Lección 2: Los crisoles venideros | En el crisol con Cristo | Escuela Sabática 3T 2022
Lección 2: Para el 9 de julio de 2022
LOS CRISOLES VENIDEROS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Pedro 4:12-19; 5:8-11; Romanos 1:21- 32; Jeremías 9:7-16; 2 Corintios 12:7-10.
PARA MEMORIZAR:
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría” (1 Ped. 4:12, 13).
En los laboratorios de química, a menudo se colocan varios materiales en un recipiente pequeño y se calientan a temperaturas extremas. A medida que el recipiente se calienta, los materiales se derriten, chisporrotean, saltan o arden intensamente, según de qué estén hechos. El recipiente se llama crisol.
El diccionario define crisol como (1) recipiente que se utiliza para derretir una sustancia que requiere una temperatura muy elevada; (2) prueba difícil; (3) lugar o situación en el que interactúa una concentración de fuerzas para causar o influir en el cambio o desarrollo.
Estas definiciones también nos dan una idea práctica de lo que sucede en nuestra vida espiritual. Esta semana resaltaremos algunas razones por las que de repente podemos encontrarnos bajo presión y experimentar pruebas en ámbitos en que las circunstancias nos hacen cambiar, desarrollar y crecer en carácter.
Esto nos ayudará a ser conscientes de lo que Dios está haciendo en nuestra vida, para que cuando entremos en un crisol tengamos una idea de cómo responder. Un vistazo a la semana: ¿Cuáles son las causas de los momentos difíciles que experimentamos a lo largo de la vida?
Sábado
Aunque puedan ser muy evidentes para los demás, no siempre podemos ver los malos rasgos de nuestro carácter. Sin embargo, el tiempo y las circunstancias, con toda seguridad, sacarán a la luz el oro o descubrirán el vil metal de nuestro carácter. Los hombres no nos conocen hasta que el crisol de Dios nos pone a prueba. Cada pensamiento bajo, cada mala acción, revela algún defecto del carácter. Los rasgos ásperos deben ser desbastados por el bisel y el martillo del gran taller de Dios, y la gracia de Dios debe pulirnos antes de que podamos ocupar un lugar en el glorioso templo (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 532, 533).
Hoy muchos piensan que cuando comienzan su vida cristiana se encontrarán libres de toda necesidad y de toda dificultad. Pero todo aquel que toma su cruz y sigue a Cristo tiene un Refidim en su camino. La vida no está hecha de verdes prados ni de aguas de reposo. El desaliento nos alcanza; llegan las privaciones; se producen incidentes que nos ponen en dificultad. A medida que avanzamos en el sendero angosto haciendo, según creemos, lo mejor, encontramos pruebas dolorosas que nos asedian… Acusados por la conciencia, razonamos que si hubiéramos caminado con Dios nunca hubiésemos sufrido de este modo…
Desde antaño el Señor condujo a su pueblo a Refidim, y puede escoger conducirnos a nosotros allí con el propósito de probar nuestra fidelidad y lealtad hacia él. En su misericordia, Dios no siempre nos coloca en los lugares más fáciles; pues si lo hiciera, por nuestra autosuficiencia olvidaríamos que el Señor es nuestro ayudador en tiempo de necesidad. Desea manifestarse en medio de nuestras emergencias y revelarnos la abundante ayuda que hay a nuestra disposición, independientemente de lo que nos rodea; y él permite los desengaños y las pruebas para que percibamos nuestra impotencia y aprendamos a pedir ayuda al Señor, como un niño que cuando está hambriento y sediento se dirige a su padre terrenal (Signs of the Times, 10 de septiembre 1896; parcialmente en Cristo triunfante, p. 114).
Hay espinas en toda senda. Todos los que siguen la dirección del Señor deben esperar sinsabores, aflicciones y privaciones. Pero un espíritu de verdadero heroísmo les ayudará a vencer todo esto. Muchos magnifican enormemente las dificultades aparentes y luego empiezan a compadecerse de sí mismos y dar lugar al desaliento. Los tales… necesitan disciplinarse en el esfuerzo y vencer todos estos sentimientos infantiles…
Cada uno debiera tener un blanco, un objetivo en la vida… Los propósitos meritorios deben mantenerse constantemente en vista y cada pensamiento y acción tender a su realización (La fe por la cual vivo, p. 318).
SORPRESAS
“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese” (1 Ped. 4:12).
Las sorpresas, y especialmente las dolorosas, pueden llegar de muchas formas. Un automóvil que vira bruscamente en la carretera y se te cruza por delante. Una notificación repentina de que perdiste el trabajo. El resultado de un examen médico con malas noticias inesperadas. La traición de alguien a quien amabas y creías que te amaba. El dolor puede ser intenso, pero el elemento sorpresa siempre lo empeora.
Esta semana veremos algunos tipos específicos de situaciones dolorosas o crisoles que no deberían tomarnos por sorpresa.
Para empezar, volvamos a 1 Pedro 4:12. La palabra griega para “sorprendáis”, en 1 Pedro 4:12, significa ser “extraño” o “extranjero”. Pedro insta a sus lectores a no caer en la trampa de creer que las pruebas de fuego son ajenas a la experiencia cristiana; al contrario, debemos considerarlas normales: son de esperar.
