Lección de Escuela Sabática de Adultos 3er Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 3er Trimestre 2020, Lección 3er Trimestre 2020,
Lección 7: Para el 15 de agosto de 2020
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 119:105; Jeremías 23:29; Hebreos 1:1–3; 2 Timoteo 3:14–17; 1 Juan 1:7–9; Eclesiastés 3:1; 2 Timoteo 4:2.
Cuando testificamos, hablamos de Jesús. Pero ¿qué sabríamos de Jesús sin la Biblia? De hecho, ¿cuánto sabríamos sobre el Gran Conflicto; el amor de Dios; el nacimiento, la vida, el ministerio, la muerte, la resurrección y el regreso de nuestro Señor, si no tuviéramos las Escrituras?
Aunque la naturaleza revela la majestad y el poder de Dios, no revela el plan de salvación. Jesús, a través de la Persona del Espíritu Santo, es “la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre” (Juan 1:9, BLA). Aun así, sin la Palabra de Dios para explicar completamente la verdad divina, la revelación del Espíritu Santo a nuestros corazones es limitada. La Palabra es-crita de Dios es la revelación más clara y completa de Jesús, la Palabra viviente.
Aunque los líderes religiosos estudiaban la Palabra de Dios, muchos no en-tendían su mensaje principal. Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Correctamente entendida, cada enseñanza de la Biblia refleja la belleza del carácter de Jesús. Cuando compartimos la Palabra de Dios, nuestro objetivo principal no es demostrar que tenemos razón y que la otra persona está equivocada; es revelar a Jesús en cada faceta de la verdad que compartimos.
SÍMBOLOS DE LA PALABRA DE DIOS
Lee Salmo 119:105, Jeremías 23:29, Lucas 8:11 y Mateo 4:4. ¿Qué cinco símbolos se usan para describir la Palabra de Dios en estos pasajes? ¿Por qué crees que estos cinco símbolos fueron elegidos para representar la Palabra de Dios?
Los variados símbolos utilizados en estos pasajes describen algunas de las funciones principales de la Palabra de Dios. Cuando compartimos las Escrituras con otros, es como una luz que ilumina la vida. Jesús, “la luz del mundo”, rompe la oscuridad de su malentendido acerca de quién es Dios y la naturaleza de su carácter. Las mentes oscurecidas con una tergiversación de Dios son iluminadas por el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios.
Según Jeremías, la Palabra de Dios es como un fuego y un martillo. Consume la escoria del pecado en nuestra vida y rompe nuestros corazones duros. Cuando ayudamos a las personas a ver en las Escrituras la gloria de Jesús, sus corazones duros se rompen y el fuego del amor de Jesús consume la escoria del egoísmo, la codicia, la lujuria y el egoísmo.
La Palabra de Dios también se compara con la semilla. La característica clave de la semilla es que da vida. Que la semilla crezca lleva tiempo. No todas las semillas germinan al mismo tiempo; no todas las plantas crecen al mismo ritmo. Pero, en las condiciones adecuadas, la vida que está en la semilla irrumpe a través del suelo hacia una nueva vida. Cuando plantamos la semilla de la Palabra de Dios en el corazón y la mente de los demás, no siempre veremos resultados inmediatos, pero en silencio la semilla está creciendo, y en el tiempo dispuesto por Dios, si responden a los impulsos del Espíritu Santo, producirá una cosecha para el Reino de Dios.
Jesús compara su Palabra con el pan nutritivo. Como muchos de noso-tros sabemos, hay pocas cosas tan satisfactorias como una buena hogaza de pan. La Palabra de Dios satisface el hambre del alma y nutre nuestros anhelos espirituales internos. Al compartir las promesas de la Palabra con otros y ayudarlos a descubrir que Jesús es la Palabra, su vida será trans-formada por su bondad, encantada por su amor, asombrada por su gracia y satisfecha por su presencia.
■ Nuevamente, piensa en las verdades que solo conocemos gracias a la Biblia. ¿Qué debería decirnos esto sobre cuánto debemos atesorar lo que nos enseña?
EL PODER CREADOR DE LA PALABRA DE DIOS
Compara Hebreos 1:1 al 3 con Hebreos 4:12 y Salmo 33:6 y 9. ¿Qué nos dicen estos pasajes acerca del poder de la Palabra de Dios?
La Palabra de Dios es una Palabra viva. Lleva consigo el poder de lograr las cosas que declara. Las palabras humanas pueden hablar de lo que es, pero Dios habla de cosas que aún no se han hecho y luego las crea por el poder de su verbo. La Palabra de Dios es una Palabra creadora. La Palabra audible que procede de su boca tiene el poder de crear todo lo que proclama.
En la historia de la Creación de Génesis 1, la expresión “dijo Dios” se usa repetidamente (Gén. 1:3, 6, 11, 14, 20, 24, 26, 29). Las palabras declarativas de Dios tenían tal poder que, cuando habló, apareció tierra seca, brotaron plantas, florecieron árboles frutales y flores, y surgieron animales.
Hay una fascinante palabra hebrea usada en Génesis 1 para la actividad creadora de Dios. Es la palabra bará. En esta forma particular, se usa a fin de describir la actividad de Dios para crear algo de la nada. El verbo se usa solamente cuando Dios es el sujeto; es decir, únicamente Dios puede bará, y lo hace a través del poder de su palabra hablada.
Dios no solo creó este mundo a través del poder de su palabra, sino también lo mantiene y sustenta a través de ella. El mismo poder que está en la palabra hablada de Dios está en su Palabra escrita. El mismo Espíritu Santo que estuvo activo en la Creación estuvo activo en la inspiración de la Escritura. Él está presente cuando leemos la Biblia o la compartimos con otros. Hay un poder creador que cambia la vida y da vida en la Palabra de Dios. “En la palabra de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia. Esta palabra imparte poder; engendra vida. Cada orden es una promesa; aceptada por la voluntad, recibida en el alma, trae consigo la vida del Ser infinito. Transforma la naturaleza y vuelve a crear el alma a imagen de Dios” (Ed 126).
A medida que comprendemos personalmente las promesas que se en-cuentran en la Palabra de Dios, nuestra vida cambia, y a medida que ayu-damos a otros a comprender estas increíbles promesas, el Espíritu Santo también cambiará su vida.
■ Imagina: Dios habló, y existió. ¿Cómo podemos entender lo que esto significa? ¿Qué nos dice esta sorprendente realidad sobre su poder? ¿Por qué debería ani-marnos esta verdad sobre el poder creador de Dios?
LOS BENEFICIOS DE ESTUDIAR LA PALABRA DE DIOS
Hay múltiples beneficios en estudiar la Palabra de Dios. El apóstol Pedro nos dice que a través de las promesas de las Escrituras llegamos a ser “par-ticipantes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4). Santiago habla de la “palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Sant. 1:21). Pablo agrega que “la palabra de su gracia [...] tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32). La Biblia tiene un pro-pósito redentor. Al ver a Jesús en toda la Escritura, somos cambiados. Al contemplarlo en su Palabra, llegamos a ser como él (2 Cor. 3:18). “Es una ley de la naturaleza intelectual y de la espiritual que llegamos a ser transfor-mados por medio de la contemplación. La mente se adapta gradualmente a los temas en que se ocupa. Se llega a asimilar lo que se acostumbra amar y reverenciar” (CS 611).
Lee 2 Timoteo 3:14 al 17 y Juan 17:14 al 17. ¿Qué beneficios adicionales provienen de estudiar la Palabra de Dios?
Escribiendo a su joven compañero Timoteo, el apóstol Pablo lo insta a ser fiel a las Escrituras y comparte los beneficios de estudiar la Palabra inspirada. Según Pablo, la Biblia es “útil para enseñar”. Revela la verdad y expone el error. Describe el plan de Dios para la raza humana. Reprende nuestros pecados, corrige nuestro pensamiento erróneo y nos instruye en la justicia. Las Escrituras revelan la justicia de Cristo. Nos llevan de la locura de nuestra propia pecaminosidad a la belleza de su justicia. Cuando vemos el amor desinteresado de Jesús en contraste con nuestro egoísmo, nos quedamos asombrados. A medida que contemplamos en las Escrituras la profundidad de su compasión y su cuidado, nuestra vida cambia. Cuando compartimos su Palabra con otros, ellos también son radicalmente trans-formados. Al contemplar a Jesús en su Palabra, nos volvemos más como él es. Testificar no se trata de compartir lo que pensamos o incluso lo que creemos, se trata de compartir las verdades eternas que se encuentran en la Palabra de Dios. Cuando la Palabra de Dios ha bendecido increíblemente nuestra vida, tenemos la credibilidad de decirles a los demás cómo puede bendecir su vida también.
■ Piensa en un momento de dificultad que enfrentaste personalmente y cómo la Palabra de Dios demostró ser una fortaleza para ti. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
APLICAR LA PALABRA DE DIOS
Se han contado más de tres mil promesas en la Palabra de Dios. Cada una de ellas proviene del corazón de un Dios amoroso, que “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20). Las pro-mesas de Dios son compromisos que él hace con cada uno de nosotros. Cuando reclamamos estas promesas por fe y enseñamos a otras personas a reclamarlas, las bendiciones del Cielo fluyen en nuestra vida. El apóstol Pablo enfatiza esta realidad divina en Romanos 8: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (vers. 32). El apóstol Pedro esclarece esta promesa, declarando que “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder” (2 Ped. 1:3). A través de la muerte de Cristo en la Cruz, y su victoria sobre Satanás y los principados y potestades del infierno, él ha provisto todo lo necesario para que vivamos una vida espiritual piadosa. También promete satisfacer nuestras necesidades físicas básicas.
Compara 1 Juan 1:7 al 9 y Filipenses 4:13 y 19. Aunque estas promesas son bastante diferentes, ¿qué nos enseñan sobre el carácter de Dios? ¿Cómo han impactado estas promesas en tu vida?
Las promesas que hemos leído en estos pasajes hablan de algo diferente, pero la imagen de Dios que nos brindan es muy similar. Revelan a un Dios de perdón amoroso, poder infinito y preocupación por nuestras necesidades básicas. Nos dan la seguridad de que Dios se preocupa profundamente por nosotros.
