Lección de Escuela Sabática de Adultos 4to Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 4to Trimestre 2020, Lección 4to Trimestre 2020,
Lección 9: Para el 28 de noviembre de 2020
LA IGLESIA Y LA EDUCACIÓN
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 10:30–37; Mateo 5:14–16; Lucas 4:18–23; Jeremías 29:13; Mateo 7:7; 1 Tesalonicenses 2:6–8.
PARA MEMORIZAR:
“Porque nunca usamos de palabras lisonjeras, como sabéis, ni encubrimos avaricia; Dios es testigo; ni buscamos gloria de los hombres; ni de vosotros, ni de otros, aunque podíamos seros carga como apóstoles de Cristo. Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos” (1 Tes. 2:6-8).
Desde los primeros tiempos en que los fieles se reunían para adorar a Dios, en sinagogas, hogares e iglesias, la Biblia muestra a gente que, mediante el estudio de las Escrituras y la adoración, anhela conocer a Dios y comprender su voluntad. La Biblia también revela repetidamente que la iglesia es un lugar donde debe haber deliberaciones serias y relevantes, y donde la gente pueda crecer en el conocimiento de Dios y su voluntad.
A veces tenemos miedo de hacer preguntas. Sin embargo, descubrimos que en la Biblia muchas veces se usan preguntas para lograr que la gente tenga una comprensión más clara de Dios. Para que la iglesia sea un lugar de aprendizaje, debe proporcionar el espacio para que haya verdadero diálogo. Así como suele decirse en la escuela: “No hay preguntas tontas”, debemos ofrecer dentro de la iglesia un entorno seguro para que cada persona crezca en la gracia y en la comprensión de Dios y su plan para su vida.
Sábado
En la iglesia de la primera época se enseñaba el cristianismo puro; sus preceptos fueron dictados por la voz de la inspiración; sus ordenanzas no estaban corrompidas por el artificio de los hombres. La iglesia manifestaba el espíritu de Cristo y aparecía hermosa en su sencillez. Su adorno eran los santos principios y vidas ejemplares de sus feligreses. Multitudes eran ganadas para Cristo, no por medio de la ostentación o el conocimiento, sino mediante el poder de Dios que acompañaba la simple predicación de su palabra (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 155).
A medida que [los discípulos] proclamaban un Salvador todopoderoso, resucitado, sus palabras conmovían los corazones y hombres y mujeres eran ganados para el evangelio. Multitudes que habían vilipendiado el nombre del Salvador y despreciado su poder, ahora se confesaban discípulos del Crucificado.
Los apóstoles no cumplían su misión por su propio poder, sino con el del Dios viviente. Su tarea no era fácil. Las primeras labores de la iglesia cristiana se realizaron bajo opresión y amarga aflicción. Los discípulos encontraban constantemente privaciones, calumnias y persecuciones en su trabajo; pero no consideraban sus propias vidas como caras; antes se regocijaban porque eran llamados a sufrir por Cristo. La irresolución, la indecisión, y la debilidad de propósito no hallaban cabida en sus esfuerzos. Estaban dispuestos a gastar y ser gastados. El sentido de la responsabilidad que descansaba sobre ellos, purificaba y enriquecía sus vidas; y la gracia del cielo se revelaba en las conquistas que lograron para Cristo. Con el poder de la omnipotencia, Dios obraba por intermedio de ellos para hacer triunfar el evangelio (Los hechos de los apóstoles, p. 475).
En la iglesia del hogar los niños han de aprender a orar y confiar en Dios. Enseñadles a repetir la ley de Dios. Así se instruyó a los israelitas acerca de los mandamientos: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”. Deuteronomio 6:7. Venid con humildad, con un corazón lleno de ternura, con una comprensión de las tentaciones y peligros que hay delante de vosotros mismos y de vuestros hijos; por la fe vinculadlos al altar, suplicando el cuidado del Señor por ellos. Educad a los niños a ofrecer sus sencillas palabras de oración. Decidles que Dios se deleita en que lo invoquen.
¿Pasará por alto el Señor del cielo tales hogares, sin dejar una bendición en ellos? No, por cierto. Los ángeles ministradores guardarán a los niños así dedicados a Dios. Ellos oyen las alabanzas ofrecidas y la oración de fe, y llevan las peticiones a Aquel que ministra en el Santuario en favor de su pueblo y ofrece sus méritos en su favor (Consejos para los maestros, pp. 105, 106).
LA VERDADERA EDUCACIÓN CRISTIANA
Se cuenta la historia de un rabino que, mirando a los ojos adormilados de los jóvenes que estaban sentados en el aula, les preguntó:
–Alumnos, ¿cómo saber cuándo termina la noche y ha comenzado el día?Varios de los alumnos levantaron la mano con cautela.
–Rabí –preguntó uno–, ¿es cuando se nota la diferencia entre una higuera y un olivo?
–No.
–Rabí, ¿es cuando se nota la diferencia entre una oveja y una cabra? –levantó la mano otro alumno.
Después de escuchar una gran cantidad de respuestas, el rabino anunció:
–Alumnos, uno sabe que la noche ha terminado y que ha comenzado el día cuando puede mirar una cara que nunca antes había visto y reconocer al extraño como hermano. Hasta ese momento, no importa cuán brillante sea el día, todavía es de noche.
Lee Lucas 10:30 al 37. ¿Qué cuestión quiso plantear Jesús con esta historia? ¿Qué debería formar parte de toda verdadera educación cristiana?