La palabra usada para “fuego de prueba”, o “prueba de fuego” (RVC), proviene de otra palabra griega, y significa “quemadura”. En otros lugares se traduce como “horno”. Por ende, esta experiencia de sufrir por nuestra fe podría considerarse un “proceso de fundición”, el proceso del crisol.
Lee 1 Pedro 4:12 al 19. ¿Cuál es el mensaje de Pedro?
A muchos el sufrimiento nos sorprende porque en muchos casos tenemos una visión demasiado simplista de la vida cristiana. Sabemos que hay dos bandos: Dios, que es bueno; y Satanás, que es malo. Pero a menudo automáticamente ponemos todo lo que está bien en la casilla de Dios, y todo lo que está mal en la casilla de Satanás. Pero la vida no es tan sencilla. No podemos usar nuestros sentimientos para decidir qué hay en las casillas de Dios y de Satanás. A veces, caminar con Dios puede ser desafiante y difícil. Y seguir a Satanás podría parecer que trae grandes recompensas. Job, que era justo pero sufría, ilustra esto cuando preguntó a Dios: “¿Por qué viven los impíos, y se envejecen, y aun crecen en riquezas?” (Job 21:7).
■ Pedro se refería a las pruebas que son consecuencia de luchar por Cristo. Pero también hay otras razones por las que llegan las pruebas. ¿Cómo podría ayudarte 1 Pedro 4:12 al 19 a explicarle con tacto a un amigo por qué no debería sorprenderse ante las pruebas dolorosas que podría enfrentar?
Domingo
Fue una amarga lección para Pedro, una lección que aprendió lentamente, la de que la senda de Cristo en la tierra pasaba por la agonía y la humillación. El discípulo rehuía la comunión con su Señor en el sufrimiento; pero en el calor del horno, había de conocer su bendición. Mucho tiempo más tarde, cuando su cuerpo activo se inclinaba bajo el peso de los años y las labores, escribió: “Carísimos, no os maravilléis cuando sois examinados por fuego, lo cual se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese; antes bien gozaos en que sois participantes de las aflicciones de Cristo; para que también en la revelación de su gloria os gocéis en triunfo”. 1 Pedro 4:12, 13…
[Jesús dijo:] “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame”. La cruz iba asociada con el poder de Roma. Era el instrumento del suplicio mortal más cruel y humillante. Se obligaba a los más bajos criminales a que llevasen la cruz hasta el lugar de su ejecución; y con frecuencia, cuando se la estaban por poner sobre los hombros, resistían con desesperada violencia, hasta que quedaban dominados y se ataba sobre ellos el instrumento de tortura. Pero Jesús ordenaba a sus discípulos que tomaran la cruz para llevarla en pos de él. Para los discípulos, sus palabras, aunque vagamente comprendidas, señalaban su sumisión a la más acerba humillación, una sumisión hasta la muerte por causa de Cristo. El Salvador no podría haber descrito una entrega más completa (El Deseado de todas las gentes, p. 385).
Los discípulos de Cristo saben muy poco de las tramas que Satanás y sus huestes urden contra ellos. Pero el que está sentado, en los cielos hará servir todas esas maquinaciones para el cumplimiento de sus altos designios. Si el Señor permite que su pueblo pase por el fuego de la tentación, no es porque se goce en sus penas y aflicciones, sino porque esas pruebas son necesarias para su victoria final.
Hemos sido tomados de la cantera del mundo y traídos al taller del Señor para ser labrados a fin de ocupar un lugar en su templo… No os rebeléis bajo este proceso de la gracia. Puede ser que seáis una piedra tosca que requiere mucho trabajo antes de estar preparada para ocupar el lugar que Dios le ha designado. No os sorprendáis si con el martillo y el cincel de las pruebas Dios os va quitando los defectos de carácter. Solo él puede realizar esta obra. Podéis estar seguros de que no dará ni un golpe inútil (The Faith I Live By, p. 317; parcialmente en El conflicto de los siglos, p. 518, y La fe por la cual vivo, p. 319).
La fase alegre y alentadora de nuestra religión será representada por todos los que se consagran diariamente a Dios. No debemos deshonrar a Dios con un lastimero relato de las pruebas que parecen gravosas. Todas las pruebas que se reciban como medios de educarnos producirán gozo (Testimonios para la iglesia, t. 6 p. 366).
LOS CRISOLES DE SATANÁS
“Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Ped. 5:8).
Lee el versículo anterior. ¿Cuál es el mensaje para nosotros? Pregúntate:
“¿Con cuánta seriedad me tomo estas palabras?” ¿Qué cosas haces en tu
vida que demuestran que las tomas en serio?
¿Alguna vez viste a un león hambriento? Es impresionante, porque sabes que puede atrapar y comer casi cualquier cosa que quiera. Pedro dice que Satanás merodea de la misma manera. Cuando miramos a nuestro alrededor, podemos ver las consecuencias de su deseo de matar. La muerte, el sufrimiento, la tergiversación y la perversión de la moral y los valores están por todas partes. No podemos evitar ver la obra de Satanás.
Lee 1 Pedro 5:8 al 11. ¿Cómo deberían reaccionar los cristianos ante el
acecho de Satanás?
¿Qué promete hacer Dios por aquellos que sufren? 1 Ped. 5:10.
