Lección 12 de Infantes
EL HACHA QUE FLOTÓ
Textos clave y referencias:
2 REYES 6:1-7; PROFETAS Y REYES, CAP. 21, PP. 174-176.
Versículo para Memorizar:
“Sírvanse los unos a los otros por amor”
(GÁLATAS 5:13).
Mensaje:
Podemos ayudar a otros, aún en cosas pequeñas.
2 REYES 6:1-7; PROFETAS Y REYES, CAP. 21, PP. 174-176.
Versículo para Memorizar:
“Sírvanse los unos a los otros por amor”
(GÁLATAS 5:13).
Mensaje:
Podemos ayudar a otros, aún en cosas pequeñas.
¿Te has preguntado si Dios conoce incluso a las pequeñas hormigas? Él las conoce. Se preocupa también por las cosas pequeñas de tu vida. Hace mucho tiempo le mostró a alguien lo pendiente que está aun de las cosas pequeñas.
Eliseo estaba visitando la Escuela de los Profetas de Gilgal. Alguien le dijo:
—Hoy ha llegado un nuevo alumno, pero no hay espacio para él. Esta escuela verdaderamente necesita más espacio.
A los alumnos les gustaban las visitas del profeta. Contestaba sus preguntas y los escuchaba. Así que le mencionaron el problema de la falta de espacio.
—Profeta Eliseo —comentó uno de los jóvenes—, nos gusta cuando vienes y nos gusta cuando tenemos nuevos alumnos, pero tenemos un problema: necesitamos más espacio.
El profeta Eliseo pensó en ello. La escuela realmente era demasiado pequeña.
—Sí —asintió—. Este lugar es muy pequeño.
—Vamos a la orilla del Río Jordán. Podemos construir un lugar con suficiente espacio y hay bastantes árboles con los que podemos construir un edificio más grande.
Se necesitaba un lugar muy grande para que pudieran venir más jóvenes y aprender de Dios, y así ellos podrían enseñar a otros.
—Sí —los animó Eliseo—. Es una buena idea. Vamos y empecemos de una vez.—¿Podrías venir con nosotros? Tú puedes ayudarnos a encontrar el lugar correcto —dijo uno de los jóvenes.
—Iré —contestó Eliseo. Y fue con ellos.
Así todos se reunieron en el río y comenzaron a trabajar. Debían cortar muchos árboles para construir una escuela más grande. Todos trabajaron duro con las hachas.
Repentinamente, uno de los alumnos exclamó:
—¡Oh, no! ¡No! ¡No!
Todos escucharon el ruido del hacha al caer en el agua y quisieron saber qué había sucedido. ¡Su hacha! ¡Se había perdido! No era extraño que el joven estuviera afligido. Un hacha era una herramienta cara. Era de hierro y era muy difícil reemplazarla.
—No era mía —dijo angustiado el joven—. ¡La pedí prestada! ¿Qué voy a hacer? ¿Cómo la voy a reponer?
Mientras Eliseo llegaba corriendo a donde estaba el joven preguntó:
—¿Dónde cayó el hacha?
El muchacho señaló el lugar exacto. Luego Eliseo hizo algo extraño. Tomó un palo y lo echó al río, exactamente donde había caído el hacha.
¡Algo maravilloso sucedió entonces! El hacha subió, y quedó flotando en el agua. —Sácala —dijo Eliseo al joven.
Así que el joven entró al agua y nadó hacia donde estaba el hacha. La tomó y regresó a la orilla. Allí la arregló; colocándole bien el mango.
Por supuesto, todos sabemos que un hacha está hecha de hierro. ¡El metal no puede flotar! ¿Cómo ocurrió aquello? ¡Un milagro! ¡Dios usó a Eliseo para realizar un milagro!
Sí, Dios ve las cosas grandes y pequeñas que nos ocurren. Él se interesa si perdemos una herramienta prestada o un juguete favorito. Él ayudó a Eliseo a realizar un milagro para ayudar al joven. Y se preocupa por todas nuestras necesidades, sean grandes o pequeñas.
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Dios lo bendiga!!!
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