Como Adventistas del Séptimo Día, fuimos bendecidos con abundante luz y verdad doctrinal (el estado de los muertos, el sábado, 1844 y el Juicio, el Gran Conflicto, entre otros), que incluso la mayoría del mundo cristiano aún no entiende. Y, sin embargo, por más que estas verdades sean fundamentales, ¿de qué nos sirven si no somos amables con los demás, si mostramos prejuicios contra los demás, y si permitimos que los prejuicios culturales y sociales de nuestro entorno nos hagan tratar a los demás como inferiores?
La verdadera educación cristiana, como mínimo, debe hacernos elevar por encima de estas debilidades y males humanos, y ver a los demás como Cristo los ve, seres por quienes él murió, seres cuyos pecados cargó en la Cruz, seres por los cuales pagó un precio infinito. Si exaltamos la Cruz como debemos, entonces veremos el valor de cada ser humano y, en teoría, los trataremos como realmente se merecen, según el valor que Dios les concede. La educación cristiana debe incluir esta enseñanza; de lo contrario, no merece el nombre de “cristiana”.
■ ¿Qué prejuicios enseña tu cultura y tu sociedad, ya sea en forma sutil o abierta, que, como cristiano, debes dejar de lado?
Domingo
¿Qué es la religión pura? Cristo nos ha dicho que la religión pura es el ejercicio de la compasión, la simpatía y el amor en el hogar, en la iglesia y en el mundo. Esta es la clase de religión que debe enseñarse a los niños, y que es genuina. Enséñenles que no han de centrar sus pensamientos en sí mismos, sino que dondequiera haya sufrimiento y necesidad humanas, hay un campo para la acción misionera…
Sea el hogar el lugar para la instrucción religiosa. Sean los padres los portavoces del Señor Dios de Israel para enseñarles los preceptos del verdadero cristianismo, y sean los ejemplos de lo que los principios del amor pueden hacer de los hombres y las mujeres (Reflejemos a Jesús, p. 244).
Hemos de pensar y cuidar de los demás que necesitan nuestro amor, ternura y cuidado. Siempre hemos de recordar que somos representantes de Cristo, y que hemos de compartir las bendiciones que nos otorga, no con los que nos las pueden devolver, sino con los que apreciarán los dones que satisfarán sus necesidades temporales y espirituales. Los que dan fiestas con el propósito de ayudar a los que tienen muy poco placer, con el propósito de iluminar sus fatigadas vidas, con el propósito de aliviar su pobreza y angustia, están actuando en forma abnegada y en armonía con las instrucciones de Cristo (Reflejemos a Jesús, p. 244).
Podemos aseverar ser seguidores de Cristo, podemos afirmar que creemos toda la verdad de la Palabra de Dios; pero esto no beneficiará a nuestro prójimo a menos que nuestra creencia penetre en nuestra vida diaria. Lo que profesamos puede ser tan sublime como el cielo, pero no nos salvará a nosotros ni a nuestros semejantes a menos que seamos cristianos. Un ejemplo correcto hará más para beneficiar al mundo que todo lo que profesemos.
Ninguna práctica egoísta puede servir a la causa de Cristo. Su causa es la causa de los oprimidos y de los pobres. En el corazón de los que profesan seguirle, se necesita la tierna simpatía de Cristo, un amor más profundo por aquellos a quienes estimó tanto que dio su propia vida para salvarlos. Estas almas son preciosas, infinitamente más preciosas que cualquier otra ofrenda que podamos llevar a Dios. El dedicar toda energía a alguna obra aparentemente grande, mientras descuidamos a los menesterosos y apartamos al extranjero de su derecho, no es un servicio que reciba su aprobación…
El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la profesión que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos entrar en posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita es que esté el amor de Cristo en el corazón. Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 316, 317).
LLAMADOS PARA VIVIR COMO LUCES
Por donde miremos, parece que nuestro planeta se está replegando sobre sí mismo, intercambiando luz por oscuridad. Sin embargo, también encontramos oscuridad mucho más cerca de nosotros al considerar nuestra experiencia en este mundo difícil y desafiante. Porque nosotros también conocemos los horrores que nos depara esta vida mientras luchamos con la enfermedad, mientras afrontamos la pérdida de los seres queridos, mientras vemos a las familias sucumbir a la separación y el divorcio, mientras luchamos por dar sentido a muchos de los males de nuestra sociedad y nuestra cultura.
No obstante, en medio de este panorama de ruina moral y oscuridad espiritual, en medio de todo este ruido externo e interno, escuchamos las palabras de Jesús para cada uno de nosotros:
“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo” (Mat. 5:14-16, NVI). ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de cómo debemos vivir? ¿De qué manera, como cristianos, lo que hacemos impacta en cómo los demás ven a Dios?
Sentada junto al mar de Galilea ese día bajo el sol ardiente, ¿cómo habrá entendido sus palabras la audiencia de Jesús? Los que escucharon sus palabras sabían todo acerca de la luz y la oscuridad. Por cierto, tenían mucha oscuridad para temer. Vivían bajo la ocupación romana, en una sociedad militarizada, que a pesar de su falta de teléfonos, computadoras e Internet, en muchos sentidos era tan eficiente como la nuestra, y en algunos aspectos aún más aterradora.
Los romanos estaban en todas partes, y les recordaban a las masas en la ladera que quienes insistían en causar problemas rápidamente se encontrarían con los torturadores, y con una muerte desnuda en una cruz romana.