Pedro escribe estas palabras en el contexto de cómo responder a los ataques de Satanás en contra de la fe cristiana. Pero, como ya mencionamos, Satanás actúa de muchas formas diferentes. Y, aunque debemos ser conscientes de la realidad y el poder de nuestro enemigo, nunca debemos desanimarnos, porque siempre debemos recordar que Jesús ha vencido a Satanás; que Satanás es un enemigo derrotado; y que mientras estemos conectados con Jesús, mientras nos aferremos a él con fe, tampoco nos podrá derrotar a nosotros. Gracias a la Cruz, la victoria de Cristo es nuestra.
■ Piensa en otras formas en que Satanás causa dolor. La lectura de 1 Pedro 5:8 al 11, ¿cómo podría ayudarnos a afrontar la angustia que experimentamos debido a que vivimos en un mundo pecaminoso en el que Satanás causa estragos?
Lunes
Satanás tuvo otra vez consejo con sus ángeles y con acerbo odio contra el gobierno de Dios les dijo que si bien él retenía su poder y autoridad en la tierra, debían decuplicar sus esfuerzos contra los discípulos de Jesús. No habían prevalecido contra Cristo, pero de ser posible debían vencer a sus discípulos. En cada generación deberían procurar engañar a quienes creyeran en Jesús. Les dijo Satanás a sus ángeles que Jesús había conferido a sus discípulos la potestad de reprenderlos y expulsarlos, y de sanar a cuantos afligieran. Entonces los ángeles de Satanás salieron como leones rugientes a procurar la destrucción de los seguidores de Jesús (Primeros escritos, p. 191).
Cada alma esté alerta. El adversario os sigue los pasos. Vigilad, observando diligentemente, no sea que una trampa maestra, cuidadosamente oculta, os sorprenda desprevenidos. Presten atención los descuidados e indiferentes, no sea que el día de Dios los sorprenda como ladrón en la noche. Muchos se apartarán de la senda de la humildad y, despojándose del yugo de Cristo, avanzarán por senderos extraños. Enceguecidos y confundidos, dejarán la senda estrecha que conduce a la ciudad de Dios… El que venza, debe velar; porque, mediante los lazos del mundo, el error y la superstición, Satanás trata de apartar a los seguidores de Cristo. No basta que evitemos los peligros evidentes y las decisiones peligrosas e inconsecuentes. Debemos mantenernos al lado de Cristo, caminando en su sendero de abnegación y sacrificio. Estamos en el país del enemigo. El que fue arrojado del cielo ha descendido con gran poder. Mediante todo artificio y estratagema concebible, está tratando de cautivar almas. A menos que estemos constantemente en guardia, seremos presa fácil para sus innumerables engaños (¡Maranata: el Señor viene!, p. 88).
En lo venidero, los seguidores de Cristo habían de mirar a Satanás como a un enemigo vencido. En la cruz, Cristo iba a ganar la victoria para ellos; deseaba que se apropiasen de esa victoria. “He aquí —dijo él— os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”…
El Salvador está junto a los suyos que son tentados y probados. Con él no puede haber fracaso, pérdida, imposibilidad o derrota; podemos hacer todas las cosas mediante Aquel que nos fortalece. Cuando vengan las tentaciones y las pruebas, no esperéis arreglar todas las dificultades, sino mirad a Jesús, vuestro ayudador.
Hay cristianos que piensan y hablan demasiado del poder de Satanás. Piensan en su adversario, oran acerca de él, hablan de él y parece agrandarse más y más en su imaginación. Es verdad que Satanás es un ser fuerte; pero, gracias a Dios, tenemos un Salvador poderoso que arrojó del cielo al maligno. Satanás se goza cuando engrandecemos su poder. ¿Por qué no hablamos de Jesús? ¿Por qué no magnificamos su poder y su amor? (El Deseado de todas las gentes, p. 455).
LOS CRISOLES DEL PECADO
“Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad” (Rom. 1:18).
Todo lo que hacemos tiene consecuencias. Si te paras al rayo del sol con un helado, sin duda se derretirá. Causa y efecto siempre van de la mano. Y, por más que queramos que las cosas sean diferentes, con el pecado ocurre lo mismo: siempre trae consecuencias. No es que Dios esté en el cielo de brazos cruzados preguntándose qué cosas terribles podría hacerles a quienes pecan; no, el pecado en sí conlleva sus consecuencias inherentes.
El problema es que muchas veces pensamos que de alguna manera podemos ser más listos que Dios y pecar sin experimentar las consecuencias. Nunca es así. Pablo deja bien en claro que el pecado tiene consecuencias, no solo para la Eternidad; también produce consecuencias dolorosas y angustiantes en la actualidad.
En Romanos 1:21 al 32, Pablo describe el proceso de quienes caen en pecado y las consecuencias de esos pecados. Lee estos versículos con oración y con detenimiento, y resume la esencia de lo que manifiesta Pablo. Concéntrate específicamente en las etapas del pecado y sus consecuencias.
Un par de versículos antes, Pablo describe estas consecuencias como la “ira de Dios” (Rom. 1:18). La ira de Dios, en este pasaje, simplemente denota que Dios permite que la humanidad coseche lo que siembra. Aun con respecto a los cristianos, Dios no siempre interviene de inmediato para eliminar el dolor ocasionado por nuestras propias acciones. Muchas veces nos permite experimentar las consecuencias de nuestros actos a fin de que entendamos cuán profundamente dañino y ofensivo es nuestro pecado.
