Lección 5: Cómo afrontar las deudas | Administrar para el Señor... | Escuela Sabática 1T 2023
Lección 5: Para el 4 de febrero de 2023
CÓMO AFRONTAR LAS DEUDAS
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Deuteronomio 28:1, 2, 12; Mateo 6:24; 1 Juan 2:15; Proverbios 22:7; 6:1–5; Deuteronomio 15:1–5.
PARA MEMORIZAR:
“El rico domina al pobre, y el que toma prestado es siervo del que presta” (Prov. 22:7).
Una definición de deuda es “vivir hoy de lo que esperas ganar en el futuro”. Hoy la deuda parece ser una forma de vida, pero no debería ser la norma para los cristianos. La Biblia desalienta la deuda. En las Escrituras hay por lo menos 26 referencias a la deuda, y todas son negativas. No dice que es pecado pedir dinero prestado, pero sí habla de que las consecuencias suelen ser malas. Al considerar las obligaciones financieras, Pablo aconsejó: “Paguen a todos lo que deben: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. No deban a nadie nada, sino ámense unos a otros; porque el que ama al prójimo cumple la ley” (Rom. 13:7, 8).
¿Por qué la deuda es un flagelo casi internacional en todos los niveles: personal, empresarial y gubernamental? Cada sociedad siempre ha estado endeudada al menos en un pequeño porcentaje. Pero hoy en día una porción mucho mayor de la gente está endeudada, y casi nunca es para su beneficio.
Esta semana consideraremos las razones para no endeudarse y cómo abordar las deudas. Quizá tú estés libre de deudas, pero puedes compartir esta valiosa información con familiares y amigos que podrían beneficiarse de ella.
Sábado
Algunos no se han adelantado para unirse en el plan de la liberalidad sistemática, y en cambio se han excusado porque estaban endeudados. Alegan que primero deben cumplir con este mandato: “No debáis a nadie nada”. Romanos 13:8. Pero el hecho de que estén endeudados no los excusa. Vi que debían dar a César las cosas que son de César, y a Dios las cosas que son de Dios. Algunos consideran con mucho escrúpulo la orden de “no debáis a nadie nada” y piensan que Dios no requerirá nada de ellos hasta que hayan pagado sus deudas. Pero con esto se engañan a sí mismos. Fallan en dar a Dios las cosas que son suyas. Cada uno debe llevar al Señor una ofrenda aceptable. Los que están endeudados deberían pagar sus deudas con lo que poseen, y dar una porción de lo que les quede (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 272).
No hay actividad ni aspecto de la existencia humana para el cual la Biblia no ofrezca instrucciones. Gobernante y súbdito, empleador y empleado, comprador y vendedor, prestatario y prestamista, padre e hijo, maestro y alumno, todos encontrarán allí lecciones de valor incalculable.
No obstante, lo que la Palabra de Dios presenta primordialmente es el plan de salvación: Revela cómo el ser humano pecaminoso se puede reconciliar con Dios, establece los grandes principios de la verdad y el deber que deben regir nuestra vida, y nos promete divina ayuda para ponerlos en práctica. Trasciende el límite de esta vida fugaz, y de la breve y tormentosa historia de la raza humana. Abre ante nuestros ojos la inmensa visión de los siglos eternos, que no serán entenebrecidos por el pecado, ni anublados por el dolor. Nos enseña cómo podremos compartir las habitaciones de los bendecidos, y nos llama a anclar nuestras esperanzas y fijar nuestros afectos ahí (Fundamentals of Christian Education, p. 542; parcialmente en Mi vida hoy, p. 27).
El sabio dirige estas palabras al indolente: “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento”. Proverbios 6:6-8. Las habitaciones que las hormigas se construyen, demuestran habilidad y perseverancia. Pueden manejar un solo granito a la vez, pero por la diligencia y la perseverancia realizan maravillas.
Salomón señala la laboriosidad de la hormiga como un reproche para los que malgastan horas en la ociosidad y las prácticas que corrompen el alma y el cuerpo. La hormiga hace provisión para las estaciones futuras; pero muchos seres dotados de facultades de raciocinio no se preparan para la vida futura inmortal (Consejos para los maestros, pp. 181, 182).
PROBLEMAS CON LAS DEUDAS
Lee Deuteronomio 28:1, 2 y 12. ¿Cuál es el ideal de Dios para sus hijos con
respecto a las deudas? ¿Cómo se puede alcanzar este ideal? Y, aunque este
contexto es muy diferente del nuestro, ¿qué principios podemos extraer
de él y aplicarlos a nuestro contexto actual?
Los estudios muestran que hay tres razones principales por las que la gente se encuentra en dificultades económicas. Se enumeran aquí en orden de mayor frecuencia.
La primera es la ignorancia. Muchas personas, incluso las instruidas, son analfabetas financieramente hablando. Simplemente, nunca estuvieron al tanto de los principios bíblicos (ni de los seculares) acerca de la administración del dinero. ¡No obstante, hay esperanza! Esta lección brindará un esquema sencillo de estos principios y cómo aplicarlos.
La segunda razón de las dificultades financieras es la codicia o el egoísmo. En respuesta a la publicidad y al deseo personal, la gente simplemente vive por encima de sus posibilidades. No está dispuesta a vivir con lo que realmente puede pagar. Muchos de estos también creen que son demasiado pobres para diezmar. Por consiguiente, viven sin la sabiduría y la bendición prometidas por Dios (ver Mal. 3:10, 11; Mat. 6:33). Hay esperanza para estas personas también, pero se requiere un cambio de corazón y un espíritu de contentamiento.
La tercera razón por la que la gente tiene dificultades económicas es la desgracia personal. Es posible que haya experimentado una enfermedad grave sin un seguro de salud adecuado. Quizá la haya abandonado un cónyuge derrochador. Un desastre natural pudo haber acabado con sus posesiones. O pudo haber nacido y crecido en la más absoluta pobreza. También hay esperanza para esta gente. Aunque su camino será más difícil, los problemas pueden superarse. Se puede lograr el cambio con el apoyo de amigos cristianos, la orientación o la asistencia de consejeros piadosos, con trabajo denodado sumado a una buena educación, y la bendición y la providencia de Dios.
