Lección de Escuela Sabática de Adultos 4to Trimestre 2020, Escuela Sabática Adultos 4to Trimestre 2020, Lección 4to Trimestre 2020,
Lección 13: Para el 26 de diciembre de 2020
EL CIELO, LA EDUCACIÓN Y EL ETERNO APRENDIZAJE
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 3:16; 1 Juan 5:13; 1 Timoteo 1:16; 1 Corintios 13:12; Zacarías 13:6.
PARA MEMORIZAR:
“Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Cor. 2:9).
Un poeta que temía a la muerte se preguntaba cómo alguien podía vivir sin “saber con certeza qué amanecer, qué muerte, qué destino, le esperaba a la conciencia más allá de la tumba”. Creó, en su poema, lo que dio en llamar el IPMA, el Instituto de Preparación para el Más Allá. No obstante, ¿cómo podríamos prepararnos para el más allá, si ni siquiera sabemos lo que pasa con una persona allí?
Afortunadamente, la Biblia nos da una visión amplia del tema del cielo, la Tierra Nueva, la educación y la vida que tendremos durante toda la eter-nidad. Como hemos visto durante todo el trimestre, el IPMA es aquí y ahora, en esta vida; y toda nuestra educación, independientemente del campo de estudio, debería estar preparándonos para ese “más allá”.
Esta semana veremos lo que nos dice la Inspiración sobre la mejor es-cuela de posgrado, una escuela que dura para siempre y donde estaremos aprendiendo y creciendo a lo largo de toda la eternidad.
Sábado
Largo tiempo hemos esperado el retorno del Salvador, pero ello no quita seguridad a su promesa. Pronto estaremos en la patria prometida. Allí Jesús nos conducirá junto al vivo caudal que fluye del trono de Dios y nos explicará las obscuras providencias por las cuales nos hizo pasar en esta tierra para perfeccionar nuestro carácter. Allí contemplaremos con límpida visión las bellezas del Edén restaurado. Arrojando a los pies del Redentor las coronas que puso sobre nuestras cabezas y tocando nuestras arpas de oro, llenaremos todo el cielo con las alabanzas del que está sentado en su trono.
Todo lo hermoso de nuestra patria terrenal ha de recor darnos el río de cristal y los campos verdes, los árboles ondeantes y las fuentes de aguas vivas, la ciudad resplandeciente y los cantores vestidos de blanco de nuestra patria celestial, el mundo de una belleza que ningún pintor puede reproducir y que ninguna lengua humana puede describir. “Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman”. 1 Corintios 2:9 (El hogar cristiano, pp. 493, 494).
El apóstol Pablo fue grandemente honrado por Dios, pues fue arrebatado en visión santa hasta el tercer cielo, donde contempló escenas cuyas glorias no podrían ser reveladas a los mortales…
Le fueron revelados [a Pablo] misterios que habían estado ocultos durante siglos, y se le dio a conocer tanto como pudo recibir de las formas en que actúa Dios y de cómo trata con las mentes humanas…
Pablo tuvo una visión del cielo, y al ocuparse de las glorias de allí, lo mejor que podía hacer era no tratar de describirlas. Nos dice que ojo no había visto ni oído oído, ni han subido en corazón de hombre, las cosas que Dios ha preparado para los que le aman. De modo que podéis llegar al límite de vuestra imaginación, podéis usar vuestras facultades hasta lo máximo para que abarquen y consideren el eterno peso de gloria, y sin embargo vuestros sentidos limitados, desfallecientes y cansados con el esfuerzo, no pueden captarlo porque hay un infinito más allá. Se necesitará de toda la eternidad para desplegar las glorias y revelar los preciosos tesoros de la Palabra de Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, pp. 1106, 1107).
¿Os parece que no aprenderemos nada allí [en el cielo]? No tenemos la menor idea de lo que se abrirá entonces delante de nosotros. Con Cristo andaremos al lado de las aguas vivas. Nos revelará la hermosura y gloria de la naturaleza. Nos revelará lo que él es para nosotros, y lo que somos para él. Conoceremos entonces la verdad que no podemos conocer ahora, por causa de nuestras limitaciones finitas…
El cielo es una escuela; su campo de estudio, el universo; su maestro, el Ser infinito. En el Edén fue establecida una dependencia de esta escuela y, una vez consumado el plan de redención, se reanudará la educación en la escuela del Edén (El hogar cristiano, p. 496).
EL DESTINO DE LOS MUERTOS
En el siglo XVII, el gran científico y filósofo francés Blas Pascal se dio a reflexionar sobre el estado de la humanidad. Para él, había un tema muy claro: por más tiempo que viviera un ser humano (y en ese entonces no vi-vían tanto), y por más buena que fuera la vida de esa persona (y la vida no era tan extraordinaria tampoco), tarde o temprano esa persona iba a morir.