Hemos considerado las consecuencias de transgredir las leyes morales de Dios. Y ¿qué decir de quebrantar las leyes de salud de Dios? Nuestro cuerpo es el hogar de Dios. Si abusamos de nuestro cuerpo al no comer de manera saludable o al no hacer ejercicio, o si trabajamos en exceso con regularidad, esto también es pecar contra Dios, y tiene consecuencias que pueden crear las condiciones de un crisol.
■ En tu vida, ¿en qué medida cosechaste las consecuencias inmediatas de tus pecados? ¿Qué lecciones aprendiste? ¿Qué cambios debes hacer para no volver a pasar por algo similar?
Martes
No es algo liviano pecar contra Dios: erigir la perversa voluntad del hombre en oposición a la voluntad de su Hacedor. Conviene a los mejores intereses de los hombres, aun en este mundo, obedecer los mandamientos de Dios. Y conviene, por cierto, a su eterno interés someterse a Dios y estar en paz con él… De todas las criaturas que Dios ha hecho sobre la tierra, solo el hombre se ha rebelado. 75Sin embargo, posee facultades de razonamiento para comprender las exigencias de la ley divina, y una conciencia para sentir la culpabilidad de la transgresión por una parte, y la paz y el gozo de la obediencia por la otra. Dios lo hizo un agente moral libre, para obedecer o desobedecer. La recompensa de la vida eterna —un eterno peso de gloria— se promete a los que hacen la voluntad de Dios, en tanto que la amenaza de su ira pende sobre los que desafían su ley (La edificación del carácter, pp. 74, 75).
El cielo está ante vosotros con sus atracciones, como un eterno peso de gloria, que podéis perder o ganar. ¿Qué sucederá? Vuestra vida y vuestro carácter testificarán de la elección que habéis hecho. Me siento sumamente ansiosa porque veo a tantas personas indiferentes hacia los temas de importancia infinita. Ellas están siempre ocupadas aquí y allá con cosas de importancia menor, de manera que descartan de sus pensamientos el gran tema. Carecen de tiempo para orar, no tienen tiempo para velar, ni tiempo para investigar en las Escrituras. Están demasiado ocupadas para hacer la preparación necesaria para la vida futura. No pueden dedicar tiempo a perfeccionar caracteres cristianos, y a buscar con diligencia un título para el cielo.
Si queréis tener la vida eterna, debéis ser fervientes y trabajar con diligencia para obtenerla… Glorificad a Dios eligiendo andar en sus caminos, y haciendo su voluntad. Él será vuestro sabio consejero y vuestro amigo seguro e inmutable (Nuestra elevada vocación, p. 46).
Pocos creen que la humanidad esté tan hundida o que sea tan plenamente mala, tan desesperadamente opuesta a Dios como lo es… Cuando la mente no está bajo la influencia directa del Espíritu de Dios, Satanás puede moldearla a su voluntad. Depravará todas las facultades de raciocinio que pueda controlar. Está completamente opuesto a Dios en sus gustos, puntos de vista, preferencias… elección de las cosas y propósitos; no hay gusto por las cosas que Dios ama o aprueba, sino un deleite en aquellas cosas que él desprecia…
Si Cristo mora en el corazón estará en todos nuestros pensamientos. Nuestros pensamientos más profundos serán de él, de su amor, su pureza. Él llenará todas las cámaras de nuestra mente. Nuestros afectos se centrarán en Jesús. Todas nuestras esperanzas y expectativas estarán relacionadas con él. [Vivir la vida que ahora vivimos por fe en el Hijo de Dios, aguardando y amando su venida, será el gozo supremo del alma.] Él será la corona de nuestro gozo (En los lugares celestiales, p. 165).
LOS CRISOLES DE PURIFICACIÓN
“Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos: He aquí que yo los refinaré y los probaré; porque ¿qué más he de hacer por la hija de mi pueblo?” (Jer. 9:7).
“Si el Espíritu de Dios trae a tu mente una palabra del Señor que te hiere, puedes estar seguro de que hay algo en ti que él quiere herir hasta que muera” (O. Chambers, My Utmost for His Highest, p. 271).
¿Cómo entiendes esta cita y el versículo bíblico anterior? ¿Cuál es tu
experiencia con los dolores que implica el proceso de purificación?
Lee Jeremías 9:7 al 16. Dios dice que refinará y probará a Judá y a Jerusalén (Jer. 9:7). ¿Qué dos razones da Dios para esto? (Jer. 9:13, 14). ¿Cómo ocurrirá el refinamiento? (Jer. 9:15, 16).
El refinamiento y la prueba de Dios entrañaron una acción drástica. Probablemente haya tres razones por las cuales refinar y probar puede asemejarse a un crisol. En primer lugar, experimentamos dolor cuando Dios permite que las circunstancias llamen nuestra atención sobre nuestro pecado. Un poco antes, Jeremías escribe con tristeza: “Los fuelles soplan con furor, y el plomo se derrite en el fuego, pero los malvados no se purifican; ¡de nada sirve que se les refine!” (Jer. 6:29, NVI). Por lo tanto, ocasionalmente se necesita una acción drástica para llamar nuestra atención. En segundo lugar, experimentamos angustia cuando sentimos dolor por el pecado que ahora vemos claramente. En tercer lugar, experimentamos frustración cuando intentamos vivir de manera diferente. Puede ser bastante incómodo y difícil seguir eligiendo renunciar a las cosas que han sido una parte tan importante de nosotros.