Lee Hebreos 3:19; 4:1 al 3; y Mateo 13:58. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de la necesidad de la fe?
Hay tantas promesas maravillosas de Dios en la Biblia, y cuando por fe reclamamos las promesas de la Palabra de Dios y las creemos porque Cristo lo ha prometido, las bendiciones de esas promesas se hacen nuestras. Es la falta de fe en la capacidad de Dios para hacer lo que ha prometido en su Pa-labra lo que limita el cumplimiento de las promesas de Dios en nuestra vida. Ora para que Dios te guíe esta semana a alguien que necesita las promesas esperanzadoras que se encuentran en la Palabra de Dios.
COMPARTIR LA PALABRA
Las buenas noticias son para compartir. Piensa en los momentos de tu vida que te han deleitado con buenas noticias. Pudo haber sido el día en que te comprometiste para casarte, el nacimiento de un hijo, un nuevo trabajo o la compra de un automóvil o una casa nuevos. Estabas tan emocionado que no podías esperar para compartirlo.
Es maravilloso compartir nuestra alegría con los demás, pero la mejor noticia en todo el Universo es la historia de Jesús. Cuando descubrimos nuevas ideas en su Palabra acerca de la salvación que hay en Cristo, nuestros corazones se llenan de alegría y anhelamos contarle a alguien más. Cuando los líderes religiosos intentaron detener la predicación de los apóstoles, Pedro declaró: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 4:20).
“Tan pronto como uno va a Cristo, nace en el corazón un vivo deseo de hacer conocer a otros cuán precioso amigo ha encontrado en Jesús; la verdad salvadora y santificadora no puede permanecer encerrada en el corazón. Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos guardar silencio” (CC 66).
En Romanos 1:14 al 16, Pablo escribió: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
El apóstol Pablo nunca se cansó de contar su historia de conversión. Su corazón desbordó de alegría en Jesús. Para él, las buenas noticias eran para compartir, y no podía estar callado.
¿Qué principios vitales sobre compartir la Palabra de Dios nos dan Isaías 50:4, Eclesiastés 3:1 y 2 Timoteo 4:2?
A medida que entreguemos nuestra vida a Cristo y a su servicio, él abrirá puertas de oportunidad “para saber hablar palabras al cansado”, o en el momento adecuado a aquellos cuyos corazones él ha abierto. En todos nues-tros testimonios, debemos tener en cuenta tres principios bíblicos: lo que decimos, cómo lo decimos y cuándo lo decimos.
■ ¿Con quiénes estás en contacto y cómo puedes ser mejor testigo para ellos?
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “Cómo conocer a Dios”, pp. 72-78; Obreros evangélicos, “Estudios bíblicos con las familias”, pp. 199-201; y El evangelismo, “Técnicas de la obra bíblica”, pp. 483-488.
Dios está trabajando en los corazones que nos rodean. Si tenemos el discernimiento espiritual para ver dónde Dios ya está trabajando, observa-remos regularmente oportunidades para compartir su Palabra con otros. Mientras Dios prepara el terreno del corazón, tenemos la oportunidad de sembrar la semilla del evangelio. El Espíritu Santo preparó los corazones de Nicodemo, la mujer junto al pozo, la mujer con el problema de flujo de sangre, el ladrón en la cruz, el centurión romano, y muchos otros, para recibir su palabra antes de que Jesús los encontrara. A través de las circunstancias de su vida y las impresiones del Espíritu Santo, estaban preparados para recibir el mensaje de Cristo.
Es posible que tengamos dudas naturales sobre preguntarle a la gente si podemos orar con ella, compartir una promesa bíblica o darle una pieza de literatura. La mayoría de las veces, cuando nos sentimos impresionados a compartir nuestra fe con alguien más, es porque el Espíritu Santo, que nos impulsa, ya ha impresionado a esa persona para que reciba nuestro testimonio.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Si alguien viniera a ti sintiéndose terriblemente culpable por algo y necesitara el perdón de Dios, ¿qué consejo le darías y qué textos bíblicos compartirías? ¿Cuál ha sido tu propia experiencia con la culpa y el poder del perdón de Dios en tu propia vida?
2. A veces Dios trae personas a nuestra vida porque anhela que co-nozcan su verdad. ¿Cómo podemos ser sensibles a la dirección de Dios?
3. Reflexiona más sobre el poder de Dios y la Palabra de Dios como se revela en la historia de la Creación y en la Creación misma. Apenas podemos comprender el concepto del Universo mismo porque es muy grande y muy vasto. Y pensar que el Dios que lo creó debe ser aún mayor que lo que él creó. ¿De qué manera podemos obtener consuelo al saber que el Dios al que servimos es tan poderoso? Y no solo es poderoso, sino también nos ama. ¿Qué gran esperanza podemos extraer de saber estas cosas acerca de Dios? Y ¿cómo puede este conocimiento ayudarnos a ser mejores testigos para otros acerca de él?
Dios lo bendiga!!!
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Texto clave: 2 Timoteo 3:14-17.
Enfoque del estudio: Salmo 119:105; Lucas 8:11; Marcos 4:26-29; Hebreos 4:12; 3:19; 4:1; Isaías 50:4.
Parte I: RESEÑA
La Palabra inspirada de Dios contiene principios que dan vida. Cuando las enseñanzas de las Escrituras centradas en Cristo son aceptadas por la fe, nuestra vida se transforma. El poder creador de la Palabra de Dios ilumina nuestra oscuridad. Nos cambia. Jesús es el gran hacedor de milagros. Él es el cambiador de vidas. Debido a que él está en el centro de toda enseñanza bíblica, como el apóstol Pablo expresa tan claramente, “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). Jesús agrega: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
La Biblia no es simplemente un manual de tareas sobre cómo construir una vida cristiana. Es la Palabra viviente de Dios, que transforma nuestra vida. En el estudio de esta semana, exploraremos el poder transformador de la Palabra de Dios. Estudiaremos símbolos de la Palabra, como luz, fuego, martillo, semilla y pan. Estas imágenes variadas tienen una cosa en común: revelan el poder de la Palabra de Dios para cambiar nuestra vida. Cuando compartes la Palabra de Dios con las personas que están en tu esfera de influencia, es como la luz que las guía a través de los valles oscuros de su vida. Es como un fuego que arde dentro de su alma. Es como un martillo que rompe sus corazones duros. Es como una semilla que silenciosamente crece y produce los frutos del Espíritu en su vida. Es como el pan que alimenta su hambre espiritual. En la lección de esta semana, descubriremos el poder transformador de la Palabra de Dios.
Parte II: COMENTARIO
El salmista David declara: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105). También agrega: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (119:130). La luz siempre implica la eliminación de la oscuridad. Si estuvieras en un camino oscuro por la noche sin luz, podrías desviarte fácilmente de él. No sería raro tropezar y caer en un barranco profundo, sin luz. Una linterna potente marcaría la diferencia. La Palabra de Dios ilumina el camino de los seguidores de Cristo. Nos guía a casa. Jesús es la “luz del mundo” (Juan 8:12), que ilumina nuestra oscuridad a través de su Palabra. Cuando compartimos la Palabra de Dios con otros, disipa la oscuridad en la que Satanás ha envuelto su vida y aligera su camino hacia el Reino de Dios.
En Jeremías 23:29, la Palabra de Dios se compara tanto con el fuego como con el martillo. Se compara con el fuego porque consume. Cuando compartimos la Palabra de Dios con otros, el fuego de la Palabra de Dios arde dentro de su alma, consumiendo el error. La Palabra de Dios también es como un martillo. El término “martillo” puede parecer un término inusual para describir la Biblia. Los martillos y los clavos unen cosas; pero también rompen cosas. El martillo de la Palabra de Dios rompe corazones duros en pedazos. Piensa en los cambios dramáticos que tuvieron lugar en la vida de los endemoniados, del centurión romano, del ladrón en la cruz y de muchos otros en todo el Nuevo Testamento. La Palabra de Dios golpeó sus duros corazones hasta que fueron rotos por el martillo del amor.
En uno de los símbolos más comunes en las Escrituras, la Biblia se compara con la “semilla”. En Lucas 8:11, Jesús declara: “La semilla es la palabra de Dios”. Hay vida en una pequeña semilla. Cuando la semilla de la Palabra de Dios se planta en el suelo de la mente, produce una cosecha abundante en la vida. Jesús usó a menudo el simbolismo de la semilla para describir el crecimiento de su Reino. La Palabra de Dios esparcida como semilla por todo el mundo produciría una cosecha abundante. “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo” (Mar. 4:26, 27). El comentarista de la Biblia Matthew Henry, al reflexionar sobre este pasaje, hace esta afirmación perspicaz: “[La semilla] surgirá aunque parezca perdida y enterrada bajo los terrones; encontrará o se abrirá camino a través de ellos. La semilla arrojada al suelo brotará. Que la palabra de Cristo tenga el lugar que debería tener en un alma, y se dejará ver, como la sabiduría de Arriba lo hace en una buena conversación” (Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, t. 5, p. 383). El punto de Matthew Henry es claro. La Palabra de Dios puede parecer enterrada en algún lugar dentro de la mente. Puede parecer que está cubierta por los terrones del pecado, pero si es valorada y atesorada brotará en una nueva vida. Cambiará radicalmente nuestras actitudes, nuestra conversación, nuestros hábitos y nuestro estilo de vida. La semilla da vida.
La Biblia también usa el término pan para describir la Palabra de Dios. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35). Él agrega: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4).
El pan era el sustento de la vida en todo el mundo antiguo y uno de los alimentos básicos de nuestro planeta. Es un elemento nutritivo esencial. Un individuo puede sobrevivir mucho tiempo solo con pan y agua. Al usar la ilustración del pan, Jesús declara que él es esencial para la vida.
Después del milagro de la alimentación de los cinco mil, en su conocido sermón del pan de vida, Jesús declara: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Juan 6:54). Parece una declaración muy extraña. ¿De qué podría estar hablando Jesús? Obviamente, no estaba hablando literalmente de comer su carne y beber su sangre. Al alimentarnos de su Palabra, sus enseñanzas se vuelven parte de nuestra vida. Esto es lo que Jeremías quiso decir cuando declaró alegremente: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos” (Jer. 15:16).
