Lección 11 de Primarios
LOS PASTORES ADORAN A JESÚS
Cuando recibes un regalo de cumpleaños o de Navidad, ¿le das gracias a la persona que te dio el regalo? ¡Espero que lo hagas, porque es muy importante darle gracias a la gente por sus regalos!
Lucas 2:15-20;
El Deseado de todas las gentes, cap. 4, pp. 29-33.
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad”
(Lucas 2:14).
Adoramos al Dios que nos guía.
Todavía asombrados por lo que habían visto en medio de la noche, los pastores totalmente despiertos conversaban entre sí. Ya se había alejado el coro de ángeles que los había visitado en medio de la noche.
¡Qué gran mensaje les había dado el ángel a los pastores! “Hoy les ha nacido
en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de
señal: Encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”
(Lucas 2:11, 12).
¿Podía ser verdad? ¿Encontrarían al Mesías, su Salvador, en esa ciudad cercana? Belén era conocida como la ciudad de David y se encontraba a corta distancia de las colinas donde los pastores cuidaban de sus ovejas. Pero, ¿por qué el Mesías había de estar acostado en un pesebre? Eso es lo que había dicho el ángel. ¡Un pesebre! ¿Cómo podía ser eso? ¿Podía el Mesías, el Salvador del mundo, haber venido a ellos como un bebé?
Los pastores sabían que los pequeños bebés eran envueltos en suaves piezas de tela para mantenerlos secos y abrigados. Pero los bebés estaban en casas, no en un establo lleno de animales. Todo parecía tan extraño.
—Vamos a Belén a verlo con nuestros propios ojos —dijo uno de los pastores.
—El Señor nos ha enviado este mensaje a nosotros —dijo otro de ellos.
—¡Lo que vimos fueron ángeles!, estoy seguro de ello —dijo aún un tercero—. ¡Creo que debemos ir!
Era ya muy tarde en la noche cuando los pastores dejaron sus ovejas en las colinas y se apresuraron a ir a Belén. Cuando llegaron a Belén, buscaron hasta encontrar el lugar que les había descrito el ángel. Allí, en un establo, cerca de una posada donde la gente estaba durmiendo, encontraron lo que estaban buscando: un bebé envuelto en pañales, acostado en un pesebre.
¿Cómo encontraron el establo donde nació el bebé? Seguramente Dios los guió a ese lugar. Y una vez allí, les contaron a los padres del bebé la visita del ángel y el hermoso coro de ángeles que cantaba estas palabras de alabanza:
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad”.
Juntos, en silencio y llenos de asombro, los pastores se arrodillaron delante del pesebre y adoraron a su Salvador, mientras los padres del bebé observaban la escena.
Muy pronto, ya cerca del amanecer, los pastores tuvieron que regresar a cuidar de sus ovejas. Llenos de gozo, se lo contaban a otros. Al alejarse de la ciudad, no podían guardarse para sí mismos las buenas noticias. Se las contaban a todos los que encontraban. Glorificando y alabando a Dios, hablaban asombrados acerca de la visita de los ángeles. También hablaban del bebé en el pesebre y del Dios que les había enviado el mensaje.
José y María estaban muy complacidos por la visita de los pastores. Los
invitaron gustosamente a entrar en el establo y escucharon su historia. Ellos
también estaban asombrados por todo lo que había
sucedido. Seguramente
Dios había guiado a los pastores. Y guiaría también a los padres del bebé
mientras cuidaban del precioso regalo que Dios les había dado.
Los pastores nunca olvidarían aquella noche. Habían visto el cumplimiento de
las profecías que habían estudiado por años. Dios los había guiado hasta el
Salvador y ellos lo habían adorado. Tampoco María lo olvidaría. La Biblia dice
que ella guardaba todas esas cosas en su corazón y meditaba en ellas. María
había llegado a ser la madre del Mesías, el Salvador del mundo. Sin importar
lo que pasara en el futuro, ella verdaderamente era bendita entre las
mujeres.
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Dios les bendiga!!!
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