■ Piensa en los pecados con los que luchas. Si Dios te refinara y te probara hoy, ¿cómo lo haría? ¿Qué medidas podrías tomar ahora para resolver esto antes de que Dios decida tomar medidas drásticas contigo, como lo hizo con Israel?
Miércoles
Entre el pueblo de Dios se está verificando un proceso de refinamiento y purificación; el Señor de los ejércitos se ha empeñado en esta obra. Este proceso es muy doloroso para el alma, sin embargo, es necesario realizarlo para eliminar la impureza. Las pruebas son indispensables pues nos atraen más cerca de nuestro Padre celestial, sometiéndonos a su voluntad, y permitiéndonos ofrecer al Señor una ofrenda en justicia… Dios coloca a sus hijos en la misma situación una vez tras otra, aumentando la aflicción hasta que la mente se hinche de perfecta humildad, y el carácter se transforma; entonces triunfan aquellos sobre el yo, de acuerdo con Cristo y el Espíritu de los cielos. No se puede efectuar sin sufrimiento la purificación del pueblo de Dios… Él nos lleva de un horno a otros, para probar nuestro valor genuino. La verdadera virtud está en someterse a la prueba. Si nos mostramos renuentes a la obra escrutadora del Señor, estamos en peligro…
Para que estos puedan darse cuenta a ciencia cierta de su situación, el Señor permite que se vean sometidos al fuego de la aflicción, y así se purifiquen. Las pruebas de la vida son los divinos artesanos destinados a eliminar las impurezas, debilidades y asperezas de nuestro carácter, con el propósito de prepararnos para gozar de la sociedad de los purísimos ángeles celestiales en gloria… El fuego no nos consumirá, sino que eliminará la escoria y saldremos purificados siete veces, ostentando el sello de la Divinidad (Mi vida hoy, p. 94).
El Señor obrará para purificar a su iglesia…
No puedo decir exactamente cuán pronto ha de comenzar este proceso refinador, pero no será diferido por mucho tiempo. Aquel cuyo aventador está en su mano limpiará su templo de su contaminación moral. Purificará cabalmente su estrado. Dios tiene un pleito con todos los que practican la menor injusticia porque al hacerlo ellos rechazan la autoridad de Dios y ponen en peligro sus intereses en la expiación, la redención que Cristo ha emprendido en favor de todo hijo e hija de Adán. ¿Valdrá la pena seguir una conducta que Dios aborrece? ¿Valdrá la pena poner en vuestros incensarios fuego extraño para ofrecer ante Dios, y decir que no hay ninguna diferencia? (Testimonios para los ministros, p. 373).
Las pruebas y los obstáculos son los métodos de disciplina que el Señor escoge, y las condiciones que señala para el éxito…
El hecho de que somos llamados a soportar pruebas demuestra que el Señor Jesús ve en nosotros algo precioso que quiere desarrollar. Si no viera en nosotros nada con que glorificar su nombre, no perdería tiempo en refinarnos. No echa piedras inútiles en su hornillo. Lo que él refina es mineral precioso. El herrero coloca el hierro y el acero en el fuego para saber de qué clase son. El Señor permite que sus escogidos pasen por el horno de la aflicción para probar su carácter y saber si pueden ser amoldados para su obra (El ministerio de curación, pp. 373, 374).
LOS CRISOLES DE LA MADUREZ
“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera” (2 Cor. 12:7).
Hay una gran diferencia entre cortar y podar. Cortamos las plantas que ya no queremos; podamos las plantas que queremos que desarrollen una mayor productividad. Sin embargo, ambos procesos implican una herramienta afilada. Por cierto, la poda requiere cortar partes de la planta que, a criterio de un jardinero novato, sería como destruirla. En un contexto espiritual, Bruce Wilkinson escribe: “¿Oras por las bendiciones sobreabundantes de Dios y suplicas que él te haga más semejante a su Hijo?
“Si tu respuesta es sí, entonces estás pidiendo las tijeras” (B. Wilkinson, Secrets of the Vine, p. 60).
Muchos se preguntan qué quiso decir Pablo con “un aguijón en mi carne” (2 Cor. 12:7). Las ideas son muy variadas: desde que Pablo sufría ataques constantes de sus enemigos hasta que tenía dificultades para hablar. En realidad, parece que tenía problemas oculares (ver Comentarios de Elena de White, CBA 6:1.107). Curiosamente, Pablo creía que su “aguijón” le “fue dado”.
¿Qué crees que quiso decir Pablo con “me fue dado”? ¿Quién se lo dio?
¿Cómo podía Dios usar esto en beneficio de Pablo?
Fíjate que el “aguijón” de Pablo tenía un propósito determinado: “Para que no me enaltezca sobremanera” (2 Cor. 12:7). No fue por ningún pecado específico que hubiese cometido, sino para evitar que pecara en el futuro. Pablo reconoció que por naturaleza tenía una debilidad para pecar, y que este “aguijón” podía protegerlo.