Por otra parte, para él, lo que sucedía después de la muerte era más largo, infinitamente más largo, que el corto período de vida aquí que precedía a la muerte. Por lo tanto, para Pascal, lo más lógico que una persona podía o debía averiguar era qué destino les espera a los muertos, y se sorprendió al ver que la gente se ponía nerviosa por cosas como “la pérdida del cargo, o por algún insulto imaginario contra su honor”, pero no prestaba atención a la pregunta de lo que sucedía después de la muerte.
Pascal tenía razón. E indudablemente por ese motivo la Biblia dedica mucho tiempo a hablar de la promesa para los que han encontrado la sal-vación en Jesús, la promesa de lo que les espera en el futuro.
Lee los siguientes versículos. ¿Qué esperanza se nos ofrece? Juan 6:54; 3:16; 1 Juan 5:13; 1 Timoteo 1:16; Juan 4:14; 6:40; Judas 1:21; Tito 3:7.
La vida eterna tiene mucho sentido en razón de la Cruz; a la luz de la Cruz, nada tiene sentido salvo la vida eterna. Que el Creador de los mundos, el que “hizo el universo” (Heb. 1:2), aquel en quien “vivimos, y nos movemos, y somos” (Hech. 17:28), Dios, tuviese que encarnarse como ser humano y morir en esa carne... ¿para qué? ¿Para que finalmente nos pudramos, como un animal muerto en la carretera?
Por eso, el Nuevo Testamento viene lleno de promesas de vida eterna, porque solo lo eterno garantiza la restitución. Un millón de años, incluso mil millones de años aquí, quizá no posean suficientes buenos momentos para compensar los malos. Solo la Eternidad puede equilibrar todas las cosas; y mucho más, porque lo infinito es más que lo finito, y siempre infinitamente.
Pascal tenía razón: nuestro tiempo aquí es muy limitado en contraste con lo que está por venir. Qué tontera es no estar preparados para la eternidad que tenemos por delante.
■ ¿Qué le dirías a alguien que muestra total indiferencia por lo que suceda después de la muerte? ¿Cómo puedes ayudar a esa persona a ver cuán ilógica es realmente esa postura?
Domingo
Nadie necesita perder la vida eterna. Todo el que elige diariamente aprender del Maestro celestial hará segura su vocación y elección. Humillemos nuestro corazón delante de Dios y continuemos conociendo a Aquel cuyo conocimiento correcto es vida eterna.
“Procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo”. 2 Pedro 1:10, 11…
¡Qué seguridad! ¡Qué esperanza! Revelemos siempre al mundo que estamos buscando una patria mejor, celestial. El cielo ha sido hecho para nosotros, y queremos una parte en él. No podemos permitir que nada nos separe de Dios y del cielo. En esta vida debemos ser participantes de la naturaleza divina. Hermanos y hermanas, tenéis solo una vida que vivir. Sea una vida de virtud, y oculta con Cristo en Dios (En los lugares celestiales, p. 31).
Si mediante la fe el hombre llega a ser uno con Cristo, puede ganar vida eterna. Dios ama a los que son redimidos mediante Cristo así como ama a su Hijo. ¡Qué pensamiento! ¿Puede amar Dios al pecador como ama a su propio Hijo? Sí, Cristo ha dicho esto y él se propone hacer exactamente lo que dice. Él honrará todos nuestros proyectos, si nos aferramos de sus promesas mediante una fe viviente y ponemos nuestra confianza en él. Mirad a él, y vivid. Todos los que obedecen a Dios están comprendidos en la oración que Cristo ofreció a su Padre: “Les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos”. Juan 17:26. ¡Maravillosa verdad, demasiado difícil para que la comprenda la humanidad!
Cristo declara: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”. Juan 6:35. “Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. Juan 6:40 (Mensajes selectos, t. 1, pp. 352, 353).
Jesús viene pronto, y nuestra posición debería caracterizarse por una actitud de espera y de vigilia en anticipación a su llegada. No deberíamos permitir que nada se interponga entre Jesús y nosotros. Aquí tenemos que aprender el cántico del cielo, para que cuando nuestra lucha haya concluido nos podamos unir al himno de los ángeles celestiales en la ciudad de Dios. ¿Cuál es ese canto? Es la alabanza, el honor y la gloria que se le rinden a Aquel que está sentado sobre el trono y al Cordero por los siglos de los siglos. Encontraremos oposición; la gente nos odiará por causa de Cristo, y también lo hará Satanás, porque sabe que con los seguidores de Cristo existe una fuerza divina que debilitará su influencia. No podemos escapar de su censura…
El apóstol Pablo nos exhorta: “No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón”. Luego agrega: “Mas el justo vivirá por fe”. Hebreos 10:38 (Exaltad a Jesús, p. 366).
UNA EXISTENCIA NUEVA
“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4). ¿Cuán diferente de este mundo será nuestra nueva existencia, una existencia en la que ya no habrá muerte, tristeza ni dolor?
