Fe Real | Lección 9: Evitemos juzgar a los demás | 1er Trimestre 2024 | Año A
Lección 9 Fe Real:
Evitemos juzgar a los demás
¿QUIÉN ENTIENDE DE VERDAD A UN ELEFANTE?
(Esta es una ilustración y nada más. ¿Qué relación podría tener con las citas bíblicas de la siguiente página?)
Tal vez recordamos un poema muy parecido a esta historia que leímos hace algunas semanas. Todavía hay una lección que debemos aprender al respecto.
Hace mucho tiempo vivían seis ancianos sabios en un pueblo de la India. Todos eran ciegos, y los habitantes del pueblo apreciaban mucho a estos ancianos y los protegían. Como estos hombres no podían ver el mundo por sí solos, tenían que imaginarse muchas de sus maravillas. Es por ello que escuchaban cuidadosamente las historias que contaban los viajeros para aprender todo lo que pudieran sobre la vida más allá de su pequeño pueblo.
A los ancianos les daban curiosidad muchas de las historias que escuchaban, pero especialmente les llamaban mucho la atención los elefantes. Habían oído que los elefantes podían derribar bosques, llevar pesadas cargas y asustar a grandes y chicos con el fuerte sonido que emitían de sus trompas. Pero también sabían que la hija del rajá montaba un elefante cuando paseaba por el reino de su padre. ¿Cómo podía el rajá permitir que su hija se acercara a semejante criatura peligrosa?
Los ancianos hablaban día y noche sobre los elefantes.
—Un elefante debe ser un gigante poderoso —exclamó el primer anciano ciego.
Había oído decir que los elefantes eran usados para derribar bosques y construir caminos.
—No, yo creo que no es así —respondió el segundo anciano ciego—. Los elefantes seguramente son dóciles y simpáticos, ya que una princesa puede montarse en su lomo.
—¡Ustedes están equivocados! Yo he escuchado que un elefante puede atravesar el corazón de un hombre con sus terribles colmillos —dijo el tercer anciano ciego.
—¡Por favor! —dijo el cuarto anciano ciego—. Ninguno tiene razón. Los elefantes son una especie de vacas gigantes. Ustedes saben cómo exagera la gente.
—Yo estoy seguro de que los elefantes son algo mágico —dijo el quinto anciano ciego—. Eso explica por qué la hija del rajá puede montarse encima de él y pasear por el reino sin que le pase nada.
—Yo no creo que los elefantes existan —declaró el sexto anciano ciego—. Creo que todos hemos sido víctimas de un mal chiste.
Finalmente los pobladores se cansaron de todos sus argumentos, y concertaron llevar a los ancianos al templo del rajá para que pudieran conocer la verdad en relación con los elefantes. Se seleccionó a un joven del pueblo para que guiara a los ancianos durante el recorrido. El anciano más pequeño puso su mano sobre el hombro del joven. El segundo anciano puso su mano sobre el hombro de su amigo, y así sucesivamente hasta que todos estuvieron listos para iniciar la marcha hasta el majestuoso palacio del rajá.
¿Creemos que esta visita resolvió sus problemas y posibilitó que los ancianos «vieran» a los elefantes de la misma manera?
Si queremos saber el resto de la historia, esperemos a que nos la cuente nuestro maestro de Escuela Sabática o bien leámosla en www.realtimefaith.net [en inglés].
Texto clave
Escoge uno de los textos de la sección del miércoles. Escríbelo aquí y apréndelo de memoria para esta semana.