Lee 2 Corintios 12:7 al 10. ¿Cómo enfrenta Pablo su “aguijón”? ¿Crees que la debilidad de Pablo tuvo otros beneficios espirituales para él? La forma en que Pablo responde ¿cómo podría ayudarte a enfrentar “aguijones” que quizá tengas que sobrellevar?
■ ¿Cuánta diferencia hay entre las ideas de Dios para tu desarrollo espiritual y las tuyas? Piensa en los aspectos de tu vida en los que necesitas dar más frutos de justicia. ¿Qué cualidades espirituales te gustaría pedir a Dios que desarrolle en ti mediante su “poda”?
Jueves
El apóstol Pablo fue grandemente honrado por Dios, pues fue arrebatado en visión santa hasta el tercer cielo, donde contempló escenas cuyas glorias no podrían ser reveladas a los mortales; sin embargo, todo esto no lo indujo a jactarse ni a tener confianza propia. Comprendía la importancia de una constante vigilancia y de abnegación. Claramente afirma: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”…
Pablo sufría de una afección corporal: su vista era deficiente. Pensó que con oraciones fervientes podría eliminarse ese mal; pero el Señor tenía un propósito, y le dijo a Pablo: No me hables más de este asunto. Es suficiente mi gracia. Hará que puedas soportar la dolencia (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1107).
Cuando nosotros mismos nos encargamos de manejar las cosas que nos conciernen, confiando en nuestra propia sabiduría para salir airosos, asumimos una carga que él no nos ha dado, y tratamos de llevarla sin su ayuda. Nos imponemos la responsabilidad que pertenece a Dios y así nos colocamos en su lugar. Con razón podemos entonces sentir ansiedad y esperar peligros y pérdidas, que seguramente nos sobrevendrán. Cuando creamos realmente que Dios nos ama y quiere ayudarnos, dejaremos de acongojarnos por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía en un padre amante. Entonces desaparecerán todos nuestros tormentos y dificultades; porque nuestra voluntad quedará absorbida por la voluntad de Dios.
Cristo no nos ha prometido ayuda para llevar hoy las cargas de mañana. Ha dicho: “Bástate mi gracia”; (2 Corintios 12:9) pero su gracia se da diariamente, así como el maná en el desierto, para la necesidad cotidiana. Como los millares de Israel en su peregrinación, podemos hallar el pan celestial para la necesidad del día (El discurso maestro de Jesucristo, p. 85).
Al cristiano se le exige energía incansable; sin embargo, no está obligado a luchar con sus propias fuerzas; el poder divino aguarda que él lo pida. Cualquiera que esté luchando sinceramente por vencerse a sí mismo, liará suya la promesa: “Bástate mí gracia.”
Merced al esfuerzo personal unido a la oración de fe, el alma se va instruyendo. Día tras día el carácter se va desarrollando a la semejanza de Cristo… Es posible que se necesite ardua lucha para vencer algunos hábitos que se han cultivado durante mucho tiempo; pero podremos triunfar mediante la gracia de Cristo...
Si somos fieles a las indicaciones del Espíritu de Dios, iremos de gracia en gracia y de gloria en gloria hasta recibir el toque definitivo de la inmortalidad (Mi vida hoy, 5 de abril, p. 103).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Comentarios de Elena de White, CBA 4:1.202, 1.203; Meditaciones matinales (1953), pp. 94, 95.
“El que lee los corazones de los hombres conoce sus caracteres mejor que ellos mismos. Él ve que algunos tienen facultades y aptitudes que, bien dirigidas, pueden ser aprovechadas en el adelanto de la obra de Dios. En su providencia, los coloca en diferentes situaciones y variadas circunstancias para que descubran en su carácter los defectos que permanecían ocultos a su conocimiento. Les da oportunidad para enmendar esos defectos y prepararse para servirlo. Muchas veces permite que los fuegos de la aflicción los asalten para que puedan ser purificados” (MC 373).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Cosechar las consecuencias de nuestro pecado puede ser una experiencia realmente dura. “¿Podré volver a estar bien con Dios?”, nos preguntamos. ¿Qué promesas divinas podrían animarnos a perseverar en esos momentos y no rendirnos? (Ver lo que Pablo escribe más adelante en Rom. 5:1-11.) ¿Qué le puedes decir a alguien que se hace esta misma pregunta?
2. ¿Qué quiere decir Elena de White con “su providencia”? ¿Cómo funciona? ¿Cómo saber cuándo sucede algo por la providencia de Dios? ¿Qué actos de la “providencia” de Dios te guiaron en las pruebas de tu vida? Como clase, analicen qué aprendieron en estas ocasiones. ¿Cómo podrían ayudar a alguien que se pregunta si algún hecho de su vida en realidad es “su providencia”?
3. Si conoces a alguien que está pasando por el crisol en este momento, ¿es importante saber qué provocó esta prueba? Es decir, ¿cómo deberías reaccionar ante esta persona y su sufrimiento, independientemente de la causa?
4. Un joven cristiano que vivía en Sudamérica pasó por una amarga prueba. Una vez superada, se mudó a Europa y tiempo después le comentó a alguien: “Dejé mi cadáver en Sudamérica”. ¿Qué significa eso? ¿Por qué todos, en cierto sentido, debemos dejar nuestro “cadáver” en alguna parte? ¿Qué papel cumplen las pruebas en ese proceso?