Un cristiano estaba hablando con un amigo sobre la esperanza del evan-gelio, la promesa de la vida eterna a través de Jesucristo. Esta persona res-pondió negativamente a la idea en general. “¿Vida eterna?”, expresó, estre-mecido. “¡Qué pensamiento tan horrible! Nuestros setenta u ochenta años aquí ya son bastante malos. ¿Quién querría prolongar esto para siempre? ¡Eso sería un infierno!”
Esta persona tendría razón, si no fuera porque no entendió que la pro-mesa de la vida eterna no es una mera continuación de esta vida aquí. Por favor, ¿quién querría eso? Al contrario, como dice el versículo anterior, las cosas viejas pasaron y todas las cosas se habrán vuelto nuevas.
¿Qué nos dicen los siguientes pasajes sobre la nueva existencia prometida?
2 Pedro 3:10–13
Apocalipsis 21:1–6
■ Lo importante para nosotros en todo esto es: ¿Qué se necesita para ser parte de esta nueva existencia? ¿Cómo llegamos allí? ¿Cómo podemos estar seguros de que seremos parte de esto? ¿Qué cosas en nuestra vida, si las hay, podrían interponerse en el camino para llegar a ser parte de lo que Dios nos ha prometido a través de Jesús?
Lunes
En la tierra renovada, los redimidos participarán en las ocupaciones y los placeres que daban felicidad a Adán y Eva en el principio. Se vivirá la existencia del Edén, en huertos y campos. “Y edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán, y otro morará; no plantarán y otro comerá: porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos perpetuarán las obras de sus manos”.
Allí se desarrollará toda facultad y toda aptitud aumentará. Se llevarán adelante las mayores empresas, se lograrán las más elevadas aspiraciones y se realizarán las mayores ambiciones. Y aún se levantarán nuevas alturas a las cuales llegar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que despertarán las facultades del cuerpo, la mente y el alma (El hogar cristiano, pp. 497, 498).
Podemos tener una visión del futuro, de la bienaventuranza en el cielo. En la Biblia se revelan visiones de la gloria futura, escenas bosquejadas por la mano de Dios, las cuales son muy estimadas por su iglesia. Por la fe podemos estar en el umbral de la ciudad eterna, y oír la bondadosa bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo, considerándose honrados al sufrir por su causa. Cuando se expresen las palabras: “Venid, benditos de mi Padre”, pondrán sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza… Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás”. Mateo 25:34; Apocalipsis 5:12, 13.
Allí los redimidos darán la bienvenida a los que los condujeron al Salvador, y todos se unirán para alabar al que murió para que los seres humanos pudiesen tener la vida que se mide con la de Dios. El conflicto terminó. La tribulación y la lucha están en el pasado. Himnos de victoria llenan todo el cielo al elevar los redimidos el gozoso cántico: Digno, digno es el Cordero que fue muerto, y que vive nuevamente como conquistador triunfante (Los hechos de los apóstoles, pp. 480, 481).
Vamos hacia la patria. El que nos amó al punto de morir por nosotros, nos ha edificado una ciudad. La Nueva Jerusalén es nuestro lugar de descanso. No habrá tristeza en la ciudad de Dios. Nunca más se oirá el llanto ni la endecha de las esperanzas destrozadas y de los afectos tronchados. Pronto las vestiduras de pesar se trocarán por el manto de bodas. Pronto presenciaremos la coronación de nuestro Rey. Aquellos cuya vida quedó escondida con Cristo, aquellos que en esta tierra pelearon la buena batalla de la fe, resplandecerán con la gloria del Redentor en el reino de Dios…
Dejad que esta fe os guíe a lo largo de la senda estrecha que, pasando por las puertas de la ciudad de Dios, nos lleva al gran más allá, al amplio e ilimitado futuro de gloria destinado a los redimidos (Maranata: el Señor viene, pp. 363, 364).
ENTONCES CONOCEREMOS
Texto
“El cielo es una escuela; su campo de estudio, el Universo; su Maestro, el Ser infinito. En el Edén fue establecida una filial de esa escuela y, una vez consumado el plan de redención, se reanudará la educación en la escuela del Edén” (Ed 301).
Si eres como la mayoría, tienes muchos interrogantes: interrogantes sobre el pecado, el sufrimiento, la enfermedad, la muerte; sobre por qué sucedió esto, o aquello o lo otro.
También tenemos preguntas sobre el mundo natural y todos sus miste-rios. Por más que la ciencia haya logrado avances increíbles al ayudarnos a comprender más sobre el mundo y el Universo en general, aún queda mucho por hacer.
Desde las formas de vida más simples hasta el cielo sobre nuestra cabeza, desde el movimiento de las partículas subatómicas hasta las galaxias en sus órbitas, que se encuentran dispersas por el cosmos, nos enfrentamos a una realidad que es mucho más grandiosa y profunda de lo que nuestra mente ahora puede comprender, especialmente con el poco tiempo que tenemos aquí y ahora para estudiar estas cosas por nuestra cuenta.
Por otro lado, al tener una eternidad para estudiar, entonces sin duda resolveremos muchos misterios.