Domingo
MI OPINIÓN- El papá de Josué le fue infiel a su esposa, de manera que terminaron divorciándose. Durante los años que siguieron al divorcio, Josué exteriorizó la rabia que sentía por el divorcio de sus padres metiéndose en problemas con la ley. Después de unos años, Josué finalmente decidió encarrilar su vida. Comenzó a irle bien en el colegio, consiguió trabajo por las tardes, una novia, y recibió una beca para practicar atletismo en un colegio privado. Se le abrieron las puertas para que más adelante pudiera recibir una beca para estudiar en la universidad, lo que significaría que su madre no tendría que preocuparse por pagar sus estudios. Pero un día desapareció dinero del lugar donde trabajaba, y todos comenzaron a sospechar que Josué había vuelto a las andadas. ¿Te parece justa o injusta la actitud de sus compañeros? ¿Por qué?
Lunes
¿QUÉ TRATAN DE DECIRNOS?Diferentes personas, diferentes opiniones. Algunos pensamientos que siguen representan los puntos de vista de sinceros ciudadanos del reino de Dios, pero otros no. ¿Puedes distinguir entre unos y otros? ¿En qué se comparan estos pensamientos con lo que Dios dice en su Palabra? Después de repasar los textos de la sección «Dios dice...», escribe un párrafo que exprese tu opinión. Preparémonos para exponer lo que hemos escrito en la Escuela Sabática.
- «Nosotros deberíamos ser benévolos en nuestros juicios, porque es posible que los errores de los demás hayan sido los nuestros si hubiésemos estado en sus zapatos». —Françoise D. Alsaker, profesor universitario y escritor suizo contemporáneo.
- «Cuando juzgamos a otro no estamos definiendo a esa persona, sino a nosotros mismos». —Wayne Dyer, escritor y psicoterapeuta estadounidense contemporáneo.
- «Si juzgamos a los demás no tendremos tiempo para amarlos». —Madre Teresa de Calcuta, misionera católica albanesa del siglo XX.
- «No juzguemos a nadie si carecemos de compasión». —Anne Mc Caffrey, escritora de ciencia ficción contemporánea estadounidense.
- «No juzguemos a nadie hasta que hayamos recorrido dos veces la luna en sus mocasines». —Proverbio de los indios norteamericanos.
- «Nunca juzguemos, y así nunca estaremos equivocados». —Jean Jacques Rousseau, filósofo político, educador y ensayista francés (nacido en Suiza) del siglo XVIII.
- «Si juzgamos, seamos comprensivos. Si juzgamos, investiguemos». —Séneca, filósofo y estadista romano del siglo I.
- «Seamos curiosos, pero no juzguemos». —Walt Whitman, poeta estadounidense del siglo XIX.
- «Ni siquiera Dios tiene pensado juzgar a las personas antes de que mueran. Entonces, ¿por qué vamos a hacerlo nosotros?». —Desconocido.
Escribe tu propio pensamiento
«Yo digo que…
Martes
¿Y ENTONCES?- Estamos viviendo una edad en la cual lo que nuestros amigos piensan de nosotros tal vez nos parezca más importante que lo que piensan los adultos que nos rodean. Es probable que ya contemos con un grupo de amigos con quienes juntarnos. Tal vez ellos comparten nuestros mismos intereses, las cosas que nos gustan y lo que no nos gusta, lo que hacemos en nuestro tiempo libre, y la música que escuchamos. Es por ello que acaso no haya espacio en nuestra cabeza para alguien más. En cierta medida, no hay nada malo en ello.
- Los buenos amigos nos ayudarán a vivir esta etapa difícil de nuestra vida en la que pareciera que nuestra mente y nuestro cuerpo piensan por separado y nunca están de acuerdo. Así que si nos sentimos avergonzados de nosotros mismos, lo más probable es que tampoco queramos estar con alguien que nos avergüence en nuestro círculo social. Desafortunadamente, en vez de ser compasivos hacia aquellos que no son como nosotros, tenemos la tendencia a excluir a esas personas de nuestra vida basando nuestro juicio en la apariencia externa de los demás.
