Lección 11: Aguardar en el crisol | En el crisol con Cristo | Escuela Sabática 3T 2022
Lección 11: Sábado 3 de septiembre
AGUARDAR EN EL CRISOL
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 15:4, 5; 5:3-5; 1 Samuel 26; Salmo 37:1-11.
PARA MEMORIZAR:
“Mas el fruto del Espíritu es [...] paciencia” (Gál. 5:22).
Los científicos hicieron un experimento con niños de cuatro años… y malvaviscos.
Un científico le dijo a cada niño que podía comer un malvavisco. Ahora
bien, si el niño esperaba hasta que el científico regresara de una diligencia,
le daría dos. Algunos de los niños llevaron el malvavisco a la boca en cuanto el
científico se fue; otros esperaron. Se registraron las diferencias.
A continuación, los científicos hicieron un seguimiento de estos niños hasta
la adolescencia. Los que habían esperado resultaron tener mejor adaptación, ser
mejores estudiantes y más seguros de sí mismos que los que no esperaron. Al
parecer, la paciencia indicaba algo mayor, algo importante en el carácter humano.
Por ende, no es de extrañar que el Señor nos aconseje que la cultivemos.
Esta semana veremos lo que podría estar detrás de algunos de los crisoles
más difíciles de todos: el crisol de la espera.
Un vistazo a la semana: ¿Por qué a veces tenemos que esperar tanto tiempo?
¿Qué lecciones podemos aprender sobre la paciencia mientras estamos en el
crisol?
Sábado
Texto
EL DIOS DE LA PACIENCIA
Lee Romanos 15:4 y 5. ¿Qué encontramos en estos versículos?
Normalmente nos impacientamos por cosas que realmente queremos o que
nos han prometido pero que todavía no tenemos. A menudo solo quedamos
satisfechos cuando conseguimos lo que anhelamos. Y, debido a que rara vez
obtenemos lo que queremos y cuando lo queremos, esto implica que a menudo
nos irritamos y perdemos la paciencia. Y, cuando estamos en este estado, es casi
imposible mantener la paz y la confianza en Dios.
Esperar es doloroso por definición. En hebreo, una de las palabras para “esperar
pacientemente” (Sal. 37:7) proviene de otro vocablo que puede traducirse
como “estar muy dolorido”, “sacudirse”, “temblar”, “estar herido”, “estar triste”.
Aprender a tener paciencia no es fácil; a veces es la esencia misma de lo que
significa estar en el crisol.
Lee Salmo 27:14; 37:7; y Romanos 5:3 al 5. ¿Qué nos transmiten estos versículos? ¿Hacia dónde conduce la paciencia?
Mientras esperamos, podemos concentrarnos en una de dos cosas. Podemos enfocarnos en las cosas que esperamos o en Aquel que tiene esas cosas en sus manos. Lo que marca la diferencia cuando esperamos algo no es tanto el tiempo que tenemos que esperar, sino nuestra actitud mientras esperamos. Si confiamos en Dios, si hemos puesto nuestra vida en sus manos, si le hemos entregado nuestra voluntad, entonces podemos confiar en que él hará lo mejor por nosotros cuando sea mejor para nosotros; aunque a veces resulte difícil creerlo.
■ ¿Qué estás esperando con ansias? ¿Cómo puedes aprender a esperar en Dios y en sus tiempos? Ora para lograr una actitud de total entrega y sumisión a Dios.
Domingo
Texto
LOS TIEMPOS DE DIOS
Lee Romanos 5:6 y Gálatas 4:4. ¿Qué nos dicen sobre los tiempos de Dios?
En estos versículos, Pablo nos dice que Jesús vino a morir por nosotros exactamente en el momento oportuno. Pero el apóstol no nos explica por qué era el momento adecuado. Es muy fácil leer estos versículos y preguntarse: ¿Por qué Jesús esperó miles de años para venir a la Tierra a ocuparse del pecado? El universo ¿no entendió mucho antes que el pecado era algo horroroso? También podemos preguntarnos qué está esperando Jesús para venir por segunda vez. O cuestionarnos: ¿Por qué Dios espera tanto tiempo para responder a mi oración?