¿Qué nos dicen los siguientes versículos sobre lo que aprenderemos una vez que este triste capítulo de pecado, sufrimiento y muerte finalmente haya terminado?
1 Corintios 13:12
1 Corintios 4:5
Se nos promete que entenderemos las cosas que, por ahora, permanecen ocultas para nosotros. ¡Qué maravillosa esperanza, también, que una vez que veamos y comprendamos cosas que ahora parecen tan difíciles no tendremos más que alabanzas para Dios! La clave para nosotros ahora es mantener la fe, confiar en las promesas de Dios, vivir de acuerdo con la luz que tenemos y perseverar hasta el final. Y lo bueno es que “todo lo [podemos] en Cristo que [nos] fortalece” (Fil. 4:13).
■ ¿Qué dudas serias pesan sobre tu corazón? ¿Qué cosas te parecen ahora tan in-comprensibles? Aprender a confiar en Dios por las cosas que entiendes, ¿de qué manera puede ayudarte con las cosas que, por ahora, no entiendes?
Martes
[C]uando el corazón cede a la influencia del Espíritu de Dios, la conciencia se vivifica y el pecador discierne algo de la profundidad y santidad de la sagrada ley de Dios, fundamento de su gobierno en los cielos y en la tierra. “La Luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”, (Juan 1:9) ilumina las cámaras secretas del alma, y quedan reveladas las cosas ocultas. La convicción se posesiona de la mente y del corazón. El pecador reconoce entonces la justicia de Jehová, y siente terror de aparecer en su iniquidad e impureza delante del que escudriña los corazones. Ve el amor de Dios, la belleza de la santidad y el gozo de la pureza. Ansía ser purificado y restituido a la comunión del cielo (El camino a Cristo, p. 24).
Tal vez haya algunas cosas que no entendemos en este mundo. Algunas partes de la Biblia nos parecen misteriosas, porque están fuera del alcance de nuestro entendimiento finito. Pero cuando el Salvador nos conduzca junto a las aguas vivas, nos hará comprender lo que antes no entendíamos claramente.
Cuando pienso en la gloria futura del cielo, experimento el intenso deseo de que todos los seres vivos se enteren de ello… Deseo levantarlo ante la gente como el poderoso Sanador…
Es de suma importancia el que andemos tras las cosas espirituales o las terrenales. Estas últimas pronto pasarán. En estos tiempos se ve la destrucción de muchos tesoros terrenales. Hay “terremotos por los lugares”, y se multiplican las tribulaciones y dificultades por todas partes. Mas nosotros tenemos el privilegio de prepararnos para convertirnos en miembros de la familia celestial, en hijos del Rey del cielo (Mi vida hoy, p. 353).
Entre la escuela establecida al principio en el Edén y la escuela futura, se extiende todo el período de la historia de este mundo, historia de la transgresión y del sufrimiento humano, del sacrificio divino, y de la victoria sobre la muerte y el pecado… Restaurado a la presencia de Dios, el hombre volverá a ser enseñado por él, como en el principio: “Conocerá mi pueblo la virtud de mi Nombre: … en aquel día conocerán que yo soy aquel que dice: ¡Heme aquí!”…
¡Qué campo se abrirá allí a nuestro estudio cuando se quite el velo que obscurece nuestra vista y nuestros ojos contemplen ese mundo de belleza del cual ahora tenemos vislumbres por medio del microscopio; cuando contemplemos las glorias de los cielos estudiados ahora por medio del telescopio; cuando, borrada la mancha del pecado, toda la tierra aparezca en “la hermosura de Jehová nuestro Dios! (El hogar cristiano, pp. 496, 497).
LA ESCUELA EN EL MÁS ALLÁ
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:17, 18). ¿Qué esperanza nos ofre-cen estos versículos? ¿Cuáles podrían ser algunas de estas cosas eternas invisibles que estamos esperando, que se nos promete a través de Jesús? Ver, además, Apocalipsis 21:1 y 2; 2:7; y 7:14 al 17.
Más allá de que las promesas que se nos ofrecen en Jesús son reales, que tenemos muchas buenas razones para creer en ellas, el hecho es que la Biblia nos da pistas, vislumbres, de lo que nos espera. Sin embargo, una cosa de la que podemos estar seguros es que será extraordinario, porque ¡piensa qué magnífica sería la vida en una existencia sin los estragos del pecado!
Todo nuestro dolor, todo nuestro sufrimiento, todas las cosas con las que luchamos aquí provienen del pecado y sus consecuencias. Cristo vino a deshacer todo eso, y restaurará la Tierra a lo que Dios originalmente había querido que fuera antes de que el pecado entrara. De hecho, será mejor, porque en medio de todas estas glorias siempre podremos ver las cicatrices en las manos y los pies de Jesús, el costo de nuestra redención.
