Lección 2 de Infantes
JESÚS, EL MÉDICO INCANSABLE
¿Alguna vez has tenido una fiebre alta? ¿Recuerdas cómo te sentías al estar tan caliente y enfermo(a)? Hace mucho tiempo Jesús ayudó a alguien que tenía mucha fiebre.
LUCAS 4:38–44;
EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES, cap. 26, p. 230.
“Estuve enfermo, y me atendieron”
(MATEO 25:36).
Sirvo a Dios cuando ayudo a los enfermos.
Jesús estaba
cansado. Había tenido un día muy ocupado enseñando a la gente, y necesitaba un
descanso. Pedro era uno de sus ayudantes especiales y su casa estaba cerca.
Así que Jesús fue a la casa de Pedro para descansar. Pensó que podría tomarse
una pequeña siesta.
Pero había un problema en la casa de Pedro. La mamá de la esposa de Pedro estaba enferma. Tenía una gran fiebre, y no había medicinas para curarla. La familia y Pedro estaban preocupados por ella.
Pedro le habló a Jesús de la gran fiebre que tenía su suegra y que no cedía con nada. Deseaba que Jesús la ayudara.
Tranquilamente, Jesús fue con Pedro a la habitación donde la señora descansaba. ¡Qué enferma estaba! ¡Tan enferma que no podía atender a su familia!
Jesús le sonrió amablemente, luego se inclinó hacia la mujer y le ordenó a la fiebre que la dejara. ¡Y la dejó! Inmediatamente ella se levantó y puso a preparar comida para Jesús y sus amigos.
¡Aquella era una gran noticia! ¡Alguien que está visitando a Pedro pudo sanar a la enferma! Uno de los presentes le contó a un vecino, quien le contó a otro, y a otro más, quien se lo dijo a alguien más. Pronto toda la gente del pueblo sabía que Jesús había sanado a la suegra de Pedro. Y antes de mucho, la gente llenó la casa de Pedro. Algunos de ellos estaban enfermos. Otros traían sus amigos o sus seres queridos que estaban enfermos. Algunos venían caminando; otros eran llevados por sus amigos. Siguieron y siguieron llegando. ¡Parecía que aquello no terminaría nunca!
Jesús los amaba a cada uno de ellos. Le entristecía ver tantas personas sufriendo. Quería que todos estuvieran sanos. Así que trabajó hora tras hora hasta muy tarde en la noche para sanarlos a todos. No se detuvo para descansar hasta que sanó a la última persona.
Qué día tan largo y emocionante había sido aquel. Jesús todavía estaba cansado, pero estaba feliz. Estaba contento porque había podido sanar a muchas personas enfermas.
Jesús quiere que ayudes también a la gente que está enferma. ¿Qué puedes
hacer? Puedes sonreír, cantarles algo alegre y darles un vaso de agua fresca.
Pero además de todo eso, puedes orar y pedir a Jesús que los sane. Él siempre
escuchará tu oración.
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Dios les bendiga!!!
Buenos días hermanos, esta es la lección de infantes y no la de intermediarios. Por favor corregirlo. Muchas gracias y bendiciones miles.
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