Y, sin embargo, aquí estaba Jesús, llamándolos a vivir como la luz. A ser misericordiosos. A ser puros de corazón. A ser pacificadores. Por ende, la educación cristiana debe enseñar a nuestros alumnos a ser luces en el mundo, para poder tomar decisiones que revelarán la realidad y la bondad de Dios a los demás.
■ ¿De qué manera podemos mostrar a los demás la realidad y la bondad de Dios?
Lunes
Los discípulos de Cristo han de ser la luz del mundo, pero Dios no les pide que hagan esfuerzo alguno para brillar. No aprueba los intentos llenos de satisfacción propia para ostentar una bondad superior. Desea que las almas sean impregnadas de los principios del cielo, pues entonces, al relacionarse con el mundo, manifestarán la luz que hay en ellos. Su inquebrantable fidelidad en cada acto de la vida será un medio de iluminación…
Al escoger a hombres y mujeres para su servicio, Dios no pregunta si tienen bienes terrenales, cultura o elocuencia. Su pregunta es: ¿Andan ellos en tal humildad que yo pueda enseñarles mi camino? ¿Puedo poner mis palabras en sus labios? ¿Me representarán a mí?
Dios puede emplear a cada cual en la medida en que pueda poner su Espíritu en el templo del alma. Aceptará la obra que refleje su imagen. Sus discípulos han de llevar, como credenciales ante el mundo, las indelebles características de sus principios inmortales (El ministerio de curación, pp. 23-25).
Es imposible que el corazón en el cual Cristo mora esté desprovisto de amor. Si amamos a Dios porque él nos amó primero, amaremos a todos aquellos por quienes Cristo murió. No podemos llegar a estar en contacto con la Divinidad sin estar en contacto con la humanidad; porque en Aquel que está sentado sobre el trono del universo, se combinan la divinidad y la humanidad. Relacionados con Cristo, estamos relacionados con nuestros semejantes por los áureos eslabones de la cadena del amor. Entonces la piedad y la compasión de Cristo se manifestarán en nuestra vida. No esperaremos que se nos traigan los menesterosos e infortunados. No necesitaremos que se nos suplique para sentir las desgracias ajenas. Será para nosotros tan natural ministrar a los menesterosos y dolientes como lo fue para Cristo andar haciendo bienes (Palabras de vida del gran Maestro, p. 317).
Cristo señaló la posición que su pueblo debe ocupar cuando dijo “Vosotros sois la luz del mundo”. Mateo 5:14. Los miembros de la iglesia han de irradiar una influencia que iluminará a otros. El Dador de la luz acomoda las lámparas de manera que todo en su casa (el mundo) pueda ser iluminado. Él tiene una reserva de luz inagotable, y ubica a quienes verdaderamente creen en él donde brillen más y más. Nuestra luz ha de incrementarse constantemente en resplandor, puesto que constantemente estamos recibiendo luz de la Fuente de toda luz. Al contemplar a Cristo seremos cambiados a su imagen, reflejando su luz al mundo.
Cada alma unida a Cristo llega a ser una luz en la casa de Dios. Cada una ha de recibir e impartir, permitiendo que su luz resplandezca en rayos claros y brillantes. Dios nos hará responsables si no permitimos que la luz brille sobre quienes están en tinieblas. Dios ha dado a cada miembro de su iglesia la tarea de alumbrar al mundo, y quienes hagan fielmente su parte en esta tarea, recibirán una reserva creciente de luz para impartir. Por su Espíritu el Señor moldeará y equipará al instrumento humano, avivando sus energías y dándole la luz con la cual iluminará a otros (Reflejemos a Jesús, p. 189).
VIVIR COMO DISCÍPULOS
Si como iglesia nos proponemos seriamente ser una fuerza para la educación cristiana, es imperativo que comencemos con Jesús. Jesús llamó a los discípulos. Los entrenó para misionar caminando con ellos. Jesús les brindó la oportunidad de relacionarse con la gente que debían cuidar y amar. Y diariamente Jesús los desafiaba con su visión de lo que podría ser este mundo cuando las personas comienzan a tratarse como hermanos y hermanas.
Lee Lucas 4:18 al 23. ¿Cuál es el mensaje de Cristo para todos los que somos sus seguidores?
Durante tres años, los discípulos observaron cómo Jesús, su Maestro, hacía realidad los ideales del Reino, ideales anunciados en su primer sermón en la sinagoga de Nazaret. El perdón, la gracia y el amor iban de la mano con la soledad, el compromiso y las dificultades. Si había una lección que aprender, era la lección de que el discipulado no es algo que uno se toma a la ligera. Eres un discípulo de por vida, no solo por un día.
“El mandato que dio el Salvador a los discípulos [...] incluye a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo. [...] A todos los que les llegó la inspiración celestial reciben el evangelio como cometido. A todos los que reciben la vida de Cristo se les ordena trabajar para la salvación de sus semejantes. La iglesia fue establecida para esa obra, y todos los que toman sus votos sagrados se comprometen por ese acto a ser colaboradores con Cristo” (DTG 761).
Como discípulos de Jesús, hoy debemos asegurarnos de que Jesús sea siempre el centro de nuestra comunión y de nuestra adoración. Es bueno recordar que fue Jesús quien inventó el discipulado. Aunque los rabinos de su época atraían seguidores, fue Jesús quien llamó a hombres y mujeres a seguirlo. Los rabinos nunca podrían haberse imaginado un llamado tan radical como para sugerir que estar con Jesús era más importante que todos sus mandatos.