“¡Qué campo se abrirá allí a nuestro estudio, cuando se descorra el velo que oscurece nuestra vista y nuestros ojos contemplen ese mundo de be-lleza del cual ahora tenemos apenas vislumbres por medio del microscopio! ¡Cuando contemplemos las glorias de los cielos estudiados ahora por medio del telescopio! ¡Cuando, borrada la mancha del pecado, toda la Tierra apa-rezca en ‘la hermosura de Jehová nuestro Dios’! Allí, el estudioso de la ciencia podrá leer los informes de la Creación sin hallar señales de la ley del mal. Escuchará la música de las voces de la naturaleza, y no descubrirá ninguna nota de llanto ni voz de dolor. En todas las cosas creadas descubrirá una escritura, en el vasto Universo contemplará ‘el nombre de Dios escrito en grandes caracteres’, y ni en la tierra, ni en el mar, ni en el cielo quedará señal del mal” (Ed 303).
■ Trata de imaginar cómo será vivir para siempre en un mundo completamente nue-vo, sin todo lo que dificulta tanto la vida aquí. ¿Cómo te lo imaginas? ¿Qué cosas esperas especialmente?
Miércoles
Allí las mentes inmortales estudiarán con deleite inextinguible las maravillas del poder creador, los misterios del amor redentor. No habrá ningún adversario cruel y engañador para tentarnos a olvidarnos de Dios. Toda facultad será desarrollada, toda capacidad aumentada. La adquisición de conocimientos no cansará la mente ni desgastará las energías. Se llevarán a cabo las más grandes empresas, se alcanzarán las más elevadas aspiraciones, se realizarán las más elevadas ambiciones; y aún surgirán nuevas alturas que alcanzar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos propósitos para ocupar las facultades de la mente, el alma y el cuerpo.
Y al transcurrir los años de la eternidad, ofrecerán más ricas y gloriosas revelaciones de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, también el amor, la reverencia y la felicidad aumentarán. Cuanto más aprendan los hombres acerca de Dios, más admirarán su carácter. Al revelarles Jesús las riquezas de la redención y las sorprendentes realizaciones logradas en el gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos latirán con más ferviente devoción, y tañerán las arpas de oro con mano segura. Y entonces diez mil, y miles de miles de voces se unirán para incrementar el poderoso coro de alabanza (La historia de la redención, pp. 452, 453).
[S]e acerca el día cuando habrá terminado la batalla y la victoria habrá sido ganada. La voluntad de Dios ha de cumplirse en la tierra como en el cielo. Las naciones de los salvados no conocerán otra ley que la del cielo. Todos constituirán una familia dichosa, unida, vestida con las prendas de alabanza y de acción de gracias: con el manto de la justicia de Cristo. Toda la naturaleza, en su incomparable belleza, ofrecerá a Dios tributo de alabanza y adoración. El mundo quedará bañado en luz celestial. La luz de la luna será como la del sol, y la luz del sol siete veces más intensa que ahora. Los años transcurrirán alegremente. Y sobre todo las estrellas de la mañana cantarán juntas, y los hijos de Dios clamarán de gozo, mientras que Dios y Cristo declararán a una voz que “ya no habrá más pecado, ya no habrá más muerte”.
Estas visiones de la gloria futura, descritas por la mano de Dios, deberían ser de gran valor para sus hijos.
Deteneos en el umbral de la eternidad y oíd la misericordiosa bienvenida dada a los que en esta vida cooperaron con Cristo y consideraron como un privilegio y un honor sufrir por su causa. Con los ángeles, echan sus coronas a los pies del Redentor, exclamando: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza. … Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás”. Apocalipsis 5:12, 13 (El ministerio de curación, pp. 404, 405).
EL GRAN MAESTRO
Como hemos visto durante todo este trimestre, un aspecto central del ministerio de Cristo aquí, en la Tierra, fue ser maestro. Desde el comienzo de su ministerio, ya sea mediante actos o hechos, Jesús estaba constante-mente enseñando a sus seguidores verdades acerca de sí mismo, sobre el Padre, sobre la salvación y sobre la esperanza venidera (ver Mat. 5:2; Mar. 4:2; Luc. 19:47; Juan 6:59).
De hecho, con solo leer un Evangelio, cualquier Evangelio, de principio a fin encontrarás a Jesús enseñando. Y aunque, incluso ahora, a través de su Palabra, el Señor continúa enseñándonos, en el nuevo mundo esta ense-ñanza continuará también. Pero imagina cuán diferente será en una exis-tencia libre de pecado y de todas las limitaciones que el pecado nos impone.
“Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responde-rá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zac. 13:6). ¿De qué crees que está hablando este versículo?
“Y, a medida que transcurran los años de la eternidad, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, así también el amor, la reverencia y la dicha irán en aumento. Cuanto más aprendan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter. A medida que Jesús les descubra la riqueza de la Redención y las proezas asombrosas en el gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos se estremecerán con devoción siempre más ferviente, y con arrebatador gozo tocarán sus arpas de oro; y miríadas de miríadas y millares de millares de voces se unirán para engrosar el potente coro de alabanza. [...]