- Jesús dijo que tenemos que evitar esta actitud. Él es el mejor ejemplo de alguien que no juzga ni excluye a los demás. Trató a todos con respeto y preocupación, incluso cuando señaló aspectos de sus vidas que estaban claramente en contra de la Ley de Dios. Nosotros tenemos la posibilidad de cambiar, permitiendo que otros sean incluidos en nuestro grupo, negándonos a participar cuando alguien se dedique a hablar mal de otras personas y dando pequeños consejos que ayuden a las personas a llevarse bien con los demás.
- ¿Y si no lo hacemos? A lo mejor un día estaremos en la misma posición de ellos, y seremos tratados de la misma manera en que nosotros los tratamos. Así lo dice Dios.
Miércoles
DIOS DICE…- Mateo 7: 1-3
«No juzguen a otros, para que Dios no los juzgue a ustedes. Pues Dios los juzgará a ustedes de la misma manera que ustedes juzguen a otros; y con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les dará a ustedes. ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo?». - Juan 5: 22
«Y el Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado a su Hijo todo el poder de juzgar». - Juan 7: 24
«No juzguen ustedes por las apariencias. Cuando juzguen, háganlo con rectitud». - Juan 8: 15
«Ustedes juzgan según los criterios humanos. Yo no juzgo a nadie». - Romanos 2: 1
«Por eso no tienes disculpa, tú que juzgas a otros, no importa quién seas. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos». - Santiago 2: 12
«Ustedes deben hablar y portarse como quienes van a ser juzgados por la ley que nos trae libertad». - Santiago 4: 11, 12
«Hermanos, no hablen mal unos de otros. El que habla mal de su hermano, o lo juzga, habla mal de la ley y la juzga. Y si juzgas a la ley, te haces juez de ella en vez de obedecerla. Solamente hay uno que ha dado la ley y al mismo tiempo es Juez, y es aquel que puede salvar o condenar; tú, en cambio, ¿quién eres para juzgar a tu prójimo?». - (Versículos adicionales: Juan 12: 47; Romanos 12: 12, 13).
Jueves
¿QUÉ TIENE QUE VER CONMIGO?- Dios nos dice que él, por medio de su Hijo Jesucristo, es el único que puede juzgar a las personas. Y no podríamos esperar otra cosa. Él fue quien nos creó, y Jesús nos mostró la vida que tenemos que vivir. Ningún otro en la historia experimentó la clase de tentaciones que enfrentó Jesús y la clase de rechazo que él sufrió. Solo él entiende la experiencia de cada persona que ha habitado y habitará este mundo.
- De manera que, si no podemos tener la experiencia de Jesús, ¿qué nos da el derecho de juzgar? No existe nada ni nadie que nos permita juzgar a otros. Lo único que podemos hacer es pedir a Dios que nos ayude a desarrollar la gracia de mirar a otros a través de sus ojos, de escuchar sus experiencias y actuar en consecuencia. Aunque ellos estén haciendo algo que Dios prohíbe, él no nos pide que los condenemos sino que los ayudemos.
- ¿Qué pasa si no lo hacemos? Jesús mismo nos dice que tal como nosotros juzgamos, así seremos juzgados. Recordemos alguna ocasión en la que hayamos sido juzgados de manera injusta. ¿Cómo nos sentimos? ¿De qué manera haríamos las cosas diferentes la siguiente vez?
- Recordemos que nuestro Dios es el Dios de las segundas oportunidades. Si alguna vez hemos juzgado a alguien injustamente, comprometámonos, por medio de su poder, a no hacerlo nuevamente.
Viernes
¿CÓMO FUNCIONA?¿Recordamos el proverbio «No juzguemos a nadie hasta que hayamos recorrido dos veces la luna en sus mocasines»? Recordemos las experiencias que hemos tenido cuando hemos sido juzgados o cuando hemos juzgado a otros. Pensemos en otras formas de experimentar lo que otros han experimentado a fin de entenderlos. Por ejemplo: No juzguemos a otros hasta que hayamos comido la comida que hayan comido. Tomemos un lápiz y escribamos algunas de nuestras ideas en el siguiente espacio:
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Dios les bendiga!!!
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