Lección 13 de Primarios
UNA ESCALERA DE ÁNGELES
Textos clave y referencias:
Génesis 28:10-22; Patriarcas y profetas, cap. 17
Versículo para Memorizar:
“Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas”
(Génesis 28:15).
Mensaje:
Pertenezco a la familia de Dios, no importa lo que suceda.
Génesis 28:10-22; Patriarcas y profetas, cap. 17
Versículo para Memorizar:
“Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas”
(Génesis 28:15).
Mensaje:
Pertenezco a la familia de Dios, no importa lo que suceda.
¿Te has sentido solo alguna vez? ¿Muy, muy solo? ¿Has sentido alguna vez que no tienes a nadie con quien hablar? Así es como se sintió Jacob cuando se tuvo que ir de su casa. Dios pasó un tiempo especial con él y después de eso, Jacob ya nunca se sintió solo.
Los hijos gemelos de Isaac y Rebeca, Esaú y Jacob, nunca fueron buenos amigos. No se querían mucho. Pero ahora la situación era peor. Jacob había engañado a su padre para conseguir una bendición especial. Era una bendición que Esaú debió haber recibido.
Esaú estaba muy enojado con Jacob. Tenía planes de matarlo. Así que Rebeca, su madre, decidió enviar a Jacob a la casa de su hermano Labán. “Vete a vivir un tiempo con tu tío Labán, Jacob. Dale tiempo a tu hermano para que se le pase un poco el enojo”, le dijo con tristeza.
Rebeca no sabía que nunca más iba a ver a Jacob.
Así que Jacob emprendió el largo viaje hacia la casa de Labán. Su tío Labán, que era hermano de Rebeca, vivía muy lejos de la casa de los padres de Jacob. Eran aproximadamente 800 km a través de caminos desconocidos y peligrosos. Jacob estaba completamente solo y tenía miedo.
No tenía sirvientes que lo protegieran de los animales salvajes y de los ladrones. Tampoco estaba acostumbrado a dormir sobre el duro suelo. Viajó lo más rápido que pudo. Sabía que estaba huyendo para salvar su vida porque su hermano quería matarlo.
En uno o dos días llegó Jacob a un lugar especial, un lugar santo. Su abuelo, Abraham, había construido allí, mucho tiempo atrás, un altar para adorar a Dios. Jacob estaba tan cansado esa noche, que tal vez ni siquiera se dio cuenta de que estaba en un lugar especial. Simplemente se cubrió con su cobija y se quedó dormido con la cabeza recostada sobre una piedra.
Esa noche Jacob tuvo un sueño muy extraño. No era un sueño común y corriente, sino un sueño especial enviado por Dios. En su sueño, Jacob vio una enorme escalera que subiendo desde la tierra, llegaba hasta el cielo. Jacob vio ángeles que subían y bajaban por la escalera. Y en el extremo superior de la escalera, Jacob vio al Señor. El Señor le sonreía y le dijo estas palabras: “Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac.[...] Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré” (Génesis 28:13, 15).
Jacob se incorporó y miró a su alrededor. “¡El Señor está aquí! —exclamó—. ¡Está en este lugar y yo no lo sabía!”
Cuando Jacob se levantó muy temprano a la mañana siguiente, hacía mucho frío. Las estrellas apenas comenzaban a perderse en la luz del nuevo día y los rayos del sol empezaban a asomar en el oriente. Jacob quería hacer algo para marcar aquel lugar especial. El Señor le había hablado allí. Así que tomó la piedra que había usado de almohada y derramó entonces sobre ella aceite de oliva dedicando aquel lugar a Dios. Luego le puso un nombre especial a ese lugar. Lo llamó Betel, que significa “Casa de Dios”.
Jacob continuó su viaje lleno de pensamientos alegres. Ya no tenía temor de su hermano. Tampoco de los animales salvajes ni de los ladrones. Sabía con seguridad que el Señor estaba con él.
El Señor lo estaba protegiendo. ¡Dios mismo se lo había dicho!
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Dios lo bendiga!!!
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