Y, como discípulos de Jesús, no solo mostramos respeto por todas las personas; además trabajaremos para proveer el tipo de lugar donde todos puedan crecer y desarrollarse.
Por lo tanto, toda educación cristiana debe incluir este sentido de misión, de propósito, no solo para ganarse el sustento sino para hacer en nuestra propia esfera lo que Jesús nos llama a hacer: seguir sus pasos al suplir las necesidades de los necesitados y compartir con ellos las buenas nuevas del evangelio.
Martes
En la actualidad el mundo está en urgente necesidad de una revelación de Jesucristo en la persona de sus santos. Dios desea que su pueblo se presente ante el mundo como un pueblo santo. ¿Por qué? Porque hay un mundo que ha de ser salvado por la luz de la verdad evangélica; y como el mensaje de verdad que debe llamar a los hombres a salir de las tinieblas a la luz maravillosa de Dios es anunciado por la iglesia, las vidas de sus miembros, santificadas por el Espíritu de verdad, han de testificar de la veracidad de los mensajes proclamados…
El mundo necesita una demostración de cristianismo práctico. En vista del hecho de que los que pretenden ser seguidores de Cristo constituyen un espectáculo para el mundo incrédulo, les corresponde estar seguros de que se hallan en una relación correcta con Dios… A fin de levantarse como luces en el mundo, necesitan ser iluminados constantemente por la la luz clara del Sol de Justicia (In Heavenly Places, p. 313; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 315).
Por muy noble que sea lo profesado por aquel cuyo corazón no está lleno del amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder aun para obrar milagros, sin amor su fe será inútil. Podrá desplegar gran liberalidad; pero si el motivo es otro que el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para alimentar a los pobres, la acción no le merecerá el favor de Dios. En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, será considerado por Dios como engañado entusiasta o ambicioso hipócrita (Los hechos de los apóstoles, p. 256).
La comunión con Cristo, ¡cuán inefablemente preciosa es! Es nuestro privilegio disfrutar de dicha comunión si es que la procuramos, si hacemos el sacrificio necesario para obtenerla. Cuando los primeros discípulos oyeron las palabras de Cristo, sintieron su necesidad de él. Lo buscaron, lo encontraron y lo siguieron. Lo acompañaban a los hogares, en torno a las mesas, en el claustro secreto y en el campo. Lo acompañaban cual alumnos al maestro, recibiendo diariamente de sus labios lecciones de verdad santa. Lo estimaban cual siervos a su señor, para aprender sus deberes de él. Le servían contentos y alegres. Lo seguían cual soldados a su comandante, peleando la buena batalla de la fe. “Y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”. Apocalipsis 17:14…
Esta conformidad con Jesús no pasará inadvertida para el mundo. Es un tema que se notará y se comentará. El cristiano quizá no esté consciente del gran cambio, porque mientras más se asemeje a Cristo en carácter, más humildemente pensará de sí mismo; pero todos los que lo rodean lo verán y sentirán. Aquellos que han tenido la experiencia más profunda en las cosas de Dios, son los que están más lejos del orgullo y la exaltación de sí mismos. Son los que más humildemente piensan de sí mismos y los que tienen las ideas más elevadas en cuanto a la gloria y excelencia de Cristo. Piensan que el lugar más bajo en su servicio es demasiado honorable para ellos (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 206, 207).
EN BUSCA DE LA VERDAD
Albert Einstein, quien a menudo es considerado el padre de la física moderna, escribió: “Lo importante es no dejar de preguntar. La curiosidad tiene su propia razón de existir. Uno no puede evitar sentirse asombrado cuando contempla los misterios de la eternidad, de la vida, de la maravillosa estructura de la realidad. Alcanza con que uno trate simplemente de comprender un poco de este misterio cada día. Nunca pierdan la sublime curiosidad”.
Vivimos en un mundo de misterio, ¿verdad? La ciencia moderna nos ha mostrado que existe una increíble complejidad en casi todos los niveles de existencia. Y, si es así para las meras cosas físicas, ¿cuánto más para las cosas espirituales?
¿Qué enseñan los siguientes textos sobre la búsqueda de la verdad, de respuestas? Jeremías 29:13; Mateo 7:7; Hechos 17:26, 27; Salmo 25:5; Juan 16:13; 17:17.
La Biblia está llena de historias de gente curiosa muy parecida a cada uno de nosotros: hombres y mujeres que tienen preguntas, miedos, esperanzas y alegrías; personas que, a su manera, buscan la verdad, buscan respuestas a las preguntas más difíciles de la vida.
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Ecl. 3:11). ¿Qué quiere decir Salomón con esto? Algunos traducen la palabra hebrea ‘olam como “eternidad” y otros como un “sentido del pasado y del futuro”. Entonces, según este versículo, Dios ha colocado en la mente y el corazón humanos un sentido del pasado y el futuro, la eternidad misma. Es decir, como seres humanos, tenemos la capacidad de pensar en lo que llamamos “las grandes preguntas” sobre la vida y nuestra existencia en general.
Y, por supuesto, aquí es donde las Escrituras juegan el papel central. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo debemos vivir? ¿Qué pasa cuando morimos? ¿Por qué hay maldad y sufrimiento? Estas son las preguntas que los que buscan la verdad se han estado haciendo desde el comienzo, según los registros históricos. Qué privilegio y qué responsabilidad es poder ayudar a estos buscadores a encontrar algunas respuestas en la actualidad. ¿Qué es la educación cristiana, si no conducir a las personas a estas respuestas que se encuentran en la Palabra de Dios?