No hay nada tan satisfactorio como el descubrimiento de la verdad sobre Jesús en cada enseñanza de las Escrituras. Anima a tu clase a compartir las maravillosas verdades de Jesús y las promesas alentadoras de su Palabra con los demás.
Ilustración
Cuando las personas están pasando por una transición en su vida, es más probable que estén abiertas al evangelio. Pueden estar enfrentando desafíos de salud, una crisis laboral, un problema de relación o alguna otra dificultad. Pide a Dios que te ayude a ser sensible a las personas que te rodean y que te brinde la sabiduría para discernir su apertura a la Palabra de Dios.
Jan acababa de mudarse a una nueva ciudad. Su esposo había muerto y ella se estaba desilusionando con su fe. Una tarjeta de interés en estudiar la Biblia llegó a su puerta. Aunque posiblemente no hubiera estado interesada en un estudio en profundidad de la Palabra de Dios un año antes de que llegara la tarjeta, estaba pasando por una transición en su vida en ese momento y estaba buscando algo más. Tenía un hambre oculta que no podía satisfacerse con una fe superficial. Ella respondió a la invitación, envió la tarjeta de interés de estudio bíblico, estudió las lecciones bíblicas y hoy se regocija en la verdad de la Palabra de Dios.
Comentario adicional
Lo sorprendente de la Palabra de Dios es que lleva consigo el poder de lograr lo que declara. La Palabra de Dios es una Palabra viva. Otros libros pueden ser inspiradores, pero la Biblia está inspirada y contiene el poder del Dador de la vida. No contiene simplemente la verdad, es Verdad en su misma esencia. Las verdades vivas de la Biblia no solo declaran lo que es así, sino también logran lo que declaran en la vida de los que creen. (Ver Hebreos 3:19; 4:12.)
A lo largo de la Escritura, pasajes como 2 Pedro 1:4, Santiago 1:21 y Hechos 20:32 nos aseguran que a través de la Palabra de Dios nos convertimos en “participantes de la naturaleza divina”, salvamos nuestra alma a través de “la palabra implantada” y recibiremos “herencia con todos los santificados”. Cuando por fe aceptamos la Palabra de Dios como la Palabra viva de Cristo, todo lo que Jesús nos ha prometido se vuelve nuestro. Su Palabra es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16).
Tu objetivo principal como maestro en esta lección es compartir con los miembros de la clase una visión exaltada de la Palabra inspirada de Dios y alentarlos a compartir las promesas y las enseñanzas de la Palabra con otros. Nuestro papel no es convertir personas; ese es el papel del Espíritu Santo. Nuestro papel es compartir las enseñanzas de la Palabra de Dios que cambian la vida y permitir que el Espíritu Santo imprima profundamente estas enseñanzas en la vida de los demás.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Las promesas de la Palabra de Dios son como los cheques de viajero. En momentos en que las personas se van de vacaciones a un país extranjero y no quieren arriesgarse a llevar efectivo, compran cheques de viajero del banco. Estos cheques de viajero están libres de riesgos. Si pierde uno o se los roban, el banco los respalda. Cuando compra los cheques, los firma, y luego, cuando los cambia, los firma nuevamente. Las promesas de Dios están respaldadas por todas sus riquezas en gloria. Las riquezas del Cielo son inagotables. Lo mejor de todo es que sus beneficios ya han sido comprados por nosotros en la Cruz. Todo lo que hacemos es aceptar las disposiciones de sus promesas por fe; e incluso la fe misma es un regalo que nos da. Esta semana invita a tu clase a:
1. Memorizar las siguientes cinco promesas de la Palabra de Dios: 1 Juan 1:9; 1 Corintios 10:31; Filipenses 4:13; 4:19; 1 Juan 5:17, 18.
2. Escribir cada promesa en una tarjeta o una ficha y leerlas cada día.
3. Pedir a Dios que traiga a alguien a su vida para compartir una de estas promesas. Orar por discernimiento espiritual para reconocer dónde Dios ya está trabajando en el corazón de alguien.
4. Prepararse para compartir en la clase de la próxima semana cómo Dios los ha usado esta semana.
Dios lo bendiga!!!
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Sábado 8 de agosto
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 119:105; Jeremías 23:29; Hebreos 1:1–3; 2 Timoteo 3:14–17; 1 Juan 1:7–9; Eclesiastés 3:1; 2 Timoteo 4:2.
PARA MEMORIZAR:
“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isa. 55:11).
Cuando testificamos, hablamos de Jesús. Pero ¿qué sabríamos de Jesús sin la Biblia? De hecho, ¿cuánto sabríamos sobre el Gran Conflicto; el amor de Dios; el nacimiento, la vida, el ministerio, la muerte, la resurrección y el regreso de nuestro Señor, si no tuviéramos las Escrituras?
Aunque la naturaleza revela la majestad y el poder de Dios, no revela el plan de salvación. Jesús, a través de la Persona del Espíritu Santo, es “la luz verdadera que, al venir al mundo, alumbra a todo hombre” (Juan 1:9, BLA). Aun así, sin la Palabra de Dios para explicar completamente la verdad divina, la revelación del Espíritu Santo a nuestros corazones es limitada. La Palabra es-crita de Dios es la revelación más clara y completa de Jesús, la Palabra viviente.
Aunque los líderes religiosos estudiaban la Palabra de Dios, muchos no en-tendían su mensaje principal. Jesús dijo: “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). Correctamente entendida, cada enseñanza de la Biblia refleja la belleza del carácter de Jesús. Cuando compartimos la Palabra de Dios, nuestro objetivo principal no es demostrar que tenemos razón y que la otra persona está equivocada; es revelar a Jesús en cada faceta de la verdad que compartimos.
Notas EGW
Sábado
Incansables han sido los esfuerzos del hombre para oscurecer la sencillez y claridad de las Santas Escrituras y para hacerles contradecir su propio testimonio, pero a semejanza del arca que flotó sobre las olas agitadas y profundas, la Palabra de Dios cruza ilesa las tempestades que amenazan destruirla. Como las minas tienen ricas vetas de oro y plata ocultas bajo la superficie de la tierra, de manera que todo el que quiere hallar el precioso depósito debe forzosamente cavar para encontrarlo, así también contienen las Sagradas Escrituras tesoros de verdad que solo se revelan a quien los busca con sinceridad, humildad y abnegación. Dios se había propuesto que la Biblia fuese un libro de instrucción para toda la humanidad en la niñez, en la juventud y en la edad adulta, y que fuese estudiada en todo tiempo. Dio su Palabra a los hombres como una revelación de sí mismo. Cada verdad que vamos descubriendo es una nueva revelación del carácter de su Autor. El estudio de las Sagradas Escrituras es el medio divinamente instituido para poner a los hombres en comunión más estrecha con su Creador y para darles a conocer más claramente su voluntad. Es el medio de comunicación entre Dios y el hombre (El conflicto de los siglos, p. 66).
Así como la planta se arraiga en el suelo, así hemos de arraigarnos profundamente en Cristo. Así como la planta recibe la luz del sol, el rocío y la lluvia, hemos de abrir nuestro corazón al Espíritu Santo. Ha de hacerse la obra, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6 Si conservamos nuestra mente fija en Cristo, él vendrá a nosotros “como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”. Oseas 6:3. Como el Sol de justicia, se levantará sobre nosotros, “y en sus alas traerá salud”. Malaquías 4:2. Floreceremos “como lirio”. Seremos “vivificados como trigo”, y floreceremos “como la vid”. Oseas 14:5, 7. Al depender constantemente de Cristo como nuestro Salvador personal, creceremos en él en todas las cosas, en Aquel que es la cabeza (Palabras de vida del gran Maestro, p. 46).
El agua a la cual Cristo se refirió era la revelación de su gracia en su Palabra; su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma… En Cristo hay plenitud de gozo para siempre…
La benigna presencia de Cristo en su Palabra está siempre hablando al alma, representándolo por medio de la fuente del agua viva que refresca el alma sedienta. Es nuestro privilegio tener un Salvador vivo y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y acciones, refrigerando a todos los que están dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fuerza y pureza, de santidad y paz, y del gozo que no trae consigo dolor. Este es el resultado cuando el Salvador mora dentro de nosotros (Testimonios para los ministros, p. 390).
Sábado
Incansables han sido los esfuerzos del hombre para oscurecer la sencillez y claridad de las Santas Escrituras y para hacerles contradecir su propio testimonio, pero a semejanza del arca que flotó sobre las olas agitadas y profundas, la Palabra de Dios cruza ilesa las tempestades que amenazan destruirla. Como las minas tienen ricas vetas de oro y plata ocultas bajo la superficie de la tierra, de manera que todo el que quiere hallar el precioso depósito debe forzosamente cavar para encontrarlo, así también contienen las Sagradas Escrituras tesoros de verdad que solo se revelan a quien los busca con sinceridad, humildad y abnegación. Dios se había propuesto que la Biblia fuese un libro de instrucción para toda la humanidad en la niñez, en la juventud y en la edad adulta, y que fuese estudiada en todo tiempo. Dio su Palabra a los hombres como una revelación de sí mismo. Cada verdad que vamos descubriendo es una nueva revelación del carácter de su Autor. El estudio de las Sagradas Escrituras es el medio divinamente instituido para poner a los hombres en comunión más estrecha con su Creador y para darles a conocer más claramente su voluntad. Es el medio de comunicación entre Dios y el hombre (El conflicto de los siglos, p. 66).
Así como la planta se arraiga en el suelo, así hemos de arraigarnos profundamente en Cristo. Así como la planta recibe la luz del sol, el rocío y la lluvia, hemos de abrir nuestro corazón al Espíritu Santo. Ha de hacerse la obra, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6 Si conservamos nuestra mente fija en Cristo, él vendrá a nosotros “como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”. Oseas 6:3. Como el Sol de justicia, se levantará sobre nosotros, “y en sus alas traerá salud”. Malaquías 4:2. Floreceremos “como lirio”. Seremos “vivificados como trigo”, y floreceremos “como la vid”. Oseas 14:5, 7. Al depender constantemente de Cristo como nuestro Salvador personal, creceremos en él en todas las cosas, en Aquel que es la cabeza (Palabras de vida del gran Maestro, p. 46).
