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Infantes | Lección 9: El aceite que no se acababa | 3er Trimestre 2024 | Año A

Infantes | Lección 9: El aceite que no se acababa | 3er Trimestre 2024 | Año A

Lección 9 de Infantes
EL ACEITE QUE NO SE ACABABA


Infantes | Lección 9: El aceite que no se acababa | 3er Trimestre 2022 | Año A

Textos clave y referencias:
2 REYES 4:1-7;
CONSEJOS SOBRE MAYORDOMÍA, P. 239.

Versículo para Memorizar:
“Eliseo le preguntó: ¿Qué puedo hacer por ti?”
(2 REYES 4:2).

Mensaje:
Los hijos de Dios se interesan por los demás.



¿Ha pedido prestado algo tu familia a algún vecino en alguna ocasión? ¿Un poco de harina, o quizá una herramienta? Una pobre viuda pidió prestadas cosas poco comunes.

Una viuda pobre fue a ver a Eliseo mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.
—Mi esposo era un buen hombre que amaba al Señor —exclamó la mujer—. Pero ahora está muerto.
El hombre a quien mi esposo debía dinero dice que si no le pago, ¡se llevará a mis dos hijos para que sean sus esclavos!
—¿Cómo puedo ayudarte? —le preguntó Eliseo amablemente—. Dime, ¿qué tienes en tu casa?—¡Nada! —contestó la viuda—. No tengo nada, excepto un poquito de aceite.

Eliseo pensó en la necesidad de ella.
—Ve a ver a todos tus amigos y vecinos —le dijo bondadosamente— y pide prestadas tantas vasijas vacías como puedas. Luego ve a tu casa, y cierra tu puerta. Vacía el aceite de tu jarrita en todas las vasijas.


Así que la viuda pidió prestadas a sus vecinos vasijas vacías. Ella y sus hijos llenaron su casa con vasijas vacías. Luego la mujer cerró la puerta. Empezó a vaciar el aceite de su jarrita en una vasija prestada. El aceite siguió fluyendo y pronto la primera vasija estuvo llena.

La mujer vació y vació... y el aceite seguía fluyendo. Llenó la segunda vasija, y la tercera y la cuarta.
Pronto dejó de contar. Así que continuó vaciando aceite hasta que la última de las vasijas se había llenado.
—¡Tráiganme otra vasija! —dijo alegremente.
—¡Ya no hay más vasijas vacías, mamá! —exclamaron sus muchachos—. ¡Ya las llenaste todas!


Los ojos de la mujer brillaban de asombro. Apurada salió de su casa y corrió a buscar a Eliseo.
—¡Hice exactamente lo que me dijiste! —dijo respirando agitada—. Pedí prestados muchos jarros y ollas, tantos como pude y ahora ¡todos están llenos de aceite! ¡Y todavía hay en mi jarrita!

Eliseo sonrió.
—Ve y vende el aceite —le dijo—. Paga lo que tu esposo debía. Y con el dinero que quede, vivan tú y tus hijos.

La viuda alabó al Señor por el milagro del aceite. Agradeció a Dios por cuidar de ella. Y le agradeció por Eliseo y sus vecinos.


Ese día la viuda y sus hijos aprendieron que podían confiar en el Dios que cuidaba de ellos. Nosotros podemos confiar en que Dios envía a las mejores personas para cuidar de nosotros también. Y Dios quiere que nosotros seamos buenos vecinos también. ¿Cómo puedes ayudar a otros hoy?



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Dios lo bendiga!!!

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