■ ¿Por qué las Escrituras deben desempeñar el papel principal para dar respuesta a las grandes preguntas de la vida?
Miércoles
Las palabras habladas a los discípulos son también para nosotros. El Consolador es tanto nuestro como de ellos. El Espíritu provee la fuerza que sostiene en toda emergencia a las almas que luchan y batallan en medio del odio del mundo y de la comprensión de sus propios fracasos y errores. En la tristeza y la aflicción, cuando la perspectiva parece obscura y el futuro perturbador, y nos sentimos desamparados y solos: estas son las veces cuando, en respuesta a la oración de fe, el Espíritu Santo proporciona consuelo al corazón…
No es esencial para nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo. Cristo nos dice que el Espíritu es el Consolador, “el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre”. Juan 15:26. Se asevera claramente tocante al Espíritu Santo, que en su obra de guiar a los hombres a toda verdad, “no hablará de sí mismo”. Juan 16:13.
La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres de conceptos fantásticos pueden reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. En cuanto a estos misterios, demasiado profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro (Los hechos de los apóstoles, pp. 42, 43).
El Consolador es llamado el “Espíritu de verdad”. Su obra consiste en definir y mantener la verdad. Primero mora en el corazón como el Espíritu de verdad, y así llega a ser el Consolador. Hay consuelo y paz en la verdad, pero no se puede hallar verdadera paz ni consuelo en la mentira. Por medio de falsas teorías y tradiciones es como Satanás obtiene su poder sobre la mente. Induciendo a los hombres a adoptar normas falsas, tuerce el carácter. Por medio de las Escrituras, el Espíritu Santo habla a la mente y graba la verdad en el corazón. Así expone el error, y lo expulsa del alma. Por el Espíritu de verdad, obrando por la Palabra de Dios, es como Cristo somete a sus escogidos a sí mismo
Dios quiere que aun en esta vida las verdades de su Palabra continúen siempre revelándose a su pueblo. Y hay solo un modo para obtener este conocimiento. No podemos llegar a entender la Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual fue dada la Palabra. “Las cosas de Dios nadie las conoce, sino el Espíritu de Dios”; “porque el Espíritu escudriña todas las cosas, y aun las cosas profundas de Dios”. 1 Corintios 2:11, 10 (La maravillosa gracia de Dios, p. 199).
Me siento animada y bendecida al comprender que el Dios de Israel sigue conduciendo a su pueblo y que continuará con él hasta el fin…
Si alguna vez hubo un tiempo cuando necesitamos la dirección especial del Espíritu Santo, ese tiempo es ahora. Necesitamos una consagración total. Ya es tiempo de que manifestemos ante el mundo el poder de Dios que obra en nuestras propias vidas (La maravillosa gracia de Dios, p. 200).
CÓMO COMPARTIR LA VIDA
Lee 1 Tesalonicenses 2:6 al 8. ¿Qué enseña Pablo que podríamos y deberíamos reflejar en nuestras escuelas y nuestras iglesias?
Al vernos confrontados por la degradación del sentido de comunidad en la sociedad, vivimos en una época en la que la interpretación bíblica del concepto de iglesia nunca ha sido tan significativa. Como nos recuerda Mateo 18:20: “Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. La visión neotestamentaria de lo que son la iglesia y la comunidad cobró forma principalmente en los hogares de los creyentes. Fue allí donde la comunidad se reunía en grupos pequeños para orar, cantar, celebrar la Cena del Señor, aprender y compartir las palabras de Jesús entre ellos.
Estos grupos de culto también llegaron a ser las primeras escuelas de la iglesia, ya que este era el lugar donde conocían la Biblia y la nueva vida en Jesús. Los escritos de Pablo, como Romanos 12:2: “No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta” (NVI), sugieren que la iglesia se tomó muy en serio esta obra de educación.
Estos primeros creyentes pronto descubrieron que es en comunidad como se puede vivir mejor el evangelio. En comunidad, tenemos razones para cantar más fuerte, orar con más fervor y ser más cariñosos y compasivos. Cuando escuchamos a otros hablar de la bondad de Dios, sentimos lo bueno que ha sido con nosotros; cuando escuchamos de las luchas y las heridas de los demás, sentimos el cuidado de Dios en nuestra vida y experimentamos un deseo renovado de ser instrumentos de su gracia y de su poder sanador.
En el pasaje de hoy, Pablo afirma que el evangelio de Dios lo es todo: el poder de la Cruz, la resurrección del Señor, la promesa de su regreso. Simplemente, no había mejor noticia en todo el mundo, y Pablo pasó su vida entregado al desafío de compartir la historia de Jesús con total integridad y compromiso.
No obstante, Pablo sugiere que el mensaje del evangelio se puede entender mejor, se puede experimentar mejor, a través del acto de compartir la vida. Nunca debemos olvidar que la gente observa de cerca para ver si nuestra vida ilustra el mensaje de gracia que se encuentra en la Biblia.
■ Piensa bien en cómo vives, y hazte esta pregunta: ¿Qué tipo de testigo soy para quienes me rodean?