Sea cual sea la razón, aun cuando sea culpa de la persona, la deuda se puede aliviar. Sin embargo, los endeudados necesitarán hacer algunos cambios en su vida, sus gastos y sus prioridades financieras.
Lee 1 Timoteo 6:6 al 9. ¿Qué señala Pablo aquí, que todos debemos tomar en cuenta? ¿Qué significan estas palabras para ti y de qué manera puedes cumplir mejor lo que la Palabra nos enseña aquí?
Domingo
Es correcto que uno desee andar por su propia fuerza y no depender de otros por el pan que come. Es noble y generosa la ambición que dicta el deseo de sostenerse a sí mismo. Son necesarios los hábitos de laboriosidad y frugalidad.
Son muchísimos los que no se han educado de modo que puedan mantener sus gastos dentro de los límites de sus entradas. No aprenden a adaptarse a las circunstancias, y vez tras vez piden dinero prestado y se abruman de deudas, por lo que se desaniman y descorazonan…
Todos deben aprender a llevar cuentas. Algunos descuidan este trabajo, como si no fuese esencial; pero esto es erróneo. Todos los gastos deben anotarse con exactitud (El hogar cristiano, p. 339).
Los seguidores de Cristo no deben despreciar la riqueza, sino que deben considerarla como un talento que el Señor les ha confiado. Mediante el uso acertado de sus dones, pueden beneficiarse eternamente, pero debemos recordar que Dios no nos ha dado riqueza para que la empleemos a nuestro capricho, para complacer los impulsos, para prodigarla o retenerla como nos plazca. No debemos usar las riquezas en forma egoísta, dedicándolas simplemente a obtener nuestra felicidad. Esta conducta no sería justa con respecto a Dios ni a nuestros semejantes, y terminaría por producir tan solo confusión y dificultad…
Tanto los pobres como los ricos están decidiendo su destino eterno y probando si son súbditos idóneos para la herencia de los santos en luz. Los que destinan sus riquezas a un uso egoísta en este mundo están revelando atributos de carácter que demuestran lo que harían si tuvieran mayores ventajas, y si poseyeran las riquezas imperecederas del reino de Dios. Los principios egoístas ejercidos en la tierra no son los principios que prevalecerán en el cielo. Todos los hombres están en un plano de igualdad en el Cielo (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 139).
Si tenéis hábitos dispendiosos, eliminadlos inmediatamente de vuestra vida. A menos que lo hagáis entraréis en bancarrota por toda la eternidad. Los hábitos de economía, trabajo y sobriedad constituyen para vuestros hijos una mejor parte que una rica dote.
Somos peregrinos y extranjeros en el mundo. No gastemos nuestros medios gratificando deseos que Dios quiere que reprimamos. Representemos adecuadamente nuestra fe restringiendo nuestras necesidades (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 41, 42).
Con cuánta frecuencia nos relacionamos con gente que nunca es feliz. No puede disfrutar del gozo y paz que da Jesús. Hay quienes profesan ser cristianos, pero no cumplen con las condiciones necesarias para que se efectúe la promesa de Dios. Jesús ha dicho: “Venid a mí… Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. Mateo 11:28-30. La razón por la cual muchos están intranquilos es porque no están aprendiendo en la escuela del Maestro. El sumiso y abnegado hijo de Dios comprende por experiencia propia lo que es tener la paz de Cristo.
Las mejores cosas de la vida, sencillez, honradez, fidelidad, pureza, integridad incontaminada, no se pueden ni comprar ni vender. Se dan gratuitamente para el analfabeto o el culto, para el blanco o el negro, para el pobre y para el rey en su trono (A fin de conocerle, p. 86).
CÓMO SEGUIR CONSEJOS PIADOSOS
Somos seres materiales y vivimos en un mundo material; un mundo que, a veces, puede ser muy atrayente. Tendríamos que ser de acero y aceite sintético, en vez de carne y hueso, para no sentir, ocasionalmente, el atractivo de las posesiones materiales y el afán de riqueza. ¿Quién no ha fantaseado alguna vez con ser rico o ganarse la lotería?
Aunque todos luchamos contra esto, y no hay nada de malo en esforzarse para tener buenos ingresos o incluso ser rico, ninguno de nosotros tiene que sucumbir a la trampa de convertir en ídolos al dinero, la riqueza y las posesiones materiales. Se nos promete poder divino para permanecer fieles a lo que sabemos que es correcto. Esto es importante, porque la tentación de las riquezas y las posesiones materiales ha llevado a la ruina de muchas almas.
Lee Mateo 6:24 y 1 Juan 2:15. Aunque lo expresan de diferente manera,
¿cuál es el tema en común de ambos pasajes?
Lamentablemente, el amor al mundo puede ser tan fuerte que las personas se endeudan para satisfacer ese amor. (Eso anhelan, pero nunca funciona; ver Ecl. 4:8.)
Y, debido a que el endeudamiento es una de las redes que Satanás tiende para las almas, es lógico que Dios quiera ver a sus hijos libres de deudas. Él nos ha dado consejos en la Biblia y el don de profecía que nos guiarán a la libertad financiera.
Lee Salmo 50:14 y 15. ¿Con qué actitud debe vivir el pueblo de Dios? ¿Qué significa “paga tus votos”?
Ingresamos como miembros de iglesia con alabanza y acción de gracias a nuestro Dios, quien nos ha creado y redimido. En el punto 9 (de 13) de nuestros votos bautismales, se nos preguntó: “¿Crees en la organización de la iglesia? ¿Es tu propósito adorar a Dios y sostener a la iglesia con tus diezmos y ofrendas, con tu esfuerzo personal y con tu influencia?” Como adventistas del séptimo día, todos dijimos que sí. Así que, este pasaje (Sal. 50:14, 15) es una promesa para quienes ofrecen acción de gracias a Dios y cumplen fielmente sus votos.