Piensa, por ejemplo, en la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24 al 27, la profecía que señala a Jesús como el Mesías (repásala, si es necesario). ¿Cuánto duró este período? ¿Qué te dice esto acerca de aprender a esperar que las cosas ocurran en los tiempos de Dios, aunque nos parezca que lleven mucho tiempo?
Hay muchas razones espirituales importantes por las que pasaremos por tiempos de espera. En primer lugar, esperar puede reorientar nuestra atención: alejarnos de las “cosas” para volvernos a Dios. En segundo lugar, esperar nos permite desarrollar una imagen más clara de nuestros motivos y deseos. En tercer lugar, la espera genera perseverancia: resistencia espiritual. En cuarto lugar, la espera abre la puerta al desarrollo de muchas fortalezas espirituales, como la fe y la confianza. En quinto lugar, la espera permite a Dios poner otras piezas en el rompecabezas del cuadro completo. En sexto lugar, es posible que nunca sepamos la razón por la que tenemos que esperar; por ende, aprendemos a vivir por fe. ¿Qué otras razones para esperar se te ocurren?
■ ¿Qué ejemplos puedes encontrar en la Biblia de cosas que Dios hizo a su debido tiempo que puedan ayudarte a aprender a confiar en que él también hará por ti lo que es mejor a su debido tiempo? (Piensa, por ejemplo, en Abraham y Sara y en la promesa de un hijo.) Por otro lado, pregúntate: “¿Hay algo que estoy haciendo que retrase la respuesta a una oración que podría haber sido respondida hace mucho tiempo?”
Lunes
Texto
DAVID: UNA LECCIÓN OBJETIVA SOBRE LA ESPERA
En 1 Samuel 16:1 al 13, vemos que Samuel unge al joven David como rey. Sin
embargo, hubo un largo viaje desde los campos de su padre, Isaí, hasta el trono
de Jerusalén. Sin duda, en ocasiones sintió que estaba en medio de un crisol.
Primeramente, al muchacho lo llaman a hacer música para calmar el espíritu
atribulado de Saúl (1 Sam. 16). Más adelante, se convierte en el héroe de Israel
cuando mata a Goliat (1 Sam. 17). Luego, por muchos años David huye por su
vida. Tanto Saúl como su hijo Jonatán saben que David está destinado a ser el
próximo rey (1 Sam. 23:17; 24:20). Pero David no hace nada para adelantarse en
el destino que Dios le señaló. A decir verdad, parece hacer todo lo contrario. Incluso
cuando Saúl buscaba matarlo y David solamente cortó un trozo del manto
del rey, se arrepintió de haber hecho eso (1 Sam. 24:5-7). En otra oportunidad,
cuando Saúl procura matar a David, David se niega a matar a Saúl cuando surge
la oportunidad (1 Sam. 26:7-11).
Lee 1 Samuel 26:1 al 11. ¿Por qué David se niega a matar a Saúl? ¿Qué
principios nos enseña esto sobre la forma en que Dios lleva a cabo sus
planes para nuestra vida?
Ahora Lee 1 Samuel 26:12 al 25. La negativa de David a matar a Saúl ¿qué impacto causa en Saúl? ¿Qué nos enseña esto sobre las ventajas de esperar en Dios?
Al analizar todo el trayecto de David hasta el trono, quizá podríamos resumirlo en una frase corta: No eches mano de lo que Dios aún no te dio. Los dones de Dios siempre se reciben mejor de su mano y a su tiempo. Esto puede requerir mucho tiempo de espera. Los brotes de soja pueden crecer literalmente en cuestión de horas, mientras que un roble tardará muchos años. Pero después, cuando lleguen los vientos fuertes, no arrancarán el árbol de raíz.
■ Piensa con qué facilidad David podría haberse justificado de matar a Saúl (después de todo, a David se le dijo que tendría el trono, y además Saúl era sumamente malvado). Sin embargo, sus acciones hablan de la verdadera fe en Dios. ¿Qué podrías extraer de este ejemplo para aplicarlo a lo que estás esperando?
