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Intermediarios | Lección 3: El coro de Josafat | 1er Trimestre 2024 | Año A

Intermediarios | Lección 3: El coro de Josafat | 1er Trimestre 2024 | Año A

Lección 3 de Intermediarios
EL CORO DE JOSAFAT


Intermediarios | Lección 3: El coro de Josafat | 1er Trimestre 2024 | Año A

Textos clave y referencias:
2 Crónicas 20: 1-30;
Profetas y reyes, cap. 15, pp. 127-134.)

Versículo para Memorizar:
«No son ustedes los que van a pelear esta batalla. Tomen posiciones, esténse quietos y verán cómo el Señor los librará»
(2 Crónicas 20: 17).

Mensaje:
Dios ya ha gana do la victoria para nosotros.


¿Has visto a alguien “helado de espanto”, o bien has estado tú atemorizado hasta ese punto? En realidad esta no es una situación tan mala; no la parte del temor, sino el estar “helado” e incapaz de moverse a causa del temor. En muchas ocasiones necesitamos quedarnos quietos, como si estuviéramos helados, para permitir que Dios pelee nuestras batallas y gane la victoria por nosotros. Hace mucho tiempo, un ejército ganó una batalla en esa forma, por el hecho de mantenerse quietos y alabar a Dios.

—Rey Josafat, el mensajero está esperando en el patio exterior —anunció el secretario de la corte.
—Hazlo pasar de inmediato —ordenó el rey.

Josafat sabía que los moabitas y los amonitas, vecinos pendencieros, avanzaban velozmente hacia Jerusalén, por lo que deseaba información.
—¿Qué está sucediendo? ¿Qué noticias me traes hoy? —preguntó Josafat en cuanto entró el mensajero.
—Los ejércitos enemigos se aproximan —contestó el mensajero— y están armados hasta los dientes.
—Avisa a tu comandante que continúe observando los movimientos del enemigo y que me mantenga informado cada día.

Luego se volvió a su secretario y le dijo que comunicara el mensaje a todo el pueblo. También debía decirles que al día siguiente ayunarían y pedirían a Dios que les dijera lo que él deseaba que hicieran. Al día siguiente, por la mañana, debían juntarse con él en el templo.

Josafat fue a pasear por la terraza y a encontrarse él solo con Dios. Tenía suficientes soldados para hacer frente al enemigo, pero en el pasado, cada vez que había confiado en sus propias fuerzas, le había ido mal. Esta vez pediría consejo a Dios, antes de hacer sus planes.


* * *

El sol matutino iluminaba las colinas vecinas del templo.

Mientras Josafat observaba a la gente que llegaba, sintió la presencia de Dios con él.
La multitud guardó silencio cuando el rey se levantó para hablar. Los padres pusieron a sus hijitos sobre sus hombros para que vieran mejor.
—Estoy seguro de que han oído los rumores —dijo el rey—. Es verdad que los ejércitos de Edom vienen a atacarnos. No tardarán en llegar a Judá.

La multitud comenzó a lamentarse amargamente. El rey pidió silencio y luego continuó su discurso:
—Pueblo mío, no necesitan atemorizarse. Es verdad que nos encontramos frente a una situación crítica. Pero ustedes saben que Dios todavía está con nosotros. Es más importante que confiemos en él y le permitamos que nos guíe, que ganar la batalla.
—¡Oh, Dios, juzga a nuestros enemigos!—exclamó el rey—. No tenemos ningún poder en la batalla. No sabemos lo que debemos hacer, pero estamos escuchando para oír tu respuesta. Te agradecemos no importa cuál sea tu respuesta.


Todos se preguntaban qué sucedería a continuación. Repentinamente un hombre llamado Jahaziel se abrió paso hasta el centro de la multitud. ¿Qué estaba haciendo?
—¡Oh, rey! —exclamó—, traigo un mensaje de parte de Dios. Dice que esta batalla no es nuestra, sino que es suya. Solo deben tomar sus posiciones de combate y observar cómo Dios los libra.

Josafat estaba parado sobre una plataforma alta para que todo el pueblo lo viera, cayó de rodillas y se inclinó para adorar a Dios. Todos siguieron su ejemplo, y agradecieron a Dios por su promesa de victoria. Cuando terminaron de orar, la gente lanzó fuertes exclamaciones de alabanza y alegría. Sabían que Dios había escuchado sus oraciones, por lo que serían testigos de una poderosa manifestación del poder de Dios.
Esperaban ansiosamente la llegada del día siguiente.

* * *
Al día siguiente los hombres, las mujeres y los niños se dirigieron al lugar de reunión. Todos querían ser testigos de la batalla que Dios pelearía por ellos en el desierto de Tecoa. Una vez más Josafat se puso ante el pueblo y les dijo:
—Recuerden que Dios peleará esta batalla. Tengan fe en él porque él nos dará el valor que necesitamos. Él ha hablado por medio de sus profetas. Si obedecemos sus instrucciones, tendremos éxito.


Josafat escuchó al pueblo. Luego formó columnas de cantores para que guiaran al ejército mientras se dirigían al campo de batalla. Cantaban juntos:
«Dad gracias al Señor, porque su amor dura para siempre».

Cuando el pueblo comenzó a cantar, Dios puso emboscadas para sus enemigos. Esto confundió a los moabitas y a los amonitas. Creyeron que los pobladores de Edom los estaban atacando, por lo que comenzaron a atacarse entre ellos. Cuando Josafat y los habitantes de Judá llegaron a la cumbre de una colina y contemplaron el desierto, no había quedado parado ni un solo soldado. ¡Sus enemigos se habían matado entre ellos!

Los pobladores de Judá se apoderaron de una enorme cantidad de ropa, equipos, joyas y otros objetos valiosos que habían pertenecido a sus enemigos. Después de eso, Josafat condujo a su pueblo de regreso a Jerusalén.

En la ciudad, se reunieron en el templo para agradecer a Dios por la victoria que les había concedido. Acompañados de arpas, flautas y trompetas, el pueblo cantó alabanzas a Dios durante horas.

Pronto se difundió la noticia de la victoria que Dios había obtenido para el reino de Judá. Las naciones vecinas se enteraron y se llenaron de temor. Durante muchos años no atacaron a Judá. Debido a que el pueblo pidió a Dios que peleara su batalla, vivieron en paz durante muchos años.

 

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Dios les bendiga!!!

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