■ ¿Qué te dicen tus decisiones acerca de tu manera de enfrentar los atractivos del mundo? ¿Por qué esforzarse por tener buenos ingresos no es necesariamente lo mismo que convertir en ídolos al dinero y la riqueza? ¿Cómo podemos aprender a diferenciarlos?
Lunes
Algunos no tienen tacto para manejar prudentemente los asuntos mundanales. Carecen de las habilidades necesarias, y Satanás se aprovecha de ellos. Cuando así sucede, los tales no deben permanecer ignorantes de su falta. Deben ser bastante humildes para consultar con sus hermanos, en cuyo juicio pueden tener confianza, antes de ejecutar sus planes. Se me indicó este pasaje: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros”. Gálatas 6:2. Algunos no son bastante humildes para permitir que los que tienen más capacidad hagan cálculos para ellos hasta después que siguieron sus propios planes y se vieron en dificultades. Entonces ven la necesidad de obtener el consejo y el juicio de sus hermanos; pero ¡cuánto más pesada que al principio es la carga! Los hermanos no deben recurrir a los tribunales si es posible evitarlo; porque así dan al enemigo gran ventaja para enredarlos y afligirlos. Sería mejor hacer algún arreglo aunque implique cierta pérdida (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 184).
Dios nos llama siervos, lo que implica que somos empleados por él para hacer determinada obra y llevar ciertas responsabilidades. Nos ha prestado un capital para invertir. No es nuestra propiedad, y desagradamos a Dios si acaparamos los bienes de nuestro Señor o los gastamos como nos plazcan. Somos responsables por el uso o el abuso de lo que Dios nos ha prestado. Si este capital que el Señor ha colocado en nuestras manos permanece inactivo, o lo enterramos, aunque sea un solo talento, seremos llamados por el Maestro a rendir cuenta. Él requiere, no lo nuestro, sino lo suyo con intereses (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 588, 589).
“Ninguno puede server a dos señores”. Mateo 6:24.
Cristo no dice que el hombre no querrá servir a dos señores ni que no deberá servirlos, sino que no puede hacerlo. Los intereses de Dios y los de mamón* no pueden armonizar en forma alguna. Donde la conciencia del cristiano le aconseja abstenerse, negarse a sí mismo, detenerse, allí mismo el hombre del mundo avanza para gratificar sus tendencias egoístas. A un lado de la línea divisoria se encuentra el abnegado seguidor de Cristo; al otro lado se halla el amante del mundo, dedicado a satisfacerse a sí mismo, siervo de la moda, embebido en frivolidades, regodeándose con placeres prohibidos. A ese lado de la línea no puede pasar el cristiano.
Nadie puede ocupar una posición neutral; no existe una posición intermedia, en la que no se ame a Dios y tampoco se sirva al enemigo de la justicia. Cristo ha de vivir en sus agentes humanos, obrar por medio de sus facultades y actuar por sus habilidades. Ellos deben someter su voluntad a la de Cristo y obrar con su Espíritu. Entonces, ya no son ellos los que viven, sino que Cristo vive en ellos. Quien no se entrega por entero a Dios se ve gobernado por otro poder y escucha otra voz, cuyas sugestiones revisten un carácter completamente distinto. El servicio a medias coloca al agente humano del lado del enemigo, como aliado eficaz de los ejércitos de las tinieblas (El discurso maestro de Jesucristo, p. 80).
CÓMO DESENDEUDARSE
Lee Proverbios 22:7. ¿En qué sentido somos siervos del que presta?
¿Qué se puede hacer para escapar de este desafortunado fenómeno? Si tienes deudas, el siguiente esquema te ayudará a comenzar un proceso para deshacerte de ellas. El plan es sencillo. Tiene una premisa y tres pasos.
La premisa es un compromiso con Dios de ser fiel en devolver su santo diezmo para alcanzar su sabiduría y su bendición. Él anhela bendecir a los que le son obedientes.
El primer paso es declarar una moratoria sobre la deuda adicional: no más gastos con crédito. Si no tomas dinero prestado, no puedes endeudarte. Si ya no pides más dinero prestado, no corres más riesgo de endeudarte.
El segundo paso es hacer un pacto con Dios de que a partir de ese momento, con su bendición, pagarás tus deudas lo antes posible. Cuando Dios te bendiga financieramente, utiliza el dinero para reducir las deudas, no para comprar más cosas. Este paso probablemente sea el más decisivo. Cuando la mayoría recibe dinero inesperado, simplemente lo gasta. No, al contrario: aplícalo a tu plan de reducción de deuda.
El paso tres es la parte práctica. Haz una lista de todas tus deudas, de mayor a menor, en orden descendente. Para la mayoría de las familias, la hipoteca de la vivienda está en la parte superior de la lista, y una tarjeta de crédito o una deuda personal está en la parte inferior. Comienza por hacer al menos el pago mínimo mensual de cada una de las deudas. A continuación, duplica o aumenta los pagos como puedas sobre la deuda que se encuentra al final de la lista. Quedarás gratamente sorprendido por lo rápido que puedes deshacerte de esa deuda, la más pequeña. Luego utiliza el dinero que estabas pagando en la deuda inferior para agregarlo al pago básico de la próxima deuda en orden ascendente en la lista. A medida que elimines las deudas más pequeñas de alto interés, liberarás una cantidad sorprendente de dinero para colocarlo en las siguientes deudas más elevadas.
Dios, obviamente, no quiere que nos endeudemos. Una vez hecho el trato, muchas familias descubren que Dios las bendice de maneras inesperadas y la deuda se reduce más rápido de lo previsto. Al seguir estos tres sencillos pasos, muchas familias se han librado de deudas. ¡Tú también puedes! Al poner a Dios en primer lugar, recibirás su sabiduría y su bendición para administrar lo que él te ha encomendado.
■ “Manténganse libres del amor al dinero, contentos con lo que tienen, porque él dijo: ‘Nunca te dejaré ni te desampararé’ ” (Heb. 13:5). La aplicación de estas palabras ¿cuánto podría ayudar a las personas a evitar endeudarse?