“El Gran Conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el Universo está limpio. Una misma pulsación de armonía y júbilo late a través de la vasta Creación. Del Ser que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la extensión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más grande, todas las cosas, animadas e inanimadas, declaran, en su belleza sin mácula y en gozo perfecto, que Dios es amor” (CS 736, 737).
■ De todas las verdades increíbles que aprenderemos a través de la eternidad, nada nos cautivará más que el sacrificio de Cristo en nuestro favor. Piensa en cuánta profundidad y riqueza tendrá, que lo estudiaremos por toda la eternidad. Incluso en nuestros días, ¿cómo puedes aprender a apreciar mejor lo que Jesús ha hecho por nosotros en la Cruz?
Jueves
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron”. Apocalipsis 21:1. El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece todo rastro de maldición…
Solo queda un recuerdo: Nuestro Redentor llevará siempre las señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel efectuada por el pecado… En sus manos y su costado heridos, de donde manó la corriente purpurina que reconcilió al hombre con Dios, allí está la gloria del Salvador, “allí mismo está el escondedero de su poder”. “Poderoso para salvar” por el sacrificio de la redención, fue por consiguiente fuerte para ejecutar la justicia para con aquellos que despreciaron la misericordia de Dios. Y las marcas de su humillación son su mayor honor; a través de las edades eternas, las llagas del Calvario proclamarán su alabanza y declararán su poder…
Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria eterna del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: “¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha, redimido para Dios con su propia preciosísima sangre!” (Maranata: el Señor viene, pp. 373, 374).
Todos los tesoros del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Libres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo hacia los lejanos mundos —mundos a los cuales el espectáculo de las miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que entonaban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara consideran la magnificencia de la creación —soles y estrellas y sistemas planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la Divinidad. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas las cosas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, y en todas ellas se ostenta la riqueza de su poder (El hogar cristiano, p. 497).
La ciencia de la redención es la más grande de todas las ciencias; es la que estudian los ángeles y todos los seres de los mundos no caídos; es la ciencia que interesa al Señor y Salvador, y penetra en los propósitos madurados en la mente Infinita, mantenidos en silencio durante siglos eternos; es la ciencia que estudiarán los redimidos en el curso de la eternidad. Este es el estudio más elevado a que puede dedicarse un ser humano. Como ningún otro, avivará la mente y elevará el alma…
El estudio de la encarnación de Cristo, su sacrificio expiatorio y su obra mediadora, ocuparán la mente del alumno diligente mientras dure el tiempo; y al pensar en el cielo y los siglos innumerables, exclamará: “Grande es el misterio de la piedad” (Maranata: el Señor viene, p. 376).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, La educación, “La escuela del más allá”, pp. 301-309; El conflicto de los siglos, “El fin del conflicto”, pp. 720-737.
“El león, al que tanto tememos aquí, se acostará con el cordero; todo en la Tierra nueva será paz y armonía. Los árboles serán derechos y elevados, y no tendrán ninguna deformidad. [...]
“Todo lo que hay de bello en nuestro hogar terrenal tendría que hacernos pensar en el río de cristal y los verdes prados, los árboles cimbreantes y las fuentes vivas, la ciudad resplandeciente y los cantores vestidos de blanco de nuestro hogar celestial, mundo de hermosura que ningún artista puede representar en el lienzo, y que ninguna lengua mortal puede describir” (MSV 366, 367).
“El temor de hacer aparecer la futura herencia de los santos demasiado material ha inducido a muchos a espiritualizar esas verdades que nos hacen considerar la Tierra como nuestra morada. Cristo aseguró a sus discípulos que iba a preparar mansiones para ellos en la casa del Padre. Los que aceptan las enseñanzas de la Palabra de Dios no ignorarán por completo lo que se re-fiere a la Patria celestial [...]. El lenguaje humano es inadecuado para describir la recompensa de los justos. Solo la conocerán quienes la contemplen. Nin-guna mente finita puede comprender la gloria del Paraíso de Dios” (CS 733).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Analicen un poco más el argumento de Pascal, sobre los que apa-rentemente no se preocupan por lo que habrá en la Eternidad. ¿Por qué crees que la gente asume esta actitud? ¿Por qué tener esa acti-tud es tan irracional?
2. Expláyense más sobre lo siguiente: ¿Por qué la esperanza de la vida eterna es tan importante para nuestra fe? Sin ella, ¿por qué no tenemos nada, en realidad?
3. Piensen en todos los misterios increíbles que existen en el mundo natural. Ya sea en biología, geología, astronomía, física, química, en todos los campos todo resulta ser mucho más complejo de lo que se pensaba originalmente. Los científicos, por ejemplo, ya no hablan de “formas de vida simples” porque, como resultado, incluso las formas de vida más simples no son tan sencillas, finalmente. Cada nuevo avance, cada nuevo descubrimiento, parece abrirnos más interrogantes que necesitamos responder. ¿Cómo nos ayuda todo esto a comprender cuánto aprenderemos en la “escuela del más allá”?