Martes
Texto
ELÍAS: EL PROBLEMA DE APRESURARSE
La confrontación en la cima del Monte Carmelo había terminado (1 Rey. 18). Cayó fuego del cielo, todo el pueblo había reconocido al Dios verdadero y los falsos profetas fueron ejecutados. Dios se reivindicó. Se podría pensar que la fortaleza espiritual de Elías aumentó a medida que avanzaba el día, pero de repente escuchó algo que lo aterrorizó a tal punto que deseó morir. Lee el resto de la historia en 1 Reyes 19:1 al 9. Las últimas palabras del pasaje son preocupantes: “Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” (1 Rey. 19:9). Evidentemente, el miedo de Elías hizo que huyera y se encontrara en el lugar equivocado.
Después de una intervención tan poderosa de Dios en el monte Carmelo,
Elías debería haber estado lleno de fe y confianza; pero huyó porque temió
por su vida. ¿Qué lección podemos aprender de este mal ejemplo?
Esta historia ilustra algo importante: Cuando nos apresuramos, es muy fácil encontrarnos en el lugar equivocado. En el caso de Elías, fue el miedo lo que lo abrumó y lo llevó a huir al desierto, deseando no haber nacido nunca. Pero hay otras cosas que hacen que nos apartemos del plan de Dios para nosotros.
Lee los siguientes versículos: Génesis 16:1-3; Números 20:10-12; Jueces 14:1-3; Mateo 20:20, 21; Lucas 9:52-56; Hechos 9:1. ¿Qué cosas hicieron que los personajes aquí descritos se apartaran de la voluntad de Dios?
Cuán fácil es permitir que cosas como la ambición, la ira, la pasión, la falta de fe o un supuesto “celo” por Dios nos hagan correr hacia donde no deberíamos ir. Nadie es inmune a este peligro. La clave está en cultivar una fe confiada en la bondad y la misericordia de Dios, quien sabemos que nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Esto no sucede automáticamente. La fe puede ser un regalo, pero es un regalo que debe cultivarse, fomentarse y guardarse celosamente.
Miércoles
Texto
APRENDAMOS A DELEITARNOS EN JEHOVÁ
“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu
corazón” (Sal. 37:4).
Salmos 37:4 es una promesa maravillosa. Imagina que consigues lo que
siempre quisiste. Pero hacer realidad los deseos de nuestro corazón dependerá
de tener un corazón que se deleite en Jehová. Entonces, ¿qué significa deleitarse
en Jehová?
Lee Salmos 37:1 al 11. El contexto de Salmos 37:4 tal vez sorprenda un poco.
David señala que está rodeado de gente que obra en contra de Dios y de él. Cuando
la gente obra contra nosotros, la respuesta natural suele ser enojarnos o intentar
justificarnos. Pero David aconseja algo diferente.
En los siguientes versículos, ¿cuál es el consejo de David al pueblo de
Dios en esta situación?
Sal. 37:1
Sal. 37:5
Sal. 37:7
Sal. 37:8
Vuelve a leer Salmos 37:4. En el contexto de los versículos que acabas de comentar, ¿qué significa deleitarse en Jehová?
David repite vez tras vez, de diferentes maneras: “Confía en Dios”. Confía en
que él actuará. No te enojes, porque Dios es tu Dios y está obrando en tu favor
ahora mismo. No tienes que encargarte de arreglar las cosas por tu cuenta; tu
Padre celestial se encargará. Confía en él. Confía totalmente en él.
Es en este contexto que David habla de deleitarse en Jehová. Deleitarse en
Dios significa que vivimos en un estado de perfecta confianza. Nada puede
alterar nuestra paz, porque Dios está aquí y actúa. Podemos alabarlo, y hasta podemos
sonreír, ¡porque nadie puede burlar a nuestro Dios! Cuando aprendamos
a hacer esto, realmente recibiremos lo que nuestro corazón anhela, porque
recibiremos lo que nuestro Padre amoroso quiere darnos, en el momento que
más nos beneficie a nosotros y a su Reino.