Jueves
Nos reunimos para edificarnos unos a otros mediante el intercambio de pensamientos y sentimientos, para obtener fuerza, luz y valor al conocer mejor nuestras esperanzas y aspiraciones mutuas; y al elevar con fe nuestras oraciones fervientes y sentidas, recibimos refrigerio y vigor de la Fuente de nuestra fuerza. Estas reuniones deben ser momentos muy preciosos…
No todos tienen la misma experiencia en su vida religiosa. Pero si se reúnen los que han pasado por diversas circunstancias, pueden hablar de lo que han experimentado con sencillez y humildad. Todos los que prosiguen adelante en la carrera cristiana, deben tener y tendrán una experiencia viva, nueva e interesante. Una experiencia viva se compone de pruebas diarias, conflictos y tentaciones, arduos esfuerzos y victorias y mucha paz y gozo obtenidos mediante Jesús. Un simple relato de estas cosas da luz, fuerza y conocimiento que ayudarán a otros en su progreso en la vida cristiana.
Educa la mente para amar la Biblia, amar la reunión de oración, amar la hora de meditación, y sobre todo, la hora en la cual el alma comulga con Dios (En los lugares celestiales, p. 93).
Cuando Cristo llamó a sus discípulos y los intimó a dejar sus redes, les dijo que haría de ellos pescadores de hombres. Con estas palabras quería decir que debían trabajar. Al comunicar la verdad a los demás, debían dejar caer las redes al lado derecho del barco. Con esto quería decir que debían trabajar con fe para salvar almas. Y al obrar en favor de los individuos, gracias a la providencia de Dios, lo harían también por las comunidades. No debían pensar que cada uno de ellos constituía un elemento distinto en la obra, siro como las hebras individuales de un gran conjunto, inseparablemente unido; como los eslabones de una cadena, relacionados con sus semejantes y con Dios (Cada día con Dios, p. 251).
Reúnanse pequeños grupos para estudiar las Escrituras. No perderán nada y ganarán mucho. Los ángeles del cielo asistirán a sus reuniones y al alimentarse con el pan de vida recibirán fortaleza espiritual. Se estarán alimentando, por así decirlo, con las hojas del árbol de la vida. Sólo así mantendrán su integridad. La lealtad a Jesucristo les asegurará la más preciosa recompensa. Procure cada alma la vida eterna, aceptando a Cristo en palabra y en espíritu. Ha empeñado su palabra de que nos reconocerá alegre, cordial y gozosamente ante su Padre que está en los cielos: ¿No vale acaso la pena luchar por esto? Vean qué pueden hacer personalmente para ser fieles a los principios, para mantenerse incontaminados en todo aspecto de la vida, y entonces contemplarán su gloria (Cada día con Dios, p. 9).
La benigna presencia de Cristo en su Palabra está siempre hablando al alma, representándolo por medio de la fuente del agua viva que refresca el alma sedienta. Es nuestro privilegio tener un Salvador vivo y permanente. Él es la fuente de poder espiritual implantada dentro de nosotros, y su influencia se manifestará en palabras y acciones, refrigerando a todos los que están dentro de la esfera de nuestra influencia, creando en ellos deseos y aspiraciones de fuerza y pureza, de santidad y paz, y del gozo que no trae consigo dolor. Este es el resultado cuando el Salvador mora dentro de nosotros (Testimonios para los ministros, p. 390).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Cristo frustró esa esperanza de grandeza mundanal. En el Sermón del Monte trató de deshacer la obra que había sido hecha por una falsa educación, y de dar a sus oyentes un concepto correcto de su Reino y de su propio carácter. Sin embargo, no atacó directamente los errores de la gente. Vio la miseria del mundo por causa del pecado, pero no delineó demasiado vívidamente la miseria de ellos. Les enseñó algo infinitamente mejor de lo que habían conocido antes. Sin combatir sus ideas acerca del Reino de Dios, les habló de las condiciones de entrada a él, dejándolos sacar sus propias conclusiones en cuanto a su naturaleza. Las verdades que enseñó no son menos importantes para nosotros que para la multitud que lo seguía. No necesitamos menos que dicha multitud conocer los principios fundacionales del Reino de Dios” (DTG 266).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Robert Louis Stevenson nació en Edimburgo, Escocia, en 1850. Stevenson cuenta que una noche, cuando su niñera lo estaba preparando para ir a dormir, él se acercó a la ventana y vio algo cautivador. Era un farolero que iba de una lámpara de gas a otra. Con gran alegría, llamó a su niñera y le dijo: “¡Mira a ese hombre! ¡Está haciendo agujeros en la oscuridad!” ¿Qué papel te ha dado Dios para llevar luz y amor a tu comunidad? Si no estás seguro, invita a varios miembros de la iglesia y siéntense a analizar lo que podrían lograr juntos.
2. Si la iglesia ha de trabajar en equipo con Dios para alcanzar al mundo, debemos aceptar las palabras y el ministerio de Jesús. La realidad misma de la Encarnación, de que Dios vino hasta nosotros, a vivir en nuestro mundo, a luchar, reír y llorar con nosotros, nos recuerda que fuimos llamados a cuidar a quienes nos rodean. ¿Cómo harás esto? ¿Cómo podrías aprovechar a los jóvenes de tu congregación para que te ayuden con este trabajo?
3. Piensa en la responsabilidad que nosotros, como adventistas del séptimo día, tenemos de enseñar a los demás las maravillosas verdades que recibimos. La iglesia local, ¿cómo podría asumir un papel clave para enseñar estas verdades a los demás? Al mismo tiempo, ¿cómo puede la iglesia ser un lugar seguro para analizar estas verdades con quienes hacen preguntas difíciles sobre ellas? ¿Qué puedes hacer tú para crear un entorno en el que se puedan abordar preguntas serias?
4. En clase, hablen sobre los prejuicios culturales de la sociedad donde vives. ¿De qué manera tu iglesia puede enseñar a los demás a elevarse por encima de esos prejuicios y seguir las enseñanzas de las Escrituras?