Martes
Todos deben practicar la economía. Ningún obrero debe manejar sus asuntos de manera tal que incurra en deudas. La práctica de sacar dinero de la tesorería antes que haya sido ganado, es una trampa. De esta forma los recursos escasean, y como resultado los obreros no pueden ser sostenidos en la obra misionera. Cuando uno cae voluntariamente en deudas, está deslizándose dentro de una de las redes que Satanás coloca para los hombres…
La práctica de pedir prestado dinero para aliviar alguna necesidad apremiante, sin hacer cálculos para cancelar la deuda, por común que sea, es desmoralizadora. El Señor quiere que quienes creen en la verdad se conviertan de estas prácticas engañosas. Deberían preferir sufrir necesidad antes que cometer actos deshonestos… Si los que ven la verdad no cambian el carácter en consonancia con la influencia santificadora de esta, serán un sabor de muerte para muerte. Representarán mal la verdad, traerán reproche sobre ella y deshonrarán a Cristo, quien es la verdad (El colportor evangélico, pp. 96, 97, 99.
Hombres que habrían podido hacer bien si se hubiesen consagrado a Dios, si hubiesen estado dispuestos a trabajar con humildad, a ampliar lentamente su negocio, y a rehusar endeudarse, han fracasado porque no han trabajado correctamente. Y después de entrar en dificultades han tenido que liquidar lo que les quedaba, porque eran administradores incompetentes. Deseaban tener alivio de la presión financiera y no se detuvieron en pensar en las consecuencias.
Los que ayudan a tales personas a salir de sus dificultades se sienten tentados a atarlas con cuerdas tan fuertes en términos de promesas que en adelante los que han sido ayudados llegan a pensar que son esclavos. Pocas veces logran sobreponerse a la reputación de malos administradores y fracasados.
Se me ha pedido que diga a los que se endeudan en esta forma: No os deis por vencidos si estáis avanzando correctamente. Trabajad con toda vuestra capacidad para aliviar la situación vosotros mismos. No recarguéis con una institución con problemas a una asociación que ya está pesadamente cargada con deudas. Es mejor que cada sanatorio sea responsable por sí mismo (Consejos sobre mayordomía cristiana, pp. 287, 288).
Haga un pacto solemne con Dios prometiendo que mediante su bendición pagará sus deudas y luego a nadie deberá nada, aunque viva solamente de gachas y pan. Resulta muy fácil al preparar la mesa para la comida sacar de su cartera y gastar veinticinco centavos en cosas extras. Cuide los centavos y los pesos se cuidarán solos. Son los centavos aquí y los centavos allá gastados para esto, aquello, y lo de más allá, que pronto suman pesos. Niéguese a complacer el yo, por lo menos mientras está asediado por las deudas… No vacile, no se desanime ni se vuelva atrás. Niéguese a complacer su gusto, niéguese a satisfacer la complacencia del apetito, ahorre sus centavos y pague sus deudas. Elimínelas tan pronto como sea posible. Cuando nuevamente sea un hombre libre, no debiendo nada a nadie, habrá alcanzado una gran Victoria (_Consejos sobre mayordomía cristiana,_p. 271).
LAS TÁCTICAS DE FIANZAS Y DE ENRIQUECIMIENTO RÁPIDO
La Biblia es muy clara en cuanto a que Dios no quiere que sus hijos se hagan responsables de las obligaciones de deuda de los demás. En el libro de Proverbios, el Señor nos ha advertido sobre la fianza, es decir, sobre ser cosignatarios o fiadores de otra persona.
Lee Proverbios 6:1 al 5; 17:18; y 22:26. ¿Cuál es el mensaje aquí?
La garantía generalmente se produce cuando una persona con poca solvencia busca un préstamo de una institución crediticia y no califica para el préstamo. El oficial de préstamo le dirá a la persona no calificada que si consigue que un amigo con solvencia firme con ella, entonces el banco le otorgará el préstamo y responsabilizará al garante en caso de incumplimiento.
A veces, un hermano miembro de iglesia se acercará a ti para pedirte que firmes. Tu respuesta debería ser: “La Biblia dice que nunca debo hacer eso”. Por favor, comprende que la Biblia nos impulsa a ayudar a los necesitados, pero no debemos hacernos responsables de sus deudas.
A veces, los adolescentes piden a los padres que firmen como fiadores la compra de su primer automóvil. O los hijos adultos mayores pedirán a los padres que firmen un préstamo comercial como garantes. Lo mismo cabe decir aquí. Es apropiado ayudar a los demás si hay una necesidad real, pero no salgas de fiador de las deudas de los demás. ¡Los estudios muestran que el 75 por ciento de los garantes terminan haciendo los pagos!
Lee Proverbios 28:20 y 1 Timoteo 6:9 y 10. ¿Cuál es la advertencia aquí?
Las artimañas para volverse rico en forma rápida son otra trampa financiera; está casi garantizado que llevarán a la ruina financiera a quienes se vean atrapados en ellas. Cuando parezca demasiado bueno para ser verdad, seguramente así es. Hay mucha gente herida emocional y financieramente. Una tragedia adicional con estos planes arteros es que, en muchos casos, las personas han tenido que pedir dinero prestado para sumarse a ellos en primer término. Muchas vidas y familias se han arruinado con estrategias de enriquecimiento rápido que terminan enriqueciendo solo a los estafadores que las inventan, a expensas de quienes caen en la trampa. Cuando un amigo, o incluso un ser querido, trate de involucrarte en una de estas estafas, huye. No camines, corre tan rápido como puedas.
Miércoles
El deseo de acumular riquezas no es pecaminoso si en el esfuerzo realizado por lograr ese objetivo, los hombres y mujeres no se olvidan de Dios ni transgreden los últimos preceptos de Jehová que dictan el deber del hombre hacia sus semejantes, ni se colocan en una posición desde donde les resulte imposible glorificar a Dios en sus cuerpos y en sus espíritus, los cuales le pertenecen. Si en su apresuramiento por enriquecerse sobrecargan sus energías y violan las leyes de su organismo, se colocan en una condición que les impide rendir a Dios un servicio perfecto, y siguen una conducta pecaminosa. Los bienes que se adquieren en esta forma se consiguen al precio de un sacrificio inmenso (Mensajes selectos, t. 2, p. 493).
