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Primarios | Lección 7: De la tristeza a la alegría | 4to Trimestre 2024 | Año A

Primarios | Lección 7: De la tristeza a la alegría | 4to Trimestre 2024 | Año A
Primarios | Lección 7: De la tristeza a la alegría | 4to Trimestre | Año A

Lección 7 de Primarios

DE LA TRISTEZA A LA ALEGRÍA

 

Cuando era niño, una vez me encontré con una máquina automática de vender golosinas. La máquina estaba descompuesta y me estaba dando todas las golosinas que quería sin tener que depositarle monedas. Entonces mi papá se dio cuenta de lo que estaba pasando y me hizo entregarle todas esas golosinas al dueño de la tienda. A todos nos gusta recibir algo gratis. ¿Sabías que Jesús nos da gratuitamente su amor y su gracia? ¡Y eso es mucho mejor que golosinas!


Texto y clase de referencias:
Lucas 7:11-17;
El Deseado de todas las gentes, cap. 32, pp. 288-289.
Versículo para memorizar:
“Convertiré su duelo en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría”
(Jeremías 31:13).
Mensaje:
Jesús nos da gratuitamente su amor y su gracia.

 

Jesús y sus amigos iban riendo y hablando hablando mientras avanzaban por un camino polvoriento. Estaban llegando al pequeño pueblo de Naín. El camino hacia el pueblo de Naín tenía tramos difíciles y pedregosos. Mientras caminaban Jesús había estado hablando acerca del amor de Dios hacia ellas y había sanado a los enfermos que le traían a su paso.

Ya muy cerca de Naín, se detuvo repentinamente el alegre grupo. Guardaron silencio ante un espectáculo muy triste. Se acercaba una procesión. Jesús y sus amigos se enteraron de que una mujer viuda había perdido a su único hijo. Jesús observó a esta desconsolada mujer. Su propio corazón se quebrantó al ver el dolor tan profundo de aquella pobre madre. Sintió su tristeza y su dolor al llorar por su hijo. Jesús sabía que a esa misma mujer se le había muerto su esposo tiempo atrás. Este hijo era la única persona que había estado cuidando de su madre. Pero ahora no tenía a nadie. Seguramente se iba a quedar sin dinero alguno y tendría que vivir en la calle.

La mujer iba llorando por el camino y no se dio cuenta de la presencia de Jesús. Jesús se acercó y le habló suavemente:

—No llores —le dijo.

Entonces se acercó al féretro abierto donde llevaban el cuerpo de su hijo. Los hombres que cargaban el cuerpo hicieron un alto cuando Jesús tocó el ataúd. Todos se detuvieron para ver qué iba a hacer Jesús.

Los amigos de Jesús se le acercaron. El resto de la procesión observaba en silencio.

—¿Qué irá a hacer Jesús? —se preguntaban.

Jesús vio el cadáver inmóvil del joven. Entonces, dijo en alta voz:

—¡Muchacho, a ti digo, levántate!

La fuerte voz de Jesús resonó por entre el grupo que observaba. Y de pronto, el hijo de la viuda se incorporó y comenzó a hablar.


Jesús lo tomó de la mano y lo ayudó a levantarse. (Ver El Deseado de todas las gentes, cap. 32, p. 288.) Entonces le devolvió el muchacho a su madre. La mujer y su hijo se abrazaron fuertemente. ¡Y las lágrimas de tristeza de la mujer se transformaron en lágrimas de gozo!

La gente que observaba estaba muy
asombrada. Comenzaron a alabar a Dios, diciendo: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros”.

Las noticias acerca de cómo Jesús había hecho que se suspendiera un funeral corrieron por todas partes. La gente nunca había escuchado algo como eso.

(Era la primera vez que Jesús hacía un milagro como ese.) Pero los testigos que presenciaron todo lo que hizo Jesús, se apresuraron a contárselo a otros.

Jesús tiene por nosotros el mismo amor que le mostró a la viuda y a su hijo. Ella no le pidió ayuda a Jesús. Simplemente Jesús vio sus lágrimas y su tristeza y tuvo compasión de ella. Su amor por ella y su preocupación por su sufrimiento lo hicieron hacer este milagro. Cierta mente, Jesús convirtió su tristeza en alegría.

Jesús puede también convertir nuestra tristeza en gozo y alegría. Él nos ama a cada uno de nosotros y desea vernos felices. Y convertirá muchas tristezas en alegría cuando venga otra vez. En esa ocasión sacará de la tumba a aquellos que le entregaron su corazón antes de morir. ¡Qué día de gozo tan grande será aquel! ¡Madres, padres, hijos e hijas estarán juntos otra vez para vivir con Jesús para siempre!

 

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Dios les bendiga!!!

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