5. Como clase, planifiquen una salida a un hospital o a algún lugar donde puedan ayudar, consolar y animar a quienes, por algún motivo, están atravesando un crisol.
Viernes
A fin de conocerle, 27 de agosto, “Cómo resistir a Satanás”, p. 243;
En los lugares celestiales, 5 de marzo, “Cartas al cielo”, p. 73.
"EN EL CRISOL CON CRISTO"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 2
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: 1 Pedro 4:12, 13.
Enfoque del estudio: Jeremías 9:7-16; Romanos 1:21-32; 2 Corintios 12:7-12; 1 Pedro 4:12-19; 5:8-11.
Introducción:
Pedro soportó pruebas de todo tipo en sucesivas oleadas a lo largo de la vida. Literalmente, luchó contra las espumosas olas del lago durante las frías noches que pasó pescando para su familia. Luchó contra las olas del amargo remordimiento cuando traicionó a su Señor. Luchó contra las olas de la incertidumbre en la prisión después de predicar el evangelio. Luchó contra las olas de la frustración al trabajar para establecer la incipiente iglesia cristiana. Fue, por así decirlo, un estudiante en la escuela del sufrimiento al analizar sus pruebas de causa a efecto, y así se permitió crecer desde la experiencia. Pero aprendió especialmente a comprender el papel que tenía el sufrimiento en la obra de salvación de Dios y en su propia esperanza personal de hacer, y llegar a ser, lo que Dios quería para él. Como Pedro se convirtió en un experto en sufrimientos y pruebas, es el más indicado para enseñarnos esta semana. La lección de esta semana destaca varios tipos de crisoles: los crisoles generados por Satanás, los crisoles generados por nuestro pecado, los crisoles que Dios usa para purificarnos y formar nuestro carácter y los crisoles de la madurez. Cada uno de estos crisoles tiene su origen (Satanás, nosotros o Dios) y sus criterios de manejo y respuesta.
Temática de la lección:
La lección de esta semana destaca dos temas principales.
1. El sufrimiento es una realidad presente en nuestro mundo caído y, como cristianos, debemos aprender a encarar el sufrimiento y aprender de él.
2. En segundo lugar, como mayordomos de nuestra espiritualidad, debemos aprender a distinguir entre los diferentes tipos de pruebas y sufrimientos. Esto nos ayudará a comprender cómo afrontar las crisis en la vida y a sacar las mejores lecciones.
Parte II: COMENTARIO
Sufrir con Cristo
Primera de Pedro 4:12 y 13 nos intriga con dos temas principales. En primer lugar, ¿qué quiere decir Pedro con que no debemos sorprendernos cuando las pruebas golpeen nuestra vida? El mal y el pecado son intrusos en el orden creado por Dios. No son naturales para la vida biológica ni para la vida moral, tal como fueron creados originalmente por Dios. No tenemos que acostumbrarnos a ellos, ni aceptarlos como parte del mundo original de Dios. El mal y el pecado no perdurarán. Se acerca el momento en que Dios acabará con ellos.
Lo que Pedro quiere comunicar aquí es que el pecado, el mal, el sufrimiento y la muerte son omnipresentes en un mundo posterior a la Caída. Para sobrevivir en este mundo, debemos aceptar que esta nueva realidad, aunque temporal, está presente. Si bien no debemos vivir en una angustia constante por temor a que el mal nos sobrevenga en cualquier momento, debemos estar preparados para lo que pueda suceder como consecuencia del mal.
En este contexto, estar preparado significa: (1) ser consciente del panorama del Gran Conflicto; (2) estar continuamente conectado con Dios en oración y mediante su autorrevelación; y (3) tener amigos espirituales que estén dispuestos a consolarnos y apoyarnos en forma sabia, compasiva y bíblica en tiempos de sufrimiento.
En segundo lugar, ¿qué quiere decir Pedro cuando nos insta a regocijarnos al participar del sufrimiento de Cristo? Pedro destaca el sufrimiento de Cristo varias veces en su primera epístola. En el capítulo 1, el acontecimiento de la primera venida de Cristo, según lo predijo el Espíritu Santo, se describe como los “sufrimientos de Cristo” (1 Ped. 1:11). En el capítulo 2, Pedro explica que Jesús sufrió injustamente, porque es el Siervo sufriente de Isaías 53 (1 Ped. 2:21-25). En el capítulo 3, Pedro enfatiza que Jesús “padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Ped. 3:18). En el capítulo 4, Pedro agrega que “Cristo sufrió en el cuerpo” (1 Ped. 4:1, NVI). Y en el capítulo 5, confirma que él mismo fue testigo de “los padecimientos de Cristo” (1 Ped. 5:1).
Pedro también relaciona todo nuestro sufrimiento con el sufrimiento de Cristo.
En el capítulo 1, Pedro dice a los cristianos que necesitan regocijarse en la salvación de Cristo, aunque “hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo” (1 Ped. 1:6, NVI). Sin embargo, este sufrimiento solo “será hallad[o] en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Ped. 1:7).
En el capítulo 2, Pedro explica que sufrir injustamente es encomiable (1 Ped. 2:19, 20), porque Jesús también sufrió injustamente (1 Ped. 2:21-25).