■ ¿Cómo puedes aprender a deleitarte en Jehová? Dedica tiempo a orar y a buscar la conducción de Dios para que esto pueda convertirse en una realidad en tu vida.
Jueves
Texto
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “El ungimiento de David”, pp.
691-695.
El plan de Dios para nosotros puede requerir mucho tiempo de espera, y esto
realmente puede asemejarse a un crisol. Podemos aprender a tener paciencia
durante este tiempo si nos concentramos en la persona de Dios y confiamos
en que él está obrando en nuestro favor. Hay muchas razones para esperar,
pero todas están relacionadas con el cumplimiento de los planes de Dios para
nosotros y para su Reino. Tenemos mucho que perder si nos anticipamos a
Dios, pero tenemos mucho que ganar si mantenemos una actitud de confianza
y regocijo en él.
El Señor pesa y mide cada prueba. “No puedo leer cuál es el propósito de
Dios en mi aflicción, pero él sabe qué es lo mejor, y le encomendaré mi alma,
mi cuerpo y mi espíritu porque él es mi fiel Creador. ‘Porque yo sé a quién he
creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día’
(2 Tim. 1:12). Si educásemos y preparásemos nuestras almas para tener más fe,
más amor, una mayor paciencia y una confianza más perfecta en nuestro Padre
celestial, sé que tendríamos más paz y felicidad cada día a medida que pasamos
por los conflictos de esta vida.
“Al Señor no le agrada que nos alejemos de los brazos de Jesús a causa de
nuestra impaciencia y nuestra zozobra. Es necesario que haya más espera y vigilancia
serenas. Pensamos que no vamos por el camino correcto a menos que
tengamos la sensación de ello, de modo que persistimos en contemplarnos interiormente
en busca de alguna señal que cuadre a la ocasión; pero no debemos
confiar en nuestros sentimientos sino en nuestra fe” (MS 2:297).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Qué significa que Jesús “pese y mida” cada prueba? Saber esto ¿cómo nos puede ayudar mientras esperamos?
2. Pide a los miembros de la clase que den su testimonio personal de lo que significa esperar pacientemente. ¿Cuáles eran sus miedos, sus alegrías? ¿Cómo salieron adelante? ¿Qué aprendieron? ¿A qué promesas se aferraron?
3. ¿Qué pueden hacer como iglesia o como clase para ayudar a otros que están en el crisol mientras aguardan los tiempos de Dios para algo?
4. ¿Cuál es el papel de la oración en el desarrollo de la paciencia? ¿Hay otras personas por las que puedan orar para que el Espíritu desarrolle la paciencia en su vida?
Viernes
Texto
"EN EL CRISOL CON CRISTO"
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Lección 11
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Texto clave: Gálatas 5:22.
Enfoque del estudio: 1 Samuel 26; Salmo 37:1–11; Romanos 5:3–5; 15:4, 5.
Introducción:
La esperanza y la mansedumbre, como herramientas esenciales para superar los crisoles, se definen esperando. Sin embargo, el concepto de espera bíblica no consiste solo en esperar, sino en esperar con paciencia. Esta paciencia no es una estratagema política, sino que es parte del fruto del Espíritu. El pueblo de Dios espera pacientemente en el crisol, porque Dios mismo es paciente. Dios es paciente porque tiene un carácter amoroso y porque también elige el mejor momento para intervenir. Pero Dios calcula cuál es el momento más indicado para ofrecer el mayor tiempo posible para la salvación de la mayor cantidad de gente posible. Una vez más, esperar es posible solo cuando confiamos en Aquel a quien estamos esperando.