El agua a la cual Cristo se refirió era la revelación de su gracia en su Palabra; su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma… En Cristo hay plenitud de gozo para siempre…
La benigna presencia de Cristo en su Palabra está siempre hablando al alma, representándolo por medio de la fuente del agua viva que refresca el alma sedienta. Es nuestro privilegio tener un Salvador vivo y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y acciones, refrigerando a todos los que están dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fuerza y pureza, de santidad y paz, y del gozo que no trae consigo dolor. Este es el resultado cuando el Salvador mora dentro de nosotros (Testimonios para los ministros, p. 390).
Domingo 9 de agosto
SÍMBOLOS DE LA PALABRA DE DIOS
Lee Salmo 119:105, Jeremías 23:29, Lucas 8:11 y Mateo 4:4. ¿Qué cinco símbolos se usan para describir la Palabra de Dios en estos pasajes? ¿Por qué crees que estos cinco símbolos fueron elegidos para representar la Palabra de Dios?
Los variados símbolos utilizados en estos pasajes describen algunas de las funciones principales de la Palabra de Dios. Cuando compartimos las Escrituras con otros, es como una luz que ilumina la vida. Jesús, “la luz del mundo”, rompe la oscuridad de su malentendido acerca de quién es Dios y la naturaleza de su carácter. Las mentes oscurecidas con una tergiversación de Dios son iluminadas por el Espíritu Santo a través de la Palabra de Dios.
Según Jeremías, la Palabra de Dios es como un fuego y un martillo. Consume la escoria del pecado en nuestra vida y rompe nuestros corazones duros. Cuando ayudamos a las personas a ver en las Escrituras la gloria de Jesús, sus corazones duros se rompen y el fuego del amor de Jesús consume la escoria del egoísmo, la codicia, la lujuria y el egoísmo.
La Palabra de Dios también se compara con la semilla. La característica clave de la semilla es que da vida. Que la semilla crezca lleva tiempo. No todas las semillas germinan al mismo tiempo; no todas las plantas crecen al mismo ritmo. Pero, en las condiciones adecuadas, la vida que está en la semilla irrumpe a través del suelo hacia una nueva vida. Cuando plantamos la semilla de la Palabra de Dios en el corazón y la mente de los demás, no siempre veremos resultados inmediatos, pero en silencio la semilla está creciendo, y en el tiempo dispuesto por Dios, si responden a los impulsos del Espíritu Santo, producirá una cosecha para el Reino de Dios.
Jesús compara su Palabra con el pan nutritivo. Como muchos de noso-tros sabemos, hay pocas cosas tan satisfactorias como una buena hogaza de pan. La Palabra de Dios satisface el hambre del alma y nutre nuestros anhelos espirituales internos. Al compartir las promesas de la Palabra con otros y ayudarlos a descubrir que Jesús es la Palabra, su vida será trans-formada por su bondad, encantada por su amor, asombrada por su gracia y satisfecha por su presencia.
■ Nuevamente, piensa en las verdades que solo conocemos gracias a la Biblia. ¿Qué debería decirnos esto sobre cuánto debemos atesorar lo que nos enseña?
Notas EGW
Domingo
Mientras Cristo estaba sentado mirando el grupo que esperaba al esposo, contó a sus discípulos la historia de las diez vírgenes, para ilustrar con ese suceso la experiencia de la iglesia que viviría precisamente antes de su segunda venida.
Las dos clases de personas que esperaban representan dos clases que profesan estar esperando a su Señor. Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Las lámparas representan la Palabra de Dios. El salmista dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Salmo 119:105 El aceite es un símbolo del Espíritu Santo (Palabras de vida del gran Maestro, p. 336).
Desde la caída del hombre, Cristo había sido el Revelador de la verdad al mundo. Por medio de él, la incorruptible simiente, “la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre”, es comunicada a los hombres. 1 Pedro 1:23. En aquella primera promesa pronunciada a nuestra raza caída, en el Edén, Cristo estaba sembrando la simiente del evangelio. Pero la parábola se aplica especialmente a su ministerio personal entre la gente y a la obra que de esa manera estableció.
La palabra de Dios es la simiente. Cada semilla tiene en sí un poder germinador. En ella está encerrada la vida de la planta. Así hay vida en la palabra de Dios. Cristo dice: “Las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida”. Juan 6:63. “El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna”. Juan 5:24. En cada mandamiento y en cada promesa de la Palabra de Dios se halla el poder, la vida misma de Dios, por medio de los cuales pueden cumplirse el mandamiento y la promesa. Aquel que por la fe recibe la palabra, está recibiendo la misma vida y carácter de Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 20).
¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Jeremías 23:29…
Puede ser que se necesite mucho trabajo para edificar el carácter y que ustedes sean piedras toscas que deben ser escuadradas y pulidas antes que estén listas para ocupar su lugar en el templo de Dios. No tienen por qué sorprenderse si con martillo y cincel Dios elimina sus defectos de carácter, hasta que estén en condiciones de ocupar el lugar que Dios les ha preparado. Nadie puede hacer esta obra. Solo Dios puede hacerla. Pueden estar seguros de que él no dará un golpe en vano. De cada golpe con amor, para el eterno bien y la felicidad perdurable de ustedes. Conoce sus flaquezas y obra para restaurar, no para destruir.
Del alma pobre y desfalleciente, cansada de acudir a los seres humanos, solamente para recibir traición y olvido, Cristo dice: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”. Isaías 27:5 (Cada día con Dios, p. 21).
Domingo
Mientras Cristo estaba sentado mirando el grupo que esperaba al esposo, contó a sus discípulos la historia de las diez vírgenes, para ilustrar con ese suceso la experiencia de la iglesia que viviría precisamente antes de su segunda venida.
Las dos clases de personas que esperaban representan dos clases que profesan estar esperando a su Señor. Se las llama vírgenes porque profesan una fe pura. Las lámparas representan la Palabra de Dios. El salmista dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino”. Salmo 119:105 El aceite es un símbolo del Espíritu Santo (Palabras de vida del gran Maestro, p. 336).
Desde la caída del hombre, Cristo había sido el Revelador de la verdad al mundo. Por medio de él, la incorruptible simiente, “la palabra de Dios, que vive y permanece para siempre”, es comunicada a los hombres. 1 Pedro 1:23. En aquella primera promesa pronunciada a nuestra raza caída, en el Edén, Cristo estaba sembrando la simiente del evangelio. Pero la parábola se aplica especialmente a su ministerio personal entre la gente y a la obra que de esa manera estableció.
La palabra de Dios es la simiente. Cada semilla tiene en sí un poder germinador. En ella está encerrada la vida de la planta. Así hay vida en la palabra de Dios. Cristo dice: “Las palabras que yo os he hablado, son espíritu, y son vida”. Juan 6:63. “El que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna”. Juan 5:24. En cada mandamiento y en cada promesa de la Palabra de Dios se halla el poder, la vida misma de Dios, por medio de los cuales pueden cumplirse el mandamiento y la promesa. Aquel que por la fe recibe la palabra, está recibiendo la misma vida y carácter de Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 20).
¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra? Jeremías 23:29…
Puede ser que se necesite mucho trabajo para edificar el carácter y que ustedes sean piedras toscas que deben ser escuadradas y pulidas antes que estén listas para ocupar su lugar en el templo de Dios. No tienen por qué sorprenderse si con martillo y cincel Dios elimina sus defectos de carácter, hasta que estén en condiciones de ocupar el lugar que Dios les ha preparado. Nadie puede hacer esta obra. Solo Dios puede hacerla. Pueden estar seguros de que él no dará un golpe en vano. De cada golpe con amor, para el eterno bien y la felicidad perdurable de ustedes. Conoce sus flaquezas y obra para restaurar, no para destruir.
Del alma pobre y desfalleciente, cansada de acudir a los seres humanos, solamente para recibir traición y olvido, Cristo dice: “¿O forzará alguien mi fortaleza? Haga conmigo paz; sí, haga paz conmigo”. Isaías 27:5 (Cada día con Dios, p. 21).
Lunes 10 de agosto
EL PODER CREADOR DE LA PALABRA DE DIOS
Compara Hebreos 1:1 al 3 con Hebreos 4:12 y Salmo 33:6 y 9. ¿Qué nos dicen estos pasajes acerca del poder de la Palabra de Dios?
La Palabra de Dios es una Palabra viva. Lleva consigo el poder de lograr las cosas que declara. Las palabras humanas pueden hablar de lo que es, pero Dios habla de cosas que aún no se han hecho y luego las crea por el poder de su verbo. La Palabra de Dios es una Palabra creadora. La Palabra audible que procede de su boca tiene el poder de crear todo lo que proclama.
En la historia de la Creación de Génesis 1, la expresión “dijo Dios” se usa repetidamente (Gén. 1:3, 6, 11, 14, 20, 24, 26, 29). Las palabras declarativas de Dios tenían tal poder que, cuando habló, apareció tierra seca, brotaron plantas, florecieron árboles frutales y flores, y surgieron animales.
Hay una fascinante palabra hebrea usada en Génesis 1 para la actividad creadora de Dios. Es la palabra bará. En esta forma particular, se usa a fin de describir la actividad de Dios para crear algo de la nada. El verbo se usa solamente cuando Dios es el sujeto; es decir, únicamente Dios puede bará, y lo hace a través del poder de su palabra hablada.
Dios no solo creó este mundo a través del poder de su palabra, sino también lo mantiene y sustenta a través de ella. El mismo poder que está en la palabra hablada de Dios está en su Palabra escrita. El mismo Espíritu Santo que estuvo activo en la Creación estuvo activo en la inspiración de la Escritura. Él está presente cuando leemos la Biblia o la compartimos con otros. Hay un poder creador que cambia la vida y da vida en la Palabra de Dios. “En la palabra de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia. Esta palabra imparte poder; engendra vida. Cada orden es una promesa; aceptada por la voluntad, recibida en el alma, trae consigo la vida del Ser infinito. Transforma la naturaleza y vuelve a crear el alma a imagen de Dios” (Ed 126).
A medida que comprendemos personalmente las promesas que se en-cuentran en la Palabra de Dios, nuestra vida cambia, y a medida que ayu-damos a otros a comprender estas increíbles promesas, el Espíritu Santo también cambiará su vida.