En el capítulo 3, continúa con el mismo tema del sufrimiento injusto: “Si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois”, porque “mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal” (1 Ped. 3:14, 17). Esto es así porque, humanamente hablando, no era justo que Jesús muriera por los injustos; pero este acto en sí obró para el bien de Dios y del Universo, y la salvación de los pecadores. Lo mismo es verdad para nosotros con respecto a nuestro sufrimiento como cristianos. No es justo que suframos persecución por ser cristianos, pero ese sufrimiento puede usarse para bien, porque conducirá a la transformación de nuestro carácter y a la salvación de muchas otras personas, al tiempo que glorificará a Dios (1 Ped. 1:6, 7).
En el capítulo 4, Pedro explica el bien que el sufrimiento produce en nosotros y por nosotros: el sufrimiento nos ayuda a disciplinar nuestro cuerpo y nuestros deseos (1 Ped. 4:1, 2). Pero esa disciplina moral no es solo el resultado natural del sufrimiento causado por nuestras tantas malas acciones (1 Ped. 4:15). El sufrimiento es eficaz porque somos “participantes de los padecimientos de Cristo” (1 Ped. 4:13); sufrimos “por ser cristiano[s]” que llevan el nombre de Dios (1 Ped. 4:16) y hacen la voluntad de Dios (1 Ped. 4:19).
En el capítulo 5, Pedro nos recuerda que no estamos solos, porque muchos otros hermanos y hermanas cristianos en todo el mundo están “soportando la misma clase de sufrimientos” (1 Ped. 5:9, NVI). Tenemos la certeza de que, en la perspectiva de la gracia y la salvación de Dios, este sufrimiento es solo por “un poco de tiempo” (1 Ped. 5:10).
El diablo de la Ilustración (1 Ped. 5:8-11)
La figura del diablo era real para los cristianos a lo largo de la historia. Los reformadores protestantes consideraban que su existencia era real. Sin embargo, durante y después de la Ilustración, los filósofos y los teólogos construyeron una cosmovisión que rechazaba la existencia de personas o fenómenos que obraran más allá del mundo conocido. Esta cosmovisión condicionó al cristianismo liberal actual para que negara la existencia del diablo como persona real. Este grupo declara que el diablo es simplemente una representación mítica del principio del mal. En consecuencia, ahora se considera que el mal es el resultado de la ignorancia o el producto de un proceso evolutivo largo y violento del que surgió la raza humana. Por ende, el mal es el resultado de un determinismo material, genético y social. Aun cuando algunos cristianos admitieran la existencia del diablo, les resultaría difícil creer que en verdad es tan malvado y poderoso como se lo describe en la Biblia.
Sin embargo, como cristianos creyentes en la Biblia, consideramos que la existencia del diablo es real. Para Jesús, Satanás era un ser real, no un símbolo de algunos tenebrosos aspectos internos de su mente (ver, p. ej., Mat. 4:1-11). En opinión de Pablo, el cristiano está comprometido con una lucha que se libra contra las “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12). Y aquí, en nuestra lección, Pedro nos recuerda que debemos estar en guardia contra los ataques del diablo (1 Ped. 5:8). Sin embargo, aunque es real, el cristiano no se focaliza en el diablo. Sí, debemos ser conscientes de su existencia y procurar no caer en sus engaños, pero el centro, la esencia y el gozo de nuestra vida es Cristo y su salvación.
Elena de White: El papel del sufrimiento después de la Caída
“La vida de afanes y cuidados, que en lo sucesivo sería el destino del hombre, le fue asignada por amor. Era una disciplina que su pecado había hecho necesaria para frenar la tendencia a ceder a los apetitos y las pasiones y para desarrollar hábitos de dominio propio. Era parte del gran plan de Dios para rescatar al hombre de la ruina y la degradación del pecado” (PP 44).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
1. ¿Cómo puedes vivir una vida centrada en Cristo sabiendo que Satanás es real y está activo en el mundo?
2. Si bien es posible que ya no nos sorprenda el hecho de que haya sufrimiento en el mundo, siempre es una sorpresa cuando las pruebas nos golpean personalmente. Estar preparados para afrontar el sufrimiento en la vida personal y responder a él de manera cristiana es fundamental. Los cristianos conocen varios tipos de crisoles de infortunios y se los toman en serio. Quieren aprender a sacar lo bueno de ellos. Muchas veces, el cristiano necesita tener la seguridad de que no es el responsable de determinada crisis personal en la vida. En el caso de una enfermedad, un cristiano se sentiría mucho mejor sabiendo que no es responsable por la causa de su enfermedad, ¿verdad? Esa seguridad marca una gran diferencia para el cristiano que pasa por esa prueba. Al mismo tiempo, debemos reconocer que, si surge una enfermedad debido a nuestro estilo de vida, la experiencia bien puede considerarse un crisol del pecado y debe tratarse como tal (1 Ped. 4). ¿Qué tipos de crisoles has atravesado recientemente? ¿Qué aprendiste? ¿Cómo lo has superado?
3. Concéntrate, por ejemplo, en el crisol de la madurez. ¿De qué formas podemos identificar este tipo de crisol en nuestra vida? ¿Cómo contribuye el sufrimiento a nuestra madurez?
"EN EL CRISOL CON CRISTO"
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Dios los bendiga!!
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