Viernes
En los lugares celestiales, 1o de noviembre, “Nuestra misión en el mundo”, p. 314;
La maravillosa gracia de Dios, 12 de julio, “Un guía personal”, p. 201.
"LA EDUCACIÓN"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 9
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
Esta lección empieza donde debería comenzar toda educación: con el valor del alumno a la luz de la Cruz. La educación que imparte la iglesia y sus departamentos debe penetrar y elevarse por encima de cualquier tendencia cultural que sea antagónica al Reino de Dios.
Y, aun así, vivimos entre una red de cosmovisiones y corrientes culturales que compiten y que continuamente bombardean a niños y adultos por igual. Este conflicto hace que muchos buscadores de la verdad, jóvenes y ancianos, tengan dudas e interrogantes. Sin embargo, nuestras iglesias locales deberían brindar la oportunidad de responder estas preguntas. Si la iglesia, al hablar sobre la confusión, las tinieblas morales o la constante desesperación del mundo, ofrece respuestas que contienen la verdad que hemos aprendido de Jesús, entonces estaremos cumpliendo la comisión de Jesús de ser sal y luz en este mundo (Mat. 5:13-16).
Después de meditar sobre todas estas gloriosas aspiraciones de esparcir la verdad de Dios en todo el planeta, es importante recordar las cosas sencillas que pueden conducir al éxito o al fracaso de nuestra misión.
Parte II: COMENTARIO
Ilustración y un proverbio
Pronunciar la palabra iglesia puede evocar cosas radicalmente distintas en la mente de diferentes personas. Para ilustrar esta idea, recuerda tus años de escuela. Los recuerdos de aritmética, geografía y ciencia, ¿inundan tu cabeza? Probablemente, no. Esto es irónico, porque es por eso que nos enviaron a la escuela, después de todo. Lo que probablemente llene nuestras mentes son las imágenes de amigos, enemigos, maestros y las diversas experiencias que tuvimos con todos ellos.
La iglesia es muy parecida a esto. En teoría, su finalidad es ser un lugar de culto, un lugar para oír el evangelio y aceptarlo, para estudiar las Escrituras, aunar nuestros esfuerzos para ganar almas y tener comunión como hermanos y hermanas en la familia de Dios. No obstante, para muchos se convierte en el escenario de sentimientos heridos, debates doctrinales triviales y chismes. El aspecto social de la iglesia a menudo eclipsa todas las demás funciones que esta debe cumplir. Muchos simplemente dejan de asistir porque la dinámica social es compleja y dolorosa (a veces, solo con una o dos personas), y esto hace que sea prácticamente imposible adorar y disfrutar de la presencia de Dios sin distracciones. Entonces, ¿cuál es la solución?
Hay muchos enfoques diferentes que podríamos adoptar para responder a esta pregunta y, por supuesto, la cantidad de libros escritos sobre “cómo hacer iglesia” es legión. Sin embargo, la lección saca a relucir una idea muy sencilla, cuyo peso proverbial vale oro si se lleva a cabo. La idea es básicamente esta: ¿Qué valor o efecto tiene toda la luz doctrinal que poseemos como iglesia si no hemos aprendido a ser amables unos con otros? Este es un requisito previo para que la iglesia realmente funcione como iglesia. Este se hace eco del proverbio indio que dice: “No tiene sentido darle a oler a un hombre una rosa después de cortarle la nariz”. Jesús es la flor fragante más dulce que existe, pero si nuestra crueldad hacia los demás los ha lastimado (“cortándoles la nariz”), será muy difícil que aprecien al Jesús que queremos compartirles. La lección utiliza la parábola del buen samaritano (Luc. 10:30–37) para resaltar este principio de bondad, que es un requisito y un elemento fundamental para la educación cristiana. Otra historia, que se ofrece a continuación, subraya esta idea desde un punto de vista diferente.
Texto bíblico
Veamos la historia de la “muchacha que tenía espíritu de adivinación” (Hech. 16:16). ¿Arroja ella una letanía de maldiciones y mentiras? Su mensaje es: “Estos hombres [Pablo y Silas] son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación” (Hech. 16:17). Pablo finalmente se cansó y expulsó al espíritu maligno. Pero ¿por qué detenerla, si ella confirma a los evangelistas y su mensaje? He aquí el porqué: Porque el mensaje correcto con el espíritu equivocado ayuda a la causa de Satanás, no a la causa de Dios. Por eso, ser amables y corteses unos con otros en la iglesia es más que un simple consejo banal. Las personas a menudo aceptan o rechazan las verdades del mensaje de una iglesia en función de cómo son tratadas por los miembros. Por supuesto, nos gusta pensar que estos miembros se hicieron adventistas del séptimo día debido a la lógica impecable de nuestra teología, pero el hecho es que si nadie los hubiera invitado a almorzar después de la iglesia quizás hubiesen salido por la puerta de la iglesia para nunca volver.
Alguien podría protestar, y decir: “Y ¿qué decir del papel del Espíritu Santo en la conversión y la retención de miembros? El rumbo de este debate, ¿no enfatiza el papel del Espíritu?” El Espíritu se identifica fácilmente con dones tales como los de profecía, sabiduría, conocimiento y enseñanza (1 Cor. 12:8–10, 28), elementos que hacen a una buena educación adventista. Estos dones que capacitan para el trabajo son muy importantes dentro de la iglesia, pero su influencia puede mitigarse sin los dones relacionales del Espíritu, como la ayuda mutua (1 Cor. 12:28), el servicio recíproco (Rom. 12:7), las expresiones mutuas de misericordia y de ánimo (Rom. 12:8), junto con el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gál. 5:22, 23). Finalmente, Pablo concluye ambas listas de dones espirituales (Rom. 12; 1 Cor. 12) con un “camino excelente”, el camino del amor (1 Cor. 12:31-13:1). Pablo se explaya en Romanos 12:10, y nos exhorta: “Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente”.