Temática de la lección:
La lección de esta semana destaca dos temas principales:
1. Entendemos que la espera paciente es parte del fruto del Espíritu y es crucial para superar los crisoles.
2. Esperar pacientemente es posible cuando conocemos y confiamos en la persona que estamos esperando.
Parte II: COMENTARIO
La paciencia de Dios
Una expresión bíblica que describe la paciencia de Dios es “tardo para la ira” (Neh. 9:16, 17; ver también Éxo. 34:6; Núm. 14:18; Sal. 103:8; Jon. 4:2; Nah. 1:3). Fíjate que la mayoría de estos textos colocan la expresión “tardo para la ira” en el contexto de otras descripciones divinas, como que Dios es “grande en misericordia”, “clemente y piadoso”, “misericordioso”. Además, la Biblia presenta a Dios como “tolerante” con el pueblo (Gén. 18:17-33; Núm. 14:27; Deut. 8:2; Neh. 9:30, 31; Sal. 78:38; Isa. 42:14; Eze. 20:17; Hech. 13:18; 1 Ped. 3:20). Al mismo tiempo, se enfatiza que Dios es “grande en misericordia y verdad” (Éxo. 34:6) y es el Autor de “maravillas” (Neh. 9:17). Al mismo tiempo, “de ningún modo [el Señor] tendrá por inocente al culpable” (Núm. 14:18; ver también Nah. 1:3; 1 Ped. 3:20).
Por lo tanto, es evidente que la paciencia de Dios no debe confundirse con la indiferencia, la impotencia ni la indecisión. La paciencia de Dios tampoco es una apariencia para calcular el mejor momento para la venganza. Dios es paciente porque abunda en amor por nosotros y quiere salvar a tantos como le sea posible. Pablo nos pregunta retóricamente: “¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” (Rom. 2:4; ver también Rom. 9:22-24). Pedro también declara que “la paciencia de nuestro Señor es para salvación” (2 Ped. 3:15), porque “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (ver el contexto más amplio de 2 Ped. 3:9).
Nuestra paciencia
La explicación bíblica de la paciencia de Dios ayudará a todos los cristianos, y especialmente a nosotros, como adventistas del séptimo día, a comprender el retraso de la segunda venida de Jesús. Además, nos ayudará a evaluar y a desarrollar nuestra propia paciencia. Un estudio bíblico breve, y no exhaustivo, sobre la paciencia muestra varios aspectos:
1. La Biblia enseña que la paciencia es una parte integral de la vida cristiana y proviene de Dios. Dios nos viste de paciencia, junto con la misericordia, la humildad y la mansedumbre, porque “Cristo es el todo, y en todos” (Col. 3:11), y porque Dios nos ha “escogido” (ver Col. 3:12). Jesús obra en nosotros su paciencia (1 Tim. 1:16, NTV). Nosotros somos pacientes debido al “llamado” que Dios nos extendió (Efe. 4:1, 2; 2 Tim. 4:2). La paciencia cristiana forma parte del fruto producido por el Espíritu Santo (Gál. 5:22). Está en conjunto y vinculada con otras virtudes cristianas, como el amor, la esperanza y la mansedumbre (Gál. 5:22; Col. 3:12; Efe. 4:1, 2; 2 Tim. 4:2). El amor es paciente (1 Cor. 13:4), y nuestra esperanza nos permite esperar con paciencia (Rom. 8:25). La paciencia nos fortalece con gozo (Col. 1:11) y produce carácter (Rom. 5:3, 4; Sant. 1:3, 4).
2. La paciencia es una característica clave del remanente de Dios en el tiempo del fin: “Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apoc. 14:12; ver también Apoc. 13:10). El Remanente entiende que debe ser paciente hasta la venida del Señor, de la misma manera en que un agricultor es paciente hasta que la cosecha esté lista (Sant. 5:7, 8; ver también Luc. 8:15, Heb. 10:36, Apoc. 14:14-20). Nos armamos de valor con el mandato de Dios a Habacuc en cuanto a que incluso si, a veces, ciertas profecías del tiempo del fin quizá parezcan estar lejos de su cumplimiento final, debemos perseverar en nuestra espera: “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará” (Hab. 2:3). Dios nos llama: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Sal. 46:10). David insiste: “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” (Sal. 27:14).