Vi que a Dios le desagrada que su pueblo sea fiador de los incrédulos. Se me indicaron estos textos: “No seas de aquellos que se comprometen, ni de los que salen por fiadores de deudas”. Proverbios 22:26. “Con ansiedad será afligido el que sale por fiador de un extraño; mas el que aborreciere las fianzas vivirá seguro”. Proverbios 11:15. ¡Mayordomos infieles! Comprometen lo que pertenece a otra persona —su Padre celestial— y Satanás está dispuesto a ayudar a sus hijos y sacárselo de las manos. Los observadores del sábado no deben ser socios de los incrédulos. Los hijos de Dios confían demasiado en la palabra de los extraños, y piden su consejo cuando no debieran hacerlo (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 184).
Se me mostró que para nuestro pueblo la especulación económica es un peligroso experimento. Con ella se pone en terreno enemigo y queda sujeto a enormes tentaciones, decepciones, pruebas y pérdidas. A esto sigue una inquietud febril, un deseo que ansía por obtener recursos más rápidamente de lo que las circunstancias actuales puedan admitir. En consecuencia, cambia el entorno con la esperanza de hacer más dinero. Sin embargo, sus expectativas no se hacen realidad y se desalienta, por lo que en lugar de avanzar, retrocede… Si el Señor hubiese hecho prosperar las especulaciones de algunos de nuestros apreciados hermanos habría sido su ruina eterna. Dios ama a su pueblo, también ama a los que han tenido poca fortuna. Si quieren aprender las lecciones que intenta enseñarles su derrota, al final, se transformará en una preciosa victoria (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 610, 611).
Hay hermanos pobres que no están libres de tentación. Son malos administradores, carecen de sabio juicio, desean obtener recursos sin pasar por el lento proceso de trabajo perseverante. Algunos tienen tanta prisa por mejorar su condición que se dedican a diversas empresas sin consultar a personas de buen juicio y experiencia. Sus expectativas pocas veces se convierten en realidad; pierden en lugar de ganar, y entonces surgen tentaciones y la tendencia a envidiar a los ricos. Quieren definidamente beneficiarse con las riquezas de sus hermanos y se exasperan porque no lo consiguen. Pero no son dignos de recibir ayuda especial. Poseen evidencia de que sus esfuerzos han sido dispersos e irregulares. Han sido inconstantes en sus negocios y han estado llenos de ansiedad y preocupaciones, lo cual produce escasas ganancias. Esas personas debieran escuchar el consejo de quienes tienen experiencia. Pero con frecuencia son los últimos en buscar consejo. Piensan que tienen un juicio superior, de modo que no quieren que nadie les enseñe…
No practican la instrucción que el apóstol Pablo dio a Timoteo: “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento”. “Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto”. 1 Timoteo 6:6, 8 (Testimonios para la iglesia, t. 1, pp. 422, 423).
LÍMITES DE PLAZO Y CENTROS DE PRÉSTAMO
Lee Deuteronomio 15:1 al 5. ¿Qué requería el Señor de su pueblo, según se revela en estos versículos?
En armonía con otros estatutos de siete años (Éxo. 21:2; Lev. 25:3, 4), no solo había regulaciones para los esclavos o siervos y para la tierra, sino también para los prestamistas. Debido a que los prestamistas no querían perdonar ninguna deuda, el tiempo máximo que alguien podía estar endeudado era de siete años. Más allá de las conclusiones que podamos extraer, estos versículos muestran que el Señor se preocupa por este tipo de problemas financieros, especialmente al tratarse de hermanos israelitas. Estos versículos también muestran que el Señor reconocía la realidad de la deuda, más allá de cuán mala fuera en general. Además, enfatizan que debía evitarse en la medida de lo posible.
Hoy, en cambio, muchas partes del mundo cuentan con préstamos a treinta y cuarenta años para la compra de vivienda. Al parecer, una de las razones por las que las casas cuestan tanto es que hay créditos disponibles con el fin de otorgar préstamos para comprarlas.
Mientras tanto, muchas personas, padres y estudiantes se preguntan si debieran pedir dinero prestado para estudiar. Como regla general, obtener un título universitario mejorará la capacidad de ingresos de una persona por el resto de su vida. Es posible que algunos tengan que pedir un préstamo para pagar su educación, pero ten en cuenta estos factores. Tienes que devolverlo con intereses. Trata de conseguir todas las subvenciones y becas donde reúnas las condiciones necesarias. Trabaja y ahorra todo lo que puedas para estudiar. Realiza cursos que solo te den acceso a un trabajo. Que tus padres te ayuden. En tiempos bíblicos, los padres les daban tierras de cultivo a los hijos para que pudieran ganarse la vida. Hoy esa “herencia” probablemente debería ser una educación de modo tal que puedan llegar a ser adultos independientes.
En un mundo ideal, no habría préstamos ni deudas. Pero, como no vivimos en un mundo ideal, puede haber momentos en los que sea necesario pedir un préstamo. Solo asegúrate de tener las mejores condiciones posibles y la mejor tasa de interés disponible. Luego pide lo mínimo que necesitas y paga lo más rápido posible, para ahorrar en costos de intereses. Sin embargo, en principio, en la medida de lo humanamente posible, debemos tratar de evitar las deudas. Y al seguir los principios financieros bíblicos en nuestra vida cotidiana, podemos hacer mucho para evitar las deudas innecesarias y la terrible tensión que puede suponer para nosotros y nuestra familia.
■ Si has prestado dinero, ¿cuán honesto, justo y amable eres en tu trato con los demás? ¿Cómo te iría ante Dios cuando tengas que responder por esas gestiones? (Ver Ecl. 12:14.)
