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Infantes | Lección 6: El milagro del aceite | 3er Trimestre 2024 | Año A

Infantes | Lección 6: El milagro del aceite | 3er Trimestre 2024 | Año A

Lección 6 de Infantes
EL MILAGRO DEL ACEITE


Infantes | Lección 6: El milagro del aceite | 3er Trimestre 2022 | Año A

Textos clave y referencias:
1 REYES 17:7-16;
PROFETAS Y REYES, CAP. 10, PP. 85-86.

Versículo para Memorizar:
“Él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo”
(SALMO 95:7).

Mensaje:
Dios usa a otras personas para amarnos y cuidarnos.



La mamá de Paola le dio la última galleta. Paola se sentó en el porche, lista para comer su galleta. Su amiga Lizy, llegó corriendo para jugar. Ohhhh... ¿Qué debería hacer Paola?
Cuando Elías tenía hambre, alguien compartió con él.


Elías había estado acampando en la ribera de un arroyito durante bastante tiempo. Pero el agua que corría alegremente no duró. No había llovido y el agua comenzó a bajar poco a poco.

Elías levantó la cabeza hacia el cielo y lo recorrió con la mirada; todo estaba claro y azul. Ni una nube de lluvia a la vista y Elías sabía por qué. Muchas personas todavía estaban orando a Baal pidiendo lluvia. Sin embargo, Dios quería que ellos entendieran que él era el único que enviaba la lluvia, y no un ídolo. No llovería hasta que Dios así lo decidiera. Un día Dios le habló a Elías.
—Ve a la aldea de Sarepta —le dijo—. Una señora viuda te alimentará. Aquella señora estaba sola y triste porque se le había muerto su esposo.

Elías recorrió el polvoriento camino hacia Sarepta.


Cuando llegó a la entrada de la aldea, vio a una mujer que recogía ramas y madera seca. Tras su larga, larga caminata, Elías tenía sed y calor.
—¿Por favor, podrías traerme un vaso de agua? —le preguntó a la mujer—. ¿Y también un poco de pan?


La mujer miró a Elías. Con lágrimas en los ojos le dijo: —No tengo pan en casa. Solo tengo un puñado de harina y un poco de aceite. Ahora voy a encender fuego con esta leña. Cocinaré el último alimento para mi hijo y para mí. Luego nos moriremos, porque no quedará nada para comer.

Elías sonrió a la mujer.
—No tengas temor —le dijo—. Vé y prepara la comida, pero prepara primero para mí un panecillo cocido. Dios ha prometido que siempre tendrás suficiente harina y aceite en tus recipientes, y no se te acabará la comida hasta que él envíe la lluvia y haya alimentos nuevamente.

La viuda creyó las palabras del Señor. Así que hizo lo que Elías le había indicado. Entró a su casa y empezó a cocinar.

Elías se sentó y bebió el agua mientras la mujer hacía un panecillo para él. La observó mientras mezclaba la medida de harina y de aceite que necesitaba. Luego la vio hacer el pan. Pronto empezó a sentir el olor del pan mientras se cocía. ¡Qué bueno era disfrutar de un pan recién cocido!


Durante más de tres años no hubo lluvia, y no podía crecer nada. Pero la harina de la viuda nunca se acabó. Dios había provisto agua y alimento en el pasado.

Ahora lo proveía para Elías, para la bondadosa viuda y para el hijo de ella.



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Dios lo bendiga!!!

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