica de los pactos, incluyendo los pactos antiguo y nuevo y su relación común con «el evangelio eterno». No existe ningún conflicto entre los pactos históricos de Dios. Más bien, dichos pactos, como aliados, le hacen la guerra al enemigo de las almas a través de su oferta común de salvación incluida en el «evangelio de Jesucristo». Una oferta extendida a un mundo que está en crisis y que se ve amenazado con la ruina total a causa de la pandemia del pecado.
El texto clave de esta semana, Romanos 8: 1-17, se centra en el «conflicto» interno entre los pactos. Satanás no puede cambiar el evangelio. Es una realidad objetiva que:
- Dios perdona los pecados;
- reconcilia consigo mismo a las personas nacidas en el foso del pecado; y
- escribe su ley en los corazones de aquellos que le responden con fe y con una obediencia generada por la fe.
Se acerca el día en que todos lo conocerán, desde el menor hasta el mayor. Satanás no puede hacer nada para cambiar estas realidades. Los pactos hablan con una sola voz y lo afirman. El enemigo hará todo esfuerzo posible para mantener a la gente alejada del evangelio, para cegarlos de tal manera que no vean el amor pactual de Dios ni las promesas divinas de redimirnos del abismo del mal y del pecado mientras nos colma de amor y compasión (cf Sal. 103: 4). El diablo procura apartar del evangelio, de cualquier forma posible, a todo el que lo haya escuchado, para que lo rechace frontalmente. Por otro lado, también intenta llevarlos a que «acepten» el evangelio y se relacionen con el mismo de una manera equivocada, que los lleve a creer que están a salvo aunque no sea así.
El verdadero «conflicto» entre los pactos no es entre los pactos históricos de Dios, sino que es experiencia[ y relacional. Dios no obligará a nadie a aceptarlo a él ni a aceptar su amor por el ser humano. Su amor nos atrae, nos corteja, pero no nos obliga a someternos a él. Todos escucharán el evangelio de una forma u otra, a pesar de la oposición de Satanás (Juan l: 9), y todos responderán de una forma u otra,
- ya sea mediante una experiencia relacionada con el antiguo pacto (rechazo, legalismo), que conduce a una pérdida total; o
- con una experiencia vinculada con el nuevo pacto (fe y obediencia generada por la fe) que conduce a la vida.
La Biblia describe todo esto como una guerra entre «la carne» y «el Espíritu».
Bienvenidos al verdadero «conflicto» entre los pactos.
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- Copia de tu versión preferida de la Biblia Romanos 8: 1-17.
- Si tienes poco tiempo, escribe Romanos 8: 4-14.
- También puedes parafrasear el pasaje o hacer un bosquejo del capítulo.
inTerioriza
La naturaleza del conflicto
En el Nuevo Testamento, los términos «carne» (del griego sarx) y «espíritu» (del griego pneuma) se utilizan de diversas formas. «Carne» puede referirse al cuerpo (Hech. 2: 26), o a personas (Mat. 24: 22); «espíritu», a la creencia en los «fantasmas» (Luc. 24: 39), al compromiso espiritual de alguien (Mar. 14: 38), o a los espíritus malignos; pero más a menudo se refiere al Espíritu Santo y a las vidas impactadas por él. Con raras excepciones, siempre que «la carne» y «el Espíritu» se usan juntos en el mismo contexto, se refieren a inclinaciones, modos de pensar y estilos de vida totalmente opuestos que conducen a destinos diametralmente separados. En estos contextos, «la carne» y «el Espíritu» son enemigos mortales que están en guerra entre sí. Si bien esto es la realidad en todo el Nuevo Testamento, la descripción más profunda de este conflicto la encontramos en el pasaje clave de esta lección, Romanos 8: 4-14 (ver cuadro).