Viernes
Exaltad a Jesús, 2 de junio, “El maestro enviado de Dios”, p. 161;
Reflejemos a Jesús, 22 de noviembre, “Jesús nos muestra cómo vivir”, p. 332.
"LA EDUCACIÓN"
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Dios lo bendiga!!!
Lección 13
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
La mayoría no se da cuenta de la extraña apatía con la que vive. Hay al menos una docena de objetivos que tenemos en un día determinado, desde hacer los quehaceres hasta cumplir con los plazos establecidos. Nos mantenemos ocupados identificando estos fines a corto plazo y luego ponemos en práctica los medios para lograrlos. Pero, cuando se trata de identificar el objetivo de la vida y los medios para lograrlo, quedamos paralizados como un ciervo ante los faros de un coche. ¿Cómo es que los seres humanos pueden estar tan preocupados por el destino de su equipo deportivo favorito, pero ser indiferentes o apáticos hacia su propio destino eterno o el de su familia? Jesús, desesperado por romper esta apatía, dice: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mar. 8:36).
Quienes decidan no sacrificar el destino de su alma por ganancias temporales no se sentirán decepcionados. Nuestra nueva existencia estará llena de la presencia de Dios (Apoc. 21:3), y cada necesidad física y espiritual será satisfecha (Apoc. 7:16, 17). Debido a que Jesús dedicó tiempo a enseñarnos acerca de Dios y sus caminos mientras anduvo en esta Tierra, podemos inferir que la educación continuará por toda la eternidad. No habrá decepciones, aburrimiento ni apatía. No seremos espíritus incorpóreos flotando como vapores, tocando el arpa ocasionalmente. Todo lo contrario. “Y a medida que transcurran los años de la eternidad, traerán consigo revelaciones más ricas y aún más gloriosas respecto de Dios y de Cristo […]. Cuanto más aprendan los hombres acerca de Dios, tanto más admirarán su carácter” (CS 736).
Parte II: COMENTARIO
Texto bíblico
No se puede subestimar las glorias que esperan a los redimidos de la Tierra. En primer lugar, aparece la ausencia de dolor en todas sus formas: no habrá llanto, ni dolor, ni muerte (ver Apoc. 21:4). No habrá ninguna futura causa de dolor, porque el que se sienta en el Trono dice: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Apoc. 21:5). El pecado es la raíz del sufrimiento, y cada parte de él se mantiene alejada de los redimidos (Apoc. 21:8). En segundo lugar, seremos consolados de todos nuestros sufrimientos pasados, ya que Dios mismo enjugará “toda lágrima de [nuestros] ojos” (Apoc. 21:4). Seremos “reyes y sacerdotes para Dios” (Apoc. 1:6) y tendremos el asombroso privilegio inmerecido de sentarnos con él en su Trono (Apoc. 3:21). Apenas podemos imaginarnos los niveles de adoración y alabanza que brotarán libremente de los corazones rebosantes de gratitud por lo que Dios y el Cordero han hecho por nosotros. ¿Puedes imaginarte uniéndonos a los 24 ancianos y arrojando nuestras coronas ante sus pies (Apoc. 4:10)? ¿Qué palabras podrían describir adecuadamente esa escena?
La novedad perpetua de Dios
Sin embargo, aunque esto suene bien, ¿qué nos mantendrá ocupados durante todo ese tiempo? Como seres humanos finitos, luchamos con el concepto de eternidad. Nuestra experiencia actual muestra que con el tiempo perdemos las ganas incluso por cosas que antes nos parecían placenteras.
La razón por la que la Tierra Nueva (el cielo) nunca se volverá aburrida es porque “cada placer tiene una vida útil, Dios […] es la novedad perpetua”. Indudablemente, nuestro corazón seguirá llenándose de asombro por toda la eternidad al contemplarlo, escucharlo y aprender de él. Piensa en cómo las Sagradas Escrituras han captado la atención de judíos y cristianos durante miles de años. Ahora observa que cada día que pasemos con Dios nos dará una nueva Biblia, llena de información que nunca tuvimos antes, mientras observamos cómo Dios interactúa nuevamente con su Creación y habla sabiduría para miles en situaciones diferentes. Nos asombraremos. Pero, no hay razón para esperar hasta que lleguemos al cielo para asombrarnos por Dios. Abraham Heschel comparte: “Nunca en mi vida le pedí éxito, sabiduría, poder ni fama a Dios. Le pedí asombro, y él me lo dio”.
Pues bien, ¿cómo sabemos que el cielo estará más allá de nuestros sueños más descabellados? Porque fuimos programados con un propósito: conocer y disfrutar a Dios para siempre. Entonces, a menos que pensemos que Dios es un pobre ingeniero, nunca debemos preocuparnos por el aburrimiento, la apatía o la monotonía en nuestro hogar eterno. Como reflexionó C. S. Lewis, “Dios nos hizo: nos inventó como un hombre inventa un motor. Un automóvil está hecho para funcionar con gasolina, y no funcionaría correctamente con ninguna otra cosa. Ahora bien, Dios diseñó la maquinaria humana para que anduviera sobre sí mismo; él mismo es el combustible que nuestros espíritus fueron diseñados para quemar”.