Jueves
La observancia del año sabático había de beneficiar tanto a la tierra como al pueblo. Después de descansar una estación, sin ser cultivada, la tierra iba a producir más copiosamente. El pueblo se veía aliviado de las labores apremiantes del campo; y aunque podía dedicarse a diversas actividades durante ese tiempo, todos tenían más tiempo libre, lo cual les brindaba oportunidad de recuperar las fuerzas físicas para los trabajos de los años subsiguientes. Tenían más tiempo para la meditación y la oración, para familiarizarse con las enseñanzas y exigencias del Señor, y para instruir a sus familias…
Para los pobres, el séptimo año era un año de remisión de las deudas. Los hebreos tenían la orden de ayudar siempre a sus hermanos indigentes, con préstamos de dinero sin interés. Se prohibía expresamente recibir usura de un hombre pobre… Si la deuda quedaba sin pagar hasta el año de remisión, tampoco se podía recobrar el capital. Se le advirtió explícitamente al pueblo que no negara, por este motivo, el auxilio necesario a sus hermanos: “Cuando hubiere en ti menesteroso de alguno de tus hermanos… no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre… Guárdate que no haya en tu corazón perverso pensamiento, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión; y tu ojo sea maligno sobre tu hermano menesteroso para no darle: que él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te imputará a pecado” Deuteronomio 15:7-9 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 572, 573).
Tomad en cuenta las cosas pequeñas. Las pérdidas menores se acumulan al final. Buscad lo pequeño, reunid los fragmentos para que nada se pierda, porque muchos que se preocupan de los asuntos más grandes, nunca han aprendido a cuidar y ahorrar en las cosas menores. No perdáis los minutos, porque arruinan las horas. La diligencia perseverante, el trabajo realizado con fe, siempre será coronado por el éxito. Algunos obreros piensan que preocuparse de las cosas pequeñas está por debajo de su dignidad. Consideran que ocuparse de las minucias es evidencia de que se posee una mente estrecha y un espíritu inferior. Prestad atención a las fugas menores; ahorrad los ingresos pequeños. Las vías de agua más insignificantes han hundido muchos barcos. Ninguna burla ni broma debiera impedir que ahorremos en las pequeñeces. No debiera desperdiciarse ninguna cosa que pudiera ser útil. La falta de economía endeudará nuestras instituciones. Aunque se reciba mucho dinero, este se perderá en los pequeños desperdicios que ocurren en todos los ramos de la obra. La economía no es tacañería (El ministerio de publicaciones, pp. 367, 368).
En la oración que Jesús enseñó a sus discípulos, dijo: “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Mateo 6:12. Con esto no quiso decir que para que se nos perdonen nuestros pecados no debemos requerir las deudas justas de nuestros deudores. Si no pueden pagar, aunque sea por su administración imprudente, no han de ser echados en prisión, oprimidos, o tratados ásperamente; pero la parábola no nos enseña que fomentemos la indolencia. La Palabra de Dios declara que si un hombre no trabaja, que tampoco coma. 2 Tesalonicenses 3:10. El Señor no exige que el trabajador sostenga a otros en la ociosidad. Hay muchos que llegan a la pobreza y a la necesidad porque malgastan el tiempo o no se esfuerzan. Si esas faltas no son corregidas por los que las abrigan, todo lo que se haga en su favor será como poner un tesoro en una bolsa agujereada. Sin embargo, hay cierta clase de pobreza que es inevitable, y hemos de manifestar ternura y compasión hacia los infortunados. Deberíamos tratar a otros así como a nosotros nos gustaría ser tratados en circunstancias semejantes (Palabras de vida del gran Maestro, p. 193).
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
El proceso de tres pasos para acabar con las deudas en realidad se encuentra en una página de los escritos de Elena de White. Se ha añadido énfasis para resaltar los puntos.
“Decídase a no incurrir nunca más en otra deuda. Niéguese mil cosas antes que endeudarse. Durante toda su vida usted se ha estado metiendo en deudas. Evítelo como evitaría la viruela.
“Haga un pacto solemne con Dios prometiendo que mediante su bendición pagará sus deudas y luego a nadie deberá nada, aunque viva solamente de gachas y pan. [...] No vacile, no se desanime ni se vuelva atrás. Niéguese a complacer su gusto, niéguese a satisfacer la complacencia del apetito, ahorre sus centavos y pague sus deudas. Elimínelas tan pronto como sea posible. Cuando nuevamente sea un hombre libre, no debiendo nada a nadie, habrá alcanzado una gran victoria” (CMC 252; énfasis añadido).
Si necesitas ayuda adicional para librarte de deudas, prueba con estos puntos: Establece un presupuesto. Haz un presupuesto sencillo: lleva un registro de todos tus ingresos y gastos/compras en un período de tres meses. Muchos se sorprenden al saber cuánto dinero gastan en artículos innecesarios.
Destruye las tarjetas de crédito. Las tarjetas de crédito son una de las principales causas de endeudamiento familiar. Son muy fáciles de usar y muy difíciles de saldar. Si descubres que no estás pagando el total de las tarjetas cada mes, o que las estás utilizando para comprar artículos que de otro modo no habrías comprado, debes destruir las tarjetas de crédito antes de que ellas te destruyan a ti, a tu matrimonio o a ambos.
Toma medidas económicas. A veces no somos conscientes de cuánto podríamos ahorrar en nuestros gastos mensuales con solo tener cuidado con algunas de las pequeñas cosas que compramos. Se suman rápidamente.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. La cantidad de deuda que han asumido muchas naciones, así como personas, es asombrosa. ¿Cuál ha sido tu experiencia con la deuda y los problemas que generó la deuda para ti o para los demás?
2. ¿Qué podría hacer tu iglesia local para ayudar a los miembros a aprender a manejar las deudas o los problemas financieros en general?
3. ¿Cuáles son algunas de las promesas bíblicas que puedes reclamar que te ayudarán a protegerte de la tentación del mundo y de los peligros financieros que la avaricia puede plantearnos?
Viernes
Mensajes selectos, t. 2, “Provisión para los días de necesidad”, pp. 380, 381;
El ministerio de curación, “Principios que regían las transacciones”, pp. 141-143.
"ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR... HASTA QUE ÉL VENGA"
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 |
Dios lo bendiga!!!
Lección 5
EL SÁBADO ENSEÑARÉ...
Parte I: RESEÑA
El hecho de que Dios advierta acerca de las deudas nos muestra que las deudas tienen implicaciones espirituales (Prov. 6:1–5; 22:7).
Estar libre de deudas consiste en poner el Reino de Dios en primer lugar, y librarnos así del deseo de las cosas materiales (Mat. 6:33). En el Pacto divino, hay prosperidad y se les pone fin a las deudas (Deut. 28:1, 2). Sin embargo, para que estas promesas se materialicen, es necesario que sintamos amor por Dios, que se traduce en la obediencia a sus mandatos, a los votos tomados durante el bautismo, incluyendo la fidelidad en los diezmos y las ofrendas (Sal. 50:14, 15; Mal. 3:7–12).
El acreedor se enseñorea del deudor (Prov. 22:7), pero, según Jesús, solo Dios debe ser nuestro Señor (Mar. 12:29). Por lo tanto, amando a Dios y no a las cosas del mundo (1 Juan 2:15), podemos vencer la lujuria y el orgullo de la vida, por la gracia de Cristo (1 Juan 2:16). No debemos conformarnos con esta época materialista y consumista, que conduce al endeudamiento y la insolvencia. Más bien, debemos aspirar a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente y esforzarnos por conocer la perfecta voluntad de Dios (Rom. 12:1, 2).
Dios desea que aspiremos a una vida de contentamiento (1 Tim. 6:6), libre de deudas (Rom. 13:8). El contentamiento nos protege de comprometer los principios de la fe para enriquecernos (1 Tim. 6:9). Por lo tanto, debemos planificar sabiamente nuestras obligaciones financieras (Luc. 14:28), y también evitar asumir la responsabilidad de la deuda de otra persona (Prov. 6:1–5). Al seguir estos sólidos principios bíblicos, propiciaremos la diligencia y estaremos preparados para tiempos difíciles y situaciones imprevistas (Prov. 6:8). Cuando nos abstenemos de acumular deudas y del amor al dinero, nosotros, como cristianos, podemos experimentar las gozosas bendiciones que Dios promete a los fieles (Mal. 3:10–12).
Parte II: COMENTARIO
Dios puede ofrecer alivio en cualquier situación de endeudamiento. Sin embargo, en la mayoría de los casos, Dios pone en nuestras manos la solución al problema de la deuda. Al fin y al cabo, somos sus mayordomos, y debemos actuar de acuerdo con su voluntad y bendición. Como cristianos, debemos esforzarnos al máximo para no deberle nada a nadie (Rom. 13:8). Además, desde la perspectiva de un acreedor, el cristiano no debe explotar a los que necesitan ayuda financiera. Las enseñanzas bíblicas nos invitan a ser generosos y, si es posible, a perdonar a los hermanos que no pueden saldar sus deudas (Deut. 15:1–4). Generalmente, la deuda es un fenómeno complejo con aspectos personales, sociohistóricos y espirituales. Como tal, limitaremos nuestros comentarios a algunos consejos prácticos que la Biblia ofrece sobre el tema.
Principios bíblicos para estar libre de deudas
Parte A: Poner a Dios en primer lugar (Mat. 6:33)
1. Dar la máxima prioridad a Dios (Mat. 6:25–34)
Dios no quiere que nos endeudemos, porque él ama la prosperidad de sus siervos (Sal. 35:27). Por lo tanto, siempre se debe buscar a Dios en primer lugar en cualquier crisis de endeudamiento (Sal. 105:4). La deuda puede tener un origen espiritual y, en tal caso, se debe reflexionar sobre la necesidad de confesar los pecados financieros, como el hurto y la usura (Eze. 18:12, 13); la codicia, que es idolatría (Éxo. 22:12; Col. 3:5); la infidelidad en los contratos (Rom. 1:31); el amor al dinero (1 Tim. 6:10); y la infidelidad en los diezmos y las ofrendas (Mal. 3:7–10).
Aquellos que se han desviado del plan divino necesitan volver a Dios y renovar el pacto con él (Sal. 50:14, 15; Mal. 3:7–12). A estos, Dios les promete liberación y bendiciones. El deseo sincero de hacer lo correcto es una indicación de la gracia en acción, porque “su bondad [de Dios] te guía al arrepentimiento” (Rom. 2:4).
Podemos cumplir la voluntad de Dios (Deut. 28:1, 2) solo cuando estamos bajo la gracia. Porque, como dice Pablo, “porque por gracia han sido salvados por la fe. Y esto no proviene de ustedes, sino que es el don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe; porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, que Dios de antemano preparó para que anduviésemos en ellas” (Efe. 2:8-10). Por fe en la gracia de Dios, podemos pedir la ayuda divina para superar la deuda. Entonces disfrutamos de las bendiciones de Dios, que “enriquece, sin añadir tristeza” (Prov. 10:22).
2. Ser santos y santificar las cosas santas
En la Biblia, Dios considera santo, escogido y especial a su pueblo (Éxo. 19:6; 1 Ped. 2:9). Esta santidad se demuestra cuando su pueblo guarda los mandamientos (Deut. 28:9).
El diezmo también es santo (Lev. 27:30–32), y las ofrendas son santas (Núm. 18:29). En estos pasajes, la palabra “santo” es kodesh. Entonces, el diezmo y las ofrendas son kodesh, que significa “santificado”, “apartado para el Señor”.
Retener el diezmo y las ofrendas es apropiarse indebidamente de las cosas sagradas, o santas, que han sido dedicadas exclusivamente a Dios y, por lo tanto, hay que devolvérselas (Lev. 5:15, 16). En las Escrituras del Antiguo Testamento, era necesario restituir lo que se había retenido antes de que haya expiación con sangre y antes de que la persona pudiera recibir el perdón (Lev. 5:16). Por lo tanto, cuando el pueblo retenía los diezmos y las ofrendas, se apartaba de Dios y no prosperaba (Mal. 3:7–10), porque había profanado las cosas santas. Dios no cambia, y este principio de restitución, en cuanto a diezmos y ofrendas (Mal. 3:6-8), sigue vigente.