Amarnos los unos a los otros es una cantinela tan común en los círculos cristianos que a veces nuestra demostración de este principio corre el riesgo de volverse obsoleta o superficial cuando los miembros hacen la pantomima de demostrar exteriormente un amor que no se prolonga más allá del culto sabático. Pero ¿podemos realmente mostrar amor si no mostramos bondad al mismo tiempo? Para que la iglesia sea un lugar de aprendizaje y crecimiento no solo se necesitan pastores y maestros competentes y llenos del Espíritu; se necesita la bondad y el amor de los miembros llenos del Espíritu.
Una estadística
Una estadística que tiene su origen en los evangelios y los Hechos tiene el potencial de cambiar radicalmente nuestra forma de vernos en relación con Cristo. Ese cambio en la relación también es relevante para el tema de la educación. En primer lugar, algunas definiciones: busca el sustantivo “cristiano” en cualquier diccionario, y la primera definición será algo así como “una persona que cree en Jesús o sus enseñanzas”. La palabra cristiano sirve para mostrar afiliación religiosa. Hechos nos dice que los seguidores de Cristo fueron llamados cristianos por primera vez en Antioquía (Hech. 11:26), y este sobrenombre probablemente no fue autorreferencial.
La cantidad de veces que aparece la palabra cristiano en la Biblia es tres (Hech. 11:26; 26:28; 1 Ped. 4:16).
Pero, en la actualidad, ese título es prácticamente el término exclusivo y universal para designar a un adherente al cristianismo. Entonces, ¿cómo se llamaba a los “cristianos” en aquel entonces, antes del apodo antioqueño? La siguiente estadística responde a la pregunta y proporciona el contraste con la primera estadística:
La cantidad de veces que aparece la palabra discípulo en la Biblia es 256. Cuando nos autodenominamos cristianos, generalmente evocamos la idea de que nos adherimos a un conjunto de creencias. Pero ¿y si nos autodenominamos discípulos? Los discípulos son alumnos, aprendices y principiantes. Por supuesto, creen en lo que se les enseña; pero son más que creyentes, aprenden las habilidades y el modo mismo de ser de su maestro, para repetirlos. Hacen del mismo oficio que tenían sus maestros la carrera de su vida. Y, cuando el maestro muere, sus discípulos son lo más parecido a un anuncio publicitario de los ideales y las prácticas a los que su maestro dedicó la vida.
Así como casi todo lo que sabemos sobre Sócrates es a través de su alumno estrella, Platón, el mundo tiene derecho a extraer conclusiones acerca de Jesús al contemplar la vida de sus discípulos estelares: tú y yo. Además, es un error pensar que el término “discípulo” (en griego mathetes: alumno) está reservado para los Doce originales. Cuando Lucas escribió acerca de las conversiones masivas en la secuela de su evangelio, habló del número creciente de “discípulos” (Hech. 6:1, 7). Ananías, Tabita y Timoteo, a todos se los llama discípulos (9:10, 36; 16:1). Referirse a todos estos “cristianos” como discípulos es simplemente un reconocimiento de su obediencia a su Rabí, quien ordenó: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mat. 28:19).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Se ha dicho que la iglesia es un hospital para los afligidos espirituales. Esta es mucho más común que la metáfora que dice que la iglesia es una universidad para los que perecen en la ignorancia y la oscuridad espiritual, una universidad en la que todos estamos llamados a inscribirnos como pupilos de por vida, a aprender de Jesús de Nazaret, el gran Maestro. Pero las dos metáforas, la del hospital y la de la universidad, en realidad deben ir unidas a fin de poder comprender mejor la palabra iglesia. Es decir, nuestra recuperación espiritual debe combinarse con una educación religiosa que nos forme para ser discípulos.
Para analizar
1. Tenemos nuestra vida devocional, tenemos escuelas sabáticas y tenemos la hora del sermón. Sin embargo, para ser honestos, a medida que pasan los años, parece que todo comienza a repetirse, y la emoción que tuvimos al comienzo de nuestra experiencia adventista empieza a disminuir con el tiempo. ¿De qué manera podemos ampliar nuestra educación cristiana personal o infundir nueva vida a nuestra rutina normal de aprendizaje en la iglesia?
2. Cuando vamos a una iglesia nueva, lo primero que advertimos no es cuán bueno fue el sermón o cómo sabía la comida; percibimos la “temperatura” de la iglesia. ¿Era una iglesia fría o la gente era amigable? La parte complicada es que si es mi iglesia, quizá yo pase un buen rato con mi media docena de amigos mientras compartimos, estudiamos y reímos juntos. La iglesia está buenísima, ¿verdad? Para mí, sí, pero no para la visita o la persona solitaria que observa toda esta estrecha camaradería y se siente como un extraño. Los miembros de la iglesia deben tomarse un momento para analizar lo que pasa alrededor y buscar a quienes se están marchitando en las periferias. ¿Qué estrategias pueden proteger a las personas de sentirse excluidas de la familia de Dios?
"LA EDUCACIÓN"
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Dios los bendiga!!
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