La declaración de Jesús encontrada en Juan 3: 6 (NBLA), «lo que es nacido de la carne, carne es», se refiere a nuestro nacimiento en un foso espiritual (del cual ya hablamos en lecciones anteriores), sin esperanza alguna más allá de la presente vida. La declaración que le sigue, «lo que es nacido del Espíritu, espíritu es» (Juan 3: 6b, NBLA) se refiere al nuevo nacimiento y la conversión que tienen lugar cuando respondemos al evangelio con fe y con el deseo de tener su ley escrita en nuestros corazones, de tal manera que nuestro carácter entre en sintonía con su carácter de amor, perdón y gracia.
Romanos 8: 4-14 presenta a «la carne» como un estilo de vida completamente fuera de armonía con Dios, «apartado de la ley de Dios», con la mente fija en los deseos de la carne, trotando por el camino que conduce a la muerte eterna. En contraste, el «Espíritu» representa una vida de «paz» con Dios, con la mente enfocada en los deseos del Espíritu y en la vida eterna.
Gálatas 3: 2-6 y 5: 19-24 revela las dos formas principales en las que «la carne» se expresa. Una es la abiertamente irreligiosa (todo es válido, nadie me va a decir " lo que tengo que hacer); la otra, sorprendentemente religiosa, al menos exterior….' mente (evitando todo lo abiertamente «malo»), pero con un corazón nada espiritual (no tiene hambre ni sed de conocer más de Dios ni de su justicia; no está Ó) atento a las oportunidades para animar y bendecir a los que están dentro de su círculo de influencia). «El Espíritu», en cambio, representa una vida de «fe» y de «frutos», características manifestadas en la vida de Jesús y cada vez más evidentes en la vida de quienes están siendo santificados por el Espíritu Santo una vez que este escribe la ley en sus corazones.
La enseñanza bíblica respecto a los pactos no se podrá descifrar correctamente hasta que se entienda esta guerra entre «la carne» y «el Espíritu». En esta guerra somos tanto objetivos o posibles víctimas, como participantes, ya sea que lo decidamos personalmente o no.
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Regresa al texto que has copiado y analízalo con detenimiento.
¿A qué parece apuntar?
Selecciona un versículo del pasaje clave para memorizarlo.
- Observa el cuadro que presenta los principales contrastes neotestamentarios entre la «carne» y el «espíritu».
- Observa con detenimiento en la gráfica cada contraste horizontal, y luego los presentes en cada una de las dos columnas.
- Toma en cuenta dichos contrastes mientras meditas en la sección inVestiga de esta semana.
inTerpreta
El conflicto se convierte en algo personal
E1 conflicto espiritual al que el Nuevo Testamento se refiere como la guerra entre «la carne» y «el Espíritu» comenzó en el cielo hace miles de años con la rebelión de Lucifer. La caída de Adán creó el foso o abismo en el que nacieron sus descendientes, con naturalezas pecaminosas inclinadas a alejarse de Dios, a distanciarse del «Espíritu» y a acercarse a «la carne». El conflicto cósmico se libra entre los dos grandes poderes del bien y del mal presentes en el universo: Jesucristo y Satanás. Esta lucha se enfoca como un láser en cada corazón humano. Por un lado, está la fuerza que se empeña en esclavizarnos a «la carne»; por el otro, la que desea liberarnos en «el Espíritu». Ya sea que pasemos mucho tiempo meditando en temas de «religión» o no, sentiremos la presencia de esos dos grandes poderes, que luchan en nuestro interior. Uno nos empuja y arrastra hacia la destrucción eterna; el otro, nos ama y nos corteja, a la vez que nos guía hacia una herencia eterna a la que estábamos destinados desde el principio. No somos tan solo alumnos que estudian este conflicto; somos partícipes de él. No solo se está peleando por nuestras vidas; nosotros mismos somos soldados en esta guerra, luchamos en favor de uno de los bandos y en contra del otro.