■ Imagina: Dios habló, y existió. ¿Cómo podemos entender lo que esto significa? ¿Qué nos dice esta sorprendente realidad sobre su poder? ¿Por qué debería ani-marnos esta verdad sobre el poder creador de Dios?
Notas EGW
Lunes
El mundo material se halla bajo el control divino. Toda la naturaleza obedece las leyes que la gobiernan. Todas las cosas hablan acerca de la voluntad del Creador y la practican. La nubes, la lluvia, el rocío, la luz del sol, los chubascos, el viento, la tormenta, todos están bajo la supervisión de Dios y le rinden obediencia implícita a Aquel para quien trabajan. La plantita diminuta sale de la tierra, primero como hierba, luego espiga, y después el grano lleno en la espiga. El Señor los usa como sus siervos obedientes, para hacer su voluntad. Primero se ve el fruto en el capullo, que contiene a la futura pera, durazno, o manzana, y el Señor los desarrolla en el momento adecuado, porque ellos no se resisten a su obra…
La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente el que la tierra continúe su movimiento en derredor del sol año tras año, y produzca sus bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos (Exaltad a Jesús, pp. 60, 61).
Los que tienen un verdadero conocimiento de Dios no se infatuarán con las leyes de la materia ni las operaciones de la naturaleza, al punto de pasar por alto o rehusar reconocer la continua operación de Dios en la naturaleza. La naturaleza no es Dios, ni nunca lo fue. La voz de la naturaleza testifica de Dios, pero la naturaleza no es Dios. Como obra creada por Dios, simplemente da un testimonio del poder de Dios. La Deidad es el autor de la naturaleza. En sí mismo, el mundo natural no tiene poder sino el que Dios le suministra. Hay un Dios personal, el Padre; hay un Cristo personal, el Hijo…
Dice el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz”. Salmo 19:1-3. Algunos quizá supongan que estas grandes cosas del mundo natural son Dios. No son Dios. Todas esas maravillas de los cielos tan solo están haciendo la obra que les ha sido señalada. Son los instrumentos de Dios. Dios es quien vigila la marcha de todas las cosas, así como fue su Creador. El Ser Divino se ocupa en sostener las cosas que ha creado. La misma mano que sostiene y equilibra las montañas en su posición, guía los mundos en su misteriosa marcha alrededor del sol (Mensajes selectos, t. 1, pp. 344, 345).
La revelación que de sí mismo dejó Dios en su Palabra es para nuestro estudio. Debemos procurar entenderla… Nadie debe permitirse entrar en especulaciones respecto a la naturaleza de Dios. Aquí el silencio es elocuencia. El Omnisciente está por encima de toda discusión (La fe por la cual vivo, p. 42).
Lunes
El mundo material se halla bajo el control divino. Toda la naturaleza obedece las leyes que la gobiernan. Todas las cosas hablan acerca de la voluntad del Creador y la practican. La nubes, la lluvia, el rocío, la luz del sol, los chubascos, el viento, la tormenta, todos están bajo la supervisión de Dios y le rinden obediencia implícita a Aquel para quien trabajan. La plantita diminuta sale de la tierra, primero como hierba, luego espiga, y después el grano lleno en la espiga. El Señor los usa como sus siervos obedientes, para hacer su voluntad. Primero se ve el fruto en el capullo, que contiene a la futura pera, durazno, o manzana, y el Señor los desarrolla en el momento adecuado, porque ellos no se resisten a su obra…
La misma energía creadora que sacó el mundo a la existencia, sigue manifestándose en el sostenimiento del universo y en la continuación de las operaciones de la naturaleza. La mano de Dios guía los planetas en su marcha ordenada a través de los cielos. No se debe a un poder inherente el que la tierra continúe su movimiento en derredor del sol año tras año, y produzca sus bendiciones. La palabra de Dios controla los elementos (Exaltad a Jesús, pp. 60, 61).
Los que tienen un verdadero conocimiento de Dios no se infatuarán con las leyes de la materia ni las operaciones de la naturaleza, al punto de pasar por alto o rehusar reconocer la continua operación de Dios en la naturaleza. La naturaleza no es Dios, ni nunca lo fue. La voz de la naturaleza testifica de Dios, pero la naturaleza no es Dios. Como obra creada por Dios, simplemente da un testimonio del poder de Dios. La Deidad es el autor de la naturaleza. En sí mismo, el mundo natural no tiene poder sino el que Dios le suministra. Hay un Dios personal, el Padre; hay un Cristo personal, el Hijo…
Dice el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras, ni es oída su voz”. Salmo 19:1-3. Algunos quizá supongan que estas grandes cosas del mundo natural son Dios. No son Dios. Todas esas maravillas de los cielos tan solo están haciendo la obra que les ha sido señalada. Son los instrumentos de Dios. Dios es quien vigila la marcha de todas las cosas, así como fue su Creador. El Ser Divino se ocupa en sostener las cosas que ha creado. La misma mano que sostiene y equilibra las montañas en su posición, guía los mundos en su misteriosa marcha alrededor del sol (Mensajes selectos, t. 1, pp. 344, 345).
La revelación que de sí mismo dejó Dios en su Palabra es para nuestro estudio. Debemos procurar entenderla… Nadie debe permitirse entrar en especulaciones respecto a la naturaleza de Dios. Aquí el silencio es elocuencia. El Omnisciente está por encima de toda discusión (La fe por la cual vivo, p. 42).
Martes 11 de agosto
LOS BENEFICIOS DE ESTUDIAR LA PALABRA DE DIOS
Hay múltiples beneficios en estudiar la Palabra de Dios. El apóstol Pedro nos dice que a través de las promesas de las Escrituras llegamos a ser “par-ticipantes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4). Santiago habla de la “palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Sant. 1:21). Pablo agrega que “la palabra de su gracia [...] tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados” (Hech. 20:32). La Biblia tiene un pro-pósito redentor. Al ver a Jesús en toda la Escritura, somos cambiados. Al contemplarlo en su Palabra, llegamos a ser como él (2 Cor. 3:18). “Es una ley de la naturaleza intelectual y de la espiritual que llegamos a ser transfor-mados por medio de la contemplación. La mente se adapta gradualmente a los temas en que se ocupa. Se llega a asimilar lo que se acostumbra amar y reverenciar” (CS 611).
Lee 2 Timoteo 3:14 al 17 y Juan 17:14 al 17. ¿Qué beneficios adicionales provienen de estudiar la Palabra de Dios?
Escribiendo a su joven compañero Timoteo, el apóstol Pablo lo insta a ser fiel a las Escrituras y comparte los beneficios de estudiar la Palabra inspirada. Según Pablo, la Biblia es “útil para enseñar”. Revela la verdad y expone el error. Describe el plan de Dios para la raza humana. Reprende nuestros pecados, corrige nuestro pensamiento erróneo y nos instruye en la justicia. Las Escrituras revelan la justicia de Cristo. Nos llevan de la locura de nuestra propia pecaminosidad a la belleza de su justicia. Cuando vemos el amor desinteresado de Jesús en contraste con nuestro egoísmo, nos quedamos asombrados. A medida que contemplamos en las Escrituras la profundidad de su compasión y su cuidado, nuestra vida cambia. Cuando compartimos su Palabra con otros, ellos también son radicalmente trans-formados. Al contemplar a Jesús en su Palabra, nos volvemos más como él es. Testificar no se trata de compartir lo que pensamos o incluso lo que creemos, se trata de compartir las verdades eternas que se encuentran en la Palabra de Dios. Cuando la Palabra de Dios ha bendecido increíblemente nuestra vida, tenemos la credibilidad de decirles a los demás cómo puede bendecir su vida también.
■ Piensa en un momento de dificultad que enfrentaste personalmente y cómo la Palabra de Dios demostró ser una fortaleza para ti. ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
Notas EGW
Martes
Los diez santos preceptos enunciados por Cristo en el monte Sinaí fueron la revelación del carácter de Dios e hicieron conocer al mundo el hecho de que él tenía potestad sobre toda la heredad humana. Esa ley de los diez preceptos del amor más grande que pueda ser presentado al hombre es la voz del Dios del cielo que habla al alma la promesa: “Haz esto, y no quedarás bajo el control y dominio de Satanás”. No hay nada negativo en aquella ley, aunque parezca así…
El Señor ha dado sus santos mandamientos para que sean una muralla de protección en torno de sus seres creados, y los que deseen preservarse de la contaminación de apetitos y pasiones, pueden llegar a ser participantes de la naturaleza divina (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1119).
Es cierto que el apóstol [Pablo] ha dicho que hay algunas cosas que son difíciles de entender en las Escrituras; sí, las hay. Y si no fuera porque hay temas que son difíciles y complejos para entender, bien podría el escéptico que ahora argumenta que Dios ha dado una revelación que no puede ser entendida —bien podría él, digo yo—, tener algo más que argumentar. La infinitud de Dios es tanto más alta de lo que nosotros somos, que es imposible que el hombre comprenda el misterio de la piedad.
Los ángeles de Dios contemplaron con asombro a Cristo, quien tomó la forma de hombre y humildemente unió su divinidad con la humanidad para poder ministrar a los hombres caídos. Esto asombra a los ángeles celestiales. Dios nos ha dicho que él lo hizo, y debemos aceptar la Palabra de Dios al pie de la letra (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 931).
Desde la niñez [Timoteo] había conocido las Sagradas Escrituras. El ambiente de su hogar era religioso. La piedad de su vida hogareña era… pura, juiciosa, y no estaba corrompida por falsos conceptos… La Palabra de Dios era la norma que guiaba a Timoteo. Recibió su instrucción línea sobre línea, precepto tras precepto, un poquito allí, otro poquito allá. Y la fuerza espiritual de esas lecciones mantuvo puro su lenguaje y lo libró de conceptos corruptores. Las instructoras que tenía en el hogar colaboraron con Dios en la tarea de educar a ese joven para que pudiera llevar las cargas que recaerían sobre sus hombros a tan temprana edad…
Las lecciones bíblicas ejercen una influencia moral y religiosa sobre el carácter, a medida que se las pone en práctica en la vida. Timoteo aprendió y utilizó esas lecciones. No poseía talentos extraordinarios; pero su obra fue valiosa porque empleó la capacidad que Dios le había dado como dones consagrados al servicio de Dios. Su bien fundado conocimiento de la verdad y la piedad experimental le confirieron distinción e influencia. El Espíritu Santo halló en Timoteo una mente que podía ser moldeada y modelada hasta el punto de convertirse en templo que sirviera de morada al Espíritu de Dios (Mi vida hoy, p. 34).