3. Mientras tanto, toda una nube de testigos nos anima con paciencia en el camino: “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:1, 2). Entre los grandes ejemplos de paciencia se encuentran Abraham (Heb. 6:15), así como los profetas y Job, quienes prueban “que el Señor es muy misericordioso y compasivo” (Sant. 5:11). Jeremías decidió esperar en el Señor, sea como fuere: “Por tanto, digo: ‘El Señor es todo lo que tengo. ¡En él esperaré!’ ” (Lam. 3:24, NVI), porque “bueno es el Señor con quienes en él confían, con todos los que lo buscan” (Lam. 3:25, NVI).
Pablo explica que los ejemplos que tenemos en las Escrituras están destinados a ayudarnos a desarrollar nuestra resistencia y darnos esperanza (Rom. 15:4, 5). Muchos otros hombres y mujeres de fe, a partir de la época neotestamentaria, soportaron con paciencia la tribulación y llevaron con valentía el nombre y la causa de Dios: “Y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado” (Apoc. 2:3; ver también Rom. 12:12; 2 Tim. 2:24; 2 Tes. 1:4; Apoc. 1:9; 2:19; 3:10). Por supuesto, Jesús es nuestro mayor ejemplo de paciencia y mansedumbre en medio del sufrimiento: “Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Ped. 2:21-23).
4. Sí, hay aspectos prácticos de la paciencia para esta vida: su contraparte, la impaciencia, arruina nuestra vida actual y nos hace necios (Prov. 14:29; 15:18; 16:32; 25:15; Ecl. 7:8, 9). Pero la paciencia es esa virtud que Dios nos da en el crisol de la tribulación que nos ayuda a vencer y nos asegura la vida eterna. En sus enseñanzas sobre la tribulación en el mundo, Jesús nos instruye: “Con vuestra paciencia ganaréis vuestras almas” (Luc. 21:19). El apóstol Pablo declara que Dios dará “vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Rom. 2:7). Por medio del profeta Isaías, Dios nos promete: “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” (Isa. 40:31; ver también Sal. 37:7-9; 40:1).
La paciencia es confianza
Ian se encontraba en el hospital con cáncer. Era un invierno duro, con temperaturas extremadamente bajas. Una mañana, cuando la enfermera entró en la habitación para ver cómo estaba, Ian le dijo a la enfermera que su esposa, Anastasia, iría a visitarlo ese día. La enfermera respondió: “No lo creo, ¡hace treinta grados bajo cero afuera!” El hombre replicó: “Conozco a mi esposa y confío en ella. ¡Ella es especial! ¡Cuando promete algo, cumplirá esa promesa sin importar cómo!” Una hora después, Anastasia entró en la habitación de Ian en el hospital. Más tarde ese día, la enfermera le dijo a Ian: “Dudaba seriamente de que tu esposa viniera. ¡Pero ahora sé que ella es realmente especial!” Nuestra espera está determinada por nuestro conocimiento y confianza en la persona a quien estamos esperando. Si conocemos a Dios y confiamos en él, nuestra espera no nos llevará a la desesperación, sino a una espera paciente y activa.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
1. Nuestra paciencia se manifiesta (en realidad, la necesitamos con urgencia) en varios aspectos de la vida: familia, negocios, salud, espiritualidad y demás. Sin embargo, la verdadera paciencia siempre estará arraigada en el fruto del Espíritu. Anota una evaluación de tu paciencia en varios aspectos de tu vida. ¿Qué descubriste? ¿En qué aspectos de tu vida puedes mejorar? ¿Cómo puedes hacer que eso suceda, con la ayuda de Dios?
2. Se considera que la impaciencia es una característica de la inmadurez. A los niños generalmente les resulta difícil esperar; las personas maduras están más dispuestas a la espera. La experiencia y la confianza han facilitado que los maduros estén capacitados para esperar con paciencia. Evalúa tu madurez espiritual. ¿Cómo planeas seguir creciendo en tu paciencia?
"EN EL CRISOL CON CRISTO"
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