La guerra entre «la carne» y «el Espíritu» por conquistar los corazones y las almas de los seres humanos es transgeneracional, cruza las líneas dispensacionales (Antiguo y Nuevo Testamento), con grandes consecuencias y costos en ambos lados. Si bien la guerra no se describe como «carne» contra «Espíritu» hasta la época del Nuevo Testamento, la historia de Caín y Abel da fe de la existencia y de los efectos de dicha contienda desde la caída de Adán hasta el día de hoy. La primera promesa del evangelio, realizada en el primer pacto de Jesús con el hombre y posterior a la caída (Gén. 3: 15), aseguró a Adán y a sus hijos que un descendiente de la mujer algún día ganaría el conflicto en nombre de la humanidad, aunque él sería herido en el proceso. Pero, aunque la guerra se ha ganado histórica y cósmicamente, todavía sigue vigente en cada corazón humano.
El «conflicto» entre los pactos no es entre los pactos históricos; estos pactos son socios del evangelio y están aliados contra los poderes del infierno que buscan «robar, matar y destruir» (Juan 10: 10), (observa el cuadro de la Lección 1). La guerra de los pactos se centra en la forma en que las personas responden al evangelio que se les ha presentado y al llamamiento realizado en los pactos históricos. «La carne» designa una experiencia del antiguo pacto abocada a la muerte, «el Espíritu» designa una nueva experiencia del pacto enfocada en la vida (ver cuadro, Lección 2). «La carne» y «el Espíritu» no son términos que se aplican a los pactos históricos de Dios, sino a las respuestas experienciales que surgen de esos pactos. Es difícil sobreestimar la importancia de este concepto para comprender la enseñanza del Nuevo Testamento respecto a los pactos antiguo y nuevo. Pasar por alto este punto es perder de vista por completo el atractivo evangelizador de los pactos. El llamado evangélico de los pactos de Dios ha sido prácticamente silenciado debido a siglos de incorrectas interpretaciones teológicas de las enseñanzas del Nuevo Testamento acerca del pacto antiguo y del nuevo.
En las próximas seis lecciones realizaremos una labor analítica seria para poner a prueba nuestra comprensión del tema de los pactos. Durante esta intensa investigación será de vital importancia no permitir que los árboles nos impidan ver el bosque. Mientras analizamos seis pasajes cruciales del Nuevo Testamento, a menudo mal entendidos y mal aplicados, pregúntate:
- ¿Qué me enseña el pasaje que estamos estudiando en esta lección, respecto a lo que significa responder al evangelio?
- ¿Cómo puedo evitar una experiencia del antiguo pacto que resulta en muerte, y ganar una experiencia del nuevo pacto que resulte en una vida con propósito ahora, así como en la vida eterna?
- ¿Cómo me ayuda este pasaje a alcanzar ese objetivo?
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Después que hayas repasado el texto que has copiado y resaltado,
¿Qué preguntas te surgen? ¿Qué partes te parecen más difíciles?
¿Qué otros principios y conclusiones puedes identificar en este texto bíblico?
¿Has experimentado en tu interior la lucha entre «la carne» y «el espíritu»? De ser así, ¿en qué momentos pareces estar más consciente de esa lucha?.
inVestiga
- Juan 1: 3-6
- Hebreos 2: 14-18
- 2 Corintios 5: 20-21
- Gálatas 1: 2-6
- Hebreos 4: 14-16
- Romanos 5: 20
- Gálatas 5: 19-24
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¿Qué relación consideras que tienen estos pasajes bíblicos con el texto clave?
¿Qué otros versículos o promesas consideras están relacionados con Romanos 8:1-17?
inVita
Jesús y el conflicto
Si bien es posible que jamás comprendamos plenamente la relación entre la naturaleza humana y divina de Jesús y la forma en que su muerte sustitutiva en favor nuestro obra en la legislación divina, las Escrituras hacen numerosas declaraciones acerca de él y de su ministerio. Adán fue creado a imagen y semejanza de Dios, con una naturaleza inclinada hacia Dios: era por naturaleza desinteresado, amoroso, trataba a los demás como le gustaría ser tratado. Después de su caída, sus descendientes nacieron en el foso del pecado, con naturalezas apartadas de Dios e inclinadas hacia los deseos de «la carne». Manifestaban todas las características asociadas con el pasaje de Romanos 3: 10-19. Por eso debemos «nacer de nuevo», convertirnos y capacitarnos mediante un poder ajeno a nosotros mismos con el fin de vivir una vida en «el Espíritu», reflejando la imagen y semejanza de Dios e intentando marcar una diferencia positiva en la vida de los demás.
