Lección 11 de Primarios
¡MORDEDURA DE SERPIENTE!
Textos clave y referencias:
Números 21:4-9; Patriarcas y profetas, cap. 38, pp. 404-408.
Versículo para Memorizar:
“Tengan fe en Dios”
(Marcos 11:22).
Mensaje:
Adoramos a Dios cuando tenemos fe en él.
Números 21:4-9; Patriarcas y profetas, cap. 38, pp. 404-408.
Versículo para Memorizar:
“Tengan fe en Dios”
(Marcos 11:22).
Mensaje:
Adoramos a Dios cuando tenemos fe en él.
¿Te pidieron alguna vez tus padres que hicieras algo que no querías hacer? Tal vez no entendías lo que ellos querían que hicieras, pero los obedeciste porque tenías fe en ellos. Creías que querían lo mejor para ti. Algo parecido les sucedió a los is raelitas. Vamos a leer más acerca de ello.
El pueblo de Dios había estado vagando por el desierto durante cuarenta años.
En cuarenta años se pueden gastar muchos pares de sandalias. Se pueden gastar muchas prendas de vestir. También te pueden salir muchas ampollas y se te pueden hinchar los pies.
Los israelitas ya habían estado antes en la frontera de la tierra prometida, pero Dios los había enviado de regreso al desierto por su incredulidad y desobediencia. Pero no los abandonó. Cada día de esos cuarenta años les envió maná para comer. Tenían agua para beber. Sus zapatos y ropa nunca se gastaron. Sus pies nunca se hincharon ni ampollaron. Y no los molestaron las enfermedades, los escorpiones ni las serpientes del desierto.
Ahora nuevamente el pueblo de Israel se encontraba al borde mismo de la tierra prometida. Estaban tan cerca que podían ver los hermosos valles y los verdes campos. Y les pareció injusto haber pasado cuarenta años en el desierto. Se irritaron con Moisés. ¿Por qué no estamos allí todavía?, pensaron. Y murmuraron entre ellos. Entonces se empezaron a quejar de Dios y de Moisés.
—¿Por qué nos trajiste de Egipto a morir en este desierto? —le dijeron a Moisés—. ¡No hay agua! ¡No hay pan! ¡Y estamos cansados de este maná! No apreciaban lo que Dios había hecho por ellos para que estuvieran seguros. No les importaba que Dios preservara su ropa para que no se les desgastara. No estaban contentos de haber pasado tanto tiempo en un desierto caliente y polvoriento. Y acusaron a Dios de causarles todas aquellas molestias.
Pobre Moisés. Ya había escuchado eso antes. Trató de hacerles ver la forma en que Dios los había guiado.
Les trató de mostrar las muchas maneras como Dios los había cuidado, pero ellos no quisieron escuchar. Parecía que lo único que podían hacer era quejarse. Finalmente, Dios decidió retirarles su protección y dejarlos que vieran lo que pasaría.
Las serpientes venenosas que vi vían en el desierto pronto llenaron el campamento. Y muchos de los israelitas fueron mordidos por esas serpientes. En casi todas las carpas alguien había muerto o alguien estaba muriendo. Nadie estaba seguro contra el veneno de las serpientes. Una vez que los mordía una serpiente, morían enseguida.
No les llevó mucho tiempo a los israelitas darse cuenta de lo mal que habían actuado.
—Pecamos al quejarnos de ti y de Dios —le dijeron a Moisés—. Por favor —le rogaron—, ora a Dios para que se lleve lejos las serpientes.
Moisés oró y el Señor lo escuchó. Dios le dijo que hiciera una serpiente de bronce y la colocara en un poste. Si alguien que hubiera sido mordido por una serpiente, miraba a la serpiente de bronce, viviría. Moisés hizo la serpiente de bronce tal como Dios le dijo. Y las personas que miraban esa serpiente sanaban.
Pero algunas personas no podían creer que por mirar a una serpiente en un poste podían salvarse. No tuvieron fe en Dios. Eligieron no seguir sus instrucciones y no miraron hacia el poste con la serpiente de bronce. Y como no tuvieron fe ni confiaron en Dios, murieron.
La serpiente en el desierto es un símbolo de Cristo, que murió por nuestros pecados. El metal no tenía en sí poder para sanar. Era la fe que se necesitaba para mirar a la serpiente lo que sanaba a los israelitas.
Años más tarde, Jesús se refirió a su muerte. La Biblia nos dice lo que dijo Jesús: “Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15). Nuestra fe en Jesús levantado en la cruz es lo que nos salva del pecado. Así que debes tener fe en Dios y creer lo que dice la Biblia.
Podemos “levantar” a Jesús en todo lo que hagamos hoy. Lo levantamos o exaltamos cuando lo adoramos y cuando le damos las gracias por salvarnos de nuestros pecados. Él es nuestro ejemplo. Lo exaltamos cuando vivimos como él vivió, cuando seguimos sus instrucciones. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, exaltamos a Jesús cuando vivimos por fe en él. Vamos a seguir alegremente su plan para nuestra vida.
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Dios les bendiga!!!
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