Lección 8 de Infantes

¡LÁZARO, VEN FUERA!

¿Ha estado enfermo alguien a quien amas? ¿Tan enfermo que murió?La Biblia nos habla de dos hermanas que no querían que su hermano muriera. Ellas querían que Jesús lo sanara.

Texto y clase de referencias:
JUAN 11:1-44;
EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES, CAP. 58, PP. 495-506.

Versículo para memorizar:
“Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro”
(JUAN 11:5).

Mensaje:
Jesús hace lo que es mejor para nosotros.

H aría miró a su hermana Marta con ojos asustados.
—Ojalá que Jesús estuviera aquí—dijo suavemente—. Él podría sanar a nuestro hermano Lázaro.

Marta exprimió una compresa y la puso en la frente de Lázaro.

—Enviemos un mensaje a Jesús —dijeron las hermanas—. Vamos a pedirle que venga.

María y Marta se sentaron al lado de la cama de su hermano. Hicieron todo lo que estaba a su alcance para que mejorara. Pero parecía que nada podía ayudarlo; sin embargo, en poco tiempo Lázaro murió.
Marta y María lloraron amargamente.

—¿Dónde está Jesús? —se quejó María—. ¿Por qué no vino? ¡Si hubiera estado aquí, habría sanado a Lázaro!

El mensajero encontró finalmente a Jesús y le dijo que su amigo Lázaro estaba terriblemente enfermo. Pero Jesús no se apresuró a ir a la casa de Lázaro. Se quedó en el pueblo donde estaba enseñando durante dos días más.

Finalmente les dijo a sus discípulos:

—Lázaro está muerto. Y me alegro de no haber estado allí. Ahora ustedes tendrán una nueva oportunidad para creer en mí.

Jesús y sus discípulos salieron rumbo a la casa de Lázaro. Cuando Jesús llegó, Marta le dijo llorando:

—¡Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!

—¿Dónde lo sepultaron? —preguntó Jesús.

María y Marta llevaron a Jesús hacia una cueva donde Lázaro estaba sepultado.

Una enorme piedra cerraba la entrada.

Jesús se paró al lado de la entrada de la cueva, y lloró también.

—¡Miren cuánto lo amaba! —dijo alguien.

—Quiten la piedra —dijo Jesús repentinamente.

—¡Señor, Lázaro ha estado muerto durante cuatro días! —exclamó Marta.

De todos modos ordenó a los siervos que hicieran rodar la piedra, porque eso era lo que Jesús había dicho que hicieran.

Jesús miró hacia el cielo. “¡Padre!”, dijo en oración, “yo sé que siempre me oyes. Pero digo estas cosas en voz alta porque quiero que toda esta gente sepa que tú me has enviado”.

Luego gritó:

—¡Lázaro! ¡Ven fuera!

Todos se sorprendieron. ¿Qué estaba haciendo Jesús?

—¡Miren! —gritó alguien, señalando a la cueva abierta.

¡Lázaro estaba allí, en la puerta de la tumba! ¡Tal como Jesús le había ordenado! ¡Lázaro estaba vivo de nuevo!

—¡Quítenle las vendas que lo envuelven! —dijo Jesús.

Marta y María corrieron a encontrarse con Lázaro. Y lloraron lágrimas de gozo.

Los discípulos entonces se dieron cuenta por qué Jesús no se había apresurado a ir a sanar a Lázaro cuando estaba enfermo. Él tenía un plan especial para mostrar a la gente que era realmente el Hijo de Dios.

Jesús también tiene un plan para nuestras vidas. Podemos confiar en que hará lo que es mejor para nosotros.

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