Martes
Los diez santos preceptos enunciados por Cristo en el monte Sinaí fueron la revelación del carácter de Dios e hicieron conocer al mundo el hecho de que él tenía potestad sobre toda la heredad humana. Esa ley de los diez preceptos del amor más grande que pueda ser presentado al hombre es la voz del Dios del cielo que habla al alma la promesa: “Haz esto, y no quedarás bajo el control y dominio de Satanás”. No hay nada negativo en aquella ley, aunque parezca así…
El Señor ha dado sus santos mandamientos para que sean una muralla de protección en torno de sus seres creados, y los que deseen preservarse de la contaminación de apetitos y pasiones, pueden llegar a ser participantes de la naturaleza divina (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1119).
Es cierto que el apóstol [Pablo] ha dicho que hay algunas cosas que son difíciles de entender en las Escrituras; sí, las hay. Y si no fuera porque hay temas que son difíciles y complejos para entender, bien podría el escéptico que ahora argumenta que Dios ha dado una revelación que no puede ser entendida —bien podría él, digo yo—, tener algo más que argumentar. La infinitud de Dios es tanto más alta de lo que nosotros somos, que es imposible que el hombre comprenda el misterio de la piedad.
Los ángeles de Dios contemplaron con asombro a Cristo, quien tomó la forma de hombre y humildemente unió su divinidad con la humanidad para poder ministrar a los hombres caídos. Esto asombra a los ángeles celestiales. Dios nos ha dicho que él lo hizo, y debemos aceptar la Palabra de Dios al pie de la letra (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 931).
Desde la niñez [Timoteo] había conocido las Sagradas Escrituras. El ambiente de su hogar era religioso. La piedad de su vida hogareña era… pura, juiciosa, y no estaba corrompida por falsos conceptos… La Palabra de Dios era la norma que guiaba a Timoteo. Recibió su instrucción línea sobre línea, precepto tras precepto, un poquito allí, otro poquito allá. Y la fuerza espiritual de esas lecciones mantuvo puro su lenguaje y lo libró de conceptos corruptores. Las instructoras que tenía en el hogar colaboraron con Dios en la tarea de educar a ese joven para que pudiera llevar las cargas que recaerían sobre sus hombros a tan temprana edad…
Las lecciones bíblicas ejercen una influencia moral y religiosa sobre el carácter, a medida que se las pone en práctica en la vida. Timoteo aprendió y utilizó esas lecciones. No poseía talentos extraordinarios; pero su obra fue valiosa porque empleó la capacidad que Dios le había dado como dones consagrados al servicio de Dios. Su bien fundado conocimiento de la verdad y la piedad experimental le confirieron distinción e influencia. El Espíritu Santo halló en Timoteo una mente que podía ser moldeada y modelada hasta el punto de convertirse en templo que sirviera de morada al Espíritu de Dios (Mi vida hoy, p. 34).
Miércoles 12 de agosto
APLICAR LA PALABRA DE DIOS
Se han contado más de tres mil promesas en la Palabra de Dios. Cada una de ellas proviene del corazón de un Dios amoroso, que “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20). Las pro-mesas de Dios son compromisos que él hace con cada uno de nosotros. Cuando reclamamos estas promesas por fe y enseñamos a otras personas a reclamarlas, las bendiciones del Cielo fluyen en nuestra vida. El apóstol Pablo enfatiza esta realidad divina en Romanos 8: “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (vers. 32). El apóstol Pedro esclarece esta promesa, declarando que “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder” (2 Ped. 1:3). A través de la muerte de Cristo en la Cruz, y su victoria sobre Satanás y los principados y potestades del infierno, él ha provisto todo lo necesario para que vivamos una vida espiritual piadosa. También promete satisfacer nuestras necesidades físicas básicas.
Compara 1 Juan 1:7 al 9 y Filipenses 4:13 y 19. Aunque estas promesas son bastante diferentes, ¿qué nos enseñan sobre el carácter de Dios? ¿Cómo han impactado estas promesas en tu vida?
Las promesas que hemos leído en estos pasajes hablan de algo diferente, pero la imagen de Dios que nos brindan es muy similar. Revelan a un Dios de perdón amoroso, poder infinito y preocupación por nuestras necesidades básicas. Nos dan la seguridad de que Dios se preocupa profundamente por nosotros.
Lee Hebreos 3:19; 4:1 al 3; y Mateo 13:58. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de la necesidad de la fe?
Hay tantas promesas maravillosas de Dios en la Biblia, y cuando por fe reclamamos las promesas de la Palabra de Dios y las creemos porque Cristo lo ha prometido, las bendiciones de esas promesas se hacen nuestras. Es la falta de fe en la capacidad de Dios para hacer lo que ha prometido en su Pa-labra lo que limita el cumplimiento de las promesas de Dios en nuestra vida. Ora para que Dios te guíe esta semana a alguien que necesita las promesas esperanzadoras que se encuentran en la Palabra de Dios.
Notas EGW
Miércoles
Cristo ha hecho toda provisión para que seamos fuertes. Nos ha dado su Espíritu Santo, cuyo oficio es recordarnos todas las promesas que Cristo ha hecho, para que tengamos paz y una dulce sensación de perdón. Si tan solo mantenemos los ojos fijos en el Salvador y confiamos en su poder, seremos llenados de una sensación de seguridad, pues la justicia de Cristo llegará a ser nuestra justicia (La maravillosa gracia de Dios, p. 259).
Las Escrituras deben recibirse como palabra que Dios nos dirige, palabra no meramente escrita sino hablada…
Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder. Son hojas de aquel árbol que es “para la sanidad de las naciones”. Apocalipsis 22:2. Recibidas y asimiladas, serán la fuerza del carácter, la inspiración y el sostén de la vida. Nada tiene tal virtud curativa. Ninguna otra cosa puede infundirnos el valor y la fe que dan vital energía a todo el ser (El ministerio de curación, pp. 84, 85).
El que ha entregado su vida a Dios para socorrer a los hijos de él se une a Aquel que dispone de todos los recursos del universo. Su vida queda ligada a la vida de Dios por la áurea cadena de promesas inmutables. El Señor no lo abandonará en la hora de aflicción o de necesidad. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Y en la hora de necesidad final, los compasivos se refugiarán en la misericordia del clemente Salvador y serán recibidos en las moradas eternas (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 24, 25).
Por el estudio de las Escrituras y la oración ferviente, tratad de obtener un claro concepto de vuestro deber y luego cumplidlo fielmente. Es esencial que cultivéis la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayores… Cada acontecimiento de la vida es grande para bien o para mal. La mente necesita ser educada por las pruebas diarias, a fin de que adquiera fuerza para resistir en cualquier situación difícil. En los días de prueba y peligro, necesitaréis ser fortalecidos para permanecer firmes de parte de lo recto, independientes de toda influencia opositora.
Cristo consiente en llevar nuestras cargas solo cuando confiamos en él. Él dice: “Venid a mí todos los que estáis cargados; dadme vuestra carga; confiad en que puedo hacer lo que resulta imposible para el instrumento humano”. Confiemos en él. La preocupación es ciega y no puede discernir el futuro. Pero Jesús ve el fin desde el principio, y ha preparado la manera de socorrerlo. “¡Tanto por hacer!” Sí, pero, ¿quién es el Jefe de los obreros? Jesucristo, nuestro Señor. Él ofrece aliviarnos las cargas que llevamos, al colocarse a sí mismo debajo de ellas. Al morar en Cristo, y al morar Cristo en nosotros, podremos hacerlo todo mediante él, quien nos fortalece (God´s Amazing Grace, p. 113; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 113).
Miércoles
Cristo ha hecho toda provisión para que seamos fuertes. Nos ha dado su Espíritu Santo, cuyo oficio es recordarnos todas las promesas que Cristo ha hecho, para que tengamos paz y una dulce sensación de perdón. Si tan solo mantenemos los ojos fijos en el Salvador y confiamos en su poder, seremos llenados de una sensación de seguridad, pues la justicia de Cristo llegará a ser nuestra justicia (La maravillosa gracia de Dios, p. 259).
Las Escrituras deben recibirse como palabra que Dios nos dirige, palabra no meramente escrita sino hablada…
Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder. Son hojas de aquel árbol que es “para la sanidad de las naciones”. Apocalipsis 22:2. Recibidas y asimiladas, serán la fuerza del carácter, la inspiración y el sostén de la vida. Nada tiene tal virtud curativa. Ninguna otra cosa puede infundirnos el valor y la fe que dan vital energía a todo el ser (El ministerio de curación, pp. 84, 85).
El que ha entregado su vida a Dios para socorrer a los hijos de él se une a Aquel que dispone de todos los recursos del universo. Su vida queda ligada a la vida de Dios por la áurea cadena de promesas inmutables. El Señor no lo abandonará en la hora de aflicción o de necesidad. “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Y en la hora de necesidad final, los compasivos se refugiarán en la misericordia del clemente Salvador y serán recibidos en las moradas eternas (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 24, 25).
Por el estudio de las Escrituras y la oración ferviente, tratad de obtener un claro concepto de vuestro deber y luego cumplidlo fielmente. Es esencial que cultivéis la fidelidad en las cosas pequeñas, y al hacerlo adquiriréis costumbres de integridad en las responsabilidades mayores… Cada acontecimiento de la vida es grande para bien o para mal. La mente necesita ser educada por las pruebas diarias, a fin de que adquiera fuerza para resistir en cualquier situación difícil. En los días de prueba y peligro, necesitaréis ser fortalecidos para permanecer firmes de parte de lo recto, independientes de toda influencia opositora.