Texto bíblico
Podemos suponer que una sensación de asombro motiva el aprendizaje. Nuevamente, al observar a los niños, ¿con qué frecuencia a un momento de asombro le sigue una intensa investigación? “¡Oye! ¡Mira eso! ¿Cómo sucede eso?”, o “¿Por qué esto hace eso?” Otra característica que motiva el aprendizaje es el misterio. Pablo se consideraba un administrador “de los misterios de Dios” (ver 1 Cor. 4:1). ¿Quién no querría escuchar y aprender lo que Dios tiene para decir?
Pablo prosigue con la idea de que cuando venga el Señor las cosas se aclararán: “Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones” (1 Cor. 4:5). En contexto, él ofrece esta idea como defensa de su ministerio. Aunque el apóstol utiliza esta idea en un contexto bastante limitado, obviamente el versículo se puede aplicar a una amplia gama de cosas que no entendemos completamente en la actualidad. Solo las cosas del mundo creado son fuentes de inestimable estudio, que seguramente nos mantendrán ocupados aprendiendo y descubriendo gustosos por la eternidad. Y, como ya se señaló, los planes inagotables, los propósitos y el carácter de Dios ofrecerán infinitas oportunidades de aprendizaje.
Otro versículo que se utiliza a menudo para resaltar las glorias inimaginables del cielo es: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (2:9).
Este texto ha conmovido a muchos con la expectativa de lo maravilloso que será el cielo. Sin embargo, el contexto específico de este versículo no respalda la idea (1) de que nadie haya visto las cosas de las que se habla y (2) que el cielo sea principalmente lo que Dios ha preparado. En primer lugar, la siguiente frase después del texto en cuestión es: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu”. Entonces, las cosas que no se habían “visto” ni “oído” ahora les han sido reveladas a Pablo y a sus compañeros mediante el Espíritu. ¿Dice esto que Pablo está recibiendo una vista previa del cielo? Es poco probable… Los versículos anteriores a nuestro texto hablan de la “sabiduría de Dios” escondida en un “misterio”. Este misterio está ligado al pensamiento inicial del capítulo, que habla de “Jesucristo, y [de] este crucificado”. Una búsqueda rápida de frases para “sabiduría de Dios” y “misterio” en las epístolas paulinas pone de manifiesto de qué está hablando Pablo cuando dice “ojo no vio, ni oído oyó”. Está hablando del evangelio de un Cristo crucificado y de sus magníficos resultados (Efe. 1:9, 10; 3:3–6; Col. 1:26, 27; 4:3; Efe. 3:10). La interpretación más contextualizada de este famoso texto no le resta a las glorias del cielo. Le suma a la gloria de conocer a Dios y sus propósitos como se advierte en Jesús el Cristo, y dice que podemos experimentar estas glorias ahora a través del Espíritu. Esta es nuestra experiencia del “cielo” en la Tierra.
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Si hubiera un solo destino, ese destino sería inevitable sin importar lo que hiciéramos. Pero la Biblia deja en claro que existen dos destinos (Juan 5:29); nosotros elegimos. Y la decisión no podría ser más fácil. Aplicar esta decisión en forma consciente es una excelente forma de comenzar cada día. En lugar de buscar nuestro teléfono, revisar las redes sociales o mirar las noticias a primera hora de la mañana, ¿por qué no decir en voz alta, antes de que tus pies toquen el piso, todo lo que eliges como seguidor de Cristo? Algo así como:
1. Hoy, elijo caminar con Dios.
2. Elijo ser un discípulo de Cristo y aprender todo lo que pueda de él.
3. Elijo ver y tratar a los demás como lo hizo Jesús.
4. Elijo el gratificante gozo de la santidad por sobre los placeres fugaces del pecado.
5. Elijo la vida eterna por sobre la muerte eterna.
6. Elijo dejar que Jesús me haga una nueva creación en él.
En la clase de Escuela Sabática, pide a los alumnos que propongan más declaraciones de “Elijo” para comenzar el día.
Prácticamente todo lo que sabemos es porque lo aprendimos. Esta idea hace que la educación sea fundamental para la vida. La educación lo abarca todo, desde el conocimiento que se necesita para atarnos los cordones del calzado hasta el conocimiento salvador del evangelio. Parte de lo que hace que el cielo sea el “cielo” es que el aprendizaje continúa para siempre. Si hubiésemos logrado que Dios nos revelara los primeros cien años, él no sería Dios o nosotros seríamos dioses, los que es doblemente falso. Gracias a Dios, él es tanto el Dador como el Objeto de un precioso regalo final para su Creación: el don del aprendizaje eterno.
"LA EDUCACIÓN"
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Dios los bendiga!!
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