Jesús nació en el abismo o foso del pecado, y «era preciso que en todo se asemejara a sus hermanos» (Heb. 2: 17, NVI), «tentado en todo como nosotros» (4: 15), inmerso por completo en el conflicto entre «la carne» y «el Espíritu», experimentando plenamente en su sensible corazón el tira y afloja de dicho conflicto. Aunque «en semejanza de carne de pecado» (Rom. 8: 3, NBLA), él jamás tuvo que arrepentirse, pues fue «sin pecado» desde la cuna hasta la tumba. Él «ha sido tentado en todo como nosotros, pero sin pecado» (Heb. 4: 15, NBLA; cf 2 Cor. 5: 20-21). Por tanto, Jesús, mediante su vida sin pecado y su muerte expiatoria, pudo «de esta manera condenar al pecado en esa misma condición débil» (Rom. 8: 3). Lo hizo para que nosotros podamos cumplir con las justas exigencias de la ley, «pues ya no vivimos según las inclinaciones de la naturaleza débil, sino según el Espíritu» (Rom. 8: 4).
Cuando Jesús vino a la tierra como Jehová encarnado, no se aisló de la zona de guerra del conflicto, no se retrajo de la agotadora batalla entre «la carne» y «el Espíritu»; participó en esa lucha por completo. Tampoco vino solo como Jehová, sino revestido de humanidad plena, con el fin de «compadecerse de nuestra debilidad» (Heb. 4: 15). ¡Esa acción no fue algo intelectual sino experiencia!, por eso «él sabe de qué estamos hechos: sabe bien que somos polvo» (Sal. 103: 14). «Por tanto», cuando encontramos agotadora la guerra entre «la carne» y «el Espíritu», «acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios amoroso, para que o él tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de necesidad» (Heb. 4: 16, NBLA). Él está allá en su trono, invitándonos a acudir a él. En su corazón no abriga un espíritu de condenación, sino de misericordiosa compasión, «por cuanto él mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Heb. 2: 18).
Jesús ha hecho una enorme inversión en ti y se ha comprometido por entero a protegerla. Cada vez que vives una lucha espiritual entre «la carne» y «el Espíritu», él lo siente como si lo volviera a experimentar. Siempre te tiene en mente. La revelación de que «donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia» (Rom. 5: 20) es su promesa de que ha hecho una provisión en tu nombre. Si no te resistes a sus constantes esfuerzos por llevarte a un conocimiento más profundo y más elevado, no solo serás salvo, sino que serás reclutado como uno de sus soldados para participar en misiones importantes. El objetivo será ayudar a otros creyentes que necesitan ser acompañados en sus luchas. «Así pues, ahora ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús» (Rom. 8: 1).
¡Este es el mensaje de sus pactos y la respuesta que ellos suscitan!
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Reflexiona de nuevo en Romanos 8: 1-17, intentando identificar la presencia de Jesús.
¿Cómo puede Jesús pelear la batalla contra «la carne» por ti?
¿En qué sentido puedes ver a Jesús en forma diferente, o identificar algún rasgo nuevo de él?
¿Cómo respondes al ver a Jesús de esta manera?
imPlícate
No hay que desanimarse
«eDonde no solo existe una creencia en la Palabra de Dios, sino que la voluntad se somete a él; donde se le entrega el corazón y los afectos se aferran a él, allí hay fe, una fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esa fe el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado inconverso no se sujetaba a la ley de Dios ni tampoco podía, se deleita después en sus santos preceptos y exclama con el salmista: “¡Cuánto amo tu ley! Todo el día medito en ella”. Entonces la justicia de la ley se cumple en nosotros, los que no andamos “según la naturaleza pecaminosa, sino según el Espíritu”.