Cristo consiente en llevar nuestras cargas solo cuando confiamos en él. Él dice: “Venid a mí todos los que estáis cargados; dadme vuestra carga; confiad en que puedo hacer lo que resulta imposible para el instrumento humano”. Confiemos en él. La preocupación es ciega y no puede discernir el futuro. Pero Jesús ve el fin desde el principio, y ha preparado la manera de socorrerlo. “¡Tanto por hacer!” Sí, pero, ¿quién es el Jefe de los obreros? Jesucristo, nuestro Señor. Él ofrece aliviarnos las cargas que llevamos, al colocarse a sí mismo debajo de ellas. Al morar en Cristo, y al morar Cristo en nosotros, podremos hacerlo todo mediante él, quien nos fortalece (God´s Amazing Grace, p. 113; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 113).
Jueves 13 de agosto
COMPARTIR LA PALABRA
Las buenas noticias son para compartir. Piensa en los momentos de tu vida que te han deleitado con buenas noticias. Pudo haber sido el día en que te comprometiste para casarte, el nacimiento de un hijo, un nuevo trabajo o la compra de un automóvil o una casa nuevos. Estabas tan emocionado que no podías esperar para compartirlo.
Es maravilloso compartir nuestra alegría con los demás, pero la mejor noticia en todo el Universo es la historia de Jesús. Cuando descubrimos nuevas ideas en su Palabra acerca de la salvación que hay en Cristo, nuestros corazones se llenan de alegría y anhelamos contarle a alguien más. Cuando los líderes religiosos intentaron detener la predicación de los apóstoles, Pedro declaró: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hech. 4:20).
“Tan pronto como uno va a Cristo, nace en el corazón un vivo deseo de hacer conocer a otros cuán precioso amigo ha encontrado en Jesús; la verdad salvadora y santificadora no puede permanecer encerrada en el corazón. Si estamos revestidos de la justicia de Cristo y rebosamos de gozo por la presencia de su Espíritu, no podremos guardar silencio” (CC 66).
En Romanos 1:14 al 16, Pablo escribió: “A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego”.
El apóstol Pablo nunca se cansó de contar su historia de conversión. Su corazón desbordó de alegría en Jesús. Para él, las buenas noticias eran para compartir, y no podía estar callado.
¿Qué principios vitales sobre compartir la Palabra de Dios nos dan Isaías 50:4, Eclesiastés 3:1 y 2 Timoteo 4:2?
A medida que entreguemos nuestra vida a Cristo y a su servicio, él abrirá puertas de oportunidad “para saber hablar palabras al cansado”, o en el momento adecuado a aquellos cuyos corazones él ha abierto. En todos nues-tros testimonios, debemos tener en cuenta tres principios bíblicos: lo que decimos, cómo lo decimos y cuándo lo decimos.
■ ¿Con quiénes estás en contacto y cómo puedes ser mejor testigo para ellos?
Notas EGW
Jueves
Incansables han sido los esfuerzos del hombre para oscurecer la sencillez y claridad de las Santas Escrituras y para hacerles contradecir su propio testimonio, pero a semejanza del arca que flotó sobre las olas agitadas y profundas, la Palabra de Dios cruza ilesa las tempestades que amenazan destruirla. Como las minas tienen ricas vetas de oro y plata ocultas bajo la superficie de la tierra, de manera que todo el que quiere hallar el precioso depósito debe forzosamente cavar para encontrarlo, así también contienen las Sagradas Escrituras tesoros de verdad que solo se revelan a quien los busca con sinceridad, humildad y abnegación. Dios se había propuesto que la Biblia fuese un libro de instrucción para toda la humanidad en la niñez, en la juventud y en la edad adulta, y que fuese estudiada en todo tiempo. Dio su Palabra a los hombres como una revelación de sí mismo. Cada verdad que vamos descubriendo es una nueva revelación del carácter de su Autor. El estudio de las Sagradas Escrituras es el medio divinamente instituido para poner a los hombres en comunión más estrecha con su Creador y para darles a conocer más claramente su voluntad. Es el medio de comunicación entre Dios y el hombre (El conflicto de los siglos, p. 66).
Así como la planta se arraiga en el suelo, así hemos de arraigarnos profundamente en Cristo. Así como la planta recibe la luz del sol, el rocío y la lluvia, hemos de abrir nuestro corazón al Espíritu Santo. Ha de hacerse la obra, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6 Si conservamos nuestra mente fija en Cristo, él vendrá a nosotros “como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”. Oseas 6:3. Como el Sol de justicia, se levantará sobre nosotros, “y en sus alas traerá salud”. Malaquías 4:2. Floreceremos “como lirio”. Seremos “vivificados como trigo”, y floreceremos “como la vid”. Oseas 14:5, 7. Al depender constantemente de Cristo como nuestro Salvador personal, creceremos en él en todas las cosas, en Aquel que es la cabeza (Palabras de vida del gran Maestro, p. 46).
El agua a la cual Cristo se refirió era la revelación de su gracia en su Palabra; su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma… En Cristo hay plenitud de gozo para siempre…
La benigna presencia de Cristo en su Palabra está siempre hablando al alma, representándolo por medio de la fuente del agua viva que refresca el alma sedienta. Es nuestro privilegio tener un Salvador vivo y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y acciones, refrigerando a todos los que están dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fuerza y pureza, de santidad y paz, y del gozo que no trae consigo dolor. Este es el resultado cuando el Salvador mora dentro de nosotros (Testimonios para los ministros, p. 390).
Jueves
Incansables han sido los esfuerzos del hombre para oscurecer la sencillez y claridad de las Santas Escrituras y para hacerles contradecir su propio testimonio, pero a semejanza del arca que flotó sobre las olas agitadas y profundas, la Palabra de Dios cruza ilesa las tempestades que amenazan destruirla. Como las minas tienen ricas vetas de oro y plata ocultas bajo la superficie de la tierra, de manera que todo el que quiere hallar el precioso depósito debe forzosamente cavar para encontrarlo, así también contienen las Sagradas Escrituras tesoros de verdad que solo se revelan a quien los busca con sinceridad, humildad y abnegación. Dios se había propuesto que la Biblia fuese un libro de instrucción para toda la humanidad en la niñez, en la juventud y en la edad adulta, y que fuese estudiada en todo tiempo. Dio su Palabra a los hombres como una revelación de sí mismo. Cada verdad que vamos descubriendo es una nueva revelación del carácter de su Autor. El estudio de las Sagradas Escrituras es el medio divinamente instituido para poner a los hombres en comunión más estrecha con su Creador y para darles a conocer más claramente su voluntad. Es el medio de comunicación entre Dios y el hombre (El conflicto de los siglos, p. 66).
Así como la planta se arraiga en el suelo, así hemos de arraigarnos profundamente en Cristo. Así como la planta recibe la luz del sol, el rocío y la lluvia, hemos de abrir nuestro corazón al Espíritu Santo. Ha de hacerse la obra, “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6 Si conservamos nuestra mente fija en Cristo, él vendrá a nosotros “como la lluvia, como la lluvia tardía y temprana a la tierra”. Oseas 6:3. Como el Sol de justicia, se levantará sobre nosotros, “y en sus alas traerá salud”. Malaquías 4:2. Floreceremos “como lirio”. Seremos “vivificados como trigo”, y floreceremos “como la vid”. Oseas 14:5, 7. Al depender constantemente de Cristo como nuestro Salvador personal, creceremos en él en todas las cosas, en Aquel que es la cabeza (Palabras de vida del gran Maestro, p. 46).
El agua a la cual Cristo se refirió era la revelación de su gracia en su Palabra; su Espíritu, su enseñanza, es una fuente que satisface a toda alma… En Cristo hay plenitud de gozo para siempre…
La benigna presencia de Cristo en su Palabra está siempre hablando al alma, representándolo por medio de la fuente del agua viva que refresca el alma sedienta. Es nuestro privilegio tener un Salvador vivo y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y acciones, refrigerando a todos los que están dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fuerza y pureza, de santidad y paz, y del gozo que no trae consigo dolor. Este es el resultado cuando el Salvador mora dentro de nosotros (Testimonios para los ministros, p. 390).
Viernes 14 de agosto
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “Cómo conocer a Dios”, pp. 72-78; Obreros evangélicos, “Estudios bíblicos con las familias”, pp. 199-201; y El evangelismo, “Técnicas de la obra bíblica”, pp. 483-488.
Dios está trabajando en los corazones que nos rodean. Si tenemos el discernimiento espiritual para ver dónde Dios ya está trabajando, observa-remos regularmente oportunidades para compartir su Palabra con otros. Mientras Dios prepara el terreno del corazón, tenemos la oportunidad de sembrar la semilla del evangelio. El Espíritu Santo preparó los corazones de Nicodemo, la mujer junto al pozo, la mujer con el problema de flujo de sangre, el ladrón en la cruz, el centurión romano, y muchos otros, para recibir su palabra antes de que Jesús los encontrara. A través de las circunstancias de su vida y las impresiones del Espíritu Santo, estaban preparados para recibir el mensaje de Cristo.
Es posible que tengamos dudas naturales sobre preguntarle a la gente si podemos orar con ella, compartir una promesa bíblica o darle una pieza de literatura. La mayoría de las veces, cuando nos sentimos impresionados a compartir nuestra fe con alguien más, es porque el Espíritu Santo, que nos impulsa, ya ha impresionado a esa persona para que reciba nuestro testimonio.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Si alguien viniera a ti sintiéndose terriblemente culpable por algo y necesitara el perdón de Dios, ¿qué consejo le darías y qué textos bíblicos compartirías? ¿Cuál ha sido tu propia experiencia con la culpa y el poder del perdón de Dios en tu propia vida?
2. A veces Dios trae personas a nuestra vida porque anhela que co-nozcan su verdad. ¿Cómo podemos ser sensibles a la dirección de Dios?
3. Reflexiona más sobre el poder de Dios y la Palabra de Dios como se revela en la historia de la Creación y en la Creación misma. Apenas podemos comprender el concepto del Universo mismo porque es muy grande y muy vasto. Y pensar que el Dios que lo creó debe ser aún mayor que lo que él creó. ¿De qué manera podemos obtener consuelo al saber que el Dios al que servimos es tan poderoso? Y no solo es poderoso, sino también nos ama. ¿Qué gran esperanza podemos extraer de saber estas cosas acerca de Dios? Y ¿cómo puede este conocimiento ayudarnos a ser mejores testigos para otros acerca de él?
