Lección 10 de Intermediarios
SAÚL PERSIGUE A DAVID
Textos clave y referencias:
1 Samuel 24;
Patriarcas y profetas, cap. 65, pp. 649-651.
Versículo para Memorizar:
«Den a todos el debido respeto. Amen a los hermanos, reverencien a Dios, respeten al emperador»
(1 Pedro 2: 17).
Mensaje:
Debemos respetar a los demás y ser considerados con ellos, sin importarnos la manera en que nos tratan.
1 Samuel 24;
Patriarcas y profetas, cap. 65, pp. 649-651.
Versículo para Memorizar:
«Den a todos el debido respeto. Amen a los hermanos, reverencien a Dios, respeten al emperador»
(1 Pedro 2: 17).
Mensaje:
Debemos respetar a los demás y ser considerados con ellos, sin importarnos la manera en que nos tratan.
¿Te has sentido molestado o mortificado por alguien que te fastidia constantemente? ¿Procuraste alguna vez vengarte?
David y sus hombres se ocultaron durante meses del rey Saúl, que los perseguía. Su vida no había sido aburrida. Habían salvado un pueblo limítrofe de los ataques de los filisteos.
Jonatán los había visitado. Pero lo que más hacían era trasladarse de un lugar a otro para evitar que los espías de Saúl los encontraran.
El rey Saúl sabía que David había sido elegido por Dios como el próximo rey de Israel. Pero insistía en matar a David. Quería que su propia familia gobernara el país. Una vez más alguien envió un mensaje a Saúl para revelarle el escondite de David, en el desierto de En-Gadi.
Saúl reunió a tres mil soldados y partió en busca de David. Mientras caminaban por una montaña, Saúl decidió detenerse por un momento en una cueva.
David también había sido advertido de la nueva expedición del rey para encontrarlo y matarlo. Él y sus hombres estaban escondidos en una cueva. Las cuevas eran buenos lugares para ocultarse. Eran frescas y con frecuencia tenían provisión de agua. Los hombres tenían que ser muy cuidadosos, porque podían quedar atrapados en el fondo de una cueva. Pero Dios los había protegido hasta aquel momento.
La cueva donde David y sus hombres se encontraban repentinamente se hizo más oscura. Había entrado un hombre solo. David se enteró de que era el rey Saúl. Los hombres de David le dijeron que la mano de Dios había puesto al rey a su alcance para que le diera muerte.
David escuchó a sus hombres. Pensó en lo que decían. Pero también pensó que no era correcto matar a un rey del pueblo de Dios.
Los hombres de David siguieron insistiendo en que debía aprovechar la oportunidad para matarlo. Finalmente decidió por lo menos ver hasta dónde podía acercarse a Saúl sin ser descubierto.
Se deslizó cautelosamente hasta donde estaba Saúl. Extendió la mano y cortó una parte del borde del manto de Saúl. Luego regresó silenciosamente al fondo de la cueva. Todos esperaron sin moverse hasta que el rey Saúl salió.
—¡Miren lo que hice! —exclamó David cuando el rey se había alejado—. Le arruiné el manto a Saúl. Creo que no debiera haber manifestado esa falta de respeto hacia el rey.
Sus hombres lo miraron asombrados. ¡De qué estaba hablando David! El rey Saúl lo buscaba para matarlo, y ahora él se sentía mal porque había arruinado el manto del rey. Aunque amaban y admiraban a su jefe, no siempre lograban entenderlo.
David salió a la entrada de la cueva y llamó al rey. Saúl miró hacia atrás y vio a un hombre joven postrado con su rostro hacia el suelo, que decía:
—¿Por qué escuchas a los hombres que dicen que yo estoy tratando de perjudicarte? Hoy has visto que Dios te entregó en mis manos y pude haberte matado. En efecto, mis hombres querían que lo hiciera.
Pero no pude levantar mi mano contra el rey ungido de Dios. David levantó la mano en la que tenía el trozo del manto del rey.
—¿Ves este trozo de tu manto? Me acerqué tanto a ti que logré cortarlo sin dificultad.
El rey miró el borde de su manto y vio que le faltaba un pedazo. Saúl miró a David y sintió que había sido injusto con David.
—Sé que un día tú serás el rey —dijo Saúl—. Eres más justo que yo. ¿Quién ha oído de alguien que ha dejado escapar a su enemigo como tú lo hiciste hoy?
La voz de Saúl experimentó un leve temblor al pensar en lo que podía haberle sucedido.
—Prométeme —continuó diciendo—, que serás bondadoso con mi familia cuando seas rey.
Pero no necesitaba haberlo dicho. Ante él se encontraba postrado un hombre joven que sabía tratar a los demás con consideración y respeto, sin tomar en cuenta la forma como lo habían tratado a él.
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Dios les bendiga!!!
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