»Hay personas que han conocido el amor perdonador de Cristo y desean realmente ser hijos de Dios; pero reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa; y tienen la tendencia a dudar en cuanto a si sus corazones han sido o no regenerados por el Espíritu Santo. A esas personas quiero decirles que no cedan a la desesperación. A menudo tenemos que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por causa de nuestras culpas y equivocaciones; pero no debemos desanimarnos. Aunque seamos vencidos por el enemigo, no somos desechados ni abandonados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios, e intercede por nosotros. Dice el discípulo amado: ‘‘Les escribo estas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo el Justo’’. Y no olvides las palabras de Cristo: “El Padre mismo los ama''. Él desea reconciliarte con él, quiere ver su pureza y santidad reflejadas en ti. Y si tan solo estás dispuesto a entregarte a él, quien comenzó en ti la buena obra, la perfeccionará hasta el día de nuestro Señor Jesucristo. Ora con más fervor; cree más implícitamente. Cuando lleguemos a desconfiar de nuestra propia fuerza, confiaremos en el poder de nuestro Redentor y alabaremos a Aquel que es la alegría de nuestra vida.
»Cuanto más cerca estés de Jesús, más imperfecto te reconocerás; porque verás con mayor claridad tus defectos en manifiesto y evidente contraste con su perfecta naturaleza. Esta es una señal cierta de que los engaños de Satanás han perdido su poder, y de que el Espíritu de Dios te está despertando.
»No puede existir amor profundo hacia el Señor Jesús en el corazón que no comprende su propia perversidad. El alma transformada por la gracia de Cristo admirará el divino carácter de él; pero cuando no vemos nuestra propia deformidad moral damos prueba inequívoca de que no hemos vislumbrado la belleza y excelencia de Cristo.
»Cuantas menos cosas dignas de estima veamos en nosotros, más encontraremos que apreciar en la pureza y el amor infinitos de nuestro Salvador. La percepción de nuestra pecaminosidad nos impulsará hacia Aquel que puede perdonarnos. Y cuando nos demos cuenta de nuestro desamparo, al asirnos de Cristo, él se nos manifestará con poder. Cuanto más nos impulse hacia él y hacia la Palabra de Dios el sentimiento de nuestra necesidad, tanto más elevada visión tendremos del carácter de nuestro Redentor y con mayor pleniotud reflejaremos su imagen».-ELENA G. DE WHITE, El camino a Cristo, cap. 7, pp. 95-98
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¿Qué victorias necesitas experimentar en tu testimonio público y en tu caminar con Dios?
inQuiere
Comparte con tu clase de Escuela Sabática, o con tu grupo de estudio de la Biblia, algunas ideas del versículo que has memorizado y del estudio de la Biblia de esta semana, así como cualquier otro dato, observaciones y preguntas.
Plantéate con el resto del grupo las siguientes reflexiones y cómo aplicarlas en la vida real.
¿En qué forma el pacto antiguo y el nuevo han sido tus aliados en tu lucha contra el enemigo de las almas?
¿Explica de manera más amplia las dos formas en que se manifiesta el conflicto con la carne. lCuál de ellas se ha manifestado en tu vida de manera más patente?
¿En qué sentido te ayuda el folleto de este trimestre a comprenderlo mejor y a responder como Dios espera?
¿De qué forma se manifestó el conflicto en la vida de Cristo?
¿Por qué es de vital importancia entender la complementariedad de los dos pactos? ¿En qué forma ese conocimiento puede afectar tu vida y tu desarrollo espiritual?
Comparte alguna experiencia personal en que «el espíritu le ganó a la carne». En caso de que no lo hayas experimentado, explica las causas.
"DESCIFRANDO LOS PACTOS"
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Dios lo bendiga!!!
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