Notas EGW
Viernes
La maravillosa gracia de Dios, 19 de abril, “Para las necesidades diarias”, p. 117;
El evangelismo, “Técnica de la obra bíblica”, pp. 351-355.
Viernes
La maravillosa gracia de Dios, 19 de abril, “Para las necesidades diarias”, p. 117;
El evangelismo, “Técnica de la obra bíblica”, pp. 351-355.
LECCIONES DE ESCUELA SABÁTICA DE ADULTOS
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Dios lo bendiga!!!
- MATERIAL AUXILIAR PARA EL MAESTRO -
Lección 8
Lección 8
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Texto clave: 2 Timoteo 3:14-17.
Enfoque del estudio: Salmo 119:105; Lucas 8:11; Marcos 4:26-29; Hebreos 4:12; 3:19; 4:1; Isaías 50:4.
Parte I: RESEÑA
La Palabra inspirada de Dios contiene principios que dan vida. Cuando las enseñanzas de las Escrituras centradas en Cristo son aceptadas por la fe, nuestra vida se transforma. El poder creador de la Palabra de Dios ilumina nuestra oscuridad. Nos cambia. Jesús es el gran hacedor de milagros. Él es el cambiador de vidas. Debido a que él está en el centro de toda enseñanza bíblica, como el apóstol Pablo expresa tan claramente, “si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17). Jesús agrega: “las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63).
La Biblia no es simplemente un manual de tareas sobre cómo construir una vida cristiana. Es la Palabra viviente de Dios, que transforma nuestra vida. En el estudio de esta semana, exploraremos el poder transformador de la Palabra de Dios. Estudiaremos símbolos de la Palabra, como luz, fuego, martillo, semilla y pan. Estas imágenes variadas tienen una cosa en común: revelan el poder de la Palabra de Dios para cambiar nuestra vida. Cuando compartes la Palabra de Dios con las personas que están en tu esfera de influencia, es como la luz que las guía a través de los valles oscuros de su vida. Es como un fuego que arde dentro de su alma. Es como un martillo que rompe sus corazones duros. Es como una semilla que silenciosamente crece y produce los frutos del Espíritu en su vida. Es como el pan que alimenta su hambre espiritual. En la lección de esta semana, descubriremos el poder transformador de la Palabra de Dios.
Parte II: COMENTARIO
El salmista David declara: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Sal. 119:105). También agrega: “La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples” (119:130). La luz siempre implica la eliminación de la oscuridad. Si estuvieras en un camino oscuro por la noche sin luz, podrías desviarte fácilmente de él. No sería raro tropezar y caer en un barranco profundo, sin luz. Una linterna potente marcaría la diferencia. La Palabra de Dios ilumina el camino de los seguidores de Cristo. Nos guía a casa. Jesús es la “luz del mundo” (Juan 8:12), que ilumina nuestra oscuridad a través de su Palabra. Cuando compartimos la Palabra de Dios con otros, disipa la oscuridad en la que Satanás ha envuelto su vida y aligera su camino hacia el Reino de Dios.
En Jeremías 23:29, la Palabra de Dios se compara tanto con el fuego como con el martillo. Se compara con el fuego porque consume. Cuando compartimos la Palabra de Dios con otros, el fuego de la Palabra de Dios arde dentro de su alma, consumiendo el error. La Palabra de Dios también es como un martillo. El término “martillo” puede parecer un término inusual para describir la Biblia. Los martillos y los clavos unen cosas; pero también rompen cosas. El martillo de la Palabra de Dios rompe corazones duros en pedazos. Piensa en los cambios dramáticos que tuvieron lugar en la vida de los endemoniados, del centurión romano, del ladrón en la cruz y de muchos otros en todo el Nuevo Testamento. La Palabra de Dios golpeó sus duros corazones hasta que fueron rotos por el martillo del amor.
En uno de los símbolos más comunes en las Escrituras, la Biblia se compara con la “semilla”. En Lucas 8:11, Jesús declara: “La semilla es la palabra de Dios”. Hay vida en una pequeña semilla. Cuando la semilla de la Palabra de Dios se planta en el suelo de la mente, produce una cosecha abundante en la vida. Jesús usó a menudo el simbolismo de la semilla para describir el crecimiento de su Reino. La Palabra de Dios esparcida como semilla por todo el mundo produciría una cosecha abundante. “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo” (Mar. 4:26, 27). El comentarista de la Biblia Matthew Henry, al reflexionar sobre este pasaje, hace esta afirmación perspicaz: “[La semilla] surgirá aunque parezca perdida y enterrada bajo los terrones; encontrará o se abrirá camino a través de ellos. La semilla arrojada al suelo brotará. Que la palabra de Cristo tenga el lugar que debería tener en un alma, y se dejará ver, como la sabiduría de Arriba lo hace en una buena conversación” (Matthew Henry’s Commentary on the Whole Bible, t. 5, p. 383). El punto de Matthew Henry es claro. La Palabra de Dios puede parecer enterrada en algún lugar dentro de la mente. Puede parecer que está cubierta por los terrones del pecado, pero si es valorada y atesorada brotará en una nueva vida. Cambiará radicalmente nuestras actitudes, nuestra conversación, nuestros hábitos y nuestro estilo de vida. La semilla da vida.
La Biblia también usa el término pan para describir la Palabra de Dios. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida” (Juan 6:35). Él agrega: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mat. 4:4).
El pan era el sustento de la vida en todo el mundo antiguo y uno de los alimentos básicos de nuestro planeta. Es un elemento nutritivo esencial. Un individuo puede sobrevivir mucho tiempo solo con pan y agua. Al usar la ilustración del pan, Jesús declara que él es esencial para la vida.
Después del milagro de la alimentación de los cinco mil, en su conocido sermón del pan de vida, Jesús declara: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna” (Juan 6:54). Parece una declaración muy extraña. ¿De qué podría estar hablando Jesús? Obviamente, no estaba hablando literalmente de comer su carne y beber su sangre. Al alimentarnos de su Palabra, sus enseñanzas se vuelven parte de nuestra vida. Esto es lo que Jeremías quiso decir cuando declaró alegremente: “Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos” (Jer. 15:16).
No hay nada tan satisfactorio como el descubrimiento de la verdad sobre Jesús en cada enseñanza de las Escrituras. Anima a tu clase a compartir las maravillosas verdades de Jesús y las promesas alentadoras de su Palabra con los demás.
Ilustración
Cuando las personas están pasando por una transición en su vida, es más probable que estén abiertas al evangelio. Pueden estar enfrentando desafíos de salud, una crisis laboral, un problema de relación o alguna otra dificultad. Pide a Dios que te ayude a ser sensible a las personas que te rodean y que te brinde la sabiduría para discernir su apertura a la Palabra de Dios.
Jan acababa de mudarse a una nueva ciudad. Su esposo había muerto y ella se estaba desilusionando con su fe. Una tarjeta de interés en estudiar la Biblia llegó a su puerta. Aunque posiblemente no hubiera estado interesada en un estudio en profundidad de la Palabra de Dios un año antes de que llegara la tarjeta, estaba pasando por una transición en su vida en ese momento y estaba buscando algo más. Tenía un hambre oculta que no podía satisfacerse con una fe superficial. Ella respondió a la invitación, envió la tarjeta de interés de estudio bíblico, estudió las lecciones bíblicas y hoy se regocija en la verdad de la Palabra de Dios.
Comentario adicional
Lo sorprendente de la Palabra de Dios es que lleva consigo el poder de lograr lo que declara. La Palabra de Dios es una Palabra viva. Otros libros pueden ser inspiradores, pero la Biblia está inspirada y contiene el poder del Dador de la vida. No contiene simplemente la verdad, es Verdad en su misma esencia. Las verdades vivas de la Biblia no solo declaran lo que es así, sino también logran lo que declaran en la vida de los que creen. (Ver Hebreos 3:19; 4:12.)
A lo largo de la Escritura, pasajes como 2 Pedro 1:4, Santiago 1:21 y Hechos 20:32 nos aseguran que a través de la Palabra de Dios nos convertimos en “participantes de la naturaleza divina”, salvamos nuestra alma a través de “la palabra implantada” y recibiremos “herencia con todos los santificados”. Cuando por fe aceptamos la Palabra de Dios como la Palabra viva de Cristo, todo lo que Jesús nos ha prometido se vuelve nuestro. Su Palabra es “útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Tim. 3:16).
Tu objetivo principal como maestro en esta lección es compartir con los miembros de la clase una visión exaltada de la Palabra inspirada de Dios y alentarlos a compartir las promesas y las enseñanzas de la Palabra con otros. Nuestro papel no es convertir personas; ese es el papel del Espíritu Santo. Nuestro papel es compartir las enseñanzas de la Palabra de Dios que cambian la vida y permitir que el Espíritu Santo imprima profundamente estas enseñanzas en la vida de los demás.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Las promesas de la Palabra de Dios son como los cheques de viajero. En momentos en que las personas se van de vacaciones a un país extranjero y no quieren arriesgarse a llevar efectivo, compran cheques de viajero del banco. Estos cheques de viajero están libres de riesgos. Si pierde uno o se los roban, el banco los respalda. Cuando compra los cheques, los firma, y luego, cuando los cambia, los firma nuevamente. Las promesas de Dios están respaldadas por todas sus riquezas en gloria. Las riquezas del Cielo son inagotables. Lo mejor de todo es que sus beneficios ya han sido comprados por nosotros en la Cruz. Todo lo que hacemos es aceptar las disposiciones de sus promesas por fe; e incluso la fe misma es un regalo que nos da. Esta semana invita a tu clase a:
1. Memorizar las siguientes cinco promesas de la Palabra de Dios: 1 Juan 1:9; 1 Corintios 10:31; Filipenses 4:13; 4:19; 1 Juan 5:17, 18.
2. Escribir cada promesa en una tarjeta o una ficha y leerlas cada día.
3. Pedir a Dios que traiga a alguien a su vida para compartir una de estas promesas. Orar por discernimiento espiritual para reconocer dónde Dios ya está trabajando en el corazón de alguien.
4. Prepararse para compartir en la clase de la próxima semana cómo Dios los ha usado esta semana.
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Dios lo bendiga!!!
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