“Apresúrense, hermanos y hermanas, en devolver a Dios un diezmo fiel, y en llevarle también ofrendas de agradecimiento voluntarias. Hay muchos que no serán bendecidos hasta que restituyan los diezmos que han retenido” (CMC 89).
Parte B: Busca ayuda (Prov. 15:22)
1. Pide consejos a amigos y profesionales
A veces es necesario reconocer la condición de endeudamiento y buscar ayuda entre amigos y familiares.
Se debe buscar tratamiento en caso de deudas causadas por un trastorno psicológico (adicción a las compras). Si este es el caso, podría ser útil buscar ayuda espiritual de parte del pastor, los miembros de la familia o los amigos de confianza. Pedir apoyo de amigos en este proceso puede aligerar la carga y alentar la decisión de resolver el problema.
“Antes de la honra está la humildad” (Prov. 18:12). El pueblo de Dios debe considerar las ventajas que se obtienen de pedir consejos sabios y experimentados a personas avezadas y profesionales financieros y psicológicos, porque “con los muchos consejeros, prosperan” (Prov. 15:22).
“Si los que han tenido éxito en la vida estuvieran dispuestos a recibir instrucción, podrían adquirir hábitos de abnegación y economía estricta y tener la satisfacción de ser dispensadores de caridad en vez de receptores de ella” (TI 3:440).
2. Pide ayuda y sabiduría divinas
La ayuda divina puede presentarse en forma de discernimiento. En la Biblia, la administración sabia es un regalo de Dios. El sabio declara que “con ciencia se llenan las cámaras de todo bien preciado y agradable” (Prov. 24:4; énfasis añadido). Así como el apóstol recomienda: “Procuren los mejores dones” (1 Cor. 12:31), también podemos pedirle sabiduría para cuidar de nuestras finanzas, especialmente en tiempos de dificultades económicas. Santiago recomienda esta búsqueda de sabiduría (Sant. 1:5).
La palabra “ciencia”, en Proverbios 24:4, significa percepción, habilidad y discernimiento para los negocios. Por lo tanto, a la prosperidad material la preceden los principios comerciales bíblicamente sólidos sobre cómo mejorar la administración del dinero que Dios puso en nuestras manos.
Parte C: Ahorra (Prov. 6:8)
Lo que dice el consejo inspirado sobre el ahorro Sé como la hormiga, que en verano prepara su alimento para el invierno. Reserva siempre algo de dinero para tus ahorros. Incluye en el presupuesto un porcentaje regular dedicado a este fin.
Guardar para el futuro fue un sabio consejo que Dios le dio a José en Egipto (Gén. 41:46, 47). Ahorra para que puedas tener suficiente para el futuro o para un momento de crisis. No gastes si realmente no lo necesitas. “Desde el más encumbrado hasta el más humilde, los obreros de Dios deben aprender a economizar” (CMC 262).
Parte D: Elabora un presupuesto (Luc. 14:28–30)
El presupuesto es una herramienta de planificación financiera para gestionar los ingresos y los gastos. El presupuesto es importante porque sin planificación es imposible esperar tener éxito en cualquier empresa.
“Usted debiera cuidar que sus gastos no excedan sus entradas” (HC 324).
Ora al preparar un presupuesto. Haz planes de poner a Dios en primer lugar (Mat. 6:33). Sé realista, y consulta a otros miembros de la familia sobre lo que es mejor para todos en el hogar. La Biblia desaprueba enérgicamente a los que no cuidan de los suyos: “Si alguno no cuida de los suyos, mayormente de sus familiares, niega la fe y es peor que un incrédulo” (1 Tim. 5:8). Incluye las necesidades de los menos afortunados en el presupuesto, porque atenderlos es parte de la “religión pura y sin mancha ante Dios el Padre” (Sant. 1:27).
Parte III: APLICACIÓN A LA VIDA
Pide a un miembro de la clase que lea en voz alta la siguiente cita. Luego analicen en clase las preguntas que aparecen a continuación.
“Son muchísimos los que no se han educado de modo que puedan mantener sus gastos dentro de los límites de sus entradas. No aprenden a adaptarse a las circunstancias, y vez tras vez piden dinero prestado y se abruman de deudas, por lo que se desaniman y descorazonan” (HC 323).
1. El pasaje anterior alude a una condición social de endeudamiento cada vez más común. ¿De qué manera el fenómeno generalizado de la deuda puede llevar a muchos a creer que el endeudamiento es normal e incluso aceptable, a pesar de la angustia y las limitaciones que suele causar la deuda? ¿Cómo respondemos a esta situación? (Lee Rom. 12:1, 2).
2. En el Pacto divino, Dios promete que su pueblo no se endeudaría con otros (Deut. 28:1, 2). También estableció la liberación de los endeudados por parte de sus acreedores cada siete años (Deut. 15:1–4). El modelo divino era no tener pobreza, para no tener deudas (Deut. 15:4). ¿Por qué no se cumplió el modelo divino para Israel en términos de deudas (Mal. 3:6–10)? ¿En qué medida nos puede estar pasando esto a nosotros? Expliquen. ¿Cómo evitamos este escollo en la actualidad?
3. Algunas posibles fuentes de deuda son:
a. La deuda que escapa a nuestro control, causada por catástrofes naturales, enfermedades y guerras.
b. Vulnerabilidad personal, que deriva de la falta de sabiduría financiera y de experiencia, capacidad o instrucción.
c. La complacencia como resultado de los malos hábitos, la jactancia y el despilfarro.
d. La deuda necesaria, que puede existir debido a ciertas inversiones comerciales, compra de vivienda y educación de los hijos, enfermedades.
"ADMINISTRAR PARA EL SEÑOR... HASTA QUE ÉL VENGA"
📖 | L1 | L2 | L3 | L4 | L5 | L6 |
L7 | L8 | L9 | L10 | L11 | L12 |
Dios lo bendiga!!!
COMENTARIOS